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Creado por Eberhard Schwarzschild Dom Dic 13, 2015 11:52 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Una noche nevada y fría dentro de Tequilla wolf, la gente sobrevivía como podía, pero en ese momento apartado de las calles, justo en la torre de las celdas, se escuchaba el sonido del látigo. Estaban disciplinando o como quieran llamar, a una persona, se trataba de un joven de cabello castaño y ojos azules, Eberhard era su nombre ¿el motivo de su castigo? Pues muy sencillo, en la mañana estaba cruzando las calles de la ciudad, metiéndose a hurtadillas en las casas para robar algo de comida, como todos lo único que le importaba era sobrevivir. Lo encontraron con las manos en la masa y lo llevaron ante un capataz, cuando este comenzaba a regañarlo el joven no decía nada, mantenía una mirada fría sobre su captor, este le lanzo una bofetada con una vara de metal haciéndolo caer al suelo, pero aun así su mirada no cambio, pese al moretón que soltaba ahora también algo de sangre.
Eso nos lleva a la situación actual, donde lo tenían amarrado de los brazos a unos postes, y recibía azotes en la espalda. No lo oían quejarse, apretaba los dientes con fuerza, simplemente soportando su tortura. No era consciente del tiempo que pasaba en el interior, desligarse así era el método que usaba para soportar el dolor, pero habían pasado unos veinte minutos, unos 200 latigazos, antes de que lo soltaran de los amarres y lo lanzaran a una celda. Su mente era fuerte y no se quejo, pero su cuerpo estaba magullado y apenas tenia fuerzas para arrastrarse. Había un fardo de paja en el interior, se movió poco a poco, llegando hasta el simplemente para tumbarse en lo que le rodeaba, así evitaría tener el pecho en suelo frio de la prisión.
Simplemente estaba ahí tumbado, a duras penas sintiendo la brisa que entraba por la ventana alta de la celda, quien sabe cuanto tiempo lo tendrían ahí esta vez, quizás ahora simplemente dejarían que se pudriera en esa celda. Pero no habían visto lo ultimo de él, había escapado muchas veces de su prisión, y lo haría de nuevo, aprendió con el pasar de los años que la mayor prisión no es la roca que le rodea, sino la que tiene en su mente, si logras romper ese muro psicológico es cuestión de tiempo para que caiga el muro físico – solo…tengo…q-que esperar…una oportunidad… - dijo para si mismo. En un momento de la noche, parece que abrieron la celda contigua a la suya, lanzando ahí otra persona, curioso y ahora sin sentir todo ese ardor en la espalda se aproxima para ver de quien se trataba, aunque arrastrándose por el piso.
Una noche nevada y fría dentro de Tequilla wolf, la gente sobrevivía como podía, pero en ese momento apartado de las calles, justo en la torre de las celdas, se escuchaba el sonido del látigo. Estaban disciplinando o como quieran llamar, a una persona, se trataba de un joven de cabello castaño y ojos azules, Eberhard era su nombre ¿el motivo de su castigo? Pues muy sencillo, en la mañana estaba cruzando las calles de la ciudad, metiéndose a hurtadillas en las casas para robar algo de comida, como todos lo único que le importaba era sobrevivir. Lo encontraron con las manos en la masa y lo llevaron ante un capataz, cuando este comenzaba a regañarlo el joven no decía nada, mantenía una mirada fría sobre su captor, este le lanzo una bofetada con una vara de metal haciéndolo caer al suelo, pero aun así su mirada no cambio, pese al moretón que soltaba ahora también algo de sangre.
Eso nos lleva a la situación actual, donde lo tenían amarrado de los brazos a unos postes, y recibía azotes en la espalda. No lo oían quejarse, apretaba los dientes con fuerza, simplemente soportando su tortura. No era consciente del tiempo que pasaba en el interior, desligarse así era el método que usaba para soportar el dolor, pero habían pasado unos veinte minutos, unos 200 latigazos, antes de que lo soltaran de los amarres y lo lanzaran a una celda. Su mente era fuerte y no se quejo, pero su cuerpo estaba magullado y apenas tenia fuerzas para arrastrarse. Había un fardo de paja en el interior, se movió poco a poco, llegando hasta el simplemente para tumbarse en lo que le rodeaba, así evitaría tener el pecho en suelo frio de la prisión.
Simplemente estaba ahí tumbado, a duras penas sintiendo la brisa que entraba por la ventana alta de la celda, quien sabe cuanto tiempo lo tendrían ahí esta vez, quizás ahora simplemente dejarían que se pudriera en esa celda. Pero no habían visto lo ultimo de él, había escapado muchas veces de su prisión, y lo haría de nuevo, aprendió con el pasar de los años que la mayor prisión no es la roca que le rodea, sino la que tiene en su mente, si logras romper ese muro psicológico es cuestión de tiempo para que caiga el muro físico – solo…tengo…q-que esperar…una oportunidad… - dijo para si mismo. En un momento de la noche, parece que abrieron la celda contigua a la suya, lanzando ahí otra persona, curioso y ahora sin sentir todo ese ardor en la espalda se aproxima para ver de quien se trataba, aunque arrastrándose por el piso.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Elizabeth Hitze Lun Dic 14, 2015 12:30 am
Era más que notoria por su manera de explicar que aquel hombre sabía bien todo lo referente al lugar, desde el más insignificante detalle de la celda hasta la rutina de los meros carceleros, elevó su vista llevándola a donde él le mostraba. En aquella húmeda y sucia pared un par de grilletes se hacían presentes y con cierto repudio los observó, no tenía ya nada que perder así que simplemente agachó la cabeza, nerviosa, tomando sus manos entrelazando sus propias dedos mientras mordía su labio inferior signo de nerviosismo terminando por acatar sus palabras y asentir.
Y ahora él se atrevía a ponerle nombre.. ¿Qué más podría pasar? Ella simplemente negó y con la mano de él en su hombro ella simplemente se removió para que la mano ajena dejara de tocarla, levantando la mirada le observó con algo de asco. -No acepto tener ese nombre que ni puedo pronunciar.- Renegó y ladeó su cabeza para no verle a los ojos. - No te creo… No es posible salir de aquí…- Susurró antes de cerrar sus ojos esperando a que las horas pasaran… No había sueño, el cansancio en la chica se había esfumado por la adrenalina que ahora corría por sus venas y que inundaban aquel frágil cuerpo.
Sin saber cómo o cuando terminó quedándose dormida, sin embargo unos movimientos algo bruscos la olvidaron a despertar abriendo su boca dando una bocanada de aire con cierta desesperación, jadeó y le empujó del pecho sin fuerza pues la poca que tenía se había ido esa noche. Escuchó atentamente todas y cada una de las palabras de él. Agachó su mirada con cierta sumisión a lo que parecían órdenes, asintiendo a todas y cada una de ellas. Dejó que él comenzara a mover y manipular su cuerpo a voluntad, cerrando uno de sus ojos en cuanto sentía como aquellos hilos de plata se convertían en una mordaza improvisada, con sus brazos al costado de su cabeza y las muñecas sobre su cabeza terminó por ser aprisionada; Al escuchar el “clic” de las esposas ella simplemente encorvó su cuerpo y levantó su cabeza un poco para tratar de ver que era la ahora su prisión, su corazón latía en sobremanera mientras sus ojos se volvían a humedecer de manera involuntaria, ladeando su rostro y cerrando con fuerza sus ojos al sentir las manos de su compañero de celda recorrer un poco sus piernas para abrirlas, algo tensa y tiesa dejó que estas se doblaron dejando totalmente expuesta su intimidad a él, y con ello la marca de su muslo. Jadeó y se estremeció mientras sus mejillas se teñían de un carmesí bastante marcado observándolo de reojo y con sus manos se aferró a las cadenas de sus esposas. Trató de no moverse mucho para no deshacerse del amarre de sus cabellos y le siguió con su mirada tras escuchar lo último, ella simplemente asintió, no quedaba de otra…
Incomoda movía un poco su cadera, juntaba a ratos sus rodillas y por la misma incómoda posición dejaba salir suaves gimoteos. Levantó su rostro un poco dejando sus labios algo libres para poder hablar con el contrario. - No se lo creerán…- Susurró y volteo al techo recostándose. - No estoy llena de… - Se calló y desvió la mirada al lado opuesto del chico. - Esto es tonto… Si me encuentran así se querrán subir sobre mi, es tonto, debe haber otra manera…- Insistió mientras movía un poco sus muñecas, ansiosa y algo desesperada buscando soltarse. - Debe haber otra manera, debe haberla, será mejor que me sueltes…- La paciencia y tolerancia a la situación comenzaba a salirse del control de Elizabeth. - Eber, suéltame… - Por la desesperación no podía soltarse de los agarres, y en la mente de la chica comenzaron a circular ideas de que sí, él efectivamente la había atrapado. - ¡Suéltame! ¡No puedo quitármelas, quítamelas, rápido, van a venir! - Se terminó por desesperar pero no tardó mucho antes de que los pasos del pasillo comenzaran a escucharse, ella de inmediato se calló y tragó en seco. Temblando se quedó recostada sin moverse y muy a su pesar abrió sus piernas ladeando el rostro para no ver al masculino… Que pasara lo que iba a pasar, pero que pasara rápido, rápido, rápido…
Y ahora él se atrevía a ponerle nombre.. ¿Qué más podría pasar? Ella simplemente negó y con la mano de él en su hombro ella simplemente se removió para que la mano ajena dejara de tocarla, levantando la mirada le observó con algo de asco. -No acepto tener ese nombre que ni puedo pronunciar.- Renegó y ladeó su cabeza para no verle a los ojos. - No te creo… No es posible salir de aquí…- Susurró antes de cerrar sus ojos esperando a que las horas pasaran… No había sueño, el cansancio en la chica se había esfumado por la adrenalina que ahora corría por sus venas y que inundaban aquel frágil cuerpo.
Sin saber cómo o cuando terminó quedándose dormida, sin embargo unos movimientos algo bruscos la olvidaron a despertar abriendo su boca dando una bocanada de aire con cierta desesperación, jadeó y le empujó del pecho sin fuerza pues la poca que tenía se había ido esa noche. Escuchó atentamente todas y cada una de las palabras de él. Agachó su mirada con cierta sumisión a lo que parecían órdenes, asintiendo a todas y cada una de ellas. Dejó que él comenzara a mover y manipular su cuerpo a voluntad, cerrando uno de sus ojos en cuanto sentía como aquellos hilos de plata se convertían en una mordaza improvisada, con sus brazos al costado de su cabeza y las muñecas sobre su cabeza terminó por ser aprisionada; Al escuchar el “clic” de las esposas ella simplemente encorvó su cuerpo y levantó su cabeza un poco para tratar de ver que era la ahora su prisión, su corazón latía en sobremanera mientras sus ojos se volvían a humedecer de manera involuntaria, ladeando su rostro y cerrando con fuerza sus ojos al sentir las manos de su compañero de celda recorrer un poco sus piernas para abrirlas, algo tensa y tiesa dejó que estas se doblaron dejando totalmente expuesta su intimidad a él, y con ello la marca de su muslo. Jadeó y se estremeció mientras sus mejillas se teñían de un carmesí bastante marcado observándolo de reojo y con sus manos se aferró a las cadenas de sus esposas. Trató de no moverse mucho para no deshacerse del amarre de sus cabellos y le siguió con su mirada tras escuchar lo último, ella simplemente asintió, no quedaba de otra…
Incomoda movía un poco su cadera, juntaba a ratos sus rodillas y por la misma incómoda posición dejaba salir suaves gimoteos. Levantó su rostro un poco dejando sus labios algo libres para poder hablar con el contrario. - No se lo creerán…- Susurró y volteo al techo recostándose. - No estoy llena de… - Se calló y desvió la mirada al lado opuesto del chico. - Esto es tonto… Si me encuentran así se querrán subir sobre mi, es tonto, debe haber otra manera…- Insistió mientras movía un poco sus muñecas, ansiosa y algo desesperada buscando soltarse. - Debe haber otra manera, debe haberla, será mejor que me sueltes…- La paciencia y tolerancia a la situación comenzaba a salirse del control de Elizabeth. - Eber, suéltame… - Por la desesperación no podía soltarse de los agarres, y en la mente de la chica comenzaron a circular ideas de que sí, él efectivamente la había atrapado. - ¡Suéltame! ¡No puedo quitármelas, quítamelas, rápido, van a venir! - Se terminó por desesperar pero no tardó mucho antes de que los pasos del pasillo comenzaran a escucharse, ella de inmediato se calló y tragó en seco. Temblando se quedó recostada sin moverse y muy a su pesar abrió sus piernas ladeando el rostro para no ver al masculino… Que pasara lo que iba a pasar, pero que pasara rápido, rápido, rápido…
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Lun Dic 14, 2015 12:34 am
Parecía que realmente no confiaba en que sus palabras eran ciertas, pero en una situación como esa tenían que cooperar juntos, aunque le afecto su reacción, no esperaba una como esa, realmente pensaba en que se aprovecharía de ella – Deja de forcejear y con tus dedos mueve la cerradura hacia afuera, es un seguro básico para fijar, pero es de fácil liberación – le decía en voz baja intentando calmarla, pero en eso comenzaron a escucharse pasos en el pasillo – por favor guarda silencio, e intenta calmarte, si esto falla estamos fritos – seguía diciendo las cosas en voz baja, pero ahora las decía de manera firme y directa, el pirata sabía que si ellos descubrían el engaño probablemente los mandarían a confinamiento solitario luego de apalearlo y probablemente abusar de la chica, y toda posibilidad de escape se esfumaría.
No tardaron mucho en llegar a la celda, soltando un silbido bastante notorio – sabia que no podrías resistirte bastardo – Eberdard tenia la cara baja, mirando hacia el suelo – es hora de tu segunda ronda – cuando abren la celda, rápidamente el joven pasa su mano izquierda por el marco, en apariencia soltando algo de paja. Fue llevado hasta los postes, amarrado de ambos brazos mientras uno de los guardias se le acercaba con una masa de madera – azotes es siempre aburrido ¿no crees? – comenzaron a golpearlo en el abdomen con esa arma, en las piernas y en la espalda, hasta en el pecho, quebrándole una costilla aunque de forma leve. Estuvieron así como una hora, hasta que lo arrastraron de nuevo a la celda lanzándolo al interior como si fuese un saco, luego tirando un pequeño trozo de pan en medio de los dos cautivos – las raciones son por celda así que arréglenselas ustedes – se rio y aventó la puerta, esta hizo un sonido como si se estuviese cerrando.
Eberhard no había hecho ni un sonido mientras lo apaleaban, menos cuando lo arrojaron – algún día vas a gritar tenlo por seguro – dice el guardia antes de que ambos se alejaran cerrando la puerta del calabozo tras ellos. Con esfuerzo, el joven giro su rostro mirando a la chica, sonriendo con algo de dificultad pues estaba aguantando el dolor – solo…hay que…esperar una …oportunidad… - su tono de voz era entre cortado, pero alcanzo a hacerle un gesto con el pulgar hacia arriba. Se giro quedando acostado de espalda, realmente sentía como si lo hubiese atropellado un tren, estiro un poco su mano hacia Elizabeth y justo como le dijo le quito las esposas, era un seguro simple para fijar y facilitar luego pasar la llave – alza…la cabeza y se te…caera la mordaza… - comenzó a toser por el dolor en su abdomen.
Estiro su pie derecho hacia la puerta y con un pequeño empujón la misma se abrió, cuando se escucho pequeño sonido fue evidente lo que había pasado. Eberhard había colocado el collar doblado en el marco de la puerta, esta al cerrarse no lo hizo completamente aunque así parecía – no volv…eran hasta mañana… - le costaba respirar, si intentaba moverse mucho sentía un fuerte dolor en el pecho por la costilla - aun no podemos…irnos…no estando ambos así…cuando estemos mejor lo intentamos… - tenia una idea de cómo conseguir alimentos pero tocaba esperar hasta la noche, entre tanto podría conversar con su compañera de celda.
No tardaron mucho en llegar a la celda, soltando un silbido bastante notorio – sabia que no podrías resistirte bastardo – Eberdard tenia la cara baja, mirando hacia el suelo – es hora de tu segunda ronda – cuando abren la celda, rápidamente el joven pasa su mano izquierda por el marco, en apariencia soltando algo de paja. Fue llevado hasta los postes, amarrado de ambos brazos mientras uno de los guardias se le acercaba con una masa de madera – azotes es siempre aburrido ¿no crees? – comenzaron a golpearlo en el abdomen con esa arma, en las piernas y en la espalda, hasta en el pecho, quebrándole una costilla aunque de forma leve. Estuvieron así como una hora, hasta que lo arrastraron de nuevo a la celda lanzándolo al interior como si fuese un saco, luego tirando un pequeño trozo de pan en medio de los dos cautivos – las raciones son por celda así que arréglenselas ustedes – se rio y aventó la puerta, esta hizo un sonido como si se estuviese cerrando.
Eberhard no había hecho ni un sonido mientras lo apaleaban, menos cuando lo arrojaron – algún día vas a gritar tenlo por seguro – dice el guardia antes de que ambos se alejaran cerrando la puerta del calabozo tras ellos. Con esfuerzo, el joven giro su rostro mirando a la chica, sonriendo con algo de dificultad pues estaba aguantando el dolor – solo…hay que…esperar una …oportunidad… - su tono de voz era entre cortado, pero alcanzo a hacerle un gesto con el pulgar hacia arriba. Se giro quedando acostado de espalda, realmente sentía como si lo hubiese atropellado un tren, estiro un poco su mano hacia Elizabeth y justo como le dijo le quito las esposas, era un seguro simple para fijar y facilitar luego pasar la llave – alza…la cabeza y se te…caera la mordaza… - comenzó a toser por el dolor en su abdomen.
Estiro su pie derecho hacia la puerta y con un pequeño empujón la misma se abrió, cuando se escucho pequeño sonido fue evidente lo que había pasado. Eberhard había colocado el collar doblado en el marco de la puerta, esta al cerrarse no lo hizo completamente aunque así parecía – no volv…eran hasta mañana… - le costaba respirar, si intentaba moverse mucho sentía un fuerte dolor en el pecho por la costilla - aun no podemos…irnos…no estando ambos así…cuando estemos mejor lo intentamos… - tenia una idea de cómo conseguir alimentos pero tocaba esperar hasta la noche, entre tanto podría conversar con su compañera de celda.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Elizabeth Hitze Lun Dic 14, 2015 12:35 am
No podía hacer realmente mucho ya en esa condición pues tras lo ordenado por el contrario y la explicación en base a las ataduras se sentía como una total tonta. Desvió su mirada y cerró sus párpados en cuanto comenzaron a escucharse los pasos, dentro de ella los nervios comenzaron a consumirla por completo y solo atinaba a mover sus piernas en tenues meneos fingiendo estar algo lastimada por culpa de su compañero de celda. No tardaron mucho en llegar los carceleros y apenas si pisaban el húmedo y repugnante lugar pasó lo que Eber había dicho, le reprocharían o bien echarían en cara que terminaría abusando de ella al no aguantarse el verla dentro en la celda, sintiendo algo de desesperación y hasta cierto punto asco la peliblanca giró un poco su rostro y cuerpo dándoles la espalda, tras ello comenzaron a venir los golpes, era obvio quien los estaba recibiendo todos de lleno. Simplemente cerró sus piernas y llevó sus rodillas a su abdomen tomando una posición fetal esperando que aquellos golpes secos se detuvieran y que dejaran de lastimar al hombre que a pesar de todo la estaba protegiendo.
Los golpes cesaron y ella lentamente comenzaba a girarse escuchando las palabras de él viendo lo último que quedaba de los carceleros al irse. Levantó un poco sus brazos soltándose y a gatas se acercó al moreno, apenas si iba a levantar sus manos para tomarle de las mejillas notó lo hecho, su mirada se petrificó y un frio incómodo recorrió su cuerpo, extraña sensación al verse un poco más cerca de estar “libres”. -Cállate…- Ordenó titubeante dejando notar su nerviosismo, se hincó entre las piernas de él y dejó con demasiado cuidado sus manos en el pecho ajeno. - No tienes por que cuidarme…- Enterneció su mirada y esta cristalina comenzó a lagrimear. - Casi te matan… - Murmuró con un nudo en la garganta.
Llevó con sumo cuidado y delicadeza sus manos a las mejillas de él regalando tiernas caricias a estas, sus yemas de los dedos marcaban un dulce camino por el rostro del muchacho, el pulgar de la mano derecha limpió con cuidado una pequeña gota de sangre que recorría el labio del moren y con cariño le regaló una sonrisa. -Gracias…- Era lo menos que podía hacer, sí, de no ser por él seguro la habrían lastimado de nuevo o incluso él la hubiera lastimado más. - No te muevas por favor, quizá solo te medio lastimaron…- Se acomodó moldeando su cuerpo al de él y tras pegar su pecho al del contrario se escondió en su cuello bajando sus manos recorriendo el cuerpo ajeno hasta llegar a los costados del mismo abrazándole. - No quiero lastimarte pero si te lastimaron dejar que tu cuerpo se enfríe sería peor ¿No?..- No era una doctora, no tenía ni el más mínimo conocimiento de las heridas internas que pudieran haberle causado, era lo único que su ignorante conocimiento le permitía hacer.
Los golpes cesaron y ella lentamente comenzaba a girarse escuchando las palabras de él viendo lo último que quedaba de los carceleros al irse. Levantó un poco sus brazos soltándose y a gatas se acercó al moreno, apenas si iba a levantar sus manos para tomarle de las mejillas notó lo hecho, su mirada se petrificó y un frio incómodo recorrió su cuerpo, extraña sensación al verse un poco más cerca de estar “libres”. -Cállate…- Ordenó titubeante dejando notar su nerviosismo, se hincó entre las piernas de él y dejó con demasiado cuidado sus manos en el pecho ajeno. - No tienes por que cuidarme…- Enterneció su mirada y esta cristalina comenzó a lagrimear. - Casi te matan… - Murmuró con un nudo en la garganta.
Llevó con sumo cuidado y delicadeza sus manos a las mejillas de él regalando tiernas caricias a estas, sus yemas de los dedos marcaban un dulce camino por el rostro del muchacho, el pulgar de la mano derecha limpió con cuidado una pequeña gota de sangre que recorría el labio del moren y con cariño le regaló una sonrisa. -Gracias…- Era lo menos que podía hacer, sí, de no ser por él seguro la habrían lastimado de nuevo o incluso él la hubiera lastimado más. - No te muevas por favor, quizá solo te medio lastimaron…- Se acomodó moldeando su cuerpo al de él y tras pegar su pecho al del contrario se escondió en su cuello bajando sus manos recorriendo el cuerpo ajeno hasta llegar a los costados del mismo abrazándole. - No quiero lastimarte pero si te lastimaron dejar que tu cuerpo se enfríe sería peor ¿No?..- No era una doctora, no tenía ni el más mínimo conocimiento de las heridas internas que pudieran haberle causado, era lo único que su ignorante conocimiento le permitía hacer.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Lun Dic 14, 2015 12:38 am
Parecía que la chica se preocupaba por él, aunque el que le diera un abrazo, que si bien iba con toda la buena intención del mundo, en el momento que sintió la presión sobre su pecho fue como si le lanzaran una apuñalada con una espada. Apretó los ojos y los dientes durante unos momentos para no soltar un quejido por el dolor, aun así le correspondió al abrazo un momento – Tranquila que…hierba mala…nunca muere - dice en un tono cortado, como si le faltara la respiración – agradezco la atención pero….déjame sentarme primero… - la aparta con algo de cuidado aun lado, sentándose y apoyando la espalda en los barrotes que tenia cerca. El frío metal le causo cierto efecto calmante, al menos en el costado donde se encontraba su fractura – creo que ese grupo de tontos me fracturo una costilla – en ese momento busco darle un abrazo nuevamente a la chica, ahora ya no sentiría la punzada al no tener la presión sobre su pecho.
En esos momentos mira el trozo de pan en el suelo, estira un poco su mano y lo toma ofreciéndoselo a la chica – va a ser un día un poco complicado, sobre todo la noche, así que tienes que recuperar fuerzas mientras estemos aquí – la cantidad de pan no era la total, había una porción, la parte inferior, poco menos de un cuarto que no fue ofrecida – si colocamos nieve en este trozo de pan, cuando se derrita se colara por la parte inferior y podremos beberla, el pan actuaria de filtro en caso de que la nieve tenga tierra o algún otro desperdicio – era un sistema un poquito improvisado, pero serviría al menos por lo que quedaba del día – ahora…necesito descansar un poco…en la noche…comenzaremos lo que tenia planeado… - en ese momento se duerme abrazado a Elizabeth.
En esos momentos mira el trozo de pan en el suelo, estira un poco su mano y lo toma ofreciéndoselo a la chica – va a ser un día un poco complicado, sobre todo la noche, así que tienes que recuperar fuerzas mientras estemos aquí – la cantidad de pan no era la total, había una porción, la parte inferior, poco menos de un cuarto que no fue ofrecida – si colocamos nieve en este trozo de pan, cuando se derrita se colara por la parte inferior y podremos beberla, el pan actuaria de filtro en caso de que la nieve tenga tierra o algún otro desperdicio – era un sistema un poquito improvisado, pero serviría al menos por lo que quedaba del día – ahora…necesito descansar un poco…en la noche…comenzaremos lo que tenia planeado… - en ese momento se duerme abrazado a Elizabeth.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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