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Creado por Aldruin Jue Dic 10, 2015 9:36 am
Hershel se encontraba agotado tras aquel duro día sin hacer nada, hacer el vago no se consideraba acción u ejercicio pero eso no lo sabía el joven pirata. El tiempo parecía estar acorde al estado de ánimo del rubio ya que las nubes ser aglomeraban lentamente unas con otras formando así lo que sería una futura tormenta. Su cuerpo desnudo sobre un tejado le hacía parecer un demente, un loco, eso hasta el momento en que de su lado se levantó una dama, una joven de gran busto y oculta por las sábanas que los separaban a ambos de la diferencia entre ser retacada y dulce y ser un vulgar cerdo dejado de la mano de dios. – Grandes, son muy grandes... grandes días por la mañana. – acotó nuestro marine mientras miraba a su lado con la clara intención de recordar lo que había pasado en la noche anterior-.
Sus orbes verdes no pudieron comprender nada, una mujer se encontraba a su costado y él ni la conocía, seguro que le quería violar o peor… cobrarle. -Esta señorita me quiere hacer pagar. – mencionó el marine mientras salía corriendo como dios le trajo al mundo pero con sus armas en mano-. Todo colgando hizo que su forma de correr fuese terriblemente sensual y elegante al son que la bella durmiente se despertaba provocando un leve bostezo para así ver como su amado nocturno salía huyendo como un burdo fugitivo.
Sus orbes verdes no pudieron comprender nada, una mujer se encontraba a su costado y él ni la conocía, seguro que le quería violar o peor… cobrarle. -Esta señorita me quiere hacer pagar. – mencionó el marine mientras salía corriendo como dios le trajo al mundo pero con sus armas en mano-. Todo colgando hizo que su forma de correr fuese terriblemente sensual y elegante al son que la bella durmiente se despertaba provocando un leve bostezo para así ver como su amado nocturno salía huyendo como un burdo fugitivo.
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Creado por Kronos Jue Dic 10, 2015 12:58 pm
El cigarrillo se consumía en la comisura de mis labios. Una fina cortina de humo se elevaba de la puntilla de este. Inhalé, mientras exhalaba humo por la boca. Fumar me relajaba, desde luego que si. La primera isla en la que había desembarcado tras haber partido de mi isla natal era una especie de... chatarrería. A lo lejos, se podía distinguir una gigante plataforma. Alrededor, mugre. Bueno, mugre no, como ingeniero que era esas piezas de metal y otros materiales eran apreciables, pero no tenían un uso útil. O eso podía observar. Había algunas casas, posiblemente de gente que trabajaba en la plataforma. Pocas tiendas, calles no tan estrechas... - Al parecer es una isla de poco transito. Perfecta para descansar, un asco para buscarse el pan del día. Tiré el cigarrillo al suelo, mientras lo pisaba. Recorrí, a un paso lento, la larga calle que parecía conducir al centro de la ciudad. Palpité la bolsa de monedas que tenía: 100 monedas. Era suficiente para acabar la semana con el estomago lleno. Pronto debía ponerme a trabajar. Mis armas yacían en un cinturón de cuero negro, en mi cintura. Ni una sola persona. Al parecer, la poca gente que había en la calle estaba en sus comercios. Aquella isla vivía, casi completamente, del trabajo que les proporcionaba aquella plataforma.
A lo lejos, observé algo que me llamo la atención. - ¿Pero... que es eso? Agudicé la mirada para intentar ver de quién se trataba. Un chico rubio, de estatura media, corría en pelotas. Un demente, posiblemente. ¿Molestarle? Sonaba bien, desde siempre me había gustado molestar a locos. Además, allí no había mucho que hacer... ni siquiera había gente para hurtar. Iba a actuar, hasta que de pronto vio algo que le dejo totalmente descolocado: armas. En la mano del demente había un arma. Eso cambiaba notablemente las cosas. Los locos no tenían armas, no como esas, y tampoco es que yendo por la calle te ibas a encontrar una obra así. Era una espada de casi dos metros. Dudé durante unos instantes, aunque incluso si las cosas se pusieran feas podía sacar mis pistolas y acribillarle. Me interpuse en su camino, agachando la cabeza y esbozando una cínica sonrisa. Qué me deparaba el destino.
A lo lejos, observé algo que me llamo la atención. - ¿Pero... que es eso? Agudicé la mirada para intentar ver de quién se trataba. Un chico rubio, de estatura media, corría en pelotas. Un demente, posiblemente. ¿Molestarle? Sonaba bien, desde siempre me había gustado molestar a locos. Además, allí no había mucho que hacer... ni siquiera había gente para hurtar. Iba a actuar, hasta que de pronto vio algo que le dejo totalmente descolocado: armas. En la mano del demente había un arma. Eso cambiaba notablemente las cosas. Los locos no tenían armas, no como esas, y tampoco es que yendo por la calle te ibas a encontrar una obra así. Era una espada de casi dos metros. Dudé durante unos instantes, aunque incluso si las cosas se pusieran feas podía sacar mis pistolas y acribillarle. Me interpuse en su camino, agachando la cabeza y esbozando una cínica sonrisa. Qué me deparaba el destino.
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Creado por Aldruin Jue Dic 10, 2015 1:24 pm
El destino había querido que nuestro pequeño pirata se postrara en aquella ciudad, totalmente desconocía para él pero con la clara intención de encontrar personas para formar su futura tripulación. Era complicado en los tiempos que corrían, demasiados marines, agentes de la paz, agentes del gobierno, personas sin escrúpulos que mataba incluso antes de preguntar si eran culpables. Todo eso iba a terminar, todo después de que el rubio llegara a lo más alto, terminaría con las injusticias, con aquellos que gobernaban, con todo lo que fuese diferente a su forma de pensar. El tiempo no parecía acompañar la bondad que yacía en el pequeño cuerpo del rubio al son que sus pasos circulaban por el interior de la zona repleta de personas. Su mente se había perdido en el momento en que el muchacho había bebido la noche anterior, tener quince años y beber como si no hubiera un mañana provocó que su paso actual se convirtiera en algo raro, algo especial ¿Por qué? Corría desnudo por la calle cargando sus armas como si fuese lo único que le separa del bien y el mal. Pensar que aquella despiadada mujer con la que había pasado la noche haciendo dios sabía qué, le hizo correr desnudo huyendo de sus garras o peor, de sus enormes pechos. Sus pasos veloces se vieron frenados por la presencia de un hombre de gran tamaño, de rojo cabello y mirada perturbadora.
¿Era el marido de la mujer con la que había pasado la noche? Tenía toda la pinta pues nadie en su sano juicio frenaría a un hombre desnudo y armado. – Le juro que no la toqué… ella me desnudó y me violó. –agachó el rostro mientras pedía disculpas intentando dar un nuevo paso para escapar del apuro que pensaba estar viviendo-.
¿Era el marido de la mujer con la que había pasado la noche? Tenía toda la pinta pues nadie en su sano juicio frenaría a un hombre desnudo y armado. – Le juro que no la toqué… ella me desnudó y me violó. –agachó el rostro mientras pedía disculpas intentando dar un nuevo paso para escapar del apuro que pensaba estar viviendo-.
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Creado por Kronos Jue Dic 10, 2015 3:27 pm
Se detuvo a unos pasos delante de mí, a unos diez pasos mas o menos. Parecía alterado, aunque no sé que me esperaba de un demente. Lo que realmente me preocupaba era aquella espada que sostenía, aunque quién sabe, a lo mejor era incapaz de usarla. Ya sea por su peso, o por la practica que debes tener para blandir semejante arma. Además, mas que un adulto parecía un niño, con aquella estatura y complexión física... pero una cosa no quitaba la otra. Quería molestar y lo iba a hacer, fuera o no un chaval de corta edad. Empezó a balbucear cosas sin aparente sentido. Acto seguido se disculpó. Al parecer le había intimidado... estaba arrepentido de algo, aunque, ¿de qué? ¿Por qué no indagar en el tema? Levanté la mano y le señalé acusativamente, mientras ponía una mueca de enfado. - ¿PERO SABES QUE HAS HECHO? ¿EH? Elevé el tono de voz. Los comerciantes y las pocas personas que allí había se giraron a mirar. Noté como varia miradas se clavaban en nosotros. Disimuladamente, se fue formando un coro a nuestro alrededor. Escupí al suelo, y con aparente ira, empecé a insultar. Los ojos de algunos curiosos examinaron con interés mis pistolas. Llamaban mucho la atención.
Desconocía las razones de por qué aquél joven había acabado así. Pero no sentía compasión, para nada. Yo también había pasado por momentos difíciles, demasiados quizá. La vida estaba vacía, la vida no tiene valor ni sentido. La vida es dolor y sufrimiento. Entonces se le ocurrió... ¿por que no hacerse el loco también? Montar un numerito, una pelea de dementes, quizá incluso era lo mas llamativo que pasara en la isla desde hacia meses, quizá incluso se hablara de ello durante las próximas semanas. - ¿Sabes a cuantas personas he matado? Amenazas vacías, perfectas para avivar la llama. En el tumulto de personas se oyó una exclamación, incluso murmullos. Producía el efecto deseado. Bajé la mirada y, a unos dos pasos hacia mi izquierda había un pedrusco del tamaño de la palma de mi mano. Me agaché, lo cogí y señalé al niño. - Con esta misma piedra he matado al hijo puta del carnicero. ¿Sabes por qué? A él también le desnudó y le violó. - Fuera quien fuese... - A ti también te pasara lo mismo, pedazo de mierda. No le importaba si hubo algún carnicero, ni si estaba perdiendo credibilidad. Se estaba entreteniendo.
Desconocía las razones de por qué aquél joven había acabado así. Pero no sentía compasión, para nada. Yo también había pasado por momentos difíciles, demasiados quizá. La vida estaba vacía, la vida no tiene valor ni sentido. La vida es dolor y sufrimiento. Entonces se le ocurrió... ¿por que no hacerse el loco también? Montar un numerito, una pelea de dementes, quizá incluso era lo mas llamativo que pasara en la isla desde hacia meses, quizá incluso se hablara de ello durante las próximas semanas. - ¿Sabes a cuantas personas he matado? Amenazas vacías, perfectas para avivar la llama. En el tumulto de personas se oyó una exclamación, incluso murmullos. Producía el efecto deseado. Bajé la mirada y, a unos dos pasos hacia mi izquierda había un pedrusco del tamaño de la palma de mi mano. Me agaché, lo cogí y señalé al niño. - Con esta misma piedra he matado al hijo puta del carnicero. ¿Sabes por qué? A él también le desnudó y le violó. - Fuera quien fuese... - A ti también te pasara lo mismo, pedazo de mierda. No le importaba si hubo algún carnicero, ni si estaba perdiendo credibilidad. Se estaba entreteniendo.
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Creado por Aldruin Vie Dic 11, 2015 9:34 am
Había acertado, aquel hombre era el marido de la mujer con la que se había acostado nuestro pobre pirata; pobre alma en desgracia ver el hombre cornudo, un sujeto que no merecía lo que había sufrido por culpa de un desliz matrimonial a manos de una despiadada mujer y un joven terriblemente atractivo. ¿Qué se podía hacer? Nada, Aldruin era guapo y es normal que las mujeres desdichadas en su matrimonio lo agarraran y no lo soltaran hasta exprimirlo bien. El grito de aquel hombre le alertó, se asustó levemente mientras elevaba el rostro mirando a su interlocutor, parecía enfadado y no era para menos pues su mujer había sido mancillada por el rubio ante sus ojos.
– Me he acostado con su señora… lo siento, no sabía que estaba casada… -lamentó de nuevo agachando el rostro en señal de disculpa-. Se sentía culpable pues no le gustaban las infidelidades, las mujeres eran su pasión pero nunca tocaría una que estuviese comprometida con otro, eran sus principios y se debían respetar. Pobre inocente que no descubría la verdad pues aquel hombre no era quien pensaba; eso sería el mayor juego estipulado en aquella ciudad hasta que la verdad fuese descubierta. La ira yacía en aquel hombre, sus gestos así lo mostraban al son que numerosas personas se agrupaban entre ellos formando un coro. Los murmullos fueron resonando dejando que el pequeño pirata se ruborizara con pensar en su acto hostil y sin honor. Se había disculpado ¿Qué más necesitaba aquel pobre infeliz para saciar su sed de rabia? Los comentarios de aquel hombre cobraban sentido, demasiado incluso pues el momento de la verdad floreció dejando que las personas del lugar divisaran como el rubio ataba todos los cabos en su mente inocente.
– Pero… Yo no quiero morir… -quedó un momento pensativo para regresar enfatizando un rostro de asombro-. ¡Por eso la carnicería estaba cerrada! –gritó mientras le señalaba con el dedo índice de su zurda-. Suerte o no, aquel pelirrojo había ejecutado sus cartas teniendo la grata fortuna de que el carnicero se hubiese enfermado cerrando su carnicería y provocando que los civiles y el pirata creyeran en sus palabras. – Pero a mí no me mates, podemos ser amigos, no puedo morir, soy demasiado joven, tengo que vivir aventuras, tengo que ser el mejor pirata, tengo que dominar el mundo, casarme, tener hijos, no con tu mujer pero con otra sí… -no había respirado mientras decía todas aquellas cosas-. Estaba nervioso, no quería morir a manos de una piedra.
– Me he acostado con su señora… lo siento, no sabía que estaba casada… -lamentó de nuevo agachando el rostro en señal de disculpa-. Se sentía culpable pues no le gustaban las infidelidades, las mujeres eran su pasión pero nunca tocaría una que estuviese comprometida con otro, eran sus principios y se debían respetar. Pobre inocente que no descubría la verdad pues aquel hombre no era quien pensaba; eso sería el mayor juego estipulado en aquella ciudad hasta que la verdad fuese descubierta. La ira yacía en aquel hombre, sus gestos así lo mostraban al son que numerosas personas se agrupaban entre ellos formando un coro. Los murmullos fueron resonando dejando que el pequeño pirata se ruborizara con pensar en su acto hostil y sin honor. Se había disculpado ¿Qué más necesitaba aquel pobre infeliz para saciar su sed de rabia? Los comentarios de aquel hombre cobraban sentido, demasiado incluso pues el momento de la verdad floreció dejando que las personas del lugar divisaran como el rubio ataba todos los cabos en su mente inocente.
– Pero… Yo no quiero morir… -quedó un momento pensativo para regresar enfatizando un rostro de asombro-. ¡Por eso la carnicería estaba cerrada! –gritó mientras le señalaba con el dedo índice de su zurda-. Suerte o no, aquel pelirrojo había ejecutado sus cartas teniendo la grata fortuna de que el carnicero se hubiese enfermado cerrando su carnicería y provocando que los civiles y el pirata creyeran en sus palabras. – Pero a mí no me mates, podemos ser amigos, no puedo morir, soy demasiado joven, tengo que vivir aventuras, tengo que ser el mejor pirata, tengo que dominar el mundo, casarme, tener hijos, no con tu mujer pero con otra sí… -no había respirado mientras decía todas aquellas cosas-. Estaba nervioso, no quería morir a manos de una piedra.
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Creado por Kronos Mar Dic 15, 2015 3:45 pm
Aquél enano se iba tragando todas mis mentiras. Incluso me revelaba cosas de las que no tenía ni idea. Al parecer se había acostado con una mujer y ahora pensaba que yo, aparentemente su esposo, quería matarle por haberla tocado. Cada vez tenía mas material con el que jugar, me estaba divirtiendo de lo lindo. - De acuerdo, no sabías que estaba casada, ¿pero eso te hace menos culpable acaso? Todo sigue igual, le has metido el trancazo hasta el fondo. Posiblemente Lisa - Confié en que, ocupados con la faena, la mujer no le hubiera dicho su nombre - camine ahora como un pingüino. Esa zorra me las pagará... - Escupí al suelo con una, perfectamente disimulada, mueca de enfado. Mis ojos ámbar recorrieron al chaval de pies a cabeza, intentando mirarlo siempre con desdén y odio. No dejaba de disculparse, parecía realmente arrepentido. Quizá no era tan demente como parecía, sino que por una razón u otra había huido despavorido de la mujer, dejándose la ropa allá donde hubieran estado. Era mucho mas lógico. Lo que aun me parecía misterioso era el por qué de esa espada... aunque sonaba irónico viniendo de mí, un hombre con dos pistolas colgando de la cintura. Pero yo era un cazador, un hombre que buscaba piratas para ganarse la vida. Él, en cambio, no parecía ser un cazador. Aunque la vida me había enseñado a que no se debía de juzgar un libro por su cubierta.
Lo mejor era que creía que le iba a matar. No sé hasta que punto era paciente aquél chico, pero quería tocarle la fibra, avivarle, hacerle enfurecer y que sacara aquella espada. - Eres hombre muerto, para la próxima no toques mujeres. Hazte homosexual o conténtate con mover el miembro de arriba para abajo imaginándote mujeres. - A ver si de verdad el chaval iba a ligar con hombres por mi culpa... pero en fin, qué me importaba. Quería divertirme y me estaba divirtiendo. Empezó a replicar. Quería ser un pirata, vaya por dios, y no quería que le matara ahora. Quería ser mi amigo y vivir aventuras... la generación de hoy en día iba de mal en peor. Tiré la piedra al suelo y miré al chico. - Ya, vale. Quieres ser pirata. Si te dejo vivir ahora, mataras a personas mas adelante, ¿o miento? Todos los piratas son escoria, aquí lo sabemos muy bien. - El tumulto de personas rugió. Todos, o la gran mayoría, habían escuchado que los piratas eran criminales (cosa que no se alejaba de la realidad). Para ellos, los buenos eran los marines y el gobierno; los malos, los piratas y revolucionarios.
El viento silbo a nuestro alrededor. El humo que salía de la plataforma era cada vez mas denso y negro. No me imaginaba viviendo en una isla en la que se respirara eso. No sabia como podían aguantar semejante mugre. Traspasé mi peso de un pie a otro, mientras miraba fijamente al chico...
Lo mejor era que creía que le iba a matar. No sé hasta que punto era paciente aquél chico, pero quería tocarle la fibra, avivarle, hacerle enfurecer y que sacara aquella espada. - Eres hombre muerto, para la próxima no toques mujeres. Hazte homosexual o conténtate con mover el miembro de arriba para abajo imaginándote mujeres. - A ver si de verdad el chaval iba a ligar con hombres por mi culpa... pero en fin, qué me importaba. Quería divertirme y me estaba divirtiendo. Empezó a replicar. Quería ser un pirata, vaya por dios, y no quería que le matara ahora. Quería ser mi amigo y vivir aventuras... la generación de hoy en día iba de mal en peor. Tiré la piedra al suelo y miré al chico. - Ya, vale. Quieres ser pirata. Si te dejo vivir ahora, mataras a personas mas adelante, ¿o miento? Todos los piratas son escoria, aquí lo sabemos muy bien. - El tumulto de personas rugió. Todos, o la gran mayoría, habían escuchado que los piratas eran criminales (cosa que no se alejaba de la realidad). Para ellos, los buenos eran los marines y el gobierno; los malos, los piratas y revolucionarios.
El viento silbo a nuestro alrededor. El humo que salía de la plataforma era cada vez mas denso y negro. No me imaginaba viviendo en una isla en la que se respirara eso. No sabia como podían aguantar semejante mugre. Traspasé mi peso de un pie a otro, mientras miraba fijamente al chico...
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Creado por Jennyfer Miér Mayo 11, 2016 11:10 pm
Era un día desagradable, pero un día de vida a fin de cuentas, la mujer de rubios cabellos se encontraba utilizando ropa militar, estaba buscando alguna presa en Spider Miles, necesitaba el dinero pero todavía no estaba suficientemente recuperada como para ponerse a luchar contra piratas o personas que fuera muy problemáticas así que prefirió optar por ir a un basural como Spider Miles donde solo se reunía escoria y malvivientes fáciles de manejar.
Entre idas y venidas descaradas con el fusil a mano para cualquier situación la rubia escucho un escándalo, la palabra pirata se escuchó en boca de varias personas y como un pez que ha picado con buena carnada la mujer empezó a correr tan rápido como podía entre la gente, llego al lugar destinado, un chico y un hombre se encontraban cerca, uno de ellos afirmaba desear convertirse en un pirata, vivir aventuras y tener compañeros, el otro, mucho más realista dijo lo obvio, que si dejaba vivir al pequeño demonio se convertiría en un problema de verdad matando gente inocente.
La tensión se respiraba en conjunto al pútrido aire que abundaba en aquella isla, pero antes de que se desatara algún alboroto la mujer tomo su rifle y disparo repetidamente al aire mientras avanzaba, para luego apuntar al muchachito rubio [color:5dc3= #2E8B57]-Eh, yo me hago cargo, lo llevaré con las autoridades y nadie tendrá que morir... ¿Estamos de acuerdo? Estoy habilitada por el gremio de cazadores de recompensas, así que no debería de haber ningún problema.-
Entre idas y venidas descaradas con el fusil a mano para cualquier situación la rubia escucho un escándalo, la palabra pirata se escuchó en boca de varias personas y como un pez que ha picado con buena carnada la mujer empezó a correr tan rápido como podía entre la gente, llego al lugar destinado, un chico y un hombre se encontraban cerca, uno de ellos afirmaba desear convertirse en un pirata, vivir aventuras y tener compañeros, el otro, mucho más realista dijo lo obvio, que si dejaba vivir al pequeño demonio se convertiría en un problema de verdad matando gente inocente.
La tensión se respiraba en conjunto al pútrido aire que abundaba en aquella isla, pero antes de que se desatara algún alboroto la mujer tomo su rifle y disparo repetidamente al aire mientras avanzaba, para luego apuntar al muchachito rubio [color:5dc3= #2E8B57]-Eh, yo me hago cargo, lo llevaré con las autoridades y nadie tendrá que morir... ¿Estamos de acuerdo? Estoy habilitada por el gremio de cazadores de recompensas, así que no debería de haber ningún problema.-
Jennyfer
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Creado por OPSE Juez Jue Mayo 12, 2016 12:34 am
Una persona estaba haciendo un patrullaje salvaje y se encuentra con este tema, como es normal me solicita intervención para que ponga un poco de orden en este tema.
El problema viene porque se esta abusando de la inactividad o ausencia de 2 usuarios, para tener un robo/victoria, fácil y gratis. Cosa que no vamos a permitir. Por ser la primera infracción de este tipo no se tomaran medidas, pero queda con el aviso la usuaria de Jennyfer en general, si vuelve a pasar recibirá una amonestación formal y otra falta sera una sanción.
El problema viene porque se esta abusando de la inactividad o ausencia de 2 usuarios, para tener un robo/victoria, fácil y gratis. Cosa que no vamos a permitir. Por ser la primera infracción de este tipo no se tomaran medidas, pero queda con el aviso la usuaria de Jennyfer en general, si vuelve a pasar recibirá una amonestación formal y otra falta sera una sanción.
OPSE Juez
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