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Creado por Shitai Jue Jun 16, 2016 12:45 am
Había una vez, una peculiar muñeca, postrada en un sillón, al lado de muchas muñecas de porcelana, inamovibles, de tiesos rasgos. La muñeca en la que nos enfocamos, es una rudimenta hecha de cartón, con los ojos pintados con crayón, en color azul. En papel amarillo, el cabello que simulan rizos, y una masilla de plastilina roja que son los labios, que sonríen a quien mira ahí.
Las muñecas de porcelana estaban muy celosas de aquella, por que era la favorita de la niña de aquel hogar. Pasaban horas y horas jugando en la sala, mientras ellas debían quedarse quietas. Eran frágiles, eran sumamente caras, y no podían ser lanzadas al aire, ni ser tomadas de la mano de aquella niña... Si lo hacían, corrían el riesgo de caerse y desaparecer en añicos.
Un día, las muñecas, cansadas de ser ignoradas, decidieron tambalearse, de estar estáticas, se harían notar, pese a quién le pese, aunque tuviesen que destrozar a la muñeca de cartón, que jamás les había dirigido siquiera la palabra. La observaban con esos ojos faltos de vida, y gruñían en silencio, haciendo eco en cuerpos vacíos de cerámica.
¿Y qué pasó? - , dijo la niña mientras hacía un chisporroteante ruido con el sonido de su lápiz chocando contra el papel, - Si ¿Qué pasó maestra Shitai? - , exclamó otro levantando los ojos a una mujer de largos cabellos rubios, peinados hacia atrás, que con caireles, cual bandera se ondeaban al viento de un paisaje de playa. Mar abierto al este, y el prado verde a los pies de los seres humanos.
La mujer, de expresivos y grandes ojos azules, parpadeo un par de veces, mientras observaba el mar. Suspiró largamente, - Bueno... Si se los cuento ahora, no querrían volver mañana ¿verdad? - , los dos se miraron el uno al otro, mientras la pequeña apretaba con su puño aquél lápiz, tratando de rellenar el mar con solamente el grafito, lo cual hacía un sonido constante de arrastre, un tsch tsch, que la rubia no podía ignorar.
No nos iríamos nunca así, maestra Shitai - , contestó el pequeño de no más de siete años, pero la mujer parecía un témpano, - Tarde o temprano todos se van - , contestó de manera fría y mecánica. Aquel tono de voz estremeció a la pequeña, que devolvió la mirada a su dibujo, como si hubiese sentido que la reprendían por mostrarse alegre.
Este mundo, no es para aquellos que quiera aferrarse, aferrarse a la vida, al hecho de que somos permanentes, y duraderos, es solo condenar el espíritu al sufrimiento. Si es que existe el espíritu, claro está - , remarcó aún más helada que antes, como si aquello que ella pudiese ver, como si nunca pudiese apreciar a nadie más.
El sol, el mar, y las aves. Danzando, objetos no eternos... ¿Podría ser que lo único eterno... es la locura?
Señaló entonces una cabaña a lo lejos, donde se podían asomar al horizonte pequeñas barcas pesqueras, seguramente aquellas fragatas regresaban llenas del cardumen del día de hoy, listas para ser recibidas en el cuantioso mercado. Los pequeños acompañaban como hormigas al azúcar a la rubia, que no se detenía ante nada.
Pasos en la arena, cómo testamentos del paso de los años.
Shitai
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Creado por Alexandra Sig Lun Jun 20, 2016 5:54 am
Su día de descanso, eso era en lo que nuestra mal hablada y agresiva chica estaba en estos momentos, su día de descanso en un barco de la marina que iba haciendo una patrulla marítima para ver si había asaltos a barcos mercantes o si la suerte le acompañaba, un barco pirata aparecería, les atacaría y esta podría dar rienda suelta a una sed de sangre que tenia reprimida desde hace unas semanas atrás desde su ultima misión, estaba sentada como de costumbre en un bidón de madera y con su hacha apoyada al hombro, mirando el mar y ignorando lo que los marines de aquel barco pudieran decir de ella, sus acciones ya le habían costado algunos castigos y las malas lenguas difuminaban información de esta, haciendo que casi nadie quisiera trabajar con ella aunque eso le importaba bien poco, ella solo quería darle su justicia a los malos aunque esta tuviera que hacer de mala en algún momento, las misiones de captura no existían para ella, si alguien infringía la ley debía ser castigado con la pena máxima y sin poner excusas, ella era una verdugo que no tendría piedad de nadie ni de nada.
Fue entonces cuando el barco decidió parar en una pequeña isla, no era una isla catalogada como tal, mas bien era de esos islotes en los que algunas veces se formaban pequeños pueblos de gente, normalmente relacionadas con la pesca en su mayoría y también era un refugio perfecto para los piratas, esa era la razón de porque el barco decidió parar en ese lugar, cuando este anclo en la costo, Alexandra chasqueo la lengua y bajo del barco de un salto, aterrizando de pie en la costa, sin nada mas que hacer, se dirigió al pequeño puerto pesquero, para ver si había algún pirata o algo que pudiera llegar a distraerla aunque fuera por un rato.
Fue entonces cuando el barco decidió parar en una pequeña isla, no era una isla catalogada como tal, mas bien era de esos islotes en los que algunas veces se formaban pequeños pueblos de gente, normalmente relacionadas con la pesca en su mayoría y también era un refugio perfecto para los piratas, esa era la razón de porque el barco decidió parar en ese lugar, cuando este anclo en la costo, Alexandra chasqueo la lengua y bajo del barco de un salto, aterrizando de pie en la costa, sin nada mas que hacer, se dirigió al pequeño puerto pesquero, para ver si había algún pirata o algo que pudiera llegar a distraerla aunque fuera por un rato.
Alexandra Sig
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
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