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Creado por Ange Miér Abr 27, 2016 8:48 pm
Enishi y Angelica habían pasado una noche entera en una habitación de cierta posada de poca monta discutiendo y en un futil intento de reclutamiento por parte del revolucionario que en lugar de convencer a la fémina de unirse a la armada incremento su determinación para convertirse en una pirata más poderosa y de temer, la oscuridad estaba empezando a disiparse mientras que estaban sentados, con la fémina abrazando todavía al pelirrojo que no había intentado apartarla de su lado hasta el momento pero que proponía de ir a desayunar para luego marchar.
La muchacha de cabello en coleta no parecía tener muchas intenciones de soltarse del pelirrojo -¿Acaso no duermes tú?... Venga, acostémonos un rato, una siestita y luego si vamos a comer algo, incluso con las ventajas de un cuerpo como el mío sigo necesitando dormir así que seguramente tu también, no te hagas el rudo- Dijo con firmeza antes de soltarse y levantarse del suelo, la joven se sentó en la cama y limpio un poco sus pies con un trapo antes de meterse bajo las sabanas con la ropa que traía puesta.
No había segundas intenciones de parte de la fémina, solo el deseo de pasar una noche en compañía de alguien que no fuera un completo cerdo depravado, hacía ya algún tiempo que no podía dormir en compañía de nadie, la sensación de soledad no era algo que le cayera en gracia en especial teniendo la oportunidad de eludirla, no se iba a quedar callada solo por cortesía para con Enishi, por eso mismo es que había actuado tras decir aquellas palabras.
Aún recostada cerro lo ojos mientras se acurrucaba en un borde de la cama -Oye Enishi ¿A dónde te dirigirás después de que nos separemos?- Pregunto tranquilamente la fémina, con aquella armoniosa voz de la cual incluso cuando menos lo deseaba hacía gala por naturaleza de nacimiento y no por adiestramiento ni entrenamiento alguno, una voz que no coincidía con la actitud, normalmente más violenta y explosiva de la fémina, aunque seguía comportándose de la misma forma, solo que en lugar de demostrarlo con palabras lo hacía con acciones mientras que las palabras eran más suaves. -Yo voy a ir a la isla Dawn, allí es donde comenzó todo así que debería iniciar mi propio viaje desde allí.-
La muchacha de cabello en coleta no parecía tener muchas intenciones de soltarse del pelirrojo -¿Acaso no duermes tú?... Venga, acostémonos un rato, una siestita y luego si vamos a comer algo, incluso con las ventajas de un cuerpo como el mío sigo necesitando dormir así que seguramente tu también, no te hagas el rudo- Dijo con firmeza antes de soltarse y levantarse del suelo, la joven se sentó en la cama y limpio un poco sus pies con un trapo antes de meterse bajo las sabanas con la ropa que traía puesta.
No había segundas intenciones de parte de la fémina, solo el deseo de pasar una noche en compañía de alguien que no fuera un completo cerdo depravado, hacía ya algún tiempo que no podía dormir en compañía de nadie, la sensación de soledad no era algo que le cayera en gracia en especial teniendo la oportunidad de eludirla, no se iba a quedar callada solo por cortesía para con Enishi, por eso mismo es que había actuado tras decir aquellas palabras.
Aún recostada cerro lo ojos mientras se acurrucaba en un borde de la cama -Oye Enishi ¿A dónde te dirigirás después de que nos separemos?- Pregunto tranquilamente la fémina, con aquella armoniosa voz de la cual incluso cuando menos lo deseaba hacía gala por naturaleza de nacimiento y no por adiestramiento ni entrenamiento alguno, una voz que no coincidía con la actitud, normalmente más violenta y explosiva de la fémina, aunque seguía comportándose de la misma forma, solo que en lugar de demostrarlo con palabras lo hacía con acciones mientras que las palabras eran más suaves. -Yo voy a ir a la isla Dawn, allí es donde comenzó todo así que debería iniciar mi propio viaje desde allí.-
Última edición por Ange el Jue Abr 28, 2016 8:57 pm, editado 1 vez (Razón : corrección de los $%& codigos de colores :3)
Ange
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Enishi Jue Abr 28, 2016 8:11 pm
Fue totalmente un fracaso el reclutamiento para con Ange pero para Enishi no quedaba como otra derrota ya que al final de todo había conseguido más que un tripulante o un compañero al final de todo. No había soltado el abrazo de la joven a pesar del rechazo para que viniese con é. Sentía que la joven estaba más decidida que nunca y su compañía era demasiado grata hasta tal punto de que podía no dormir para charlar o simplemente pensar un poco y si ella quería dormir, tampoco es que intentase algo pervertido, no era de esos. Su madre siempre le dijo que tenía que respetar a las mujeres y si no lo hacia le pegaría donde más les duele a los hombres. Sí en los huevos.
Inicialmente la pregunta de la chica para con el pelirrojo no le llamaría la atención pero la mirada además de la tomada que tenía, si lo hizo. Enishi no tenía la costumbre de dormir demasiado últimamente, solía dormir cuando su canoa salía al mar o cuando se infiltraba en barco ajeno. Era un típico gitano si se quiere llamar así. No tenía un hogar como tal, no tenía una cama como tal, ni tenía una mujer, menos hijos. Simplemente era un revolucionario solitario que estaba en búsqueda de una tripulación o una donde pertenecer, quizás nunca la encontraría pero al menos la esperanza es lo único que no se pierde, dicen varios.
— Duermo poco. Supongo que es primera vez que me dicen que duerma.. Te haré caso. No me hago el rudo, sólo .. me agrada cuidar. — Finalizó el chico mirándole como se soltaba de apoco. Le dejó escapar sin oposición, no tenía porque oponerse había que descansar. El joven se acomodó de brazos cruzados, cerró levemente los ojos mientras una sonrisa se esbozó en su fino rostro, estaba contento de haberle conocido. Primera vez que un rechazo le hacía sentir tan bien. Al pronto tiempo la joven expresó una pregunta que llamó la atención de nuestro protagonista, no sabía bien a donde ir. Pero se las iba a arreglar para dar una respuesta honesta.
— Seguiré el viento. — Dijo riendo un poco mientras retomó el habla al instante.— Creo que debería volver a la base e informar que sigo estando en soledad. Pero primero debo salir de esta isla y déjame decirte que me pierdo en tierra. — Rió un poco ante su total incompetencia en suelo. Muchos le llamaban un vago por jamás ubicarse bien. A otros les daba risa total, algunas chicas lo encontraban hasta tierno -eso no tiene nada de tierno-, algunos lo encontraban que era típico de un samurái de la índole de él. Cada loco con su tema.
Escuchó la fina voz de la fémina. Era gentil como la de una chica, muy distante de la violenta que le insulto, le encantó y deseaba que siempre le hablase con ese tono. Escuchó a donde iba a ir, tenía razón ahí iniciaba todo. En verdad ella cumpliría cada una de sus palabras.
— Supongo que iremos en direcciones opuestas. Te irá bien. Ahora duerme, desde mañana tienes que iniciar tu travesía en ser la mejor porque te estaré observando. ¿Vale? Ange. — Finalizó mientras de apoco comenzó a sentir el sueño, sus ojos le pesaron. — Buenas noches, querida. Sueña bien. — Terminó el joven de Wano mientras caía rendido ante los brazos de Morfeo. Verle dormir con una sonrisa y con un haz de luz de la luna llegarle era digno de espectáculo. Era “pelirrojo samurai”.
Al día siguiente el sol pegó fuerte, los gallos despertaban a todos y tocaron la puerta. Enishi por su parte seguía sumergido en el sueño. Se notaba que tenía días sin dormir nada. Extrañaba la cama en la base, pero la base es simplemente de todos era su hogar como no lo era a la vez. Ya quedaba poco para despedirse, lamentablemente.
Inicialmente la pregunta de la chica para con el pelirrojo no le llamaría la atención pero la mirada además de la tomada que tenía, si lo hizo. Enishi no tenía la costumbre de dormir demasiado últimamente, solía dormir cuando su canoa salía al mar o cuando se infiltraba en barco ajeno. Era un típico gitano si se quiere llamar así. No tenía un hogar como tal, no tenía una cama como tal, ni tenía una mujer, menos hijos. Simplemente era un revolucionario solitario que estaba en búsqueda de una tripulación o una donde pertenecer, quizás nunca la encontraría pero al menos la esperanza es lo único que no se pierde, dicen varios.
— Duermo poco. Supongo que es primera vez que me dicen que duerma.. Te haré caso. No me hago el rudo, sólo .. me agrada cuidar. — Finalizó el chico mirándole como se soltaba de apoco. Le dejó escapar sin oposición, no tenía porque oponerse había que descansar. El joven se acomodó de brazos cruzados, cerró levemente los ojos mientras una sonrisa se esbozó en su fino rostro, estaba contento de haberle conocido. Primera vez que un rechazo le hacía sentir tan bien. Al pronto tiempo la joven expresó una pregunta que llamó la atención de nuestro protagonista, no sabía bien a donde ir. Pero se las iba a arreglar para dar una respuesta honesta.
— Seguiré el viento. — Dijo riendo un poco mientras retomó el habla al instante.— Creo que debería volver a la base e informar que sigo estando en soledad. Pero primero debo salir de esta isla y déjame decirte que me pierdo en tierra. — Rió un poco ante su total incompetencia en suelo. Muchos le llamaban un vago por jamás ubicarse bien. A otros les daba risa total, algunas chicas lo encontraban hasta tierno -eso no tiene nada de tierno-, algunos lo encontraban que era típico de un samurái de la índole de él. Cada loco con su tema.
Escuchó la fina voz de la fémina. Era gentil como la de una chica, muy distante de la violenta que le insulto, le encantó y deseaba que siempre le hablase con ese tono. Escuchó a donde iba a ir, tenía razón ahí iniciaba todo. En verdad ella cumpliría cada una de sus palabras.
— Supongo que iremos en direcciones opuestas. Te irá bien. Ahora duerme, desde mañana tienes que iniciar tu travesía en ser la mejor porque te estaré observando. ¿Vale? Ange. — Finalizó mientras de apoco comenzó a sentir el sueño, sus ojos le pesaron. — Buenas noches, querida. Sueña bien. — Terminó el joven de Wano mientras caía rendido ante los brazos de Morfeo. Verle dormir con una sonrisa y con un haz de luz de la luna llegarle era digno de espectáculo. Era “pelirrojo samurai”.
Al día siguiente el sol pegó fuerte, los gallos despertaban a todos y tocaron la puerta. Enishi por su parte seguía sumergido en el sueño. Se notaba que tenía días sin dormir nada. Extrañaba la cama en la base, pero la base es simplemente de todos era su hogar como no lo era a la vez. Ya quedaba poco para despedirse, lamentablemente.
Enishi
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Ange Jue Abr 28, 2016 10:19 pm
Al igual que como había hecho hasta el momento el pelirrojo respondía a las palabras de Angelene de una forma que sonaba sincera y que cuanto mínimo intrigaba un poco a la fémina o le llamaba la atención, aunque la primera fue una respuesta poco satisfactoria la segunda dibujo una sonrisa en el rostro de la joven que seguía con sus ojos cerrados -Eres patético- Dijo burlándose del despiste admitido por aquel masculino de rojizos cabellos al cual le había pedido quedarse aquella noche con ella, en una demostración de su falta de modales habitual.
Tras un momento de pensarlo la joven decidió de que guiaría a Enishi al puerto cuanto menos, no fuera cosa de que alguien que le había ayudado tanto aquella noche desperdiciara su tiempo deambulando por la isla simplemente por un detalle como aquel, cuando escucho el deseo de buenas noches respondió con su voz suave y dulce -Buenas noches, descansa bien que merecido lo tienes.- se sorprendió un poco a si misma por la naturalidad con la que había dicho aquellas palabras tan amable, se dio vuelta y abrió sus ojos para decir algo más al masculino, pero al verlo este ya estaba dormido en una posición, cuanto menos extraña para ella.
Ante aquella imagen la joven suspiro y se quedó mirándole por largos minutos, piel blanca y cabello de fuego iluminados bajo la plateada luz lunar -Parece una muñeca- acoto en voz baja con una sonrisa burlona mientras que sigilosamente se levantaba de la cama tomando el cobertor y la almohada de la misma, sus pasos eran ligeros como plumas, el piso no crujía bajo sus pies a pesar de no ser una experta en sigilo su ligereza le otorgaba aquella pequeña ventaja cuando era prudente y no azotaba al pisos con sus pies al andar.
Con suavidad puso la manta sobre los hombros del pelirrojo y ella misma se acostó en el suelo junto a el después de tomar la almohada de la cama, como de costumbre, ella haría lo que le venía en gana, no tardó mucho en seguir el ejemplo de aquel samurái de tierras lejanas y ser cubierta por el manto de Morfeo.
Las primeras luces del alba no la irritaron lo suficiente como para despertarla, sin embargo el golpe en la puerta y el sonido de los gallos la forzaron a abrir los ojos, se levantó dispuestas a patearle la cabeza a quien fuera que la despertaba, pero rápidamente contuvo la respiración al ver que el pelirrojo seguía en la misma posición tan dormido como cunado ella se acomodó a su lado, con suavidad llego a la puerta y abrió haciendo un gesto de silencio, una de las empleadas del lugar pasaba para avisar que ya estaba preparado el desayuno, no por cortesía ni porque se preocupara por los clientes, simplemente porque la gente dejaba más fácilmente propina cunado comía un desayuno recién preparado, incluso en una taberna llena de maleantes como aquella.
Tras despedir a la moza y cerrar nuevamente la joven camino tranquilamente en la habitación, ahora sin intención de ser sigilosa, aunque el suelo seguía sin crujir bajo sus pisadas el ruido del metal contra la madera podía oírse fácilmente mientras caminaba para tomar su Odachi y ponerla en su espalda antes de acercarse a su compañero de habitación y arrodillarse frente a él para poner una mano en su hombro y empezar a moverlo suavemente.
Se detuvo antes de comenzar, ya tenía sabida la maldita costumbre de muchos guerreros de despertarse atacando cuando se era brusco con ellos, así que la joven fue suave tanto en su movimiento como en la voz utilizada -Enishi, ya es de día y el desayuno está preparado en la taberna, Enishi despierta o tendré que hacerlo por las malas- Una voz dulce y amable, cálida si se quiere, una voz tan llena de bondad que era imposible que proviniera de una muchacha que estaba pensando en darle una patada en el estómago a la persona que despertaba con tan dulces palabras que se asemejaban más a una doncella despertando juguetonamente a un amante, que la amenaza violenta de una pirata como era realmente el caso.
Tras un momento de pensarlo la joven decidió de que guiaría a Enishi al puerto cuanto menos, no fuera cosa de que alguien que le había ayudado tanto aquella noche desperdiciara su tiempo deambulando por la isla simplemente por un detalle como aquel, cuando escucho el deseo de buenas noches respondió con su voz suave y dulce -Buenas noches, descansa bien que merecido lo tienes.- se sorprendió un poco a si misma por la naturalidad con la que había dicho aquellas palabras tan amable, se dio vuelta y abrió sus ojos para decir algo más al masculino, pero al verlo este ya estaba dormido en una posición, cuanto menos extraña para ella.
Ante aquella imagen la joven suspiro y se quedó mirándole por largos minutos, piel blanca y cabello de fuego iluminados bajo la plateada luz lunar -Parece una muñeca- acoto en voz baja con una sonrisa burlona mientras que sigilosamente se levantaba de la cama tomando el cobertor y la almohada de la misma, sus pasos eran ligeros como plumas, el piso no crujía bajo sus pies a pesar de no ser una experta en sigilo su ligereza le otorgaba aquella pequeña ventaja cuando era prudente y no azotaba al pisos con sus pies al andar.
Con suavidad puso la manta sobre los hombros del pelirrojo y ella misma se acostó en el suelo junto a el después de tomar la almohada de la cama, como de costumbre, ella haría lo que le venía en gana, no tardó mucho en seguir el ejemplo de aquel samurái de tierras lejanas y ser cubierta por el manto de Morfeo.
Las primeras luces del alba no la irritaron lo suficiente como para despertarla, sin embargo el golpe en la puerta y el sonido de los gallos la forzaron a abrir los ojos, se levantó dispuestas a patearle la cabeza a quien fuera que la despertaba, pero rápidamente contuvo la respiración al ver que el pelirrojo seguía en la misma posición tan dormido como cunado ella se acomodó a su lado, con suavidad llego a la puerta y abrió haciendo un gesto de silencio, una de las empleadas del lugar pasaba para avisar que ya estaba preparado el desayuno, no por cortesía ni porque se preocupara por los clientes, simplemente porque la gente dejaba más fácilmente propina cunado comía un desayuno recién preparado, incluso en una taberna llena de maleantes como aquella.
Tras despedir a la moza y cerrar nuevamente la joven camino tranquilamente en la habitación, ahora sin intención de ser sigilosa, aunque el suelo seguía sin crujir bajo sus pisadas el ruido del metal contra la madera podía oírse fácilmente mientras caminaba para tomar su Odachi y ponerla en su espalda antes de acercarse a su compañero de habitación y arrodillarse frente a él para poner una mano en su hombro y empezar a moverlo suavemente.
Se detuvo antes de comenzar, ya tenía sabida la maldita costumbre de muchos guerreros de despertarse atacando cuando se era brusco con ellos, así que la joven fue suave tanto en su movimiento como en la voz utilizada -Enishi, ya es de día y el desayuno está preparado en la taberna, Enishi despierta o tendré que hacerlo por las malas- Una voz dulce y amable, cálida si se quiere, una voz tan llena de bondad que era imposible que proviniera de una muchacha que estaba pensando en darle una patada en el estómago a la persona que despertaba con tan dulces palabras que se asemejaban más a una doncella despertando juguetonamente a un amante, que la amenaza violenta de una pirata como era realmente el caso.
Ange
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Enishi Sáb Abr 30, 2016 3:02 pm
Enishi estaba acostumbrado a siempre confiar a primeras de algunas personas que le parecían aptas para cargar con ese peso. Ange desde un inició le pareció alguien interesante, sin obviar que tenía un rostro fino, lindo sino que que había algo de fondo que le parecía más que curioso por eso se le acercó. Se acercó por esa intuición y sin saber o esperar a que acabase como esta terminando en este preciso momento. Abordó una situación por mera intuición sin esperar nada a cambio pero salió ganando más de lo que alguien podía explicar, honestamente seguro muchos morirían por estar en su posición y que una joven, atractiva física y psicológicamente, te tenga semejante confianza. Se sentía afortunado por una parte y por la otra no, seguía sin tener ni siquiera un compañero de tripulación.
Cuando se quedó dormido, en esa posición tan propia de un espadachín puso sentir el leve peso de algo que le tapó, no se quiso despertar pero si entre abrió uno de sus orbes, la joven hacía acto de su humanidad y bondad, para cubrir al pelirrojo, en verdad era tan dulce como un pastel pero lo camuflaba muy bien. Se durmió totalmente, los sueños iniciaron de apoco en el cerebro de él. Soñaba que recorría los mares con una tripulación, era extensa, existían fortachones, jóvenes guapas con habilidades increíbles y él, conocido por ser “El pelirrojo”. Se notaba tan contento en ese sueño que su rostro enmarcó una sonrisa que se vio reflejada hasta en la vida real, era curioso que el soñara, no estaba acostumbrado seguro el suceso de conocer a la dama le había dado esperanzas de poder encontrar compañeros en un futuro.
El día se hizo presente, el joven seguía dormido, tenía el sueño algo pesado y como no si en verdad no había dormido hace días pero por suerte no se notaba en su rostro el cansancio. El golpeteo de la puerta no le despertó del todo, pero si se movió un poco. Se sentía a gusto. De pronto una tenue voz le comenzó a despertar acompañado de unos movimientos en su hombro. Sus ojos se despegaron con suavidad, lo primero que vio era el rostro de ella, sonrió mientras no hizo más que con su diestra y la yema de sus dedos tocar su rostro. Siguió sonriendo mientras se levantó y al hacer esto la cobija se cayó además su ropa igual, quedando a torso descubierto.
— Buenos días. No me despiertes por las malas, me imagino una paliza nada más. — Agregó con humor mientras se rascaba la panza y bostezaba cuan gato pequeño recién despertando. — Días sin dormir. — Se restregó los ojos de manera lenta sin darse cuenta de su torso desnudo aún. — Se me antoja unos huevos con jamón. ¿Qué comes tú? ¿Frutas? Algo para conservar la línea. — Bromeo un poco, ya que siempre las mujeres de Wano solían decir que comían acorde lo que les permitiera conservar su figura de curvas pronunciadas.
Luego de aquello fue al baño a lavarse la cara. Cuando se arrojó agua y se vio con el cabello desordenado, ni se lo ordenó. Se miró a torso desnudo y sonrió. Así que volvió a salir de igual manera pero ya más despierto.
— Bajemos, yo invito la última gran comida. No seas tímida en comer cuanto quieras, Ange. — Le sonrió tanto que parecía brillar de tanta jovialidad, encanto que desprendía. Salió de la puerta y una de las chicas del aseo cuando le vio gritó porque estaba a torso desnudo, él por su parte simplemente le saludó. No sentía pudor era solo el torso nada más. Abajo le esperaría a ella, la joven pirata a la cual estaría observando cada que pudiera en las noticias, ansioso de un reencuentro a futuro.
Cuando se quedó dormido, en esa posición tan propia de un espadachín puso sentir el leve peso de algo que le tapó, no se quiso despertar pero si entre abrió uno de sus orbes, la joven hacía acto de su humanidad y bondad, para cubrir al pelirrojo, en verdad era tan dulce como un pastel pero lo camuflaba muy bien. Se durmió totalmente, los sueños iniciaron de apoco en el cerebro de él. Soñaba que recorría los mares con una tripulación, era extensa, existían fortachones, jóvenes guapas con habilidades increíbles y él, conocido por ser “El pelirrojo”. Se notaba tan contento en ese sueño que su rostro enmarcó una sonrisa que se vio reflejada hasta en la vida real, era curioso que el soñara, no estaba acostumbrado seguro el suceso de conocer a la dama le había dado esperanzas de poder encontrar compañeros en un futuro.
El día se hizo presente, el joven seguía dormido, tenía el sueño algo pesado y como no si en verdad no había dormido hace días pero por suerte no se notaba en su rostro el cansancio. El golpeteo de la puerta no le despertó del todo, pero si se movió un poco. Se sentía a gusto. De pronto una tenue voz le comenzó a despertar acompañado de unos movimientos en su hombro. Sus ojos se despegaron con suavidad, lo primero que vio era el rostro de ella, sonrió mientras no hizo más que con su diestra y la yema de sus dedos tocar su rostro. Siguió sonriendo mientras se levantó y al hacer esto la cobija se cayó además su ropa igual, quedando a torso descubierto.
— Buenos días. No me despiertes por las malas, me imagino una paliza nada más. — Agregó con humor mientras se rascaba la panza y bostezaba cuan gato pequeño recién despertando. — Días sin dormir. — Se restregó los ojos de manera lenta sin darse cuenta de su torso desnudo aún. — Se me antoja unos huevos con jamón. ¿Qué comes tú? ¿Frutas? Algo para conservar la línea. — Bromeo un poco, ya que siempre las mujeres de Wano solían decir que comían acorde lo que les permitiera conservar su figura de curvas pronunciadas.
Luego de aquello fue al baño a lavarse la cara. Cuando se arrojó agua y se vio con el cabello desordenado, ni se lo ordenó. Se miró a torso desnudo y sonrió. Así que volvió a salir de igual manera pero ya más despierto.
— Bajemos, yo invito la última gran comida. No seas tímida en comer cuanto quieras, Ange. — Le sonrió tanto que parecía brillar de tanta jovialidad, encanto que desprendía. Salió de la puerta y una de las chicas del aseo cuando le vio gritó porque estaba a torso desnudo, él por su parte simplemente le saludó. No sentía pudor era solo el torso nada más. Abajo le esperaría a ella, la joven pirata a la cual estaría observando cada que pudiera en las noticias, ansioso de un reencuentro a futuro.
Enishi
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Ange Lun Mayo 02, 2016 10:30 am
La joven se sonrió al escuchar lo primero en salir de la boca de su compañero de habitación -Buenos días dormilón, déjame confirmar que tu imaginación es muy realista, ya estaba planeando patearte si no abrías los ojos justo cuando lo hiciste.- Comento con aquella voz dulce mientras sonreía y dejaba salir una pequeña sonrisilla.
Tras aquel momento humorístico la muchacha dedico una pequeña mirada al torso del masculino, ciertamente era un hombre con todas las de la ley, cosa que no desagradaba para nada a la pelinegra, criada entre piratas, con las mismas malas costumbres que manchaban el arquetipo de pirata, aunque se abstuvo de hacer comentarios sobre el cuerpo ajeno a diferencia de los congéneres con los que se había criado durante largo trecho de su vida.
Hablo dejando atrás las memorias antes de que la llegasen a distraer del presente-Riete lo que quieras, pero la verdad es que si voy a desayunar bastante pesado, me manejo con dos comidas diarias y laguna fruta en medio, la cena tiene que ser ligera, como crees que preservo mi hermosa figura.- Comento entre risas mientras paseaba sus manos alrededor de sus muslos, caderas, cintura y terminaba cruzando sus brazos debajo de su busto levantándolo un poco en un gesto que haría enfurecer a muchas mujeres no tan dotadas en aquel aspecto, hasta le hubiera gustado que hubiera alguna allí para restregárselo en la cara.
Tras que el joven saliera del baño para bajar a desayunar con un ofrecimiento de "come cuanto queras yo pago" por parte del revolucionario, la muchacha le dedico una mirada más y también ingreso al baño, a diferencia del masculino ella disfruto de asearse adecuadamente tras tanto tiempo deambulando entre barcos y bosquecillos.
Al descender llevaba un pantalón similar al del día anterior, sin embargo la pierna cortada sin tela era la derecha en lugar de la izquierda, su camisa esta vez era negra, tenía un escote inclinado a la derecha que hacía parecer que era una tela que había sufrido de varios tirones esta solo llegaba hasta el ombligo de la fémina, por lo que dejaba el mismo visible con facilidad, sobre llevaba puesta una chaqueta abierta, así que era imposible ver en qué condiciones estarían las mangas de aquella camisa.
Se tomo su buen tiempo en bajar por las escaleras para poder ser vista con facilidad antes de dirigirse al lugar donde se encontraba Enishi para dejar a los pies de la mesa el poco equipaje que llevaba -Ahora realmente son buenos días señor, pectorales.- Comento con una sonrisa antes de apoyar sus codos en la mesa, cruzar sus dedos bajo su barbilla y apoyar esta sobre los mismos -¿Te hice esperar demasiado?... más importante aún ¿Valió la pena la espera?- Comento con evidentes intenciones de que alabara su aspecto.
Tras aquel momento humorístico la muchacha dedico una pequeña mirada al torso del masculino, ciertamente era un hombre con todas las de la ley, cosa que no desagradaba para nada a la pelinegra, criada entre piratas, con las mismas malas costumbres que manchaban el arquetipo de pirata, aunque se abstuvo de hacer comentarios sobre el cuerpo ajeno a diferencia de los congéneres con los que se había criado durante largo trecho de su vida.
Hablo dejando atrás las memorias antes de que la llegasen a distraer del presente-Riete lo que quieras, pero la verdad es que si voy a desayunar bastante pesado, me manejo con dos comidas diarias y laguna fruta en medio, la cena tiene que ser ligera, como crees que preservo mi hermosa figura.- Comento entre risas mientras paseaba sus manos alrededor de sus muslos, caderas, cintura y terminaba cruzando sus brazos debajo de su busto levantándolo un poco en un gesto que haría enfurecer a muchas mujeres no tan dotadas en aquel aspecto, hasta le hubiera gustado que hubiera alguna allí para restregárselo en la cara.
Tras que el joven saliera del baño para bajar a desayunar con un ofrecimiento de "come cuanto queras yo pago" por parte del revolucionario, la muchacha le dedico una mirada más y también ingreso al baño, a diferencia del masculino ella disfruto de asearse adecuadamente tras tanto tiempo deambulando entre barcos y bosquecillos.
Al descender llevaba un pantalón similar al del día anterior, sin embargo la pierna cortada sin tela era la derecha en lugar de la izquierda, su camisa esta vez era negra, tenía un escote inclinado a la derecha que hacía parecer que era una tela que había sufrido de varios tirones esta solo llegaba hasta el ombligo de la fémina, por lo que dejaba el mismo visible con facilidad, sobre llevaba puesta una chaqueta abierta, así que era imposible ver en qué condiciones estarían las mangas de aquella camisa.
Se tomo su buen tiempo en bajar por las escaleras para poder ser vista con facilidad antes de dirigirse al lugar donde se encontraba Enishi para dejar a los pies de la mesa el poco equipaje que llevaba -Ahora realmente son buenos días señor, pectorales.- Comento con una sonrisa antes de apoyar sus codos en la mesa, cruzar sus dedos bajo su barbilla y apoyar esta sobre los mismos -¿Te hice esperar demasiado?... más importante aún ¿Valió la pena la espera?- Comento con evidentes intenciones de que alabara su aspecto.
Ange
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Enishi Lun Mayo 02, 2016 11:24 am
Honestamente Enishi siempre fue un sujeto algo descuidado al despertar -y en lo general siempre pero obviemos eso-, por eso ahora iba a torso descubierto no porque quisiera alardear de aquello ya que era lo que menos le importaba simplemente que era la forma en la que siempre despertaba y deambulaba en su hogar -cuando tenía uno-. De apoco cuando se sentó algunas personas le quedaron mirando, era un pelirrojo que ya de por si llamaba la atención por la simple razón de que no hay muchos de su estilo, además por ese torso al desnudo. Las meseras casi no querían acercarse a tenderle por mera vergüenza aún así llamó a una la cual tímida venía desde la distancia llegando.
Miró hacia la escalera esperando por su compañera. Era raro que las mujeres no solían verse mal al despertar. Al menos las que son guapas. Estaba acostumbrado a tratar con damas desde que era un infante. En el templo donde se crío con sus maestros, ellos tenían hijas de la edad de él como mayores. Solía verles por las mañanas, todas radiantes, reluciendo las curvas que algunas poseían y otras la sonrisa que a cambio les entregó el ser divino. Si el joven de Wano tuviera que hacer un cuadro comparativo podría decir que Ange tiene un rostro armónico, guapo y su figura es acorde a lo que muchas quieren llegar. Pocas tienen atributos pronunciados y son básicamente privilegiadas por la genética. Seguro muchas le maldecían o al menos eso pensó Enishi.
Recordó las palabras de la joven en lo que esperaba. Iba a comer bastante, no se imaginaba como podía comer tanto, aunque claro para mantenerse así había que comer “sano”. Ella misma tenía conocimiento de su figura, era obvio toda mujer es al menos en un grado vanidosa. El flashback le hizo volver a la escena donde con sus brazos hizo alzar su delantera. El joven sonrió para sus adentros y casi quizo dejar escapar un; “Madre mía”. No en tono pervertido sino que de asombro más bien.
Al tiempo después una joven dama con vestiduras nueva se acercó. Se había cambiado la ropa, ahora lucía mejor a los ojos del joven. No era mucho de fijarse en detalles como ese -al menos no con todas- pero aún así se percató. La forma en que vestía daba a entender completamente su alma salvaje y que buscaba aventura. Enishi le llamó la atención aquello, muchas mujeres carecían de eso y no saben cuan atractivo para los hombres es.
Las primeras palabras de la fémina le hicieron reír e intentar mover los pectorales para darle la bienvenida pero para la mala suerte de ambos él no podía hacer semejante acto digno de hombre de gimnasio.
Ante sus últimas palabras y pregunta sobre la espera él entrecerró los ojos con suavidad antes de dar respuesta. Apoyó el codo en la mesa, con su palma sostuvo su mentón, fijó sus orbes celestes como el cielo añadiendo una mirada inquietante. El preámbulo para su respuesta.
— Es normal que el hombre espere a la mujer. No espere mucho honestamente, mis hermanas demoraban décadas. — Bufó algo amargado recordando eso. Sí tenía hermanas y hermanos menores, todos muertos. — Valió la pena, ahora te vez mejor que anoche. Algo ha cambiado en ti y debo decir que tu forma de vestir, me agrada. Luces preciosa. — Terminó con una sonrisa ladeada. Sus ojos se achinaron expresando honestidad y agrado por ella. Sí vamos a ser honestos el prototipo físico de mujer para el pelirrojo son de la estatura promedio, cabello negro, rubio o rojo como el suyo. Con figura femenina, ella calzaba con los rasgos pero los caminos ya eran separados.
Se levantó de su silla y le hizo sentarse mientras aún a torso desnudo, esperando broncearse con el tenue sol que ahí entraba la muchacha llegó.
— Bueno es hora de pedir el desayuno. — Junto sus manos y las frotó, preparado para comer. — Quiero el desayuno especial, que trae de todo. Claro un vaso de leche igual. Y.. ¿mi dulce acompañante? ¿Qué gusta? — Le miró de reojo con una sonrisa. Le entregó oportunidad libre de pedir a su gusto. Enishi sabía que era el último momento para pasar con ella, quizás por eso le dejaba comer todo para demorar un tanto. Ya luego debería retomar su trayecto en un mar diferente a la espera de ordenes. La despedida estaba a la vuelta de la esquina.
Miró hacia la escalera esperando por su compañera. Era raro que las mujeres no solían verse mal al despertar. Al menos las que son guapas. Estaba acostumbrado a tratar con damas desde que era un infante. En el templo donde se crío con sus maestros, ellos tenían hijas de la edad de él como mayores. Solía verles por las mañanas, todas radiantes, reluciendo las curvas que algunas poseían y otras la sonrisa que a cambio les entregó el ser divino. Si el joven de Wano tuviera que hacer un cuadro comparativo podría decir que Ange tiene un rostro armónico, guapo y su figura es acorde a lo que muchas quieren llegar. Pocas tienen atributos pronunciados y son básicamente privilegiadas por la genética. Seguro muchas le maldecían o al menos eso pensó Enishi.
Recordó las palabras de la joven en lo que esperaba. Iba a comer bastante, no se imaginaba como podía comer tanto, aunque claro para mantenerse así había que comer “sano”. Ella misma tenía conocimiento de su figura, era obvio toda mujer es al menos en un grado vanidosa. El flashback le hizo volver a la escena donde con sus brazos hizo alzar su delantera. El joven sonrió para sus adentros y casi quizo dejar escapar un; “Madre mía”. No en tono pervertido sino que de asombro más bien.
Al tiempo después una joven dama con vestiduras nueva se acercó. Se había cambiado la ropa, ahora lucía mejor a los ojos del joven. No era mucho de fijarse en detalles como ese -al menos no con todas- pero aún así se percató. La forma en que vestía daba a entender completamente su alma salvaje y que buscaba aventura. Enishi le llamó la atención aquello, muchas mujeres carecían de eso y no saben cuan atractivo para los hombres es.
Las primeras palabras de la fémina le hicieron reír e intentar mover los pectorales para darle la bienvenida pero para la mala suerte de ambos él no podía hacer semejante acto digno de hombre de gimnasio.
Ante sus últimas palabras y pregunta sobre la espera él entrecerró los ojos con suavidad antes de dar respuesta. Apoyó el codo en la mesa, con su palma sostuvo su mentón, fijó sus orbes celestes como el cielo añadiendo una mirada inquietante. El preámbulo para su respuesta.
— Es normal que el hombre espere a la mujer. No espere mucho honestamente, mis hermanas demoraban décadas. — Bufó algo amargado recordando eso. Sí tenía hermanas y hermanos menores, todos muertos. — Valió la pena, ahora te vez mejor que anoche. Algo ha cambiado en ti y debo decir que tu forma de vestir, me agrada. Luces preciosa. — Terminó con una sonrisa ladeada. Sus ojos se achinaron expresando honestidad y agrado por ella. Sí vamos a ser honestos el prototipo físico de mujer para el pelirrojo son de la estatura promedio, cabello negro, rubio o rojo como el suyo. Con figura femenina, ella calzaba con los rasgos pero los caminos ya eran separados.
Se levantó de su silla y le hizo sentarse mientras aún a torso desnudo, esperando broncearse con el tenue sol que ahí entraba la muchacha llegó.
— Bueno es hora de pedir el desayuno. — Junto sus manos y las frotó, preparado para comer. — Quiero el desayuno especial, que trae de todo. Claro un vaso de leche igual. Y.. ¿mi dulce acompañante? ¿Qué gusta? — Le miró de reojo con una sonrisa. Le entregó oportunidad libre de pedir a su gusto. Enishi sabía que era el último momento para pasar con ella, quizás por eso le dejaba comer todo para demorar un tanto. Ya luego debería retomar su trayecto en un mar diferente a la espera de ordenes. La despedida estaba a la vuelta de la esquina.
Enishi
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Creado por Ange Lun Mayo 02, 2016 4:30 pm
Ya sentados uno frente al otro la conversación empezó y así como ella lo solicitó, el pelirrojo respondió con amables palabras y cordiales halagos -Deberías de pasar más tiempo entre rufianes y malhechores de poca monta mi querido Enishi, alagas como un caballero o soldado, muy formal y correcto, no negaré que me gusta, pero si le agregaras algo de esa picardía del malviviente sería más que solo halagador- dijo con una breve sonrisa al final, aunque no se sonrojo, un alago como ese proviniendo del revolucionario con quien compartía la mesa no tendría un efecto tal, probablemente ambos sabían que tanta cordialidad y educación era más un juego que una realidad para ella.
Finalmente llego la hora de solicitar el desayuno y como fue pedido, no se contendría -Bueno, yo voy a pedir, una ensalada de frutas, con mucho kiwi y al menos dos bananas, una porción triple de nueces, una ración triple de almendras y una jarra de leche de coco.- No era un pedido de lo más ortodoxo, sin embargo era el tipo de desayuno que necesitaba una persona como ella, aunque no lo pareciera tenía más calorías de la que cualquier chica con una figura como la suya comería en la cantidad que ella solicitaba, incluso con una rutina de ejercicios para compensar las calorías, sin embargo esto era lo que ella necesitaba para su vida de piratería y sus largos tiempos sin saber qué clase de comida tendría, con cara de no terminar de creer la cantidad que podría comer aquella delgada señorita la moza se retiró mientras miraba una vez para abajo, probablemente a sus características femeninas de tamaño ligeramente menor a la media.
La muchacha de negra cabellera cruzo sus brazos debajo de sus pechos y los levanto un poco, mientras se sentaba erguida haciéndolos resaltar aún más, inflando el pecho con orgullo -A pesar de mis partes mecánicas el estilo de vida de la piratería sigue requiriendo que me alimente de la mejor forma posible, sino lo primero en irse será la grasa, y bueno, no deseo perder mis encantos.- Dijo muy segura y sonriente, mientras veía a su interlocutor -Después del desayuno te acompañaré al muelle, tanto para que no te pierdas como para poder despedirnos adecuadamente… y para averiguar que barco tendré que tomar para ir a mi destino- Comento tranquilamente mientras veía rápidamente llegar a la moza que puso los ojos como platos ante la “presencia” de Angelene mientras dejaba en la mesa el piido de Enishi y parte del pedido de la pirata.
Finalmente llego la hora de solicitar el desayuno y como fue pedido, no se contendría -Bueno, yo voy a pedir, una ensalada de frutas, con mucho kiwi y al menos dos bananas, una porción triple de nueces, una ración triple de almendras y una jarra de leche de coco.- No era un pedido de lo más ortodoxo, sin embargo era el tipo de desayuno que necesitaba una persona como ella, aunque no lo pareciera tenía más calorías de la que cualquier chica con una figura como la suya comería en la cantidad que ella solicitaba, incluso con una rutina de ejercicios para compensar las calorías, sin embargo esto era lo que ella necesitaba para su vida de piratería y sus largos tiempos sin saber qué clase de comida tendría, con cara de no terminar de creer la cantidad que podría comer aquella delgada señorita la moza se retiró mientras miraba una vez para abajo, probablemente a sus características femeninas de tamaño ligeramente menor a la media.
La muchacha de negra cabellera cruzo sus brazos debajo de sus pechos y los levanto un poco, mientras se sentaba erguida haciéndolos resaltar aún más, inflando el pecho con orgullo -A pesar de mis partes mecánicas el estilo de vida de la piratería sigue requiriendo que me alimente de la mejor forma posible, sino lo primero en irse será la grasa, y bueno, no deseo perder mis encantos.- Dijo muy segura y sonriente, mientras veía a su interlocutor -Después del desayuno te acompañaré al muelle, tanto para que no te pierdas como para poder despedirnos adecuadamente… y para averiguar que barco tendré que tomar para ir a mi destino- Comento tranquilamente mientras veía rápidamente llegar a la moza que puso los ojos como platos ante la “presencia” de Angelene mientras dejaba en la mesa el piido de Enishi y parte del pedido de la pirata.
Ange
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Creado por Enishi Mar Mayo 03, 2016 8:20 am
Era evidente como la luz de la luna por la noche de que Enishi carecía de esa picardía que tanto alardeaba Ange. En su tiempo en Wano, cuando tenía aproximadamente dieciocho años muchas veces hacía comentarios picaros, subidos de tono para con algunas mujeres las cuales por lo general sonreían, se sonrojaban y muy pocas -por lo general sus amigas de dojo- le golpeaban. Una de sus más queridas amigas le dijo que lo mejor no era decir ese tipo de cosas, que un chico de la estirpe de él no tenía porque ensuciar su labia con semejantes cosas con respecto al tamaño de la delantera o trasera de las chicas. En ese momento Enishi prefirió hacerle caso pero ahora, una cara nueva le dice lo contrario. Le da un dolor de cabeza en solo darle vuelta.
— Al próximo encuentro te halagaré con más picardía claro sí es que tus encantos siguen igual o mejor. — Le comentó con una risa entre medio de sus palabras, añadió un guiño de ojos al terminar igual. A veces no podías saber cuando el pelirrojo hablaba en serio o bromeaba, podía decir cosas que se tomaban a mal o que podían tomarse para bien a la vez. Aunque claro cuando le dijo sobre sus encantos hablaba en serio, quizás con el tiempo agranden, dependiendo de la alimentación. Los piratas comen poco y a veces no comen. Los encantos pueden desinflarse.
La mesera evidentemente se sentía intimidada ante el busto de mayor tamaño de la contraria. Enishi solo sonreía, tampoco es que fuera tan abismal.. Espera, sí era de una diferencia algo abrupta. Así que simplemente el joven prefirió dejar de comparar tanto con sus ojos celestes ya casi parecía un pervertido. Bufó levemente ante la interrogante resuelta y así escucho como Ange comenzó a pedir su comida. Era bastante, podía comer un regimiento pero claro para cuidar su figura de manera completa era necesario.
— Con todo eso vas a tener energía para rato y tus “encantos” se verán algo beneficiados. Creo que te van a envidiar más las mujeres, todas desean unas así de grandes. — Hizo un comentario con un roce de osadía y picardía. Estaba ya comenzando a hacerle caso a su primera sugerencia. La chica se retiró a buscar el pedido. Era evidente que se sintió algo amenazada por Ange, las mujeres son así de competitivas. Les agrada siempre estar una sobre la otra, demostrar que quien tiene mejores atributos siempre llevará la delantera con el sexo opuesto. El chico que fuera pareja de la peli negra tendría suerte, en todo sentido.
Enishi observó a su compañera, su postura hacia resaltar sus grandes pechos, los ojos de él fueron hacia allá sin dudarlo ya que parecía que lo hacia apropósito para que se los mirase. No le molestaba, era hombre al final del todo y esos encantos eran de sus favoritos. De apoco desvió la mirada al entrecejo de quien le hablaba. Rió un poco luego el joven le acarició la barbilla unos segundos.
— Tienes unos encantos muy grandes, no creo que se pierdan quizás solo aumenten. A la próxima te diré si han crecido o no. — Le responde con un tono masculino seco, honesto y siempre mirando a sus ojos. — Eso dirá si estás comiendo bien o mal. — Acabó lentamente su hablar y bufó un poco. Su estómago gruño con mucha fuerza, se lo tocó y luego se cubrió el pecho. Ya muchas personas andaban mirando y ya no había necesidad andar tan libre.
— Gracias por llevarme luego al muelle. Supongo mi canoa sigue ahí. — Miró al suelo un poco amargado. — Si tuviera un barco te lo daría, no necesito algo tan grande para mi solo. — Levantó la vista de apoco para sonreír cerrando sus ojos. La comida había llegado. La chica de senos tamaño niña adolescente llegó con toda la comida. Dispuso los platos, era tanta comida que lo que comían los demás parecía un mero canapé. — Gracias, joven dama. — Era típico de él dar cumplidos así para sonar más cortes, era de Wano después de todo. — Come, esos encantos tuyos que nos gustan tanto deben estar esperando el alimento. Ya luego nos vamos.. Lamentablemente el tiempo vuela cuando tienes una gran compañía. — Dijo mientras dio una bocanada enorme a sus huevos revueltos con cocino, añadió una mordida de pan. Parecía un niño comiendo, uno que no había comido hace días. En verdad ahora Enishi estaba reviviendo, en todo sentido. Tanto físicamente como psicológicamente. A ratos le miraba, se detenida para recordar cada una de sus facciones. No sabía cuanto más estaría sin verle y tener un recuerdo en su cabeza sería lo más agradable.
— Al próximo encuentro te halagaré con más picardía claro sí es que tus encantos siguen igual o mejor. — Le comentó con una risa entre medio de sus palabras, añadió un guiño de ojos al terminar igual. A veces no podías saber cuando el pelirrojo hablaba en serio o bromeaba, podía decir cosas que se tomaban a mal o que podían tomarse para bien a la vez. Aunque claro cuando le dijo sobre sus encantos hablaba en serio, quizás con el tiempo agranden, dependiendo de la alimentación. Los piratas comen poco y a veces no comen. Los encantos pueden desinflarse.
La mesera evidentemente se sentía intimidada ante el busto de mayor tamaño de la contraria. Enishi solo sonreía, tampoco es que fuera tan abismal.. Espera, sí era de una diferencia algo abrupta. Así que simplemente el joven prefirió dejar de comparar tanto con sus ojos celestes ya casi parecía un pervertido. Bufó levemente ante la interrogante resuelta y así escucho como Ange comenzó a pedir su comida. Era bastante, podía comer un regimiento pero claro para cuidar su figura de manera completa era necesario.
— Con todo eso vas a tener energía para rato y tus “encantos” se verán algo beneficiados. Creo que te van a envidiar más las mujeres, todas desean unas así de grandes. — Hizo un comentario con un roce de osadía y picardía. Estaba ya comenzando a hacerle caso a su primera sugerencia. La chica se retiró a buscar el pedido. Era evidente que se sintió algo amenazada por Ange, las mujeres son así de competitivas. Les agrada siempre estar una sobre la otra, demostrar que quien tiene mejores atributos siempre llevará la delantera con el sexo opuesto. El chico que fuera pareja de la peli negra tendría suerte, en todo sentido.
Enishi observó a su compañera, su postura hacia resaltar sus grandes pechos, los ojos de él fueron hacia allá sin dudarlo ya que parecía que lo hacia apropósito para que se los mirase. No le molestaba, era hombre al final del todo y esos encantos eran de sus favoritos. De apoco desvió la mirada al entrecejo de quien le hablaba. Rió un poco luego el joven le acarició la barbilla unos segundos.
— Tienes unos encantos muy grandes, no creo que se pierdan quizás solo aumenten. A la próxima te diré si han crecido o no. — Le responde con un tono masculino seco, honesto y siempre mirando a sus ojos. — Eso dirá si estás comiendo bien o mal. — Acabó lentamente su hablar y bufó un poco. Su estómago gruño con mucha fuerza, se lo tocó y luego se cubrió el pecho. Ya muchas personas andaban mirando y ya no había necesidad andar tan libre.
— Gracias por llevarme luego al muelle. Supongo mi canoa sigue ahí. — Miró al suelo un poco amargado. — Si tuviera un barco te lo daría, no necesito algo tan grande para mi solo. — Levantó la vista de apoco para sonreír cerrando sus ojos. La comida había llegado. La chica de senos tamaño niña adolescente llegó con toda la comida. Dispuso los platos, era tanta comida que lo que comían los demás parecía un mero canapé. — Gracias, joven dama. — Era típico de él dar cumplidos así para sonar más cortes, era de Wano después de todo. — Come, esos encantos tuyos que nos gustan tanto deben estar esperando el alimento. Ya luego nos vamos.. Lamentablemente el tiempo vuela cuando tienes una gran compañía. — Dijo mientras dio una bocanada enorme a sus huevos revueltos con cocino, añadió una mordida de pan. Parecía un niño comiendo, uno que no había comido hace días. En verdad ahora Enishi estaba reviviendo, en todo sentido. Tanto físicamente como psicológicamente. A ratos le miraba, se detenida para recordar cada una de sus facciones. No sabía cuanto más estaría sin verle y tener un recuerdo en su cabeza sería lo más agradable.
Enishi
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Creado por Ange Mar Mayo 03, 2016 9:15 am
La muchacha se sonrió con una mescla de alegría y humor al escuchar el halago dado por parte de su interlocutor que obedientemente había seguido el consejo entregado previamente por la pirata -Je, buen comienzo, no fue de lo mejor pero estoy segura de que como todo, con la práctica mejorarás, Si siguen creciendo voy a necesitar que refuercen mi columna, ya ahora pesan jajaja.- comento de forma desvergonzada y bromista tras la insinuación del posible aumento de tamaño en cierta zona de su cuerpo.
Sin preocuparse mucho empezó a comer sin delicadeza pero a buen ritmo y con avidez, de vez en cuando levantaba la cabeza sin hablar y sus ojos se topaban con el pelirrojo, sin dejar de comer pero reduciendo su velocidad a la hora de engullir Ange respondió -Para mí el barco es un tema de trabajo y suerte, un emblema y una demostración de mi capacidad, si me lo regalas no tendrá valor, lo que yo tengo que hacer es conseguir uno propio por mis medios y los de mi tripulación cuando la tenga.- comento mientras anguilla un poco más pausadamente y jugueteaba un poco con la cuchara cual vara de maestro al explicar una simpleza a un niño ignorante.
Siguió comiendo nuevamente al ritmo que mantenía previamente, una vez que hubo concluido su desayuno la pelinegra se sentó ligeramente recostada en la silla acariciando su descubierto abdomen que parecía no haberse enterado siquiera de lo que había consumido previamente la pirata -Uff, que buen desayuno, creo que podría acostumbrarme a esto de que intenten reclutarme jaja- comento a modo de broma mientras hacia una breve sobremesa mirando de refilón al resto de gente en el lugar antes de dirigir su orbes esmerilados al rostro del hombre del cual pronto se despediría, no disimulaba su mirada ni fingía desinterés, simplemente observaba al hombre con el cual había pasado un buen rato, a aquel que representaba un buen primer paso previo a iniciar su viaje en búsqueda de la venganza que añoraba y la posterior libertad que vendría, después de todo, sin ese asunto pendiente podría hacer lo que quisiera.
Sin preocuparse mucho empezó a comer sin delicadeza pero a buen ritmo y con avidez, de vez en cuando levantaba la cabeza sin hablar y sus ojos se topaban con el pelirrojo, sin dejar de comer pero reduciendo su velocidad a la hora de engullir Ange respondió -Para mí el barco es un tema de trabajo y suerte, un emblema y una demostración de mi capacidad, si me lo regalas no tendrá valor, lo que yo tengo que hacer es conseguir uno propio por mis medios y los de mi tripulación cuando la tenga.- comento mientras anguilla un poco más pausadamente y jugueteaba un poco con la cuchara cual vara de maestro al explicar una simpleza a un niño ignorante.
Siguió comiendo nuevamente al ritmo que mantenía previamente, una vez que hubo concluido su desayuno la pelinegra se sentó ligeramente recostada en la silla acariciando su descubierto abdomen que parecía no haberse enterado siquiera de lo que había consumido previamente la pirata -Uff, que buen desayuno, creo que podría acostumbrarme a esto de que intenten reclutarme jaja- comento a modo de broma mientras hacia una breve sobremesa mirando de refilón al resto de gente en el lugar antes de dirigir su orbes esmerilados al rostro del hombre del cual pronto se despediría, no disimulaba su mirada ni fingía desinterés, simplemente observaba al hombre con el cual había pasado un buen rato, a aquel que representaba un buen primer paso previo a iniciar su viaje en búsqueda de la venganza que añoraba y la posterior libertad que vendría, después de todo, sin ese asunto pendiente podría hacer lo que quisiera.
Ange
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Creado por Enishi Miér Mayo 04, 2016 10:54 am
Ange exageraba cuando decía que tendría que tener más soporte en la espalda si sus senos crecían, en opinión de Enishi. Había visto de perfil muchos más grandes, de tamaño de pequeñas civilizaciones. Pero de que deben ser una molestia es cierto y en caso de que suceda deberá reafirmar su espalda con ejercicios isométricos, alguno para la espalda y demás. Enishi solo lo imagino, algo descabellado tener en la mente la imagen de una chica y utilizar la mente para aumentar el “cc” del busto, una especie de maquina virtual pasaba por su cabeza. Solo se dedicó a sonreírle ante el comentario, había que disfrutar el poco tiempo que les quedaba.
El tema del barco fue el primer punto a tratar. La respuesta de la mujer era clara, tenía razón a los oídos de Enishi que en verdad se lo había ofrecido meramente por ser agradable. Tampoco es que fuera a necesitarlo en un futuro muy próximo ni nada por el estilo. Pero comprendió, no hizo más que aseverar con su cabeza mientras disfrutaba de su comida como cuan niño esta con un juguete nuevo. Estaba encantado con el buen sazonar de quien cocinase tanto que hasta parecía perder un poco la concentración en su acompañante, sin parecer un maleducado claro está.
Ella había acabado de comer, el pelirrojo por su parte de apoco comenzó a tragar más. El pan se combinaba con el huevo, el tocino y jamón. Comía de vez en cuando una rebanada de queso amarillo, abría la boca para tomar mucha leche para humedecer su garganta así no ahogarse. Se golpeó el pecho un par de veces para así comenzar con la fruta, el último alimento que dispondría a comer en este instante. Tenía piñas, manzanas rojas, un poco de frutos rojos. Era algo balanceado que el cuerpo del samurái iba a agradecer. Cerró sus ojos mientras el dulce sabor de la madre tierra le invadió pero claro, habló mas no con la boca llena.
— Pienso lo mismo, como si me entregasen una tripulación por que sí. No tendría valor a la larga. No quiero compañeros por obligación. No me sirven esos. — Termino con la voz bastante en seco, masculina y con un tono grueso. Luego volvió a su postura más jovial de siempre en lo que admiraba a su alrededor para así por fin terminar la comida. Ambos ya no tenían que comer fue por eso que hizo una señal a la chica de atributos pequeños -en comparación a Ange- para que trajese lo que debía, tanto de la comida, el vino y el alojamiento. Traía una bolsa con dinero, tanto como para sobrevivir de esta manera al menos hasta un par de semanas. Se lo habían entregado y otro poco ahorró, se le daba bien el suministrar las cosas.
— Tranquila ahora tú serás quien reclute, pagarás las cuentas. Luego te paso el recibo para que veas cuanto te saldrá cada tripulante. — Bromeó con una carcajada en lo que la chica llegaba. Había salido un dinero importante pero la suma era lo de menos, el valor que tenía era por sobre el monetario. Puso el dinero exacto además de una propina en lo que se levantó. No traía nada solo sus tres katanas, su ropa y su cabello rojo. Así era él un chico bastante a la ligera, quizás más de uno o una le llamaría la atención. — Ya es hora de encaminar. El día es joven y tienes que embarcarte. — Se despidió de quien le había atendido con una sonrisa y una leve reverencia, algo típico de Wano. Caminó ciertos pasos para mirar de soslayo a Ange. — O ¿ya no quieres despedirme? Afuera el sol está calentando mucho a tu piel le haría bien un bronceado, a la mayoría nos encantan las mujeres con un tostado natural. — Le sonrió y salió del lugar. Al preciso momento de estar fuera la luz le dejó ciego pero el ruido de tantas personas le sorprendió. Eran tantas y caminaban en direcciones opuestas. No estaba llena la calle pero si el transito era poco común. Menos mal iría con su la chica o sino, se perdería.
El tema del barco fue el primer punto a tratar. La respuesta de la mujer era clara, tenía razón a los oídos de Enishi que en verdad se lo había ofrecido meramente por ser agradable. Tampoco es que fuera a necesitarlo en un futuro muy próximo ni nada por el estilo. Pero comprendió, no hizo más que aseverar con su cabeza mientras disfrutaba de su comida como cuan niño esta con un juguete nuevo. Estaba encantado con el buen sazonar de quien cocinase tanto que hasta parecía perder un poco la concentración en su acompañante, sin parecer un maleducado claro está.
Ella había acabado de comer, el pelirrojo por su parte de apoco comenzó a tragar más. El pan se combinaba con el huevo, el tocino y jamón. Comía de vez en cuando una rebanada de queso amarillo, abría la boca para tomar mucha leche para humedecer su garganta así no ahogarse. Se golpeó el pecho un par de veces para así comenzar con la fruta, el último alimento que dispondría a comer en este instante. Tenía piñas, manzanas rojas, un poco de frutos rojos. Era algo balanceado que el cuerpo del samurái iba a agradecer. Cerró sus ojos mientras el dulce sabor de la madre tierra le invadió pero claro, habló mas no con la boca llena.
— Pienso lo mismo, como si me entregasen una tripulación por que sí. No tendría valor a la larga. No quiero compañeros por obligación. No me sirven esos. — Termino con la voz bastante en seco, masculina y con un tono grueso. Luego volvió a su postura más jovial de siempre en lo que admiraba a su alrededor para así por fin terminar la comida. Ambos ya no tenían que comer fue por eso que hizo una señal a la chica de atributos pequeños -en comparación a Ange- para que trajese lo que debía, tanto de la comida, el vino y el alojamiento. Traía una bolsa con dinero, tanto como para sobrevivir de esta manera al menos hasta un par de semanas. Se lo habían entregado y otro poco ahorró, se le daba bien el suministrar las cosas.
— Tranquila ahora tú serás quien reclute, pagarás las cuentas. Luego te paso el recibo para que veas cuanto te saldrá cada tripulante. — Bromeó con una carcajada en lo que la chica llegaba. Había salido un dinero importante pero la suma era lo de menos, el valor que tenía era por sobre el monetario. Puso el dinero exacto además de una propina en lo que se levantó. No traía nada solo sus tres katanas, su ropa y su cabello rojo. Así era él un chico bastante a la ligera, quizás más de uno o una le llamaría la atención. — Ya es hora de encaminar. El día es joven y tienes que embarcarte. — Se despidió de quien le había atendido con una sonrisa y una leve reverencia, algo típico de Wano. Caminó ciertos pasos para mirar de soslayo a Ange. — O ¿ya no quieres despedirme? Afuera el sol está calentando mucho a tu piel le haría bien un bronceado, a la mayoría nos encantan las mujeres con un tostado natural. — Le sonrió y salió del lugar. Al preciso momento de estar fuera la luz le dejó ciego pero el ruido de tantas personas le sorprendió. Eran tantas y caminaban en direcciones opuestas. No estaba llena la calle pero si el transito era poco común. Menos mal iría con su la chica o sino, se perdería.
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