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Creado por Rida Sarwick Sáb Jun 25, 2016 12:30 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Esos días me había ido particularmente mal. Estuve un tiempo navegando en un bote de remos por el North Blue, sin destino fijo, cuando me recogió un navío mercante con destino a Flevance. Aparentemente había un buen negocio para ellos en aquel emporio del lujo. Como no tenían un buen cocinero, me dejaron quedarme a bordo durante el resto del viaje y fui un nakama temporal. Esperaba que no descubrieran mi Wanted, o seguramente tendría que apalearlos a todos y largarme en mi bote. No es que me importara dar palizas, pero tenían una cocina realmente agradable y al menos tenía comida asegurada.
Hacía un buen día la mañana que llegamos al puerto de Flevance. No éramos el único barco mercante; muchos otros habían anclado en la isla llevando mercancía. Cuando pregunté, me dijeron que se avecinaba una fiesta de ricachones y por eso había venido un gentío a vender. Si tuviera buenos nakamas piratas, probablemente nos aventuraríamos a atracar la fiesta, pero... Yo estaba solo, y así había sido durante un buen tiempo. Estaba más que acostumbrado. Y como tampoco era mercader, me quedé a bordo del barco mientras todos iban a encargarse de sus asuntos.
La mañana era soleada y el bamboleo del barco me provocaba sueño, así que me quedé en el puesto de vigía del mástil principal echando una siesta a pleno ronquido.
Me despertó de golpe un gran ajetreo formándose en la cubierta de la embarcación. Tan cómodo que estaba yo, reposando con los brazos tras la nuca, y tienen que regresar estos tipos así de sopetón... Alcé la vista y contemplé el cielo, de inmediato dándome cuenta que era muy pronto para que volvieran todos, ya que habían especificado que pasarían todo el día hasta la noche ofreciendo su mercancía.
— ¿Eh? ¿Pero qué coñ...? —empecé a decir, desorientado y con los ojos entrecerrados por haber despertado recién unos segundos atrás.
Me asomé fuera del puesto de vigía, mirando hacia abajo. Lo que observé me dejó petrificado: ¡marines! No eran los comerciantes, era todo un pelotón de marines que habían llegado de la nada y estaban invadiendo el navío. Me escondí de inmediato, quedándome muy quieto ahí arriba, tratando de oír lo que hablaban los oficiales uniformados. Cuando hube escuchado los gritos de "¡No hay nadie a bordo, capitán!", y "¡Los contrabandistas deben haber desembarcado ya!", me quedé de piedra. ¡¿Aquel en realidad era un barco de contrabando?!
— Tsk, en la que me metí — susurré, pensando cómo salir de ahí en una pieza.
Esos días me había ido particularmente mal. Estuve un tiempo navegando en un bote de remos por el North Blue, sin destino fijo, cuando me recogió un navío mercante con destino a Flevance. Aparentemente había un buen negocio para ellos en aquel emporio del lujo. Como no tenían un buen cocinero, me dejaron quedarme a bordo durante el resto del viaje y fui un nakama temporal. Esperaba que no descubrieran mi Wanted, o seguramente tendría que apalearlos a todos y largarme en mi bote. No es que me importara dar palizas, pero tenían una cocina realmente agradable y al menos tenía comida asegurada.
Hacía un buen día la mañana que llegamos al puerto de Flevance. No éramos el único barco mercante; muchos otros habían anclado en la isla llevando mercancía. Cuando pregunté, me dijeron que se avecinaba una fiesta de ricachones y por eso había venido un gentío a vender. Si tuviera buenos nakamas piratas, probablemente nos aventuraríamos a atracar la fiesta, pero... Yo estaba solo, y así había sido durante un buen tiempo. Estaba más que acostumbrado. Y como tampoco era mercader, me quedé a bordo del barco mientras todos iban a encargarse de sus asuntos.
La mañana era soleada y el bamboleo del barco me provocaba sueño, así que me quedé en el puesto de vigía del mástil principal echando una siesta a pleno ronquido.
Me despertó de golpe un gran ajetreo formándose en la cubierta de la embarcación. Tan cómodo que estaba yo, reposando con los brazos tras la nuca, y tienen que regresar estos tipos así de sopetón... Alcé la vista y contemplé el cielo, de inmediato dándome cuenta que era muy pronto para que volvieran todos, ya que habían especificado que pasarían todo el día hasta la noche ofreciendo su mercancía.
— ¿Eh? ¿Pero qué coñ...? —empecé a decir, desorientado y con los ojos entrecerrados por haber despertado recién unos segundos atrás.
Me asomé fuera del puesto de vigía, mirando hacia abajo. Lo que observé me dejó petrificado: ¡marines! No eran los comerciantes, era todo un pelotón de marines que habían llegado de la nada y estaban invadiendo el navío. Me escondí de inmediato, quedándome muy quieto ahí arriba, tratando de oír lo que hablaban los oficiales uniformados. Cuando hube escuchado los gritos de "¡No hay nadie a bordo, capitán!", y "¡Los contrabandistas deben haber desembarcado ya!", me quedé de piedra. ¡¿Aquel en realidad era un barco de contrabando?!
— Tsk, en la que me metí — susurré, pensando cómo salir de ahí en una pieza.
Rida Sarwick
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Rida Sarwick Vie Jul 08, 2016 9:35 am
Me encantaba ganar. Y ese había sido el caso. La moneda aterrizó firmemente en la palma de mi mano, a mi favor, lo cual hizo que mi sonrisa infantil de oreja a oreja se incrementara más allá de sus proporciones naturales, dándome aún más aspecto de duende. La Mink se dio la vuelta mientras susurraba su nombre, resignada.
— Con que Rena. Es un bonito nombre, Zorrita-chan —respondí. Quizá ella pensara que había sido una tontería querer saber su nombre para continuarla llamando "Zorrita-chan", pero saber el nombre de una Marine que no había tratado de matarme podía ser útil en un futuro, ¿quién sabe lo que el destino podía depararme? Sea como sea, terminada nuestra apuesta y ella habiendo comido suficiente del sushi que preparé, se dispuso a largarse del barco, saltando con habilidad sobre la barandilla del mismo y dedicándome otra vez la advertencia de que me atraparía si no me iba ahora mismo. Reí una vez más— Como digas, como digas. Recogeré mis utensilios de cocina y estaré fuera de aquí antes de que te des cuenta. Espero que nos volvamos a ver, Zorrita-chan. Y espero que sea de nuevo en condiciones amigables —respondí, también dándome la vuelta en dirección al interior del navío. Antes de saltar fuera de borda, ella agradeció fugazmente por la comida una vez más, a lo que sonreí inmediatamente, sin voltearme a verla— Cuando quieras más, no dudes en buscar al gran Rida Sarwick —contesté en voz alta, lo suficiente para que ella oyera.
Finalmente, nos separamos, cada quien por su camino. Ahora que me había enterado que los mercaderes con los que me encontraba viajando eran en realidad contrabandistas, no tenía ningún interés por continuar con ellos, si es que lograban escapar de la Marina. Eran unos idiotas que se dejaban rastrear con facilidad; pudo haber sido peor en esta ocasión, si no hubiera sido Rena quien me encontró, ahora estaría tras las rejas. Y ya que dudaba que escapasen de la Marina, mucho menos de esa escurridiza zorrita, no necesitaban un barco... ¿verdad?
Cuando se me ocurrió la idea, solté una gran carcajada. Rena me había dicho que me fuera, y yo había accedido, pero jamás estipulamos la forma en que me iría. Incluso si la Marina no podía atrapar a los malhechores, si estos no tenían barco con el que salir de la isla, acabarían siendo apresados tarde o temprano. Era una forma muy ingeniosa de ayudar a Rena, así ella no lo quisiera, a cumplir aquella misión por la cual habían llegado a Flevance. Y habiendo llegado como parte de la tripulación, no levantaría sospechas si me fuera con MI propio barco del puerto.
Comprobé en cubierta que el viento fuera favorable antes de dedicarme a soltar las amarras y las velas. Por último, mientras levaba el ancla, alzándola con mi fuerza poco a poco de las profundidades, el amable señor encargado del puerto me miraba extrañado.
— ¿Se va sin sus nakamas, buen señor? —inquirió desde el muelle, mirando cómo subía el ancla a bordo.
— Encargo de emergencia. Iré a por provisiones en algún lugar cercano, creo que van a necesitar más para la fiesta —me limité a decir, sonriendo como siempre.
— Oh, entiendo, entiendo. La verdad es que será una fiesta asombrosa. ¡Que le vaya bien! —deseó aquel hombre, a lo que respondí agitando la mano mientras el barco empezaba a moverse, y lentamente se alejaba del puerto y de Flevance. Caminando por la cubierta, me pregunté a dónde podría dirigirme ahora... La verdad era que, mientras el viento me azotaba la cara y estaba de tan buen humor con mi encuentro con Rena, no me importaba mucho. Probablemente dejaría tirado el barco ilegal en cualquier isla y buscaría irme a otra parte. ¡A donde me llevara la aventura de ser pirata!
— Con que Rena. Es un bonito nombre, Zorrita-chan —respondí. Quizá ella pensara que había sido una tontería querer saber su nombre para continuarla llamando "Zorrita-chan", pero saber el nombre de una Marine que no había tratado de matarme podía ser útil en un futuro, ¿quién sabe lo que el destino podía depararme? Sea como sea, terminada nuestra apuesta y ella habiendo comido suficiente del sushi que preparé, se dispuso a largarse del barco, saltando con habilidad sobre la barandilla del mismo y dedicándome otra vez la advertencia de que me atraparía si no me iba ahora mismo. Reí una vez más— Como digas, como digas. Recogeré mis utensilios de cocina y estaré fuera de aquí antes de que te des cuenta. Espero que nos volvamos a ver, Zorrita-chan. Y espero que sea de nuevo en condiciones amigables —respondí, también dándome la vuelta en dirección al interior del navío. Antes de saltar fuera de borda, ella agradeció fugazmente por la comida una vez más, a lo que sonreí inmediatamente, sin voltearme a verla— Cuando quieras más, no dudes en buscar al gran Rida Sarwick —contesté en voz alta, lo suficiente para que ella oyera.
Finalmente, nos separamos, cada quien por su camino. Ahora que me había enterado que los mercaderes con los que me encontraba viajando eran en realidad contrabandistas, no tenía ningún interés por continuar con ellos, si es que lograban escapar de la Marina. Eran unos idiotas que se dejaban rastrear con facilidad; pudo haber sido peor en esta ocasión, si no hubiera sido Rena quien me encontró, ahora estaría tras las rejas. Y ya que dudaba que escapasen de la Marina, mucho menos de esa escurridiza zorrita, no necesitaban un barco... ¿verdad?
Cuando se me ocurrió la idea, solté una gran carcajada. Rena me había dicho que me fuera, y yo había accedido, pero jamás estipulamos la forma en que me iría. Incluso si la Marina no podía atrapar a los malhechores, si estos no tenían barco con el que salir de la isla, acabarían siendo apresados tarde o temprano. Era una forma muy ingeniosa de ayudar a Rena, así ella no lo quisiera, a cumplir aquella misión por la cual habían llegado a Flevance. Y habiendo llegado como parte de la tripulación, no levantaría sospechas si me fuera con MI propio barco del puerto.
Comprobé en cubierta que el viento fuera favorable antes de dedicarme a soltar las amarras y las velas. Por último, mientras levaba el ancla, alzándola con mi fuerza poco a poco de las profundidades, el amable señor encargado del puerto me miraba extrañado.
— ¿Se va sin sus nakamas, buen señor? —inquirió desde el muelle, mirando cómo subía el ancla a bordo.
— Encargo de emergencia. Iré a por provisiones en algún lugar cercano, creo que van a necesitar más para la fiesta —me limité a decir, sonriendo como siempre.
— Oh, entiendo, entiendo. La verdad es que será una fiesta asombrosa. ¡Que le vaya bien! —deseó aquel hombre, a lo que respondí agitando la mano mientras el barco empezaba a moverse, y lentamente se alejaba del puerto y de Flevance. Caminando por la cubierta, me pregunté a dónde podría dirigirme ahora... La verdad era que, mientras el viento me azotaba la cara y estaba de tan buen humor con mi encuentro con Rena, no me importaba mucho. Probablemente dejaría tirado el barco ilegal en cualquier isla y buscaría irme a otra parte. ¡A donde me llevara la aventura de ser pirata!
Rida Sarwick
Hoja de personaje
Nivel:
(12/100)
Haki:
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