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Creado por Soire Miér Mar 23, 2016 4:13 pm
La isla de Loguetown, una de las islas del Archipiélago Polestar; la isla del principio y del fin, conocida así por ser la isla en la que nació el antiguo rey de los piratas Gold D. Roger y el lugar en el que se le ejecutó para darle fin a sus días. Una isla, que por otra parte, es una escala obligatoria en el viaje hacia el Grand Line por su cercanía con el paso hacia esos mares. Allí se encontraba Alain aquella primaveral mañana, después de bajar de la embarcación en la que había viajado como polizón.
Alzó las manos al cielo estirándose como un gato. –¡Bien! Por fin llegamos.–enunció con desparpajo. Después de haber pasado varias horas encogido a falta de un lugar en el que dormir, su cuerpo agradeció aquel estiramiento. Se recompuso y se acomodó bien la mochila a los hombros. Descansó la zurda sobre la empuñadura de la espada, que pendía a la izquierda de su cintura, y emprendió el camino en la dirección en la que parecía estar el centro de la ciudad.
En su avance paseaba la mirada por los edificios y no los encontró muy diferentes de su isla natal. Faltaba la nieve y el frío perenne que reinaba en el North Blue, tal vez esa era la única diferencia apreciable que había podido notar desde que el barco atravesara las lindes que delimitaban los mares del norte. –Al final nos ha ido bien.–observó el joven, desviando la mirada hacia su compañera. –Nos hace falta una buena ducha–rió.–Pero hemos llegado. Me pregunto qué isla será…–enunció retórico, volviendo a pasear la mirada por los alrededores con la esperanza de encontrar algún cartel que respondiera a aquella cuestión. En realidad no esperaba que su compañera fuera capaz de responder a aquella pregunta. Su mente después de haber pronunciado aquellas palabras rescató los recuerdos del viaje sin ser capaz de evocar un momento en el que algún marinero mencionara el rumbo de la tripulación.
–¿Qué hacemos primero? ¿Buscamos un lugar donde quedarnos?–preguntó, ahora sí, de forma directa a su compañera.
Alzó las manos al cielo estirándose como un gato. –¡Bien! Por fin llegamos.–enunció con desparpajo. Después de haber pasado varias horas encogido a falta de un lugar en el que dormir, su cuerpo agradeció aquel estiramiento. Se recompuso y se acomodó bien la mochila a los hombros. Descansó la zurda sobre la empuñadura de la espada, que pendía a la izquierda de su cintura, y emprendió el camino en la dirección en la que parecía estar el centro de la ciudad.
En su avance paseaba la mirada por los edificios y no los encontró muy diferentes de su isla natal. Faltaba la nieve y el frío perenne que reinaba en el North Blue, tal vez esa era la única diferencia apreciable que había podido notar desde que el barco atravesara las lindes que delimitaban los mares del norte. –Al final nos ha ido bien.–observó el joven, desviando la mirada hacia su compañera. –Nos hace falta una buena ducha–rió.–Pero hemos llegado. Me pregunto qué isla será…–enunció retórico, volviendo a pasear la mirada por los alrededores con la esperanza de encontrar algún cartel que respondiera a aquella cuestión. En realidad no esperaba que su compañera fuera capaz de responder a aquella pregunta. Su mente después de haber pronunciado aquellas palabras rescató los recuerdos del viaje sin ser capaz de evocar un momento en el que algún marinero mencionara el rumbo de la tripulación.
–¿Qué hacemos primero? ¿Buscamos un lugar donde quedarnos?–preguntó, ahora sí, de forma directa a su compañera.
Soire
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Creado por Odalyn Lawler Jue Mar 24, 2016 1:47 pm
Aun iba semi dormida, su cabello caía sobre su rostro mientras bostezaba y se estiraba.--Hm... --Gruño viendo todo a su alrededor, se quedo de pie unos segundos mientras Soire seguía hablando y fantaseando, finalmente hizo todo su cabello hacia atrás y se estiro acomodando su ropa. La capa que traía sobre la espalda y el arco que atravesaba su pecho.--No se... --Contesto mirando todo al rededor de la ciudad, ahora entendía por que su compañero no dejaba de dar vueltas, la diferencia que ella podía encontrar ademas de lo obvio en el clima era la cantidad de gente, y la diversidad de esta.
--Bueno, supongo que si necesitamos una ducha --Recordando lo que había dicho hacia unos momentos y riendo por su cabello todo alborotado y esponjado.--Dime que no estoy igual que tu por favor --Bromeo dándole un empujón, sabia la respuesta pero le gustaba bromear con su amigo.
El camino no se le había hecho pesado en lo absoluto, salvo claro procurar que no los escucharan. Quería creer que encontrar un lugar donde quedarse, comer y demás no seria difícil en un lugar con tanta gente."Solo estamos empezando" Pensó entusiasmada.
--Bueno, supongo que si necesitamos una ducha --Recordando lo que había dicho hacia unos momentos y riendo por su cabello todo alborotado y esponjado.--Dime que no estoy igual que tu por favor --Bromeo dándole un empujón, sabia la respuesta pero le gustaba bromear con su amigo.
El camino no se le había hecho pesado en lo absoluto, salvo claro procurar que no los escucharan. Quería creer que encontrar un lugar donde quedarse, comer y demás no seria difícil en un lugar con tanta gente."Solo estamos empezando" Pensó entusiasmada.
Odalyn Lawler
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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 2:45 pm
El sonido del viento soplando, el susurro de la marea chocando contra el casco del navío, era todo tan relajante que sus ojos se cerraban solos por la tranquilidad del ambiente. La sombra de su capucha lo mantenía protegido de los deslumbrantes rayos de un sol en pleno esplendor, sin una minúscula nube que osara opacar su presencia en el amplio cielo azul. Sentado sobre la estatua de madera que adornaba la proa del barco, un joven cubierto de pies a cabeza por una capa negra descansaba al rayo del astro de fuego. Lo único que dejaba visible aquella peculiar prenda era la parte inferior de su rostro, del tronco de la nariz para abajo, lo demás se encontraba bajo la sombra de aquella capucha. Aún quedaban varios minutos hasta su arribo en la Isla de Logue Town, isla a la cual le habían prometido llevar con tal de que ayudara con la carga de ciertas cajas a la bodega del barco en Goat, su isla nativa. Una vez el trabajo estuvo hecho lo único que le quedaba por hacer era esperar, esperar y esperar hasta que arribaran en su destino.
- ¡Hemos llegado! -el repentino grito por parte del capitán de aquel pequeño barco lo tomó por sorpresa, lo cual, sumado al frenar repentino del navío, logró que el muchacho perdiera el equilibrio y cayera del adorno de proa. Estando aún en el mar supuso que terminaría dentro del agua, por ello no intento acomodarse en el aire y caer de pie, después de todo era lo mismo si se sumergiría en agua. Lo que nunca espero fue encontrarse con la dureza de un suelo de piedra, seguido del frío líquido que espero sentir de buenas a primeras. Su mala suerte fue tal que al caer, el barco ya se encontraba acomodándose en el muelle de la isla, lo que lo llevo a chocar contra el borde del mismo antes de deslizarse lentamente hasta el agua salada. Segundos de tensión siguieron su caída, segundos en los cuales todos aquellos a bordo del barco se asomaron para ver si el muchacho lograba salir a la superficie por si solo.- Oh, demonios -al ver que no saldría varios ya se estaban preparando para saltar, pero antes de que cualquiera pudiera hacer nada, el pelinegro salió a flote.
- Tsk... -chasqueo la lengua, sujetándose del borde del muelle con ambas manos para treparse sobre el mismo, dejando caer una gran cantidad de agua acumulada en sus prendas mientras salía lentamente del mar. Una vez estuvo arriba se dejó caer sobre el suelo, recostándose boca arriba mientras tomaba grandes bocanadas de aire y escuchaba las carcajadas de aquellos que lo habían visto salir.- Los mataré... luego... -aún se encontraba muy agitado como para hablar bien, ni siquiera era capaz de levantarse. En verdad no le hubiera costado tanto salir, de no ser por los dos bastones que colgaban de su espalda, bastones que le dificultaron bastante la tarea de salir a la superficie por su peso.
- ¡Hemos llegado! -el repentino grito por parte del capitán de aquel pequeño barco lo tomó por sorpresa, lo cual, sumado al frenar repentino del navío, logró que el muchacho perdiera el equilibrio y cayera del adorno de proa. Estando aún en el mar supuso que terminaría dentro del agua, por ello no intento acomodarse en el aire y caer de pie, después de todo era lo mismo si se sumergiría en agua. Lo que nunca espero fue encontrarse con la dureza de un suelo de piedra, seguido del frío líquido que espero sentir de buenas a primeras. Su mala suerte fue tal que al caer, el barco ya se encontraba acomodándose en el muelle de la isla, lo que lo llevo a chocar contra el borde del mismo antes de deslizarse lentamente hasta el agua salada. Segundos de tensión siguieron su caída, segundos en los cuales todos aquellos a bordo del barco se asomaron para ver si el muchacho lograba salir a la superficie por si solo.- Oh, demonios -al ver que no saldría varios ya se estaban preparando para saltar, pero antes de que cualquiera pudiera hacer nada, el pelinegro salió a flote.
- Tsk... -chasqueo la lengua, sujetándose del borde del muelle con ambas manos para treparse sobre el mismo, dejando caer una gran cantidad de agua acumulada en sus prendas mientras salía lentamente del mar. Una vez estuvo arriba se dejó caer sobre el suelo, recostándose boca arriba mientras tomaba grandes bocanadas de aire y escuchaba las carcajadas de aquellos que lo habían visto salir.- Los mataré... luego... -aún se encontraba muy agitado como para hablar bien, ni siquiera era capaz de levantarse. En verdad no le hubiera costado tanto salir, de no ser por los dos bastones que colgaban de su espalda, bastones que le dificultaron bastante la tarea de salir a la superficie por su peso.
Roy Mustang
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Creado por Soire Jue Mar 24, 2016 3:25 pm
El joven esbozó una sonrisa cómplice y le devolvió suavemente el empujón a su amiga. –Qué va.–confirmó. –Estás peor–añadió, revolviéndole el cabello un poco para recalcar a qué se refería. Ya que se iba a meter con ella, había que hacerlo bien. No tenía ni idea del aspecto que tenía él, no había tenido oportunidad de verse siquiera en el reflejo de un cristal. Aunque tampoco era algo que le preocupase mucho.
–Mira–enunció, haciendo un gesto con la cabeza en dirección a un cartel de madera. Estaba algo avejentado, pero estaba limpio y legible. Rezaba “Posada Argéntea” en letras plateadas. –Vaya suerte. Vamos a ver.–agregó, tomando la iniciativa y casi arrastrando a la chica hasta dentro del local, atravesando así un arco de madera que daba acceso a una enorme sala.
Aquella estancia estaba llena de mesas, con sus respectivas sillas a su alrededor, cubiertas por manteles blancos. El parqué del suelo estaba bien conservado, y al otro lado de la sala había una barra rematada en madera oscura. Tras aquella barra había un hombre secando vasos. No era lo que cabía esperarse de una posada. Intercambió una mirada cargada de significado con Odalyn y avanzó hasta la barra con decisión.
–Buenos días. ¿No es esto una posada?–lamentó haber hecho la pregunta de aquella manera. Se predispuso a recibir una mala contestación por parte del hombre, que terminó de secar el vaso y lo colocó junto a los demás.
–Pues sí, pero también servimos comidas. –aclaró el hombre; ya habían llegado otras personas con aquella misma pregunta. Alain sonrió, aliviado por descubrir que no hablaba con un amargado. Aquello facilitaría un poco las cosas. –¿Cuánto cuesta una habitación?–
El posadero sacó sus propias conclusiones al ver al chico y a la chica, pero su naturaleza era ser discreta. –Cincuenta berries la noche por habitación.–Soire asintió.
A él no le parecía ni caro ni barato; nunca se había visto en la necesidad de alquilar una habitación. Desvió la mirada hacia la pelirroja y aguardó, dándole a entender con su silencio que esperaba su opinión al respecto. Contaba con que ella tuviera más nociones de finanzas que él.
–Mira–enunció, haciendo un gesto con la cabeza en dirección a un cartel de madera. Estaba algo avejentado, pero estaba limpio y legible. Rezaba “Posada Argéntea” en letras plateadas. –Vaya suerte. Vamos a ver.–agregó, tomando la iniciativa y casi arrastrando a la chica hasta dentro del local, atravesando así un arco de madera que daba acceso a una enorme sala.
Aquella estancia estaba llena de mesas, con sus respectivas sillas a su alrededor, cubiertas por manteles blancos. El parqué del suelo estaba bien conservado, y al otro lado de la sala había una barra rematada en madera oscura. Tras aquella barra había un hombre secando vasos. No era lo que cabía esperarse de una posada. Intercambió una mirada cargada de significado con Odalyn y avanzó hasta la barra con decisión.
–Buenos días. ¿No es esto una posada?–lamentó haber hecho la pregunta de aquella manera. Se predispuso a recibir una mala contestación por parte del hombre, que terminó de secar el vaso y lo colocó junto a los demás.
–Pues sí, pero también servimos comidas. –aclaró el hombre; ya habían llegado otras personas con aquella misma pregunta. Alain sonrió, aliviado por descubrir que no hablaba con un amargado. Aquello facilitaría un poco las cosas. –¿Cuánto cuesta una habitación?–
El posadero sacó sus propias conclusiones al ver al chico y a la chica, pero su naturaleza era ser discreta. –Cincuenta berries la noche por habitación.–Soire asintió.
A él no le parecía ni caro ni barato; nunca se había visto en la necesidad de alquilar una habitación. Desvió la mirada hacia la pelirroja y aguardó, dándole a entender con su silencio que esperaba su opinión al respecto. Contaba con que ella tuviera más nociones de finanzas que él.
Soire
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Creado por Odalyn Lawler Jue Mar 24, 2016 4:12 pm
Estaba acomodando su cabello cuando fue jalada.--W-wooo~ Espera!--Apenas se escucho, no puso mucha resistencia, simplemente la tomo por sorpresa. En cuanto entraron al lugar dedujo que se habían equivocado aunque tampoco era tan malo, podían comer algo ahí después; Miraba el lugar con curiosidad realmente era bastante hogareño al menos mas de lo que espero por la fachada del letrero. El sujeto tras la barra parecía mas un cantinero, estaba ya por hablar cuando casi telepaticamente Soire se apresuro a preguntar al encargado.
Se recargo sobre una de las sillas mientras seguía escuchando la conversación."Dos por uno! " Pensó en cuanto el encargado explico el por que de las mesas, seguía escuchando cuando el precio fue dado. Tampoco le parecía mal así que comenzó a recordar con cuanto dinero habían salido.--Hm... --Medito unos segundos.--Suena bien, aun nos quedan algunos mas para otras cosas --Contestó revolviendo su cabello y pasando por alto la pregunta de las camas, pero vamos, para ella era obvio y supuso para el par también. Busco entre sus bolsas el dinero, y una goma elástica para el cabello que recogió en una coleta algo despeinada, no se podía hacer mucho con la rebeldía de su cabello.
Camino hasta ponerse al lado de Soire haciendo unos cuantos malabares con las monedas que ya tenia en mano.--Pum! --Dejándolas todas sobre la barra mientras se recargaba en el hombro de su compañero. Solo había 25 Berries, siempre hacían esa clase de cosas, ya fuera la cuenta del bar, o incluso las apuestas que en ocasiones llegaban a tener con alguien mas, era 50/50.--Creo que tendremos que conseguir un trabajo --Murmuro seguida de un suspiro mientras esperaba a que el chico pusiera el resto de la suma.
Se recargo sobre una de las sillas mientras seguía escuchando la conversación."Dos por uno! " Pensó en cuanto el encargado explico el por que de las mesas, seguía escuchando cuando el precio fue dado. Tampoco le parecía mal así que comenzó a recordar con cuanto dinero habían salido.--Hm... --Medito unos segundos.--Suena bien, aun nos quedan algunos mas para otras cosas --Contestó revolviendo su cabello y pasando por alto la pregunta de las camas, pero vamos, para ella era obvio y supuso para el par también. Busco entre sus bolsas el dinero, y una goma elástica para el cabello que recogió en una coleta algo despeinada, no se podía hacer mucho con la rebeldía de su cabello.
Camino hasta ponerse al lado de Soire haciendo unos cuantos malabares con las monedas que ya tenia en mano.--Pum! --Dejándolas todas sobre la barra mientras se recargaba en el hombro de su compañero. Solo había 25 Berries, siempre hacían esa clase de cosas, ya fuera la cuenta del bar, o incluso las apuestas que en ocasiones llegaban a tener con alguien mas, era 50/50.--Creo que tendremos que conseguir un trabajo --Murmuro seguida de un suspiro mientras esperaba a que el chico pusiera el resto de la suma.
Odalyn Lawler
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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 5:47 pm
Unos pocos minutos pasaron hasta que el muchacho logró recuperar el aliento y levantarse del suelo, con la ropa chorreando agua y un notorio corte en la tela sobre la zona del hombro derecho, producto del golpe contra el filo del muelle. Levantando la diestra hacia el cielo, Roy giro su hombro hasta que un sonoro crujido se desprendió del mismo, luego del cual soltó un suspiro de alivió al verse mermado el dolor del golpe. Aquellos que habían sido testigos de su caída permanecieron atentos a los movimientos del encapuchado, pero al notar que podía pararse y que al parecer no necesitaba de atención medica lo dejaron en paz, volviendo a sus tareas diarias sin prestar mayor atención al pirata.- Que buen aterrizaje... -susurró, girando un poco más su hombro únicamente por la gracia de hacerlo. Levantó la mirada y miró alrededor, buscando algo que le llamara la atención. Tenía cosas concretas que hacer en Logue Town, pero prefería no apurarse para ello, después de todo no tenía una fecha fija en la cual irse de allí, podía ser ese mismo día, o dentro de unas semanas, así que lo mejor era disfrutar un poco del lugar antes de irse, ¿No?
Sus dorados orbes se posaron sobre el cartel de una pequeña posada, enarcando una ceja al tiempo en que metía su mano derecha entre los botones de la capa y luego la retiraba con unos cuantos berries sobre la palma.- Supongo que me lo puedo permitir... -no tenía mucho dinero, pero con lo que llevaba encima podía alcanzarle, al menos, para pagar unas horas sobre una cama, lo único que necesitaba para recuperarse luego de un largo viaje sentado sobre un adorno de proa que, a decir verdad, no era para nada cómodo. A paso lento se fue acercando a la posada, atravesando el marco de la entrada, acercándose a la mesa más próxima y dejándose caer con todo el peso de su cuerpo sobre una de las sillas de madera que la rodeaban. Más de uno de los presentes en el lugar terminó posando su mirada sobre el encapuchado, taladrándolo con el peso de sus ojos desconfiados, y no los culpaba, era algo normal no confiar en alguien que anda con una capa que le cubre el cuerpo entero y una capucha que lo único que dejaba visible de su rostro era del tronco de la nariz para abajo.- ¿Qué tanto miran? ¿Acaso les gusto? -ante su reacción aquellos que lo observaban apartaron la mirada al instante, o al menos la mayoría de estos.
Sentado como estaba el encapuchado continuaba chorreando agua, empapando la silla y cubriendo al suelo a su alrededor de una fina capa de este líquido debido a la cantidad que había absorbido su ropa al caer al mar. De momento lo único que hacía era esperar a que alguien de la recepción del lugar se acercara para preguntar por el precio de una habitación, y ver si podía costearse aunque fuera unas horas en una. Tomaría sus bastones y los dejaría sobre la mesa, cubiertos por una tela que no dejaba ver el grabado que los adornaba, pues estar sentado con estos colgando de su espalda era bastante incómodo.
Sus dorados orbes se posaron sobre el cartel de una pequeña posada, enarcando una ceja al tiempo en que metía su mano derecha entre los botones de la capa y luego la retiraba con unos cuantos berries sobre la palma.- Supongo que me lo puedo permitir... -no tenía mucho dinero, pero con lo que llevaba encima podía alcanzarle, al menos, para pagar unas horas sobre una cama, lo único que necesitaba para recuperarse luego de un largo viaje sentado sobre un adorno de proa que, a decir verdad, no era para nada cómodo. A paso lento se fue acercando a la posada, atravesando el marco de la entrada, acercándose a la mesa más próxima y dejándose caer con todo el peso de su cuerpo sobre una de las sillas de madera que la rodeaban. Más de uno de los presentes en el lugar terminó posando su mirada sobre el encapuchado, taladrándolo con el peso de sus ojos desconfiados, y no los culpaba, era algo normal no confiar en alguien que anda con una capa que le cubre el cuerpo entero y una capucha que lo único que dejaba visible de su rostro era del tronco de la nariz para abajo.- ¿Qué tanto miran? ¿Acaso les gusto? -ante su reacción aquellos que lo observaban apartaron la mirada al instante, o al menos la mayoría de estos.
Sentado como estaba el encapuchado continuaba chorreando agua, empapando la silla y cubriendo al suelo a su alrededor de una fina capa de este líquido debido a la cantidad que había absorbido su ropa al caer al mar. De momento lo único que hacía era esperar a que alguien de la recepción del lugar se acercara para preguntar por el precio de una habitación, y ver si podía costearse aunque fuera unas horas en una. Tomaría sus bastones y los dejaría sobre la mesa, cubiertos por una tela que no dejaba ver el grabado que los adornaba, pues estar sentado con estos colgando de su espalda era bastante incómodo.
Roy Mustang
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Creado por Soire Sáb Mar 26, 2016 6:16 am
Con la opinión de la pelirroja, Soire quedó persuadido de que era un buen lugar para quedarse. Anotó la cifra mentalmente, para futuras referencias que les hicieran falta y sacó de su bolsillo los otros veinticinco berries que faltaban para completar lo que costaba arrendar la habitación. Al pararse a pensarlo, pagando la mitad cada uno, parecía un buen negocio. Afianzó el peso de su cuerpo en la pierna izquierda para sostener más cómodamente el apoyo de la chica sobre él. –Sí–coincidió, pensativo. La cuestión era de qué podrían encontrar trabajo.
El tabernero terminó de limpiar el vaso y lo dejó junto a los demás antes de recoger el dinero para ir a buscar la llave de la habitación. Tenía una sola cama, pero asumió que los jóvenes iban a compartir el lecho y no dijo nada. La llave produjo un sonido seco cuando la dejó sobre la barra. –Subiendo las escaleras, la última a la derecha.–agarró otra copa para comenzar a limpiarla. Desvió la mirada más allá de los jóvenes con los que hablaba para detenerse sobre un encapuchado que acababa de entrar. Suspiró de forma imperceptible y devolvió su atención a los chicos, por si querían algo más.
El peliazul ladeó la cara para mirar a su compañera. El tabernero aprovechó la coyuntura y los dejó pensando en lo que iban hacer, para ir a atender al encapuchado. Cuanto menos se le hiciera esperar, antes se marcharía. No quería problemas.
–¿Vamos a dejar las cosas y venimos a comer o lo hacemos al revés?–enunció en voz baja. No le hacía falta hablar alto, ella estaba muy cerca. Detuvo su mirada en los orbes azules de la chica.
Entre las opciones no estaba no comer. No tenía hambre, pero después de un par de semanas en alta mar con una alimentación deficiente almuerzo reponedor les iba a sentar bien. Además, él tenía intención de retomar sus entrenamientos, y sabía que comer bien influía en su forma física, y en consecuencia, en su esgrima.
El tabernero terminó de limpiar el vaso y lo dejó junto a los demás antes de recoger el dinero para ir a buscar la llave de la habitación. Tenía una sola cama, pero asumió que los jóvenes iban a compartir el lecho y no dijo nada. La llave produjo un sonido seco cuando la dejó sobre la barra. –Subiendo las escaleras, la última a la derecha.–agarró otra copa para comenzar a limpiarla. Desvió la mirada más allá de los jóvenes con los que hablaba para detenerse sobre un encapuchado que acababa de entrar. Suspiró de forma imperceptible y devolvió su atención a los chicos, por si querían algo más.
El peliazul ladeó la cara para mirar a su compañera. El tabernero aprovechó la coyuntura y los dejó pensando en lo que iban hacer, para ir a atender al encapuchado. Cuanto menos se le hiciera esperar, antes se marcharía. No quería problemas.
–¿Vamos a dejar las cosas y venimos a comer o lo hacemos al revés?–enunció en voz baja. No le hacía falta hablar alto, ella estaba muy cerca. Detuvo su mirada en los orbes azules de la chica.
Entre las opciones no estaba no comer. No tenía hambre, pero después de un par de semanas en alta mar con una alimentación deficiente almuerzo reponedor les iba a sentar bien. Además, él tenía intención de retomar sus entrenamientos, y sabía que comer bien influía en su forma física, y en consecuencia, en su esgrima.
Soire
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Creado por Odalyn Lawler Sáb Mar 26, 2016 1:33 pm
Ella estaba pensando en que clase de trabajo podrían obtener ahí cuando las llaves fueron entregadas.--Gracias --Dijo con una sonrisa al encargado.--Bueno supongo que algo bueno podemos encontrar, incluso algo sencillo para empezar como cargadores --Meditaba sin mirarlo mientras tomaba las llaves.
La nueva pregunta la hizo mirarlo, esa clase de contacto tan directo había dejado de ser incómodo para ellos, aunque la gente luego lo tomará a otras interpretaciones. Había dormido relativamente bien, seguramente lo opuesto a Soire pues la chica se movía mucho y termino usándolo de almohada en el barco.--La verdad es que no tengo mucho sueño, y tampoco traemos muchas cosas --Contestó arrugando un poco la nariz mientras decidía.--Vamos a comer algo, y luego subimos ¿O tú estás cansado? --Pregunto curiosa mientras recargaba la barbilla en el hombro del chico sin dejar de mirarlo con total despreocupación esperando una respuesta.--También tienes que ducharte --Molesto riendo.
Se sentía extrañamente motivada, desde el momento en que abordaron, durante todo el viaje e incluso ahora no podía esperar para comenzar con las aventuras que tanto había imaginado, aunque sabía que no sería fácil pues estaban prácticamente limpios, sin un navío o si quiera la opción de una tripulación. Pero sería paciente, ya había esperado muchos años, un poco mas no iba a volverla loca.
No lo había notado pero las personas que recién bajaban de las habitaciones, pues era relativamente temprano tenían sin duda un ambiente tenso, ¿Por qué? miro de reojo hacia dónde todos lo hacían y vio al encapuchado. Odalyn era observadora, lo primero que notó fue que escurría de agua. Regreso la mirada a Soire, analizar al centro de atención del lugar le tomó apenas un par de segundos.
La nueva pregunta la hizo mirarlo, esa clase de contacto tan directo había dejado de ser incómodo para ellos, aunque la gente luego lo tomará a otras interpretaciones. Había dormido relativamente bien, seguramente lo opuesto a Soire pues la chica se movía mucho y termino usándolo de almohada en el barco.--La verdad es que no tengo mucho sueño, y tampoco traemos muchas cosas --Contestó arrugando un poco la nariz mientras decidía.--Vamos a comer algo, y luego subimos ¿O tú estás cansado? --Pregunto curiosa mientras recargaba la barbilla en el hombro del chico sin dejar de mirarlo con total despreocupación esperando una respuesta.--También tienes que ducharte --Molesto riendo.
Se sentía extrañamente motivada, desde el momento en que abordaron, durante todo el viaje e incluso ahora no podía esperar para comenzar con las aventuras que tanto había imaginado, aunque sabía que no sería fácil pues estaban prácticamente limpios, sin un navío o si quiera la opción de una tripulación. Pero sería paciente, ya había esperado muchos años, un poco mas no iba a volverla loca.
No lo había notado pero las personas que recién bajaban de las habitaciones, pues era relativamente temprano tenían sin duda un ambiente tenso, ¿Por qué? miro de reojo hacia dónde todos lo hacían y vio al encapuchado. Odalyn era observadora, lo primero que notó fue que escurría de agua. Regreso la mirada a Soire, analizar al centro de atención del lugar le tomó apenas un par de segundos.
Odalyn Lawler
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Creado por Roy Mustang Sáb Mar 26, 2016 5:01 pm
Los segundos pasaban y nadie parecía querer acercarse al joven, a pesar de haber hecho una entrada tan... curiosa y llamativa en comparación a los demás. Mientras esperaba, el pelinegro se dedico a ver como el agua goteaba desde la capucha y caía sobre su nariz, obligándolo a arrugar la misma de forma involuntaria por el frío del líquido. Vamos, que estaba concentrado en una tontería más grande que un pueblo.- Señor -una voz gruesa lo hizo sobresaltarse, dando un pequeño salto en su lugar producto de la sorpresiva llegada del encargado del lugar, quien había aparecido a su lado sin que lograra percatarse de su movimiento.- ¿Qué necesita? -fue una pregunta directa, al parecer el sujeto no quería problemas con el encapuchado, pues era relativamente fácil hacer un escándalo por su entrada tan agresiva.
- Emm... -el muchacho aún no terminaba de reaccionar, le tomó unos segundos salir del extraño estado de tontería en el que se había sumido mientras esperaba.- Oh, sí. ¿Cuánto cuesta una habitación? -logró preguntar luego de unos segundos de incertidumbre, en los cuales miraba sus manos mientras pensaba qué era lo que debía de decir.
- Cincuenta berries la noche -una respuesta directa, simple y corta, era fácil percatarse de las pocas ganas que tenía aquel sujeto de seguir tratando con el pelinegro.
Roy miro su mano, sobre la cual había una pequeña cantidad de berries, la cual no alcanzaba para pagar por la noche entera en la habitación.- Bueno, y ¿Cuánto tiempo puedo pagar con veinte berries? Solo es para dormir un poco -el encargado lo miro y soltó un leve bufido, para luego mirar en dirección a la barra donde se encontraba un segundo antes. A pesar de parecer un mal tipo de entrada, era demasiado obvio que el joven no buscaba problemas, y un mal día lo podía tener cualquiera ¿No?.
- Emm... -el muchacho aún no terminaba de reaccionar, le tomó unos segundos salir del extraño estado de tontería en el que se había sumido mientras esperaba.- Oh, sí. ¿Cuánto cuesta una habitación? -logró preguntar luego de unos segundos de incertidumbre, en los cuales miraba sus manos mientras pensaba qué era lo que debía de decir.
- Cincuenta berries la noche -una respuesta directa, simple y corta, era fácil percatarse de las pocas ganas que tenía aquel sujeto de seguir tratando con el pelinegro.
Roy miro su mano, sobre la cual había una pequeña cantidad de berries, la cual no alcanzaba para pagar por la noche entera en la habitación.- Bueno, y ¿Cuánto tiempo puedo pagar con veinte berries? Solo es para dormir un poco -el encargado lo miro y soltó un leve bufido, para luego mirar en dirección a la barra donde se encontraba un segundo antes. A pesar de parecer un mal tipo de entrada, era demasiado obvio que el joven no buscaba problemas, y un mal día lo podía tener cualquiera ¿No?.
Roy Mustang
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Creado por Soire Dom Mar 27, 2016 2:36 pm
Durante la noche anterior había dormido cerca de tres horas. No por el movimiento de la joven; en realidad tres horas eran más de lo que necesitaba habitualmente. El día anterior había sido especialmente agotador. –No, comamos. La ducha que espere.–respondió con una sonrisa. Necesitaba darse un baño; su cuerpo mismo lo agradecería. Pero prefería sentarse a comer ya.
Se acercó hasta una de las mesas y se quitó la mochila para dejarla junto a una de las sillas, en la que se sentó. –Me he olvidado de preguntarle en qué isla estamos.–recordó. Miró al tabernero que en ese momento miraba hacia la barra.–¿Qué trabajo podríamos buscar? No creo que con el dinero que tenemos nos alcance para muchos días.– era cierto. Tenían ahorros, pero durante su estancia tendrían que comer y pagar alojamiento. Necesidades que antes no tenían.
El tabernero, después de terminar de atender al encapuchado, se acercó hasta los jóvenes. –¿Vais a tomar algo?–
Soire respondió con prontitud, sin apenas pensar.–Sí. Una botella de vino tinto y un generoso plato de carne con una buena guarnición.–solicitó. Después de imaginarse lo apetitoso que podía estar el plato su apetito comenzó a despertarse. Entrelazó los dedos e hincó los codos sobre la mesa, mirando a su compañera a la espera de que pidiera lo que quisiera. No tenía por costumbre tomar vino en las comidas, pero era una ocasión especial que merecía ser celebrada. No se le antojaba mala la idea de bautizar cada nueva isla que visitaran con una copa junto a la ojizarca.
Se acercó hasta una de las mesas y se quitó la mochila para dejarla junto a una de las sillas, en la que se sentó. –Me he olvidado de preguntarle en qué isla estamos.–recordó. Miró al tabernero que en ese momento miraba hacia la barra.–¿Qué trabajo podríamos buscar? No creo que con el dinero que tenemos nos alcance para muchos días.– era cierto. Tenían ahorros, pero durante su estancia tendrían que comer y pagar alojamiento. Necesidades que antes no tenían.
El tabernero, después de terminar de atender al encapuchado, se acercó hasta los jóvenes. –¿Vais a tomar algo?–
Soire respondió con prontitud, sin apenas pensar.–Sí. Una botella de vino tinto y un generoso plato de carne con una buena guarnición.–solicitó. Después de imaginarse lo apetitoso que podía estar el plato su apetito comenzó a despertarse. Entrelazó los dedos e hincó los codos sobre la mesa, mirando a su compañera a la espera de que pidiera lo que quisiera. No tenía por costumbre tomar vino en las comidas, pero era una ocasión especial que merecía ser celebrada. No se le antojaba mala la idea de bautizar cada nueva isla que visitaran con una copa junto a la ojizarca.
Soire
Hoja de personaje
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Haki:
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