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Creado por Elizabeth Hitze Vie Abr 01, 2016 12:39 pm
Dolía… Ardía… Quemaba… el simple hecho de mover alguna de sus extremidades de ya era una vasta pesadez. Su débil aliento era forzado por suaves jadeos que a la par dejaban pequeñas nubes de vapor que se esparcían siendo nada con el viento. Sobre sus hombros una gruesa tela a forma de capa que la cubría bastante bien de pies a cabeza más no parecía ser suficiente. Con su mano derecha tomaba de extremo a extremo parte de las orillas de esta haciendo el agarre en su pecho evitando que con el viento esta saliese volando. Su mano izquierda yacía tendida a su costado sin poderla mover bien… Paso a paso unas cuantas gotas de sangre culpa de una herida en el brazo mismo provocada por una espada, aquellas marcas carmesí manchaban aquella nieve blanca dejando un notable rastro de lo que cualquiera tacharía de un animal mal herido… Sudaba y cada paso parecía pesar más y más hundiendo sus pies en aquella gruesa capa de nieve. La vista comenzaba a volverse más y más borrosa, la fuerza le faltaba y el gélido aire que apenas si podía respirar parecía entumir sus pulmones.
A lo lejos podía observar lo que parecía un pueblo… Apenas si una sonrisa se pudo dibujar en sus labios viendo ahí al menos un poco de esperanza. - Ya falta poco… Poco… - Se decía a sí misma en un lastimoso intento de alentarse para no flaquear y que a paso firme pudiese llegar al menos para pedir refugio… Pero su cuerpo no daba para más… Cayó de rodillas hundiendo un poco sus piernas en la nieve. Temblaba más sus mejillas se encontraban de un suave tono rojizo culpa de la fiebre que tenía en el momento. Pero una sombra pareció verse mover a lo lejos, aunque poco nítida Elizabeth observó lo que parecía moverse entre las casas. Trató de gritar más su voz no dio ya para seguir luchando y sin siquiera poder hacer otro pequeño esfuerzo más terminó desfalleciendo inconsciente sobre la nieve.
A lo lejos podía observar lo que parecía un pueblo… Apenas si una sonrisa se pudo dibujar en sus labios viendo ahí al menos un poco de esperanza. - Ya falta poco… Poco… - Se decía a sí misma en un lastimoso intento de alentarse para no flaquear y que a paso firme pudiese llegar al menos para pedir refugio… Pero su cuerpo no daba para más… Cayó de rodillas hundiendo un poco sus piernas en la nieve. Temblaba más sus mejillas se encontraban de un suave tono rojizo culpa de la fiebre que tenía en el momento. Pero una sombra pareció verse mover a lo lejos, aunque poco nítida Elizabeth observó lo que parecía moverse entre las casas. Trató de gritar más su voz no dio ya para seguir luchando y sin siquiera poder hacer otro pequeño esfuerzo más terminó desfalleciendo inconsciente sobre la nieve.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Roy Mustang Sáb Abr 02, 2016 11:26 pm
El frío que azolaba Isla Minion mantenía a la mayoría de sus habitantes encerrados dentro de sus casas, bajo el cobijo de cuatro paredes, un techo y el calor de una chimenea para mantenerse a buena temperatura. Pocos eran los ilusos que se atrevían a salir con tal temporal cayendo sobre sus cabezas, en su mayoría extranjeros que creían poder ganarle a clima de la isla, pero que no tardaban más de unas horas en volver al pueblo con signos de hipotermia y la clara idea de que estar fuera en días como ese no era para nada una buena idea. A los extranjeros se los advertía de lo peligroso que era estar en las afueras del pueblo por esas fechas, cuando las tormentas más intensas azotaban el lugar y cubrían todo con una gruesa capa de blanco en la que era fácil hundirse. Muy pocos eran los que salían a aventurarse en las lejanías con el clima así y volvían para contarlo, las terribles tormentas ya se habían cobrado más de una víctima, razón por la cual todo mundo respetaba, y bastante, esas fechas.
En la entrada de la única posada que atendía a los extranjeros, que ya de por si no eran muchos los que cruzaban por allí en el año, se había generado una importante discusión entre el encargado del lugar, un hombre de avanzada edad que creía tener la razón siempre solo por tener años de experiencias a sus espaldas, y un muchacho que, con capa y capucha cubriendo la mayoría de sus facciones, a simple vista no inspiraba mucha confianza. La trifulca había nacido por el simple hecho de que el joven quería, citando las palabras empleadas por él mismo, salir a caminar y ver como nevaba, algo que el anciano no podía permitir ya que estaba convencido de que si salía, terminaría muriéndose de hipotermia a los pocos minutos, algo que no podía permitir. Primero porque no quería que el muchacho muriera, y segundo porque si llegaba a pasar, sería una mancha bastante grande en la reputación del lugar. Al final, luego de mucho discutir, el anciano se cansó y le permitió salir, no sin antes advertirle que no se haría cargo de los gastos médicos de un niñato cabeza dura. Palabras fuertes, pero que no afectaban en lo más mínimo al joven Roy, quien se mantenía firme en su decisión.
- Vaya tipo más pesado, tenía que ponerse a gritar cuando ni siquiera le había subido el tono de voz... -susurró mientras atravesaba el umbral de la puerta principal de la posada, internándose en las calles del pueblo, cubiertas de nieve. Cada paso que daba se hundía un poco más en aquel acolchado blanco, y el peso extra de aquellos bastones que llevaba en su espalda no ayudaban para nada.- Tsk, al final el anciano tendrá razón... -luego de unos minutos andando las palabra del abuelo parecían no ser tan exageradas, las cosas en verdad podían llegar a complicársele si se alejaba mucho del pueblo y llegaba a dar un paso en falso rodeado de tanta nieve. Estaba listo para regresar, pues ya había cumplido con su cometido de salir a caminar un poco, pero justo cuando se disponía a dar media vuelta y volver a la posada logró vislumbrar, por el rabillo del ojo, la silueta de alguien en la nieve. Por mera curiosidad se acercó, encontrándose con que efectivamente, había una chica tirada sobre el grueso colchón de blanco. Mirando con atención se percató de las heridos que ostentaba, además del camino de sangre que la seguía.- Esto no está bien... -chasqueo la lengua antes de acuclillarse a un lado de la muchacha, quitándose la capa para, al levantarla, envolver su cuerpo con la misma y caminar a paso rápido en dirección a la posada, con la mujer en brazos. Al llegar abriría la puerta principal de una patada, gritando ordenes de que buscaran un doctor y colocaran varias mantas y colchas junto a la chimenea, lo que usaría para amortiguar la dureza del piso al depositar el cuerpo de la inconsciente muchacha sobre estas.- Maldición, ¡Traedme unas vendas y algo para desinfectar la herida! -ordeno a los presentes al visualizar una herida importante en el brazo izquierdo de la pelirosa, justo después de haber quitado su capa de encima. No era médico, pero había leído algo de medicina y primeros auxilios, así que tampoco tenía conocimiento nulo en esa rama, y todo conocimiento, por muy pequeño que fuera, ayudaría a que la fémina sobreviviera.
En la entrada de la única posada que atendía a los extranjeros, que ya de por si no eran muchos los que cruzaban por allí en el año, se había generado una importante discusión entre el encargado del lugar, un hombre de avanzada edad que creía tener la razón siempre solo por tener años de experiencias a sus espaldas, y un muchacho que, con capa y capucha cubriendo la mayoría de sus facciones, a simple vista no inspiraba mucha confianza. La trifulca había nacido por el simple hecho de que el joven quería, citando las palabras empleadas por él mismo, salir a caminar y ver como nevaba, algo que el anciano no podía permitir ya que estaba convencido de que si salía, terminaría muriéndose de hipotermia a los pocos minutos, algo que no podía permitir. Primero porque no quería que el muchacho muriera, y segundo porque si llegaba a pasar, sería una mancha bastante grande en la reputación del lugar. Al final, luego de mucho discutir, el anciano se cansó y le permitió salir, no sin antes advertirle que no se haría cargo de los gastos médicos de un niñato cabeza dura. Palabras fuertes, pero que no afectaban en lo más mínimo al joven Roy, quien se mantenía firme en su decisión.
- Vaya tipo más pesado, tenía que ponerse a gritar cuando ni siquiera le había subido el tono de voz... -susurró mientras atravesaba el umbral de la puerta principal de la posada, internándose en las calles del pueblo, cubiertas de nieve. Cada paso que daba se hundía un poco más en aquel acolchado blanco, y el peso extra de aquellos bastones que llevaba en su espalda no ayudaban para nada.- Tsk, al final el anciano tendrá razón... -luego de unos minutos andando las palabra del abuelo parecían no ser tan exageradas, las cosas en verdad podían llegar a complicársele si se alejaba mucho del pueblo y llegaba a dar un paso en falso rodeado de tanta nieve. Estaba listo para regresar, pues ya había cumplido con su cometido de salir a caminar un poco, pero justo cuando se disponía a dar media vuelta y volver a la posada logró vislumbrar, por el rabillo del ojo, la silueta de alguien en la nieve. Por mera curiosidad se acercó, encontrándose con que efectivamente, había una chica tirada sobre el grueso colchón de blanco. Mirando con atención se percató de las heridos que ostentaba, además del camino de sangre que la seguía.- Esto no está bien... -chasqueo la lengua antes de acuclillarse a un lado de la muchacha, quitándose la capa para, al levantarla, envolver su cuerpo con la misma y caminar a paso rápido en dirección a la posada, con la mujer en brazos. Al llegar abriría la puerta principal de una patada, gritando ordenes de que buscaran un doctor y colocaran varias mantas y colchas junto a la chimenea, lo que usaría para amortiguar la dureza del piso al depositar el cuerpo de la inconsciente muchacha sobre estas.- Maldición, ¡Traedme unas vendas y algo para desinfectar la herida! -ordeno a los presentes al visualizar una herida importante en el brazo izquierdo de la pelirosa, justo después de haber quitado su capa de encima. No era médico, pero había leído algo de medicina y primeros auxilios, así que tampoco tenía conocimiento nulo en esa rama, y todo conocimiento, por muy pequeño que fuera, ayudaría a que la fémina sobreviviera.
Roy Mustang
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Elizabeth Hitze Miér Abr 06, 2016 10:07 pm
Le costaba bastante respirar… Su cuerpo por más que se viese obligado a moverse se quedaba estático, no sentía ninguna extremidad de su cuerpo y lo peor el cansancio le había ganado por completo, lo único que pudo sentir entre pequeños lapsos donde podía recobrar la conciencia fue encontrarse entre los brazos de alguien… Estando en sus cinco sentidos había sido imposible que se hubiese dejado tratar así cual princesa más en ese estado la calidez del contrario era necesidad para la joven y en un torpe intento de volver a recobrar conciencia terminó por desfallecer…
No supo cuanto tiempo paso pero poco a poco sus pálidas mejillas comenzaron a tomar un rosado color… Su cuerpo comenzaba a sentirse cálido y el mero hecho de mover un poco los dedos de sus manos se había vuelto más fácil. Lentamente abrió sus párpados dejando ver aquel par de orbes carmesí, buscando con la mirada observado atentamente. Lo primero en percatarse era que estaba en un lugar cerrado, seguido de ello su mirada terminó posándose en aquel cálido fuego a su costado, bien abrigada era más que obvio que alguien la había ayudado. Abrió un poco su boca tratando de tomar un poco de aliento para intentar llamar a quien le había ayudado, dejando salir un suave suspiro con dificultad trató de levantarse para quedar sentada pero aún su cuerpo no respondía del todo bien. Entonces su mirada se giró hacia donde tenía la herida de su brazo, pero al hacerlo un hombre parecía estar atendiéndola. Se quedó en silencio unos instantes hasta que algo incómoda y avergonzada hizo una pequeña mueca frunciendo suavemente el ceño. - ¿Quién eres?.. - Cuestionó a duras penas. - ¿Dónde estoy?.. - Un tenue hilo de voz salió y poco a poco comenzaba a recuperar su voz. - Duele.. - Fueron sus últimas palabras antes de su mano libre levantarla y llevarla para así cubrir sus ojos, dolía bastante su cabeza, necesitaba aclimatarse primero y recuperarse.
No supo cuanto tiempo paso pero poco a poco sus pálidas mejillas comenzaron a tomar un rosado color… Su cuerpo comenzaba a sentirse cálido y el mero hecho de mover un poco los dedos de sus manos se había vuelto más fácil. Lentamente abrió sus párpados dejando ver aquel par de orbes carmesí, buscando con la mirada observado atentamente. Lo primero en percatarse era que estaba en un lugar cerrado, seguido de ello su mirada terminó posándose en aquel cálido fuego a su costado, bien abrigada era más que obvio que alguien la había ayudado. Abrió un poco su boca tratando de tomar un poco de aliento para intentar llamar a quien le había ayudado, dejando salir un suave suspiro con dificultad trató de levantarse para quedar sentada pero aún su cuerpo no respondía del todo bien. Entonces su mirada se giró hacia donde tenía la herida de su brazo, pero al hacerlo un hombre parecía estar atendiéndola. Se quedó en silencio unos instantes hasta que algo incómoda y avergonzada hizo una pequeña mueca frunciendo suavemente el ceño. - ¿Quién eres?.. - Cuestionó a duras penas. - ¿Dónde estoy?.. - Un tenue hilo de voz salió y poco a poco comenzaba a recuperar su voz. - Duele.. - Fueron sus últimas palabras antes de su mano libre levantarla y llevarla para así cubrir sus ojos, dolía bastante su cabeza, necesitaba aclimatarse primero y recuperarse.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
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Creado por Roy Mustang Jue Abr 07, 2016 7:33 am
Las manos del muchacho se habían manchado de la sangre ajena, atendiendo la herida infligida sobre el brazo izquierdo de la muchacha que había encontrado fuera, bajo la tormenta de nieve, desmayada y con indicios de hipotermia. Sus conocimientos médicos eran los básicos, había leído algún libro acerca de medicina, pero igualmente solo sabía lo básico para poder desinfectar y frenar el sangrado, de ahí en más necesitaba que un doctor de verdad se encargara de suturar el corte. Para su suerte y la de la chica, pese al shock inicial que había provocado en los presentes el verlo ingresar llevando un cuerpo sangrante en sus bazos, aquel grito los había espabilado y uno de ellos había salido corriendo por la puerta principal, alegando que iría en busca de un médico, por mientras los otros se acercaban a ver en qué podían ayudar. Ni bien pidió las vendas y un líquido para desinfectar le fue alcanzado todo lo necesario, sustraído del paquete de primeros auxilios que había bajo el escritorio del encargado, dentro del mismo lobby.- Gracias, ahora que alguien vaya por el licor más fuerte que haya en la isla, y rápido -y sin decir más el pelinegro se puso manos a la obra, cortando el sangrado y desinfectando lentamente la herida, teniendo el máximo cuidado y concentración posible al no contar con la seguridad de ser un médico de verdad.
Los minutos pasaban pero el sujeto que había ido en busca de un profesional parecía tomarse su tiempo, incluso comenzaba a ponerse en duda su seguridad, ya que las casas en el pueblo estaban bastante separadas unas de otras y no era imposible que el muchacho hubiera terminado perdido en mitad de la nevada que estaba cayendo. Dos sujetos más decidieron salir en búsqueda del primero, para luego ir a por el doctor de una vez. Por mientras, dentro de la posada, la muchacha parecía poco a poco ir recuperando el color de piel a la vez que la consciencia, una buena señal, pero que no garantizaba nada aún.- Me llamo Roy, Roy Mustang, y estas dentro de una posada del pueblo frente al que te desmayaste -respondió a las duda de la joven en el mismo orden en que las había expresado, manteniéndose siempre tranquilo y concentrado en su tarea de tratar la herida y evitar que el sangrado volviera.- Es por el frío que absorbió tu cuerpo, una vez recuperes temperatura sentirás que el dolor va desapareciendo... -decía mientras apartaba las manos ensangrentadas de la herida, tomando un pequeño paño que le habían alcanzado para limpiarle un poco y luego servir una pequeña medida del licor que le habían alcanzado dentro de un pequeño vaso, similar a una tapa de cristal, acercándolo a los labios de la fémina mientras con la diestra la ayudaba a levantar un poco la cabeza, de forma no bebiera estando perfectamente recostada, ya que terminaría ahogándose.- Esto te ayudará a calentarte más rápido, es licor así que puede que queme un poco cuando tragues, pero esa es la idea -diría, sonriendole con ligereza y amabilidad mientras le acercaba el pequeño vaso, esperando que ella lo tomara con la mano que parecía poder utilizar o que le diera una señal para dar a entender que tendría que dárselo a beber él, algo que tampoco le molestaría, pero prefería no hacerlo sin antes consultar.
Los minutos pasaban pero el sujeto que había ido en busca de un profesional parecía tomarse su tiempo, incluso comenzaba a ponerse en duda su seguridad, ya que las casas en el pueblo estaban bastante separadas unas de otras y no era imposible que el muchacho hubiera terminado perdido en mitad de la nevada que estaba cayendo. Dos sujetos más decidieron salir en búsqueda del primero, para luego ir a por el doctor de una vez. Por mientras, dentro de la posada, la muchacha parecía poco a poco ir recuperando el color de piel a la vez que la consciencia, una buena señal, pero que no garantizaba nada aún.- Me llamo Roy, Roy Mustang, y estas dentro de una posada del pueblo frente al que te desmayaste -respondió a las duda de la joven en el mismo orden en que las había expresado, manteniéndose siempre tranquilo y concentrado en su tarea de tratar la herida y evitar que el sangrado volviera.- Es por el frío que absorbió tu cuerpo, una vez recuperes temperatura sentirás que el dolor va desapareciendo... -decía mientras apartaba las manos ensangrentadas de la herida, tomando un pequeño paño que le habían alcanzado para limpiarle un poco y luego servir una pequeña medida del licor que le habían alcanzado dentro de un pequeño vaso, similar a una tapa de cristal, acercándolo a los labios de la fémina mientras con la diestra la ayudaba a levantar un poco la cabeza, de forma no bebiera estando perfectamente recostada, ya que terminaría ahogándose.- Esto te ayudará a calentarte más rápido, es licor así que puede que queme un poco cuando tragues, pero esa es la idea -diría, sonriendole con ligereza y amabilidad mientras le acercaba el pequeño vaso, esperando que ella lo tomara con la mano que parecía poder utilizar o que le diera una señal para dar a entender que tendría que dárselo a beber él, algo que tampoco le molestaría, pero prefería no hacerlo sin antes consultar.
Roy Mustang
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
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Creado por Elizabeth Hitze Dom Abr 10, 2016 7:35 pm
Aunque le costaba respirar la vista se volvía más estable, perdiéndose por instantes en los orbes del contrario apenas si podía escucharle perfectamente, parecía que sus oídos zumbaban y el dolor de cabeza seguía presente terco para no irse. - ¿Roy?.. -Cuestionó en un suave susurró asintiendo ante las explicaciones del joven, tratando de que en su rostro se dibujase una suave sonrisa, ésta, torpemente apenas si se abría paso entre sus finos labios. Sin embargo poco a poco se fue incorporando quedando sentada entre todas las cobijas, viendo como él se disponía a servir un poco de licor el cual ella rechazó de la manera más bestia posible ¿Cómo? Fácil… No fue ni para tomar aquel licor que él había servido, sino que extendió su mano para arrebatarle la botella y de una la llevó a su boca levantando su rostro para darle a su garganta el espacio suficiente para que esta bajara sin problema alguno. Trago a trago, cada uno más desesperado que otro sin tomar una bocana de de aire, el líquido bajaba por su garganta raspando ésta un poco, llenando sus labios y derramándose por sobre la unión de sus labios llegando a su mentón perdiéndose entre su cuello hasta su pecho, bebiendo así totalmente aquella botella.
La retiró de sus labios entre suaves jadeos… Sus mejillas se habían tornado de un suave color carmesí y parecía como si aquello le hubiese vuelto a la vida. - Tienes razón, me ayudaría a calentarme rápido. Gracias. - No era un secreto para los que la conocían que era una gran bebedora y aunque el licor no era su preferida que el alcohol recorriera su cuerpo era uno de los placeres que ella más disfrutaba. - Gracias. - Volvió a repetir ahora sí, sonriéndole de una manera más animada. - Me salvaste la vida, estoy en deuda. - Susurró por lo bajo viéndole aún sentada. - Mi nombre es Elizabeth. - Se presentó con amabilidad. - Y soy la mujer más desafortunada del mundo… No sé cómo carajos terminé aquí. - Mentira… Sí, lo sabía, pero era de la manera más tonta posible que el solo pensarlo era vergonzoso. - Lo único que escuché es que me dirigía a la isla Minion… ¿Estoy ahí? Jamás había venido a éste lugar. Al menos hay gente aquí. - Rió por lo bajo desviando su mirada y volteando su rostro hacia el fuego. - ¿Cómo podré compensarte lo que hiciste por mi? - cuestionó en un suave susurro girando su rostro nuevamente para verle y regalarle una tierna sonrisa.
La retiró de sus labios entre suaves jadeos… Sus mejillas se habían tornado de un suave color carmesí y parecía como si aquello le hubiese vuelto a la vida. - Tienes razón, me ayudaría a calentarme rápido. Gracias. - No era un secreto para los que la conocían que era una gran bebedora y aunque el licor no era su preferida que el alcohol recorriera su cuerpo era uno de los placeres que ella más disfrutaba. - Gracias. - Volvió a repetir ahora sí, sonriéndole de una manera más animada. - Me salvaste la vida, estoy en deuda. - Susurró por lo bajo viéndole aún sentada. - Mi nombre es Elizabeth. - Se presentó con amabilidad. - Y soy la mujer más desafortunada del mundo… No sé cómo carajos terminé aquí. - Mentira… Sí, lo sabía, pero era de la manera más tonta posible que el solo pensarlo era vergonzoso. - Lo único que escuché es que me dirigía a la isla Minion… ¿Estoy ahí? Jamás había venido a éste lugar. Al menos hay gente aquí. - Rió por lo bajo desviando su mirada y volteando su rostro hacia el fuego. - ¿Cómo podré compensarte lo que hiciste por mi? - cuestionó en un suave susurro girando su rostro nuevamente para verle y regalarle una tierna sonrisa.
Elizabeth Hitze
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