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Creado por Mei Haiba Jue Mar 03, 2016 3:55 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Una gota de sudor resbaló por el rostro de la joven recluta. Descendió lentamente por el costado derecho de su rostro, pasando cerca de su ojo entreabierto, virando hacia su mejilla y continuando su descenso hasta llegar a la barbilla dónde tras unos dramáticos segundos, cayó debido al movimiento de la cabeza. La marine había apretado el gatillo del rifle con el que llevaba unos segundos apuntando, provocando que su torso entero se sacudiera debido al retroceso y haciendo que el disparo pasara muy lejos de la diana. - Maldición... - masculló en voz bajo la fémina. Era su quinto fallo seguido y estaba empezando a cabrearse... a cabrearse demasiado. Y es que por mucho que lo intentara, no conseguía encontrar el motivo de todo aquello. Ella se había alistado en la Marina para poder ayudar a mantener la paz en el mundo, para combatir y capturar criminales, no para que le enseñaran cómo montar pieza a pieza y disparar un rifle. La puntería nunca había sido lo suyo, ni lo sería, por mucho que su instructor se empeñara en lo contrario y, a sabiendas de sus pobres resultados con las armas a distancia, la obligaba a practicar más que a los demás.
Con expresión amarga, bajó el cañón del fusil hasta que este quedó paralelo a su cuerpo, sujeto con una sola mano, mientras con la otra se limpiaba el sudor que le empapaba el rostro. Baterilla no era un lugar precisamente frío y estar tanto tiempo al Sol y concentrada hacían que no parara de sudar pese a ir bastante ligera de ropa. Una simple camisa de tirantes blancos y unos pantalones cortos negros eran todo el uniforme que llevaba en esos momentos en el campo de tiro. Estaba fuera de servicio así que se podía permitir estar más cómoda mientras malgastaba inútilmente su mañana intentando mejorar su puntería. - Esto no es lo mío, al menos eso ya lo sabemos con certeza. - comentó en voz baja, para sí misma, mientras recargaba el cargador del arma y volvía a colocarse en posición de disparo. Hincó levemente la rodilla derecha, repartiendo el peso en ambas piernas, colocó la culata del arma sobre su hombro y cerrando un ojo observó por la mirilla a su diana, un pequeño maniquí de madera situado a unos cuarenta metros de distancia. La joven apretó el gatillo de nuevo y esta vez la bala realizó una trayectoria más similar a la deseada, aunque sin acertar todavía de lleno en el blanco. - No me lo puedo creer... - el desánimo se apoderó levemente de la joven rubia. Esta vez había hablado más fuerte, pero no le preocupaba que la oyeran, el campo de tiro estaba vacío... por el momento.
Una gota de sudor resbaló por el rostro de la joven recluta. Descendió lentamente por el costado derecho de su rostro, pasando cerca de su ojo entreabierto, virando hacia su mejilla y continuando su descenso hasta llegar a la barbilla dónde tras unos dramáticos segundos, cayó debido al movimiento de la cabeza. La marine había apretado el gatillo del rifle con el que llevaba unos segundos apuntando, provocando que su torso entero se sacudiera debido al retroceso y haciendo que el disparo pasara muy lejos de la diana. - Maldición... - masculló en voz bajo la fémina. Era su quinto fallo seguido y estaba empezando a cabrearse... a cabrearse demasiado. Y es que por mucho que lo intentara, no conseguía encontrar el motivo de todo aquello. Ella se había alistado en la Marina para poder ayudar a mantener la paz en el mundo, para combatir y capturar criminales, no para que le enseñaran cómo montar pieza a pieza y disparar un rifle. La puntería nunca había sido lo suyo, ni lo sería, por mucho que su instructor se empeñara en lo contrario y, a sabiendas de sus pobres resultados con las armas a distancia, la obligaba a practicar más que a los demás.
Con expresión amarga, bajó el cañón del fusil hasta que este quedó paralelo a su cuerpo, sujeto con una sola mano, mientras con la otra se limpiaba el sudor que le empapaba el rostro. Baterilla no era un lugar precisamente frío y estar tanto tiempo al Sol y concentrada hacían que no parara de sudar pese a ir bastante ligera de ropa. Una simple camisa de tirantes blancos y unos pantalones cortos negros eran todo el uniforme que llevaba en esos momentos en el campo de tiro. Estaba fuera de servicio así que se podía permitir estar más cómoda mientras malgastaba inútilmente su mañana intentando mejorar su puntería. - Esto no es lo mío, al menos eso ya lo sabemos con certeza. - comentó en voz baja, para sí misma, mientras recargaba el cargador del arma y volvía a colocarse en posición de disparo. Hincó levemente la rodilla derecha, repartiendo el peso en ambas piernas, colocó la culata del arma sobre su hombro y cerrando un ojo observó por la mirilla a su diana, un pequeño maniquí de madera situado a unos cuarenta metros de distancia. La joven apretó el gatillo de nuevo y esta vez la bala realizó una trayectoria más similar a la deseada, aunque sin acertar todavía de lleno en el blanco. - No me lo puedo creer... - el desánimo se apoderó levemente de la joven rubia. Esta vez había hablado más fuerte, pero no le preocupaba que la oyeran, el campo de tiro estaba vacío... por el momento.
Mei Haiba
Hoja de personaje
Nivel:
(41/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Mei Haiba Mar Mar 15, 2016 12:31 pm
La respuesta de la muchacha fue muy similar a la primera vez que Deka le había preguntado algo más íntimo. La primera vez había sido cuando y cómo había llegado a Baterilla, en aquella ocasión había sido los motivos que la habían llevado a unirse a la Marina. Dos preguntas bastante distintas entre sí que habían culminado de forma sumamente parecida, con una contestación breve y difusa, seguida de un descarado intento de desviar la conversación hacia otro lado, en ambas ocasiones lanzando la misma pregunta en dirección contraria. Y ya casi sólo para seguir con aquel curioso juego del espejo en la que las conversaciones se desarrollaban de la misma forma, la soldado contestó de la misma forma en la que lo había hecho minutos atrás, siendo absolutamente sincera. - Yo me uní porque deseo hacer justicia. Mi justicia. - respondió, casi con dureza, sin siquiera darse la vuelta. Sabía que aquella forma de ver las cosas le parecía radical a muchos de sus compañeros una vez comprendían el ideal regio que la rubia tenía de la justicia. Aunque lo cierto era que las opiniones ajenas le resultaban simples nimiedades. Hacía tiempo que había perdido la esperanza en el ideal de que todo el mundo puede ser reformado. Si su infancia le había enseñado que la vida no era más que una enorme carrera de obstáculos, el asesinato de su madre y hermanos, así cómo su secuestro y abuso le habían inculcado una visión sumamente radical de lo que suponía el castigo a los criminales. Había disfrutado viendo cómo ejecutaban a sus captores. Y seguía disfrutando cuando los delincuentes caían presos o muertos, indistintamente, a sus pies.
La soldado se quedó tan absorta en sus propios pensamientos, que el portón ya había quedado atrás cuando su mente volvió al asunto que la ocupaba, la visita a la ciudad, que ya era perfectamente visible al final del camino de carro por el que las dos jóvenes andaban. - Supongo que lo suyo será enseñarle primero el puerto y luego ir a tomar alguna cosa. - pensó, intentando planificar las actividades que realizarían una vez llegaran a su destino.
Pocos minutos después, el paisaje cambio, el camino de tierra se convirtió en suelo pavimentado y el paisaje natural y abierto dio lugar a las casas, las tiendas y el bullicio. - Vayamos por aquí. - la joven señaló con el dedo una calle cuesta abajo que llevaba directamente al mar. - Por allí se va al puerto, podemos dar un paseo por allí y luego seguir por el centro de la ciudad. - sentenció y sin esperar una contestación de Alexandra, emprendió el camino cuesta abajo con paso ligero, no sin antes tomar una manzana del vendedor ambulante que tenía cerca, lanzarle una moneda para pagarle y dar un buen mordisco a la verdosa fruta.
La soldado se quedó tan absorta en sus propios pensamientos, que el portón ya había quedado atrás cuando su mente volvió al asunto que la ocupaba, la visita a la ciudad, que ya era perfectamente visible al final del camino de carro por el que las dos jóvenes andaban. - Supongo que lo suyo será enseñarle primero el puerto y luego ir a tomar alguna cosa. - pensó, intentando planificar las actividades que realizarían una vez llegaran a su destino.
Pocos minutos después, el paisaje cambio, el camino de tierra se convirtió en suelo pavimentado y el paisaje natural y abierto dio lugar a las casas, las tiendas y el bullicio. - Vayamos por aquí. - la joven señaló con el dedo una calle cuesta abajo que llevaba directamente al mar. - Por allí se va al puerto, podemos dar un paseo por allí y luego seguir por el centro de la ciudad. - sentenció y sin esperar una contestación de Alexandra, emprendió el camino cuesta abajo con paso ligero, no sin antes tomar una manzana del vendedor ambulante que tenía cerca, lanzarle una moneda para pagarle y dar un buen mordisco a la verdosa fruta.
Mei Haiba
Hoja de personaje
Nivel:
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Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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