El amanecer era tenue, sutil como la misma brisa que lo acompaña usualmente en south blue. Somnolienta caminaba por la playa, Centaurea todavía se recupera de su azote bélico por manos del ejercito revolucionario. Y sus autoridades me acecharon fervientemente durante toda la noche.

Estoy agotada, tuve que mantenerme alerta toda la noche en una torre vigía de la isla. Ahora escudriño la playa por herramientas o materiales útiles. Llevo días con la intención de fabricar baratijas que vender y así procurarme un den den mushi personal. Tengo amigos con los que ponerme en contacto de nuevo.

A medida que me acerco al rompeolas de la playa, revisito en mi cabeza mis pertenencias. Tengo mi equipo de pesca, mis 3 arpones y sus sogas, estas joyas y estatuillas cuyo valor no he podido determinar y mi saco de piel kuja en el que todo se encuentra. "Podría aumentar ese espacio también para ser honesta", me dije a mi misma entredientes.

Después de haber estado días ocultándome de la marina en el pueblo, las olas me regocijaban con su va y ven. Me recordaban a casa y de inmediato empecé a sentir hambre. Mi dieta había consistido principalmente de trozos de pan y granos viejos que meseros ilusos creían les ganaría mi simpatía. Trate de no ser descortés pero con un puñado de minutos sentí haberles retornado el favor.

Habiendo avistado múltiples agujeros de cangrejos areneros supe que esta porción de la costa debía ofrecerme algún tipo de peces comestibles. Me sumergí con la intención de pescar al menos 5 kilos de peces con una sola bocanada de aire. Algo mediocre para mis estándares pero estas no son mis aguas y llevo casi cien horas sin proteína alguna.

El agua era refrescante si bien la visibilidad no era absoluta. Rápidamente pesque un lenguado y amarre una langosta, suficiente para una merienda personal. Vi un naufragio a la lejanía que supe me regalaría barracudas si me atrevía a explorarlo pero no contaba con el aire suficiente a esta distancia. Me percate de que la luz penetraba la marea a mi alrededor pero no sobre mí.

Al levantar la vista, una voluptuosa sirena de cabellos como los de una arrecife coralino sobrenadaba mi espacio, sujeté firmemente mis arpones y protegí mi piscicultivo de inmediato. "Qué hace una Ningyo vestida de pirata acá en Centaurea!?", pensé desconcertada.

La ningyo emprendió una especie de embestida amistosa hacia mi de un momento para otro. Se desplazaba con pesadez y sin balance alguno. No se me dificulto esquivarla, estoy habituada al estilo de nado de su especie.

Fue sencillo acertar sus intenciones cuando no prestaba atención a los cerca que se balanceaban sus espadas de su cola. Decidí detenerme algo apartada y latigar una de mis sogas cerca de ella. Con la intención de facilitarle que se me acercase o que subieramos a la superficie juntas sin mucho esfuerzo.

Se veía agotada y  me pareció ver porciones de su cubierta de escamas algo opacas. "Esto le ocurría a Kirimoto cuando a pesar de haber nadado todo el día, se escabullía para visitarme en los manglares", recordé melancólicamente.

"Escucha! Te notas cansada y yo no tengo intenciones algunas de pelear o aprovecharme de ti, solo estoy pescandome la cena. Eres libre de unirte si quieres luego compartir lo que consigamos atrapar!", exclamé incómodamente bajo el agua.

No había conversado con sirenas antes pero supuse tendrían la misma facilidad de comprensión de los gyojin a las confusas palabrerías ahogadas de los humanos bajo el mar.

Tomé conciencia de mi tiempo, si no recibía respuesta rápidamente tendría que nadar a la superficie a esperar por ella.

La sirena me llevo a la superficie, algo descuidadamente pero pude notar que lo hacia con la intención de ayudarme.

Una vez arriba me preguntó sobre su paradero y sobre la comida que podríamos conseguir. "No me molesta cooperar con gente educada", medité de un momento a otro.

"Estamos en Centaurea, Isla del mar cardinal, South Blue. Lugar de la pasada guerra entre el ejercito revolucionario durante una de sus campañas." expresé con seguridad con la intención de ganar mayor confianza.

"Te ves cansada y creo que tus escamas necesitan ser nutridas y lavadas con mejores aguas que las que esta turbia isla ofrece. Soy una hábil pescadora y un banco de barracudas que ya tengo ubicado, podría hacernos completar una fuerte cena. Estarías dispuesta a entrar por la escotilla de escape de un naufragio que tenemos debajo para que hagas huir a las cobardes y así tengamos un banquete no lujoso, pero rico para degustar", le propuse a la chica, quien ahora veo, luce aun mayor que yo.

A decir verdad, no tenía idea de lo amistosa que podía lucir mi propuesta, pero eso fue lo más cortés que podía ser. En caso de que nos topáramos con algún otro gyojin violento dentro de la embarcación, Liana me parecía capaz y dispuesta de combatir.

Después de todo, sería ideal conseguir a alguien que pueda vender lo que yo pesque o fabrique, en la ciudad sin ser perseguida.

"Dibujitos!?", exclamé desconcertada y algo sonrojada. "Es la primera vez que alguien me coloca un apodo", pensé mientras hacia una especie de mueca triste con mi boca.

De alguna manera u otra me extrañaba la cercanía de la chica. No pensé que hubiese gente que no estuviese informada sobre la tribu Kuja. Nuestra ferocidad es conocida en todo el mundo, me preguntaba de donde saca esa confianza para referirse tan amigablemente si apenas nos conocemos.

En ese instante vino a mi mente: "¡Dauphin no está conmigo! Mi preciosa víbora todavía sigue desmayada del hambre!"

Decidí actuar con urgencia. "Disculpa por no presentarme antes, mi nombre es Reqin, soy una pescadora de la tribu de las Kuja, originarias de Amazon Lily, si no es molestia, hasta que no nos conozcamos mejor me gustaría me llamases por mi nombre de pila". aseveré con asertividad.

Después de lo que pareció un silencio breve y formal, procedí a explicar mi plan.

"Puedes darme tu nombre cuando gustes, según mis costumbres, es algo irrespetuoso solicitarlo a menos que seas agredido... Sin embargo, eso no es lo más importante en este momento, no solo tenemos dos bocas que alimentar." mencioné con un tono más calmado.

"La estrategia es la siguiente: conozco ese tipo de barcos de la armada revolucionaria, estoy segura de que poseen una escotilla de escapes en la popa por la que podrías entrar. Si haces un alboroto dentro y agitas tus sables seguro espantarás a las barracudas y las harás egresar del barco por el agujero de estribor que parece haber causado su naufragio. Puedo esperar y arponar una docena de barracudas en lo que salgan y así tendremos nuestra cena e incluso mercancía para vender en el puerto", expliqué detenidamente.

Tenía la esperanza de que aun con su estado de cansancio, hambre y la fatiga de sus escamas, confiara en mi plan, pues nos vendría bien y sin su ayuda estoy segura de que apenas alcanzaría a procurar raciones para que Dauphin y yo comieramos esta noche solamente.

"No, hijos no, todas las Kuja tenemos una serpiente de compañía. Mi víbora, Dauphin, se desmayó ayer en la noche del hambre, por eso no nos acompañará a la pesca, aunque hubiese sido de gran ayuda", expliqué mientras nos sumergíamos velozmente.

Quede sorprendida por su velocidad al nadar, pensé: "No tiene gracia al desplazarse pero es más rápida que una sirena común. No se si es el cansancio pero aunque me supere en velocidad no creo que sepa maniobrar bien en corrientes o arrecifes peligrosos"

Cuando arribamos al barco le hice señas para que me dejara cerca de la boca oscura del agujero en el acorazado, también hice un gesto de precaución, pues uno nunca sabe si a algún rey marino o una pandilla de maleantes gyojin hacen de lugares como éste su guarida.

Gozaba de más aire del que tendría normalmente y Liana me parecía dirigirse diligentemente a la apertura que le mencione.

Me dije a mí misma en voz baja: "Solo queda esperar... espero no le ocurra nada y espero que no se distraiga y salga con los peces despavoridos para acá, tengo buena puntería por lo que no le haré daño pero se me escaparían algunas barracudas si tengo que evitar atravesarla a ella."