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Creado por Enishi Dom Mayo 29, 2016 9:20 am
El joven de cabellos rojos tras haberse encontrado con una pirata bastante particular había emprendido un viaje a una de las islas más cercanas, en este caso hacia al reino de Lvneel el cual se decía ser un lugar bastante pacifico y tranquilo pero por su parte el revolucionario estaba algo distante a pensar aquello, lo mejor era pensar en que nada era como se lo planteaban ni mucho menos. Al momento de llegar dejó su humilde vehículo amarrado al muelle, tomó sus cosas personales, como dinero, katanas y demás para poder adentrarse en la ciudad pero claro su sentido de la orientación en las islas es pésima por lo que era más que seguro que como siempre acabaría perdido haciendo el ridículo.
Era quizás las nueve de la mañana o algo por el estilo, el sol estaba pegando con fuerzas y la gente paseaba de un lado a otro. El samurai de Wano iba con el cabello rojo al aire, un color extraño últimamente. No muchas personas le miraban a pesar de ir con gabardina mas no cubierto en el rostro. El chico no conocía para nada las calles pero como estaba en una avenida principal que era recta se le hacía simple poder andar con suma calma. Todos estaban riendo, la verdad lo que decían de que había paz era cierto. Si bien el revolucionario estaba poco hambriento ya que hace pocos días disfrutó de un festín con Ange, eso no evitó que le crujiera un poco el estómago.
Se acercó más a la tiendas de frutas que estaban en la misma avenida, compró una manzana la cual pagó con las monedas que traía. Era una jugosa fruta de color rojo como él, no se la pensó dos veces para lanzarle un mordisco como si se tratase de un vampiro a su presa. Sus dientes desgarrarlo la carne de la fruta dulce, el paladar de Enishi se sintió agradable y simplemente hizo un ademán con un sonido de gusto sin importar los presentes. Su paso ahora se vio interrumpido cuando un grupo de marines parecía llegar a un sector donde había una riña. Las orbes celestes del pelirrojo observaron que trataba de un bar por eso se escondió en uno de los callejones cercanos, se mantenía oculto en la pared pero observando como todo iba. Prefería no mostrarse más y esperar a que aquellos hombres del gobierno se fueran. No quería verse involucrado en problema alguno la verdad.
Los marines entraban a la taberna y se podían escuchar los gritos de pelea, varios seguramente saldrían heridos. Desde la posición del revolucionario solo se veía la entrada y unas ventanas que al tiempo se destruyeron con cuerpos lanzados a la calle, cuerpos vivos pero ensangrentados. Enishi comía de su fruta mirando siempre algo sorprendido pero era más el gusto por la fruta que notaba en sus ademanes. Parecía que hoy había fiesta en la isla pacifica.
Era quizás las nueve de la mañana o algo por el estilo, el sol estaba pegando con fuerzas y la gente paseaba de un lado a otro. El samurai de Wano iba con el cabello rojo al aire, un color extraño últimamente. No muchas personas le miraban a pesar de ir con gabardina mas no cubierto en el rostro. El chico no conocía para nada las calles pero como estaba en una avenida principal que era recta se le hacía simple poder andar con suma calma. Todos estaban riendo, la verdad lo que decían de que había paz era cierto. Si bien el revolucionario estaba poco hambriento ya que hace pocos días disfrutó de un festín con Ange, eso no evitó que le crujiera un poco el estómago.
Se acercó más a la tiendas de frutas que estaban en la misma avenida, compró una manzana la cual pagó con las monedas que traía. Era una jugosa fruta de color rojo como él, no se la pensó dos veces para lanzarle un mordisco como si se tratase de un vampiro a su presa. Sus dientes desgarrarlo la carne de la fruta dulce, el paladar de Enishi se sintió agradable y simplemente hizo un ademán con un sonido de gusto sin importar los presentes. Su paso ahora se vio interrumpido cuando un grupo de marines parecía llegar a un sector donde había una riña. Las orbes celestes del pelirrojo observaron que trataba de un bar por eso se escondió en uno de los callejones cercanos, se mantenía oculto en la pared pero observando como todo iba. Prefería no mostrarse más y esperar a que aquellos hombres del gobierno se fueran. No quería verse involucrado en problema alguno la verdad.
Los marines entraban a la taberna y se podían escuchar los gritos de pelea, varios seguramente saldrían heridos. Desde la posición del revolucionario solo se veía la entrada y unas ventanas que al tiempo se destruyeron con cuerpos lanzados a la calle, cuerpos vivos pero ensangrentados. Enishi comía de su fruta mirando siempre algo sorprendido pero era más el gusto por la fruta que notaba en sus ademanes. Parecía que hoy había fiesta en la isla pacifica.
Enishi
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Haine Van Gogh. Lun Mayo 30, 2016 9:04 am
Sabes que todo va mal cuando hay marines de por medio, tal vez porque estos tenían un criterio referente a los piratas que nosotros mismos tenemos de ellos. Unos se basan por la libertad y otros por la ley, cosas diferentes que llevan a disputarse con tan solo decir a que ideas perteneces. Eso llevo aquel lugar a todo lo que estaba aconteciendo, no diciendo que yo haya impulsado aquello, pero lo cierto era que si fui yo. No estuve presente cuando empezó todo, pero si cuando llegaron los marines a establecer orden, la cosa era que aquel acto encubría toda la perfección de mi plan. Me había quedado con parte del dinero de la caja, gracias a la torpeza del dueño quien creyo en mis palabras como todo un niño. La inocencia del pueblo era evidente, no contando con la inteligencia suficiente o quizás no han tenido tantos casos de piratas en esta que hacen que duden a la primera. Gracias a las ideas que induje en su pequeña mente, este culpo de piratería a un combo de personas algo desgatadas de trabajar en quien sabe que barco pescador. Hediondos, cansados y molestos complicaron la explicación que daban en contra de aquella profanación de sus ideales, sin siquiera base alguna de que hayan hecho piratería o que perteneciesen a dicho bando.
El hombre de capucha roja, quien ocultaba su rostro bajo la sombra de la misma había logrado hacer un mal necesario, tomando el dinero suficiente como para subsistir por unos días. Me posaba ahí parado seleccionando alguna que otra fruta lejos del desorden aquel, tomando cuatro manzanas y pagándolas con descaro, como si no le importase lo que sucediese al resto de aquellos desgraciados. Si, desgraciados de la ineptitud del dueño del local, mismo que defendía una idea que no le pertenecía y terminaba creyéndose su mentira. Para mi suerte este no lograría reconocerme, ya que induje aquel acto sin aquella prenda característica que cautivaba la atención de cualquier amante del color rojo. Tenía en mi mano una quinta manzana, la cual con la que jugaba lanzándola con poca gana al aire y atrapándola al instante. - ¿A qué temes? – Pregunte, viendo ahora al joven que se ocultaba de la vista de cualquier ente público. Quizás temía a ser reconocido o siquiera a que le viesen, comiendo una manzana con tanto anhelo y gusto que sus propias expresiones delataban su placer.
Aún estaba cerca de aquel puesto de venta de manzanas, de hecho, aquella calle gozaba de repetidos puestos de venta de frutas a cada diez metros quizás. Los cabellos rojos del muchacho fueron lo que llamaron mi atención, color tan hermoso y atrayente para mis ojos. Así solo me digne a mirarle con esa expresión desinteresada en mi rostro, ocultando esta vez cierta curiosidad por el sujeto. Quizás su respuesta a mi pregunta definiría el interés que ahora tendría en el mismo, aunque si se ocultaba entonces significaba pocas cosas; Temor o inteligencia. Uno seria al miedo que tendría al encontrarse rodeado y sin escapatoria o inteligencia de un cobarde, mismo que le caracterizaba por ocultarse y quedarse mirando como un fisgón, en vez de ya haberse marchado y alejado en el tiempo que perdió observando. No había otro sentimiento que pudiese deducir con la simple mirada, no hasta que las palabras del pelirojo hayan contradicho lo que pensaba de el.
Pero… ¿Por qué el interés en lo que piense alguien? Simple, es excitante carecer de algunos sentimientos que otros demuestran a diario.
El hombre de capucha roja, quien ocultaba su rostro bajo la sombra de la misma había logrado hacer un mal necesario, tomando el dinero suficiente como para subsistir por unos días. Me posaba ahí parado seleccionando alguna que otra fruta lejos del desorden aquel, tomando cuatro manzanas y pagándolas con descaro, como si no le importase lo que sucediese al resto de aquellos desgraciados. Si, desgraciados de la ineptitud del dueño del local, mismo que defendía una idea que no le pertenecía y terminaba creyéndose su mentira. Para mi suerte este no lograría reconocerme, ya que induje aquel acto sin aquella prenda característica que cautivaba la atención de cualquier amante del color rojo. Tenía en mi mano una quinta manzana, la cual con la que jugaba lanzándola con poca gana al aire y atrapándola al instante. - ¿A qué temes? – Pregunte, viendo ahora al joven que se ocultaba de la vista de cualquier ente público. Quizás temía a ser reconocido o siquiera a que le viesen, comiendo una manzana con tanto anhelo y gusto que sus propias expresiones delataban su placer.
Aún estaba cerca de aquel puesto de venta de manzanas, de hecho, aquella calle gozaba de repetidos puestos de venta de frutas a cada diez metros quizás. Los cabellos rojos del muchacho fueron lo que llamaron mi atención, color tan hermoso y atrayente para mis ojos. Así solo me digne a mirarle con esa expresión desinteresada en mi rostro, ocultando esta vez cierta curiosidad por el sujeto. Quizás su respuesta a mi pregunta definiría el interés que ahora tendría en el mismo, aunque si se ocultaba entonces significaba pocas cosas; Temor o inteligencia. Uno seria al miedo que tendría al encontrarse rodeado y sin escapatoria o inteligencia de un cobarde, mismo que le caracterizaba por ocultarse y quedarse mirando como un fisgón, en vez de ya haberse marchado y alejado en el tiempo que perdió observando. No había otro sentimiento que pudiese deducir con la simple mirada, no hasta que las palabras del pelirojo hayan contradicho lo que pensaba de el.
Pero… ¿Por qué el interés en lo que piense alguien? Simple, es excitante carecer de algunos sentimientos que otros demuestran a diario.
Haine Van Gogh.
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Enishi Lun Mayo 30, 2016 1:34 pm
Como era de costumbre Enishi como revolucionario le agradaba ir discretamente por las ciudades, quizás su se busca es bastante bajo pero sabía, o mejor dicho, tenía conocimiento que dentro de poco seguramente debería subir por como estaba moviendo los hilos. Despejó todo pensamiento de esto de su mente. La pelea entre marines y lo que allí dentro estuviese le pareció algo curiosa, era como cuando un grupo de enormes luchadores entra a cada rato y por las ventanas salen los derrotados. Era seguro que seres, o individuos con buen nivel de pelea yacían allí adentro pero para él lo más sensato era mantenerse al margen, no tenía tripulación pero si una aliada que para su mala suerte no sabía dónde se encontraba solo sabía que iría a por tripulantes.
Enishi volvió a dar un gustoso mordisco a la fruta en lo que una voz se hacía presente en el ambiente. Este sonrió mientras le escuchó, se volteó para saber de donde provenía para así fijar sus orbes celestes en aquel hombre que preguntaba curioso, al parecer, sí temía. El revolucionario como tenía aquel trozo de fruta en su boca comenzó a mascarlo bastante educadamente, no iba a responder hasta que la dulce fruta estuviera en su estómago. Dio quien sabe un par más de apretones con sus dientes para cuando trago, con suavidad. Sonrió un poco para desviar su mirada de tal manera tan sigilosa observar aquel bar que se teñiría de carmesí.
— ¿Temor? A nada, prefiero mirar desde la distancia no vaya a ser que me confundan con un pirata o en el peor de los casos un revolucionario.— Comentó sonriendo de manera tan agradable que sus palabras siempre sonaban sinceras, claro ahora lo eran exceptuando el hecho de que pertenecía a la armada. Volvió a dar una bocanada de aquel fruto rojo para terminarlo, no dejo absolutamente nada de carne. Las orbes del pelirrojo se desviaron a quien le acompañaba. Jugaba con una manzana, al parecer el gusto por esta fruta era para ambos igual. Dio un pequeño bufido desganado en lo que se escuchó un quejido proveniente de un marine.
— Además no me interesa entrometerme en peleas ajenas. ¿Tú.. eres? No pareces un marine, supongo tampoco estabas involucrado en el incidente.— Preguntó con curiosidad en todo momento. El samurai de Wano era caracterizado por preguntar de más algunas cosas, no lo hacía con mala intención sino al contrario para saciar sus dudas. Si bien aquel hombre de cabellera oscura, le resultaba curioso por decirlo de una manera cortes. Nada malo pensaba de él, pero sí en que su forma de entrar en escena fue por lo menos, llamativa. Cuando las palabras de Enishi terminaron pasaron unos segundos cuando una horda de piratas, y quien sabe si revolucionarios salieron corriendo de la taberna.
Al parecer estaban escapando pero para la mala suerte de él todos fueron por el camino donde él se estaba ocultando, varios corriendo apresurados e incluso insultaron a los marines que venían a por ellos. Enishi bromista puso el pie para que uno tropezase, el joven le insultó y siguió su paso pero los marines apuntaron a los dos jóvenes que no tenían nada que ver, los señalaron como enemigos. Los marines no distinguían nada, estaban parece que mareados de tantos golpes. Muchos de estos ciervos del gobierno comenzaron a correr donde estaban los amantes de la manzana. Enishi miró de reojo al hombre y dejó escapar unas palabras.
— No vale la pena entrar en dialogo con los marines, lo mejor sería correr.— Sí bien lo hacia sospechoso salir arrancando de tal manera, pero como su condición era de revolucionario y no de un simple civil, lo mejor sería irse. Así que comenzó a correr por aquel callejón que para su suerte conectaba con otras calles. Al correr y llegar al fondo dobló a la derecha la cual le llevó a un centro comercial más especializado en ropa, ahí miró a todos lados para esconderse entre la gente, para su mala suerte los marines estaban rodeando el perímetro para atrapar a todo quien ellos pensaran sospechoso. Enishi se camufló con su gabardina y caminó detrás de un grupo de mujeres de su edad. Siempre alerta e incluso buscaba al hombre que antes le había hablado a ver si no le tenían atrapado.
Enishi volvió a dar un gustoso mordisco a la fruta en lo que una voz se hacía presente en el ambiente. Este sonrió mientras le escuchó, se volteó para saber de donde provenía para así fijar sus orbes celestes en aquel hombre que preguntaba curioso, al parecer, sí temía. El revolucionario como tenía aquel trozo de fruta en su boca comenzó a mascarlo bastante educadamente, no iba a responder hasta que la dulce fruta estuviera en su estómago. Dio quien sabe un par más de apretones con sus dientes para cuando trago, con suavidad. Sonrió un poco para desviar su mirada de tal manera tan sigilosa observar aquel bar que se teñiría de carmesí.
— ¿Temor? A nada, prefiero mirar desde la distancia no vaya a ser que me confundan con un pirata o en el peor de los casos un revolucionario.— Comentó sonriendo de manera tan agradable que sus palabras siempre sonaban sinceras, claro ahora lo eran exceptuando el hecho de que pertenecía a la armada. Volvió a dar una bocanada de aquel fruto rojo para terminarlo, no dejo absolutamente nada de carne. Las orbes del pelirrojo se desviaron a quien le acompañaba. Jugaba con una manzana, al parecer el gusto por esta fruta era para ambos igual. Dio un pequeño bufido desganado en lo que se escuchó un quejido proveniente de un marine.
— Además no me interesa entrometerme en peleas ajenas. ¿Tú.. eres? No pareces un marine, supongo tampoco estabas involucrado en el incidente.— Preguntó con curiosidad en todo momento. El samurai de Wano era caracterizado por preguntar de más algunas cosas, no lo hacía con mala intención sino al contrario para saciar sus dudas. Si bien aquel hombre de cabellera oscura, le resultaba curioso por decirlo de una manera cortes. Nada malo pensaba de él, pero sí en que su forma de entrar en escena fue por lo menos, llamativa. Cuando las palabras de Enishi terminaron pasaron unos segundos cuando una horda de piratas, y quien sabe si revolucionarios salieron corriendo de la taberna.
Al parecer estaban escapando pero para la mala suerte de él todos fueron por el camino donde él se estaba ocultando, varios corriendo apresurados e incluso insultaron a los marines que venían a por ellos. Enishi bromista puso el pie para que uno tropezase, el joven le insultó y siguió su paso pero los marines apuntaron a los dos jóvenes que no tenían nada que ver, los señalaron como enemigos. Los marines no distinguían nada, estaban parece que mareados de tantos golpes. Muchos de estos ciervos del gobierno comenzaron a correr donde estaban los amantes de la manzana. Enishi miró de reojo al hombre y dejó escapar unas palabras.
— No vale la pena entrar en dialogo con los marines, lo mejor sería correr.— Sí bien lo hacia sospechoso salir arrancando de tal manera, pero como su condición era de revolucionario y no de un simple civil, lo mejor sería irse. Así que comenzó a correr por aquel callejón que para su suerte conectaba con otras calles. Al correr y llegar al fondo dobló a la derecha la cual le llevó a un centro comercial más especializado en ropa, ahí miró a todos lados para esconderse entre la gente, para su mala suerte los marines estaban rodeando el perímetro para atrapar a todo quien ellos pensaran sospechoso. Enishi se camufló con su gabardina y caminó detrás de un grupo de mujeres de su edad. Siempre alerta e incluso buscaba al hombre que antes le había hablado a ver si no le tenían atrapado.
Enishi
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Haine Van Gogh. Mar Mayo 31, 2016 8:12 am
La respuesta del joven fue de lo más natural, tal vez siendo la verdad y dada la serenidad con la que contaba de seguro no había mucho más que preguntar, dejando que mi interés en este empezara a desvanecerse en el aire. Al preguntarme quien era, vi interrumpida mi propia respuesta por el mordisco de la manzana que tenía en mi mano, dejando aquella pregunta de igual forma quedar en el aire con vago interés. Preferí no decir más de lo que podía, preocupándome ahora por el hecho de que los otros involucrados se dirigían ahora hacia acá, viendo la intención del otro chico solo pude apartarme un poco dejándole solo. Todo aquello tan espontaneo, todo provocado por mi mano ahora se volvió en mi contra, cuando los marines ahora nos señalaban con su dedo juzgador haciendo que más viniesen hacia nosotros.
Suspire con poca ganas, más que todo porque no terminaba mi manzana y ahora estos tipos molestos venían hacia nosotros. Observe al pelirojo y acepte su pequeña idea de huir, en su caso era fácil y en el mío era algo estúpido, pues yo era el que parecía un gran punto rojo para marines, cosa graciosa que no paraba de divertirme a mí. Apenas el otro comenzó a correr no evite seguirle por el callejón, al salir del mismo cruce hasta donde el otro nos llevó. Viendo con la facilidad que el otro se escabullía, yo simplemente comencé a caminar más lento y algo apartado de la multitud, moviéndome cerca de los locales de ropa pues quizás los marines se centrarían en ver entre la multitud y obviarían las esquinas. Dado el caso empecé a ajustar aquella prenda rojiza que me caracterizaba, metiendo los brazos por las mangas e insertando los broches de la misma en su seguros. Antes parecía más que una simple gabardina sujeta a mis hombros, ahora parecía más bien una túnica de algún monje que le cubría hasta los pies, así mismo oculte mi katana de forma vertical bajo mi cinturón.
En dado caso de que recurriese a la fuerza, solo tendría que meter una de mis manos por un bolsillo cercano a mi cintura y jalar de forma vertical la katana sin mucho problema. Con los ojos seguía a aquel muchacho hasta perderlo cuando mire hacia los marines, estos parecían buscar a cualquier sospechoso ante sus ojos. Por suerte aun no posaban su mirada en mí o simplemente tenían un modelo de “sospechosos” en sus cabezas, y hasta entonces yo no entraba en ello, no por ahora. Aun cargaba la bolsa con las manzanas en mi mano izquierda y me dirigía en una sola dirección, la cual en escasos segundos daría contacto con los marines. Volví a mirar en busca del otro chico, buscándole entre todo aquel montón y sin éxito me detuve en seco, no por que quisiera sino porque la mano de un marine se posó en mi pecho deteniéndome.
”¿Reconoce a este?” Decía el marine, al momento de que yo alzaba un poco la cabeza y este pudiese ver mi rostro. Junto al oficial estaba el dueño de aquel local en el que se armó tal revuelta, demostrando que en realidad tenía a hombres peligrosos dentro. Por unos momentos dude antes de hablar y mostré una leve sonrisa mientras sacaba una manzana al marine y se la ofrecía. – Que el señor este contigo. – Entonces los ojos de este último se abrieron, dudando si aceptar aquella fruta de un supuesto monje de un culto sin distinguir. Con simples palabras ahora había plantado la idea falsa de mi identidad en el marine algo desesperado y fastidiado por su trabajo.
La mínima sonrisa que mostraba, visto desde otro punto parecía la del villano disfrazado a punto de engañar al héroe de la obra y hacerle caer con el primer mordisco. Así gane mi libertad pero… ¿El pelirojo habría salido de sospechas?
Suspire con poca ganas, más que todo porque no terminaba mi manzana y ahora estos tipos molestos venían hacia nosotros. Observe al pelirojo y acepte su pequeña idea de huir, en su caso era fácil y en el mío era algo estúpido, pues yo era el que parecía un gran punto rojo para marines, cosa graciosa que no paraba de divertirme a mí. Apenas el otro comenzó a correr no evite seguirle por el callejón, al salir del mismo cruce hasta donde el otro nos llevó. Viendo con la facilidad que el otro se escabullía, yo simplemente comencé a caminar más lento y algo apartado de la multitud, moviéndome cerca de los locales de ropa pues quizás los marines se centrarían en ver entre la multitud y obviarían las esquinas. Dado el caso empecé a ajustar aquella prenda rojiza que me caracterizaba, metiendo los brazos por las mangas e insertando los broches de la misma en su seguros. Antes parecía más que una simple gabardina sujeta a mis hombros, ahora parecía más bien una túnica de algún monje que le cubría hasta los pies, así mismo oculte mi katana de forma vertical bajo mi cinturón.
En dado caso de que recurriese a la fuerza, solo tendría que meter una de mis manos por un bolsillo cercano a mi cintura y jalar de forma vertical la katana sin mucho problema. Con los ojos seguía a aquel muchacho hasta perderlo cuando mire hacia los marines, estos parecían buscar a cualquier sospechoso ante sus ojos. Por suerte aun no posaban su mirada en mí o simplemente tenían un modelo de “sospechosos” en sus cabezas, y hasta entonces yo no entraba en ello, no por ahora. Aun cargaba la bolsa con las manzanas en mi mano izquierda y me dirigía en una sola dirección, la cual en escasos segundos daría contacto con los marines. Volví a mirar en busca del otro chico, buscándole entre todo aquel montón y sin éxito me detuve en seco, no por que quisiera sino porque la mano de un marine se posó en mi pecho deteniéndome.
”¿Reconoce a este?” Decía el marine, al momento de que yo alzaba un poco la cabeza y este pudiese ver mi rostro. Junto al oficial estaba el dueño de aquel local en el que se armó tal revuelta, demostrando que en realidad tenía a hombres peligrosos dentro. Por unos momentos dude antes de hablar y mostré una leve sonrisa mientras sacaba una manzana al marine y se la ofrecía. – Que el señor este contigo. – Entonces los ojos de este último se abrieron, dudando si aceptar aquella fruta de un supuesto monje de un culto sin distinguir. Con simples palabras ahora había plantado la idea falsa de mi identidad en el marine algo desesperado y fastidiado por su trabajo.
La mínima sonrisa que mostraba, visto desde otro punto parecía la del villano disfrazado a punto de engañar al héroe de la obra y hacerle caer con el primer mordisco. Así gane mi libertad pero… ¿El pelirojo habría salido de sospechas?
Haine Van Gogh.
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
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Creado por Enishi Miér Jun 01, 2016 9:58 am
Enishi era un revolucionario, de momentos su cabeza no tenía un precio demasiado alto ni nada por el estilo quizás hasta costaba el mísero millón que pedían pero tener que andar camuflado era lo ideal para no llamar la atención de nadie, ergo no tenía grupo ni tripulación andaba solo por los mares buscando quienes se podían unir a él. Ahora bien, en la realidad estaba siendo buscado por unos marines por algo que ni hizo, se había encontrado con un hombre, de llamativos trajes y apariencia, que perdió tras su arranque, la verdad es que el joven no quería acabar el dialogo tan de imprevisto pero cuando la vida corre peligro lo mejor es escapar.
El pelirrojo hombre observó a todos lados, intentando buscar a ese hombre y queriendo asegurarse de que no fue atrapado. El revolucionario tenía puesta su gabardina, su pelo rojo no se observaba gracias a esta prenda. Estaba oculto en uno de los callejones ahora, miraba para todos lados como varios marines se iban de un lado a otro, ya alejándose de aquel sector dándose por rendidos. Enishi bufó un par de veces pero al final lanzó un bufido de agradecimiento, todos se habían largado pero ahora quedaba buscar a ése hombre. El samurai no era mucho de irse así, era bastante educado.
Poco a poco sus orbes comenzaron a visualizar todo el sitio hasta que de golpe dio con un hombre que traía las ropas similares a las del tipo anterior, pero ahora parecía cubierto por una gabardina. Estaba enfrente a un marine, al guerrero se le estaba complicando la cosa, sabía que ése era él pero la situación no era propicia para que acercarse así como así. Se mordió un dedo pensando en que hacer pero al pasar el tiempo se había salvado de la arremetida del marine, tenía suerte. Enishi suspiró un poco y espero a que el marine se alejase lo debido para poder acercarse al muchacho.
Comenzó a avanzar desde la espalda de él, el revolucionario cuando estuvo cerca lo suficiente para hablar en un tono bajo y que solamente él le escuchara procedió a hablar.
— La suerte está de tu lado.— Tocó el hombro del barón mientras pasaba al lado para quedar enfrente de él. Ya no había nadie que pudiera arremeter contra el dúo. — Cómo detesto cuando los marines se ponen así, no dejan vivir a nadie en paz.— Hizo un gesto de suspiro mientras de apoco miró a su alrededor intentando buscar un sitio donde establecerse en paz, quizás hablar con el extraño para saber de su procedencia, algo por el estilo. — ¿Te apetece un trago o un té? Yo invito.— El pelirrojo sonrió de manera muy agradable, se le podían notar esas expresiones bajo su gabardina. Solo esperaba la respuesta del contrario para poder dirigirse a donde él quisiera la verdad, no tenía una opción clara y por supuesto, andar en compañía le era mejor que en soledad, así no se perdía.
El pelirrojo hombre observó a todos lados, intentando buscar a ese hombre y queriendo asegurarse de que no fue atrapado. El revolucionario tenía puesta su gabardina, su pelo rojo no se observaba gracias a esta prenda. Estaba oculto en uno de los callejones ahora, miraba para todos lados como varios marines se iban de un lado a otro, ya alejándose de aquel sector dándose por rendidos. Enishi bufó un par de veces pero al final lanzó un bufido de agradecimiento, todos se habían largado pero ahora quedaba buscar a ése hombre. El samurai no era mucho de irse así, era bastante educado.
Poco a poco sus orbes comenzaron a visualizar todo el sitio hasta que de golpe dio con un hombre que traía las ropas similares a las del tipo anterior, pero ahora parecía cubierto por una gabardina. Estaba enfrente a un marine, al guerrero se le estaba complicando la cosa, sabía que ése era él pero la situación no era propicia para que acercarse así como así. Se mordió un dedo pensando en que hacer pero al pasar el tiempo se había salvado de la arremetida del marine, tenía suerte. Enishi suspiró un poco y espero a que el marine se alejase lo debido para poder acercarse al muchacho.
Comenzó a avanzar desde la espalda de él, el revolucionario cuando estuvo cerca lo suficiente para hablar en un tono bajo y que solamente él le escuchara procedió a hablar.
— La suerte está de tu lado.— Tocó el hombro del barón mientras pasaba al lado para quedar enfrente de él. Ya no había nadie que pudiera arremeter contra el dúo. — Cómo detesto cuando los marines se ponen así, no dejan vivir a nadie en paz.— Hizo un gesto de suspiro mientras de apoco miró a su alrededor intentando buscar un sitio donde establecerse en paz, quizás hablar con el extraño para saber de su procedencia, algo por el estilo. — ¿Te apetece un trago o un té? Yo invito.— El pelirrojo sonrió de manera muy agradable, se le podían notar esas expresiones bajo su gabardina. Solo esperaba la respuesta del contrario para poder dirigirse a donde él quisiera la verdad, no tenía una opción clara y por supuesto, andar en compañía le era mejor que en soledad, así no se perdía.
- OFF:
- Disculpa, no pude postear ayer apenas y pude la finalización del evento, traía una cefalea horrible.
Enishi
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Haine Van Gogh. Miér Jun 01, 2016 8:08 pm
Por suerte aquel marine simplemente cayo redondo en mis palabras, dejándome seguir mi camino sin problema alguno, mas salvándome el cuello con una mentira simple y sin elaborar. Aunque… ¿Mentí? No lo creo, más bien dije palabras que no van conmigo para que el otro se creyese una idea falsa de mí, sin yo ser explícito en el papel que induje. Esas son las reglas, solo mentir cuando es conveniente e igual decir palabras en la escena correcta y no mentirías exactamente. Un simple juego mental del cual gozaba mucho. Suspire lentamente cuando por fin ya me había desasido del marine sin recurrir a la fuerza, además de darme el lujo de quedarme ahí parado tomando aire pude igual oír el hilo de voz del muchacho pelirojo. – Suerte… - Reí al mencionar aquella única palabra, callándome el comentario respecto al término, ahora miraba de reojo hacia atrás viendo entonces a los marines irse.
-Son molestos sí, pero les da cierta esperanza a los desamparados. – Comentario muy extraño viniendo de un pirata, aunque el caso era que pocos sabían lo que yo era realmente. Acomodándome la capucha accedería a la propuesta del pelirojo y comenzando a caminar a su lado. – Mejor, comamos algo. Escuche que hay un bues puesto de mariscos y sushi cerca de aquí. Así que comer algo de pescado sin cocinar me levantara el ánimo. – Reí algo bajito, como si fuese irónico lo que dije en ese momento. - ¿Y cómo te llamas? – Alce un poco la cabeza, para que mi rostro gozara de más claridad ante la vista ajena, notándose que le miraba fijamente mientras caminaba, ya que no conocía con exactitud la isla no me daba el lujo de estar tan pendiente por cual calle cruzar. Ya ha de aparecer el dichoso local aunque tan solo caminásemos al azar, sin alguna preocupación.
Ahora redirigiendo mi vista hacia en frente y de vez en cuando a los lados, así buscaba un local de comida que tuviese buena pinta. Ya pudiendo encontrar uno, tome rumbo hacia la entrada de este, empujando la puerta corrediza y bajando la capucha hacia atrás. Lo que menos quería era que la clientela o administración pensase mal al respecto, así que fui a la primera mesa que vi libre y me senté en una silla, esperando que mi acompañante hiciese lo mismo. – Parece un bonito lugar, solo falta que su menú sea tan bueno como espero. – La naturalidad en mis palabras era única, sin preocupaciones ni miedo a que algo pudiese salir mal, tomando el menú posado en la mesa y leyendo los platillos que servían al igual que sus precios.
Viendo muy bien el local lucía un tanto elegante, lámparas colgantes de hermoso cristal, suelo pulcro al igual que su rededor, mesas muy bien ubicadas y una música de ambiente de algún instrumento de aire que no reconocía. – Yo pediré como dije anteriormente, algo de sushi. No sé qué tipo de pescado es este… - Antes de terminar la frase acerque el menú para leer más de cerca el nombre, llegando a creer que milagrosamente haciendo eso podría saber si tendría buen sabor o no. Al llegar la camarera se nos quedaría mirando a ambos, mostrando cierta atracción por los individuos la cual no solo sería tomar la orden. Al haberme sentado en dirección hacia la barra, pude ver que la chica se nos había quedado mirando y yo siendo alguien detallista y amante de la mente humana, deduje que estamos bien “buenos”.
Rei por lo bajo, disimulando con que la causa era algún nombre de la lista. – Yo quiero, bueno del platillo numero veintitrés. Gracias. – Pedí mi orden, y solo faltaba que el pelirojo igual la pidiese para que esta pudiese marcharse, así cuando ya se hubiese marchado le murmure a este. – Y dime… ¿Qué te trae a esta isla? – Gran presentación de mi parte, mas no supe como recurrir al tema así que solo tal vez de esa forma podría conocer más del otro.
-Son molestos sí, pero les da cierta esperanza a los desamparados. – Comentario muy extraño viniendo de un pirata, aunque el caso era que pocos sabían lo que yo era realmente. Acomodándome la capucha accedería a la propuesta del pelirojo y comenzando a caminar a su lado. – Mejor, comamos algo. Escuche que hay un bues puesto de mariscos y sushi cerca de aquí. Así que comer algo de pescado sin cocinar me levantara el ánimo. – Reí algo bajito, como si fuese irónico lo que dije en ese momento. - ¿Y cómo te llamas? – Alce un poco la cabeza, para que mi rostro gozara de más claridad ante la vista ajena, notándose que le miraba fijamente mientras caminaba, ya que no conocía con exactitud la isla no me daba el lujo de estar tan pendiente por cual calle cruzar. Ya ha de aparecer el dichoso local aunque tan solo caminásemos al azar, sin alguna preocupación.
Ahora redirigiendo mi vista hacia en frente y de vez en cuando a los lados, así buscaba un local de comida que tuviese buena pinta. Ya pudiendo encontrar uno, tome rumbo hacia la entrada de este, empujando la puerta corrediza y bajando la capucha hacia atrás. Lo que menos quería era que la clientela o administración pensase mal al respecto, así que fui a la primera mesa que vi libre y me senté en una silla, esperando que mi acompañante hiciese lo mismo. – Parece un bonito lugar, solo falta que su menú sea tan bueno como espero. – La naturalidad en mis palabras era única, sin preocupaciones ni miedo a que algo pudiese salir mal, tomando el menú posado en la mesa y leyendo los platillos que servían al igual que sus precios.
Viendo muy bien el local lucía un tanto elegante, lámparas colgantes de hermoso cristal, suelo pulcro al igual que su rededor, mesas muy bien ubicadas y una música de ambiente de algún instrumento de aire que no reconocía. – Yo pediré como dije anteriormente, algo de sushi. No sé qué tipo de pescado es este… - Antes de terminar la frase acerque el menú para leer más de cerca el nombre, llegando a creer que milagrosamente haciendo eso podría saber si tendría buen sabor o no. Al llegar la camarera se nos quedaría mirando a ambos, mostrando cierta atracción por los individuos la cual no solo sería tomar la orden. Al haberme sentado en dirección hacia la barra, pude ver que la chica se nos había quedado mirando y yo siendo alguien detallista y amante de la mente humana, deduje que estamos bien “buenos”.
Rei por lo bajo, disimulando con que la causa era algún nombre de la lista. – Yo quiero, bueno del platillo numero veintitrés. Gracias. – Pedí mi orden, y solo faltaba que el pelirojo igual la pidiese para que esta pudiese marcharse, así cuando ya se hubiese marchado le murmure a este. – Y dime… ¿Qué te trae a esta isla? – Gran presentación de mi parte, mas no supe como recurrir al tema así que solo tal vez de esa forma podría conocer más del otro.
Haine Van Gogh.
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Creado por Enishi Jue Jun 02, 2016 6:16 pm
El pelirrojo era ya conocido por unos pocos como un hombre bastante temerario pero bromista, quizás alegre para otros y no le complicaba la vida andar así a cada momento. En una de esas alguna vez se toparía con alguien que no estaría de acuerdo a su manera de actuar. Pero por el momento no era así, el joven con el que Enishi se había topado parecía alguien serio y mayor, con la cosas bien claras por eso seguramente sería interesante entablar un dialogo más aparte simplemente de un; “Hola, ¿cómo te llamas?”, lo típico. Al colorín se le daba bien hablar y eso no lo iba a negar e incluso se le daba bien el trato con las personas para hacer que no fuesen tan rudas ni nada por el estilo.
El joven que estaba enfrente de él, estaba más claro que era tranquilo por la manera de actuar y eso al revolucionario le agradaba, no era muy a fin de conocer personajes muy de carácter duro o algo así, quizás cuando conozca una mujer que le interese podría aceptar una actitud así, pero claro antes tenía que pasar por la jurisdicción de su hermana o sino simplemente no podría tener ninguna pareja. Como sea, el hombre preguntó por su nombre pero el revolucionario prefirió callar hasta poder llegar a un sector más cómodo para poder decirlo pero dejarlo con la duda en el andar le sentaba sumamente feo, y no era grosero. En el andar Enishi aclaró su voz para proceder a responder.
— Mi nombre es Enishi, ¿el tuyo?— Agregó con una mueca bastante amena. El rostro de Enishi se dirigía a todos lados para observar donde irían. El hombre quería comer cosas marinas, sushi eso le recordaría a su tierra natal al joven de Wano. Solo asintió con la cabeza no le quedaba más, iba él a invitar todo no era muy preocupado por el precio de las cosas ni nada por el estilo, le sobraba el dinero por andar solo. — Sushi, me recuerda a casa.— Comentó algo bajo con claros síntomas de nostalgia en sus palabras, como extrañaba su tierra pero era seguro que dentro de unos meses volvería o en una de esas en años.
Ambos caminaron hasta que el pelirrojo sin darse cuenta ya había entrado en un sitio hermoso, la verdad es que toda decoración era perfecta. La iluminación era espectacular, su rostro y sus orbes celestes destacaban como si fueran lapislázuli. La voz del masculino le sacó de onda, sí como comentaba él, esperaba que la comida fuera tan bueno como el sitio, pero para gastar tanta lana en esto era más que claro de que les iba bien y por la gente que había, mucho mejor. Enishi sonrió y respondió con suma calma.
— Seguro que sí, no gastaría tanto dinero en arreglar algo que no satisface a la gente.— Termino con una sonrisa a unas mujeres que le dieron la bienvenida. Se sentó enfrente del hombre.
Al momento una dama se acercó, aparentemente a tomar el pedido de ambos. Enishi recorrió a la joven con la mirada, siempre con una sonrisa. Ultimamente las mujeres por los alrededores están atractivas pero les falta un “algo” para que el pelirrojo se atreva a tomar a una por pareja. Cómo sea, simplemente sabía ya que pedir. Quería un caldo de mariscos con un té, eso le repondría por el momento y claro un buen sushi. — Me gustaría un caldo de mariscos y un sushi.. Claro por favor, té.. Mucho té.. del mejor que tengan.— Le comentó a la chica mirándole al entrecejo. Tomó su mano en broma casi implorando por aquel brebaje de los Dioses. Todo eso pasó luego de que el chico contrario tomase su orden, al tiempo después. Tras esto la chica evidentemente se fue a por las cosas.
Al quedar solos nació una interrogante por la contraparte de Enishi. Este comenzó a jugar con un palillo de sushi, como si fuese una espada, bien infantil. Luego miró de reojo a las meseras, sabía que muchas miraban en dirección de la mesa. Al parecer uno de los dos iba a salir con varias direcciones a futuro. — Yo.. soy un simple viajero. Intento reclutar gente para que se una a mi pero nunca tengo éxito. Seguro soy aburrido.— Comentó en un tono de voz gracioso para luego clavar sus ojos en quien tenía enfrente. — Y.. ¿tú? No pareces alguien de por aquí sino más bien un forastero, así como yo.— Tras terminar ahora iba a hablar nuevamente pero con un tono de voz mucho más bajo solo para que quedase entre ambos. — O ¿eres un revolucionario?— Bromeó un poco. Sabía que no lo era, conocía a todo revolucionario que estaba por estos mares ya que se le indico donde estaban para poder ubicarlos e intentar reclutarles. Se quedó esperando respuesta y claro, acomodó sus hermosas katanas para que no molestasen.
El joven que estaba enfrente de él, estaba más claro que era tranquilo por la manera de actuar y eso al revolucionario le agradaba, no era muy a fin de conocer personajes muy de carácter duro o algo así, quizás cuando conozca una mujer que le interese podría aceptar una actitud así, pero claro antes tenía que pasar por la jurisdicción de su hermana o sino simplemente no podría tener ninguna pareja. Como sea, el hombre preguntó por su nombre pero el revolucionario prefirió callar hasta poder llegar a un sector más cómodo para poder decirlo pero dejarlo con la duda en el andar le sentaba sumamente feo, y no era grosero. En el andar Enishi aclaró su voz para proceder a responder.
— Mi nombre es Enishi, ¿el tuyo?— Agregó con una mueca bastante amena. El rostro de Enishi se dirigía a todos lados para observar donde irían. El hombre quería comer cosas marinas, sushi eso le recordaría a su tierra natal al joven de Wano. Solo asintió con la cabeza no le quedaba más, iba él a invitar todo no era muy preocupado por el precio de las cosas ni nada por el estilo, le sobraba el dinero por andar solo. — Sushi, me recuerda a casa.— Comentó algo bajo con claros síntomas de nostalgia en sus palabras, como extrañaba su tierra pero era seguro que dentro de unos meses volvería o en una de esas en años.
Ambos caminaron hasta que el pelirrojo sin darse cuenta ya había entrado en un sitio hermoso, la verdad es que toda decoración era perfecta. La iluminación era espectacular, su rostro y sus orbes celestes destacaban como si fueran lapislázuli. La voz del masculino le sacó de onda, sí como comentaba él, esperaba que la comida fuera tan bueno como el sitio, pero para gastar tanta lana en esto era más que claro de que les iba bien y por la gente que había, mucho mejor. Enishi sonrió y respondió con suma calma.
— Seguro que sí, no gastaría tanto dinero en arreglar algo que no satisface a la gente.— Termino con una sonrisa a unas mujeres que le dieron la bienvenida. Se sentó enfrente del hombre.
Al momento una dama se acercó, aparentemente a tomar el pedido de ambos. Enishi recorrió a la joven con la mirada, siempre con una sonrisa. Ultimamente las mujeres por los alrededores están atractivas pero les falta un “algo” para que el pelirrojo se atreva a tomar a una por pareja. Cómo sea, simplemente sabía ya que pedir. Quería un caldo de mariscos con un té, eso le repondría por el momento y claro un buen sushi. — Me gustaría un caldo de mariscos y un sushi.. Claro por favor, té.. Mucho té.. del mejor que tengan.— Le comentó a la chica mirándole al entrecejo. Tomó su mano en broma casi implorando por aquel brebaje de los Dioses. Todo eso pasó luego de que el chico contrario tomase su orden, al tiempo después. Tras esto la chica evidentemente se fue a por las cosas.
Al quedar solos nació una interrogante por la contraparte de Enishi. Este comenzó a jugar con un palillo de sushi, como si fuese una espada, bien infantil. Luego miró de reojo a las meseras, sabía que muchas miraban en dirección de la mesa. Al parecer uno de los dos iba a salir con varias direcciones a futuro. — Yo.. soy un simple viajero. Intento reclutar gente para que se una a mi pero nunca tengo éxito. Seguro soy aburrido.— Comentó en un tono de voz gracioso para luego clavar sus ojos en quien tenía enfrente. — Y.. ¿tú? No pareces alguien de por aquí sino más bien un forastero, así como yo.— Tras terminar ahora iba a hablar nuevamente pero con un tono de voz mucho más bajo solo para que quedase entre ambos. — O ¿eres un revolucionario?— Bromeó un poco. Sabía que no lo era, conocía a todo revolucionario que estaba por estos mares ya que se le indico donde estaban para poder ubicarlos e intentar reclutarles. Se quedó esperando respuesta y claro, acomodó sus hermosas katanas para que no molestasen.
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Creado por Haine Van Gogh. Vie Jun 03, 2016 4:16 pm
El chico al haber pedido su orden de forma tan graciosa solo hizo que terminase riendo levemente de su gracia. Y ya cuando la mesera se hubiese retirado y mi pregunta sido ejecutada, solo quede esperando su respuesta mientras aun seguia leyendo aquel menu. Sin demostrar gran importancia al respecto, solo me quede callado por unos segundos hasta que el silencio llegaria a volverse un tanto incomodo. En ese momento hable. - ¡Ah! Mi nombre es Mukushi. - Respondiendo aquella pregunta un poco tarde a lo esperado, ya que antes habia terminado distrayendome con el local y olvidado el presentarme.
Al analiza bien lo que dijo, estaba intentando reunir una tripulacion parece de revolucionarios, y al parecer estaba equivocado en mi idea, pues antes creia que la existencia de estas personas era mas que una mera fantasia y he aqui la prueba de mi error. Un futuro capitan revolucionario. - No me atrae mucho la idea que les rige, asi que no lo soy. - Dije sin preocupacion a expresar mi opinion sobre los dichosos revolucionarios. - Asi como dijistes, tan solo soy un forastero algo inquieto que... Puede que en un futuro haga un gran escandalo. - Afile la mirada mientras le veia directamente, con una expresion natural y sin emocion en el momento. - No te rindas, baila al ritmo que te pone la vida... Y lograras tu cometido. - Tome entre mis manos un par de palillos que aun estaban unidos, entonces lo separe con cuidado para que no se rompiesen.
La camarera no tardo mucho en ir y venir, pues siendo platillos tan sencillos los que se les encomendo no se le hizo dificil al cocinero realizarlos. Detallando un poco mas al sujeto, note que era espadachin y tal vez manejase las dos espadas a la perfeccion. - Quizas me uniria a ti, ya que pareces un tipo listo. Mas mis deseos no me dejan. - Tome entre los palillos una rodaja de pescado preparado, de un tamaño pequeño. Admirando asi al tipo de comida que nunca habia comido hasta ahora, entonces apretaba un poco mas con los palillos viendo que era un tanto humedo. - Soy un poco egoista. - Tan solo un poco...
Mis deseos para esta vida carnal son tan grandes y codiciados como para decirlos al aire libre como si nada, careciendo de la conviccion necesaria para afirmar que lo lograria. No diciendo que me inquietara el recorrido o siquiera me hicise estremecer. Mas bien, me emocionaba por los peligros que recurrian mis deseos y la gran trayectoria que ha de tener. Tan solo que, volviendo al caso, el conocimiento que tenia sobre el otro era muy escasa para demostrar mi verdadero ser. Dando asi al primer bocado de aquel sushi, masticandolo con delicadeza para que todos los jugos de la carne acariciasen mi sentido del gusto, tragando cuando crei conveniente y tomando la proxima rodaja con los palillos nuevamente. - ¿Que tal tu sushi? - Pregunte curioso, ya que como era primera vez que comia este platillo hacia que me resultase muy raro y con un sabor al filo del agrado y desagrado.
Al analiza bien lo que dijo, estaba intentando reunir una tripulacion parece de revolucionarios, y al parecer estaba equivocado en mi idea, pues antes creia que la existencia de estas personas era mas que una mera fantasia y he aqui la prueba de mi error. Un futuro capitan revolucionario. - No me atrae mucho la idea que les rige, asi que no lo soy. - Dije sin preocupacion a expresar mi opinion sobre los dichosos revolucionarios. - Asi como dijistes, tan solo soy un forastero algo inquieto que... Puede que en un futuro haga un gran escandalo. - Afile la mirada mientras le veia directamente, con una expresion natural y sin emocion en el momento. - No te rindas, baila al ritmo que te pone la vida... Y lograras tu cometido. - Tome entre mis manos un par de palillos que aun estaban unidos, entonces lo separe con cuidado para que no se rompiesen.
La camarera no tardo mucho en ir y venir, pues siendo platillos tan sencillos los que se les encomendo no se le hizo dificil al cocinero realizarlos. Detallando un poco mas al sujeto, note que era espadachin y tal vez manejase las dos espadas a la perfeccion. - Quizas me uniria a ti, ya que pareces un tipo listo. Mas mis deseos no me dejan. - Tome entre los palillos una rodaja de pescado preparado, de un tamaño pequeño. Admirando asi al tipo de comida que nunca habia comido hasta ahora, entonces apretaba un poco mas con los palillos viendo que era un tanto humedo. - Soy un poco egoista. - Tan solo un poco...
Mis deseos para esta vida carnal son tan grandes y codiciados como para decirlos al aire libre como si nada, careciendo de la conviccion necesaria para afirmar que lo lograria. No diciendo que me inquietara el recorrido o siquiera me hicise estremecer. Mas bien, me emocionaba por los peligros que recurrian mis deseos y la gran trayectoria que ha de tener. Tan solo que, volviendo al caso, el conocimiento que tenia sobre el otro era muy escasa para demostrar mi verdadero ser. Dando asi al primer bocado de aquel sushi, masticandolo con delicadeza para que todos los jugos de la carne acariciasen mi sentido del gusto, tragando cuando crei conveniente y tomando la proxima rodaja con los palillos nuevamente. - ¿Que tal tu sushi? - Pregunte curioso, ya que como era primera vez que comia este platillo hacia que me resultase muy raro y con un sabor al filo del agrado y desagrado.
Haine Van Gogh.
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Creado por Enishi Mar Jun 07, 2016 9:35 pm
Enishi era un sujeto bastante peculiar siempre solía ser animado con todos y para con las personas pero algo en el fondo siempre le hacía dudar, quizás por esa característica de que hasta que no te demuestren lo contrario siempre pienses lo peor, muchas personas lo habían traicionado con cosas pequeñas pero que al final eran traiciones. Algunas muy infantiles pero son cosas que marcan a todo ser, quien comería con él no parecía ser de esa estirpe sino una más fiel a sus palabras y parecía honesto en todo ámbito. Sí, por mucho que le mirase el pelirrojo no podía notar algún indicio de que fuese alguien malo, quizás curioso pero maldad no notaba, no digamos que lo notaba con haki o algo así, solo lo intuía.
Mukushi se llamaba, Enishi por su parte sonrió atendiendo al nombre que poseía la cara ahora. La verdad le pareció un nombre bastante particular, quizás sacado de Wano. Las orbes celestes del hombre de las espadas le detallaron a la perfección, siempre quería mantener en su mente los rostros por si en un futuro lograba encontrarlos y recordar el nombre para no quedar como un olvidadizo para así pasar a ser un descortés total. Se caracterizaba por ser muy ameno con todos, cordial y caballeroso, así era él. Su madre le enseño semejantes modales. Ante su primera respuesta supo el pelirrojo que no trataba con un revolucionario aunque podía serlo, quizás lo ocultaba. Simplemente rió sin ganas ante su comentario, estaba a lo mejor en lo cierto.
Era un forastero como el de cabellos color tomate. Entre dos hombres de la misma situación seguro que se lograrían entender y muy bien. Si bien el espadachín era un hombre revolucionario que hasta ahora camuflaba porque así tenían que ser las cosas no podía hacer más que empalizar con la condición de forastero que había dado a entender con quien hablaba. Le parecía un hombre muy agradable para entablar dialogo, incluso seguro tendrían ideales diferentes pero que a la larga se entenderían. El último comentario de no rendirse hizo que Enishi soltara un pequeño suspiro, la verdad ya estaba aniquilado con encontrar aliados.
— La verdad.. ya perdí la fe en encontrar tripulación. Supongo que es mejor andar solo que mal acompañado o ¿eso dicen?— Comentó con curiosidad, enfatizando en el mal acompañados. Tras estas palabras la comida que había pedido llegó, todo lucía perfecto y sabroso en especial ese té que olía de maravillas. El pelirrojo le sonrió a la dama de manera algo coqueta solo para molestar un momento. Las palabras del joven no se hicieron esperar, se uniría a él pero su deseo no lo dejaba, era extraño como lo planteaba pero a Enishi le dio un poco de vuelta las palabras empleadas mas el “egoísta” al final le hizo reír pues si que era egoísta.
El pelirrojo se dispuso a disfrutar del pequeño banquete, con los palillos disfruto de ese sushi tan agradable, remojaba un poco la comida con el té sabroso y terminaba por tragar. El caldo estaba aún mejor de hecho, hasta le revivía y hacia sentir como si estuviese en una playa repleta de guapas mujeres con atributos…bueno ya sabes. La pregunta del contrario le hizo despertar y fue ahí cuando sonrió.
— Demasiado bueno quizás quieras degustar.— Le dijo acercando el plato para que pudiera probar la exquisitez de comida. — Creo que nos podríamos llevar bien pero que te unas a mi es difícil y lo entiendo. La verdad creo que andaré solo durante un tiempo, es lo mejor para un tipo como yo.. — Bufó un poco triste. — ¿Harás un gran escándalo? Suena interesante a mi me agrada andar de anónimo pero seguro dentro de poco mi cabeza costará millones.— Dijo sonriente, estaba seguro de lo que decía un espadachín como él cuando se diera a conocer seguro que iba a tener más de un simple millón de se busca. — Ya que estamos en confianza.— Aclaró bebiendo de ese sabroso caldo con los ojos pegados a su comida. Tras terminar de saborear lo último que quedaba, con una voz baja procedió. — Yo soy revolucionario.— Lo admitió sin tapujo alguno, de hecho fue ese momento que desvió la mirada a las orbes contrarias para ver su reacción, quizás sería normal y sin ganas o a lo mejor no, eso era lo bueno de interactuar con las personas nunca sabes como van a reaccionar.
Mukushi se llamaba, Enishi por su parte sonrió atendiendo al nombre que poseía la cara ahora. La verdad le pareció un nombre bastante particular, quizás sacado de Wano. Las orbes celestes del hombre de las espadas le detallaron a la perfección, siempre quería mantener en su mente los rostros por si en un futuro lograba encontrarlos y recordar el nombre para no quedar como un olvidadizo para así pasar a ser un descortés total. Se caracterizaba por ser muy ameno con todos, cordial y caballeroso, así era él. Su madre le enseño semejantes modales. Ante su primera respuesta supo el pelirrojo que no trataba con un revolucionario aunque podía serlo, quizás lo ocultaba. Simplemente rió sin ganas ante su comentario, estaba a lo mejor en lo cierto.
Era un forastero como el de cabellos color tomate. Entre dos hombres de la misma situación seguro que se lograrían entender y muy bien. Si bien el espadachín era un hombre revolucionario que hasta ahora camuflaba porque así tenían que ser las cosas no podía hacer más que empalizar con la condición de forastero que había dado a entender con quien hablaba. Le parecía un hombre muy agradable para entablar dialogo, incluso seguro tendrían ideales diferentes pero que a la larga se entenderían. El último comentario de no rendirse hizo que Enishi soltara un pequeño suspiro, la verdad ya estaba aniquilado con encontrar aliados.
— La verdad.. ya perdí la fe en encontrar tripulación. Supongo que es mejor andar solo que mal acompañado o ¿eso dicen?— Comentó con curiosidad, enfatizando en el mal acompañados. Tras estas palabras la comida que había pedido llegó, todo lucía perfecto y sabroso en especial ese té que olía de maravillas. El pelirrojo le sonrió a la dama de manera algo coqueta solo para molestar un momento. Las palabras del joven no se hicieron esperar, se uniría a él pero su deseo no lo dejaba, era extraño como lo planteaba pero a Enishi le dio un poco de vuelta las palabras empleadas mas el “egoísta” al final le hizo reír pues si que era egoísta.
El pelirrojo se dispuso a disfrutar del pequeño banquete, con los palillos disfruto de ese sushi tan agradable, remojaba un poco la comida con el té sabroso y terminaba por tragar. El caldo estaba aún mejor de hecho, hasta le revivía y hacia sentir como si estuviese en una playa repleta de guapas mujeres con atributos…bueno ya sabes. La pregunta del contrario le hizo despertar y fue ahí cuando sonrió.
— Demasiado bueno quizás quieras degustar.— Le dijo acercando el plato para que pudiera probar la exquisitez de comida. — Creo que nos podríamos llevar bien pero que te unas a mi es difícil y lo entiendo. La verdad creo que andaré solo durante un tiempo, es lo mejor para un tipo como yo.. — Bufó un poco triste. — ¿Harás un gran escándalo? Suena interesante a mi me agrada andar de anónimo pero seguro dentro de poco mi cabeza costará millones.— Dijo sonriente, estaba seguro de lo que decía un espadachín como él cuando se diera a conocer seguro que iba a tener más de un simple millón de se busca. — Ya que estamos en confianza.— Aclaró bebiendo de ese sabroso caldo con los ojos pegados a su comida. Tras terminar de saborear lo último que quedaba, con una voz baja procedió. — Yo soy revolucionario.— Lo admitió sin tapujo alguno, de hecho fue ese momento que desvió la mirada a las orbes contrarias para ver su reacción, quizás sería normal y sin ganas o a lo mejor no, eso era lo bueno de interactuar con las personas nunca sabes como van a reaccionar.
- OFF:
- Nuevamente excusa mi demora ;_;!
Enishi
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Nivel:
(12/100)
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Creado por Haine Van Gogh. Miér Jun 08, 2016 11:47 am
Negue con la cabeza al momento que me ofrecia un poco de su comida, ya que con su opinión bastaba. – Creo en tus palabras. – Mostrando al momento una sonrisa, para luego continuar comiendo poco a poco del platillo que tenía en frente. – Es una pena que vagues solo, de hecho podría proponerte que viajes conmigo. Pero, hay una gran brecha entre lo que pensamos ambos. – Mencione, aun sin conocer a la perfección lo que quería el otro y que estaría dispuesto a hacer para lograrlo me negaba a que ambos compartiésemos la misma convicción. Y cuando menciono que pronto el precio por su cabeza aumentaría deduje que ya estaba metido en algo, asi que traerle más problemas al pelirojo no era de mi interés. Cosa misma que afirmo él al decirme que pertenecía a la armada revolucionaria, centrando mi mirada hacia el por unos segundos y luego al platillo de nuevo. – Estas muy lejos de casa. – Le dije, ya que los mayores rumores sobre los revolucionarios se escuchaban en el Grand Line y demás, en cambio por estos mares eran casi desconocidos.
Ahora suponía que era mi turno de rebelar mis ideales políticos y sin miedo a que el otro me hubiese mentido yo le diría la verdad. – Ya he sido tachado como pirata. Así que, soy un pirata. – Al terminar el platillo de sushi deje los palitos ahí encima del plato, pasando hacia mi taza de té que casualmente la chica trajo dos y una jarrita que contenía el mismo líquido. Tome con ambas manos la taza y la lleve hasta mi boca, soplando un poco para luego dar un sorbo lento. Luego baje la taza un poco debajo de mi rostro, dejando mi rostro visible. – Nuestros senderos tienen metas opuestas, pero con el mismo camino… Enishi. – Finalice la oración con aquella expresión nula y carente de emoción, volviendo a beber otro sorbo del mismo té.
Según los rumores, los revolucionarios querían cambiar el orden mundial, un camino muy difícil y costoso de vidas… ¿Pero enishi sabía eso? Además estaría siquiera dispuesto a sacrificar vidas inocentes para lograrlo ¡Eso es lo que ansiaba escuchar! Saber cuánta es la convicción que tiene por sus deseos. Aunque esto era una simple suposición, al bando al que había decidido unirse, mas sus deseos aún era un misterio para mí y la curiosidad de saberlos ya empezaba a comerme por dentro. Y al final, estalle.
- Enishi, ¿Qué deseos anhelas por encima de todo? – Aquella pregunta era única y especial, misma que gustaba de hacerla a cualquier persona que me resultase interesante. Cuyo valor era tan alto y el placer tan excitante para mí, mas esto el otro no lo sabía y seguro nunca lo sabría. Dado el caso de que su respuesta fuese la que ya tenía en mente, de seguro reiría al final.
Ahora suponía que era mi turno de rebelar mis ideales políticos y sin miedo a que el otro me hubiese mentido yo le diría la verdad. – Ya he sido tachado como pirata. Así que, soy un pirata. – Al terminar el platillo de sushi deje los palitos ahí encima del plato, pasando hacia mi taza de té que casualmente la chica trajo dos y una jarrita que contenía el mismo líquido. Tome con ambas manos la taza y la lleve hasta mi boca, soplando un poco para luego dar un sorbo lento. Luego baje la taza un poco debajo de mi rostro, dejando mi rostro visible. – Nuestros senderos tienen metas opuestas, pero con el mismo camino… Enishi. – Finalice la oración con aquella expresión nula y carente de emoción, volviendo a beber otro sorbo del mismo té.
Según los rumores, los revolucionarios querían cambiar el orden mundial, un camino muy difícil y costoso de vidas… ¿Pero enishi sabía eso? Además estaría siquiera dispuesto a sacrificar vidas inocentes para lograrlo ¡Eso es lo que ansiaba escuchar! Saber cuánta es la convicción que tiene por sus deseos. Aunque esto era una simple suposición, al bando al que había decidido unirse, mas sus deseos aún era un misterio para mí y la curiosidad de saberlos ya empezaba a comerme por dentro. Y al final, estalle.
- Enishi, ¿Qué deseos anhelas por encima de todo? – Aquella pregunta era única y especial, misma que gustaba de hacerla a cualquier persona que me resultase interesante. Cuyo valor era tan alto y el placer tan excitante para mí, mas esto el otro no lo sabía y seguro nunca lo sabría. Dado el caso de que su respuesta fuese la que ya tenía en mente, de seguro reiría al final.
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