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Creado por Shinra Tsukishima Lun Jun 27, 2016 8:56 pm
Bff... Qué pereza salir... Revy quería irse a explorar la isla, a saber cuanto nos tomaría eso, además de explorar la isla karate, ¿justamente esa isla? En fin, aunque parecía que no me daba igual, sólo que me parecía curiosa la situación por el echo de que no tenía más secretos que la gente hace kárate, punto. A menos que, claro, buscasen un tesoro, pero no tenía mapa ni nada, o eso pensaba. Lo estaba hablando delante mía y proponiéndolo delante de Angelo también, sólo nosotros 3. Me resultaba complicado por el echo de caminar sin sentido hasta detenernos dios sabe cuando. En este tipo de cosas, se sabe cuando se empieza pero no cuando se acaba. Pero bueno, más me valía ser positivo y pensar que me encontraré al menos un pirata por el cual cobrar algo de dinero, estaba prácticamente pelao, así que, no era una mala opción tampoco, aunque seguramente no vaya a encontrar una mierda, pero si planeaba ser millonario al día de mañana, debería cazar algo y desde luego que quedarse durmiendo en la cama sin que nadie te moleste era tentador, pero ya había gente cuidando el barco.
Tras haber bajado del barco, avanzamos por un sendero de unos siete metros de ancho, rodeado de de hierbas que por alguna razón están cómo si hubiese pasado una cortacésped, bajito, verde y frondoso. Acompañado de los desniveles de terreno por la zona de la costa, aunque esto no fue más que el principio, ya que por delante, tras caminar muchos metros, nos encontramos con un camino que se dividía por tres lados, y por cada uno de ellos, a saber cuántos más. Yo estaba detrás de Angelo y Revy, mirando todo lo que me envolvía y no perder detalle simplemente por aburrimiento. La caminata se pausó momentáneamente a causa de que camino escoger. Con las manos en los bolsillos, esperaba que uno de los tomase una decisión, a mí me daba igual y pasaba de comentar u opinar. Los caminos, a lo largo de ellos se podía ver más o menos los paisajes de cada uno; El de la izquierda llevaba a una especie de bosque, no se veía nada más detrás de eso. El del centro llevaba a una especie de llanura o pradera llena de casas rudimentarias y parecía bifurcarse hacia otra llanura pero esta más desértica, cómo si hubiese muerto la vegetación. Y en la derecha nos llevaba a simple vista a una gran zona de playa que bordeaba con un faro, eso estaba a un kilómetro y no se veía mucho más desde esta posición. A decir verdad, no todo me daba igual, prefería ir donde las casas a ver la gastronomía, me he dado cuenta de que la comida me gusta. Pero a fin de cuentas iba a comer igual, y no sabía el que... Me echaba para atrás dejarles elegir, pero veía una pérdida de tiempo hacerlo, tres personas discutiendo es un coñazo de toda la vida.
Tras haber bajado del barco, avanzamos por un sendero de unos siete metros de ancho, rodeado de de hierbas que por alguna razón están cómo si hubiese pasado una cortacésped, bajito, verde y frondoso. Acompañado de los desniveles de terreno por la zona de la costa, aunque esto no fue más que el principio, ya que por delante, tras caminar muchos metros, nos encontramos con un camino que se dividía por tres lados, y por cada uno de ellos, a saber cuántos más. Yo estaba detrás de Angelo y Revy, mirando todo lo que me envolvía y no perder detalle simplemente por aburrimiento. La caminata se pausó momentáneamente a causa de que camino escoger. Con las manos en los bolsillos, esperaba que uno de los tomase una decisión, a mí me daba igual y pasaba de comentar u opinar. Los caminos, a lo largo de ellos se podía ver más o menos los paisajes de cada uno; El de la izquierda llevaba a una especie de bosque, no se veía nada más detrás de eso. El del centro llevaba a una especie de llanura o pradera llena de casas rudimentarias y parecía bifurcarse hacia otra llanura pero esta más desértica, cómo si hubiese muerto la vegetación. Y en la derecha nos llevaba a simple vista a una gran zona de playa que bordeaba con un faro, eso estaba a un kilómetro y no se veía mucho más desde esta posición. A decir verdad, no todo me daba igual, prefería ir donde las casas a ver la gastronomía, me he dado cuenta de que la comida me gusta. Pero a fin de cuentas iba a comer igual, y no sabía el que... Me echaba para atrás dejarles elegir, pero veía una pérdida de tiempo hacerlo, tres personas discutiendo es un coñazo de toda la vida.
Shinra Tsukishima
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
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Creado por Angelo Jaguerjakert Miér Jun 29, 2016 4:53 am
Mojados, hasta arriba de agua estaban los piratas en la costa, acababan de salir del agua y para suerte de Angelo el albino logró ganar en la carrera, con algo de juego sucio pero qué más daba, el fin siempre justificaba los medios para él. – ¿Sexo oral no? Pues debo pensar en una nueva primera orden. - Comentó con ironía cómica. Se habían alejado del barco, pero y qué? Allí cada uno iba por su lado, eran piratas reunidos por la mera ayuda en común que se podían brindar en ciertos momentos, por algunos como por Revy el propio Angelo sentía algo más de empatía, pero en el fondo eran eso, capitanes individuales en una formación sin capitán, suena hasta poético. Sin embargo la paz podría durar poco si al final se confirmaba, como se decía por lo bajo, que Shinra era cazador de recompensas.
Angelo azotó el culo mojado de su compañera y cuando esta reaccionara a la defensiva el artillero levantó una ceja, recordando que habían realizado un trato y ahora le debía sumisión completa. – Estoy empapado, si me haces el favor de sujetar esto. - Completamente desnudo, Angelo ni más ni menos levantó sus testículos, esperando por alguna razón que Revy sujetara estos para el poder limpiarlos. Todo muy random. – Vamos Revy, es una zona complicada, siempre he querido alguna máquina que los sujetara o algo, es complicado limpiar con eficacia en esa zona, pero con tu ayuda… Oh, no quiero ni pensarlo. Además has perdido, haz lo que se te ordena, perrrrrrrrrito! - Chistó con la boca, golpeándose la pierna con la mano al mismo tiempo.
Revy conocía como era Angelo y sabía que aprovecharía al cien por cien aquel maldito juego para intentar comprometerla, llevarla hasta lo incomodo y quién sabe si saciar sus más profundos deseos de hombre demente. Tras aquello, la mujer y el hombre caminaron hasta la senda del camino que sale desde el puerto, donde se toparon inmediatamente con Shinra, pero no con los demás. Esto parecía un viaje de tres. Angelo no preguntó, tan solo chistó nuevamente a Revy como si fuera una perrita y se encaminó hacia la zona con viviendas.
Angelo azotó el culo mojado de su compañera y cuando esta reaccionara a la defensiva el artillero levantó una ceja, recordando que habían realizado un trato y ahora le debía sumisión completa. – Estoy empapado, si me haces el favor de sujetar esto. - Completamente desnudo, Angelo ni más ni menos levantó sus testículos, esperando por alguna razón que Revy sujetara estos para el poder limpiarlos. Todo muy random. – Vamos Revy, es una zona complicada, siempre he querido alguna máquina que los sujetara o algo, es complicado limpiar con eficacia en esa zona, pero con tu ayuda… Oh, no quiero ni pensarlo. Además has perdido, haz lo que se te ordena, perrrrrrrrrito! - Chistó con la boca, golpeándose la pierna con la mano al mismo tiempo.
Revy conocía como era Angelo y sabía que aprovecharía al cien por cien aquel maldito juego para intentar comprometerla, llevarla hasta lo incomodo y quién sabe si saciar sus más profundos deseos de hombre demente. Tras aquello, la mujer y el hombre caminaron hasta la senda del camino que sale desde el puerto, donde se toparon inmediatamente con Shinra, pero no con los demás. Esto parecía un viaje de tres. Angelo no preguntó, tan solo chistó nuevamente a Revy como si fuera una perrita y se encaminó hacia la zona con viviendas.
Angelo Jaguerjakert
Hoja de personaje
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(4/100)
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Creado por Revy Lothbrok Miér Jun 29, 2016 1:49 pm
Revy y Angelo acababan de salir del mar, llegando a la playa, a la arena y al frío, ya que empezaba a hacer un poco de viento y estaban completamente mojados. La mujer, nada más que salió empezó a quitarle el agua del pelo, estrujándolo entre sus manos y sacudiéndolo un poco. Estaba despistada y el pirata aprovechó el momento para azotar una de sus nalgas. Revy, más por instinto que otra cosa, se giró y le miró frunciendo las cejas, levantó una de sus manos como si fuese a darle una hostia en la cara, pero se acordó de la apuesta y cerró la mano. Dio un suspiro y estaba a punto de volver a girarse, cuando Angelo volvió a llamar su atención, diciendo que “sujetase algo”. Ésta ya se hacía una idea de lo que tenía que sujetar, teniendo en cuenta que solo llevaban encima un bañador, no había mucho más. que sujetar. Le miró, arqueando una ceja y frunciendo la otra, mirando qué estaba haciendo.
Tras pocos segundos, el albino se sacó el bañador, quedándose desnudo delante de la chica. Ésta rodó los ojos y se limitó a sujetar el bañador, sin mirarle, como si estuviese incómoda, cuando realmente no lo estaba, pero tampoco le gustaba. ¿Angelo le estaba diciendo que hiciera de verdad “eso”? Revy soltó una risita. - ¿Qué pasa? ¿Qué desde que te agarré el paquete la primera vez tienes ganas de más? - Sonrió, mirando todavía para otro lado. – Lo siento, pero tocar el sexo de nadie no entra en el trato. – Le tiró el bañador a la cara. – Al menos no así. Es decir, dices que lo haga por mandarme a hacer algo, pero si fuésemos a tener sexo, me daría igual. – Todavía sonreía, no se tomaba en serio las bromas de Angelo, habría aprendido a que eran eso, meras bromas y que no eran con segundas intenciones. Aunque seguro que, si Revy lo hubiese hecho, a Angelo no le habría importado.
Revy empezaba a arrepentirse por segundos de haber aceptado la apuesta. Apodos como “perrita” actuarían como si nuevo nombre a partir de ahora hasta dentro de una semana. Y Angelo se aprovecharía al máximo de aquella superioridad con fecha de caducidad, pues le encantaba sentir como todos le hacían caso, y más ella, que siempre habían tenido una relación de amistosa rivalidad, intentando uno ponerse por encima del otro. Pero como la mujer ya dijo, no iba a ser ni la primera ni la última de estas apuestas, y la siguiente la ganaría ella, para así poder vengarse de todo lo que le hiciese durante esta semana, que no sería poco. Apenas habían pasado cinco minutos del fin de la apuesta y ya había “ejercido su poder” sobre ella dos veces.
Se secaban mientras iban caminando, estaban adentrándose ya en la ciudad, cuando se encontraron a Shinra, que había terminado su siesta. Entre todos, pero sobretodo por parte de la insistencia de Revy, decidieron ir a explorar la isla, adentrándose dentro de un no muy frondoso bosque, con unos caminos establecidos. Seguían en línea recta, Revy caminaba al lado de Angelo y Shinra se mantenía más o menos apartado, por unos dos pasos por detrás. ¿Sería que no tenía ganas de hablar? El caso es que Revy sí hablaba con Angelo, y cada dos por tres, éste volvía a llamarla de alguna manera nueva o a chistarla con la boca. Esto de hacer caso a alguien iba a ser muy difícil para Revy, estaba muy acostumbrada a ser “libre”, bueno, a llevar la contraria en casi todo, no por gusto, sino porque sentía la necesidad de no quedarse callada nunca. Hasta que se pararon en frente de una decisión; qué camino elegir ahora. Había tres; un bosque, un pequeño pueblo y por último una playa. Ella ya había visto demasiado bosque, aunque le gustaba esa idea; aparte acababan de estar en una playa, así que estaba cansada de la arena; esto dejó como decisión final, el pequeño pueblecito, que tenía unas pequeñas casitas de madera y un olor a comida recién hecha. El estómago de Revy rugió nada más el aroma llegó a ella.
Tras pocos segundos, el albino se sacó el bañador, quedándose desnudo delante de la chica. Ésta rodó los ojos y se limitó a sujetar el bañador, sin mirarle, como si estuviese incómoda, cuando realmente no lo estaba, pero tampoco le gustaba. ¿Angelo le estaba diciendo que hiciera de verdad “eso”? Revy soltó una risita. - ¿Qué pasa? ¿Qué desde que te agarré el paquete la primera vez tienes ganas de más? - Sonrió, mirando todavía para otro lado. – Lo siento, pero tocar el sexo de nadie no entra en el trato. – Le tiró el bañador a la cara. – Al menos no así. Es decir, dices que lo haga por mandarme a hacer algo, pero si fuésemos a tener sexo, me daría igual. – Todavía sonreía, no se tomaba en serio las bromas de Angelo, habría aprendido a que eran eso, meras bromas y que no eran con segundas intenciones. Aunque seguro que, si Revy lo hubiese hecho, a Angelo no le habría importado.
Revy empezaba a arrepentirse por segundos de haber aceptado la apuesta. Apodos como “perrita” actuarían como si nuevo nombre a partir de ahora hasta dentro de una semana. Y Angelo se aprovecharía al máximo de aquella superioridad con fecha de caducidad, pues le encantaba sentir como todos le hacían caso, y más ella, que siempre habían tenido una relación de amistosa rivalidad, intentando uno ponerse por encima del otro. Pero como la mujer ya dijo, no iba a ser ni la primera ni la última de estas apuestas, y la siguiente la ganaría ella, para así poder vengarse de todo lo que le hiciese durante esta semana, que no sería poco. Apenas habían pasado cinco minutos del fin de la apuesta y ya había “ejercido su poder” sobre ella dos veces.
Se secaban mientras iban caminando, estaban adentrándose ya en la ciudad, cuando se encontraron a Shinra, que había terminado su siesta. Entre todos, pero sobretodo por parte de la insistencia de Revy, decidieron ir a explorar la isla, adentrándose dentro de un no muy frondoso bosque, con unos caminos establecidos. Seguían en línea recta, Revy caminaba al lado de Angelo y Shinra se mantenía más o menos apartado, por unos dos pasos por detrás. ¿Sería que no tenía ganas de hablar? El caso es que Revy sí hablaba con Angelo, y cada dos por tres, éste volvía a llamarla de alguna manera nueva o a chistarla con la boca. Esto de hacer caso a alguien iba a ser muy difícil para Revy, estaba muy acostumbrada a ser “libre”, bueno, a llevar la contraria en casi todo, no por gusto, sino porque sentía la necesidad de no quedarse callada nunca. Hasta que se pararon en frente de una decisión; qué camino elegir ahora. Había tres; un bosque, un pequeño pueblo y por último una playa. Ella ya había visto demasiado bosque, aunque le gustaba esa idea; aparte acababan de estar en una playa, así que estaba cansada de la arena; esto dejó como decisión final, el pequeño pueblecito, que tenía unas pequeñas casitas de madera y un olor a comida recién hecha. El estómago de Revy rugió nada más el aroma llegó a ella.
Revy Lothbrok
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Creado por Vegnor Dozz Jue Jun 30, 2016 1:30 am
¿Donde había estado todo este tiempo? Se preguntarían todos y la respuesta era sencilla; estaba durmiendo en el barco. La terrible resaca y el movimiento de la nave ante el oleaje del mar lo habían dejado noqueado desde el Reino de Bliss, había estado prácticamente inconsciente todo el viaje, durmiendo detrás de unos barriles de madera gastada, rodeado de botellas de ron vacías. Al moreno le gustaba realmente la bebida, pero para su mala fortuna el día siguiente siempre parecía el día de su muerte, pero no hoy, hoy era un hombre nuevo y rejuvenecido que había sobrevivido a su última tanda de alcohol. El pirata abrió sus ojos oscuros lentamente y soltó un bostezo que se escuchó casi como un gruñido ronco que resonó en el barco; era como si una bestia se hubiera despertado. Llevó una de sus manos a su rostro con el puño cerrado y talló sus ojos para después colocarse de pie, haciendo crujir la madera bajo él.
Al estar de pie giró su rostro, sin identificar donde estaba, solo habían aquellos barriles gastados en una habitación sin ventanas, seguramente se trataba de un cuarto para provisiones que tenía el barco, ¿por qué había terminado allí? Que importaba, ahora solo importaba una cosa. —Ron — Dijo con aquella voz seca mientras se inclinaba recogiendo una de las botellas e intentaba vaciar sus contenidos dentro de su boca abierta, pero nada salía, ni una sola gota. Vegnor lanzó con violencia la botella contra la pared dejando que se quebrara en pedazos y se agachó para tomar otra botella, inclinandola sobre su boca, como si fuera un moribundo en el desierto buscando agua desesperadamente; y nada. — Maldita sea...debo buscar ron...— Murmuró, dirigiéndose hacia una escalera que llevaba hacia la cubierta del barco. Subió aquellos escalones que rechinaban ante cada pisada y al salir hacia la superficie notaría como todo su ser era cubierto por la luz del día, mientras el abrasante Sol le forzaba a entrecerrar los ojos y colocar un brazo flexionado sobre su frente para proteger su vista.
Tras unos breves instantes sus ojos se acostumbraron a la luz y bajó su brazo, dejando el cielo azulado a la vista junto a algunas gaviotas blancas que volaban en las cercanías. Parecía que no había nadie a la vista por más que girara su cabeza buscando a sus camaradas, pero no había señal de ninguno. Sin embargo, en la cercanía del barco podía visualizar la costa de una isla que no lograba identificar. — Deben estar allá. — Comentó de manera ronca y antes de que pudiera moverse un fuerte dolor de estomago le hizo estremecer, junto con la sensación de tener la garganta seca. — El ron puede esperar. — Pensó para si mismo, decidiendo buscar antes agua y comida como le pedía su cuerpo, si bien le gustaba el alcohol y los vicios mundanos era alguien que sabía establecer prioridades. Pronto empezaría su periodo de entrenamiento, buscando prepararse para enfrentar las dificultades que se toparían en su recorrido como grupo, pero de momento solo se dejaría llevar unos cuantos días antes de entrar en un régimen disciplinario.
Vegnor podría verse a primera vista como alguien descuidado, tosco e irresponsable, pero detrás de aquella apariencia se manifestaba una ambición; la ambición de un hombre que quería controlar los mares. Así que estaba decidido; iría a la isla a buscar comida y agua para después buscar a sus compañeros. El moreno vestía con sus zapatos negros lustrados, su pantalón del mismo color y una camisa blanca que entraba en contraste, sin embargo, esta vez no llevaba su chaqueta ni su corbata, por lo que tenía una apariencia más relajada y fresca, en lugar del porte formal que suele llevar. Aunque tampoco tenía consigo su espada, lo cual le preocupaba. Llevando su mano detrás de su cabeza rascaría su cuello mirando a todas partes, buscando su espada, hasta que la pudo ver, tirada en el suelo junto a un mástil.
Tomó su arma enfundada y la acomodó en su espalda, para después acercarse hasta uno de los lados del barco y saltar por la borda, como si nada, lanzándose al mar de clavada. Una vez que estuvo en el agua nadó hacia la costa, atravesando la planicie verdosa hasta tocar la arena. El moreno salió del agua con sus prendas empapadas y siguió caminando de largo, adentrándose en la isla, en busca de civilización. — Malditos bastardos que no avisan. — Condenó a sus compañeros por dejarlo tirado mientras se adentraba en una especie de bosque.
Al estar de pie giró su rostro, sin identificar donde estaba, solo habían aquellos barriles gastados en una habitación sin ventanas, seguramente se trataba de un cuarto para provisiones que tenía el barco, ¿por qué había terminado allí? Que importaba, ahora solo importaba una cosa. —Ron — Dijo con aquella voz seca mientras se inclinaba recogiendo una de las botellas e intentaba vaciar sus contenidos dentro de su boca abierta, pero nada salía, ni una sola gota. Vegnor lanzó con violencia la botella contra la pared dejando que se quebrara en pedazos y se agachó para tomar otra botella, inclinandola sobre su boca, como si fuera un moribundo en el desierto buscando agua desesperadamente; y nada. — Maldita sea...debo buscar ron...— Murmuró, dirigiéndose hacia una escalera que llevaba hacia la cubierta del barco. Subió aquellos escalones que rechinaban ante cada pisada y al salir hacia la superficie notaría como todo su ser era cubierto por la luz del día, mientras el abrasante Sol le forzaba a entrecerrar los ojos y colocar un brazo flexionado sobre su frente para proteger su vista.
Tras unos breves instantes sus ojos se acostumbraron a la luz y bajó su brazo, dejando el cielo azulado a la vista junto a algunas gaviotas blancas que volaban en las cercanías. Parecía que no había nadie a la vista por más que girara su cabeza buscando a sus camaradas, pero no había señal de ninguno. Sin embargo, en la cercanía del barco podía visualizar la costa de una isla que no lograba identificar. — Deben estar allá. — Comentó de manera ronca y antes de que pudiera moverse un fuerte dolor de estomago le hizo estremecer, junto con la sensación de tener la garganta seca. — El ron puede esperar. — Pensó para si mismo, decidiendo buscar antes agua y comida como le pedía su cuerpo, si bien le gustaba el alcohol y los vicios mundanos era alguien que sabía establecer prioridades. Pronto empezaría su periodo de entrenamiento, buscando prepararse para enfrentar las dificultades que se toparían en su recorrido como grupo, pero de momento solo se dejaría llevar unos cuantos días antes de entrar en un régimen disciplinario.
Vegnor podría verse a primera vista como alguien descuidado, tosco e irresponsable, pero detrás de aquella apariencia se manifestaba una ambición; la ambición de un hombre que quería controlar los mares. Así que estaba decidido; iría a la isla a buscar comida y agua para después buscar a sus compañeros. El moreno vestía con sus zapatos negros lustrados, su pantalón del mismo color y una camisa blanca que entraba en contraste, sin embargo, esta vez no llevaba su chaqueta ni su corbata, por lo que tenía una apariencia más relajada y fresca, en lugar del porte formal que suele llevar. Aunque tampoco tenía consigo su espada, lo cual le preocupaba. Llevando su mano detrás de su cabeza rascaría su cuello mirando a todas partes, buscando su espada, hasta que la pudo ver, tirada en el suelo junto a un mástil.
Tomó su arma enfundada y la acomodó en su espalda, para después acercarse hasta uno de los lados del barco y saltar por la borda, como si nada, lanzándose al mar de clavada. Una vez que estuvo en el agua nadó hacia la costa, atravesando la planicie verdosa hasta tocar la arena. El moreno salió del agua con sus prendas empapadas y siguió caminando de largo, adentrándose en la isla, en busca de civilización. — Malditos bastardos que no avisan. — Condenó a sus compañeros por dejarlo tirado mientras se adentraba en una especie de bosque.
Vegnor Dozz
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Creado por Shinra Tsukishima Jue Jun 30, 2016 6:44 pm
No se cuanto nos tomaría llegar a nuestro destino, si es que teníamos. Y para ir a explorar, nos estábamos dirigiendo a la civilización ~ ¿En serio que vamos allí? En fin, no me queda otra que aguantar a estos dos... Bf... ~ Caminaba angustiado desde casi del principio, aunque sin berrear, ni por lo bajito. Sólo se podía descubrir por la mirada, pero cómo iba a 10 metros de distancia poco iban a ver, la única forma era que alguno se molestase en hablarme y dudaba mucho de que eso pasase por la personalidad aparente de cada uno, de la tía no es que sepa mucho, pero conociendo a Angelo... Y por el rollo que se llevaban... En fin, como no se cómo es ella, no voy a opinar al respecto, aunque a fin de cuentas me da igual, aunque siempre repito esta frase. Sólo esperaba que no se me hiciese largo el viaje únicamente de 3 personas, y cuando nos reunimos éramos 6 ~ Menudos rebentaos de la vida ~ Me refería a Kronos, a Vegnor y a la otra chica. Que se quedasen en el barco ahí tirados... ~ Esos si que saben ~ Les envidiaba. No tenían que tragarse este tostón de viaje, más que nada por el simple echo de caminar ~ Puta vida... ~ Esto sí se me escapó sin querer, aunque no había que darle importancia.
Shinra Tsukishima
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Creado por Angelo Jaguerjakert Dom Jul 03, 2016 9:32 pm
-Sexo, sexo, sexo, Revy, parece que siempre piensas en lo mismo. - Angelo mostró una sonrisa mientras miraba como Shinra seguía farfullando, era un tipo al que le daba todo igual y ciertamente esa actitud se tornaba bastante aburrida, de ahí que el albino pasara más tiempo con la única persona del grupo (Revy) que portaba una personalidad más llamativa. Los piratas llegan hasta el poblado aquel, varias casas y algún local, todo muy rudimentario, aquel trozo de roca era conocido por el dojo de combate con katanas, no por ser un lugar turístico, así que poco encontrarían. - Tengo ganas de hacer maldades, me aburro. - Susurró entre silbidos el artillero. Estaba aburriéndose, mal asunto para los civiles de por allí. Lentamente sus huellas iban siendo dejadas, marcando el camino hacia el local más cercano. Era una taberna de madera, con la puerta que se caía a cachos. El pirata fue el primero en entrar.- POR FAVOR ALGO DE COMER. - Gritó como manera de llamar la atención en aquel establecimiento, algo que estaba buscando por que vuelvo a decir, querido lector, que se aburría.
La gente cuando se aburre se busca un hobby o mantiene una mentalidad racional o simplemente es "maduro" un concepto que no tenía nada que ver con la descripción en si para Angelo, siempre le había parecido una mala forma de referirse a alguien aburrido y que tiene claras tendencias depresivas. Entró en el local, dejó caer su culo sobre la primera silla que ve que está alrededor de la mesa más grande, cerca de la puerta, allí todos tenían hueco, tanto Shinra como Revy. La mirada del camarero es asesina, pero la sonrisa de Angelo es más directa. Llega una bonita mujer, una joven de unos veintiséis años, rubia, un pelo dorado le acaricia la espalda. Esta deja el cartel de la comida en la mesa, allí estaban todos los platos que eran capaces de cocinar y servir. Cuando se da la vuelta el pirata azota el trasero de la muchacha, levantando a la misma un poco del suelo. - No me disgusta este lugar. - Sonríe.
La gente cuando se aburre se busca un hobby o mantiene una mentalidad racional o simplemente es "maduro" un concepto que no tenía nada que ver con la descripción en si para Angelo, siempre le había parecido una mala forma de referirse a alguien aburrido y que tiene claras tendencias depresivas. Entró en el local, dejó caer su culo sobre la primera silla que ve que está alrededor de la mesa más grande, cerca de la puerta, allí todos tenían hueco, tanto Shinra como Revy. La mirada del camarero es asesina, pero la sonrisa de Angelo es más directa. Llega una bonita mujer, una joven de unos veintiséis años, rubia, un pelo dorado le acaricia la espalda. Esta deja el cartel de la comida en la mesa, allí estaban todos los platos que eran capaces de cocinar y servir. Cuando se da la vuelta el pirata azota el trasero de la muchacha, levantando a la misma un poco del suelo. - No me disgusta este lugar. - Sonríe.
Angelo Jaguerjakert
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