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Creado por TR-3.5H Vie Mar 11, 2016 4:02 pm
El pacifista TR-3.5H fue enviado a la isla de Micqueot bajo las ordenes de entregar una carta a Jonathan Wayland y escoltarle para que cumpliera una misión que se encontraba en una carta que contenía los objetivos de la misión y la naturaleza del pacifista junto a un par de consejos y advertencias, como no ordenarle que se callara entre otros, tras conocerse un poco caminando llegaron a una casa de mujeres y dentro recibieron una importante suma de dinero que posteriormente sería entregada a la armada, sin embargo al momento de esperar antes de salir del lugar, Jonathan que había dejado de seguirle el juego a las morbosas bromas del autómata le dio una orden, la cual hizo que este último demostrara su desaprobación por dicha acción mostrando un poco más de su horrenda naturaleza.
Una exclamación a viva voz por parte del rubio hizo que el pacifista pusiera sus calderas al mínimo indispensable para funcionar, cosa que no sería perceptible gracias a que la propia habitación ya estaba suficientemente inundada del calor producido por el cuerpo del pacifista -¿Que deseas que detenga?- Pregunto en un tono de voz cordial, tan cordial como un demonio que sonríe mientras pregunta “¿No es lo que querías?” a alguien cuyo deseo se ha visto truncado por las artimañas del ser del inframundo con el cual pactase para obtener algún beneficio o don que se convirtiese en maldición.
La declaración de que se marcharían del establecimiento donde se encontraban causo cierta gracia al pacifista quien espero un momento, otra vez le habían dado una orden "Nos vamos", sonrió para sus adentros mientras la unidad central de procesamiento dirigía parte de su recursos en la búsqueda de posibles interpretaciones de aquella orden que pudieran servir para prolongar el sufrimiento de aquel que se había atrevido a darle órdenes.
El pacifista se levantó y sin mediar palabra con ninguno de los individuos que estaban en el interior salió del establecimiento revisando que no hubiera potenciales peligros para quien debía proteger, la misma persona que le había dado ya dos órdenes, una persona cuya vida el pacifista prolongaría tanto como pudiera. -De acuerdo señor Wayland ¿Ahora a dónde vamos? A informar al camarada o por más dinero?- Pregunto la enorme figura ataviada casi completamente con marrones telas que impedían la visión de su cuerpo a excepción de los dos cuernos rojos que sobresalían de la capucha, con la misma voz que había hablado con anterioridad, esperando a ver las decisiones que tomaría aquel hombre al cual escoltaría.
Una exclamación a viva voz por parte del rubio hizo que el pacifista pusiera sus calderas al mínimo indispensable para funcionar, cosa que no sería perceptible gracias a que la propia habitación ya estaba suficientemente inundada del calor producido por el cuerpo del pacifista -¿Que deseas que detenga?- Pregunto en un tono de voz cordial, tan cordial como un demonio que sonríe mientras pregunta “¿No es lo que querías?” a alguien cuyo deseo se ha visto truncado por las artimañas del ser del inframundo con el cual pactase para obtener algún beneficio o don que se convirtiese en maldición.
La declaración de que se marcharían del establecimiento donde se encontraban causo cierta gracia al pacifista quien espero un momento, otra vez le habían dado una orden "Nos vamos", sonrió para sus adentros mientras la unidad central de procesamiento dirigía parte de su recursos en la búsqueda de posibles interpretaciones de aquella orden que pudieran servir para prolongar el sufrimiento de aquel que se había atrevido a darle órdenes.
El pacifista se levantó y sin mediar palabra con ninguno de los individuos que estaban en el interior salió del establecimiento revisando que no hubiera potenciales peligros para quien debía proteger, la misma persona que le había dado ya dos órdenes, una persona cuya vida el pacifista prolongaría tanto como pudiera. -De acuerdo señor Wayland ¿Ahora a dónde vamos? A informar al camarada o por más dinero?- Pregunto la enorme figura ataviada casi completamente con marrones telas que impedían la visión de su cuerpo a excepción de los dos cuernos rojos que sobresalían de la capucha, con la misma voz que había hablado con anterioridad, esperando a ver las decisiones que tomaría aquel hombre al cual escoltaría.
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Dom Mar 13, 2016 8:15 pm
Un enojo nada propio del joven rubio se hacía presente en sus entrañas mientras pasaba de largo por todos los presentes en aquel lugar, sin siquiera dedicarles una simple mirada a las jóvenes cortesanas que le dedicaban una despedida con sus manos alzadas y con bellas sonrisas en sus rostros. No podía pensar en otra cosa que no sea en salir de ahí solo para alejarse de su compañero nada mortal, la unidad pacifista TR-3.5H. Su desconcentración era tal que ni siquiera fue capaz de enfundar su espada una vez salió de aquel subsuelo con el que tendría que haber estado un sinfín de minutos más con el robot.
Una vez fuera del lugar, sus orbes esmeraldas se movían de derecha a izquierda y viceversa, en un rápido movimiento de lado a lado, buscando el camino idóneo para irse de una buena vez por todas. Para su gran fortuna, gotas de agua empezaron a caer del oscuro y nublado cielo, con gran insistencia. Había empezado a llover con algo de fuerza, la suficiente como para sentir una molestia cada vez que las pequeñas lágrimas del cielo golpeaban su piel. Aunque este factor poco lo importaba. Su mente se había puesto en modo automático apenas había iniciado marcha, por lo que poco podría hacer en ese momento.
Tras unos segundos fuera del lugar, su compañero metálico se hizo presente, preguntándole al ángel cuál sería su objetivo en ese momento. La lluvia empezaba a mojar las grandes vestiduras que cubrían al ser que él tanto había empezado a aborrecer, empezando a denotar un poco más su verdadera forma. Ahora podría apreciar más que solo aquellos cuernos que sobresalían de su cabeza y, siendo totalmente francos, la figura frente a él le intimidaba, generando algo más que solo rechazo por su mera existencia. –Iremos por el dinero. Seguramente nuestro camarada este siendo vigilado, por lo que no podremos acercarnos sin ser descubiertos.- Se tomó su tiempo para pensar en las acciones próximas a realizar, mientras enfundaba su espada. Luego, en silencio, retomó camino hacía el segundo objetivo, tratando de recordar el camino más corto hacía este, dando largos pasos para mantener la distancia del ser tras él.
Una vez fuera del lugar, sus orbes esmeraldas se movían de derecha a izquierda y viceversa, en un rápido movimiento de lado a lado, buscando el camino idóneo para irse de una buena vez por todas. Para su gran fortuna, gotas de agua empezaron a caer del oscuro y nublado cielo, con gran insistencia. Había empezado a llover con algo de fuerza, la suficiente como para sentir una molestia cada vez que las pequeñas lágrimas del cielo golpeaban su piel. Aunque este factor poco lo importaba. Su mente se había puesto en modo automático apenas había iniciado marcha, por lo que poco podría hacer en ese momento.
Tras unos segundos fuera del lugar, su compañero metálico se hizo presente, preguntándole al ángel cuál sería su objetivo en ese momento. La lluvia empezaba a mojar las grandes vestiduras que cubrían al ser que él tanto había empezado a aborrecer, empezando a denotar un poco más su verdadera forma. Ahora podría apreciar más que solo aquellos cuernos que sobresalían de su cabeza y, siendo totalmente francos, la figura frente a él le intimidaba, generando algo más que solo rechazo por su mera existencia. –Iremos por el dinero. Seguramente nuestro camarada este siendo vigilado, por lo que no podremos acercarnos sin ser descubiertos.- Se tomó su tiempo para pensar en las acciones próximas a realizar, mientras enfundaba su espada. Luego, en silencio, retomó camino hacía el segundo objetivo, tratando de recordar el camino más corto hacía este, dando largos pasos para mantener la distancia del ser tras él.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Lun Mar 14, 2016 4:15 pm
Al poco tiempo de salir del establecimiento donde se encontraban anteriormente algunas gotas de agua empezaron a derramarse del oscuro cielo nocturno que disimuladamente se había llenado con nubes, aunque no causaría ninguna clase de problema al funcionamiento de la unidad, la reducción de temperatura generada por la humedad haría que el pacifista tuviera que dejar de acumular el valor óptimo de energía en el interior de sus celdas de poder, aunque estaban llenas prefería no tener que utilizarlas, pero si quería mantener la acumulación de energía como hasta ahora debería de echar algo más de combustible a sus calderas y generar llamas que arruinarían su capacidad de infiltración.
La decisión tomada por el rubio coincidía con la procesada como el orden óptimo para cumplir la misión encomendada con los mejores resultados posibles para la armada revolucionaria, aunque su voz sonaba claramente distinta del momento cuando se conocieran con el pacifista no era suficiente para delatar el estado mental del rubio, por suerte las expresiones faciales de los seres orgánicos eran más notorias a simple vista.
El autómata se mantuvo en silencio mientras que caminaba detrás del joven espadachín, el sonido de la gente quejándose por la lluvia llegaba hasta los callejones secundarios que utilizaban como camino hasta el segundo objetivo, realmente el camino tomado era muy rápido y eficiente, el mecánico ser no esperaba que aquel skypiean tuviera aquella noción del espacio y mapeado general de la ciudad en la cual aunque no sabía cuánto tiempo había pasado como para aprender tanto de aquella forma.
Después de casi una hora de deambular por los callejones y caminos secundarios de la ciudad en completo silencio por parte del pacifista finalmente llegaron al área donde se encontraba sentado, bajo el pequeño techo de una casa para animales, esperando allí un perro que coincidía con la descripción que les había sido dada, el pacifista se detuvo a casi treinta metros del animal esperando que Jonathan interactuara con él.
Solo debía de decirle "Revolución Pochi" y el perro traería la llave para entrar a la bodega donde encontrarían el dinero, parablemente el pacifista podría hacerlo también, sin embargo en lugar de seguir avanzando se quedó en el lugar donde estaba parado vigilando los alrededores, buscando potenciales enemigos los cuales no existían. -Ve tú, cuando tengas la llave iré contigo, por ahora lo mejor será que mantenga una distancia prudencial.-
La decisión tomada por el rubio coincidía con la procesada como el orden óptimo para cumplir la misión encomendada con los mejores resultados posibles para la armada revolucionaria, aunque su voz sonaba claramente distinta del momento cuando se conocieran con el pacifista no era suficiente para delatar el estado mental del rubio, por suerte las expresiones faciales de los seres orgánicos eran más notorias a simple vista.
El autómata se mantuvo en silencio mientras que caminaba detrás del joven espadachín, el sonido de la gente quejándose por la lluvia llegaba hasta los callejones secundarios que utilizaban como camino hasta el segundo objetivo, realmente el camino tomado era muy rápido y eficiente, el mecánico ser no esperaba que aquel skypiean tuviera aquella noción del espacio y mapeado general de la ciudad en la cual aunque no sabía cuánto tiempo había pasado como para aprender tanto de aquella forma.
Después de casi una hora de deambular por los callejones y caminos secundarios de la ciudad en completo silencio por parte del pacifista finalmente llegaron al área donde se encontraba sentado, bajo el pequeño techo de una casa para animales, esperando allí un perro que coincidía con la descripción que les había sido dada, el pacifista se detuvo a casi treinta metros del animal esperando que Jonathan interactuara con él.
Solo debía de decirle "Revolución Pochi" y el perro traería la llave para entrar a la bodega donde encontrarían el dinero, parablemente el pacifista podría hacerlo también, sin embargo en lugar de seguir avanzando se quedó en el lugar donde estaba parado vigilando los alrededores, buscando potenciales enemigos los cuales no existían. -Ve tú, cuando tengas la llave iré contigo, por ahora lo mejor será que mantenga una distancia prudencial.-
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Mar Mar 15, 2016 9:46 pm
La lluvia se volvía más insistente a cada momento que pasaba, por lo que el joven de verdes ojos decidió aumentar la velocidad del paso, escuchando sus pisadas sobre los profundos charcos de agua que adornaban el suelo de ladrillos bajo sus pies. A su vez, aun estando en esos largos y extraños callejones, los quejidos de las parejitas que andaban felices por la calle principal se hacían escuchar y por montones. No es como si un poco de agua les fuese a hacer daño, ni mucho menos, pero bueno… Las mujeres tienden a ser más susceptibles por cuestiones físicas, tales como el maquillaje, sus peinados, entre otras cosas. O eso es lo que recordaba de un libro que leyó hacía un buen rato.
Tras caminar uno hora, que se sintieron como unos cuantos minutos para Jonathan, el ángel y su compañero demonio finalmente llegaron a destino. El ser vivo dio unos cuantos pasos bajo la lluvia, permitiendo que el agua se escurriera por todo su cabello y sus mejillas, mientras observaba con cierto interés el perro que coincidía con la descripción que la carta había dado acerca de su objetivo. Le dedico una larga mirada al robot que se encontraba a salvo del agua que caía del cielo, como si esperara alguna palabra de aliento o algo así, antes de resignarse finalmente.
-Revolución… Pochi.- Se agachó hasta la altura del perro mientras pronunciaba las palabras mágicas que indicaba la carta. Para sorpresa del skypean, el perro movió una de sus patas, dejando ver una llave dorada, aunque algo desgastada, justo en el suelo, entre dos ladrillos. –Buen chico.- Le dijo con una sonrisa genuina al can mientras acariciaba la mojada cabeza del animal, en lo que tomaba la llave del suelo y se ponía de pie. Acto seguido se volteó hacía el pacifista y le arrojó el objeto que el perro había guardado con tanto recelo, aún bajo la lluvia.
-Ya sabes que hacer.- Para ese momento, el tono de odio en su voz había disminuido y no sabía porque. ¿Será porque pudo estar una hora con el robot en silencio? ¿O quizá porque se había adaptado a la morbosa existencia de ese ser que ahora llamaba “compañero”? Como sea, se acercó a este y desenfundó su espada, pues nunca se podía confiar demasiado en alguien, mucho menos si le encargaba a un animal la entrega de algo tan valioso como lo es el dinero.
Tras caminar uno hora, que se sintieron como unos cuantos minutos para Jonathan, el ángel y su compañero demonio finalmente llegaron a destino. El ser vivo dio unos cuantos pasos bajo la lluvia, permitiendo que el agua se escurriera por todo su cabello y sus mejillas, mientras observaba con cierto interés el perro que coincidía con la descripción que la carta había dado acerca de su objetivo. Le dedico una larga mirada al robot que se encontraba a salvo del agua que caía del cielo, como si esperara alguna palabra de aliento o algo así, antes de resignarse finalmente.
-Revolución… Pochi.- Se agachó hasta la altura del perro mientras pronunciaba las palabras mágicas que indicaba la carta. Para sorpresa del skypean, el perro movió una de sus patas, dejando ver una llave dorada, aunque algo desgastada, justo en el suelo, entre dos ladrillos. –Buen chico.- Le dijo con una sonrisa genuina al can mientras acariciaba la mojada cabeza del animal, en lo que tomaba la llave del suelo y se ponía de pie. Acto seguido se volteó hacía el pacifista y le arrojó el objeto que el perro había guardado con tanto recelo, aún bajo la lluvia.
-Ya sabes que hacer.- Para ese momento, el tono de odio en su voz había disminuido y no sabía porque. ¿Será porque pudo estar una hora con el robot en silencio? ¿O quizá porque se había adaptado a la morbosa existencia de ese ser que ahora llamaba “compañero”? Como sea, se acercó a este y desenfundó su espada, pues nunca se podía confiar demasiado en alguien, mucho menos si le encargaba a un animal la entrega de algo tan valioso como lo es el dinero.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Miér Mar 16, 2016 10:35 am
Aquella lluvia no era realmente algo que molestara al pacifista, pero dificultaba un poco su trabajo como guardián para el rubio dado el hecho de que impedía la visión y dificultaba ver los potenciales peligroso que pudieran acercarse, incluso con aquellas desventajas el pacifista estaba completamente seguro de que podría hacerse cargo de cualquier clase de enemigo que apareciera en aquel lugar, no apareció ningún enemigo para su aburrimiento.
El rubio lanzo la llave al pacifista que la atrapo sin ninguna clase de acto estrafalario, se acercó al que debía ser el sótano indicado pasando cerca del perro que hasta ahora lo había ignorado, probablemente porque la lluvia cubría su olor lo suficiente para que no le prestara atención, empezó a gruñir e incluso mordió la pierna del autómata que ignoraba las acciones del can mientras abría el sótano -Supongo que te ordenaron no dejar que las cosas malas se acerquen, es comprensible...- Menciono tranquilamente el pacifista mientras se adentraba en la oscuridad del sótano tras tomar al perro que forcejeaba como si lo hubiera atrapado un monstruo, previo a lanzarlo fuera del sótano para que no causara problemas.
-Cierra la puerta al entrar- con la puerta cerrada el ambiente del sótano era de oscuridad total, una vez en la oscuridad el pacifista saco su farol de entre sus ropajes, parecía un bulto bastante grande que seguramente hubiera confundido alguien con una mochila, el ruido de las cadenas que lo conectaban al farol era bastante desagradable para oídos humanos, la luz roja igual que el brillo maligno de los ojos del pacifista comenzó a iluminar el lugar con aquellas llamas que parecían provenir de alguna fuente malanga que alimentaba el farol.
El autómata comenzó a caminar lentamente, con cada paso el sonido de las cadenas resonaba regularmente, estaba caminando con lentitud para poder apreciar adecuadamente los detalles del lugar y garantizar que no hubiera ninguna clase de trampa y de que si la había podría proteger a Jonathan, era poco probable que fuera el caso, pero aun así fue suficientemente precavido, además de que disfrutaba bastante el ambiente que se había generado en aquel sótano.
La oscuridad solo interrumpida por la diabólica luz carmesí que era generada por el farol en la mano derecha del pacifista, cada figura, cada objeto que estaba dentro de aquel sótano parecía adquirir propiedades ajenas a las propias y siluetas que no correspondían a este mundo ni a lo que las proyectaba, pero el andar del ser que prácticamente estaba como en casa no dudaba ni por un instante. Finalmente llego al fondo de la habitación, un hombre enmascarado sosteniendo un arma apuntándoles -Revolución pochi.-
Hizo una reverencia y dejo el arma en la caja a su lado, probablemente estaba allí en caso de que alguien le quitara la llave al perro sin conocer la clave, la máscara era simple, una figura completamente blanca, lisa solamente con dos huecos desde los cuales el individuo podía ver, señalo con el dedo a un pequeño cofre y se cruzó de manos esperando a que se retirasen después de obtener lo que habían venido a buscar, el pacifista abrió el cofre y tomo una bolsa de dinero, dejo la llave junto al cofre y emprendió el camino de regreso mientras entregaba el dinero a su compañero, aún iluminando su andar mediante aquella luz roja que irradiaba el lugar.
El rubio lanzo la llave al pacifista que la atrapo sin ninguna clase de acto estrafalario, se acercó al que debía ser el sótano indicado pasando cerca del perro que hasta ahora lo había ignorado, probablemente porque la lluvia cubría su olor lo suficiente para que no le prestara atención, empezó a gruñir e incluso mordió la pierna del autómata que ignoraba las acciones del can mientras abría el sótano -Supongo que te ordenaron no dejar que las cosas malas se acerquen, es comprensible...- Menciono tranquilamente el pacifista mientras se adentraba en la oscuridad del sótano tras tomar al perro que forcejeaba como si lo hubiera atrapado un monstruo, previo a lanzarlo fuera del sótano para que no causara problemas.
- OSt:
-Cierra la puerta al entrar- con la puerta cerrada el ambiente del sótano era de oscuridad total, una vez en la oscuridad el pacifista saco su farol de entre sus ropajes, parecía un bulto bastante grande que seguramente hubiera confundido alguien con una mochila, el ruido de las cadenas que lo conectaban al farol era bastante desagradable para oídos humanos, la luz roja igual que el brillo maligno de los ojos del pacifista comenzó a iluminar el lugar con aquellas llamas que parecían provenir de alguna fuente malanga que alimentaba el farol.
El autómata comenzó a caminar lentamente, con cada paso el sonido de las cadenas resonaba regularmente, estaba caminando con lentitud para poder apreciar adecuadamente los detalles del lugar y garantizar que no hubiera ninguna clase de trampa y de que si la había podría proteger a Jonathan, era poco probable que fuera el caso, pero aun así fue suficientemente precavido, además de que disfrutaba bastante el ambiente que se había generado en aquel sótano.
La oscuridad solo interrumpida por la diabólica luz carmesí que era generada por el farol en la mano derecha del pacifista, cada figura, cada objeto que estaba dentro de aquel sótano parecía adquirir propiedades ajenas a las propias y siluetas que no correspondían a este mundo ni a lo que las proyectaba, pero el andar del ser que prácticamente estaba como en casa no dudaba ni por un instante. Finalmente llego al fondo de la habitación, un hombre enmascarado sosteniendo un arma apuntándoles -Revolución pochi.-
Hizo una reverencia y dejo el arma en la caja a su lado, probablemente estaba allí en caso de que alguien le quitara la llave al perro sin conocer la clave, la máscara era simple, una figura completamente blanca, lisa solamente con dos huecos desde los cuales el individuo podía ver, señalo con el dedo a un pequeño cofre y se cruzó de manos esperando a que se retirasen después de obtener lo que habían venido a buscar, el pacifista abrió el cofre y tomo una bolsa de dinero, dejo la llave junto al cofre y emprendió el camino de regreso mientras entregaba el dinero a su compañero, aún iluminando su andar mediante aquella luz roja que irradiaba el lugar.
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Jue Mar 17, 2016 11:18 am
En silencio, y con su espada en alto, siguió los pasos realizados por la unidad revolucionaria delante de él, pasando por el alto la divertida escena del perro mordiéndole una pierna a su acompañante. -¿Cosas malas?- Preguntó con una indiscutible sonrisa, mientras sus ojos seguían el recorrido hecho por el can que se dio a la fuga, perdiéndose en la oscuridad del callejón que llevaba a Dios sabe dónde. –Quizá le ordenaron marcar cualquier lata parlante que se mueva, ¿No lo habías pensado?- Con comentarios divertidos trataba de disimular el nerviosismo que se apoderaba de su cabeza, mientras se adentraba detrás del pacifista en aquel sótano oscuro y tenebroso.
Una vez dentro cerró la puerta tras él. Por un breve momento, lo único que había al alcance de sus ojos era la fría y solitaria soledad. Ni siquiera podía sentir la presencia de su acompañante robot, aunque bien sabía que estaba delante de él. -¿No tienes ningún truco debajo de esa ropa?- Preguntó por lo bajo, en un susurro que parecía ser más un suspiro que otra cosa. La respuesta no se hizo esperar, aunque no de forma verbal. Una luz rojiza, similar a la de los ojos del demonio de metal junto a él, iluminó aquel tétrico lugar, permitiéndole ver al joven skypean varias formas inmóviles en el lugar, objetos y muebles tapados por lonas cubiertas de polvo. Parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz proveniente del farol que era sostenida por una de las manos de TR. Este mismo objeto llevaba una cadena que, a cada paso que daban, generaba un ruido casi fantasmagórico, tal como lo describen aquellos libros de terror. Tal parecía que ese particular revolucionario había salido de esos innumerables libros que había leído, convirtiéndose en una pesadilla viviente.
En silencio, siguió los pasos que marcaba TR-3.5H, observando aquellas formas surrealistas que se formaban con las sombras en las sucias paredes del lugar, formas de cosas y seres que no deberían existir y, sin embargo, allí estaban, moviéndose al compás de las llamas del farol, y perdiéndose nuevamente en la oscuridad. Tras unos cuantos minutos, se toparon con un enmascarado armado con un arma de fuego. Jonathan no llegó a cubrirse cuando el portador del farol dijo las palabras mágicas para que el presente bajara su arma, dándoles vía libre para abrir el cofre que a su lado descansaba. Fue el pacifista quien tomó la iniciativa de acercarse a este y tomar su contenido, el dinero que habían ido a buscar, para luego entregársela en mano al rubio y volver a la salida.
El viaje de vuelta había sido más breve que el de ida. Las figuras hechas de sombra habían perdido su esencia misteriosa y tenebrosa, mostrándose ahora como realmente eran: meras cajas, armarios y lámparas cubiertas que deformaban levemente sus reflejos. –Veo que la lluvia no se ha detenido.- Comentó el ángel una vez fuera del sótano, mientras seguía como las gotas del cielo golpeaban sus mejillas. –Hasta aquí llega mi utilidad, tú eres quién sabe cómo se ve nuestro último objetivo.- Clavó levemente su espada en el suelo, lo suficiente como para ser removida sin mucho esfuerzo, y colocó ambas manos sobre el extremo de la empuñadura, lo que le facilitaría estirar sus brazos. Luego de una noche agitada, finalmente había encontrado cierta calma. –Guíame hasta él. Y nada de tomar caminos largos. Puede estar en peligro.- Hizo una pausa, donde tomó una bocanada de aire y la dejó salir lentamente. –Por favor.-
Una vez dentro cerró la puerta tras él. Por un breve momento, lo único que había al alcance de sus ojos era la fría y solitaria soledad. Ni siquiera podía sentir la presencia de su acompañante robot, aunque bien sabía que estaba delante de él. -¿No tienes ningún truco debajo de esa ropa?- Preguntó por lo bajo, en un susurro que parecía ser más un suspiro que otra cosa. La respuesta no se hizo esperar, aunque no de forma verbal. Una luz rojiza, similar a la de los ojos del demonio de metal junto a él, iluminó aquel tétrico lugar, permitiéndole ver al joven skypean varias formas inmóviles en el lugar, objetos y muebles tapados por lonas cubiertas de polvo. Parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz proveniente del farol que era sostenida por una de las manos de TR. Este mismo objeto llevaba una cadena que, a cada paso que daban, generaba un ruido casi fantasmagórico, tal como lo describen aquellos libros de terror. Tal parecía que ese particular revolucionario había salido de esos innumerables libros que había leído, convirtiéndose en una pesadilla viviente.
En silencio, siguió los pasos que marcaba TR-3.5H, observando aquellas formas surrealistas que se formaban con las sombras en las sucias paredes del lugar, formas de cosas y seres que no deberían existir y, sin embargo, allí estaban, moviéndose al compás de las llamas del farol, y perdiéndose nuevamente en la oscuridad. Tras unos cuantos minutos, se toparon con un enmascarado armado con un arma de fuego. Jonathan no llegó a cubrirse cuando el portador del farol dijo las palabras mágicas para que el presente bajara su arma, dándoles vía libre para abrir el cofre que a su lado descansaba. Fue el pacifista quien tomó la iniciativa de acercarse a este y tomar su contenido, el dinero que habían ido a buscar, para luego entregársela en mano al rubio y volver a la salida.
El viaje de vuelta había sido más breve que el de ida. Las figuras hechas de sombra habían perdido su esencia misteriosa y tenebrosa, mostrándose ahora como realmente eran: meras cajas, armarios y lámparas cubiertas que deformaban levemente sus reflejos. –Veo que la lluvia no se ha detenido.- Comentó el ángel una vez fuera del sótano, mientras seguía como las gotas del cielo golpeaban sus mejillas. –Hasta aquí llega mi utilidad, tú eres quién sabe cómo se ve nuestro último objetivo.- Clavó levemente su espada en el suelo, lo suficiente como para ser removida sin mucho esfuerzo, y colocó ambas manos sobre el extremo de la empuñadura, lo que le facilitaría estirar sus brazos. Luego de una noche agitada, finalmente había encontrado cierta calma. –Guíame hasta él. Y nada de tomar caminos largos. Puede estar en peligro.- Hizo una pausa, donde tomó una bocanada de aire y la dejó salir lentamente. –Por favor.-
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Lun Mar 21, 2016 12:01 pm
Tras obtener la segunda parte del dinero para la armada los revolucionarios se retiraron del sótano, bajo aquella lluvia, las nubes negras ya no dejaban que se filtrara prácticamente nada de luz nocturna así que el pacifista prefirió dejar su farol visible para mejorar la visión de su compañero, no fuera cosa de que terminara cayéndose por tropezar con algo y acabará hiriéndose a si mismo por accidente, los humanos son muy frágiles en ese aspecto, sobre todo desde el punto de vista del pacifista que sonrió para sus adentros al escuchar cómo era solicitada su guía.
Asintió con la cabeza y empezó a caminar rápidamente, si corrían con aquella lluvia había chances de caer también además de que sería mucho más sospechosa la luz de su linterna, solo corría cuando debía atravesar las intersecciones donde había más posibilidades de que los vieran desde lejos, el pacifista avanzaba a paso firme sabiendo perfectamente qué camino tomar, el más rápido y seguro a su vez, por más de que le pidieran dar prioridad a la velocidad no arriesgaría en exceso al rubio solo para ganar algunos segundos o minutos que para este punto probablemente no hicieran gran diferencia.
En menos de 30 minutos estuvieron en frente a la pequeña casa que pertenecía al revolucionario que debían de advertir, como escaparían en ese momento el autómata no se molestó siquiera en utilizar una entrada alternativa simplemente golpeo la puerta tres veces antes de abrirla, la puerta no estaba trabada y en el interior del lugar había un hombre sentado en un sofá, parecía estar llorando, sollozaba pidiendo disculpas.
Sin entrar el pacifista ilumino con su linterna, parecía ser que el hombre se encontraba solo allí, algo no estaba bien, no había respondido a la clave y ahora ignoraba la luz carmesí que había invadido su hogar, las características físicas parecían coincidir también.
-Habla con él, yo vigilaré desde aquí, no me gusta nada esto... las probabilidades de que estoy sea una trampa están en el rango naranja de alerta ya, ve con tu espada lista para luchar.- Aquella voz de ultratumba dando advertencias sin dudas era algo que uno no esperaría, pero así lo había hecho mientras sacaba que se escuchaba el movimiento de las piezas mecánicas de su cuerpo al liberar y ensamblar el arco compuesto que salió de entre su ropa casi como algún truco de magia, en caso de ser una trampa tenía dos buenas razones para no abandonar a Jonathan, era su misión y las ganas que tenía de hacerle sufrir por haberle dado aquellas órdenes horas antes.
Asintió con la cabeza y empezó a caminar rápidamente, si corrían con aquella lluvia había chances de caer también además de que sería mucho más sospechosa la luz de su linterna, solo corría cuando debía atravesar las intersecciones donde había más posibilidades de que los vieran desde lejos, el pacifista avanzaba a paso firme sabiendo perfectamente qué camino tomar, el más rápido y seguro a su vez, por más de que le pidieran dar prioridad a la velocidad no arriesgaría en exceso al rubio solo para ganar algunos segundos o minutos que para este punto probablemente no hicieran gran diferencia.
En menos de 30 minutos estuvieron en frente a la pequeña casa que pertenecía al revolucionario que debían de advertir, como escaparían en ese momento el autómata no se molestó siquiera en utilizar una entrada alternativa simplemente golpeo la puerta tres veces antes de abrirla, la puerta no estaba trabada y en el interior del lugar había un hombre sentado en un sofá, parecía estar llorando, sollozaba pidiendo disculpas.
Sin entrar el pacifista ilumino con su linterna, parecía ser que el hombre se encontraba solo allí, algo no estaba bien, no había respondido a la clave y ahora ignoraba la luz carmesí que había invadido su hogar, las características físicas parecían coincidir también.
-Habla con él, yo vigilaré desde aquí, no me gusta nada esto... las probabilidades de que estoy sea una trampa están en el rango naranja de alerta ya, ve con tu espada lista para luchar.- Aquella voz de ultratumba dando advertencias sin dudas era algo que uno no esperaría, pero así lo había hecho mientras sacaba que se escuchaba el movimiento de las piezas mecánicas de su cuerpo al liberar y ensamblar el arco compuesto que salió de entre su ropa casi como algún truco de magia, en caso de ser una trampa tenía dos buenas razones para no abandonar a Jonathan, era su misión y las ganas que tenía de hacerle sufrir por haberle dado aquellas órdenes horas antes.
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Mar Mar 22, 2016 9:59 pm
En silencio, el joven ángel siguió en silencio a la máquina demoniaca que indicaba el camino, con aquel farol que iluminaba con una luz carmesí su camino. Se preguntaba a si mismo si debía informarle acerca de lo tenebroso que le resultaría a las personas que pudieran verlos si su fuente de luz fuese similar al color de la sangre, o que eso podría alertar a cualquier persona que los estuviese siguiendo. En pocas palabras, en eso momento eran una diana en movimiento lista para recibir un par de flechas en centro. Pero ¿Para qué preocupar a la máquina de horrorosa actitud e inhumanas facciones? Seguro ya habría procesado esa posibilidad y poco le importaría, o mejor aún, lo hacía a propósito para molestar al joven.
Muy a su pesar, tardaron unos 30 minutos en llegar a su objetivo. La pequeña casa se veía bastante deteriorada, sus paredes se encontraban con la pintura corroída; sus ventanas, todas sucias e incluso la madera que conformaba la puerta se encontraba con pequeños agujeros, consecuencia de termitas y quien sabe que otro nido de insectos o animales que harían de las suyas allí mismo. Si alguien buscaba esconderse, ese lugar sería el primer lugar en el que alguien buscaría, principalmente porque caería en la descripción de “lugar abandonado que nadie en su sano juicio ocuparía”. Y, siendo completamente francos, los revolucionarios no estaban totalmente cuerdos al enfrentar de tal manera a quienes se encontraban dominando con mano de hierro a la sociedad, poniendo sus vidas en la línea.
Con su espada en mano se adentró a la casa, tal como el pacifista le había indicado. Dando grandes zancadas llegó a donde el sujeto se encontraba, sollozando, agitando su cabeza de lado a lado, negando con insistencia, mientras se mecía de adelante hacía atrás. El sujeto calvo, de tez levemente oscura y que rondaba los cuarenta y tantos años, vestía una musculosa totalmente desgarrada, con manchas rojizas en diversos lados, al igual que la bermuda color caqui que usaba. El rostro del mismo se veía hinchado, con pequeños cortes en las mejillas, y grandes moretones en los labios. Había sido maltratado no hacía mucho tiempo.
-E-E-Ellos t-tenían a m-mi hija.- Su voz grave hacía eco dentro de esas cuatro paredes, mientras seguía negando una y otra vez. –N-N-N-No t-tuve o-o-otra opción.- Finalmente se resignó en levantar la mirada, dejando ver esos hinchados ojos de tanto llorar. Jonathan, apiadado del alma del pobre sujeto, extendió su mano libre, la zurda, dispuesto a ayudarlo a ponerse de pie… Sin embargo, eso nunca pasó. Justo para cuando el hombre había elevado su mano para tomar la del skypean, un pequeño proyectil entró por la ventana, impactando con la nuca de este, arrebatándole la vida en el acto.
Quizá por la costumbre de haber visto a mucha gente morir, o por el compromiso a la causa que defendía, Jonathan pudo reaccionar al instante, acercándose a grandes pasos hacía la entrada, donde su guardián lo esperaba, alerta, probablemente buscando la fuente de origen del disparo. –D-debemos irnos. ¡YA!- Con su voz entrecortada por las lágrimas que resbalaban por sus pálidas mejillas, el joven se dirigió al robot dándole otra orden. Quizá no se vio paralizado por haber visto morir a alguien justo delante de él, pero si se vio afectado por esto. Desde donde estaba podía ver el cadáver de aquel hombre, revolucionario y padre, lugar de origen de la sangre que se iba impregnando en la alfombra verde moho que adornaba el suelo.
Muy a su pesar, tardaron unos 30 minutos en llegar a su objetivo. La pequeña casa se veía bastante deteriorada, sus paredes se encontraban con la pintura corroída; sus ventanas, todas sucias e incluso la madera que conformaba la puerta se encontraba con pequeños agujeros, consecuencia de termitas y quien sabe que otro nido de insectos o animales que harían de las suyas allí mismo. Si alguien buscaba esconderse, ese lugar sería el primer lugar en el que alguien buscaría, principalmente porque caería en la descripción de “lugar abandonado que nadie en su sano juicio ocuparía”. Y, siendo completamente francos, los revolucionarios no estaban totalmente cuerdos al enfrentar de tal manera a quienes se encontraban dominando con mano de hierro a la sociedad, poniendo sus vidas en la línea.
Con su espada en mano se adentró a la casa, tal como el pacifista le había indicado. Dando grandes zancadas llegó a donde el sujeto se encontraba, sollozando, agitando su cabeza de lado a lado, negando con insistencia, mientras se mecía de adelante hacía atrás. El sujeto calvo, de tez levemente oscura y que rondaba los cuarenta y tantos años, vestía una musculosa totalmente desgarrada, con manchas rojizas en diversos lados, al igual que la bermuda color caqui que usaba. El rostro del mismo se veía hinchado, con pequeños cortes en las mejillas, y grandes moretones en los labios. Había sido maltratado no hacía mucho tiempo.
-E-E-Ellos t-tenían a m-mi hija.- Su voz grave hacía eco dentro de esas cuatro paredes, mientras seguía negando una y otra vez. –N-N-N-No t-tuve o-o-otra opción.- Finalmente se resignó en levantar la mirada, dejando ver esos hinchados ojos de tanto llorar. Jonathan, apiadado del alma del pobre sujeto, extendió su mano libre, la zurda, dispuesto a ayudarlo a ponerse de pie… Sin embargo, eso nunca pasó. Justo para cuando el hombre había elevado su mano para tomar la del skypean, un pequeño proyectil entró por la ventana, impactando con la nuca de este, arrebatándole la vida en el acto.
Quizá por la costumbre de haber visto a mucha gente morir, o por el compromiso a la causa que defendía, Jonathan pudo reaccionar al instante, acercándose a grandes pasos hacía la entrada, donde su guardián lo esperaba, alerta, probablemente buscando la fuente de origen del disparo. –D-debemos irnos. ¡YA!- Con su voz entrecortada por las lágrimas que resbalaban por sus pálidas mejillas, el joven se dirigió al robot dándole otra orden. Quizá no se vio paralizado por haber visto morir a alguien justo delante de él, pero si se vio afectado por esto. Desde donde estaba podía ver el cadáver de aquel hombre, revolucionario y padre, lugar de origen de la sangre que se iba impregnando en la alfombra verde moho que adornaba el suelo.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Sáb Abr 02, 2016 5:11 pm
- Ost:
El ruido del hueso al romperse, la carne blanda esparciéndose por el lugar junto a la sangre que una vez estuviese en su interior, una escena fascinante y realmente hermosa para el pacifista, ¿Cuándo sería el día que dejase de disfrutar tanto escenas como aquella? probablemente nunca, seguramente su existencia dejaría este mundo antes de que eso ocurriese, así como había sido el caso de los hombres cuyas memorias de ejecuciones similares que el pacifista recuerda con algo similar a la nostalgia mientras sonríe para sus adentros.
No duró mucho aquel momento de distracción, extendió su brazo derecho y calculo el Angulo desde el cual el disparo tuvo que entrar para dar en su blanco, disparo el también con el rifle de largo alcance incorporado a su brazo antes de escuchar un grito de dolor, no lo había matado pero seguramente le hubiera herido un hombro, suficiente para neutralizar a un francotirador como aquel.
-Peligro identificado.... enemigos detectados, parámetros de misión... proteger a Jonathan Wayland Primera prioridad- Dijo mientras buscaba e identificaba otras amenazas, unos diez hombres estaban esperando escondidos en casa cercanas y estaban todos saliendo ahora que habían escuchado su señal para actuar, un par tenían pistoletas que apuntaron a los revolucionarios, sin miramientos TR-3.5H uso su cuerpo para cubrir al skypeian.
-Eliminar a las amenazas segunda prioridad...- Un extraño ruido empezo a surgir del interior del pacifista, el ruido de algo quemándose -AL DIABLO LAS PRIORIDADES QUIERO MATARLOS A TODOS.- Rugió el pacifista mientras se giraba para enfocar a los agresores. -Jonathan, deja de estar alli como un pasmado y empieza a correr, los distraeré y luego de un momento te alcanzare...- comento en voz baja para que su protegido le escuchara antes de iniciar con su distracción.
Aquella figura encapuchada con voz de ultratumba comenzó a reír, empapada por la lluvia que había desvelado la existencia de una "armadura" debajo de aquella tela que cubría la mayor parte de su cuerpo comenzó primero a emitir vapor, agua evaporándose y luego la tela que ocultaba la verdadera naturaleza del pacifista fue consumida por llamas rojas como el brillo de aquellos ojos.
-Iniciando Macro 1, códigos de combate activados, Ko-Oni, Burn y The Beast... activados... PREPARENCE A MORIR INFELICES- Rugió aquella figura metálica mientras su cuerpo incrementaba repentinamente su tamaña siendo rodeado por aquellas llamas escarlata que parecían extenderse por todo su ser mientras su tamaño pasaba a ser de dos metros y tanto a más de tres metro y medio, con sus grandes manos y aquel nuevo alcance incrementado por el largo de sus brazos tomó su kusari-kama y la lanzo detrás de uno de los hombres que se alivió creyendo que el pacifista había fallado, antes de que su cuerpo fuera partido en dos cuando la cadena del arma fue jalada con fuerza desmedida para regresar a su amo.
-Código: Chain.- Uno de los hombres más cercanos se lanzó por una ventana al interior de un edificios por el miedo de ser el próximo -Código: Fire.- El pecho del gigante demoniaco se abrió y un torrente de llamas de más de cinco metros atravesó la ventana prendiendo tanto el interior del edificio como el mobiliario y al hombre que empezó a gritar por el sufrimiento que estaba sintiendo en aquellos momentos, aquello sin lugar a dudas era una distracción a lo grande así que Jonathan tendría bastante fácil sacar algo de distancia sin que lo persiguieran, tras lo cual empezaría a correr y ocultarse para recobrar su apariencia normal antes de encontrarse con Jonathan.[/color]
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Dom Abr 03, 2016 11:27 pm
Sobre sus blancas mejillas, pequeñas gotas carmesí descendían lentamente, mezclándose con su propio sudor, cayendo al suelo tras llegar a su mentón. No era su sangre ciertamente, ningún ataque había recibido como para salir herido de esa manera. Era la del hombre que, junto a sus deseos, su convicción, sentimientos, metas y sueños, se veía removido de su vida tras un disparo limpió en la parte trasera de su cabeza. Jonathan podía ver desde donde estaba parado, inmóvil y temeroso, los ojos bien abiertos del muerto, notando como aquellos ojos marrones se iban oscureciendo con la velocidad de un parpadeo. La llama de la vida se había apagado, y quizá nadie podría enterrar su cuerpo. Ciertamente él no podría, y dudaba que sus superiores fuesen a hacerlo.
La voz mecánica de su electrónico compañero lo devolvió del mundo de las ideas. Para su gran sorpresa, no decía incongruencias, ni provocaciones de cualquier tipo. Las pocas cosas que decía eran como la que los libros de texto indicaba: Procesos, palabras claves, protocolos. El rubio tragó saliva donde se encontraba, notando que el pacifista había detectado enemigos en los alrededores. Para ese momento, ya tenía su espada entre sus manos, blandiéndola en el aire de forma precaria, casi estúpida. Se veía afectado por lo que había pasado. Su mente se encontraba en otro mundo, deseaba estarlo… Buscaba en su mente el interruptor para desconectarse de todo, aunque sea por un segundo.
Aquella voz fría, mecánica, casi programada había desaparecido. En su lugar, la fuente de la misma emitía un sonido distinto. Su nueva voz no era carente de emociones, para nada. Parecía la voz de un hombre, o muchos, y no parecía como si fuese de ultra tumba. Era la forma de expresarse de los vivos, llena de emociones fluyendo cual río en un arroyo durante una tormenta. Estaba viva y disfrutaba de ese momento, como si nada fuese a ser mejor. -¿Qué… Qué es lo que eres?- Musitó por lo bajo, patidifuso por lo que ocurría. ¿Acaso era lo que el robot escondía en su interior? ¿Una persona maniática por momentos como ese? No sabía que pensaban los altos cargos al acceder en la creación de tal máquina inhumana que, a costa de todo, era lo más humano posible.
Hizo caso a las palabras ajenas, saliendo corriendo apenas tuvo la oportunidad. A lo lejos escuchaba disparos, rugidos y gritos desgarradores, que penetraban el físico y el alma misma del Skypean, aferrándose a su esencia misma. Sus piernas largas solo corrían, como si esto fuese lo único que podía hacer en su vida. Su cuerpo se puso en modo automático, recibiendo estímulos de su entorno y no de su sistema nervioso central. De esta manera, apenas notó como cortaba los brazos de aquellos que se interponían en su camino con claras intenciones asesinas, o incluso empalando sus cuerpos de lado a lado.
La lluvia caía incesantemente, como si el cielo mismo quisiera recrear aquella inundación bíblica que los textos tanto profesan. Las gotas de agua que caían furiosamente de las nubes apenas podían remover la sangre de su piel y su espada, cosa que el joven apenas podían notar. Finalmente su mente se había desactivado…
La voz mecánica de su electrónico compañero lo devolvió del mundo de las ideas. Para su gran sorpresa, no decía incongruencias, ni provocaciones de cualquier tipo. Las pocas cosas que decía eran como la que los libros de texto indicaba: Procesos, palabras claves, protocolos. El rubio tragó saliva donde se encontraba, notando que el pacifista había detectado enemigos en los alrededores. Para ese momento, ya tenía su espada entre sus manos, blandiéndola en el aire de forma precaria, casi estúpida. Se veía afectado por lo que había pasado. Su mente se encontraba en otro mundo, deseaba estarlo… Buscaba en su mente el interruptor para desconectarse de todo, aunque sea por un segundo.
Aquella voz fría, mecánica, casi programada había desaparecido. En su lugar, la fuente de la misma emitía un sonido distinto. Su nueva voz no era carente de emociones, para nada. Parecía la voz de un hombre, o muchos, y no parecía como si fuese de ultra tumba. Era la forma de expresarse de los vivos, llena de emociones fluyendo cual río en un arroyo durante una tormenta. Estaba viva y disfrutaba de ese momento, como si nada fuese a ser mejor. -¿Qué… Qué es lo que eres?- Musitó por lo bajo, patidifuso por lo que ocurría. ¿Acaso era lo que el robot escondía en su interior? ¿Una persona maniática por momentos como ese? No sabía que pensaban los altos cargos al acceder en la creación de tal máquina inhumana que, a costa de todo, era lo más humano posible.
Hizo caso a las palabras ajenas, saliendo corriendo apenas tuvo la oportunidad. A lo lejos escuchaba disparos, rugidos y gritos desgarradores, que penetraban el físico y el alma misma del Skypean, aferrándose a su esencia misma. Sus piernas largas solo corrían, como si esto fuese lo único que podía hacer en su vida. Su cuerpo se puso en modo automático, recibiendo estímulos de su entorno y no de su sistema nervioso central. De esta manera, apenas notó como cortaba los brazos de aquellos que se interponían en su camino con claras intenciones asesinas, o incluso empalando sus cuerpos de lado a lado.
La lluvia caía incesantemente, como si el cielo mismo quisiera recrear aquella inundación bíblica que los textos tanto profesan. Las gotas de agua que caían furiosamente de las nubes apenas podían remover la sangre de su piel y su espada, cosa que el joven apenas podían notar. Finalmente su mente se había desactivado…
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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