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Censo
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Creado por Eddard Mar Mayo 24, 2016 1:38 pm
Aventuras, eso es lo que nuestro pirata parecía estar deseando tener; eso era lo que había logrado fijar en su destino justo cuando su hogar quedó en el pasado, en un olvido, en un simple y locuaz rincón de su alma. Su cabello color verde brillaba bajo el astro rey, bajo los rayos que este ejecutaba al son que el tiempo marcaba un nuevo rumbo; el pirata se encontraba en un barco pequeño, una vela mal cuidad y un aspecto poco deseado ¿Cuánto tiempo pasaría en el mar antes de tocar tierra? El suficiente como para que su mente olvidara lo que era estar tranquilo o dormir en una cama cómoda. ¿Echaba de menos su hogar? En parte sí y mentiría si decía lo contrario mas si algo quería algo le tendría que costar. La libertad no era fácil y nadie le había dicho lo contrario.
Quedando sus penas a un lado, Amate llegó a divisar tierra, un lugar donde reponer provisiones y descansar lo justo como para que su cuerpo volviera en sí. El cuerpo del pirata de verdoso cabello se encontraba sujeto al mástil, este intentaba mirar con detenimiento el aspecto de aquella isla, el tipo de casas, el tipo de barcos que se encontraban amarrados en el puesto, el tipo de personas que podían estar en tierra o simplemente necesitaba ver algo que le hiciera olvidar el haber tenido que beber agua salada durante el último día al haberse bebido toda la que llevaba cuando salió de casa. ¿Cómo es que un chico de familia noble había terminado con un barco tan pobre? En un principio robó el barco familiar pero a medio camino se quedó sin alimentos teniendo que subsistir sin nada más que los animales que pudieran caer sobre la cubierta.
Después de dos días sin comer tuvo la suerte de toparse con un barco mercader, barco que llevaba comida como era de esperar mas no al precio que Amate le hubiera gustado comprar. Al verse sin un berrie para poder pagar a los mercaderes, el pirata no tuvo más remedio que intercambiar su propio barco por el pequeño de los mercaderes y una porción de comida, un trueque desfavorable pero suficiente como para que el muchacho cediera y terminara por acepta tal locura. Así fue como el pirata terminó llegando a la isla, sus pasos se movieron con calma al son que intentaba divisar todo lo que se podía ver en aquellas horas. Parecía emocionado, contento por llegar a su primer destino como hombre libre, como humano normal, hijo de nobles pero con la mente e ideales de un hombre corriente. - ¡Muy buenas mundo! –gritó en medio del puerto sin tener la vergüenza de que alguien le pudiera escuchar-. Greed había llegado, un chico corriente en un mundo no tanto.
Quedando sus penas a un lado, Amate llegó a divisar tierra, un lugar donde reponer provisiones y descansar lo justo como para que su cuerpo volviera en sí. El cuerpo del pirata de verdoso cabello se encontraba sujeto al mástil, este intentaba mirar con detenimiento el aspecto de aquella isla, el tipo de casas, el tipo de barcos que se encontraban amarrados en el puesto, el tipo de personas que podían estar en tierra o simplemente necesitaba ver algo que le hiciera olvidar el haber tenido que beber agua salada durante el último día al haberse bebido toda la que llevaba cuando salió de casa. ¿Cómo es que un chico de familia noble había terminado con un barco tan pobre? En un principio robó el barco familiar pero a medio camino se quedó sin alimentos teniendo que subsistir sin nada más que los animales que pudieran caer sobre la cubierta.
Después de dos días sin comer tuvo la suerte de toparse con un barco mercader, barco que llevaba comida como era de esperar mas no al precio que Amate le hubiera gustado comprar. Al verse sin un berrie para poder pagar a los mercaderes, el pirata no tuvo más remedio que intercambiar su propio barco por el pequeño de los mercaderes y una porción de comida, un trueque desfavorable pero suficiente como para que el muchacho cediera y terminara por acepta tal locura. Así fue como el pirata terminó llegando a la isla, sus pasos se movieron con calma al son que intentaba divisar todo lo que se podía ver en aquellas horas. Parecía emocionado, contento por llegar a su primer destino como hombre libre, como humano normal, hijo de nobles pero con la mente e ideales de un hombre corriente. - ¡Muy buenas mundo! –gritó en medio del puerto sin tener la vergüenza de que alguien le pudiera escuchar-. Greed había llegado, un chico corriente en un mundo no tanto.
Eddard
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Creado por Juuzou Yamazaki Miér Mayo 25, 2016 8:08 pm
La peliazul no se había dado cuenta de su pésima orientación hasta que, tras más de dos semanas llegó, por arte de magia quizá, a una isla para comprar provisiones ya que llevaba poco más de dos días sin probar bocado, tenía mucha hambre y apenas y tenía fuerza suficiente para caminar sin sentir que su propio estómago se comía a sí mismo. Para su suerte no tendría que jugar su libertad hurtando comida o dinero, ya que aún le sobraban algunos berries de lo que había robado en la última isla para poder satisfacer su necesidad de comida.
Tras anclar su pequeño bote, tomó su bolsa con dinero y comenzó a caminar o mejor dicho a correr desde la orilla de la isla hasta alguna villa donde pudiese encontrar un bar o un restaurante donde poder comer, sin embargo se topó con un montón de viñedos, viñedos que la desanimaron por un momento hasta que pudo divisar un par de viviendas, quizá pudiese comer algo ahí para recuperar fuerzas y así conseguir ella por su cuenta su propia comida.
Varios minutos más tarde, la peliazul encontró un pequeño restaurante donde pudo pagar pan, un poco de carne y arroz para poder satisfacerse un poco antes de poner manos a la obra, si bien sabía que no tenía mucho dinero encima, sabía que siempre podía conseguir más. Al salir del restaurante, decidió que volvería a su pequeño bote para tomar su cuchillos de caza y conseguir algo más de carne para lo que restaba del día, sobretodo porque quería quedarse un par de días más en la isla, para explorarla, para ver si contaba con la suerte de encontrar algún ingrediente nuevo o alguna especie nueva con la cual pudiese encontrar el mejor sabor de carne posible. Su sorpresa fue grande cuando al llegar al puerto, un niño de pelo verde gritaba algo con tono demasiado alegre para el gusto de la cocinera.
Avanzó con cuidado hasta su bote que quedaba justo a lado de aquél niño con demasiado entusiasmo — Sólo sigue caminando hasta el bote, toma tu cuchillo y márchate sin decir una sola palabra — se repitió un par de veces a sí misma, en un susurro mientras caminaba en dirección a su bote. No tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos con un niño que parecía el polo opuesto a ella, daba miedo el siquiera imaginar de dónde sacaría tanta felicidad, pero, justo en el momento en el que pasó a su lado, su estómago rugió, lo suficiente para dar a entender que ella seguía sin estar satisfecha, y que necesitaba cazar algo pronto.
Tras anclar su pequeño bote, tomó su bolsa con dinero y comenzó a caminar o mejor dicho a correr desde la orilla de la isla hasta alguna villa donde pudiese encontrar un bar o un restaurante donde poder comer, sin embargo se topó con un montón de viñedos, viñedos que la desanimaron por un momento hasta que pudo divisar un par de viviendas, quizá pudiese comer algo ahí para recuperar fuerzas y así conseguir ella por su cuenta su propia comida.
Varios minutos más tarde, la peliazul encontró un pequeño restaurante donde pudo pagar pan, un poco de carne y arroz para poder satisfacerse un poco antes de poner manos a la obra, si bien sabía que no tenía mucho dinero encima, sabía que siempre podía conseguir más. Al salir del restaurante, decidió que volvería a su pequeño bote para tomar su cuchillos de caza y conseguir algo más de carne para lo que restaba del día, sobretodo porque quería quedarse un par de días más en la isla, para explorarla, para ver si contaba con la suerte de encontrar algún ingrediente nuevo o alguna especie nueva con la cual pudiese encontrar el mejor sabor de carne posible. Su sorpresa fue grande cuando al llegar al puerto, un niño de pelo verde gritaba algo con tono demasiado alegre para el gusto de la cocinera.
Avanzó con cuidado hasta su bote que quedaba justo a lado de aquél niño con demasiado entusiasmo — Sólo sigue caminando hasta el bote, toma tu cuchillo y márchate sin decir una sola palabra — se repitió un par de veces a sí misma, en un susurro mientras caminaba en dirección a su bote. No tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos con un niño que parecía el polo opuesto a ella, daba miedo el siquiera imaginar de dónde sacaría tanta felicidad, pero, justo en el momento en el que pasó a su lado, su estómago rugió, lo suficiente para dar a entender que ella seguía sin estar satisfecha, y que necesitaba cazar algo pronto.
Juuzou Yamazaki
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Creado por Eddard Jue Mayo 26, 2016 11:51 am
Nada se podía hacer, el día era prematuro y el astro rey había fijado las directrices propias de alguien con control, de alguien que tenía el destino demasiado lejos como para atraparlo. Sus ojos verdes divisaban todo a su alrededor, todo lo había en aquella ciudad; las personas, en general todo lo que hacía que la tierra pisada fuese diferente a nada anteriormente divisado. El tiempo hacía que los pasos del muchacho se vieran inmerso entre la multitud, ojos que miraban lo que este había dicho con total devoción ¿Era estúpido? Seguramente, estaba claro que su expresión había despertado numerosas atenciones, algunas gratas y otras peligrosas. Nadie le dirigió palabra, el silencio inundó aquella zona dejando al pequeño en un atisbo de soledad. Gritar en medio de un puerto elevando ambas manos al cielo hacía que nadie le tomara en serio, que nadie le tuviera en consideración; era como ver a un niño pequeño en un momento de extrema ignorancia.
Nada se podía hacer para evitar sentir el rubor de sus mejillas, el calor de verse totalmente avergonzado por las miradas ajenas, el verse juzgado tan pronto recobrándole el sentido de la vergüenza. Un nuevo paso se vio efectuado en aquel puerto, en la fina madera húmeda que aglomeraba la tierra, la entrada a la ciudad, la entrada a un nuevo camino, hacia su nueva vida como pirata. Era la primera tierra que pisaba tras su ciudad natal; no sabía cómo entablar conversación, como reclutar compañeros para un futuro viaje, para surcar los mares ¿Cómo se le explica a un civil que les quieres reclutar como pirata? ¿Cómo se explicas a un inocente que será perseguido y buscado por crímenes? Nadie lo entendería, nadie normal.
Nuestro pirata tenía un don, una oportunidad, no buscaba personas normales. Nadie se acercó a su persona, nadie le tomaba en serio y mucho menos después de haber gritado tan alegre. Su aspecto era reprobable y el olor podía hacer entender que había pasado una semana sin aseo. Nadie le dejó nada por lo que luchar, nada que sus oídos retumbaron al ritmo que otro sonido impactaba contra el propio. Dos estómagos rugieron al mismo tiempo, dos sonidos que impactaron, dos rugidos que delataban el hambre que estaban padeciendo. El muchacho de temprana edad alzó la mirada, el rubor de sus mejillas se maquilló con una amplia y cerrada sonrisa clavando sus evrdes ojos en la persona que había llamado su atención.
– Hola. –expresó el muchacho mientras daba pasos en la dirección de la joven de cabello azul-. ¿Tienes hambre? ¿Quieres que vayamos a comer algo? –no había interés personal, era un niño de quince años, no entendía de mujeres y la sinceridad se medía por la gracia de su sonrisa-. Me llamo Amate. -delató su nombre con gentileza-. Su único fin era comer algo con alguien, dejar de sentirse solo.
Nada se podía hacer para evitar sentir el rubor de sus mejillas, el calor de verse totalmente avergonzado por las miradas ajenas, el verse juzgado tan pronto recobrándole el sentido de la vergüenza. Un nuevo paso se vio efectuado en aquel puerto, en la fina madera húmeda que aglomeraba la tierra, la entrada a la ciudad, la entrada a un nuevo camino, hacia su nueva vida como pirata. Era la primera tierra que pisaba tras su ciudad natal; no sabía cómo entablar conversación, como reclutar compañeros para un futuro viaje, para surcar los mares ¿Cómo se le explica a un civil que les quieres reclutar como pirata? ¿Cómo se explicas a un inocente que será perseguido y buscado por crímenes? Nadie lo entendería, nadie normal.
Nuestro pirata tenía un don, una oportunidad, no buscaba personas normales. Nadie se acercó a su persona, nadie le tomaba en serio y mucho menos después de haber gritado tan alegre. Su aspecto era reprobable y el olor podía hacer entender que había pasado una semana sin aseo. Nadie le dejó nada por lo que luchar, nada que sus oídos retumbaron al ritmo que otro sonido impactaba contra el propio. Dos estómagos rugieron al mismo tiempo, dos sonidos que impactaron, dos rugidos que delataban el hambre que estaban padeciendo. El muchacho de temprana edad alzó la mirada, el rubor de sus mejillas se maquilló con una amplia y cerrada sonrisa clavando sus evrdes ojos en la persona que había llamado su atención.
– Hola. –expresó el muchacho mientras daba pasos en la dirección de la joven de cabello azul-. ¿Tienes hambre? ¿Quieres que vayamos a comer algo? –no había interés personal, era un niño de quince años, no entendía de mujeres y la sinceridad se medía por la gracia de su sonrisa-. Me llamo Amate. -delató su nombre con gentileza-. Su único fin era comer algo con alguien, dejar de sentirse solo.
Eddard
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Creado por Juuzou Yamazaki Sáb Mayo 28, 2016 2:35 pm
Había pasado mucha más hambre que lo que le estaba sucediendo en ese preciso momento, sin embargo en esos momentos a nadie le importaba, o mejor dicho a ella no le importaba que los demás lo supieran, pero por alguna razón, al pasar a lado de aquél niño de pelo verde y escuchar no sólo su estómago rugir, sus mejillas comenzaron a ponerse de un ligero color rojo tomate. Ni ella misma podía definir a qué se debía ¿Vergüenza? ¿Pena? ¿Que por primera vez en mucho tiempo no era la única con hambre y con pinta de no tener un sólo centavo? Quizá sí, quizá no. Escuchó atentamente las palabras del niño y se quedó parada, justo frente a su pequeño bote, planteándose lo que el niño le estaba proponiendo, puesto que desde que ella misma podía cazar su alimento, se juró no volver a vivir a base de los demás, sin embargo algo le decía que aceptara su propuesta, quizá podría ayudarle a conseguir algo más que sólo carne para cocinar algo para ambos.
— Yo soy Juuzou — respondió, sin dibujar ninguna sonrisa en su rostro, hacía mucho que no ella no expresaba sentimientos buenos y es que tras una infancia llena de torturas que la dejaron marcada de por vida era extraño que ella pudiese sonreír por no decir que era más que imposible — Supongo que no traes suficiente dinero encima así que te propongo algo, vayamos a cazar algo y cocinaré para los dos — era un buen trato si se tomaba en cuenta que ninguno gastaría un centavo, mucho menos ella que ya no tenía más que pelusa en los bolsillos — No tienes de qué preocuparte, sé cocinar, sin embargo creo que entre ambos podemos conseguir algo más que sólo una liebre o un cerdo para poder cocinarlo — esperó la respuesta del peliverde, incluso si no aceptaba, eso era algo que ella tendría que hacer sí o sí, por lo que, mientras esperaba por su respuesta, de un brinco llegó a su bote y rebuscó entre sus pertenencias para poder sacar su cuchillo, devolviendo la bolsa a la parte inferior del bote, escondiéndola lo más posible, para que no quedara a la vista de cualquiera que estuviera de paso — ¿Entonces? ¿Aceptas? — preguntó una última vez, mientras salía de su bote y volvía a pisar el puerto.
— Yo soy Juuzou — respondió, sin dibujar ninguna sonrisa en su rostro, hacía mucho que no ella no expresaba sentimientos buenos y es que tras una infancia llena de torturas que la dejaron marcada de por vida era extraño que ella pudiese sonreír por no decir que era más que imposible — Supongo que no traes suficiente dinero encima así que te propongo algo, vayamos a cazar algo y cocinaré para los dos — era un buen trato si se tomaba en cuenta que ninguno gastaría un centavo, mucho menos ella que ya no tenía más que pelusa en los bolsillos — No tienes de qué preocuparte, sé cocinar, sin embargo creo que entre ambos podemos conseguir algo más que sólo una liebre o un cerdo para poder cocinarlo — esperó la respuesta del peliverde, incluso si no aceptaba, eso era algo que ella tendría que hacer sí o sí, por lo que, mientras esperaba por su respuesta, de un brinco llegó a su bote y rebuscó entre sus pertenencias para poder sacar su cuchillo, devolviendo la bolsa a la parte inferior del bote, escondiéndola lo más posible, para que no quedara a la vista de cualquiera que estuviera de paso — ¿Entonces? ¿Aceptas? — preguntó una última vez, mientras salía de su bote y volvía a pisar el puerto.
Juuzou Yamazaki
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Creado por Eddard Lun Mayo 30, 2016 2:52 pm
Poco podía hacer, la conversación con aquella chica se había creado en un buen ambiente; las personas no parecían molestar y era agradable el instante en que dos personas podían intercambiar opiniones sin miedo a las consecuencias. El comer había sido un problema desde que tuvo que vender su barco, un grave error que pagaría en aquella tétrica isla, lugar donde podría entablar una tenue conversación con una desconocida. El rubor de sus mejillas no era fruto de sentimientos sino más bien del frío que sentía con la estancia, sus ropajes se habían mojado por la marea y la lluvia del día anterior dejando que su única muda se viese mermada al fracaso. Había sido franco con ella, ambos sabían que pasar hambre no era bueno y el rugido de sus estómagos habían neutralizado a las aves cercanas. Esto hacía que pudieran hablar con confianza sin sentirse rechazados, eso al menos era lo que el peliverde pensaba.
Las presentaciones fueron formuladas dejando que la tensión se eliminara, Amate asintió con el rostro ante tal nombre afirmando que lo había escuchado con atención. Su falta de sonrisa era notable, demasiado detonante para ser tan joven ¿acaso Amate era mucho mayor que ella? Ni lo más mínimo, más bien parecía él el infante a su lado. – Encantado. –afirmó dejando que su sonrisa no se eliminara de su cara-. Era joven, iluso y sin todavía el conocimiento sobre la vida actual, sobre el quien confiar y en quién no. Dio un voto de confianza a la joven presente dejando que las palabras fluyeran por sí solas. - ¿Dinero? –no tengo ni una moneda-. Se sinceró mientras se desprendía sus bolsillos libres de nada. – Pensé que regalaban la comida o se podía comer a cambio de fregar platos. –afirmó el joven sin entender todavía nada de cómo se mecía el mundo en aquellos tiempos de guerra y muerte-.
La sugerencia de la joven resultó apacible, sencilla para un luchador y todavía más para uno que fuese cocinero. - ¿Sabes cocinar? Acepto pero con una condición. –detuvo su frase mientras emprendía el camino hacia ninguna parte en particular-. Que yo también cocine. –zanjó al son que emprendía un camino deteniéndose a los tres metros desde que había salido-. Ella ya le había respondido sin este haber escuchado con atención, sabía cocinar y tendría que lidiar con animales menores como liebres o cerdos ¿No había vacas o bueyes? Animales con las que se podía hacer más carne. – Acepto ¿Por dónde empezamos? –preguntó dejando que ella fuese la que tomara el rumbo predilecto-. Tendrían que partir de inmediato antes de que las miradas de los civiles delataran sus intenciones.
Las presentaciones fueron formuladas dejando que la tensión se eliminara, Amate asintió con el rostro ante tal nombre afirmando que lo había escuchado con atención. Su falta de sonrisa era notable, demasiado detonante para ser tan joven ¿acaso Amate era mucho mayor que ella? Ni lo más mínimo, más bien parecía él el infante a su lado. – Encantado. –afirmó dejando que su sonrisa no se eliminara de su cara-. Era joven, iluso y sin todavía el conocimiento sobre la vida actual, sobre el quien confiar y en quién no. Dio un voto de confianza a la joven presente dejando que las palabras fluyeran por sí solas. - ¿Dinero? –no tengo ni una moneda-. Se sinceró mientras se desprendía sus bolsillos libres de nada. – Pensé que regalaban la comida o se podía comer a cambio de fregar platos. –afirmó el joven sin entender todavía nada de cómo se mecía el mundo en aquellos tiempos de guerra y muerte-.
La sugerencia de la joven resultó apacible, sencilla para un luchador y todavía más para uno que fuese cocinero. - ¿Sabes cocinar? Acepto pero con una condición. –detuvo su frase mientras emprendía el camino hacia ninguna parte en particular-. Que yo también cocine. –zanjó al son que emprendía un camino deteniéndose a los tres metros desde que había salido-. Ella ya le había respondido sin este haber escuchado con atención, sabía cocinar y tendría que lidiar con animales menores como liebres o cerdos ¿No había vacas o bueyes? Animales con las que se podía hacer más carne. – Acepto ¿Por dónde empezamos? –preguntó dejando que ella fuese la que tomara el rumbo predilecto-. Tendrían que partir de inmediato antes de que las miradas de los civiles delataran sus intenciones.
Eddard
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Creado por Juuzou Yamazaki Jue Jun 02, 2016 8:42 pm
Juuzou estuvo a punto de soltar una risa pero su subconsciente no permitió que eso sucediera y sin embargo enarcó una ceja ante el comentario del peliverde — ¿A caso es una broma? — se cruzó ligeramente de brazos y posteriormente siguió hablando — La gente no te regala la comida, realmente son muy pocos aquellos que están dispuestos a darte de lo que tienen ¿De dónde vienes? — preguntó un poco curiosa y también bastante confundida, no podía creer que todavía existían personas tan ¿ingenuas? quizá el niño no había tenido una vida tan cruel como la de ella, sin embargo no podía vivir en un mundo en el que creía que la comida se regalaba — En este mundo si lo que quieres es sobrevivir, será mejor que aprendas a que nada te va a dar nada gratis — mencionó un tanto seria — Debes aprender a conseguir tu comida con tus propios medios y algunas veces no te quedará otra opción más que robar — se encogió de hombros y comenzó a caminar en dirección contraria al puerto.
— ¿Tu también sabes cocinar? — la sorpresa fue aún mayor, se detuvo un par de segundos y posteriormente volvió caminar, como si en ese lapso hubiese procesado la poca información que el peliverde le decía — Bien, primero debemos conseguir un par de animales, uno para ti y uno para mi — señaló un pequeño monte que se veía no muy lejos — normalmente los animales que se pueden cazar están lejos de las personas así que quizá debamos caminar mucho más allá de la villa probablemente en las orillas — siguió caminando mientras se aseguraba de traer consigo sus armas para poder realizar la actividad que le estaba mencionando al peliverde — Supongo que antes has cazado a alguna liebre o.. algún pequeño jabalí — miró de reojo al niño, esperando alguna respuesta que le ayudara a entenderlo mejor.
— ¿Tu también sabes cocinar? — la sorpresa fue aún mayor, se detuvo un par de segundos y posteriormente volvió caminar, como si en ese lapso hubiese procesado la poca información que el peliverde le decía — Bien, primero debemos conseguir un par de animales, uno para ti y uno para mi — señaló un pequeño monte que se veía no muy lejos — normalmente los animales que se pueden cazar están lejos de las personas así que quizá debamos caminar mucho más allá de la villa probablemente en las orillas — siguió caminando mientras se aseguraba de traer consigo sus armas para poder realizar la actividad que le estaba mencionando al peliverde — Supongo que antes has cazado a alguna liebre o.. algún pequeño jabalí — miró de reojo al niño, esperando alguna respuesta que le ayudara a entenderlo mejor.
Juuzou Yamazaki
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Creado por Eddard Lun Jun 06, 2016 12:01 pm
Nada podía hacer, el destino había hecho que una persona se encontrara ante nuestro pirata; ante la persona que había buscado desesperadamente amigos con los que surcar los cuatro mares. Las preguntas se habían marcado en el rostro ajeno, reírse era una buena opción mas intentó quedar rezagado en no decir nada más, no quería sonar estúpido y mucho menos después de entender que había hecho el ridículo. - ¿Broma? –preguntó confuso justo cuando la siguiente pregunta le dejaba algo confuso-. Asentía con cada comentario, con cada explicación; era la primera vez que comía fuera de su casa y no entendía muy bien como era la vida cotidiana. – Los lugares donde he comido siempre me han invitado a cambio que me marchara cuando terminara. –respondió con total naturalidad-. El muchacho siempre entraba diciendo que era un pirata y claro, eso hacía que los taberneros y cantineros les salieran el miedo por si este les hacía algo malo. De ahí que le invitaran a comer, el joven e inocente pirata nunca lo había entendido creyendo que era invitado por buena voluntad ajena.
– Lo entiendo, robar sé que es la opción pero como… ya sabes, nunca he robado ¿Sabes robar? –preguntaba el muchacho con interés-. Era un novato en el arte de la piratería y ni tan siquiera se había peleado con nadie, luchar era algo secundario y robar se había convertido en algo muy lejano. La siguiente pregunta resultó sencilla de responder, se había pasado la vida cocinando. – Mis padres eran médicos en Frevance por lo que me tocaba vivir solo y cocinarme. –respondió sin terminar-. Con el tiempo le acabé cogiendo el gusto y al final es mi vocación-. El monte se encontraba no muy lejos de sus posiciones, debían cazar algo y no sería sencillo para alguien que nunca había cazado ¿Cómo se hacía? aquella mujer tendría que tener mucha paciencia con alguien como Amate, alguien muy inexperto en temas de caza y robar, un pirata demasiado novato ¿cómo era posible que siguiera vivo? Suerte y gracia divina. – En absoluto, siempre he cocinado lo que tenía en casa, lo que compraba ¿Cómo se caza? –aquel día sería complicado, mucho más de lo esperado-.
– Lo entiendo, robar sé que es la opción pero como… ya sabes, nunca he robado ¿Sabes robar? –preguntaba el muchacho con interés-. Era un novato en el arte de la piratería y ni tan siquiera se había peleado con nadie, luchar era algo secundario y robar se había convertido en algo muy lejano. La siguiente pregunta resultó sencilla de responder, se había pasado la vida cocinando. – Mis padres eran médicos en Frevance por lo que me tocaba vivir solo y cocinarme. –respondió sin terminar-. Con el tiempo le acabé cogiendo el gusto y al final es mi vocación-. El monte se encontraba no muy lejos de sus posiciones, debían cazar algo y no sería sencillo para alguien que nunca había cazado ¿Cómo se hacía? aquella mujer tendría que tener mucha paciencia con alguien como Amate, alguien muy inexperto en temas de caza y robar, un pirata demasiado novato ¿cómo era posible que siguiera vivo? Suerte y gracia divina. – En absoluto, siempre he cocinado lo que tenía en casa, lo que compraba ¿Cómo se caza? –aquel día sería complicado, mucho más de lo esperado-.
Eddard
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Creado por Juuzou Yamazaki Miér Jun 08, 2016 4:43 pm
Enarcó una ceja al escuchar el relato del pelirrojo, parecía que hablaba bastante en serio y hasta cierto punto le dió un poco de envidia el saber que lograba conseguir comida gratis a cambio de marcharse ¿Es que a ella siempre le tocaba conocer a la peor escoria del mundo? Ahí la razón de que decidiera vagar por la vida completamente sola, sin confiar en nadie y siempre preparada para cualquier mala jugada que por lo visto era algo que siempre le perseguía. Entrecerró los ojos en su dirección — Por supuesto que sé robar, no es algo que sea de mi agrado, pero es necesario, sobretodo cuando no eres apto para trabajar o para simplemente mezclarte con las personas — la peliazul recordó sus ataques de ansiedad y el daño grave que podía sufrir todo aquél que estuviese cerca inocente o no.
-Al menos tú conociste a tus padres- pensó la joven Juuzou mientras caminaban en dirección contraria al puerto, parecía que se había topado con su parte opuesta en todos los sentidos pero aún así no podía ser grosera con él, mucho menos cuando la suerte no es algo que tú decidas tener, más bien es eso, suerte. Se relamió los labios algo desesperada ¿Cómo se suponía que iban a cazar si ella era la única que sabía hacerlo? Respiró hondo y se detuvo unos segundos — De verdad que eres alguien con mucha suerte — admitió, llevándose una mano a la cadera y la otra a la barbilla, pensativa, quizá no era demasiado tarde para una clase de caza pero considerando que hacía no mucho rato ambos estómagos habían rugido reclamando alimento podría ser más que complicado ya que ninguno de los dos tendría suficiente paciencia para ello sin embargo ¿Qué más daba? No todos los días puedes ayudar a alguien y aunque Juu no era el tipo de chica que se la pasaba haciendo caridad, si podía ayudar a alguien lo hacía sin más.
— Bien.. supongo que puedo tomarme el tiempo de enseñarte lo poco que sé sobre caza — miró al pelirrojo delante de sí — Pero debes prometerme que pondrás tu mayor esfuerzo ya que ninguno de los dos estamos en disposición de tomarnos nuestro tiempo para cazar algo — advirtió — El hambre no te deja pensar bien — y era cierto, muchas veces había tomado malas decisiones por el simple hecho de tener hambre — Así que sigamos andando, nos espera una tarde larga — se encogió de hombros y puso marcha de nuevo en dirección al monte — Así aprovecho para aprender de tus técnicas de cocina y amplio las mías, es un buen trato ¿No lo crees? —.
-Al menos tú conociste a tus padres- pensó la joven Juuzou mientras caminaban en dirección contraria al puerto, parecía que se había topado con su parte opuesta en todos los sentidos pero aún así no podía ser grosera con él, mucho menos cuando la suerte no es algo que tú decidas tener, más bien es eso, suerte. Se relamió los labios algo desesperada ¿Cómo se suponía que iban a cazar si ella era la única que sabía hacerlo? Respiró hondo y se detuvo unos segundos — De verdad que eres alguien con mucha suerte — admitió, llevándose una mano a la cadera y la otra a la barbilla, pensativa, quizá no era demasiado tarde para una clase de caza pero considerando que hacía no mucho rato ambos estómagos habían rugido reclamando alimento podría ser más que complicado ya que ninguno de los dos tendría suficiente paciencia para ello sin embargo ¿Qué más daba? No todos los días puedes ayudar a alguien y aunque Juu no era el tipo de chica que se la pasaba haciendo caridad, si podía ayudar a alguien lo hacía sin más.
— Bien.. supongo que puedo tomarme el tiempo de enseñarte lo poco que sé sobre caza — miró al pelirrojo delante de sí — Pero debes prometerme que pondrás tu mayor esfuerzo ya que ninguno de los dos estamos en disposición de tomarnos nuestro tiempo para cazar algo — advirtió — El hambre no te deja pensar bien — y era cierto, muchas veces había tomado malas decisiones por el simple hecho de tener hambre — Así que sigamos andando, nos espera una tarde larga — se encogió de hombros y puso marcha de nuevo en dirección al monte — Así aprovecho para aprender de tus técnicas de cocina y amplio las mías, es un buen trato ¿No lo crees? —.
Juuzou Yamazaki
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Creado por Eddard Lun Jun 13, 2016 1:30 pm
Apenas podía sentir nada, el día se había convertido en una auténtica aventura. El pelirrojo había topado con algo interesante, una muchacha, una joven de oscuro cabello y mirada interesante. Una persona que le había ofrecido cazar y cocinar. El pelirrojo ladeo su cuerpo, su afilada mirada no cesaba dejando que todo ocurriera demasiado pronto; giró su cuello, detuvo su palabra con un dedo colocado bajo sus labios; volvió a mirar el cielo, detuvo su pensamiento y permitió dejar que el sonido de aquella conversación llegara a sus oídos. Las preguntas fueron formuladas con velocidad al mismo tiempo que las respuestas cesaban con agilidad; esto hizo que la estancia del pirata tuviera un inicio y un buen final. – Trabajar no es fácil y menos cuando el mundo te lo pone todo en contra. –alegó el joven mientras mostraba su nívea y pintada sonrisa-. El arlequín se encontraba divertido, con la forma de pensar de aquella chica y mucho más con la situación que estaban padeciendo; debían azar y no había mucho que obtener en aquellos lares. Algún animal pequeño o jugarse entrar en dependencias privadas a saquear todo lo que tuviera valor. Su siguiente expresión parecía melancólica, Amate había conocido a sus padres, eran buenas personas y seguramente sentirían pena por el hijo que se habían echado.
- ¿Suerte? ¿Por qué dices eso? ¿Es por mi pelo rojo? Soy atractivo, lo sé. –alegó el humilde pirata mientras proseguía con su camino.- Como un niño pequeño, el pelirrojo se sentó en el suelo, cruzó sus piernas y esperó que las explicaciones llegaran por si solas. – Vale, yo te sigo. –expresó mientras se levantaba y emprendía el camino para la captura-. Mis tácticas de cocina… -repitió mientras proseguía con el camino-. No tengo tácticas, cocino lo primero que veo, le echo sal y lo demás viene dado. –comentaba con naturalidad dejando escapar una sonrisa agria y, al mismo tiempo, misteriosa-. Encontrar comida no sería sencillo mas en la distancia aparecerían animales ¿Cuál tipo de animal? Terrestres, conejos, liebres, jabalís.
- ¿Suerte? ¿Por qué dices eso? ¿Es por mi pelo rojo? Soy atractivo, lo sé. –alegó el humilde pirata mientras proseguía con su camino.- Como un niño pequeño, el pelirrojo se sentó en el suelo, cruzó sus piernas y esperó que las explicaciones llegaran por si solas. – Vale, yo te sigo. –expresó mientras se levantaba y emprendía el camino para la captura-. Mis tácticas de cocina… -repitió mientras proseguía con el camino-. No tengo tácticas, cocino lo primero que veo, le echo sal y lo demás viene dado. –comentaba con naturalidad dejando escapar una sonrisa agria y, al mismo tiempo, misteriosa-. Encontrar comida no sería sencillo mas en la distancia aparecerían animales ¿Cuál tipo de animal? Terrestres, conejos, liebres, jabalís.
Eddard
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Juuzou Yamazaki Mar Jun 21, 2016 3:55 pm
Entrecerró los ojos ante el comentario del pelirrojo y no pudo evitar rodar los ojos, no odiaba la gente así, pero resultaba que ella no era precisamente la persona con más paciencia en el mundo y más aún cuando tenía hambre porque dicha paciencia se reducía a cero y quizá fuera más fácil sacarla de sus casillas de lo habitual. Chascó la lengua dejando de lado su comentario y comenzó a hablar sobre a lo que ella realmente hacía referencia — Con suerte, me refiero a que no has tenido que lidiar demasiado por conseguir alimento, no sobre.. cualquier atributo físico, no malinterpretes.. — se encogió de hombros y siguió caminando esperando que antes de llegar al monte pudiesen cruzarse con algún animal y así ahorrarse el viaje, cosa que dudaba pero no descartaba del todo, por ello iba con la vista no sólo en el camino sino también en los alrededores, atenta a cualquier movimiento fuera de lo habitual.
Se relamió los labios y siguió su camino, no podía creer que el pelirrojo no tuviese técnicas de comida, si bien no se trataba de seguir un instructivo para preparar pasta, o cualquier otro platillo, toda carne y todo ingrediente tenía una razón de ser y la peliazul no se había dado a la tarea de improvisar tal como lo hacía el pelirrojo con ingredientes nuevos hasta que sabía cómo aprovechar al máximo su sabor, improvisar no era algo que podía hacerse sin los conocimientos básicos de cada ingrediente, pero claro, siempre podía cruzarse con personas con el don de la cocina, que necesitaban simplemente tener los ingredientes delante para poder hacer una obra de arte, cosa que Juuzou no era — Bueno, en todo caso te prestaré suficiente atención para poder entender cómo es que cocinas — admitió, ella seguía avanzando a la par del pelirrojo — Si quieres comer pronto, supongo que el caminar un poco mas rápido puede ser de ayuda — comentó mientras aceleraba el paso, dominada más que nada, por el hambre que traía encima.
Se relamió los labios y siguió su camino, no podía creer que el pelirrojo no tuviese técnicas de comida, si bien no se trataba de seguir un instructivo para preparar pasta, o cualquier otro platillo, toda carne y todo ingrediente tenía una razón de ser y la peliazul no se había dado a la tarea de improvisar tal como lo hacía el pelirrojo con ingredientes nuevos hasta que sabía cómo aprovechar al máximo su sabor, improvisar no era algo que podía hacerse sin los conocimientos básicos de cada ingrediente, pero claro, siempre podía cruzarse con personas con el don de la cocina, que necesitaban simplemente tener los ingredientes delante para poder hacer una obra de arte, cosa que Juuzou no era — Bueno, en todo caso te prestaré suficiente atención para poder entender cómo es que cocinas — admitió, ella seguía avanzando a la par del pelirrojo — Si quieres comer pronto, supongo que el caminar un poco mas rápido puede ser de ayuda — comentó mientras aceleraba el paso, dominada más que nada, por el hambre que traía encima.
Juuzou Yamazaki
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