Online
Conectarse
En total hay 16 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 16 Invitados :: 1 Motor de búsqueda
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 166 durante el Dom Nov 13, 2016 9:10 pm
Last Post
Censo
Staff
Página 1 de 1.
Creado por Eberhard Schwarzschild Lun Mar 14, 2016 3:51 am
El pirata se encontraba en la isla Karate, su meta era encontrar algunos manuales y herramientas. La naturaleza de esos manuales era sencilla, libros de medicina, tenia un tiempo haciendo esa labor de manera auto didacta y por lo tanto sus formas eran un poco toscas, y aunque de momento eso diera exactamente igual, sabia que si no se preparaba o adquiría conocimientos mas formales podría darse el caso de que Elizabeth reciba una herida muy grave, y el luchador no seria capaz de curarla. Simplemente era algo que no podía permitirse, haría todos los sacrificios necesarios para que ella siempre estuviese sana y salva.
Caminar por las calles de un lugar donde la gente parecía mas preocupada por su entrenamiento físico no es que fuese malo, pero le costaba encontrar lo que estaba buscando. Según había escuchado un rumor de que en la isla habían algunos practicantes de un estilo medico un tanto particular, que aunque utilizaban los medios de la medicina regular, sus herramientas poco ortodoxas podían ayudar en momentos donde los recursos escaseaban, ese tipo de conocimiento también era muy apreciado para el luchador. Solamente esperaba que Elizabeth no le tuviese miedo a las agujas, sino emplear los métodos de esa isla seria un problema. Ni que hablar de Sho, que seguramente chillaria como una nena cuando tuviese que hacerle ese tratamiento. Bueno, al menos no tenia que preocuparse por curar al perro mecánico ese, pero la mink si tenia algunas aversiones al tratamiento medico seguro seria también un problema, de momento ella parecía ser bastante fuerte así que si se resistía a los cuidados poco se podía hacer.
Caminar por las calles de un lugar donde la gente parecía mas preocupada por su entrenamiento físico no es que fuese malo, pero le costaba encontrar lo que estaba buscando. Según había escuchado un rumor de que en la isla habían algunos practicantes de un estilo medico un tanto particular, que aunque utilizaban los medios de la medicina regular, sus herramientas poco ortodoxas podían ayudar en momentos donde los recursos escaseaban, ese tipo de conocimiento también era muy apreciado para el luchador. Solamente esperaba que Elizabeth no le tuviese miedo a las agujas, sino emplear los métodos de esa isla seria un problema. Ni que hablar de Sho, que seguramente chillaria como una nena cuando tuviese que hacerle ese tratamiento. Bueno, al menos no tenia que preocuparse por curar al perro mecánico ese, pero la mink si tenia algunas aversiones al tratamiento medico seguro seria también un problema, de momento ella parecía ser bastante fuerte así que si se resistía a los cuidados poco se podía hacer.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Lun Mar 21, 2016 7:19 pm
-¡Espera! ¡Detente! –Gritaba un cocinero mientras corría a toda velocidad.
Yuriko iba delante de él con una tostada francesa en la boca. Desde que había descubierto que podía comer todo lo que quería antes de salir corriendo sin pagar, aquello había sido prácticamente su forma de vida. Ahora, corría calmadamente mientras el furioso dueño del restaurante que había sido su víctima más reciente, la perseguía arrojándole todo tipo de cosas.
A Yuriko no parecía preocuparle, era mucho más rápida que aquel anciano, pero parecía un requerimiento obligatorio dejar que a uno lo persiguiesen en una situación parecida. O al menos eso había visto en las tiras cómicas que algunos de los empleados de la casa del regente escondían bajo sus camas.
Un par de vueltas más tarde parecía que Yuriko había perdido por fin al viejo; sin embargo, al doblar en una esquina, Yuriko chocó con algo grande y solido que la derribó hasta el suelo. Allí, desde una posición vergonzosa para cualquier señorita, Yuriko vio al sujeto. Se veía mayor y llevaba una ropa extraña que la chica no había visto antes y tenía cara de ser un tipo bastante duro.
-Kyaaaa. –Exclamó Yuriko, o más bien se podría decir que lo intentó, ya que el pequeño gritito salió tan carente de emoción que hasta parecía mal actuado. -¿Las viste? Las viste ¿cierto? –Añadió moviendo sus orejas y su cola alegremente.
Era obvio que hablaba de sus bragas, ya que eso también lo había visto en las historietas que había leído cuando niña y parecía estar bajo la idea de que era una costumbre intercambiar ese tipo de diálogo al tropezar con alguien.
Yuriko iba delante de él con una tostada francesa en la boca. Desde que había descubierto que podía comer todo lo que quería antes de salir corriendo sin pagar, aquello había sido prácticamente su forma de vida. Ahora, corría calmadamente mientras el furioso dueño del restaurante que había sido su víctima más reciente, la perseguía arrojándole todo tipo de cosas.
A Yuriko no parecía preocuparle, era mucho más rápida que aquel anciano, pero parecía un requerimiento obligatorio dejar que a uno lo persiguiesen en una situación parecida. O al menos eso había visto en las tiras cómicas que algunos de los empleados de la casa del regente escondían bajo sus camas.
Un par de vueltas más tarde parecía que Yuriko había perdido por fin al viejo; sin embargo, al doblar en una esquina, Yuriko chocó con algo grande y solido que la derribó hasta el suelo. Allí, desde una posición vergonzosa para cualquier señorita, Yuriko vio al sujeto. Se veía mayor y llevaba una ropa extraña que la chica no había visto antes y tenía cara de ser un tipo bastante duro.
-Kyaaaa. –Exclamó Yuriko, o más bien se podría decir que lo intentó, ya que el pequeño gritito salió tan carente de emoción que hasta parecía mal actuado. -¿Las viste? Las viste ¿cierto? –Añadió moviendo sus orejas y su cola alegremente.
Era obvio que hablaba de sus bragas, ya que eso también lo había visto en las historietas que había leído cuando niña y parecía estar bajo la idea de que era una costumbre intercambiar ese tipo de diálogo al tropezar con alguien.
Yuriko
Creado por Eberhard Schwarzschild Mar Mar 22, 2016 10:07 am
El luchador se había logrado colar en lo que parecía un dojo, donde enseñaban ese arte de la medicina tan particular que estaba buscando. Se las arreglo para robar lo que era el equivalente a un folleto de inscripción, que normalmente se tenia que pagar, y con todo el descaro del mundo lo relleno para ingresar a donde se suponía que eran las practicas. Estuvo un rato escuchando al instructor. Estaba hablando de los diferentes puntos de presión y que efectos podían tener en el cuerpo, estimulando la actividad nerviosa podían crearse algunos efectos bastante buenos sobre zonas sensibles, como relajación muscular en caso de heridas o bloqueos del sistema nervioso en caso de dolores muy fuertes. Incluso podría acelerar el proceso de curación natural del cuerpo, estimulando el área muscular o los nervios cercanos a la medula, donde se fabricaban los glóbulos de la sangre.
Se quedo un rato escuchando y mirando las cosas que tenían en ese lugar, seguro encontraría algún manual que leer, pero no quería gastar dinero, pero robarlo llamaría la atención innecesariamente. Al final decidió que se tomaría un día de descanso para meditar sus opciones, y en la tarde regresaría con la decisión que había pensado. De momento su prioridad era llenarse el estomago de comida, así que salió al pueblo en el lapso que dieron para comer, así no sospecharían si tardaba mucho en regresar. De repente al doblar una esquina recibió un impacto por el costado, movió su bastón para ponerse en guardia, listo para apalear a cualquier tonto que osara a buscarle problemas, pero al final solo vio a una niña si es que pudiese decirse de esa manera - ¿eh? – dice el luchador, sin entender lo que demasiado lo que quería decirme – ¿Qué se supone que debí haber visto? ¿tu manera poco acrobática de esquivar a la gente? – ver a alguien con orejas y cola de gato no le parecía demasiado fuera de lugar, después de todo ya conocía a una mink, pero lo que si era claro es que era la primera vez que veía a una de estas personas
Se quedo un rato escuchando y mirando las cosas que tenían en ese lugar, seguro encontraría algún manual que leer, pero no quería gastar dinero, pero robarlo llamaría la atención innecesariamente. Al final decidió que se tomaría un día de descanso para meditar sus opciones, y en la tarde regresaría con la decisión que había pensado. De momento su prioridad era llenarse el estomago de comida, así que salió al pueblo en el lapso que dieron para comer, así no sospecharían si tardaba mucho en regresar. De repente al doblar una esquina recibió un impacto por el costado, movió su bastón para ponerse en guardia, listo para apalear a cualquier tonto que osara a buscarle problemas, pero al final solo vio a una niña si es que pudiese decirse de esa manera - ¿eh? – dice el luchador, sin entender lo que demasiado lo que quería decirme – ¿Qué se supone que debí haber visto? ¿tu manera poco acrobática de esquivar a la gente? – ver a alguien con orejas y cola de gato no le parecía demasiado fuera de lugar, después de todo ya conocía a una mink, pero lo que si era claro es que era la primera vez que veía a una de estas personas
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Mar Mar 22, 2016 12:23 pm
Yuriko observó al sujeto durante unos segundos, era obvio que no tenía noción de lo que se suponía debía decir en una situación como esa. La chica había esperado que se ruborizara o que mintiera diciendo que no había visto sus pequeñas panties blancas; sin embargo el sujeto no hizo ninguna de esas cosas, lo que a Yuriko le pareció poco educado, aunque consideró que quizás había malinterpretado aquellos “panfletos educativos” como ella se refería a las historietas y mangas de los chicos de la mansión.
-Eres un tipo raro. –Dijo Yuriko, sin más.
No obstante, antes de que pudiera decir algo más algunos gritos y ajetreos se produjeron a una cuadra de distancia. En aquel lugar, el dueño del restaurante, junto a otros tres hombres, gritaban palabras altisonantes mientras apuntaban con el dedo en dirección a Yuriko.
-¡Allí está! ¡Es esa maldita rata! ¡Muchachos atrápenla! –Gritaba furioso el restaurantero.
-Tsk…creo que están hablando de ti… -Dijo Yuriko, susurrándole de forma despreocupada al oído de aquel sujeto.
-¡Ni hablar! ¡Hablo de ti, mocosa canalla! –Gritó de nuevo el sujeto mientras.
-¿Oh? Ya veo. ¿Qué quieres conmigo, anciano? –Preguntó Yuriko mientras se ponía de rodillas para recoger una pequeña ramita y jugar con ella.
-¿Anciano? ¡Tengo 33 para que sepas, niña malcriada! Ni pienses que te podrás escapar esta vez.
Yuriko no le prestó atención al sujeto sino que con la ramita recogió una pequeña catarina de la punta de una hoja. Emocionada, se la mostró al sujeto que ahora estaba junto a ella.
-¡Wow! ¿Ya viste estos colores? –Preguntó emocionada, como una niña pequeña.
-¿Acaso ella….? –Dijo el dueño del restaurante, en voz baja. -¡Me estás ignorando, cabrona!
Yuriko no le prestó atención y siguió jugando con la catarina, intentando ponérsela en el rostro al sujeto de ropas chistosas.
-¡Serás...! ¡No te atrevas a ignorarme! ¡Esta vez no podrás correr a ningún sitio! ¡Tú y tu compañero están rodeados! –Insistió el sujeto, confundiendo al hombre con un cómplice de Yuriko.
-Cierra la boca. –Dijo Yuriko con desgane. –Eres molesto.
Después de eso, los tres hombres armados con palos y el dueño del restaurante, a quien su vena de la frente estaba por reventarle, arremetieron contra Yuriko.
¿Qué haría la chica ante eso?
-Eres un tipo raro. –Dijo Yuriko, sin más.
No obstante, antes de que pudiera decir algo más algunos gritos y ajetreos se produjeron a una cuadra de distancia. En aquel lugar, el dueño del restaurante, junto a otros tres hombres, gritaban palabras altisonantes mientras apuntaban con el dedo en dirección a Yuriko.
-¡Allí está! ¡Es esa maldita rata! ¡Muchachos atrápenla! –Gritaba furioso el restaurantero.
-Tsk…creo que están hablando de ti… -Dijo Yuriko, susurrándole de forma despreocupada al oído de aquel sujeto.
-¡Ni hablar! ¡Hablo de ti, mocosa canalla! –Gritó de nuevo el sujeto mientras.
-¿Oh? Ya veo. ¿Qué quieres conmigo, anciano? –Preguntó Yuriko mientras se ponía de rodillas para recoger una pequeña ramita y jugar con ella.
-¿Anciano? ¡Tengo 33 para que sepas, niña malcriada! Ni pienses que te podrás escapar esta vez.
Yuriko no le prestó atención al sujeto sino que con la ramita recogió una pequeña catarina de la punta de una hoja. Emocionada, se la mostró al sujeto que ahora estaba junto a ella.
-¡Wow! ¿Ya viste estos colores? –Preguntó emocionada, como una niña pequeña.
-¿Acaso ella….? –Dijo el dueño del restaurante, en voz baja. -¡Me estás ignorando, cabrona!
Yuriko no le prestó atención y siguió jugando con la catarina, intentando ponérsela en el rostro al sujeto de ropas chistosas.
-¡Serás...! ¡No te atrevas a ignorarme! ¡Esta vez no podrás correr a ningún sitio! ¡Tú y tu compañero están rodeados! –Insistió el sujeto, confundiendo al hombre con un cómplice de Yuriko.
-Cierra la boca. –Dijo Yuriko con desgane. –Eres molesto.
Después de eso, los tres hombres armados con palos y el dueño del restaurante, a quien su vena de la frente estaba por reventarle, arremetieron contra Yuriko.
¿Qué haría la chica ante eso?
Yuriko
Creado por Eberhard Schwarzschild Jue Mar 24, 2016 5:11 pm
El luchador estaba bastante extrañado con las actitudes de la chica con orejas frente a él, sobre todo por decirle extraño – la próxima vez mírate primero al espejo antes de decirle a alguien raro – no tenia mucho interés en perder el tiempo con alguien que no se fijaba por donde caminaba, y estaba por irse cuando aparecieron un montón de sujetos dirigiéndose a la niña. Terminando por rodearlos a los dos, un grupo de cuatro personas en total – pero que cara…. – dice el luchador – pero si no ando con ella… - el buen humor que tenia Eberhard se estaba yendo al garete muy rápido, sobre todo al estar metido en medio de una pelea callejera que no le incumbía. Comenzó a estudiar a las personas a su alrededor, solamente estaban armados con palos, nada del otro mundo, pero había que tener cuidado.
Uno de los sujetos se le lanzo encima, completamente convencido de que era un cómplice de la niña. Eberhard dio un paso adelante, usando como apoyo el pie derecho, y con bastante firmeza golpea al agresor en el cuello, justo donde esta la manzana de Adam con el bastón. Esto le hunde la garganta con la suficiente fuerza como para hacer que caiga de espaldas sujetándose el cuello – perro porque ladran si no muerden – ese comentario no le gusto demasiado a los otros dos que también se le lanzaron. Manteniendo el mismo apoyo con el pie derecho, Eberhard gira sobre su espalda, sujetando con firmeza su bastón lo mueve en un arco horizontal de derecha a izquierda, que lo estampa contra el costado del rostro de uno de los agresores, haciendo que cayera directamente al suelo.
El tercer atacante estaba ahora bastante cerca, queriendo pegarle en la espalda con un tubo o algo similar. Eberhard hizo un movimiento rápido, moviendo el bastón en un arco de izquierda a derecha, pero en lugar de golpearle con el costado del arma, le pega con la punta del bastón directamente en la boca del estomago. La fuerza fue suficiente para dejarlo inconsciente en el suelo – Aun les falta mucho – acababa de vencer a tres hombres adultos sin pelarse los nudillos, algo que hace unos meses le habría sido completamente imposible. El cocinero ante tal acción detuvo las agresiones hacia la niña y se le quedo mirando - ¿acaso tengo algo en la cara? Lárgate – su expresión completamente despreocupada le hacían entender al hombre que si lo atacaba terminaría igual que sus compañeros, logrando que saliese corriendo como pollo sin cabeza en la dirección por donde vino. Estaba por irse nuevamente cuando le rugió el estomago por el hambre – tu, ayúdame a ver si estos tipos tienen algo de dinero encima, necesito conseguir comida – le dice con todo el ámbito de darle una orden, para el luchador, ella le había metido en ese problema y no iba a dudar en hacer que le retribuyera por eso.
Uno de los sujetos se le lanzo encima, completamente convencido de que era un cómplice de la niña. Eberhard dio un paso adelante, usando como apoyo el pie derecho, y con bastante firmeza golpea al agresor en el cuello, justo donde esta la manzana de Adam con el bastón. Esto le hunde la garganta con la suficiente fuerza como para hacer que caiga de espaldas sujetándose el cuello – perro porque ladran si no muerden – ese comentario no le gusto demasiado a los otros dos que también se le lanzaron. Manteniendo el mismo apoyo con el pie derecho, Eberhard gira sobre su espalda, sujetando con firmeza su bastón lo mueve en un arco horizontal de derecha a izquierda, que lo estampa contra el costado del rostro de uno de los agresores, haciendo que cayera directamente al suelo.
El tercer atacante estaba ahora bastante cerca, queriendo pegarle en la espalda con un tubo o algo similar. Eberhard hizo un movimiento rápido, moviendo el bastón en un arco de izquierda a derecha, pero en lugar de golpearle con el costado del arma, le pega con la punta del bastón directamente en la boca del estomago. La fuerza fue suficiente para dejarlo inconsciente en el suelo – Aun les falta mucho – acababa de vencer a tres hombres adultos sin pelarse los nudillos, algo que hace unos meses le habría sido completamente imposible. El cocinero ante tal acción detuvo las agresiones hacia la niña y se le quedo mirando - ¿acaso tengo algo en la cara? Lárgate – su expresión completamente despreocupada le hacían entender al hombre que si lo atacaba terminaría igual que sus compañeros, logrando que saliese corriendo como pollo sin cabeza en la dirección por donde vino. Estaba por irse nuevamente cuando le rugió el estomago por el hambre – tu, ayúdame a ver si estos tipos tienen algo de dinero encima, necesito conseguir comida – le dice con todo el ámbito de darle una orden, para el luchador, ella le había metido en ese problema y no iba a dudar en hacer que le retribuyera por eso.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Lun Mar 28, 2016 5:38 pm
Yuriko estaba preparada para luchar contra aquellos hombres. Quizás habría sido difícil pero si el desconocido le ayudaba terminaría siendo más sencillo. No obstante, la joven albina se sorprendió cuando, por sí mismo, aquel extraño hombre se hizo cargo de aquellos sujetos que la perseguían con palos.
Yuriko estaba entrenada en el arte de la espada y sabía muchas técnicas de pelea con ellas; sin embargo, nunca había visto movimientos de lucha con bastón como los de aquel tipo. No había que ser demasiado lista para determinar que aquel sujeto no era un hombre cualquiera, él era fuerte, lo suficiente como para llamar la atención de la mink.
-Oji-san eres fuerte. –Exclamó la chica, al parecer divertida con toda aquella situación.
Sin embargo, aquel hombre no parecía ni la mitad de entusiasmado que Yuriko y se limitó a pedirle que le ayudara a privar a los inconscientes hombres de todo objeto de valor que tuviesen. Sin duda no era el típico príncipe encantador en su caballo blanco que Yuriko habría esperado después de leer tantas historietas, pero se acercaba bastante, por lo que Yuriko tomó el pequeño pillaje como la convención social adecuada en esa situación.
No había mucho de donde cortar. Aquellos tipos seguramente eran algunos matones de poca monta que seguramente eran conocidos del dueño. A duras penas y tenían algunos cuantos berries encima, pero sí que traían cigarros, algunos recipientes con licor y algunas otras cuantas cosillas que a más de un vicioso le habrían arrancado una sonrisa en el rostro.
-Esto es todo Oji-san. –Dijo Yuriko con su habitual expresión relajada. – ¿Oji-san como te hiciste tan fuerte? –Añadió con curiosidad mientras lo veía desde el costado.
Fue entonces que Yuriko recordó lo que había dicho aquel tipo cuando le pidió que buscara en los bolsillos de los hombres. Él necesitaba buscar comida y resultaba que Yuriko sabía dónde encontrar mucha. Una idea surgió en la pequeña e inocente cabeza de la samurái.
-¡Oji-san! ¡Yo se cocinar! –Exclamó como si era hubiera sido una verdad ancestral revelada. -¿Si te llevo a donde podemos conseguir mucha comida y preparo algo para ti me enseñaras a ser tan fuerte como tú? –Añadió.
Los ojos de Yuriko miraron expectantes a los del castaño, ansiaba saber que le respondería pues, a pesar de todas las aventuras que hasta el momento había vivido, algo en su corazón no le dejaba ser completamente feliz. Ese algo era la soledad.
Yuriko estaba entrenada en el arte de la espada y sabía muchas técnicas de pelea con ellas; sin embargo, nunca había visto movimientos de lucha con bastón como los de aquel tipo. No había que ser demasiado lista para determinar que aquel sujeto no era un hombre cualquiera, él era fuerte, lo suficiente como para llamar la atención de la mink.
-Oji-san eres fuerte. –Exclamó la chica, al parecer divertida con toda aquella situación.
Sin embargo, aquel hombre no parecía ni la mitad de entusiasmado que Yuriko y se limitó a pedirle que le ayudara a privar a los inconscientes hombres de todo objeto de valor que tuviesen. Sin duda no era el típico príncipe encantador en su caballo blanco que Yuriko habría esperado después de leer tantas historietas, pero se acercaba bastante, por lo que Yuriko tomó el pequeño pillaje como la convención social adecuada en esa situación.
No había mucho de donde cortar. Aquellos tipos seguramente eran algunos matones de poca monta que seguramente eran conocidos del dueño. A duras penas y tenían algunos cuantos berries encima, pero sí que traían cigarros, algunos recipientes con licor y algunas otras cuantas cosillas que a más de un vicioso le habrían arrancado una sonrisa en el rostro.
-Esto es todo Oji-san. –Dijo Yuriko con su habitual expresión relajada. – ¿Oji-san como te hiciste tan fuerte? –Añadió con curiosidad mientras lo veía desde el costado.
Fue entonces que Yuriko recordó lo que había dicho aquel tipo cuando le pidió que buscara en los bolsillos de los hombres. Él necesitaba buscar comida y resultaba que Yuriko sabía dónde encontrar mucha. Una idea surgió en la pequeña e inocente cabeza de la samurái.
-¡Oji-san! ¡Yo se cocinar! –Exclamó como si era hubiera sido una verdad ancestral revelada. -¿Si te llevo a donde podemos conseguir mucha comida y preparo algo para ti me enseñaras a ser tan fuerte como tú? –Añadió.
Los ojos de Yuriko miraron expectantes a los del castaño, ansiaba saber que le respondería pues, a pesar de todas las aventuras que hasta el momento había vivido, algo en su corazón no le dejaba ser completamente feliz. Ese algo era la soledad.
Yuriko
Creado por Eberhard Schwarzschild Vie Abr 01, 2016 9:57 pm
Las reacciones de la chica eran de verdad extrañas, sobre todo por que comenzaba a llamarle viejo – no soy viejo – revisaba los bolsillos de los tipejos esos mientras sacaba unos cuantos berries, no era mucho pero servía para comprar el almuerzo y quizás uno que otro den den mushi – entrenando como si no hubiese un mañana – mentira no era, de solo recordar el entrenamiento que paso con su maestro le temblaba la piel. Ese tipo de verdad era un ogro, y no quería pasar de nuevo por sus instrucciones. Termino de guardarse las cosas en los bolsillos cuando la chica hablo nuevamente – ¿sabes cocinar? – nunca antes había conocido a alguien que supiera preparar cualquier platillo, casi siempre en el barco comían comida recalentada, fideos bastante simplones o pescado frito al punto de casi quemarse, nada que uno verdaderamente pudiese decir que es “comida deliciosa – estas llena de sorpresas – posteriormente hizo una propuesta bastante rara, parecía emocionada en cierta medida por las capacidades del luchador, al punto de pedirle que le enseñara a pelear.
Eberhard se le quedo examinando un momento, no tenia mucha musculatura, pero por las armas que tenia encima seguro era alguien con experiencia en armas cortantes. Ese tipo de armas no requerían mucha fuerza para usarse bien, solo algo de precisión, la capitana de Eberhard era prueba de ello – Veamos a ver si entendí ¿te enseño a pelear a cambio de que prepares el almuerzo? – se quedo pensativo unos momentos, sobre la situación – claro ¿Por qué no? Pero eso implica que tendrías que acompañarme, y viajo con gente que no es precisamente muy seguidora de las leyes – no le iba a decir de frente que eran piratas, por cuestiones de seguridad personal – si andas bien con eso, primero te toca preparar el almuerzo y apenas terminemos me ayudas con unas cosas, y luego vamos con tu entrenamiento – le dice a la chica con toda la seriedad del mundo.
Eberhard se le quedo examinando un momento, no tenia mucha musculatura, pero por las armas que tenia encima seguro era alguien con experiencia en armas cortantes. Ese tipo de armas no requerían mucha fuerza para usarse bien, solo algo de precisión, la capitana de Eberhard era prueba de ello – Veamos a ver si entendí ¿te enseño a pelear a cambio de que prepares el almuerzo? – se quedo pensativo unos momentos, sobre la situación – claro ¿Por qué no? Pero eso implica que tendrías que acompañarme, y viajo con gente que no es precisamente muy seguidora de las leyes – no le iba a decir de frente que eran piratas, por cuestiones de seguridad personal – si andas bien con eso, primero te toca preparar el almuerzo y apenas terminemos me ayudas con unas cosas, y luego vamos con tu entrenamiento – le dice a la chica con toda la seriedad del mundo.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Miér Abr 13, 2016 11:01 pm
Yuriko escuchó alegre al sujeto. Al parecer era tan rudo como se veía, todo un veterano. Sin duda tendría mucho que enseñarle a Yuriko sobre el mundo exterior y si la gente con la que viajaba era tan fuertes como él Yuriko quedaría extasiada, ya que como guerrera de Wano no había algo tan honorable que conocer a guerreros poderosos y dignos y cruzar espadas (en un sentido metafórico) con ellos. En aquella isla aquello era considerado una forma de vincular amistades mucho más profundas que los simples lazos de respeto y confianza que se manejaban en otros lugares.
-Ahm…está bien… -dijo Yuriko mientras consideraba lo que el sujeto le había pedido. –Espera aquí. Yo traeré todo lo necesario. –Añadió y acto seguido se desplazó como alma que lleva el diablo por las cercas y vallados de las casas en dirección hacia el centro del pueblo.
Probablemente el sujeto se encontraría asombrado al ver tal agilidad en el frágil cuerpo de una niña pequeña, pero tal y como lo había mencionado, Yuriko estaba llena de sorpresas.
Tras unos 15 minutos Yuriko regresó hasta donde se encontraban y esta vez traía un gran saco que cargaba a cuestas como si fuera una mochila. Era grande y claramente pesado pero a la chica parecía no incomodarle en lo absoluto.
-¡Regrese! –Exclamó dejando el paquete desplomarse en el suelo. Cuando este golpeo la tierra se abrió y de su interior salieron una gran cantidad de ingredientes como carne, verduras y botellas de vino, todas de buena marca.
Sin decir nada más Yuriko preparó una pequeña fogata y se fabricó una pequeña parrilla con un trozo de metal que encontró por ahí. Al hacerlo comenzó a mezclar y cocinar diversos ingredientes, cortando la carne y los vegetales con su propia espada hasta fabricar unas improvisadas brochetas asadas, cuyo aroma llenaba el ambiente e invadía los sentidos.
Yuriko extendió la brocheta hacia el sujeto. El mensaje era claro. “Come”.
No había mucho más que Yuriko pudiera hacer en aquella situación con recursos de cocina limitados; sin embargo su orgullo de cocinera la obligaba a siempre dar su mejor esfuerzo y estaba confiada en que su nuevo amigo disfrutaría de su comida.
-Ahm…está bien… -dijo Yuriko mientras consideraba lo que el sujeto le había pedido. –Espera aquí. Yo traeré todo lo necesario. –Añadió y acto seguido se desplazó como alma que lleva el diablo por las cercas y vallados de las casas en dirección hacia el centro del pueblo.
Probablemente el sujeto se encontraría asombrado al ver tal agilidad en el frágil cuerpo de una niña pequeña, pero tal y como lo había mencionado, Yuriko estaba llena de sorpresas.
Tras unos 15 minutos Yuriko regresó hasta donde se encontraban y esta vez traía un gran saco que cargaba a cuestas como si fuera una mochila. Era grande y claramente pesado pero a la chica parecía no incomodarle en lo absoluto.
-¡Regrese! –Exclamó dejando el paquete desplomarse en el suelo. Cuando este golpeo la tierra se abrió y de su interior salieron una gran cantidad de ingredientes como carne, verduras y botellas de vino, todas de buena marca.
Sin decir nada más Yuriko preparó una pequeña fogata y se fabricó una pequeña parrilla con un trozo de metal que encontró por ahí. Al hacerlo comenzó a mezclar y cocinar diversos ingredientes, cortando la carne y los vegetales con su propia espada hasta fabricar unas improvisadas brochetas asadas, cuyo aroma llenaba el ambiente e invadía los sentidos.
Yuriko extendió la brocheta hacia el sujeto. El mensaje era claro. “Come”.
No había mucho más que Yuriko pudiera hacer en aquella situación con recursos de cocina limitados; sin embargo su orgullo de cocinera la obligaba a siempre dar su mejor esfuerzo y estaba confiada en que su nuevo amigo disfrutaría de su comida.
Yuriko
Creado por Eberhard Schwarzschild Vie Abr 15, 2016 10:14 am
El luchador había recogido unas cosas y con la chica se habían movido del área, en medio de esa plaza era un lugar demasiado llamativo para que pudiesen concretar un poco el trato. Ahora se encontraban en una zona un poco mas apartada, cerca de las afueras del pueblo, detrás de lo que parecía una casa no habitada. La albina le indico que esperase un momento, que ella volvería, así que sin mucho que hacer Eberhard comenzó a hacer algunos ejercicios de respiración. Era muy similar a la meditación en movimiento, solo que esta vez no hacia movimientos con su bastón, sino con sus manos, eran secuencias de movimiento diseñadas para relajar el cuerpo y que todo pudiese funcionar como era debido. No controlaba del todo bien su respiración, pero según las enseñanzas de su anterior maestro, controlar la respiración era tan importante como dar un buen golpe.
En medio de sus ejercicios la chica regresa, Eberhard se detiene y observa con detenimiento el montón de cosas que traía encima. Seguramente se las robase a alguien, porque de lo contrario seria imposible tener todo eso. En fin, la chica pico las verduras y coloco la carne, era una especie de montón de carnes atravesada por un palillo, concepto que no conocía hasta ahora – a ver a que sabe – acepta el pincho y cuando le da una mordida a la carne, lo que sucedió a continuación fue básicamente que todo el contenido del pincho, junto con lo demás que se estaba cocinando, desapareció en menos de minuto y medio – en serio, tenia tiempo que no probaba algo bien hecho – de verdad le había encantado la comida que estaba probando.
Trato es trato, tu cumpliste tu palabra y yo cumpliré la mía, te enseñare a pelear – dice mientras se levanta y sostiene el bastón con la mano derecha – pero lo primero es que dejes de llamarme viejo, de ahora en adelante soy tu maestro – en parte era porque le chocaba que le dijeran viejo, si ni canas tenia – creo que la mejor manera de evaluar tu desempeño para saber por donde comenzar tu instrucción, es probando tus capacidades de primera mano – se pone en guardia, sosteniendo el bastón inclinado hacia arriba en el frente pero hacia abajo, en la parte posterior – vamos, ataca
En medio de sus ejercicios la chica regresa, Eberhard se detiene y observa con detenimiento el montón de cosas que traía encima. Seguramente se las robase a alguien, porque de lo contrario seria imposible tener todo eso. En fin, la chica pico las verduras y coloco la carne, era una especie de montón de carnes atravesada por un palillo, concepto que no conocía hasta ahora – a ver a que sabe – acepta el pincho y cuando le da una mordida a la carne, lo que sucedió a continuación fue básicamente que todo el contenido del pincho, junto con lo demás que se estaba cocinando, desapareció en menos de minuto y medio – en serio, tenia tiempo que no probaba algo bien hecho – de verdad le había encantado la comida que estaba probando.
Trato es trato, tu cumpliste tu palabra y yo cumpliré la mía, te enseñare a pelear – dice mientras se levanta y sostiene el bastón con la mano derecha – pero lo primero es que dejes de llamarme viejo, de ahora en adelante soy tu maestro – en parte era porque le chocaba que le dijeran viejo, si ni canas tenia – creo que la mejor manera de evaluar tu desempeño para saber por donde comenzar tu instrucción, es probando tus capacidades de primera mano – se pone en guardia, sosteniendo el bastón inclinado hacia arriba en el frente pero hacia abajo, en la parte posterior – vamos, ataca
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Dom Jun 12, 2016 11:49 am
La práctica con la albina estaba transcurriendo bastante bien, pero se le podían notar algunas aperturas que fácilmente eran aprovechadas por el luchador, el asunto final era como iban a poder lidiar con eso en combate. No era lo mismo un entorno de practica que directamente luchar contra un enemigo, pero los sparring son una buena manera de darse cuenta de esos puntos flacos y aunque seguramente la albina odiase al luchador por ello, los iba a aprovechar porque un enemigo no le tendría contemplación alguna – aun te queda bastante trabajo pero tienes buenas bases ¿Dónde aprendiste ese esgrima? Es bastante bueno – hablaba sobre las habilidades de kenjutsu de Yuriko. Había esperado su respuesta y siguieron con la practica, por un rato mas, al menos hasta que comenzaba a caer el atardecer y el hambre les había invadido.
En ese punto simplemente se habían sentado cerca de las cosas que había traído la albina y ambos comenzaron a comer. De verdad era todo muy distinto, estar comiendo con toda esa tranquilidad, y comida bien preparada, no cosas quemadas o a medio cocinar, todo era una experiencia nueva que afortunadamente se mantendría con la inclusión de Yuriko a la tripulación – por cierto ¿Qué hacías antes de terminar en esta isla? Seguramente tienes una historia muy interesante, todos tenemos, pero si no quieres decirla por mi no hay problema, todos también tenemos derecho a guardar nuestro pasado – eran las palabras del luchador, que posteriormente se acostó ahí nada mas a dormir, ya mañana podrían continuar tranquilamente su entrenamiento.
En ese punto simplemente se habían sentado cerca de las cosas que había traído la albina y ambos comenzaron a comer. De verdad era todo muy distinto, estar comiendo con toda esa tranquilidad, y comida bien preparada, no cosas quemadas o a medio cocinar, todo era una experiencia nueva que afortunadamente se mantendría con la inclusión de Yuriko a la tripulación – por cierto ¿Qué hacías antes de terminar en esta isla? Seguramente tienes una historia muy interesante, todos tenemos, pero si no quieres decirla por mi no hay problema, todos también tenemos derecho a guardar nuestro pasado – eran las palabras del luchador, que posteriormente se acostó ahí nada mas a dormir, ya mañana podrían continuar tranquilamente su entrenamiento.
- off:
- Se que yuriko tiene asuntos importantes encima, pero el tema lleva congelado bastante rato. Cuando regrese podemos seguir el rol tranquilamente en otro tema.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Página 1 de 1.
|
|