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Creado por Shintai Mar Dic 08, 2015 1:05 pm
- Música de ambiente:
Un tranquilo día en Torino, como otro cualquiera. Los pájaros piaban conforme el sol iba saliendo, despertándose en un jolgorio habitual. Al fondo, grandes aves levantaban el vuelo y desde lejos parecían no medir más que un par de centímetros. Los árboles de diez metros de alto, por lo menos, dejaban pasar tenues rayos solares a la húmeda frondosidad de aquella isla llena de vegetación y animales. Ni una nube en el cielo, mostrando toda su inmensidad azul reflejada en la cristalina agua. Una suave brisa pasó, caprichosa, entre los majestuosos árboles y desapareció tras ir chocando contra estos. El suelo, una mezcla de barro y plantas, no parecía haber sido tocado por pies humanos, aunque de vez en cuando, sobre unos diez metros de distancia, aparecía una enorme pisada donde perfectamente podrían caber cinco o seis humanos tendidos en la huella.
De pronto, una sombra se elevó más alta que los árboles, asomando una cabeza con una maliciosa sonrisa. Un sonido sordo y estridente, muy parecido a una pisada enorme hizo temblar unos árboles de alrededor y los pájaros no dudaron en salir volando, aterrados con el estruendo que empezaba a formarse. Una mano se alargó rápidamente cogiendo a unos cinco o seis que iban demasiado juntos. Se llevó a la boca la mano y descargó el contenido dentro de ésta. Los pájaros pronto dejaron de piar pidiendo auxilio a sus compañeros que, ni de lejos, se iban a acercar. Había comenzado a desayunar, pero todavía sentía hambre. No parecía terminar nunca, pero allí había comida de sobra y prácticamente ningún ser que estuviera por los alrededores podía hacerle frente físicamente.
Más pisadas siguieron a la primera hasta que se fue acercando a la orilla de la playa de dorada arena, con el agua rozándole la punta de los dedos del pie. Allí, sin ningún árbol a la vista, se podía observar la figura imponente de un gigante, que miraba hacia delante, que debería ser el este por la posición del sol saliendo. No lo miraba fijamente, sino que sus ojos parecían estar enfocando más allá del mar, más allá de su conciencia. Todavía con su sonrisa perturbadora y con los labios llenos de sangre por la pequeña comida que acababa de ingerir. Una rojiza gota se escurrió, juguetona, en la comisura derecha del labio. Lamió la sangre sin dejar de mirar hacia el horizonte, como esperando algo. Iba vestido con ropas desgarradas y sin ningún tipo de arma. Parecía un naufrago. Había perdido la noción del tiempo que había pasado allí. ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año? La vida no era dura, pero la soledad se había llevado la poca humanidad que le quedaba.
Su enorme sombra, casi más grande que él mismo por el efecto de la luz solar, era proyectada a través de los árboles, por encima de estos. Unos atrevidos pájaros se posaron en su hombro. El gigante ni tan siquiera se inmutó. Tal vez no lo notara. Tal vez no los presentía como peligrosos. Tal vez los guardaba para comerlos luego.
De pronto, una sombra se elevó más alta que los árboles, asomando una cabeza con una maliciosa sonrisa. Un sonido sordo y estridente, muy parecido a una pisada enorme hizo temblar unos árboles de alrededor y los pájaros no dudaron en salir volando, aterrados con el estruendo que empezaba a formarse. Una mano se alargó rápidamente cogiendo a unos cinco o seis que iban demasiado juntos. Se llevó a la boca la mano y descargó el contenido dentro de ésta. Los pájaros pronto dejaron de piar pidiendo auxilio a sus compañeros que, ni de lejos, se iban a acercar. Había comenzado a desayunar, pero todavía sentía hambre. No parecía terminar nunca, pero allí había comida de sobra y prácticamente ningún ser que estuviera por los alrededores podía hacerle frente físicamente.
Más pisadas siguieron a la primera hasta que se fue acercando a la orilla de la playa de dorada arena, con el agua rozándole la punta de los dedos del pie. Allí, sin ningún árbol a la vista, se podía observar la figura imponente de un gigante, que miraba hacia delante, que debería ser el este por la posición del sol saliendo. No lo miraba fijamente, sino que sus ojos parecían estar enfocando más allá del mar, más allá de su conciencia. Todavía con su sonrisa perturbadora y con los labios llenos de sangre por la pequeña comida que acababa de ingerir. Una rojiza gota se escurrió, juguetona, en la comisura derecha del labio. Lamió la sangre sin dejar de mirar hacia el horizonte, como esperando algo. Iba vestido con ropas desgarradas y sin ningún tipo de arma. Parecía un naufrago. Había perdido la noción del tiempo que había pasado allí. ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año? La vida no era dura, pero la soledad se había llevado la poca humanidad que le quedaba.
Su enorme sombra, casi más grande que él mismo por el efecto de la luz solar, era proyectada a través de los árboles, por encima de estos. Unos atrevidos pájaros se posaron en su hombro. El gigante ni tan siquiera se inmutó. Tal vez no lo notara. Tal vez no los presentía como peligrosos. Tal vez los guardaba para comerlos luego.
- Ambientación sobre la cronología de Shintai:
- Está ambientado una semana antes de la partida de Torino, según mi historia. Por tanto, todavía no soy de la Marina ni sé prácticamente nada de cómo se ha desarrollado el mundo en los últimos años. Para más información, consultad mi ficha.
Shintai
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Creado por Beliar Beihn Miér Dic 09, 2015 10:25 am
Unos días atrás
Un local oscuro y lúgubre, de poca iluminación y gente de moral cuestionable constantes discusiones que llegaban a las manos y algunos casos a las armas. Me encontraba sentado en una esquina en solitario con mi sombrero amplio y rojizo ocultando mis ojos, una jarra de cerveza en la mesa y quedaba de piernas cruzadas con cierta elegancia que mostraba, aunque en ese lugar ser elegante podría hacerlo hasta el más absurdo mono. –¿Has oído hablar de ese gigantón en esa minúscula isla de Reino de Torino?- Cuchicheaba un hombre calvo con pinta de comerciante, hacia el tabernero como mera conversación y rumor. Aquellas palabras me hicieron elevar lo mirada. –Psss… sí que lo sabía, los rumores corren.- Mencionaba aquel tabernero, pues son una fuente de información muy extendida, incluso por unas monedas podían soltarte palabras muy valiosas. –Ha habido problemas con algunos navíos por esa bestia.- Es lo que se rumoreaba por parte del tabernero, podía ser cierto o no, inventado o no veía aquella oportunidad como una forma de ganar dinero como deshacerse de un problema a cambio de unos berries, así me ganaba la vida mayormente. Ya en el momento decidiría como.
Actualmente
Fue fácil buscar un grupo de comerciantes en un barco decente que buscase pasar por la ruta donde se encontraba esa isla con ese gigante, si es que seguía allí. Ofrecí mis servicios como un guardaespaldas o escolta en caso de problemas y si era cierto que ese ser era un problema podría cobrar dos pájaros de un tiro, trabajo como escolta y eliminación de un problema general como recompensa.
Me encontraba en la parte delantera del barco, en pie y totalmente erguido, con los brazos en paralelo a mi cuerpo, zarandeándose con la brisa del mar mi traje rojizo junto con su corbata, mi pelo largo se ondeaba como una bandera, observaba a través de mis gafas de sol nuestro destino, aquel enorme árbol destacado de esa isla es bastante visible. Nos aproximábamos casualmente por la parte Noreste, se visualizaba una montaña cerca de la playa… humm no, no era una montaña era el gigante. El grupo de comerciantes se preocupaba un poco de sí podrían ir a la isla sin problemas, no me acuerdo bien porque necesitaban pasar por aquí pero creo que era por recoger unas plantas autóctonas de la isla. El barco se acercaría lo suficiente para después recorrer el resto en barca, yendo junto con tres hombres más a dicha isla, remando uno de ellos. No sabría si fuimos vistos por el gigante, pero siendo aproximado la zona de su posible visión y el barco no es precisamente invisible.
Beliar Beihn
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Creado por Shintai Miér Dic 09, 2015 12:26 pm
El gigante estaba observando desde la playa como una barca, desde lejos, se acercaba. No le quitaba la vista de encima, sin embargo, pues no sabía por qué iba directos hacia aquella isla. Conforme se acercaba, pudo comprobar que no era más grande que un navío de unos diez metros de largo, seguramente algún tipo de comerciante que venía a buscar plantas autóctonas. Para entonces estaba claro que ya lo habrían visto, tal vez desde mucho antes que él los hubiera divisado. No le importaba, pues no eran los primeros en llegar allí, aunque la mayoría salían corriendo cuando le veían, por lo que la tranquilidad de su día a día era evidente.
Retrocedió unos pasos hacia atrás, quedando a unos tres metros de los primeros árboles. Sólo había retrocedido tres pasos de gigante, lo que en humano hubiera sido unos treinta metros. No se fiaba de los extraños, mucho menos de aquél con ropajes rojos que le había estado observando desde hacía rato. Mientras que otros le miraban con temor, él simplemente se dejaba llevar. Él tampoco les quitaba la vista de encima. Eran pocos humanos para llevar plantas u otros materiales hacia allí, pero eran lo suficientes como para ocasionar grandes e irreparables daños. En realidad, una única persona podría hacer grandes destrozos, casi tanto como el gigante.
Esperó a que llegaran y desembarcaran. Ni qué decir tiene que en comparación con ellos, él era, por lo menos, diez veces más alto. Pero la altura no lo hacía todo. Con aquella sonrisa macabra, les seguía mirando. Una gota sanguinolenta cayó de su boca sin que se diera cuenta, pues estaba demasiado atento a los nuevos como para caer en la cuenta de que la sangre animal no estaba del todo limpia. Cayó y empapó el suelo, a sus pies; casi rozando su dedo pequeño. Una simple mancha... De dos metros de radio.
Retrocedió unos pasos hacia atrás, quedando a unos tres metros de los primeros árboles. Sólo había retrocedido tres pasos de gigante, lo que en humano hubiera sido unos treinta metros. No se fiaba de los extraños, mucho menos de aquél con ropajes rojos que le había estado observando desde hacía rato. Mientras que otros le miraban con temor, él simplemente se dejaba llevar. Él tampoco les quitaba la vista de encima. Eran pocos humanos para llevar plantas u otros materiales hacia allí, pero eran lo suficientes como para ocasionar grandes e irreparables daños. En realidad, una única persona podría hacer grandes destrozos, casi tanto como el gigante.
Esperó a que llegaran y desembarcaran. Ni qué decir tiene que en comparación con ellos, él era, por lo menos, diez veces más alto. Pero la altura no lo hacía todo. Con aquella sonrisa macabra, les seguía mirando. Una gota sanguinolenta cayó de su boca sin que se diera cuenta, pues estaba demasiado atento a los nuevos como para caer en la cuenta de que la sangre animal no estaba del todo limpia. Cayó y empapó el suelo, a sus pies; casi rozando su dedo pequeño. Una simple mancha... De dos metros de radio.
Shintai
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Creado por Beliar Beihn Jue Dic 10, 2015 10:08 am
Mantenía la mirada atenta y fija a través de las gafas de sol en lo que podía ser la amenaza del día, aquella montaña de carne. Uno de los hombres era el que remaba mientras los otros dos permanecía callados y sin decir nada, al igual que mantenía el silencio por mi parte pues no era muy de entablar conversación con gente que apenas conozco, esto simplemente lo consideraba un trabajillo para ganarme la vida, aunque la Marina me considerase un delincuente de poca monta aun sin precio por mi cabeza pero como alguien a arrestar estaba considerado.
Llegamos a las orillas de la playa Noreste, bajamos del bote y entre todos ayudamos a adentrarlo más en tierra para que no se lo llevase la corriente. Uno de aquellos aventureros desplegó un mapa y señaló una parte de la isla. –Se supone que las plantas que buscamos crecen en mayor abundancia aquí.- No me interesaba mucho donde tenía que ir, pero hasta yo sabía interpretar un mapa y me daba una mala impresión esa zona. Mirando por encima de las gafas de sol y estirando la mano derecha al mapa para hacer que cambiase el ángulo para verlo yo mismo mejor. –Esa zona es a las espaldas de ese gigante.- No erraba, según la orientación del mapa y las líneas de nivel indicaba que era una zona próxima, equivalía mucho riesgo. –Es cierto…- Dijo aquel hombre portador del mapa. Un segundo hombre se llevaba la mano izquierda a la cara y resoplaba. –Joder…- Murmuró en voz baja. Acabé arrebatando el mapa y señalando una posible ruta. –Iremos por aquí, camino llano y aprovechando la vegetación del bosque, para prevenir. Aprender a mirar un mapa.- Tras señalar y mencionar la ruta hice el mapa un gurruño con la mano y golpee el pecho del que antes lo portaba para devolvérselo de manera poco agradable, pero no me interesaba.
Emprendí camino sin esperarlos para ir en cabeza y dirigirme al bosque de enfrente con la intención de usar un camino poco visible y no tan directo para buscar llegar a una zona a las espaldas de ese gigante, tardaríamos un buen rato en cruzarlo y tendríamos suerte si él gigante no decidía desplazarse para buscarnos como mera comida o algún que otro animal salvaje nos asaltara en el camino. Pero lo más preocupante era lo obvio y me contrataron para eso, no para defenderlos de otros problemas, este trabajo estaba mal pagado.
Llegamos a las orillas de la playa Noreste, bajamos del bote y entre todos ayudamos a adentrarlo más en tierra para que no se lo llevase la corriente. Uno de aquellos aventureros desplegó un mapa y señaló una parte de la isla. –Se supone que las plantas que buscamos crecen en mayor abundancia aquí.- No me interesaba mucho donde tenía que ir, pero hasta yo sabía interpretar un mapa y me daba una mala impresión esa zona. Mirando por encima de las gafas de sol y estirando la mano derecha al mapa para hacer que cambiase el ángulo para verlo yo mismo mejor. –Esa zona es a las espaldas de ese gigante.- No erraba, según la orientación del mapa y las líneas de nivel indicaba que era una zona próxima, equivalía mucho riesgo. –Es cierto…- Dijo aquel hombre portador del mapa. Un segundo hombre se llevaba la mano izquierda a la cara y resoplaba. –Joder…- Murmuró en voz baja. Acabé arrebatando el mapa y señalando una posible ruta. –Iremos por aquí, camino llano y aprovechando la vegetación del bosque, para prevenir. Aprender a mirar un mapa.- Tras señalar y mencionar la ruta hice el mapa un gurruño con la mano y golpee el pecho del que antes lo portaba para devolvérselo de manera poco agradable, pero no me interesaba.
Emprendí camino sin esperarlos para ir en cabeza y dirigirme al bosque de enfrente con la intención de usar un camino poco visible y no tan directo para buscar llegar a una zona a las espaldas de ese gigante, tardaríamos un buen rato en cruzarlo y tendríamos suerte si él gigante no decidía desplazarse para buscarnos como mera comida o algún que otro animal salvaje nos asaltara en el camino. Pero lo más preocupante era lo obvio y me contrataron para eso, no para defenderlos de otros problemas, este trabajo estaba mal pagado.
Beliar Beihn
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Creado por Shintai Jue Dic 10, 2015 2:09 pm
El gigante observaba a los recién llegados. Uno de ellos portaba un mapa en sus manos y al parecer estaba discutiendo con los otros sobre qué camino debían tomar. No es que prestara demasiada atención a lo que decían; su mente y sus ojos estaban fijos en todos los del grupo, especialmente con uno que parecía tener más claras sus prioridades. Cogió el mapa, hizo un ademán y le pareció que señalaba hacia su posición, mientras que uno de ellos se llevó la mano a la cara. Suponía que tenían que ir por donde él estaba y que aquello les incomoda, pero, ¿a quién no lo haría; pasar por delante de un coloso como él? Claro, en comparación con la estatura media de un humano.
El de rojo pareció cabrearse durante unos segundos, señalando hacia otra posición, arrojó el mapa al otro mientras daba un golpe en el pecho y caminaba hacia lo que él pensaba que era una nueva ruta para llegar a su destino. El resto miró un momento al gigante, que con aquella mirada turbia y esa sonrisa que inspiraba desconfianza, le siguieron, tal vez más por miedo de quedarse allí que por confiar plenamente en él. Aunque así fuera, al menos sabía que llegaría hasta un buen lugar, pero eso ya no era asunto suyo. Si querían destrozar la isla, podían hacerlo; a él tanto le daba.
Cuando se metieron entre los primeros árboles, el grandullón les perdió de vista. No le simportaba lo más mínimo dónde se metieran. Además, la selva, aparte de un lugar peligroso por los animales y canívales que pudieran haber sueltos por la zona, también podían perderse fácilmente si no iban con sumo cuidado. Arrancó una palmera con su brazo diestro, cosa que no le restó ni cinco segundos y la mantuvo fuertemente agarrada en su mano. Tenía pensado hacer algo con ella. Comenzó a caminar hacia la derecha, rozando la orilla de la playa esta vez. Los primeros pasos podrían escucharlos los hombres como un sonido lejano, como un terremoto de escasa intensidad, si bien no podrían saber qué era, pues seguramente las sombras de los arboles taparían el movimiento del gigante.
Ahora tenía otras cosas en mente más que preocuparse de si veían, o no, hacia dónde se dirigía. Tal vez los volvería a ver dentro de unos días... Si es que todavía seguían con vida, claro.
El de rojo pareció cabrearse durante unos segundos, señalando hacia otra posición, arrojó el mapa al otro mientras daba un golpe en el pecho y caminaba hacia lo que él pensaba que era una nueva ruta para llegar a su destino. El resto miró un momento al gigante, que con aquella mirada turbia y esa sonrisa que inspiraba desconfianza, le siguieron, tal vez más por miedo de quedarse allí que por confiar plenamente en él. Aunque así fuera, al menos sabía que llegaría hasta un buen lugar, pero eso ya no era asunto suyo. Si querían destrozar la isla, podían hacerlo; a él tanto le daba.
Cuando se metieron entre los primeros árboles, el grandullón les perdió de vista. No le simportaba lo más mínimo dónde se metieran. Además, la selva, aparte de un lugar peligroso por los animales y canívales que pudieran haber sueltos por la zona, también podían perderse fácilmente si no iban con sumo cuidado. Arrancó una palmera con su brazo diestro, cosa que no le restó ni cinco segundos y la mantuvo fuertemente agarrada en su mano. Tenía pensado hacer algo con ella. Comenzó a caminar hacia la derecha, rozando la orilla de la playa esta vez. Los primeros pasos podrían escucharlos los hombres como un sonido lejano, como un terremoto de escasa intensidad, si bien no podrían saber qué era, pues seguramente las sombras de los arboles taparían el movimiento del gigante.
Ahora tenía otras cosas en mente más que preocuparse de si veían, o no, hacia dónde se dirigía. Tal vez los volvería a ver dentro de unos días... Si es que todavía seguían con vida, claro.
Shintai
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Creado por Beliar Beihn Lun Dic 14, 2015 9:32 am
Me adentraba entre aquellos arboles y los demás iban tras de mi… Cobardes inútiles. Es lo que pensaba sobre ellos, no se les veía un ápice de echarle huevos ni capaces de valerse por sí mismo, salvo por terceros ante algo que pueden hacer ellos si se sintiesen capaces. Por mi parte era indiferente, ya que la muerte a mi me da igual. Los arboles ocultarían nuestra verdadera posición, pero como efecto negativo es que no podríamos ver la del gigante, pero si que se sentían pasos que provocaban cierto seísmo a lo lejos, aquí llegaba con menor intensidad, pero se notaban.
-Se… ¿Se acerca?- Murmuró tembloroso y con miedo uno de mis acompañantes, no merecía ni que respondiese, simplemente lo deje pasar y continuaba avanzando quitando las lianas que colgaban de los arboles a mi paso, conforme mis pasos se adentraban mas y mas, lleve mi mano derecha a la funda de la pistola en la parte izquierda de mi cintura para desabrocharla y coger la pistola cuya tonalidad era grisácea. Portaba en total dos, pero solo mantendría una por el momento. Alcé la mano izquierda en forma de puño a la altura de mi cabeza para simbolizar un alto al grupo, mis ojos miraba con cierta atención y perspicacia en mi entorno, algo no me cuadraba aparte de ese temblor de tierra. –Que pa…- Uno de esos hombres iba a hablar, pero rápidamente giré mi cuello hacia la izquierda posando el dedo índice sobre mis labios para mostrar que debía de guardar silencio, el miedo que mostraba sus ojos se veían reflejados en las lentes de mis gafas de sol. Volví a desviar mi mirada hacia el frente y poco a poco hacia mi derecha, de pronto de entre unos arbustos un lindo gatito tipo pantera se lanzó sobre nosotros cual salto del tigre, con gran velocidad y maestría apunte y disparé… La pantera cayó encima de uno de los comerciantes, pero ya estaba muerta y solo fue un peso muerto que igualmente hizo que se aterrorizara y gritase cual nenaza. –Seguimos.- Con cierta frialdad y nula importancia continúe avanzando mientras entre ellos se quitarían el gatito de encima para seguirme.
La isla no era muy grande, casi que en pocas horas se podía llegar de una punta a otra, al menos teníamos una gran referencia visual que se veía aun con tanto árbol y es la zona central con aquel enorme tallo. Seguramente la intensidad de aquellas pisadas del gigante simbolizaría que se aproximaba, cuando estuviera cerca ya tomaríamos medidas como las de escondernos.
-Se… ¿Se acerca?- Murmuró tembloroso y con miedo uno de mis acompañantes, no merecía ni que respondiese, simplemente lo deje pasar y continuaba avanzando quitando las lianas que colgaban de los arboles a mi paso, conforme mis pasos se adentraban mas y mas, lleve mi mano derecha a la funda de la pistola en la parte izquierda de mi cintura para desabrocharla y coger la pistola cuya tonalidad era grisácea. Portaba en total dos, pero solo mantendría una por el momento. Alcé la mano izquierda en forma de puño a la altura de mi cabeza para simbolizar un alto al grupo, mis ojos miraba con cierta atención y perspicacia en mi entorno, algo no me cuadraba aparte de ese temblor de tierra. –Que pa…- Uno de esos hombres iba a hablar, pero rápidamente giré mi cuello hacia la izquierda posando el dedo índice sobre mis labios para mostrar que debía de guardar silencio, el miedo que mostraba sus ojos se veían reflejados en las lentes de mis gafas de sol. Volví a desviar mi mirada hacia el frente y poco a poco hacia mi derecha, de pronto de entre unos arbustos un lindo gatito tipo pantera se lanzó sobre nosotros cual salto del tigre, con gran velocidad y maestría apunte y disparé… La pantera cayó encima de uno de los comerciantes, pero ya estaba muerta y solo fue un peso muerto que igualmente hizo que se aterrorizara y gritase cual nenaza. –Seguimos.- Con cierta frialdad y nula importancia continúe avanzando mientras entre ellos se quitarían el gatito de encima para seguirme.
La isla no era muy grande, casi que en pocas horas se podía llegar de una punta a otra, al menos teníamos una gran referencia visual que se veía aun con tanto árbol y es la zona central con aquel enorme tallo. Seguramente la intensidad de aquellas pisadas del gigante simbolizaría que se aproximaba, cuando estuviera cerca ya tomaríamos medidas como las de escondernos.
Beliar Beihn
Hoja de personaje
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Creado por Shintai Lun Dic 14, 2015 4:52 pm
- Off:
- Como aclaro en mi anterior post y remarco en éste, voy por la orilla de la playa mientras que tú vas hacia el centro de la isla. Ni de lejos me aproximo a ti.
Shintai seguía caminando por la orilla de la playa hacia la derecha, alejándose cada vez más de aquellas personas que se iban adentrando hacia el centro de la isla, aunque él no lo supiera con exactitud. El ruido de sus pasos pronto dejaría de escucharse, quedando de nuevo todo en silencio. Tampoco es que le interesase demasiado lo que fueran a hacer, como si se los comía una ardilla salvaje o se perdían por mitad de la selva. Él tenía mejores planes usando aquél enorme tronco de palmera. En realidad lo que buscaba era pasar el rato pero al menos lo conseguiría fácilmente. on su zurda, que estaba vacía, comenzó a colocar una hilera de piedras del tamaño de una persona que estaban desperdigadas por la orilla de la playa y por el principio de la selva. Pesarían unos quinientos kilos, pero para un gigante eso era relativamente poco. Cuando todas estuvieron bien ordenadas, se fijó en que ninguna fuera demasiado grande ni demasiado pequeña; era algo exigente en ese aspecto.
Antes de hacer lo que tenía en mente, también observó que en la lejanía del mar no hubiera nada. El barco que había llevado a los hombres se encontraba tranquilamente a su izquierda, a unos cien metros de su posición. Fue entonces cuando cogió el tronco de la palmera con ambas manos, lo tiró hacia atrás, todavía sujeto y golpeó una de las rocas que salió despedida con un pequeño sonido parecido a un petardo. Por extraño que parezca sí, estaba jugando al golf. Bueno, a algo semejante al menos. Se fue moviendo hacia su derecha mientras golpeaba, una tras otra, las rocas que estaban justo delante de él. Al menos de ésta forma podría lanzar las piedras, divertirse sin hacer mal a nadie. Cuando éstas caían al agua hacían un pequeño ruido debido a la distancia, aunque para los peces que estuvieran por allí, que les lanzaran piedras a su cabeza no debería hacerles ninguna gracia.
Cuando por fin hubo terminado de lanzar las ocho o diez piedras que había puesto, el extremo del tronco prácticamente estaba deshecho, así que lo lanzó hacia atrás, a unos cinco metros de su posición, como quien arroja un palo inservible. Se metió levemente en el agua, por donde llegaban los tres o cinco metros. Algo pequeño para un gigante tan alto, aunque para un humano hubiera significado mantenerse a flote. Simplemente quería descansar un poco los pies y tobillos mientras llevaba su mirada al horizonte, sin pensar en nada. El frío del agua hacia un buen contraste con el calor que hacía afuera, a esa hora de la mañana, sobre las once o doce. No pudo evitar mostrar una sonrisa perturbadora, aunque no sabía el motivo. Mirando a la nada pensando en todo, como se suele decir... Y tal vez pensando en algo más.
Antes de hacer lo que tenía en mente, también observó que en la lejanía del mar no hubiera nada. El barco que había llevado a los hombres se encontraba tranquilamente a su izquierda, a unos cien metros de su posición. Fue entonces cuando cogió el tronco de la palmera con ambas manos, lo tiró hacia atrás, todavía sujeto y golpeó una de las rocas que salió despedida con un pequeño sonido parecido a un petardo. Por extraño que parezca sí, estaba jugando al golf. Bueno, a algo semejante al menos. Se fue moviendo hacia su derecha mientras golpeaba, una tras otra, las rocas que estaban justo delante de él. Al menos de ésta forma podría lanzar las piedras, divertirse sin hacer mal a nadie. Cuando éstas caían al agua hacían un pequeño ruido debido a la distancia, aunque para los peces que estuvieran por allí, que les lanzaran piedras a su cabeza no debería hacerles ninguna gracia.
Cuando por fin hubo terminado de lanzar las ocho o diez piedras que había puesto, el extremo del tronco prácticamente estaba deshecho, así que lo lanzó hacia atrás, a unos cinco metros de su posición, como quien arroja un palo inservible. Se metió levemente en el agua, por donde llegaban los tres o cinco metros. Algo pequeño para un gigante tan alto, aunque para un humano hubiera significado mantenerse a flote. Simplemente quería descansar un poco los pies y tobillos mientras llevaba su mirada al horizonte, sin pensar en nada. El frío del agua hacia un buen contraste con el calor que hacía afuera, a esa hora de la mañana, sobre las once o doce. No pudo evitar mostrar una sonrisa perturbadora, aunque no sabía el motivo. Mirando a la nada pensando en todo, como se suele decir... Y tal vez pensando en algo más.
Shintai
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Creado por Beliar Beihn Mar Dic 15, 2015 2:41 pm
Perdón un mal entendido, creí que ibas por la playa acercándote hacia mi posición XD. Leí un poco rápido esa parte para postearte.
-Falsa alarma… Se aleja- Mencionó uno de aquellos hombres que estaba asustado, el miedo le hizo creer que los pasos del gigante se aproximaban, pero realmente se alejaban siendo la sensación del temor la que desorientaba y engañaba las mentes de los presentes, no iba a mentir, incluso yo había sentido algo de preocupación. Pero manteniendo la calma y la primera línea de posible combate, ya nos íbamos aproximando a nuestro objetivo… aunque si no avanzábamos es que había un problema muy grande, troncos tirados eran los que nos encontrábamos de vez en cuando por el camino, sorteándolos fácilmente por un pequeño salto.
Sin embargo con el tiempo se acabó escuchando un fuerte impacto a lo lejos. Nos hizo detenernos en el acto y alzar la cabeza, haciéndonos pensar seguramente que sería eso. Estire la mano izquierda hacia ellos con la palma abierta para señalar que se detuviesen, alcé la vista mientras enfundaba mi pistola. Buscaba un árbol más alto de mi cercanía que destacase algo más del resto. Emprendí carrera para escalar el árbol, entre saltos, agarrándome a las ramas y escalándolo busqué lo que podría ser la copa, gracias a mi destreza no me llevaría mucho tiempo. Cual vigía buscaba contemplar a lo lejos, pude distinguir al gigante manejando un pedazo de tronco como lo podría ser el que estoy ahora y batear unas piedras, me daba la impresión de que caían cerca de nuestro barco, no sabía si nos vacilaba, me equivocaba o realmente buscaba hundirlo. Podía equivocarme, pero es lo que creía y debíamos actuar. No tardé mucho en descender saltando de rama en rama con cierto cuidado hasta la base del árbol. –Ese gigante está buscando hundir el barco, será mejor que corramos, estamos cerca, así que buscad esas plantas y yo directamente iré hacia él aunque sea para entretenerlo, porque si lo hunde de aquí no salimos.- Sin barco no había viaje de vuelta, no me apetecía estar aquí atrapado como un naufrago. El resto de personas asintieron con la cabeza, obviamente ningún querría venir conmigo, lo daba por hecho, así que prefería que buscasen las plantas que fuesen. Sin más entretenimiento fuimos corriendo divididos en dos grupos, ellos tres a la base del gran árbol central y yo en dirección directa a la montaña de carne.
Tras el tiempo que fuese necesario, entre el sonido constante de los golpeos como si fuesen petardos y después un cierto silencio como si hubiese parado. Igualmente no me pararía en la carrera hasta que buscase la zona entrante del bosque por las espaldas de ese gigante, entre las sombras de los arboles lo contemplaba, se mantenía quieto con los pies en el agua, mientras no lanzase mas rocas preferiría no actuar, estando en tranquilidad observaría hasta que fuese necesario.
-Falsa alarma… Se aleja- Mencionó uno de aquellos hombres que estaba asustado, el miedo le hizo creer que los pasos del gigante se aproximaban, pero realmente se alejaban siendo la sensación del temor la que desorientaba y engañaba las mentes de los presentes, no iba a mentir, incluso yo había sentido algo de preocupación. Pero manteniendo la calma y la primera línea de posible combate, ya nos íbamos aproximando a nuestro objetivo… aunque si no avanzábamos es que había un problema muy grande, troncos tirados eran los que nos encontrábamos de vez en cuando por el camino, sorteándolos fácilmente por un pequeño salto.
Sin embargo con el tiempo se acabó escuchando un fuerte impacto a lo lejos. Nos hizo detenernos en el acto y alzar la cabeza, haciéndonos pensar seguramente que sería eso. Estire la mano izquierda hacia ellos con la palma abierta para señalar que se detuviesen, alcé la vista mientras enfundaba mi pistola. Buscaba un árbol más alto de mi cercanía que destacase algo más del resto. Emprendí carrera para escalar el árbol, entre saltos, agarrándome a las ramas y escalándolo busqué lo que podría ser la copa, gracias a mi destreza no me llevaría mucho tiempo. Cual vigía buscaba contemplar a lo lejos, pude distinguir al gigante manejando un pedazo de tronco como lo podría ser el que estoy ahora y batear unas piedras, me daba la impresión de que caían cerca de nuestro barco, no sabía si nos vacilaba, me equivocaba o realmente buscaba hundirlo. Podía equivocarme, pero es lo que creía y debíamos actuar. No tardé mucho en descender saltando de rama en rama con cierto cuidado hasta la base del árbol. –Ese gigante está buscando hundir el barco, será mejor que corramos, estamos cerca, así que buscad esas plantas y yo directamente iré hacia él aunque sea para entretenerlo, porque si lo hunde de aquí no salimos.- Sin barco no había viaje de vuelta, no me apetecía estar aquí atrapado como un naufrago. El resto de personas asintieron con la cabeza, obviamente ningún querría venir conmigo, lo daba por hecho, así que prefería que buscasen las plantas que fuesen. Sin más entretenimiento fuimos corriendo divididos en dos grupos, ellos tres a la base del gran árbol central y yo en dirección directa a la montaña de carne.
Tras el tiempo que fuese necesario, entre el sonido constante de los golpeos como si fuesen petardos y después un cierto silencio como si hubiese parado. Igualmente no me pararía en la carrera hasta que buscase la zona entrante del bosque por las espaldas de ese gigante, entre las sombras de los arboles lo contemplaba, se mantenía quieto con los pies en el agua, mientras no lanzase mas rocas preferiría no actuar, estando en tranquilidad observaría hasta que fuese necesario.
Beliar Beihn
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Creado por Shintai Dom Dic 20, 2015 3:32 am
- OFF:
- Como aclaro en mi anterior post, el barco está a 100 metros de mi posición, hacia la izquierda y las rocas son lanzadas en línea recta. Además ya puse que delante, en el mar, no había nada. Por tanto resulta imposible que tu personaje piense que quiero hundir el barco, porque ni tan siquiera está cerca ni de mí ni de las rocas que lanzo.
Shintai simplemente se había quedado sentado en la orilla de la playa. El tronco de la palmera o lo que quedaba de ella, estaba tirado en el suelo y ya había comenzado a sepultarse a causa de la arena de la misma. Aún así, todavía quedaban muchas cuestiones importantes. No sabía dónde estaban aquellas personas y esperaba que no hicieran ningún daño a la isla... Al menos no más de lo que él mismo podía dañarla. No sabía cuánto tiempo más estaría por allí y esperaba que, al menos, su estancia en aquella isla no fuera a peor tras la venida de aquellos humanos. De todas formas, el qué hacían o dónde iban le traía sin cuidado, siempre que no le molestaran. No quería tener nada que ver con ellos. No le gustaba esa raza pequeña y engreída.
Seguía sentado, con los pies en remojo, esperando que la horas pasaran tranquilamente, dentro del mar a unos cinco metros de profundidad, aunque para él apenas si le tapaba el torso. El barco, a su izquierda, impoluto e intocable, a unos cien metros de su posición. Las rocas que había lanzado y que estaban delante de él, a unos cincuenta metros, estaban ya hundidas en la inmensidad del océano que se abría frente a él. Bostezó con aquella gran boca. Llevó su diestra hacia el ojo derecho para limpiar una lágrima que le caía. Tal vez sueño, tal vez hambre.
Su visto se quedaba fija en el horizonte, como si hubiera algo más que aquél líquido azulado en el que se encontraba y que no parecía tener fin. Ni tan siquiera poniéndose de pie o encima de aquél enorme árbol podía verse nada más que no fuera la inmensidad azul. Era bonito, pero ya tan repetitivo que le cansaba estar observándolo. Esa había sido toda su diversión hacía unos días y sinceramente, estaba un poco cansado ya.
Seguía sentado, con los pies en remojo, esperando que la horas pasaran tranquilamente, dentro del mar a unos cinco metros de profundidad, aunque para él apenas si le tapaba el torso. El barco, a su izquierda, impoluto e intocable, a unos cien metros de su posición. Las rocas que había lanzado y que estaban delante de él, a unos cincuenta metros, estaban ya hundidas en la inmensidad del océano que se abría frente a él. Bostezó con aquella gran boca. Llevó su diestra hacia el ojo derecho para limpiar una lágrima que le caía. Tal vez sueño, tal vez hambre.
Su visto se quedaba fija en el horizonte, como si hubiera algo más que aquél líquido azulado en el que se encontraba y que no parecía tener fin. Ni tan siquiera poniéndose de pie o encima de aquél enorme árbol podía verse nada más que no fuera la inmensidad azul. Era bonito, pero ya tan repetitivo que le cansaba estar observándolo. Esa había sido toda su diversión hacía unos días y sinceramente, estaba un poco cansado ya.
Shintai
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Creado por Beliar Beihn Mar Dic 22, 2015 2:57 pm
- Off-rol:
- Disculpa, no era mi intención que mis palabras fuesen malinterpretadas. Narro desde el punto de vista de la duda, no doy nada por hecho, en vista de que son 100 metros aproximadamente, como un campo de futbol la claridad en la visión resulta complicada, por lo que no narro la exactitud, sino la incertidumbre y la duda de no saber lo que pretendes realmente. Tus palabras sinceramente me acaban incomodando, disculpa si no tengo tu misma “perfección”. Este post será ya el decimo y el tuyo el número once, pasaría el tema a la segunda página (creo, no sé muy bien el sistema en este foro) y podríamos pedir nivel, prefiero no alargarlo más debido a esta incomodidad que siento.
La leve brisa del viento pasaba por cada rincón de la isla, zarandeaba mi liso cabello oscurecido mientras mantenía la zurda agarrando mi sombrero para que no saliese volando en aquellos segundos que se levanto un viento algo más fuerte de lo habitual, mi traje se ondeaba como una bandera. Pasaban los minutos y quedaba entre las sombras que proporcionaban las copas de los árboles y quedando tras uno de estos para resguardarme en sigilo de aquel gigante para que no me viese, lo mantenía vigilado por ahora aunque las ganas de ir y plantarle cara por buscar un rival digno no me las quitaba nadie, pero mientras viese que no hiciese nada malo no actuaria.
Desenfundaba lentamente la pistola con mi diestra, la gris, pulsaba con el pulsar para cargarla. El tiempo se hacía extenso y sonreía con ganas de acercarme, se dibujaba una amplia sonrisa y se reflejaba la figura del mar y aquel gigante de espaldas en mis gafas de sol. Fui a levantar mi rodilla izquierda anclada en el suelo para ir, pero una mano se poso sobre mi hombro izquierdo. –Ya tenemos lo que necesitamos.- Justo a tiempo llegó uno de los comerciantes para avisarme de que recolectaron esas plantas que necesitaban y nuestro trabajo se terminaba y nos marcharíamos de inmediato. Asentía con la cabeza a regañadientes, me cortaron las ganas de ir, por lo que me levantaría del todo y guardaba mi arma con su correspondiente seguro. El comerciante marchaba primero, mientras que yo volvía la mirada hacia atrás para un último vistazo a aquel gigante, habría que abandonarlo. Quizás fuese alguien con un gran corazón, sociable, aunque lo desconocía pero si hubiese sido así hubiéramos podido intentar llevarlo en el barco hasta la isla más cercana, pero prefería prevenir, pero siempre estaría con la duda.
Caminaríamos cuanto hiciese falta, incluso en varios puntos íbamos trotando para llegar cuanto antes. Hasta que llegásemos a la barca, la empujaríamos y todos juntos nos marcharíamos con la intención de ir al barco y marchar a la siguiente isla.
- Spoiler:
- Salgo ya del tema
Beliar Beihn
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