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Creado por Rida Sarwick Lun Jul 18, 2016 10:40 am
Recuerdo del primer mensaje :
Dos años atrás...
Era una mañana fresca y brillante, apenas sin nubes en la cúpula celeste. Había llegado a la Isla de Dawn en mi larga travesía para perfeccionar mis dotes culinarias. Me preguntaba qué tipo de ingredientes podría conseguir en Villa Foosha, un pueblito rural de la isla que era tan humilde como pacífico. Apenas y cargaba lo necesario en una alforja de viaje que sostenía con la mano diestra: algo de comida, mi sansetsukon, unos pocos utensilios de cocina, una chaqueta de recambio y mi dinero. Me había acostumbrado a viajar ligero, era lo mejor y podía moverme libremente por el East Blue sin necesidad de tener que asentarme mucho tiempo en alguna isla. Después de todo, mi objetivo primordial era conocer todo lo que se pudiera acerca de la gastronomía de cada uno de los Blues, antes de aventurarme al Grand Line.
Caminando por la calle principal de la villa, me di cuenta de que algunos pueblerinos me veían con curiosidad. Era natural que en un sitio de tan baja población, se percataran enseguida de los forasteros como yo que nos acercábamos por cualquier motivo. Sin embargo, antes de entablar conversación con alguno de ellos, quería echar yo mismo un vistazo por los alrededores, conocer bien el lugar e identificar qué animales podrían cazarse en las afueras o más allá, dentro de las inmediaciones del bosque.
Escuchando a un par de gaviotas graznar desde las alturas, me dirigí a través de todo el camino principal que cruzaba la villa hasta empezar a alejarme del pueblo por el otro lado. Caminé un buen rato, silbando una melodía alegre, y cuando me topé con la primera cosa viva saliendo del pueblo, resultó algo de lo más peculiar. No era un animal ni mucho menos, era una persona. Una joven mujer, de cabellos rosados, y... Espera, ¿qué?
Me paré en seco, con los ojos desorbitados.
— ¡¿Si... si... SIRENA?! —grité, sin poder dar crédito a mis ojos, pero la tenía a unos veinte metros de distancia, y podía ver claramente su cuerpo. Era una mujer normal, salvo que en lugar de piernas tenía una gran cola de pez rosada. Además, parecía estar entrenando con tres espadas al mismo tiempo, dos de ellas en sus manos y otra en su boca. Junto a la sirena había un gran estanque, ¿qué hacía fuera del agua? Aquel espectáculo era increíble para mí, jamás había visto una ningyo en persona, ni siquiera sabía que no eran más que el típico mito de los marinos— ¡EH, TÚ! ¡¿Eres una sirena en serio?! ¡Es increíble! —bramé, echando a correr hacia ella para verla desde más cerca, con una gran sonrisa de niño pequeño en la cara de duende.
Dos años atrás...
Era una mañana fresca y brillante, apenas sin nubes en la cúpula celeste. Había llegado a la Isla de Dawn en mi larga travesía para perfeccionar mis dotes culinarias. Me preguntaba qué tipo de ingredientes podría conseguir en Villa Foosha, un pueblito rural de la isla que era tan humilde como pacífico. Apenas y cargaba lo necesario en una alforja de viaje que sostenía con la mano diestra: algo de comida, mi sansetsukon, unos pocos utensilios de cocina, una chaqueta de recambio y mi dinero. Me había acostumbrado a viajar ligero, era lo mejor y podía moverme libremente por el East Blue sin necesidad de tener que asentarme mucho tiempo en alguna isla. Después de todo, mi objetivo primordial era conocer todo lo que se pudiera acerca de la gastronomía de cada uno de los Blues, antes de aventurarme al Grand Line.
Caminando por la calle principal de la villa, me di cuenta de que algunos pueblerinos me veían con curiosidad. Era natural que en un sitio de tan baja población, se percataran enseguida de los forasteros como yo que nos acercábamos por cualquier motivo. Sin embargo, antes de entablar conversación con alguno de ellos, quería echar yo mismo un vistazo por los alrededores, conocer bien el lugar e identificar qué animales podrían cazarse en las afueras o más allá, dentro de las inmediaciones del bosque.
Escuchando a un par de gaviotas graznar desde las alturas, me dirigí a través de todo el camino principal que cruzaba la villa hasta empezar a alejarme del pueblo por el otro lado. Caminé un buen rato, silbando una melodía alegre, y cuando me topé con la primera cosa viva saliendo del pueblo, resultó algo de lo más peculiar. No era un animal ni mucho menos, era una persona. Una joven mujer, de cabellos rosados, y... Espera, ¿qué?
Me paré en seco, con los ojos desorbitados.
— ¡¿Si... si... SIRENA?! —grité, sin poder dar crédito a mis ojos, pero la tenía a unos veinte metros de distancia, y podía ver claramente su cuerpo. Era una mujer normal, salvo que en lugar de piernas tenía una gran cola de pez rosada. Además, parecía estar entrenando con tres espadas al mismo tiempo, dos de ellas en sus manos y otra en su boca. Junto a la sirena había un gran estanque, ¿qué hacía fuera del agua? Aquel espectáculo era increíble para mí, jamás había visto una ningyo en persona, ni siquiera sabía que no eran más que el típico mito de los marinos— ¡EH, TÚ! ¡¿Eres una sirena en serio?! ¡Es increíble! —bramé, echando a correr hacia ella para verla desde más cerca, con una gran sonrisa de niño pequeño en la cara de duende.
- Aclaración:
- A quien lea, dejo constancia de que el hecho de encontrar a Liana entrenando ha sido pactado previamente con su usuario
Rida Sarwick
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Rida Sarwick Vie Ago 05, 2016 9:24 am
— ¡Ja! Me parece bien, entonces algún día tu estómago y yo tendremos una batalla épica para decidir si soy o no el mejor chef —sonreí de manera amplia cerrando los ojos en una expresión cariñosa con Liana.
Caminábamos hacia la Villa Foosha, ya que ella tenía tanta hambre. Me interesaba mucho ver qué tan potente era en realidad su apetito, si lo estaba exagerando o sus clamores por comida eran genuinos. Pensaba vagamente en qué platillo podría deleitar a una sirena, mientras escuchaba sus comentarios. Abrí los ojos un poco más, encogiendo la sonrisa, cuando ella con avidez supo ver más allá de lo que le había dicho de mi pasado.
— No es una mala teoría. Quizá luego te lo diga, Sirena-chan —respondí, con tono de hacerme el interesante, aunque no sabía si luego le contaría algo más de mi; conforme fueran avanzando las cosas, me lo pensaría. Escuché su sueño y objetivo en la vida y me la quedé viendo incrédulo ante el grito de convicción que había hecho. Sonaba como un sueño importante y era obvio que hablaba totalmente en serio. No podía sino más que respetar los deseos de la ningyo, pero eso no evitaría que siguiera tomándole el pelo— A ver, a ver, a ver, tú debes estar completamente loca... ¡y me ENCANTA! —bramé imitando sus gritos y riendo— ¡El One Piece dice! Pues, tu sueño es más difícil que el mío, eso no te lo niego. ¿Segura que podrás derrotar a todos los demás piratas que te encuentres con una espada en la boca? —inquirí de manera burlona, como de costumbre.
La actitud que demostró Liana a continuación desentonó por completo en lo que había venido pensando de ella. Por unos instantes también se apagó mi sonrisa mirando la cara de terror que me dirigía. Era como si aquel sitio de pronto le provocara pánico. Volví a sonreír enseguida, sin entender nada.
— No digas tonterías, Sirena-chan. ¿La que se convertirá en la Reina de los Piratas a qué podría tenerle miedo? —continué caminando muy tranquilo, hasta que entramos en la Villa y las personas comenzaron a echarnos miradas de estupefacción; viéndolas detenidamente, me di cuenta quizá muy tarde de que esas personas estaban haciendo la misma expresión que usé yo mismo cuando vi por primera vez a Liana. Ninguno de esos aldeanos había visto, en su vida, a una ningyo— Ah... quizá esto no fue muy buena idea —mirando a los pueblerinos pensativo, no reaccioné de ninguna manera adecuada cuando cundió el pánico en la Villa por la llegada de una sirena.
Caminábamos hacia la Villa Foosha, ya que ella tenía tanta hambre. Me interesaba mucho ver qué tan potente era en realidad su apetito, si lo estaba exagerando o sus clamores por comida eran genuinos. Pensaba vagamente en qué platillo podría deleitar a una sirena, mientras escuchaba sus comentarios. Abrí los ojos un poco más, encogiendo la sonrisa, cuando ella con avidez supo ver más allá de lo que le había dicho de mi pasado.
— No es una mala teoría. Quizá luego te lo diga, Sirena-chan —respondí, con tono de hacerme el interesante, aunque no sabía si luego le contaría algo más de mi; conforme fueran avanzando las cosas, me lo pensaría. Escuché su sueño y objetivo en la vida y me la quedé viendo incrédulo ante el grito de convicción que había hecho. Sonaba como un sueño importante y era obvio que hablaba totalmente en serio. No podía sino más que respetar los deseos de la ningyo, pero eso no evitaría que siguiera tomándole el pelo— A ver, a ver, a ver, tú debes estar completamente loca... ¡y me ENCANTA! —bramé imitando sus gritos y riendo— ¡El One Piece dice! Pues, tu sueño es más difícil que el mío, eso no te lo niego. ¿Segura que podrás derrotar a todos los demás piratas que te encuentres con una espada en la boca? —inquirí de manera burlona, como de costumbre.
La actitud que demostró Liana a continuación desentonó por completo en lo que había venido pensando de ella. Por unos instantes también se apagó mi sonrisa mirando la cara de terror que me dirigía. Era como si aquel sitio de pronto le provocara pánico. Volví a sonreír enseguida, sin entender nada.
— No digas tonterías, Sirena-chan. ¿La que se convertirá en la Reina de los Piratas a qué podría tenerle miedo? —continué caminando muy tranquilo, hasta que entramos en la Villa y las personas comenzaron a echarnos miradas de estupefacción; viéndolas detenidamente, me di cuenta quizá muy tarde de que esas personas estaban haciendo la misma expresión que usé yo mismo cuando vi por primera vez a Liana. Ninguno de esos aldeanos había visto, en su vida, a una ningyo— Ah... quizá esto no fue muy buena idea —mirando a los pueblerinos pensativo, no reaccioné de ninguna manera adecuada cuando cundió el pánico en la Villa por la llegada de una sirena.
Rida Sarwick
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
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