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Censo
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Creado por Kimmie K. Miér Mayo 18, 2016 4:22 pm
Alza la palma y la lleva de inmediato a cubrir su boca. Ya no sabe que tiene más; si sueño, su calor, si pereza, si... Bueno, básicamente, es una mezcla de todas en verdad.
Si prometió que ayudaría a limpiar The Ruby Lane para la fiesta de su madre, que será por la noche. Mientras que su padre acomoda todo, ella y los demás trabajadores del restaurante se encargaran de limpiar, cocinar y decorar para la fiesta de la noche. Es por eso que el restaurante ha amanecido el día de hoy totalmente desierto y cerrado.
Deja de barrer y apoya las palmas sobre la punta del palo de la escoba. — Esto sería mucho más sencillo si solamente tuviésemos que decorar. — Porque claro, a la pelirroja le molestaba totalmente limpiar. Y es que no era solamente limpiar; también era sacar sillas y mesas y acomodarlas de otra manera, más aparte de limpiar, sacudir, etc. — Y todavía nos falta hacer el pastel y la comida. — Hace un pucherito mientras acomoda el mentón sobre los dorsos de sus manos.
Alina, una peliblanca que ya llevaba tiempo trabajando con ellos, le da un caderazo para que se quede en la realidad antes de que se vaya soñando. — Y no vamos a poder terminar demasiado pronto si continuas viajando al País de los sueños mientras estás despierta. — Alza la mano y le muestra el recogedor que ha encontrado.
Ya faltaba tan poco para terminar de barrer pero apenas iban empezando con la limpieza. Kim ya se quiere dar un tiro en la sien y lo hace de manera actuada e improvisada; usando una de sus manos como si fuera un arma de fuego y tirando del “gatillo” para casi desparramarse.
La peliblanca la juzga enseguida con la mirada, pero no piensa presionarla más de lo debido. Sabe que en algún punto Kimmie puede escaparse si así lo desea y dejarlos a su suerte para hacer las cosas. Si ya hasta le sabe a milagro que permaneciera ahí para ayudar.
— Que por cierto. — La pelirroja deja su posición para adoptar una nueva. Está vez, aparte de continuar con la tarea de barrendera, se empieza estirar. Manos al aire mientras que con un pie trata de sostener el escobillón –fallando, cabe decir, pues finalmente ha dado el azotón sobre el piso– y estirando el torso lo más que puede. — ¿Senji y Lavi aún no regresan? —.
— Al parecer aún no. — La peliblanca suspira. — Se suponía que traerían todos los ingredientes una vez que los consiguieran para no tener que salir de nuevo. Ellos o nosotras. — Explica con algo de preocupación. Ya han tardado su tanda de tiempo en volver.
La otra fémina sonríe apenas, ya previniendo que terminaran apurados haciendo todo casi a último minuto. — Moriremos. — Lo da por hecho y por eso acepta con tanta facilidad su destino.
Alina agacha la mirada, mordiéndose el labio. — ¿Deberíamos...? —.
La frase queda a medias cuando se escucha un estruendo fuera de la puerta; como si alguien quisiera tumbarla. Hasta ha hecho que Kim salte del susto y de lo inesperado que ha sido. — Que caraj... ¡El restaurante está cerrado hasta mañana! — Grita apenas con fuerza desde dónde se encuentra, siendo el punto medio de todo el salón.
Y aunque los golpeteos se detienen por unos segundos, vuelven a realizarse. — Por todos los... — Rueda los ojos y empieza a caminar hacia la puerta. Los golpes le aumentan la molestia repentina por la situación. — ¡Dije que estamos cerrados! — Exclama abriendo la puerta de golpe para asomarse a ver de quién se trata y que no entiende el español.
Si prometió que ayudaría a limpiar The Ruby Lane para la fiesta de su madre, que será por la noche. Mientras que su padre acomoda todo, ella y los demás trabajadores del restaurante se encargaran de limpiar, cocinar y decorar para la fiesta de la noche. Es por eso que el restaurante ha amanecido el día de hoy totalmente desierto y cerrado.
Deja de barrer y apoya las palmas sobre la punta del palo de la escoba. — Esto sería mucho más sencillo si solamente tuviésemos que decorar. — Porque claro, a la pelirroja le molestaba totalmente limpiar. Y es que no era solamente limpiar; también era sacar sillas y mesas y acomodarlas de otra manera, más aparte de limpiar, sacudir, etc. — Y todavía nos falta hacer el pastel y la comida. — Hace un pucherito mientras acomoda el mentón sobre los dorsos de sus manos.
Alina, una peliblanca que ya llevaba tiempo trabajando con ellos, le da un caderazo para que se quede en la realidad antes de que se vaya soñando. — Y no vamos a poder terminar demasiado pronto si continuas viajando al País de los sueños mientras estás despierta. — Alza la mano y le muestra el recogedor que ha encontrado.
Ya faltaba tan poco para terminar de barrer pero apenas iban empezando con la limpieza. Kim ya se quiere dar un tiro en la sien y lo hace de manera actuada e improvisada; usando una de sus manos como si fuera un arma de fuego y tirando del “gatillo” para casi desparramarse.
La peliblanca la juzga enseguida con la mirada, pero no piensa presionarla más de lo debido. Sabe que en algún punto Kimmie puede escaparse si así lo desea y dejarlos a su suerte para hacer las cosas. Si ya hasta le sabe a milagro que permaneciera ahí para ayudar.
— Que por cierto. — La pelirroja deja su posición para adoptar una nueva. Está vez, aparte de continuar con la tarea de barrendera, se empieza estirar. Manos al aire mientras que con un pie trata de sostener el escobillón –fallando, cabe decir, pues finalmente ha dado el azotón sobre el piso– y estirando el torso lo más que puede. — ¿Senji y Lavi aún no regresan? —.
— Al parecer aún no. — La peliblanca suspira. — Se suponía que traerían todos los ingredientes una vez que los consiguieran para no tener que salir de nuevo. Ellos o nosotras. — Explica con algo de preocupación. Ya han tardado su tanda de tiempo en volver.
La otra fémina sonríe apenas, ya previniendo que terminaran apurados haciendo todo casi a último minuto. — Moriremos. — Lo da por hecho y por eso acepta con tanta facilidad su destino.
Alina agacha la mirada, mordiéndose el labio. — ¿Deberíamos...? —.
La frase queda a medias cuando se escucha un estruendo fuera de la puerta; como si alguien quisiera tumbarla. Hasta ha hecho que Kim salte del susto y de lo inesperado que ha sido. — Que caraj... ¡El restaurante está cerrado hasta mañana! — Grita apenas con fuerza desde dónde se encuentra, siendo el punto medio de todo el salón.
Y aunque los golpeteos se detienen por unos segundos, vuelven a realizarse. — Por todos los... — Rueda los ojos y empieza a caminar hacia la puerta. Los golpes le aumentan la molestia repentina por la situación. — ¡Dije que estamos cerrados! — Exclama abriendo la puerta de golpe para asomarse a ver de quién se trata y que no entiende el español.
Última edición por Kimmie K. el Vie Jul 22, 2016 1:03 am, editado 1 vez
Kimmie K.
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Shinya Kougami Miér Mayo 18, 2016 6:32 pm
El marine había salido de andanzas a Baterilla. Andaba libre últimamente debido a que no tenía nada que hacer -obvio-. Por eso decidió darse un pequeño lujo y así viajar a la isla, por que sus padres le obligaron de que tenía que conocer más y que había un restaurante sabroso en aquel sitio. La verdad su mamá siempre acertaba en lo que decía, seguro había comido más de una vez sino no le recomendaría absolutamente nada. Guren como buen hijo no pudo rechazar y por eso hizo el viaje. Iba encantado de hacer muchas cosas además de disfrutar sus días libre ya que hace mucho no podía comportarse como un joven común, salir o incluso tener una relación, nada y fíjate que siempre le reclamaban esos los padres -típico-.
Al llegar a la isla Guren inmediatamente fue a un puesto de helados artesanales que estaba en la entrada. Compró uno de manjar con chocolate, una combinación extraña y para colmo en un barquillo. El típico helado bueno, bonito y barato. Pagó en monedas pequeñas, tan pequeñas que la señora que atendía le miró con cara de desprecio pero él contento lo hizo. Cuando iba saboreando su helado a lo lejos pudo observar lo que parecía un disturbio, pero como andaba de civil no quizo hacer nada. Su paso se hizo normal hasta que un niño le robó el helado y salió corriendo, levantándole el dedo del medio, gritando: “Gracias abuelo”.
— ¡MALDITO! Mi he..la..do.— Bufó resignado y pateó una piedra. Con el ceño fruncido siguió su andar hasta el punto del desorden. Miró de que trataba, primero un sujeto enorme, parecía que balbuceaba palabras raras. Levantó una de sus cejas mientras miró de que lugar trataba, era el restaurante que su mamá le había dicho que tenía que visitar. Pasó entre la gente, para su suerte aún traía sus katanas -las ama tanto que no las deja-. Cuando pasó por todos y llegó donde el sujeto, le picoteó la espalda varias veces con sus dedos que parecían alfileres al lado de la espalda abundante del contrario.
— Oye fortachón. ¿Qué te pasa?— Le hablaron en un dialecto que no comprendía, la verdad Guren comprendía poco, no recibió tanta educación para poder entender lenguas tan sofisticada y claro, de niño de lujos no tiene nada. Fue así cuando le clavó una katana en el trasero, y luego lo tomó por el cuello haciéndolo caer. Para la mala suerte del tipo se trataba de un marine, uno que sabía pelear. Al tenerlo en el suelo se acercó a su rostro, al parecer era un Gyojin. — Deja de causar problemas, además es el restaurante favorito de mi mamá.— Bien rudo le sacó con el típico gesto con la mano acompañado de unos sonidos de; “shu-shu”. Cuando se fue él fue a tocar la puerta suave al contrario del otro que quería tumbarla.
— ¿Todo esta bien?— Dijo mirando el suelo, la verdad parece que no iba a poder comer ahí porque estaban cerrados. — Me recomendaron comer aquí, ¿a qué hora abren?— Preguntó con curiosidad a quienes estuvieran dentro, su mano no dejaba de golpear, ya la gente se había ido y retomado su ciclo normal. El chico intentó ver por alguna apertura de la puerta dentro a ver quienes estaban pero nada. Esperaba que no le lanzaran una tarta en la cara o algo así.
Al llegar a la isla Guren inmediatamente fue a un puesto de helados artesanales que estaba en la entrada. Compró uno de manjar con chocolate, una combinación extraña y para colmo en un barquillo. El típico helado bueno, bonito y barato. Pagó en monedas pequeñas, tan pequeñas que la señora que atendía le miró con cara de desprecio pero él contento lo hizo. Cuando iba saboreando su helado a lo lejos pudo observar lo que parecía un disturbio, pero como andaba de civil no quizo hacer nada. Su paso se hizo normal hasta que un niño le robó el helado y salió corriendo, levantándole el dedo del medio, gritando: “Gracias abuelo”.
— ¡MALDITO! Mi he..la..do.— Bufó resignado y pateó una piedra. Con el ceño fruncido siguió su andar hasta el punto del desorden. Miró de que trataba, primero un sujeto enorme, parecía que balbuceaba palabras raras. Levantó una de sus cejas mientras miró de que lugar trataba, era el restaurante que su mamá le había dicho que tenía que visitar. Pasó entre la gente, para su suerte aún traía sus katanas -las ama tanto que no las deja-. Cuando pasó por todos y llegó donde el sujeto, le picoteó la espalda varias veces con sus dedos que parecían alfileres al lado de la espalda abundante del contrario.
— Oye fortachón. ¿Qué te pasa?— Le hablaron en un dialecto que no comprendía, la verdad Guren comprendía poco, no recibió tanta educación para poder entender lenguas tan sofisticada y claro, de niño de lujos no tiene nada. Fue así cuando le clavó una katana en el trasero, y luego lo tomó por el cuello haciéndolo caer. Para la mala suerte del tipo se trataba de un marine, uno que sabía pelear. Al tenerlo en el suelo se acercó a su rostro, al parecer era un Gyojin. — Deja de causar problemas, además es el restaurante favorito de mi mamá.— Bien rudo le sacó con el típico gesto con la mano acompañado de unos sonidos de; “shu-shu”. Cuando se fue él fue a tocar la puerta suave al contrario del otro que quería tumbarla.
— ¿Todo esta bien?— Dijo mirando el suelo, la verdad parece que no iba a poder comer ahí porque estaban cerrados. — Me recomendaron comer aquí, ¿a qué hora abren?— Preguntó con curiosidad a quienes estuvieran dentro, su mano no dejaba de golpear, ya la gente se había ido y retomado su ciclo normal. El chico intentó ver por alguna apertura de la puerta dentro a ver quienes estaban pero nada. Esperaba que no le lanzaran una tarta en la cara o algo así.
Shinya Kougami
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Kimmie K. Vie Jul 22, 2016 1:29 am
No puede evitar hacer una mala cara a los que estaban frente a la puerta del restaurante. Es decir, había conocido seres feos con “f” de foca pero esto era ridículo.
Con la amenaza inminente de que intenten, nuevamente, forzar su entrada al restaurante es que Kim decide no jugar tan fácil. Con una mano detrás de su espalda la mueve para hacerle señas a Alina para que busque ayuda. — Estamos “C-E-R-R-A-D-O-S”. — Deletrea lentamente y con caras para a ver si, de alguna manera milagrosa, los Gyojin que estaban ahí lograban entenderle.
No daba mucho resultado realmente.
Uno de ellos intenta abrir la puerta. — ¡Oye! — Grita y enseguida empieza a forcejear para cerrarla, empujando con fuerza para que no abriera más milímetros de la entrada. Si los dejaba pasar estaba segura que terminaría arrepintiéndose totalmente. ¿Y si los saquean y luego le echan la culpa a ella? No, señor. Con mucha suerte Alina regresa al momento para ayudarla a cerrar la puerta al completo. Colocan una de los mangos de las escobas para usar de bloqueo y empiezan a acercar mesas y sillas para aumentar la dificultad de la apertura.
Todo pasa rápido a decir verdad. — Alina cuida acá. — Corre por la otra escoba y saca el cepillo de esta. No puede hacer demasiado desde adentro, necesita salir hacia afuera. — ¡Kim, no! — La peliblanca le grita pero la hija del dueño está demasiada ocupada corriendo a la cocina y saliendo por una de las ventanas para empezar a escalar hacia el techo.
Alina se queda alejada de la puerta una vez que la ha cubierto bastante de cosas. Con las manos juntas reza porque nada les suceda a ninguna de las dos mientras que Senji y Lavi vuelven de los mandados. El silencio le asusta pero a la vez le reconforma, aunque termina brincando cuando escucha una voz más clara con un toqueteo suave sobre la puerta de madera. — ¿Eh? — No entiende que pasa.
Mientras tanto, Kim ya ha atravesado el techo y ya está arriba de la entrada del Ruby Lane. Ni siquiera se ha dado cuenta cuando el Gyojin se ha terminado yendo junto con el grupo que había llegado. Se asoma muy apenitas y lo único que alcanza a ver es una parte de una melena negra. Se vuelve a incorporar antes de que la vea. — Okey, Kimmie, al menos pégale a uno en la cabeza. — Susurra para armarse de valor y llevar a cabo la proeza. Se acuesta y alza el palo y lo dirige con fuerza hacia la persona que está en la puerta.
Con la amenaza inminente de que intenten, nuevamente, forzar su entrada al restaurante es que Kim decide no jugar tan fácil. Con una mano detrás de su espalda la mueve para hacerle señas a Alina para que busque ayuda. — Estamos “C-E-R-R-A-D-O-S”. — Deletrea lentamente y con caras para a ver si, de alguna manera milagrosa, los Gyojin que estaban ahí lograban entenderle.
No daba mucho resultado realmente.
Uno de ellos intenta abrir la puerta. — ¡Oye! — Grita y enseguida empieza a forcejear para cerrarla, empujando con fuerza para que no abriera más milímetros de la entrada. Si los dejaba pasar estaba segura que terminaría arrepintiéndose totalmente. ¿Y si los saquean y luego le echan la culpa a ella? No, señor. Con mucha suerte Alina regresa al momento para ayudarla a cerrar la puerta al completo. Colocan una de los mangos de las escobas para usar de bloqueo y empiezan a acercar mesas y sillas para aumentar la dificultad de la apertura.
Todo pasa rápido a decir verdad. — Alina cuida acá. — Corre por la otra escoba y saca el cepillo de esta. No puede hacer demasiado desde adentro, necesita salir hacia afuera. — ¡Kim, no! — La peliblanca le grita pero la hija del dueño está demasiada ocupada corriendo a la cocina y saliendo por una de las ventanas para empezar a escalar hacia el techo.
Alina se queda alejada de la puerta una vez que la ha cubierto bastante de cosas. Con las manos juntas reza porque nada les suceda a ninguna de las dos mientras que Senji y Lavi vuelven de los mandados. El silencio le asusta pero a la vez le reconforma, aunque termina brincando cuando escucha una voz más clara con un toqueteo suave sobre la puerta de madera. — ¿Eh? — No entiende que pasa.
Mientras tanto, Kim ya ha atravesado el techo y ya está arriba de la entrada del Ruby Lane. Ni siquiera se ha dado cuenta cuando el Gyojin se ha terminado yendo junto con el grupo que había llegado. Se asoma muy apenitas y lo único que alcanza a ver es una parte de una melena negra. Se vuelve a incorporar antes de que la vea. — Okey, Kimmie, al menos pégale a uno en la cabeza. — Susurra para armarse de valor y llevar a cabo la proeza. Se acuesta y alza el palo y lo dirige con fuerza hacia la persona que está en la puerta.
Kimmie K.
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Shinya Kougami Vie Jul 22, 2016 8:04 pm
El azabache había sacado al rufián de allí, sí estaba intentando atacar le local que su madre tanto admiraba por esa razón le dejaría hacer sus cosas malvadas. A su suerte se había ido, el filo de su espada en la nalga del muchacho pez había servido al menos un poco. El marine decidió tocar la puerta un poco, pensando en que por una vez en su vida iba a ser atendido a pesar de que estuvieran cerrados.. ¿sería un error hacerlo? No lo entendía, pero no perdía nada tampoco, al menos eso siempre le decían los mayores. Se veía interesante el sitio mientras más lo veía.
Al marine al tocar la puerta del local pudo sentir detrás que había ruido, unas personas hablando a pesar de no entender lo que comentaban, lo sabía por eso le llamó mucho más la atención. Intentó mirar por la cerradura de la puerta pero nada, se notaba la nada misma. Estaba lo suficiente inquieto como para ya querer irse pero si su madre le mandó a probar la comida de ése sitio le haría caso, era seguro que era sabroso, demasiado. Suspiró un poco, no molesto sino que algo impaciente, volvió a tocar la puerta, ahora procedió a decir unas palabras, en un tono algo bajito.
—¿Hay alguien?— Comentó ladeando su cabeza varias veces, como si pareciera un pájaro o algo por el estilo. Por ende siguió su acción, otros golpes a la puerta, el día estaba hermoso y ya al hombre le estaba crujiendo un poco la panza, rugiría como un león en un par de minutos, tal vez en menos.
Nadie contestaba la puerta a lo que el joven solo bajó sus hombros pero al instante en que se volteó para ver, miró la silueta de una chica pero algo más venía, un palo, el marine no alcanzó a reaccionar puesto que alzó la mano para saludar. Pero el objeto lanzado le llegó en la cabeza sin más, le abrió una herida, la cual sangró inmediatamente, un chorro que le cubrió su frente hasta bajar a su rostro, perdió el equilibrio y cayó atrás.
—Yo… solo…— Guren cae al suelo con ojos cerrados, por suerte su cuerpo fue soportado por el césped. Sus espadas cayeron al lado de él, sin poder hacer más que ver estrellas y echarse a dormir, había sido noqueado con facilidad. La sangre brotaba y manchaba ahora su ropaje, no tan solo su rostro.
Al marine al tocar la puerta del local pudo sentir detrás que había ruido, unas personas hablando a pesar de no entender lo que comentaban, lo sabía por eso le llamó mucho más la atención. Intentó mirar por la cerradura de la puerta pero nada, se notaba la nada misma. Estaba lo suficiente inquieto como para ya querer irse pero si su madre le mandó a probar la comida de ése sitio le haría caso, era seguro que era sabroso, demasiado. Suspiró un poco, no molesto sino que algo impaciente, volvió a tocar la puerta, ahora procedió a decir unas palabras, en un tono algo bajito.
—¿Hay alguien?— Comentó ladeando su cabeza varias veces, como si pareciera un pájaro o algo por el estilo. Por ende siguió su acción, otros golpes a la puerta, el día estaba hermoso y ya al hombre le estaba crujiendo un poco la panza, rugiría como un león en un par de minutos, tal vez en menos.
Nadie contestaba la puerta a lo que el joven solo bajó sus hombros pero al instante en que se volteó para ver, miró la silueta de una chica pero algo más venía, un palo, el marine no alcanzó a reaccionar puesto que alzó la mano para saludar. Pero el objeto lanzado le llegó en la cabeza sin más, le abrió una herida, la cual sangró inmediatamente, un chorro que le cubrió su frente hasta bajar a su rostro, perdió el equilibrio y cayó atrás.
—Yo… solo…— Guren cae al suelo con ojos cerrados, por suerte su cuerpo fue soportado por el césped. Sus espadas cayeron al lado de él, sin poder hacer más que ver estrellas y echarse a dormir, había sido noqueado con facilidad. La sangre brotaba y manchaba ahora su ropaje, no tan solo su rostro.
Shinya Kougami
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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