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Creado por Daoko Miér Sep 21, 2016 4:54 pm
- N-No llegará… N-No va a llegar… - Susurraba en un dulce y tenue hilo de voz mientras pegada a la chimenea, la sirena envuelta en algunas cobijas observaba atenta las llamas. En su mano derecha, un pequeño den-den mushi listo para llamar al cuartel para reclamar el lugar donde se encontraba y, sobre todo, reclamar lo que su compañero no hacía: Llegar a tiempo.
Aquella cabaña era un lugar bastante acogedor, era grande, suficiente para que vivieran un par de personas, la pequeña sala donde se encontraba Daoko se iluminaba en tonos naranjas, rojizos y amarillos, cálida empañaba los vidrios que al contacto con el helado clima dejaba ver la necesidad de calor de la joven. - El mar es más cómodo..- insistía a la vez que elevaba un poco sus rodillas para así, poder abrazarlas con cierto recelo escondiendo su fría nariz entre las cobijas de la cunilla formada en el hueco entre sus rodillas, cubierta de pies a cabeza sólo se veían aquel par de orbes de un intenso celeste e iris violeta. A un lado de ella, unas cuantas carpetas con papeles y algunas fotografías de lo que había estado investigando las últimas semanas en los alrededores de la isla, un pequeño encargo que se le había hecho.
¿Y ahora? ¿Qué seguía? Según la base debía ponerse en contacto con uno de los revolucionarios que se encontraba en ese mar sólo para dar la información que había recabado, nada muy relevante, básico y sin muchos rodeos, sin embargo no era un secreto para nadie que los humanos no eran siempre del gran agrado para la joven sirena a menos que estos poseyeran algo que realmente le llamase la atención. Ella, en ese instante, sólo quería dormir calentita y salir de esa condenada isla y ya. de vez en cuando abría apenas si un poco sus párpados observando a la puerta con la esperanza de aquel hombre que le habían descrito como un gigante entrase de una maldita vez, pero entre tenues maldiciones y renegar no lo hacía... Parecía no vendría. - Seguramente murió congelado. - Musitó volviendo dormitar
Aquella cabaña era un lugar bastante acogedor, era grande, suficiente para que vivieran un par de personas, la pequeña sala donde se encontraba Daoko se iluminaba en tonos naranjas, rojizos y amarillos, cálida empañaba los vidrios que al contacto con el helado clima dejaba ver la necesidad de calor de la joven. - El mar es más cómodo..- insistía a la vez que elevaba un poco sus rodillas para así, poder abrazarlas con cierto recelo escondiendo su fría nariz entre las cobijas de la cunilla formada en el hueco entre sus rodillas, cubierta de pies a cabeza sólo se veían aquel par de orbes de un intenso celeste e iris violeta. A un lado de ella, unas cuantas carpetas con papeles y algunas fotografías de lo que había estado investigando las últimas semanas en los alrededores de la isla, un pequeño encargo que se le había hecho.
¿Y ahora? ¿Qué seguía? Según la base debía ponerse en contacto con uno de los revolucionarios que se encontraba en ese mar sólo para dar la información que había recabado, nada muy relevante, básico y sin muchos rodeos, sin embargo no era un secreto para nadie que los humanos no eran siempre del gran agrado para la joven sirena a menos que estos poseyeran algo que realmente le llamase la atención. Ella, en ese instante, sólo quería dormir calentita y salir de esa condenada isla y ya. de vez en cuando abría apenas si un poco sus párpados observando a la puerta con la esperanza de aquel hombre que le habían descrito como un gigante entrase de una maldita vez, pero entre tenues maldiciones y renegar no lo hacía... Parecía no vendría. - Seguramente murió congelado. - Musitó volviendo dormitar
Daoko
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sinbad Miér Sep 21, 2016 10:30 pm
La estancia en isla Minion se había prolongado más de lo deseado en un principio, como siempre navegaba sin objetivos precisos. Había pasado un tiempo con un grupo religioso que le había distraído del verdadero motivo de su viaje a la friolenta isla. La armada le había dado una dirección y leve explicación de algo que tenía que hacer allí. El pelimorado dejaría su papel de "Sigfred" que había tenido con los civiles y se encaminaría hacía la dirección con cierta incertidumbre. Sabía que tenía que encontrarse con alguien y esperaba este ente aún desconocido no le hiciese un, común y justificado, reclamo por su tardía.
Su oscura vestimenta parecía ensuciarse por la nieve del lugar, cargando solo su cimitarra, había dejado las demás pertenencias en la posada donde se había estado quedando por varios días. Caminando lo que hiciese falta y guiado más que nada por su perfecta orientación hacía el punto de reunión. Ni un atisbo de información tenía de lo que allí le esperaba pero alcanzaba a percibir, a raíz del silbido del fría brisa, que conforme se acercaba a las afueras del pueblo era aún más baja la temperatura. Para mal de males su retraso no era de unos minutos, ya iba para la hora. Si había algo que el egocéntrico y mentiroso navegante odiaba eran los reclamos, probablemente le esperaría más de uno.
Al llegar a la alejada estancia encontraría que desde fuera se observaba un fino haz dorado, dentro debía haber fuego, la chimenea apenas visible soltaba su humareda, se veía aún más por el contraste con la nieve y el vendaval, rápidamente era removida conforme iba saliendo de la cuadratura de ladrillos. Adentro el condenado frío debía ser menos. El de los ojos dorados como sus joyas se frotaría las manos frente a su rostro e irradiaría mediante un cálido soplido una dosis de diferencia de calor para sus palmas. Una nube blanca tras su aliento era invocada por cada respiro. Termodinamicamente era absurdo tratar de competir contra esas condiciones de temperatura pero el placer del momento lo valía. Se frotaba una vez más y daba paso a abrir la puerta. Estaba abierta.
Luego de los dos pasos necesarios, para entrar, cerraría de inmediato y dejando la corriente de aire atrás, para su alivio, empezaba a girar la cabeza en busca de con quien se debía encontrar. Divisaría entre cobijas y cerca del fuego un rostro. Acercándose y cerciorando de que no había nadie más notaba que evidentemente era una chica dormida ¿Era ella a quién buscaba? Lo más curioso para Sinbad era la expresión de enojo que portaba en el ceño la del marino cabello. Conforme se acercaba apreciaba mejor los detalles que no estaban ocultos entre el abrigo de la joven. ¿Realmente tenía tanto frío cómo para estar así?
Observaba todo lo que traía y debía haber estado revisando en su ausencia. De buenas a primeras no quería despertarla, además de que su expresión, pese al descanso de sus parpados, denotaba algo de malhumor y ya que había entrado en un perfecto sigilo hasta ese momento, podía decir que no quería despertarla para salvaguardarse de algún molesto regaño. Era de las acciones que más le molestaban, a quien se cree el rey del mundo le exasperan las ordenes y por eso mismo se había tardado en llegar. Una parte de él siempre le pide que haga lo que le venga en gana, por ello mismo es que, en ocasiones, puede resultar como el peor revolucionario por tantas veces anteponer sus intereses a los de la armada pero en el fondo mayoría de estos eran relativos a su reino de origen.
Junto a ella, se sentaba en el suelo de madera cubierto por la alfombra y donde al estirarse para tomar los archivos de la, hasta ahora desconocida compañera, la madera crujiría -¡CRUUUAAK!- como lo hacen las viejas piezas de los entarimados, esos que con los años se amoldan a la comodidad de no recibir pisadas y esperan que su vida solo llegue al fin a manos del tiempo, la presión y los cambios dimensionales producto de las fluctuaciones de temperatura. Sin duda ese lugar era entrañable, como todo lo que con años va adquiriendo esa característica.
El navegante voltearía irremediablemente a ver a la chica al rostro, con el archivo ya en la mano y anteponiéndose a cualquier respuesta o regaño diría mirándola al rostro con una sonrisa galante y amable -Espero hayas dormido bien "Estrella Azul", soy "Gigante Lila", lamento llegar con algo de retraso -decía basándose en los nombres claves con que se habían referido a ambos durante la llamada de los superiores y excusándose, viendo de cerca que quien le esperaba era una belleza- mi nombre es Sinbad, un gusto... -la incitaba por un breve lapso a decir su nombre- espero no suponer mal y que seas mi compañera, trabajar con un bello rostro al lado me haría más que bien - decía extendiendo la mano para contactar con ella, saludarla y sentirla, si tenía tanto frío como para estar así de envuelta sería porque su origen era de una isla cálida, sus apuestas mentales por acertar le emocionaban - me quejare con el encargado de la nomenclatura en la armada...- junto al calor de las brazas que ardían sonaban de manera resonante por la llama que quemaba, Sinbad emitía algo similar, calor humano, amigable e interesado, el del un hombre ante una mujer, en la noche fría, no lo podía evitar, pasionalmente era un conquistador, justo en frente a un nuevo reino, uno más por descubrir. El resultado podía ser uno más del botín o resultar en un tesoro memorable, un oda sin igual equivalente a la de la historia de algún Láscaris.
Su oscura vestimenta parecía ensuciarse por la nieve del lugar, cargando solo su cimitarra, había dejado las demás pertenencias en la posada donde se había estado quedando por varios días. Caminando lo que hiciese falta y guiado más que nada por su perfecta orientación hacía el punto de reunión. Ni un atisbo de información tenía de lo que allí le esperaba pero alcanzaba a percibir, a raíz del silbido del fría brisa, que conforme se acercaba a las afueras del pueblo era aún más baja la temperatura. Para mal de males su retraso no era de unos minutos, ya iba para la hora. Si había algo que el egocéntrico y mentiroso navegante odiaba eran los reclamos, probablemente le esperaría más de uno.
Al llegar a la alejada estancia encontraría que desde fuera se observaba un fino haz dorado, dentro debía haber fuego, la chimenea apenas visible soltaba su humareda, se veía aún más por el contraste con la nieve y el vendaval, rápidamente era removida conforme iba saliendo de la cuadratura de ladrillos. Adentro el condenado frío debía ser menos. El de los ojos dorados como sus joyas se frotaría las manos frente a su rostro e irradiaría mediante un cálido soplido una dosis de diferencia de calor para sus palmas. Una nube blanca tras su aliento era invocada por cada respiro. Termodinamicamente era absurdo tratar de competir contra esas condiciones de temperatura pero el placer del momento lo valía. Se frotaba una vez más y daba paso a abrir la puerta. Estaba abierta.
Luego de los dos pasos necesarios, para entrar, cerraría de inmediato y dejando la corriente de aire atrás, para su alivio, empezaba a girar la cabeza en busca de con quien se debía encontrar. Divisaría entre cobijas y cerca del fuego un rostro. Acercándose y cerciorando de que no había nadie más notaba que evidentemente era una chica dormida ¿Era ella a quién buscaba? Lo más curioso para Sinbad era la expresión de enojo que portaba en el ceño la del marino cabello. Conforme se acercaba apreciaba mejor los detalles que no estaban ocultos entre el abrigo de la joven. ¿Realmente tenía tanto frío cómo para estar así?
Observaba todo lo que traía y debía haber estado revisando en su ausencia. De buenas a primeras no quería despertarla, además de que su expresión, pese al descanso de sus parpados, denotaba algo de malhumor y ya que había entrado en un perfecto sigilo hasta ese momento, podía decir que no quería despertarla para salvaguardarse de algún molesto regaño. Era de las acciones que más le molestaban, a quien se cree el rey del mundo le exasperan las ordenes y por eso mismo se había tardado en llegar. Una parte de él siempre le pide que haga lo que le venga en gana, por ello mismo es que, en ocasiones, puede resultar como el peor revolucionario por tantas veces anteponer sus intereses a los de la armada pero en el fondo mayoría de estos eran relativos a su reino de origen.
Junto a ella, se sentaba en el suelo de madera cubierto por la alfombra y donde al estirarse para tomar los archivos de la, hasta ahora desconocida compañera, la madera crujiría -¡CRUUUAAK!- como lo hacen las viejas piezas de los entarimados, esos que con los años se amoldan a la comodidad de no recibir pisadas y esperan que su vida solo llegue al fin a manos del tiempo, la presión y los cambios dimensionales producto de las fluctuaciones de temperatura. Sin duda ese lugar era entrañable, como todo lo que con años va adquiriendo esa característica.
El navegante voltearía irremediablemente a ver a la chica al rostro, con el archivo ya en la mano y anteponiéndose a cualquier respuesta o regaño diría mirándola al rostro con una sonrisa galante y amable -Espero hayas dormido bien "Estrella Azul", soy "Gigante Lila", lamento llegar con algo de retraso -decía basándose en los nombres claves con que se habían referido a ambos durante la llamada de los superiores y excusándose, viendo de cerca que quien le esperaba era una belleza- mi nombre es Sinbad, un gusto... -la incitaba por un breve lapso a decir su nombre- espero no suponer mal y que seas mi compañera, trabajar con un bello rostro al lado me haría más que bien - decía extendiendo la mano para contactar con ella, saludarla y sentirla, si tenía tanto frío como para estar así de envuelta sería porque su origen era de una isla cálida, sus apuestas mentales por acertar le emocionaban - me quejare con el encargado de la nomenclatura en la armada...- junto al calor de las brazas que ardían sonaban de manera resonante por la llama que quemaba, Sinbad emitía algo similar, calor humano, amigable e interesado, el del un hombre ante una mujer, en la noche fría, no lo podía evitar, pasionalmente era un conquistador, justo en frente a un nuevo reino, uno más por descubrir. El resultado podía ser uno más del botín o resultar en un tesoro memorable, un oda sin igual equivalente a la de la historia de algún Láscaris.
- Aspecto:
Sinbad
Hoja de personaje
Nivel:
(13/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Daoko Jue Oct 13, 2016 12:38 pm
Sólo el delicado sonido de su respirar sumado al crujir de la leña al contacto con aquel cálido fuego resonaban en aquel cuarto, la tranquilidad de la joven de las profundidades se podía hasta palpar volviéndola la criatura más vulnerable en la tierra en ese mismo instante, en lo más profundo de su ser un cálido sueño se hacía presente, una mezcla entre recuerdos y deseos la envolvían con cierta necesidad dejándola al descubierto a la par de que en sus finos labios una tierna sonrisa se dibujaba, pobres miserables de aquellos que no tenían la fortuna de estar en la misma posición que ella. Abrazándose más y disfrutando de aquello hundía más su cuerpo en aquellas cobijas que la mantenían aislada de aquel entumecedor frío. Dulces balbuceos se hicieron presentes víctima de su leve sonambulismo más antes de siquiera formar una frase sólida un chirrido de la madera la hizo abrir sus párpados de golpe empuñando su mano derecha tirando de las cobijas con la izquierda dejando su delgado y aparente frágil cuerpo al descubierto sólo con aquellas ropas transparentes que poseía, sus guantes y calcetones comunes y sin siquiera poner atención a la corriente de frío que ella misma había creado estaba por abalanzarse hacia quien la había respetado tachándolo de intruso.
Antes de siquiera lanzar aquel puñetazo se detuvo en seco al ver a aquel hombre bastante fornido a la vista de ella, unos ojos llamativos y una sonrisa.. ¿Encantadora?.. ¿Era un humano?.. La sirena parpadeó un par de veces quedando en total silencio haciendo contacto directo con los orbes ajenos y, apenas escuchó la voz ajena sin siquiera poder evitarlo sus mejillas, aquellas que siempre habían poseído una pálida piel comenzaron a tintarse de carmesí. - Tú eres el que debía esperar. - Acotó sin siquiera responder a sus atenciones y mucho menos a su saludo. Levantó un poco su rostro pues, al estar hincada la diferencia de alturas aunque no era basta se notaba y ahí fue cuando la corriente de aire llegó a su espalda haciendo su piel se erizara al instante, abrazando su pecho volvió a dejarse caer hacia atrás sentándose con brusquedad extendiendo su mano izquierda tirando de las cobijas para volver a cubrirse. - Ll-Llegas tarde… - reclamó cerrando sus párpados a nueva cuenta tratando de recobrar con desesperación el calor que tanto necesitaba. - No me gusta la gente irresponsable. - susurró escondiendo sus labios entre las cobijas dejando sólo de su nariz hacia arriba al descubierto.
Observó cómo él ya había tomado lo que ella había traído, suspirando desvió su mirada hacia el fuego. - Estuve… Siguiendo un par de embarcaciones de la marina, hasta la fecha no se ve demasiado movimiento… - Murmuró por lo bajo y, por primera vez sentía cierta vergüenza de verse a solas con un macho. - Escuché rumores de que se están concentrando en el South Blue… - Su voz temblaba un poco pero a cada segundo su cuerpo comenzaba a dejar de resentir el frío. Guardó silencio bastante rato, uno que quizá sería incómodo para el otro pero suficiente para revisar lo que la sirena le había traído. - Sinceramente no sé si te sirve esa información. - Giró su rostro para poder verlo, una mirada seria pero tranquila, un rostro inexpresivo y quizá acusante. - Daoko. - Dijo tras abrir sus labios. - Daoko es mi nombre. - Nada sutil, y ni ánimos de dar más detalles de sí, no quería volver a tener problemas con alguien que tuviese asco por los de su especie, así que prefería simplemente dejar los datos necesarios.
Antes de siquiera lanzar aquel puñetazo se detuvo en seco al ver a aquel hombre bastante fornido a la vista de ella, unos ojos llamativos y una sonrisa.. ¿Encantadora?.. ¿Era un humano?.. La sirena parpadeó un par de veces quedando en total silencio haciendo contacto directo con los orbes ajenos y, apenas escuchó la voz ajena sin siquiera poder evitarlo sus mejillas, aquellas que siempre habían poseído una pálida piel comenzaron a tintarse de carmesí. - Tú eres el que debía esperar. - Acotó sin siquiera responder a sus atenciones y mucho menos a su saludo. Levantó un poco su rostro pues, al estar hincada la diferencia de alturas aunque no era basta se notaba y ahí fue cuando la corriente de aire llegó a su espalda haciendo su piel se erizara al instante, abrazando su pecho volvió a dejarse caer hacia atrás sentándose con brusquedad extendiendo su mano izquierda tirando de las cobijas para volver a cubrirse. - Ll-Llegas tarde… - reclamó cerrando sus párpados a nueva cuenta tratando de recobrar con desesperación el calor que tanto necesitaba. - No me gusta la gente irresponsable. - susurró escondiendo sus labios entre las cobijas dejando sólo de su nariz hacia arriba al descubierto.
Observó cómo él ya había tomado lo que ella había traído, suspirando desvió su mirada hacia el fuego. - Estuve… Siguiendo un par de embarcaciones de la marina, hasta la fecha no se ve demasiado movimiento… - Murmuró por lo bajo y, por primera vez sentía cierta vergüenza de verse a solas con un macho. - Escuché rumores de que se están concentrando en el South Blue… - Su voz temblaba un poco pero a cada segundo su cuerpo comenzaba a dejar de resentir el frío. Guardó silencio bastante rato, uno que quizá sería incómodo para el otro pero suficiente para revisar lo que la sirena le había traído. - Sinceramente no sé si te sirve esa información. - Giró su rostro para poder verlo, una mirada seria pero tranquila, un rostro inexpresivo y quizá acusante. - Daoko. - Dijo tras abrir sus labios. - Daoko es mi nombre. - Nada sutil, y ni ánimos de dar más detalles de sí, no quería volver a tener problemas con alguien que tuviese asco por los de su especie, así que prefería simplemente dejar los datos necesarios.
Daoko
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sinbad Vie Oct 14, 2016 8:22 pm
El frío exterior había quedado atrás, aunque pequeños partículas blancas aún percudían la negra vestimenta del navegante sin barco, estas partículas dentro del lugar y ya estando cerca del fuego y la calidez que transmitían poco a poco se deshacían, dejando solo su húmedo recuerdo que en unos instantes más traspasaban la permeable tela que cubría al pelimorado. Dentro estaba frío pero mucho mejor que en el blanquinoso exterior. No estaban en un hogar, no lo pretendía, pero a la vista del Lvneeliano tenía un aire tranquilo, más de lo que solía toparse cuando atendía un llamado de la armada. Y en parte era cuestión de comodidad porque salir entrar en un lugar reconfortante cuando el exterior invitaba a todo lo contrario hacía suponer que cualquier interior puede ser un hogar, al menos no estaba solo.
La reacción de la durmiente chica traía consigo un variopinto de pensamientos para Sinbad, inicialmente hostil, ligeramente delicada, tiernamente abrigada y reveladoramente llamativa, eran solo algunos frases fugaces e incompletas en su cabeza. Aún la seguía escrutando con cierta curiosidad y una de sus gruesas cejas al menos un centímetro por encima de lo normal y de la izquierda. Sin poder borrar por ni un momento su sonrisa, porque realmente suponía un buen momento, pese a las inclemencias ya se sentía a gusto y presentía que todo iba a ir bien de ahí en adelante. Trabajar acompañado era mejor. Los momentos de tal punto de aburrimiento podían disolverse con solo mirar a la otra persona y ver su accionar ante la infinidad de posibilidades, cada uno representa un espectáculo, solo el buen espectador tiene la habilidad de captar la esencia, lo que transmite, cada señal y pese a que el pelimorado se consideraba ese don como suyo aún no contaba con algún compañero. Si bien su tiempo en la armada no era mucho y tampoco las misiones que hasta ese momento estaba por debajo de la decena, se había dedicado más a navegar y a informar de situaciones, de arreglar lo que él consideraba mal sin que fuese explícitamente obra de la armada. Era su libertad.
Un largo respiro, solo por un segundo inconforme por la actitud ajena pero sin siquiera fingir hablaba-Fue fácil encontrar el lugar por las indicaciones y su dirección, me confié- dudaba un momento, la seguía mirando a los ojos pero lentamente subía por flequillo y seguía viendo tras de ella, subiendo poco a poco ¿Tratando?- no te voy a mentir, descanse de más en la posada del pueblo, donde me estoy quedando por cierto, luego de presenciar un “circo” bastante absurdo- señalando las comillas sobre la palabra con sus dedos –Es una lástima que iniciemos así, no soy tan irresponsable- reía ligeramente pero con sinceridad- Y por otro lado a simple vista a mi sí...- sin dejar de observar lo poco que dejaba a la vista de su rostro, pese a que no fuese más que una oruga entre cobijas, sus ojos destacaban demasiado, el brillo del fuego se reflejaba en esos iris que variaban entre celestes y lila, era curioso y exótico, el de la cimitarra nunca había presenciado unos así con los dorados propios -...Bastante - decía antes de regresar a los documentos que ahí ella le había brindado.
Leía a profundidad en el silencio, concentrado para poder estar al tanto de todo lo que ahí le esperaba y en compañía de ella –Al parecer son marines corruptos y se benefician del pueblo –señalaba unas líneas de la descripción y la miraba mientras ella decía su nombre –no es si me sirve, es si nos sirve Daoko, curioso nombre por cierto ¿Algún significado?- decía sin perder la oportunidad para el halago además de que la armada eran todos sus miembros, así lo veía Sinbad, aclaraba sobre lo afirmado con cierta jovialidad – entonces debo ir al South Blue después de esto- se rascaba la parte trasera de la cabeza, justo donde empezaba su cola de largo mechón, con cierta emoción en el rostro, algo grata con la armada y para la que tenía sus objetivos -¿Me acompañaras o tienes otros objetivos?- cambiando un poco su expresión aún más interrogante – estas tan molesta- "o solo será así de áspera" notando lo renuente que estaba no le quedaba más que seguir preguntando. Ella parecía muy cómoda por otro lado él apenas si acababa de llegar, con cada vez más preguntas y en busca de algo más cómodo que el suelo pero adaptarse era algo básico para el trato, las mentiras con tanto viajero había encontrado lo había llevado a eso.
Una vez analizada toda la información ahí recopilada seguía pensando en el viaje y en lo que le depararía en ese futuro próximo pero antes se preguntaría sobre el inmediato –Y Daoko ¿Por ahora que vamos hacer acá? Hay más información en esta isla – empezaba a escrutar los alrededores del lugar en el que se arropaban del frío, unos más que otros- ¿No hay algo de beber por acá? Claro para calentar el cuerpo, pareces morir de frío por como estas- Y volviéndola a mirar con algo de duda, con el fin de no presenciar más silencios de su parte, efusivo y amable, era una colega y a diferencia de otras mujeres con las que siempre tenía que mentir sobre su origen podía tener algo más de confianza – Y a todo esto ¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Algún barco de la armada o eres naciste acá?- sin el mínimo atisbo por su cabeza del verdadero origen de la ningyo, aún.
La reacción de la durmiente chica traía consigo un variopinto de pensamientos para Sinbad, inicialmente hostil, ligeramente delicada, tiernamente abrigada y reveladoramente llamativa, eran solo algunos frases fugaces e incompletas en su cabeza. Aún la seguía escrutando con cierta curiosidad y una de sus gruesas cejas al menos un centímetro por encima de lo normal y de la izquierda. Sin poder borrar por ni un momento su sonrisa, porque realmente suponía un buen momento, pese a las inclemencias ya se sentía a gusto y presentía que todo iba a ir bien de ahí en adelante. Trabajar acompañado era mejor. Los momentos de tal punto de aburrimiento podían disolverse con solo mirar a la otra persona y ver su accionar ante la infinidad de posibilidades, cada uno representa un espectáculo, solo el buen espectador tiene la habilidad de captar la esencia, lo que transmite, cada señal y pese a que el pelimorado se consideraba ese don como suyo aún no contaba con algún compañero. Si bien su tiempo en la armada no era mucho y tampoco las misiones que hasta ese momento estaba por debajo de la decena, se había dedicado más a navegar y a informar de situaciones, de arreglar lo que él consideraba mal sin que fuese explícitamente obra de la armada. Era su libertad.
Un largo respiro, solo por un segundo inconforme por la actitud ajena pero sin siquiera fingir hablaba-Fue fácil encontrar el lugar por las indicaciones y su dirección, me confié- dudaba un momento, la seguía mirando a los ojos pero lentamente subía por flequillo y seguía viendo tras de ella, subiendo poco a poco ¿Tratando?- no te voy a mentir, descanse de más en la posada del pueblo, donde me estoy quedando por cierto, luego de presenciar un “circo” bastante absurdo- señalando las comillas sobre la palabra con sus dedos –Es una lástima que iniciemos así, no soy tan irresponsable- reía ligeramente pero con sinceridad- Y por otro lado a simple vista a mi sí...- sin dejar de observar lo poco que dejaba a la vista de su rostro, pese a que no fuese más que una oruga entre cobijas, sus ojos destacaban demasiado, el brillo del fuego se reflejaba en esos iris que variaban entre celestes y lila, era curioso y exótico, el de la cimitarra nunca había presenciado unos así con los dorados propios -...Bastante - decía antes de regresar a los documentos que ahí ella le había brindado.
Leía a profundidad en el silencio, concentrado para poder estar al tanto de todo lo que ahí le esperaba y en compañía de ella –Al parecer son marines corruptos y se benefician del pueblo –señalaba unas líneas de la descripción y la miraba mientras ella decía su nombre –no es si me sirve, es si nos sirve Daoko, curioso nombre por cierto ¿Algún significado?- decía sin perder la oportunidad para el halago además de que la armada eran todos sus miembros, así lo veía Sinbad, aclaraba sobre lo afirmado con cierta jovialidad – entonces debo ir al South Blue después de esto- se rascaba la parte trasera de la cabeza, justo donde empezaba su cola de largo mechón, con cierta emoción en el rostro, algo grata con la armada y para la que tenía sus objetivos -¿Me acompañaras o tienes otros objetivos?- cambiando un poco su expresión aún más interrogante – estas tan molesta- "o solo será así de áspera" notando lo renuente que estaba no le quedaba más que seguir preguntando. Ella parecía muy cómoda por otro lado él apenas si acababa de llegar, con cada vez más preguntas y en busca de algo más cómodo que el suelo pero adaptarse era algo básico para el trato, las mentiras con tanto viajero había encontrado lo había llevado a eso.
Una vez analizada toda la información ahí recopilada seguía pensando en el viaje y en lo que le depararía en ese futuro próximo pero antes se preguntaría sobre el inmediato –Y Daoko ¿Por ahora que vamos hacer acá? Hay más información en esta isla – empezaba a escrutar los alrededores del lugar en el que se arropaban del frío, unos más que otros- ¿No hay algo de beber por acá? Claro para calentar el cuerpo, pareces morir de frío por como estas- Y volviéndola a mirar con algo de duda, con el fin de no presenciar más silencios de su parte, efusivo y amable, era una colega y a diferencia de otras mujeres con las que siempre tenía que mentir sobre su origen podía tener algo más de confianza – Y a todo esto ¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Algún barco de la armada o eres naciste acá?- sin el mínimo atisbo por su cabeza del verdadero origen de la ningyo, aún.
Sinbad
Hoja de personaje
Nivel:
(13/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Daoko Lun Oct 17, 2016 11:23 pm
Oculta entre aquella gruesa cobija no hacía más que observar al contrario… No lo negaba, intimidaba un poco y sobre todo volver a tener que tratar con un humano era algo que por mucho la tensaba a sobre manera. Ya había recibido una llamada de atención por comportarse de mala manera con alguien así, no quería volver a caer en otro problema de ese estilo, no era lo suyo. Cerró sus párpados escuchando aquellas absurdas respuestas dignas de burla, torpe y tardado sus excusas no eran nada más que palabras que hacían enervar a la joven de las profundidades. - Todos los humanos son iguales, creen que nosotros tenemos todo el tiempo del mundo para esperarlos y aguardar a saber qué es lo que quieren para serles útiles. - Renegó escondiendo nuevamente su nariz entre las ondas que se formaban al caer de la cobija, girando su cabeza hacia aquella cálida llama que abrazaba nuevamente la habitación hacía que el frío que por culpa del de morados cabellos había entrado desapareciera lentamente.
Sin voltear a verlo sólo asintió ante sus suposiciones. ¿Aquello había sido un cumplido? - No lo sé, jamás me lo había preguntado. - Murmuró quizá algo seca y tajante, evitaba entablar cualquier plática de índole personal con ánimos de no formar lazos con nadie para no volver a sufrir lo que le pasó hace tiempo, estar bien, a gusto con una tripulación y que por fuerzas del destino terminara varada en otra isla sola, sin nadie, extrañándolos. - No quiero, no pienso salir de aquí. - susurró bajo ante aquella interrogante. ¿Molesta? Giró su cabeza de nuevo para verlo, su semblante era tranquilo, neutro y por un instante bajó la mirada… Lo había vuelto a hacer. - Lo siento. - Respondió en un tenue y dulce susurro abrazándose más a sí misma - No me agrada el frío. No me agrada la nieve, no me agrada la gente que da excusas, no me agradan los humanos. - Recalcó como un sutil comentario aunque no lo pareciera, no quería ser grosera pero era algo que ella no podía evitar.
Negó ante su pregunta volteando a verle. - Es… Todo lo que tengo… - Susurró bajo volviendo a temblar un poco moviéndose un poco más tratando de llegar al calor del fuego el cual rogaba la de celestes cabellos jamás se apagara. - ¿Beber? - Lo observó de reojo para luego girar su cabeza y verlo. - ¿Qué bebidas calientan el cuerpo? Sólo sé del café de coral pero eso sólo es de donde yo vengo. - Frunció suave el ceño sin comprender bien lo que decía él. La sonrisa de aquel hombre no la mantenía tranquila en ningún momento e incluso logró sentir casi como si su corazón latiese sin permiso a un ritmo algo acelerado comenzando a evitar verle a los ojos por mera comodidad. - Llegué en un barco de la armada, me dejaron aquí y yo les dije que me iría en el siguiente barco mercante cuando te viera si es que no me necesitabas para nada. - Explicó - Yo no nací aquí. Yo vengo del mar. - sutil respuesta que quizá dejaba algunas interrogantes, algo ambigua o quizá no, todo dependía del muchacho cómo lo entendería aquello. - Hab… Hablas mucho. - Renegó. - Preguntas demasiadas cosas, sólo busca tu tonta bebida y calla. - Ordenó, aunque no negaba que su atención por alguna bebida que le diese calor le llenó las pupilas siguiéndole con la mirada en todo momento tratando de ser discreta. - Eres de los pocos humanos que conozco, jamás ninguno dijo nada de bebidas que hicieran entrar en calor. ¿Qué son? - Preguntó con cierto interés mas trataba de ocultarlo con algo de indiferencia - Seguro son mentiras tuyas. - Agregó mientras tallaba su ojo derecho con el dorso de su mano.
Sin voltear a verlo sólo asintió ante sus suposiciones. ¿Aquello había sido un cumplido? - No lo sé, jamás me lo había preguntado. - Murmuró quizá algo seca y tajante, evitaba entablar cualquier plática de índole personal con ánimos de no formar lazos con nadie para no volver a sufrir lo que le pasó hace tiempo, estar bien, a gusto con una tripulación y que por fuerzas del destino terminara varada en otra isla sola, sin nadie, extrañándolos. - No quiero, no pienso salir de aquí. - susurró bajo ante aquella interrogante. ¿Molesta? Giró su cabeza de nuevo para verlo, su semblante era tranquilo, neutro y por un instante bajó la mirada… Lo había vuelto a hacer. - Lo siento. - Respondió en un tenue y dulce susurro abrazándose más a sí misma - No me agrada el frío. No me agrada la nieve, no me agrada la gente que da excusas, no me agradan los humanos. - Recalcó como un sutil comentario aunque no lo pareciera, no quería ser grosera pero era algo que ella no podía evitar.
Negó ante su pregunta volteando a verle. - Es… Todo lo que tengo… - Susurró bajo volviendo a temblar un poco moviéndose un poco más tratando de llegar al calor del fuego el cual rogaba la de celestes cabellos jamás se apagara. - ¿Beber? - Lo observó de reojo para luego girar su cabeza y verlo. - ¿Qué bebidas calientan el cuerpo? Sólo sé del café de coral pero eso sólo es de donde yo vengo. - Frunció suave el ceño sin comprender bien lo que decía él. La sonrisa de aquel hombre no la mantenía tranquila en ningún momento e incluso logró sentir casi como si su corazón latiese sin permiso a un ritmo algo acelerado comenzando a evitar verle a los ojos por mera comodidad. - Llegué en un barco de la armada, me dejaron aquí y yo les dije que me iría en el siguiente barco mercante cuando te viera si es que no me necesitabas para nada. - Explicó - Yo no nací aquí. Yo vengo del mar. - sutil respuesta que quizá dejaba algunas interrogantes, algo ambigua o quizá no, todo dependía del muchacho cómo lo entendería aquello. - Hab… Hablas mucho. - Renegó. - Preguntas demasiadas cosas, sólo busca tu tonta bebida y calla. - Ordenó, aunque no negaba que su atención por alguna bebida que le diese calor le llenó las pupilas siguiéndole con la mirada en todo momento tratando de ser discreta. - Eres de los pocos humanos que conozco, jamás ninguno dijo nada de bebidas que hicieran entrar en calor. ¿Qué son? - Preguntó con cierto interés mas trataba de ocultarlo con algo de indiferencia - Seguro son mentiras tuyas. - Agregó mientras tallaba su ojo derecho con el dorso de su mano.
Daoko
Hoja de personaje
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