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Creado por Shinya Kougami Lun Mayo 30, 2016 1:11 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El marine había sido enviado a una isla de la cual decían que solo habitaban personas que practicaban el karate como forma de vida. Si bien era cierto que el hombre no tenía ni fachada ni mucho menos entendimiento alguno de aquel arte marcial pero aún así lo envió los marines para ejercer un trabajo de patrullaje ya que algunos decían que existía la posibilidad de que hubiesen vándalos en la zona, nada muy seguro pero lo mejor era tener alerta todo lo que la marina podía inspeccionar. No iba a ir solo claro está, se habían puesto en contacto con una chica de cabellos dorados, que le tenía que hacer compañía al marine en la vigilia por la zona, que seguro no sería nada peligroso meramente de “observar”.
Guren llegó a la isla, la cual tampoco parecía ser muy extensa pero si era bastante hermosa en cuanto a vegetación. Los marines que le trajeron le mencionaron que lo mejor era que se quedase ahí en el puerto a la espera de quien sería su compañera en el día de hoy. Él aceptó la petición y con sus dos katanas en la cintura caminó a sentarse en un banquillo que estaba a pasos de una tienda de comida. Eran aproximadamente las diez de la mañana, no existía mucho frío pero si el sol estaba presente, tampoco era caluroso digamos que era un día templado bastante agradable.
Ichinose miró el sol pero ante no poder observar más decidió usar su mano para cubrirse de tal manera logró observar a unos pájaros que pasaban con aquel típico sonido que hacen, al parecer eran gaviotas. Este marine simplemente sonrió en lo que un hombre que estaba por ahí, con un traje de practicante novato de karate, novato por el color de su cinturón, se le acercó preguntando si era nuevo aquí, el hombre movió la cara respondiendo que sí, no fue un dialogo más extendido ya que el karateka iba apurado, se despidió de él con la mano a lo que este no respondió de la misma manera sino simplemente levantando su dedo índice y anular de la mano diestra.
El marine comenzó a sentir un poco de hambre, le crujió el estómago en varias ocasiones pero se lo cubría como podía para que nadie notase su apetito ni ansias por devorar comida. Comenzó a golpear el suelo con la suela de su zapato pero rápido, hacia ciclos bastante seguidos. Miraba a todos lados esperando a que su compañera llegase. De pronto el aroma a comida, una especie de estofado de carne con picante, le llamó la atención, con sus orbes grises comenzó a buscar la fuente de donde provenía. Comenzó a mirar a todos lados y hasta se levantó del asiento. Parecía algo “hipnotizado” por semejante delicioso aroma. Su estómago parecía león en celo, no paraba de rugir.
Guren llegó a la isla, la cual tampoco parecía ser muy extensa pero si era bastante hermosa en cuanto a vegetación. Los marines que le trajeron le mencionaron que lo mejor era que se quedase ahí en el puerto a la espera de quien sería su compañera en el día de hoy. Él aceptó la petición y con sus dos katanas en la cintura caminó a sentarse en un banquillo que estaba a pasos de una tienda de comida. Eran aproximadamente las diez de la mañana, no existía mucho frío pero si el sol estaba presente, tampoco era caluroso digamos que era un día templado bastante agradable.
Ichinose miró el sol pero ante no poder observar más decidió usar su mano para cubrirse de tal manera logró observar a unos pájaros que pasaban con aquel típico sonido que hacen, al parecer eran gaviotas. Este marine simplemente sonrió en lo que un hombre que estaba por ahí, con un traje de practicante novato de karate, novato por el color de su cinturón, se le acercó preguntando si era nuevo aquí, el hombre movió la cara respondiendo que sí, no fue un dialogo más extendido ya que el karateka iba apurado, se despidió de él con la mano a lo que este no respondió de la misma manera sino simplemente levantando su dedo índice y anular de la mano diestra.
El marine comenzó a sentir un poco de hambre, le crujió el estómago en varias ocasiones pero se lo cubría como podía para que nadie notase su apetito ni ansias por devorar comida. Comenzó a golpear el suelo con la suela de su zapato pero rápido, hacia ciclos bastante seguidos. Miraba a todos lados esperando a que su compañera llegase. De pronto el aroma a comida, una especie de estofado de carne con picante, le llamó la atención, con sus orbes grises comenzó a buscar la fuente de donde provenía. Comenzó a mirar a todos lados y hasta se levantó del asiento. Parecía algo “hipnotizado” por semejante delicioso aroma. Su estómago parecía león en celo, no paraba de rugir.
Shinya Kougami
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Shinya Kougami Vie Jul 01, 2016 8:11 am
La mezcla de olor llegó de apoco a la nariz pequeña de Guren. Las fragancias se mezclaban de apoco, a pesar de que era solamente un cortar y preparar las cosas, hacían olvidar las palabras que decía sobre su historia. Era triste, sí. Quizás no debió contarla, parecer débil o incluso tan desprotegido con los demás no le gustaba, era orgulloso como el mismo pero ese voto de confianza demostrado por la chica de dorado crema le dio la motivación de hacerlo. Su historia, su cuerpo quería simplemente levantarse e irse, correr, quizás golpear una pared y terminar con una mano rota. Ese pasar de su vida era doloroso, lo había superado pero cuando lo recordaba era como si una vena explotase, como si de verdad, sintiese una combinación de sentimientos.. los cuales no podía controlar.
Guren miró sus manos, algo temblorosas. Tal vez su cuerpo y mente le jugaron una mala pasada, sentían aun esos días como si fueran hoy, la anatomía humana no olvida cuando recibe un daño tan potente. Pero, los aromas y palabras de aquella mujer, nueva compañera, le hicieron entrar en razón, le miró de soslayo para no parecer un condenado. Quizo decir gracias pero las palabras fueron arrebatadas de su boca, no pudo emitir sonido, la garganta era un nudo. Entrecerró sus ojos, con fuerza, otra vez miró su puño. Ese marine que aparentaba semejante rudeza por fuera, esa fiereza por pelear, tenía talón de Aquiles. Pero algo pasó, le desconcertó.
La mujer le abrazó, como si de un abrazo fraternal se tratase. Fue cálido, acogedor y muy…reconfortante. El marine tímido, correspondió, agachando su mentón buscando un mero refugio. Las imágenes de su vida pasaron por la cabeza durante el corto tiempo de aquel gesto. Se sentía agradecido la verdad, por ella y por calmarle. Fue ahí que su voz por fin pudo expresarse al ambiente. — Gracias.— Fueron las únicas palabras articuladas, su voz masculina lo expresó de corazón. Sus orbes se fijaron en ella hasta que retomó sus quehaceres.
El joven marine sentado ahí como un mero espectador ya mucho más relajado simplemente se comenzó a golpear el estómago, ahora todo sentir pasó al de hambre. La preparación se veía deliciosa, los olor ayudaban más a pensar eso. Su panza rugió, ahora como si de un león macho alfa de su grupo. Se miró aquella sección del cuerpo y golpeó, otra vez. Aquella zona de su cuerpo le jugaba mala pasada, realmente estaba algo complicado. Fue en ese preciso momento en que nuevamente las palabras de la dulce joven salieron a la luz, aseverando que sus padres estarían orgullosos. Fue un golpe fuerte para él escuchar algo así, se sintió durante un momento con menos peso, sus hombros se relajaron y su alma, descansó un momento. Sonrió, las palabras pueden ser como manos que te cobijan o como balas que te destrozan pero las de ella, eran nobles y sabia como decir las cosas, tenía ése tacto. El marine sonrió, parecía un infante con aquel ademán en su rostro.
— ¿Feliz?— Pensó un momento. Nunca se lo había pensado la verdad. Quizás peque de frívolo pero no conocía ese sentimiento, a lo mejor lo confundía con otro. Pero se sentía animado, a lo mejor eso era. — Me agrada tu forma de ver todo, lleno de positivismo. Deberías darme un poco de eso.. sí.— Comentó en lo que sus ojos se fijaban más en como terminaba su preparación. Cuando notó la nuez moscada, recordó que una vez su madre le comentó que la usaban para suavizar y que no cayese mal al estómago, ella cocinaba cuidando a sus comensales. Otra mueca de agrado apareció en el rostro del ya casi no tan estoico marine.
Fue ahí que le sirvió el plato, sus lengua salió por mero reflejo de lo sabroso que se veía. Miró a la chica y se lanzó al ataque del platillo, no podía esperar más. — Gracias por la comida.— Comentó y se abalanzó como cuan animal hambriento. Con el cuchillo cortó una sección del prolijo plato, lo olió antes de llevarlo a su boca. Comenzó a mascar la comida apenas tocó su lengua, ese picor y combinación de especias, era sabroso, sus mejillas se calentaron solo por comer. El mascar y el llevarse otro trozo de comida fue cada vez más rápido, calmaba su estómago. La comida picaba, a él le encantaba eso. Fue así como de golpe terminó todo, estaba realmente sabroso. Sentía aun la mezcla de sabores. Estaba encantado, su cuerpo se calentó por aquella parte de picor en lo que comió. Bebió un poco de agua para hidratarse.
— Delicioso, yo quiero más de esto. Amo lo picante. Creo que en Spetsnaz vas a tener varios fanáticos de tus platillos.— Con un rostro ameno ladeó la cabeza, mirando como la mujer hacia los quehaceres restantes tras finalizar un plato. Fue en ése momento en que el marine de pelo negro sacó un den den mushi de su bolsillo, uno mini con su rostro y lo puso en la mesa, lo acercó a donde estaba Kitsune. — Quiero que poseas este. Ya que estaremos fuera de los Blues. Si pasa algo, todo el grupo vendrá en tu ayuda, eres una de las nuestras y, sacrificamos nuestra vida por los camaradas.— Terminó acercando más el dispositivo aquel. Tenían una misión que cumplir pero la comida estaba tan deliciosa que se le había pasado por alto, demasiado buena la comida la verdad. Fue en ese momento que un soldado le avisó que la ciudad estaba tranquila y habían otras ordenes. Fue informado mediante su otro den den mushi. El rostro de Guren fue sereno, se quedó mirando a la chica, cocinaba demasiado bien y eso, le traía pensativo. Lo picante fue realmente, sublime.
Guren miró sus manos, algo temblorosas. Tal vez su cuerpo y mente le jugaron una mala pasada, sentían aun esos días como si fueran hoy, la anatomía humana no olvida cuando recibe un daño tan potente. Pero, los aromas y palabras de aquella mujer, nueva compañera, le hicieron entrar en razón, le miró de soslayo para no parecer un condenado. Quizo decir gracias pero las palabras fueron arrebatadas de su boca, no pudo emitir sonido, la garganta era un nudo. Entrecerró sus ojos, con fuerza, otra vez miró su puño. Ese marine que aparentaba semejante rudeza por fuera, esa fiereza por pelear, tenía talón de Aquiles. Pero algo pasó, le desconcertó.
La mujer le abrazó, como si de un abrazo fraternal se tratase. Fue cálido, acogedor y muy…reconfortante. El marine tímido, correspondió, agachando su mentón buscando un mero refugio. Las imágenes de su vida pasaron por la cabeza durante el corto tiempo de aquel gesto. Se sentía agradecido la verdad, por ella y por calmarle. Fue ahí que su voz por fin pudo expresarse al ambiente. — Gracias.— Fueron las únicas palabras articuladas, su voz masculina lo expresó de corazón. Sus orbes se fijaron en ella hasta que retomó sus quehaceres.
El joven marine sentado ahí como un mero espectador ya mucho más relajado simplemente se comenzó a golpear el estómago, ahora todo sentir pasó al de hambre. La preparación se veía deliciosa, los olor ayudaban más a pensar eso. Su panza rugió, ahora como si de un león macho alfa de su grupo. Se miró aquella sección del cuerpo y golpeó, otra vez. Aquella zona de su cuerpo le jugaba mala pasada, realmente estaba algo complicado. Fue en ese preciso momento en que nuevamente las palabras de la dulce joven salieron a la luz, aseverando que sus padres estarían orgullosos. Fue un golpe fuerte para él escuchar algo así, se sintió durante un momento con menos peso, sus hombros se relajaron y su alma, descansó un momento. Sonrió, las palabras pueden ser como manos que te cobijan o como balas que te destrozan pero las de ella, eran nobles y sabia como decir las cosas, tenía ése tacto. El marine sonrió, parecía un infante con aquel ademán en su rostro.
— ¿Feliz?— Pensó un momento. Nunca se lo había pensado la verdad. Quizás peque de frívolo pero no conocía ese sentimiento, a lo mejor lo confundía con otro. Pero se sentía animado, a lo mejor eso era. — Me agrada tu forma de ver todo, lleno de positivismo. Deberías darme un poco de eso.. sí.— Comentó en lo que sus ojos se fijaban más en como terminaba su preparación. Cuando notó la nuez moscada, recordó que una vez su madre le comentó que la usaban para suavizar y que no cayese mal al estómago, ella cocinaba cuidando a sus comensales. Otra mueca de agrado apareció en el rostro del ya casi no tan estoico marine.
Fue ahí que le sirvió el plato, sus lengua salió por mero reflejo de lo sabroso que se veía. Miró a la chica y se lanzó al ataque del platillo, no podía esperar más. — Gracias por la comida.— Comentó y se abalanzó como cuan animal hambriento. Con el cuchillo cortó una sección del prolijo plato, lo olió antes de llevarlo a su boca. Comenzó a mascar la comida apenas tocó su lengua, ese picor y combinación de especias, era sabroso, sus mejillas se calentaron solo por comer. El mascar y el llevarse otro trozo de comida fue cada vez más rápido, calmaba su estómago. La comida picaba, a él le encantaba eso. Fue así como de golpe terminó todo, estaba realmente sabroso. Sentía aun la mezcla de sabores. Estaba encantado, su cuerpo se calentó por aquella parte de picor en lo que comió. Bebió un poco de agua para hidratarse.
— Delicioso, yo quiero más de esto. Amo lo picante. Creo que en Spetsnaz vas a tener varios fanáticos de tus platillos.— Con un rostro ameno ladeó la cabeza, mirando como la mujer hacia los quehaceres restantes tras finalizar un plato. Fue en ése momento en que el marine de pelo negro sacó un den den mushi de su bolsillo, uno mini con su rostro y lo puso en la mesa, lo acercó a donde estaba Kitsune. — Quiero que poseas este. Ya que estaremos fuera de los Blues. Si pasa algo, todo el grupo vendrá en tu ayuda, eres una de las nuestras y, sacrificamos nuestra vida por los camaradas.— Terminó acercando más el dispositivo aquel. Tenían una misión que cumplir pero la comida estaba tan deliciosa que se le había pasado por alto, demasiado buena la comida la verdad. Fue en ese momento que un soldado le avisó que la ciudad estaba tranquila y habían otras ordenes. Fue informado mediante su otro den den mushi. El rostro de Guren fue sereno, se quedó mirando a la chica, cocinaba demasiado bien y eso, le traía pensativo. Lo picante fue realmente, sublime.
Shinya Kougami
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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