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Creado por Taurus Miér Dic 09, 2015 7:32 am
Era una tarde tranquila en la isla Swallow. Unas pocas aves revoloteaban por el cielo anaranjado con los últimos rayos del sol anunciando que en pocas horas llegaría el final del día y comenzaría la noche, aunque antes de que eso ocurriera, era hora de tomar un café cargado con leche y descansar un poco después de atizar a un grupo de marines.
En aquella isla con forma de golondrina, se encontraba un pequeño pueblo, en el cual había una cafetería que había descubierto hacía un par de días atrás. Abrí la puerta del establecimiento, dejando sonar una pequeña campana que anunciaba que alguien estaba entrando al lugar. Había acudido de forma continuada a aquel lugar en los días anteriores, y la dueña del establecimiento ya me había fichado como un cliente habitual mientras permaneciera en la isla, aunque aquella vez no me recibió con su típica sonrisa, probablemente al ver como mis manos estaban algo manchadas de sangre.
- Muu.....no se preocupe - dije sacando un pañuelo de mi bolsillo limpiando la sangre - No estoy herido, muu.
La dueña no era estúpida, y sabía bien que aquella sangre vendría de alguien que había pasado por mis manos y no había acabado demasiado bien, y efectivamente, un descuidado grupo de marines que me habían intentado capturar había recibido una soberana paliza.
- Un café cargado con leche, ¡muu! - dije antes de continuar mi marcha.
Me acerqué entonces a una de las mesas disponibles del establecimiento para esperar a que la dependienta me trajera mi pedido, mientras que saqué mi libreta morada, el libro donde escribía mis memorias, algo parecido a un diario. Me percaté entonces de que algunos de los demás clientes estaban algo inquietos por mi presencia, no solo por mi bizarra apariencia y mi tal vez la fría expresión de mi rostro metálico, sino que además la escena de las manos ensangrentadas había preocupado a más de uno, aunque como de costumbre, no me importaba demasiado las opiniones de gente desconocida, a esas alturas pocas cosas me importaban.
Fue entonces cuando la dependienta me trajo mi café, con algunas pastas que yo no había pedido, aunque presuponía que eran un tipo de intento por mantenerme contento, un gesto que no entendía del todo pues nunca había mostrado algún problema para con aquella señora.
- Taurus-san, espero que las pastas sean de su gusto, pero hacen unas pastas mucho mejores que estas en otros establecimientos...
La mujer no tuvo que decir nada más. Había entendido bien el mensaje y aunque pirata, yo no era un vulgar bárbaro como otros marineros, por lo que con calma, terminaría de escribir en mi libro y después tomaría mi café y aquellas pastas. Disfrutaría de mi última estancia en aquella entrañable cafetería.
En aquella isla con forma de golondrina, se encontraba un pequeño pueblo, en el cual había una cafetería que había descubierto hacía un par de días atrás. Abrí la puerta del establecimiento, dejando sonar una pequeña campana que anunciaba que alguien estaba entrando al lugar. Había acudido de forma continuada a aquel lugar en los días anteriores, y la dueña del establecimiento ya me había fichado como un cliente habitual mientras permaneciera en la isla, aunque aquella vez no me recibió con su típica sonrisa, probablemente al ver como mis manos estaban algo manchadas de sangre.
- Muu.....no se preocupe - dije sacando un pañuelo de mi bolsillo limpiando la sangre - No estoy herido, muu.
La dueña no era estúpida, y sabía bien que aquella sangre vendría de alguien que había pasado por mis manos y no había acabado demasiado bien, y efectivamente, un descuidado grupo de marines que me habían intentado capturar había recibido una soberana paliza.
- Un café cargado con leche, ¡muu! - dije antes de continuar mi marcha.
Me acerqué entonces a una de las mesas disponibles del establecimiento para esperar a que la dependienta me trajera mi pedido, mientras que saqué mi libreta morada, el libro donde escribía mis memorias, algo parecido a un diario. Me percaté entonces de que algunos de los demás clientes estaban algo inquietos por mi presencia, no solo por mi bizarra apariencia y mi tal vez la fría expresión de mi rostro metálico, sino que además la escena de las manos ensangrentadas había preocupado a más de uno, aunque como de costumbre, no me importaba demasiado las opiniones de gente desconocida, a esas alturas pocas cosas me importaban.
Fue entonces cuando la dependienta me trajo mi café, con algunas pastas que yo no había pedido, aunque presuponía que eran un tipo de intento por mantenerme contento, un gesto que no entendía del todo pues nunca había mostrado algún problema para con aquella señora.
- Taurus-san, espero que las pastas sean de su gusto, pero hacen unas pastas mucho mejores que estas en otros establecimientos...
La mujer no tuvo que decir nada más. Había entendido bien el mensaje y aunque pirata, yo no era un vulgar bárbaro como otros marineros, por lo que con calma, terminaría de escribir en mi libro y después tomaría mi café y aquellas pastas. Disfrutaría de mi última estancia en aquella entrañable cafetería.
Taurus
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Creado por Mikael Dimitri II Miér Dic 09, 2015 1:14 pm
Despues de un dia algo ajetreado no podía pensar mas que en algo de comer y algo de agua o una bebida para restaurar energias, estaba bastante cansado y algo herido a decir verdad no había peleado con nadie, pero un error al pisar una roca en una plena colina me hizo comer varios metros de suelo en caída por un pequeño risco si se podía considerar asi, tenia heridas en mi rostro y cuello, ya algo de sangre seca que había recorrido mi rostro por un lado de mi ojo derecho, mis prendas estaban algo sucias, caminaba paso a paso ayudándome de una rama que había conseguido hace poco, para no caerme, iba entre las calles de la ciudad, pidiendo agua y algo de comer, todos me veian con un gesto de desprecio y bastantes molestos por mis palabras solicitando ayuda.
No paso mucho para que un par de marins se acercaran a mi intentando aprovechar la situación y golpear a un mendigo, uno de ellos me empujo reclamando el por que molestaba a la gente, la rama que llevaba para apoyarme se rompió y me hizo caer abruptamente al suelo, voltee a ver a aquel marin con una mirada sombria, fría y llena de odio, por un segundo el dudo de seguir molestando, pero las palabras del otro lo incitaron a darme dos patadas en el estomago, no tenia fuerzas para defenderme, solo pude sonreir ante el abuso de aquellos dos.
-Que admirable es la justicia en estos tiempos..-
Dije en un susurro leve para que los dos se cabrearan y continuaran golpeándome, mientras comenzaba a reirme mas y mas fuerte entre quejidos que soltaba de mi garganta por el dolor de aquellos golpes, la gente se alejaba y los negocios de los alrededores los comensales y clientes solo podían ver con desden desde las ventanas que daban a la calle.
No paso mucho para que un par de marins se acercaran a mi intentando aprovechar la situación y golpear a un mendigo, uno de ellos me empujo reclamando el por que molestaba a la gente, la rama que llevaba para apoyarme se rompió y me hizo caer abruptamente al suelo, voltee a ver a aquel marin con una mirada sombria, fría y llena de odio, por un segundo el dudo de seguir molestando, pero las palabras del otro lo incitaron a darme dos patadas en el estomago, no tenia fuerzas para defenderme, solo pude sonreir ante el abuso de aquellos dos.
-Que admirable es la justicia en estos tiempos..-
Dije en un susurro leve para que los dos se cabrearan y continuaran golpeándome, mientras comenzaba a reirme mas y mas fuerte entre quejidos que soltaba de mi garganta por el dolor de aquellos golpes, la gente se alejaba y los negocios de los alrededores los comensales y clientes solo podían ver con desden desde las ventanas que daban a la calle.
Mikael Dimitri II
Hoja de personaje
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Creado por Taurus Vie Dic 11, 2015 11:50 am
Sin duda aquellas pastas eran excelentes y acompañadas con aquel café, los sabores se mezclaban de forma perfecta, casi haciéndome olvidar que la dulce pero sabia encargada del establecimiento me había advertido de no volver por allí. Que lástima, muu...
Acabé mis pastas y aquel suculento café para acto seguido levantarme, guardar mi libro en el bolsillo interior de mi chaqueta y dirigirme hacia el mostrador para dejar un puñado de berries que pagarían de sobra lo que me había tomado y algo de propina aun dadas las circunstancias.
Tras cerrar la puerta la anciana suspiró de alivio, prácticamente como el resto de clientes. Los prejuicios eran realmente algo odioso, muu. Dejar que las apariencias decidan sobre la opinión que se hace sobre una persona o situación es algo muy peligroso, aunque no los culpaba, al fin y al cabo cualquiera hubiera pensado cosas peores al ver a un hombre vestido de vaca con máscara de metal y las manos ensangrentadas.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el revuelo que provenía de unas calles adyacentes a la tienda de pasteles. De lejos la gente pasaba por un lugar donde había un pequeño tumulto, y al acercarme algunos metros, vi a lo lejos como un par de marines golpeaban sin cesar a un joven que estaba tendido en el suelo. Mi ceño no pudo fruncirse de ira, principalmente porque carecía del mismo y mi férrea máscara era completamente estática, pero mi corazón latía cada vez más fuerte de la tensión que me generaba ver no tan solo a aquel puñado de marines malnacidos, sino a la gente que pasaba indiferente ante aquella escena.
Con paso ligero no tarde más de unos segundos en acercarme al primer marine.
- ¿Y tu que estás mirando cara de vaca? - dijo uno de los desgraciados.
No hubo respuesta por mi parte. Alcé mi brazo derecho, levanté el puño cerrándolo con fuerza y de un puñetazo de mi férreo cuerpo, hundí la cabeza del marine contra el suelo. El estruendo del impacto parecía haber cortado el resto de sonidos del lugar y todos quedaron en silencio y aterrados, mientras el otro marine que quedaba aún en pie, estaba completamente pálido.
Antes de que pudiera escapar, lo agarré del cuello, levantándolo del suelo.
- Creo que este joven esta esperando unas profundas disculpas por tu parte. Mira el lado positivo recluta, a diferencia de tu amigo aún tienes la oportunidad de hacerlo... - dije mirándolo fríamente. Esperaba una profunda disculpa, aunque desgraciadamente para aquel marine, compartiría la misma suerte que su compañero de uniforme.
- ¿Te encuentras bien?, ¿puedes levantarte? - pregunté al joven que yacía en el suelo.
Acabé mis pastas y aquel suculento café para acto seguido levantarme, guardar mi libro en el bolsillo interior de mi chaqueta y dirigirme hacia el mostrador para dejar un puñado de berries que pagarían de sobra lo que me había tomado y algo de propina aun dadas las circunstancias.
Tras cerrar la puerta la anciana suspiró de alivio, prácticamente como el resto de clientes. Los prejuicios eran realmente algo odioso, muu. Dejar que las apariencias decidan sobre la opinión que se hace sobre una persona o situación es algo muy peligroso, aunque no los culpaba, al fin y al cabo cualquiera hubiera pensado cosas peores al ver a un hombre vestido de vaca con máscara de metal y las manos ensangrentadas.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el revuelo que provenía de unas calles adyacentes a la tienda de pasteles. De lejos la gente pasaba por un lugar donde había un pequeño tumulto, y al acercarme algunos metros, vi a lo lejos como un par de marines golpeaban sin cesar a un joven que estaba tendido en el suelo. Mi ceño no pudo fruncirse de ira, principalmente porque carecía del mismo y mi férrea máscara era completamente estática, pero mi corazón latía cada vez más fuerte de la tensión que me generaba ver no tan solo a aquel puñado de marines malnacidos, sino a la gente que pasaba indiferente ante aquella escena.
Con paso ligero no tarde más de unos segundos en acercarme al primer marine.
- ¿Y tu que estás mirando cara de vaca? - dijo uno de los desgraciados.
No hubo respuesta por mi parte. Alcé mi brazo derecho, levanté el puño cerrándolo con fuerza y de un puñetazo de mi férreo cuerpo, hundí la cabeza del marine contra el suelo. El estruendo del impacto parecía haber cortado el resto de sonidos del lugar y todos quedaron en silencio y aterrados, mientras el otro marine que quedaba aún en pie, estaba completamente pálido.
Antes de que pudiera escapar, lo agarré del cuello, levantándolo del suelo.
- Creo que este joven esta esperando unas profundas disculpas por tu parte. Mira el lado positivo recluta, a diferencia de tu amigo aún tienes la oportunidad de hacerlo... - dije mirándolo fríamente. Esperaba una profunda disculpa, aunque desgraciadamente para aquel marine, compartiría la misma suerte que su compañero de uniforme.
- ¿Te encuentras bien?, ¿puedes levantarte? - pregunté al joven que yacía en el suelo.
Taurus
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Creado por Mikael Dimitri II Vie Dic 18, 2015 11:09 am
La cosa se había puesto mal, cuando de la nada la gente comenzó a agruparse para ver el espectáculo que daban aquellos marines, cuando de la nada se detuvieron, alce la mirada y vi algo extraño, un hombre con la cabeza de un toro en lugar de la suya, pero esta era metálica, aquello era demasiado extraño pude ver como terminaba casi con la vida de uno de los marinos estrellando su cabeza en el suelo y el otro era sujetado por el cuello, me llamo mucho la atención que hiciera aquello por un desconocido, ya que a decir verdad no esperaba ayuda de nadie en aquel momento.
-Alto.. no lo lastimes…-
Le dije a aquel toro mientras intentaba ponerme de pie cosa que logre pero con gran dificultad ayudándome de una de las paredes de un comercio cercano a donde estaba tirado, mi rostro estaba descompuesto por los golpes y el cansancio, mi respiración era agitada y mis ojos por momentos no podían mantenerse abiertos, tome un ligero respiro y voltee a ver a aquel sujeto.
-no los lastimes, no vale la pena… deja que se marchen..-
LE mencione con dificultad esperando que me hiciera caso o por lo menos lo tomara a consideración ya que la gente que estaba ahí tenia un tanto la cara de horror y miedo hacia el toro que había aparecido en mi ayuda.
-Alto.. no lo lastimes…-
Le dije a aquel toro mientras intentaba ponerme de pie cosa que logre pero con gran dificultad ayudándome de una de las paredes de un comercio cercano a donde estaba tirado, mi rostro estaba descompuesto por los golpes y el cansancio, mi respiración era agitada y mis ojos por momentos no podían mantenerse abiertos, tome un ligero respiro y voltee a ver a aquel sujeto.
-no los lastimes, no vale la pena… deja que se marchen..-
LE mencione con dificultad esperando que me hiciera caso o por lo menos lo tomara a consideración ya que la gente que estaba ahí tenia un tanto la cara de horror y miedo hacia el toro que había aparecido en mi ayuda.
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Creado por Taurus Dom Dic 20, 2015 11:14 am
El muchacho logró ponerse en pie, algo que era digno de ver tras la brutal paliza que había recibido. Sinceramente, la respuesta del joven rubio me asombró bastante al pedirme que dejara libre a aquel recluta que apenas unos segundos atrás había estado golpeándolo sin cesar, pero decidí dejarlo libre, eso sí, lanzándolo por los aires varios metros haciendo que diera varios giros sobre la superficie del suelo, aunque a los pocos minutos pudo levantarse y escapar.
- No ha sido algo muy inteligente dejarle ir, aunque reconozco que es un acto bastante noble el perdonar a alguien así, muu - dije mirando al joven - ¿Puedes caminar?, sería prudente alejarnos de aquí cuanto antes - dije extendiéndole mi mano derecha para ayudarle en caso de que no pudiera caminar por sí mismo.
Las personas que había allí parecían algo asustadas por mi presencia, algo que no me importaba en lo más absoluto, ya que un pirata como yo, aun por muy cortés que me consideraba, no se guiaba por las opiniones del resto del mundo, sino por sus propios principios e ideales, por las convicciones que uno decidía defender aunque eso supusiera saltarse las normas a la torera, y nunca mejor dicho.
- No te preocupes, esta gente habrá visto bucaneros más peligrosos que yo, vamos, pronto habrán más marines por aquí y dudo que quieras enfrentarte a ellos en tu estado - dije esperando su respuesta.
- No ha sido algo muy inteligente dejarle ir, aunque reconozco que es un acto bastante noble el perdonar a alguien así, muu - dije mirando al joven - ¿Puedes caminar?, sería prudente alejarnos de aquí cuanto antes - dije extendiéndole mi mano derecha para ayudarle en caso de que no pudiera caminar por sí mismo.
Las personas que había allí parecían algo asustadas por mi presencia, algo que no me importaba en lo más absoluto, ya que un pirata como yo, aun por muy cortés que me consideraba, no se guiaba por las opiniones del resto del mundo, sino por sus propios principios e ideales, por las convicciones que uno decidía defender aunque eso supusiera saltarse las normas a la torera, y nunca mejor dicho.
- No te preocupes, esta gente habrá visto bucaneros más peligrosos que yo, vamos, pronto habrán más marines por aquí y dudo que quieras enfrentarte a ellos en tu estado - dije esperando su respuesta.
Taurus
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Creado por Mikael Dimitri II Mar Dic 22, 2015 12:00 am
Aquel sujeto con cabeza de toro mecanico había hecho caso a mi peticion de una manera algo particular, por hora me había ganado un pequeño espacio de vida en ambos bandos, ya que el marin me debía la vida y lo que parecía ser un pirata me había salvado la vida, a todo lo que me dijo solo asentí con mi cabeza y me acerque a el para que me ayudara a salir de aquel lugar tan peligroso para ambos en aquel momento.
-Soy mikael… gracias por ayudarme, pero aquellas personas no eran mis enemigos, son de alguna manera compañeros… estoy con la marina por ahora..-
Le dije mientras caminábamos escapando de los refuerzos que seguramente llegarían en cualquier momento y aquel sujeto no pasaría desapercibido de ninguna manera y yo un tanto medio muerto no podía ir lejos sin ninguna ayuda y tras haberle mencionado aquello esperaba que no me matara ya que me había ayudado para que aquellos dos me dejaran de golpear, aunque no era un marin al 100% ya que mi corazón y mis metas no eran mas que infiltrarme en aquel lugar para sacar provecho de toda la informacion
-Soy mikael… gracias por ayudarme, pero aquellas personas no eran mis enemigos, son de alguna manera compañeros… estoy con la marina por ahora..-
Le dije mientras caminábamos escapando de los refuerzos que seguramente llegarían en cualquier momento y aquel sujeto no pasaría desapercibido de ninguna manera y yo un tanto medio muerto no podía ir lejos sin ninguna ayuda y tras haberle mencionado aquello esperaba que no me matara ya que me había ayudado para que aquellos dos me dejaran de golpear, aunque no era un marin al 100% ya que mi corazón y mis metas no eran mas que infiltrarme en aquel lugar para sacar provecho de toda la informacion
Mikael Dimitri II
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Creado por Taurus Miér Dic 23, 2015 8:10 am
Ayudé al joven que se había presentado como Mikael, sujetándolo para que no se cayese al andar hasta que pudiera recuperar sus fuerzas. Nos alejamos algunas calles del lugar donde había ocurrido el incidente, y después entraríamos a un pequeño callejón, donde dejaría a Mikael sentado sobre una caja para que pudiera descansar.
- Mi nombre es Taurus - dije mirando al joven - Pero puedes llamarme Taurus-san, muu... - dije pensativo. Todo era muy extraño. Un joven siendo apaleado por su propia gente. Si de verdad era marine, no entendía muy bien las metodologías para formar reclutas, aunque tal vez solo era que aquel joven tenía la peor de las suertes.
- ¿Cómo explicas que tus compañeros te estuvieran pegando una paliza en mitad de la calle?, muu - dije mirándolo seriamente porque no me encajaba nada aquella escena - Si es alguna clase de estratagema para atraer a piratas poco cautos te aseguro que ni tu ni tus amigos acabaréis bien parados, mu - sentencié.
Confiaba en que el joven tuviera algún tipo de explicación convincente, porque si era algún tipo de trampa, desgraciadamente aquel muchacho rubio iba a recibir algo mucho peor que la paliza de sus "compañeros", si es que realmente podía utilizar esa palabra para refererirme a aquella clase de calaña.
- Mi nombre es Taurus - dije mirando al joven - Pero puedes llamarme Taurus-san, muu... - dije pensativo. Todo era muy extraño. Un joven siendo apaleado por su propia gente. Si de verdad era marine, no entendía muy bien las metodologías para formar reclutas, aunque tal vez solo era que aquel joven tenía la peor de las suertes.
- ¿Cómo explicas que tus compañeros te estuvieran pegando una paliza en mitad de la calle?, muu - dije mirándolo seriamente porque no me encajaba nada aquella escena - Si es alguna clase de estratagema para atraer a piratas poco cautos te aseguro que ni tu ni tus amigos acabaréis bien parados, mu - sentencié.
Confiaba en que el joven tuviera algún tipo de explicación convincente, porque si era algún tipo de trampa, desgraciadamente aquel muchacho rubio iba a recibir algo mucho peor que la paliza de sus "compañeros", si es que realmente podía utilizar esa palabra para refererirme a aquella clase de calaña.
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