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Creado por Daishi Kurai Vie Abr 22, 2016 3:13 am
El viento soplaba al momento de haber llegado al puerto, un barco se encontraba sobre el agua, del mismo habían aparecido dos figuras masculinas, estas se acercaron al par que había recién llegado, la interacción dio a demostrar que eran los nakamas de Elizabeth, tripulación a la cual el sombrerero ahora formaba parte. Tras una serie de burlas y amenazas, el médico tenía una tarea sanando las heridas de la albina, mientras que el ladrón ya había colocado sobre si sus ropas de trabajo, presentándose ante ambos piratas. Al parecer al pelirrojo también le ocurrió algo, pues sostenía un dolor, o eso había mencionado, sin embargo eso no importó al final, pues la aparición de una segunda albina con facciones finas y un tanto animalescas generó un poco de tensión en el lugar. Elizabeth parecía lista para atacarla, ¿será que le parecía una criatura extraña? o a lo mejor serían otras las razones ¿no? No había razón hablada al menos, pero para sorpresa de todos, o al menos esa sería la interpretación de este narrador, la segunda albina se dio a conocer más como una herramienta que como una persona en si y se ofreció al servicio de Elizabeth, de una forma muy reverente, aquello pareció generar que la capitán del barco le levantase, dijese palabras en susurros, palabras secretas, y finalmente le abrazara. Tras aquello pidió un mapa y exigió subir al barco.
Bien, las ordenes estaban dichas, tras pasada la tensión, el de sombrero blanco se acercó a ambas albinas y extendió su diestra y dio un chasquido con sus dedos delante de ambas albinas, en su diestra ahora tenía dos rosas blancas las cuales ofrecía a cada una de ellas, digamos que era algo que solía hacer el ladrón con las damas que conocía -Si, es mejor esta atmósfera relajada a la tensión que se había formado previamente- mencionó con suma tranquilidad y tras entregar dichas flores a ambas se enderezó y empezó a buscar entre sus ropas -Veamos... estoy seguro que lo puse por aquí... no... lo... encuentro...- continuó el de monóculo buscando entre sus ropas, seguro lo encontraría pero se preguntarán ¿Qué podía estar buscando? Tan sólo al encontrarlo podría decirlo, de lo contrario, no estaría muy seguro de poseer algo así.
Tras unos segundos buscando entre sus ropas lo encontró, sacando al instante un papel enrollado -Voilá, ¿Un mapa capitán? Verá, al parecer uno de los marines que nos encontramos al parecer era el navegante de su buque, encontré esto entre sus ropas, lo iba a usar para cuando me fuera de la isla, pero tal parecer que nos será de mayor utilidad a todos de esta forma- explicó el ladrón, claro, robar era uno de sus atributos más importantes, capaz de hurtar cualquier objeto sin que su dueño se percate, era un hombre de manos veloces, pero no iba a mostrarlo en ese momento, no tenía sentido demostrar parte de sus habilidades, quizá en otra ocasión así fuera. Le entregó el mapa a la albina mayor y se quedó esperando a que fuesen al barco ambas, era un caballero, no iba a entrar antes que las damas, por más piratas que fueran, eran damas después de todo.
Bien, las ordenes estaban dichas, tras pasada la tensión, el de sombrero blanco se acercó a ambas albinas y extendió su diestra y dio un chasquido con sus dedos delante de ambas albinas, en su diestra ahora tenía dos rosas blancas las cuales ofrecía a cada una de ellas, digamos que era algo que solía hacer el ladrón con las damas que conocía -Si, es mejor esta atmósfera relajada a la tensión que se había formado previamente- mencionó con suma tranquilidad y tras entregar dichas flores a ambas se enderezó y empezó a buscar entre sus ropas -Veamos... estoy seguro que lo puse por aquí... no... lo... encuentro...- continuó el de monóculo buscando entre sus ropas, seguro lo encontraría pero se preguntarán ¿Qué podía estar buscando? Tan sólo al encontrarlo podría decirlo, de lo contrario, no estaría muy seguro de poseer algo así.
Tras unos segundos buscando entre sus ropas lo encontró, sacando al instante un papel enrollado -Voilá, ¿Un mapa capitán? Verá, al parecer uno de los marines que nos encontramos al parecer era el navegante de su buque, encontré esto entre sus ropas, lo iba a usar para cuando me fuera de la isla, pero tal parecer que nos será de mayor utilidad a todos de esta forma- explicó el ladrón, claro, robar era uno de sus atributos más importantes, capaz de hurtar cualquier objeto sin que su dueño se percate, era un hombre de manos veloces, pero no iba a mostrarlo en ese momento, no tenía sentido demostrar parte de sus habilidades, quizá en otra ocasión así fuera. Le entregó el mapa a la albina mayor y se quedó esperando a que fuesen al barco ambas, era un caballero, no iba a entrar antes que las damas, por más piratas que fueran, eran damas después de todo.
Daishi Kurai
Hoja de personaje
Nivel:
(9/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Vie Abr 22, 2016 3:19 pm
Tidehunters, ¡Vaya tripulación en la que el pirata Sho se había metido! En un principio eran un mero grupo reducido de 3 integrantes importantes, la albina, el médico de apellido impronunciable y el propio muchacho de cabello carmesí. Sin embargo, el grupo estaba creciendo a pasos agigantados, y era algo que al espadachín lo alegraba en gran medida, aunque no expondría su felicidad ante estos, pues simplemente “no era su estilo”. Siempre actuaba como un tipo duro, valiente y descerebrado, dispuesto a probar sus límites y causar problemas a todo lugar que acudiera. Ahora sus posibilidades aumentaban. ¿Quién podría afirmar hasta donde podrían llegar con un grupo más grande?
Sus orbes celestinos se clavaron en la segunda albina, aquella de ligeros rasgos de animal. La acción que había tomado era la peor que podría haber hecho, ¿O quizá la mejor? Ese tipo de actitudes era los que le chocaba a la “albina alfa”, aquellas acciones que rebajaran a uno mismo a un estado insignificante, como si se tratara de un ser inferior, un mero esclavo. La sonrisa en su rostro se había borrado con la misma velocidad que había aparecido, notando como Elizabeth estaba por actuar. ¿Realmente estaba por hacer eso? No, claro que no. Ella no era de ese tipo de persona, por más que quisiera aparentar, con una falsa frialdad y seguridad, cuando muy en el fondo era alguien débil, sensible…
Sus labios se arquearon en una nueva sonrisa, a la vez que sus parpados se cerraron, dando a notar la satisfacción del joven. –Como era de esperarse.- Pensó, suspirando por lo bajo. No por nada había tomado la elección de seguir a alguien como ella, su “intrépida” capitana. Para ella, los miembros de su tripulación no eran meros peones, eran algo más allá: un vínculo verdadero, sincero y puro. Eran familia.
Ya había estado trabajando con Eberhard en el barco, no quedaban muchas cosas por hacer. En silencio ascendió al barco, en dirección al cuartucho que empleaba el médico para sus actividades médicas. Aunque el dolor no era molesto, pasaba de seguir aguantándolo mucho tiempo más.
Sus orbes celestinos se clavaron en la segunda albina, aquella de ligeros rasgos de animal. La acción que había tomado era la peor que podría haber hecho, ¿O quizá la mejor? Ese tipo de actitudes era los que le chocaba a la “albina alfa”, aquellas acciones que rebajaran a uno mismo a un estado insignificante, como si se tratara de un ser inferior, un mero esclavo. La sonrisa en su rostro se había borrado con la misma velocidad que había aparecido, notando como Elizabeth estaba por actuar. ¿Realmente estaba por hacer eso? No, claro que no. Ella no era de ese tipo de persona, por más que quisiera aparentar, con una falsa frialdad y seguridad, cuando muy en el fondo era alguien débil, sensible…
Sus labios se arquearon en una nueva sonrisa, a la vez que sus parpados se cerraron, dando a notar la satisfacción del joven. –Como era de esperarse.- Pensó, suspirando por lo bajo. No por nada había tomado la elección de seguir a alguien como ella, su “intrépida” capitana. Para ella, los miembros de su tripulación no eran meros peones, eran algo más allá: un vínculo verdadero, sincero y puro. Eran familia.
Ya había estado trabajando con Eberhard en el barco, no quedaban muchas cosas por hacer. En silencio ascendió al barco, en dirección al cuartucho que empleaba el médico para sus actividades médicas. Aunque el dolor no era molesto, pasaba de seguir aguantándolo mucho tiempo más.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Lun Abr 25, 2016 6:54 am
Habían muchas cosas que podía esperar el luchador, pero la que menos pensó que sucedería era ver a Yuriko postrarse y arrodillarse de una manera muy extraña, vale, Eberhard ya sabia que ella provenía del país de Wano pero ver a su aprendiz en esa pose le incomodo y mucho. Tuvo por momentos recuerdos de la propia Elizabeth en ese tipo de vida y simplemente apretó el puño, tenia ganas de desquitar la rabia que le traían esos recuerdos con alguien, pero la reacción rápida de su capitana le saco por completo de ese estado a uno mas tranquilo – Yuriko, aquí todos somos iguales, no eres ni serás la herramienta de nadie – el hecho que Elizabeth le dejara la mano en el aire no era demasiado importante, al menos sabia que seguramente tuvo mucho con ese impulso de mas adelante – Vamos – extiende su mano hacia su aprendiz – tenemos que retomar el tiempo perdido de tu entrenamiento – espero la respuesta y comenzó a caminar al lado de ella – luego de tu entrenamiento te ayudare en la cocina, seguro que a la capitán le encantara probar tus platillos – era una manera de sacarle la tensión a la situación en general que se había armado.
Todo hasta el momento que llegaron al barco estaba en orden, no había mucho que hacer pues Eberhard había tomado todas las medidas necesarias para que apenas llegase la capitán fuese hora de zarpar – Capitán, todo a bordo esta listo, solo esperamos sus instrucciones para salir de la isla – le indica el luchador – también por favor no me haga insistirle en que tiene que bajar a la cubierta inferior primero, tengo que atenderle esa herida – como medico era una de las veces que sonaba mas a una orden que a una petición, pues su principal preocupación era que todos estuviesen bien, y el orgullo de la albina no iba a impedirle decir las cosas – Yuriko, tu entrenamiento se aplazara un rato, en lo que termine de atender las heridas de Sho y la capitán comenzaremos tu practica sin falta – acto seguido baja hasta la cubierta inferior junto con la albina para indicarle donde estaba el almacén de alimentos, quitándose el enorme morral y dejándolo en el interior – el ambiente es seco, hay algunos depósitos para hielo, pero en general creo que se podrían conservar bien los alimentos – le dice el luchador antes de cerrar la puerta – voy a ir al área medica, si gustas puedes acompañarme, así también te familiarizas con otras áreas del barco – tras terminar su charla se va rumbo a la zona anteriormente mencionada arqueando una ceja solamente al ver al pelirrojo – espero no tener que subir y traerla jalándole de las orejas – era un pensamiento que se le cruzo por la mente – bueno, cuando llegue la capitán empezamos, entre tanto explícame algo mas detallado tu malestar Sho, así podría recetarte un tratamiento preventivo para que no te moleste en el futuro
Todo hasta el momento que llegaron al barco estaba en orden, no había mucho que hacer pues Eberhard había tomado todas las medidas necesarias para que apenas llegase la capitán fuese hora de zarpar – Capitán, todo a bordo esta listo, solo esperamos sus instrucciones para salir de la isla – le indica el luchador – también por favor no me haga insistirle en que tiene que bajar a la cubierta inferior primero, tengo que atenderle esa herida – como medico era una de las veces que sonaba mas a una orden que a una petición, pues su principal preocupación era que todos estuviesen bien, y el orgullo de la albina no iba a impedirle decir las cosas – Yuriko, tu entrenamiento se aplazara un rato, en lo que termine de atender las heridas de Sho y la capitán comenzaremos tu practica sin falta – acto seguido baja hasta la cubierta inferior junto con la albina para indicarle donde estaba el almacén de alimentos, quitándose el enorme morral y dejándolo en el interior – el ambiente es seco, hay algunos depósitos para hielo, pero en general creo que se podrían conservar bien los alimentos – le dice el luchador antes de cerrar la puerta – voy a ir al área medica, si gustas puedes acompañarme, así también te familiarizas con otras áreas del barco – tras terminar su charla se va rumbo a la zona anteriormente mencionada arqueando una ceja solamente al ver al pelirrojo – espero no tener que subir y traerla jalándole de las orejas – era un pensamiento que se le cruzo por la mente – bueno, cuando llegue la capitán empezamos, entre tanto explícame algo mas detallado tu malestar Sho, así podría recetarte un tratamiento preventivo para que no te moleste en el futuro
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Lun Abr 25, 2016 11:13 pm
Para Yuriko la vida se había limitado a una sola cosa: cumplir con lo que se le ordenaba. No había en ella sueños o aspiraciones, ni siquiera deseos. Todo aquello le había sido arrebatado en aras de convertirla en una mejor guerrera. Para ella la vida era la espada y matar para proteger a su señor o morir en su lugar eran las únicas cosas en las que se le era permitido pensar. Era más que natural para ella rendirse incondicionalmente a la persona a la que ella le jurara lealtad; sin embargo, ni en sus más locos sueños hubiera podido imaginarse lo que pasaría segundos después de que ella hubiese hecho lo que hizo.
Aquella mujer, Elizabeth por lo que había escuchado, se había arrodillado frente a ella tan pronto como Yuriko se hubo postrado en el suelo. Se le veía molesta, pero no era del tipo que ella conocía. No era ira, solo incomodidad. Asustada, Yuriko buscó la mirada de su maestro para encontrar la misma expresión. No lo entendía. ¿Había hecho algo malo? Probablemente no era digna de haber dicho algo tan atrevido como eso. Era absurdo pensar que alguien como ella pudiese aspirar a servir a alguien que era tan admirada por tanta gente. Seguramente había sido un error muy tonto el haberlo insinuado siquiera, o al menos eso pensaba.
De pronto, como si supiera lo que estaba pensando, la mujer la tomó de los hombros y la forzó a levantar la mirada. La abrazó y le susurró al oído algo que despertó en ella un profundo temor y a la vez un sentimiento cálido que no supo interpretar. Acto seguido se levantó y en un par de segundos dijo algo que resonó en los oídos Yuriko como si se tratase de una eternidad.
-¿Fa…familia? –Repitió Yuriko, incapaz de entender lo que decía. Si, conocía el concepto, pero nunca nadie se había dignado a llamarse su amigo, menos aún habría alguien tan loco como para considerarla parte de su familia.
Yuriko, aun de rodillas observó a Elizabeth alejarse dando instrucciones a los demás tripulantes. De pronto, algo impidió su visión. Sus ojos estaban húmedos. Agua salía de ellos y sentía en su estómago un vacío parecido a un ayuno de varios días. Por más que intentaba no podía detener el agua que ahora corría por sus mejillas deslizándose hasta formar gruesas gotas que caían chispeantes hasta el suelo.
-¿Eber-sensei? –Exclamó pensando que quizás estaba enferma. Sabía que él era un médico y que quizás podía ayudarla.
El hombre le sorprendió con un reproche, tal cual había hecho la capitana y le indicó lo que con sus actitudes, todos los miembros de la tripulación le habían hecho sentir. Aquel no era solo un barco, era un hogar y aquellas excéntricas personas que nunca había visto en su vida, serían lo más cercano a una verdadera familia que ella podría experimentar a lo largo de su vida.
Tras escuchar las indicaciones de Eber, Yuriko asintió ligeramente con la cabeza y frotó sus ojos con sus mangas. Tomó la rosa que el del monóculo le había ofrecido y aspiró su aroma pensando en qué clase de brujo era aquel sujeto que podía conjurar flores de la nada. Sin darse cuenta, el agua en sus ojos cesó y una sonrisa se dibujó en su hasta entonces lindo pero serio rostro. No cabía duda de que aún era una niña pequeña, sus ojos vidriosos y sus mejillas ruborizadas lo denotaban con gran claridad.
-Si no le molesta quisiera acompañarlo. Quiero aprender todo de todo. –Afirmó mientras retomaba su paquete y se encaminaba hacia la embarcación, observando fijamente la espalda de la mujer que le había dado un lugar al cual pertenecer.
Con eso en mente, Yuriko sonrió nuevamente y se encaminó junto con sus nuevos compañeros.
Aquella mujer, Elizabeth por lo que había escuchado, se había arrodillado frente a ella tan pronto como Yuriko se hubo postrado en el suelo. Se le veía molesta, pero no era del tipo que ella conocía. No era ira, solo incomodidad. Asustada, Yuriko buscó la mirada de su maestro para encontrar la misma expresión. No lo entendía. ¿Había hecho algo malo? Probablemente no era digna de haber dicho algo tan atrevido como eso. Era absurdo pensar que alguien como ella pudiese aspirar a servir a alguien que era tan admirada por tanta gente. Seguramente había sido un error muy tonto el haberlo insinuado siquiera, o al menos eso pensaba.
De pronto, como si supiera lo que estaba pensando, la mujer la tomó de los hombros y la forzó a levantar la mirada. La abrazó y le susurró al oído algo que despertó en ella un profundo temor y a la vez un sentimiento cálido que no supo interpretar. Acto seguido se levantó y en un par de segundos dijo algo que resonó en los oídos Yuriko como si se tratase de una eternidad.
-¿Fa…familia? –Repitió Yuriko, incapaz de entender lo que decía. Si, conocía el concepto, pero nunca nadie se había dignado a llamarse su amigo, menos aún habría alguien tan loco como para considerarla parte de su familia.
Yuriko, aun de rodillas observó a Elizabeth alejarse dando instrucciones a los demás tripulantes. De pronto, algo impidió su visión. Sus ojos estaban húmedos. Agua salía de ellos y sentía en su estómago un vacío parecido a un ayuno de varios días. Por más que intentaba no podía detener el agua que ahora corría por sus mejillas deslizándose hasta formar gruesas gotas que caían chispeantes hasta el suelo.
-¿Eber-sensei? –Exclamó pensando que quizás estaba enferma. Sabía que él era un médico y que quizás podía ayudarla.
El hombre le sorprendió con un reproche, tal cual había hecho la capitana y le indicó lo que con sus actitudes, todos los miembros de la tripulación le habían hecho sentir. Aquel no era solo un barco, era un hogar y aquellas excéntricas personas que nunca había visto en su vida, serían lo más cercano a una verdadera familia que ella podría experimentar a lo largo de su vida.
Tras escuchar las indicaciones de Eber, Yuriko asintió ligeramente con la cabeza y frotó sus ojos con sus mangas. Tomó la rosa que el del monóculo le había ofrecido y aspiró su aroma pensando en qué clase de brujo era aquel sujeto que podía conjurar flores de la nada. Sin darse cuenta, el agua en sus ojos cesó y una sonrisa se dibujó en su hasta entonces lindo pero serio rostro. No cabía duda de que aún era una niña pequeña, sus ojos vidriosos y sus mejillas ruborizadas lo denotaban con gran claridad.
-Si no le molesta quisiera acompañarlo. Quiero aprender todo de todo. –Afirmó mientras retomaba su paquete y se encaminaba hacia la embarcación, observando fijamente la espalda de la mujer que le había dado un lugar al cual pertenecer.
Con eso en mente, Yuriko sonrió nuevamente y se encaminó junto con sus nuevos compañeros.
Yuriko
Creado por Elizabeth Hitze Jue Abr 28, 2016 12:24 am
¿Contenta?.. Bastante, se le notaba en el rostro, aunque suave una dulce sonrisa se dibujaba en esos finos labios rojizos que apenas si adornaban aquella pálida piel propia de la joven albina. Con mucho cuidado con su mano libre tomó la rosa blanca que su nuevo compañero le entregaba y con ello una risa tras ver el mapa que él sacaba sin más, tomándolo tras entregarle su espada mordió su propio labio inferior. - Qué suerte, es un mapa más actual del North Blue. - En efecto, los que tenía era los que había robado hace poco y aún faltaban islas, se le notaba lo antiguo hasta en el papel. - Buen trabajo.- Asintió tras ello sin dejar de caminar escuchando atenta lo que decía Eber - Bien, se adelantaron a todo lo que iba a decirles - Sí, era ciertamente algo.. Controladora y perfeccionista y el hecho de que adivinaran lo que ella pensaba era algo que simplemente adoraba y le encantaba ¿La razón? Ser mandona tiene sus desventajas y odia repetir las cosas más de una vez.
Una vez sobre el barco se negó a ir al área médica quedándose en la parte de la proa esperando a todos para tenerlos frente a frente. - Éste es el Vengueful Spirit, No es el barco más grande ni bello pero es hermoso. Sho se encargará de llevar a Daishi y… - Parpadeó un par de veces… Era mala con los nombres, así que dudando un poco simplemente sonrió algo nerviosa - ¿Yuriko? ¿Sí? Bueno… Ella. Llévalos para que se instalen en sus habitaciones.- Murmuró en un suave ademán acercándose a Daichi para tomar su arma. - Se supone que estamos esperando a alguien más pero… comienzo a dudar de que venga realmente. - Suspiró con algo de pesadez cerrando sus párpados negando suavemente. - Y ojalá la marina no nos encuentre. - Terminó por agregar tras el incidente de hacía poco. - Eber lleva tus cosas para que me cures en mi habitación, quiero descansar, después curarás a Sho, que le duela, no sé qué tiene que andar haciendo el tonto allá afuera. - Regañó tras acusarlo con la mirada y sacarle la lengua un tanto infantil. - Ojalá te hubieran cortado el brazo para que dejaras de hacer tonterías. - Aunque no lo dijera enserio la seriedad con la que lo había dicho parecía ser que deseaba aquello para el pelirrojo pero eso no quitaba la preocupación que llevaba encima la capitana por ello. - Esperaremos un poco más en lo que Eber atiende mi herida y apenas estemos listos, si Wolf no llega nos iremos. - Ordenó comenzando a caminar hacia su habitación.
Una vez sobre el barco se negó a ir al área médica quedándose en la parte de la proa esperando a todos para tenerlos frente a frente. - Éste es el Vengueful Spirit, No es el barco más grande ni bello pero es hermoso. Sho se encargará de llevar a Daishi y… - Parpadeó un par de veces… Era mala con los nombres, así que dudando un poco simplemente sonrió algo nerviosa - ¿Yuriko? ¿Sí? Bueno… Ella. Llévalos para que se instalen en sus habitaciones.- Murmuró en un suave ademán acercándose a Daichi para tomar su arma. - Se supone que estamos esperando a alguien más pero… comienzo a dudar de que venga realmente. - Suspiró con algo de pesadez cerrando sus párpados negando suavemente. - Y ojalá la marina no nos encuentre. - Terminó por agregar tras el incidente de hacía poco. - Eber lleva tus cosas para que me cures en mi habitación, quiero descansar, después curarás a Sho, que le duela, no sé qué tiene que andar haciendo el tonto allá afuera. - Regañó tras acusarlo con la mirada y sacarle la lengua un tanto infantil. - Ojalá te hubieran cortado el brazo para que dejaras de hacer tonterías. - Aunque no lo dijera enserio la seriedad con la que lo había dicho parecía ser que deseaba aquello para el pelirrojo pero eso no quitaba la preocupación que llevaba encima la capitana por ello. - Esperaremos un poco más en lo que Eber atiende mi herida y apenas estemos listos, si Wolf no llega nos iremos. - Ordenó comenzando a caminar hacia su habitación.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Sho Minazuki Jue Mayo 05, 2016 12:59 pm
Vengueful Spirit, el barco donde todo había iniciado. Lugar donde se había abierto a quién ahora sería su capitana, madre, hermana y hasta mejor amiga, generando un vínculo extraño con la misma y, aunque no le gustara admitirlo, con el resto de los tripulantes, incluso Eberhard. Con mucha dedicación había trabajado en el navío, tratando de mantenerlo en las mejores condiciones posibles, pues tenía el conocimiento, la capacidad y la habilidad para mantenerlo a flote. Trataba de conocerlo de pies a cabeza, de principio a fin, pues si la tripulación era “familia”, el barco era “su hogar”… Eso, y claro estaba que temía lo que la albina pudiera hacerle si las cosas no estaban en orden, reparado y bonito.
En cubierta, el pelirrojo se mantuvo al tanto de las palabras de “la intrépida”, ridículo adjetivo que el médico le había atribuido a la joven navegante del barco. Una sonrisa se formó en su rostro ante la forma de describir aquel barco que usaban. Sus orbes celestes recorrieron a los presentes, Daishi y Yuriko, con cierto interés. El joven era bastante extravagante, era demasiado llamativo para la profesión que decía tener. Por otro lado, la nueva albina había llamado poderosamente su atención. Llevaba consigo una espada, no era necesario ser un genio para deducir cuál era su especialidad. –Ella sería útil, si. Necesito alguien que sea bueno con la espada.- Asintió, hablando para sí mismo, algo absorto.
Ante la orden de la mandona, y su accionar infantil, decidió responderle de la misma manera: Así eran ellos, y así morirían. –Quizá debería probar cortándote la lengua- Afiló sus ojos, dibujando una siniestra sonrisa en su rostro, aunque hablaba con un tono burlón, clásico de su persona. Rara vez se vería a Sho Minazuki hacer algo de buena manera cuando se le ordenó hacerlo. El desacato por las leyes y órdenes era uno de sus “tantos encantos”. Sin embargo, órdenes eran órdenes, y no tenía deseos de que Elizabeth perdiera autoridad en el barco. Dedicó una sutil mirada a Eberhard apellido impronunciable y señaló su propio hombro, esperando que entendiera la sutil indicación de que la cicatriz estaba molestando.
-Muy bien, ya la escucharon.- Con voz mandona inició la marcha hacía los cuartos vacíos del navío, descendiendo por unas escaleras de madera, llegando a un pasillo. El corredor era relativamente largo, con puertas a ambos lados del mismo. Inició la caminata por el mismo, pasando de largo por tres puertas, llegando a las últimas dos, enfrentadas entre sí. –Derecha para la dama, izquierda para el caballero… ¿O era al revés?- Pensativo, comenzó a buscar entre sus prendas, encontrando al cabo de unos cuantos segundos dos llaves. –Como sea, no creo que ella haga mucho problema por eso.-
Colocó las llaves en los picaportes correspondientes, abriendo ambas puertas a la vez. Detrás de estas, unos cuartos no tan grandes podían ser apreciados: una cama junto a una ventana circular que daba al mar, a su lado una mesa de luz con dos cajones; junto a la puerta un armario de madera y, frente a esta, una mesa del mismo material con un banquito incluido. –“Hogar, dulce hogar”, ¿no?- Les dedicó una tierna sonrisa, la cual se esfumó en cuestión de segundos, pues no le gustaba que otros pensaran que fuese amable. –Acomódense. Cuando estén listos pueden recorrer el resto del barco a su gusto. Ya saben, acostumbrarse a su nuevo hogar.-
En cubierta, el pelirrojo se mantuvo al tanto de las palabras de “la intrépida”, ridículo adjetivo que el médico le había atribuido a la joven navegante del barco. Una sonrisa se formó en su rostro ante la forma de describir aquel barco que usaban. Sus orbes celestes recorrieron a los presentes, Daishi y Yuriko, con cierto interés. El joven era bastante extravagante, era demasiado llamativo para la profesión que decía tener. Por otro lado, la nueva albina había llamado poderosamente su atención. Llevaba consigo una espada, no era necesario ser un genio para deducir cuál era su especialidad. –Ella sería útil, si. Necesito alguien que sea bueno con la espada.- Asintió, hablando para sí mismo, algo absorto.
Ante la orden de la mandona, y su accionar infantil, decidió responderle de la misma manera: Así eran ellos, y así morirían. –Quizá debería probar cortándote la lengua- Afiló sus ojos, dibujando una siniestra sonrisa en su rostro, aunque hablaba con un tono burlón, clásico de su persona. Rara vez se vería a Sho Minazuki hacer algo de buena manera cuando se le ordenó hacerlo. El desacato por las leyes y órdenes era uno de sus “tantos encantos”. Sin embargo, órdenes eran órdenes, y no tenía deseos de que Elizabeth perdiera autoridad en el barco. Dedicó una sutil mirada a Eberhard apellido impronunciable y señaló su propio hombro, esperando que entendiera la sutil indicación de que la cicatriz estaba molestando.
-Muy bien, ya la escucharon.- Con voz mandona inició la marcha hacía los cuartos vacíos del navío, descendiendo por unas escaleras de madera, llegando a un pasillo. El corredor era relativamente largo, con puertas a ambos lados del mismo. Inició la caminata por el mismo, pasando de largo por tres puertas, llegando a las últimas dos, enfrentadas entre sí. –Derecha para la dama, izquierda para el caballero… ¿O era al revés?- Pensativo, comenzó a buscar entre sus prendas, encontrando al cabo de unos cuantos segundos dos llaves. –Como sea, no creo que ella haga mucho problema por eso.-
Colocó las llaves en los picaportes correspondientes, abriendo ambas puertas a la vez. Detrás de estas, unos cuartos no tan grandes podían ser apreciados: una cama junto a una ventana circular que daba al mar, a su lado una mesa de luz con dos cajones; junto a la puerta un armario de madera y, frente a esta, una mesa del mismo material con un banquito incluido. –“Hogar, dulce hogar”, ¿no?- Les dedicó una tierna sonrisa, la cual se esfumó en cuestión de segundos, pues no le gustaba que otros pensaran que fuese amable. –Acomódense. Cuando estén listos pueden recorrer el resto del barco a su gusto. Ya saben, acostumbrarse a su nuevo hogar.-
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Saytan Wingtribe Dom Mayo 08, 2016 7:28 pm
20 Minutos antes de la llegada de Elizabeth y de Dashi al barco.
El barco que correspondía a la Capitana ya había tocado puerto, y se tenía estimado el momento para recibir a la líder nata de los Tidehunters. Saytan estaba en su camarote, sentado en su silla y con una lámpara que iluminaba el escritorio en el que tenía sus manos postradas. Al parecer el joven estaba escribiendo en una especie de cuaderno, y se veía muy feliz mientras lo llenaba con vigorosidad. Bostezó y acomodó un poco su camisa manga larga azul marino para ver por la ventana de la habitación, la cual le permitía visualizar el exterior y parte del puerto en el que estaba el barco. La boca del pirata estaba seca, llevó su mano al vaso que tenía en el propio escritorio y bebió agua de él."Creo que el Sub-Capitán me dio un día de descanso para hoy... ah claro, supongo que el tonto de Sho debe estar arreglando y atendiendo el barco... al fin y al cabo es muy hábil para eso, lo felicito la verdad".
El muchacho tocó su colgante y siguió escribiendo. La escritura venía relacionada al parecer sobre sus dos hermanitas y sin más escuchó una voz, causando que éste reaccionara y volteara ~ Que lindo te ves escribiendo... hermano ~. Se sorprendió al ver quien estaba dentro de su habitación; Tangela Wingtribe. ~ ¿Ta-Ta-Tangela? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu hermana? ~ Se levantó muy alegre, no sin antes cerrar aquel "diario" que estaba llenando. ~ No te preocupes por ella... debe estar haciendo grullas de papel en alguna parte de este barco ~ La niña comenzó a caminar por todo el cuarto, lo veía con mucha profundidad, incluso se asomaba por la pequeña ventana para tomar aire fresco. Se cruzó de brazos y miró a su hermano ~ ! Esta es una porquería de cuarto hermano ! ! Lo tienes todo desordenado y lleno de polvo ! ... ! Eres un grandísimo tonto ! ~ Reaccionó de manera muy agresiva, y pateó a su hermano en la rodilla, pero esto era un juego, ella solía ser así y esto le agradaba mucho a Saytan. ~ Eso duele... y mucho, pequeña demonio ~ El pirata sostuvo por varios segundos su rodilla y la acarició un poco para aliviar el dolor por aquel golpe.
Tangela se acostó boca arriba en la cama, y centró sus ojos en el techo de la habitación. Saytan hizo lo mismo, acompañándola. ~ Te sientes bien en este sitio?... llevas pocos días con los miembros de esta tripulación... y estoy preocupada de que vuelvas a sentirte so-...~ Saytan colocó su mano en la cabeza de ella para acariciarla y así interrumpir lo que decía ~ Los tengo a ellos y a ustedes también. No me siento tan solo que digamos ~ Su hermana asintió, mientras que sus ojos comenzaron a ponerse llorosos. Para aliviar su preocupación, Saytan arrojó unas cuantas anécdotas graciosas para que ese sentimiento de angustia que ella tenía desapareciera. Rieron, hablaron e hicieron boberías en el cuarto. Pero, todo fue falso... una vez más, la mente de este muchacho le causó una alucinación que le brindó varios minutos más, los cuales son considerados muy pero muy valiosos para él.
La plática que nunca existió terminó con Saytan quedándose dormido en la cama de su habitación, no tenía su chaquetón, el cual le permitía cubrir parte de su cuello y su valioso colgante. Llenó el cuarto con sus ronquidos y además, una lágrima fue recorriendo su mejilla, mientras que una sonrisa se quedó en el rostro del durmiente.
El muchacho tocó su colgante y siguió escribiendo. La escritura venía relacionada al parecer sobre sus dos hermanitas y sin más escuchó una voz, causando que éste reaccionara y volteara ~ Que lindo te ves escribiendo... hermano ~. Se sorprendió al ver quien estaba dentro de su habitación; Tangela Wingtribe. ~ ¿Ta-Ta-Tangela? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu hermana? ~ Se levantó muy alegre, no sin antes cerrar aquel "diario" que estaba llenando. ~ No te preocupes por ella... debe estar haciendo grullas de papel en alguna parte de este barco ~ La niña comenzó a caminar por todo el cuarto, lo veía con mucha profundidad, incluso se asomaba por la pequeña ventana para tomar aire fresco. Se cruzó de brazos y miró a su hermano ~ ! Esta es una porquería de cuarto hermano ! ! Lo tienes todo desordenado y lleno de polvo ! ... ! Eres un grandísimo tonto ! ~ Reaccionó de manera muy agresiva, y pateó a su hermano en la rodilla, pero esto era un juego, ella solía ser así y esto le agradaba mucho a Saytan. ~ Eso duele... y mucho, pequeña demonio ~ El pirata sostuvo por varios segundos su rodilla y la acarició un poco para aliviar el dolor por aquel golpe.
Tangela se acostó boca arriba en la cama, y centró sus ojos en el techo de la habitación. Saytan hizo lo mismo, acompañándola. ~ Te sientes bien en este sitio?... llevas pocos días con los miembros de esta tripulación... y estoy preocupada de que vuelvas a sentirte so-...~ Saytan colocó su mano en la cabeza de ella para acariciarla y así interrumpir lo que decía ~ Los tengo a ellos y a ustedes también. No me siento tan solo que digamos ~ Su hermana asintió, mientras que sus ojos comenzaron a ponerse llorosos. Para aliviar su preocupación, Saytan arrojó unas cuantas anécdotas graciosas para que ese sentimiento de angustia que ella tenía desapareciera. Rieron, hablaron e hicieron boberías en el cuarto. Pero, todo fue falso... una vez más, la mente de este muchacho le causó una alucinación que le brindó varios minutos más, los cuales son considerados muy pero muy valiosos para él.
La plática que nunca existió terminó con Saytan quedándose dormido en la cama de su habitación, no tenía su chaquetón, el cual le permitía cubrir parte de su cuello y su valioso colgante. Llenó el cuarto con sus ronquidos y además, una lágrima fue recorriendo su mejilla, mientras que una sonrisa se quedó en el rostro del durmiente.
- OFF:
- Así es, Saytan ya conoce a Sho, a Yuriko, a Eberhard y a la Capitana. Pasó la mayor parte de su tiempo en el camarote, por lo que aún no se ha presentado ante el Mago puppet no se qué (xD). El trasfondo de cómo conozco a la Capitana y será en un pasado que será narrado después entre ella y yo.
Saytan Wingtribe
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Miér Mayo 11, 2016 8:40 pm
Podría haberse esperado muchas cosas de todo lo acontecido pero por un instante pensó que la albina aceptaría que tanto ella como el pelirrojo fuesen tratados al mismo tiempo, craso error, parece que estaba bastante impaciente porque la atendieran primero – lo siento, sabes que en el barco la capitán manda – era cierto, ella daba las ordenes y si quería que se le tratara a ella primero seria así. De todos modos el medico no tenia muchos motivos para rechistar, pues la herida de la albina era bastante mas grave que la que tenia el otro. Aun así no iba a dejarlo simplemente con la molestia, así que mientras recogía sus cosas tomo un frasco de madera, en el interior había una crema de color café que tenia un olor a menta – colócate esto donde te duele, te adormecerá la zona y bajara la inflamación, a la noche te lo aplicas de nuevo y para mañana debería estar bien – saliendo de su “enfermería” le da una palmadita en la cabeza a Yuriko – vengo en un momento, tengo que atender a la capitán, mientras si quieres puedes pedirle a Sho que te termine de enseñar el barco – se retira y comienza a subir las escaleras del barco.
Camina por la cubierta tocando la pierda de la habitación de la albina antes de entrar – Saludos capitán – dice en un tono formal antes de cerrar la puerta tras de si. En ese momento todo el rostro que tenia calmado desapareció por uno de preocupación y se le acerco bastante rápido – se ve un poco profunda… - realmente estaba molesto consigo mismo por no haber podido hacerle un tratamiento apropiado rápidamente, pero el comportamiento de la albina le dio una falsa sensación de que todo estaba bajo control, no cometería ese error de nuevo – Elizabeth ¿Cómo te hiciste esta herida? – al menos por esos momentos, no tenia que mantener las fachadas en frente de todo el mundo – traje algunas cosas para curarte pero ocupo que por favor te quites el vestido primero, sino no podre curarte el brazo porque la tela de la manga me estorbaría mucho – no era una petición loca o algo similar, simplemente quería asegurarse de poder atenderla como es debido. A su lado había un bolso con algunos frascos, y una pequeña caja, eran sus herramientas de trabajo, bastante mejor preparadas que lo improvisado que tuvo que atender al pelirrojo ese día en Ilusia.
Camina por la cubierta tocando la pierda de la habitación de la albina antes de entrar – Saludos capitán – dice en un tono formal antes de cerrar la puerta tras de si. En ese momento todo el rostro que tenia calmado desapareció por uno de preocupación y se le acerco bastante rápido – se ve un poco profunda… - realmente estaba molesto consigo mismo por no haber podido hacerle un tratamiento apropiado rápidamente, pero el comportamiento de la albina le dio una falsa sensación de que todo estaba bajo control, no cometería ese error de nuevo – Elizabeth ¿Cómo te hiciste esta herida? – al menos por esos momentos, no tenia que mantener las fachadas en frente de todo el mundo – traje algunas cosas para curarte pero ocupo que por favor te quites el vestido primero, sino no podre curarte el brazo porque la tela de la manga me estorbaría mucho – no era una petición loca o algo similar, simplemente quería asegurarse de poder atenderla como es debido. A su lado había un bolso con algunos frascos, y una pequeña caja, eran sus herramientas de trabajo, bastante mejor preparadas que lo improvisado que tuvo que atender al pelirrojo ese día en Ilusia.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Daishi Kurai Vie Mayo 20, 2016 12:24 am
Había proporcionado un mapa a la albina capitán de aquel barco, sin lugar a dudas para tomar algo que no le pertenecía, el mago era un profesional, no por nada se daba a si mismo el título de ladrón. -Por supuesto capitán, tomó lo mejor... o al menos eso trato- mencionaba el de capa y sombrero pues, mentira no era, siempre intentaba tomar lo que fuese lo mejor en variadas circunstancias, aunque al ser un robo, normalmente es posible tomar lo mejor del lugar, aunque son tecnicismos que no importan realmente en ese momento.
Todos subieron al barco, ya la tensión había bajado y tanto la capitán como Sho habían ido al despacho del médico a ser atendidos, eso significaba que se quedaría en cubierta esperando a ver si la máquina lupina llegaba de alguna forma, y a la vez, vigilar que la "caballería" no fuera a darles problemas al puerto, después de todo, que un barco con sujetos con recompensa adentro del mismo siempre era una jugosa captura para los de azul, detalles de la vida cotidiana de un buscado por la ley, sonrió, después de todo, la vida era así, divertida si se le aplicaban los ingredientes correctos.
-Nuevamente al mar y ahora no iré sólo... vaya, creo que esto será muy divertido e interesante, seguir las ordenes de una chica de cabello blanco que... si, esta muy guapa- hablaba para si el ladrón estando básicamente sólo en cubierta, sólo la chica de orejas de felina se encontraba por ahí, pero esperaba que ni sus finas orejas pudiesen escuchar lo que hablaba para si, aunque... tampoco es que fuese de mucha importancia que escuchara o no las palabras del mago.
Y la brisa soplaba suave, el mar parecía estar esperando a que salieran del puerto y empezaran a navegar en aquellas aguas peligrosas y salvajes... aunque no tan salvajes como la de la Gran Línea, pero tenían su magia... magia que más de un mago tenían la capacidad de comprender... si, muchos podían entenderlo. Y Observando así desde aquel lugar esperaba a que dieran la orden de zarpar y abandonar aquella isla.
Todos subieron al barco, ya la tensión había bajado y tanto la capitán como Sho habían ido al despacho del médico a ser atendidos, eso significaba que se quedaría en cubierta esperando a ver si la máquina lupina llegaba de alguna forma, y a la vez, vigilar que la "caballería" no fuera a darles problemas al puerto, después de todo, que un barco con sujetos con recompensa adentro del mismo siempre era una jugosa captura para los de azul, detalles de la vida cotidiana de un buscado por la ley, sonrió, después de todo, la vida era así, divertida si se le aplicaban los ingredientes correctos.
-Nuevamente al mar y ahora no iré sólo... vaya, creo que esto será muy divertido e interesante, seguir las ordenes de una chica de cabello blanco que... si, esta muy guapa- hablaba para si el ladrón estando básicamente sólo en cubierta, sólo la chica de orejas de felina se encontraba por ahí, pero esperaba que ni sus finas orejas pudiesen escuchar lo que hablaba para si, aunque... tampoco es que fuese de mucha importancia que escuchara o no las palabras del mago.
Y la brisa soplaba suave, el mar parecía estar esperando a que salieran del puerto y empezaran a navegar en aquellas aguas peligrosas y salvajes... aunque no tan salvajes como la de la Gran Línea, pero tenían su magia... magia que más de un mago tenían la capacidad de comprender... si, muchos podían entenderlo. Y Observando así desde aquel lugar esperaba a que dieran la orden de zarpar y abandonar aquella isla.
Daishi Kurai
Hoja de personaje
Nivel:
(9/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Elizabeth Hitze Lun Mayo 23, 2016 1:26 pm
Todo parecía tranquilo, todos los tripulantes ya sobre el barco era más que suficiente para poder proseguir el camino, las nuevas adiciones eran bastante prometedoras y, aunque fuese algo que se guardaba sólo para ello, la ilusión de ir al paraíso poco apoco comenzaba a tomar forma. Dejó a todos atrás sólo para irse a su habitación, sin más terminó recostándose esperando a que el médico llegara para que tratara sus heridas y, por fin, poder dormir un poco, descansar que el haber estado sola vagando por ahí mucho tiempo el estar alerta no le había dejado poder dormir a gusto.
Pero los suaves golpes en la puerta de mandera que cuidaba de su habitación la hicieron abrir un poco sus párpados, sentándose sobre la cama se quedó en silencio esperando a que Eber entrara, ante la petición de él simplemente tomó con su mano derecha la manga del vestido con toda la intención de desgarrarlo… Pero por una extraña razón se detuvo, poniéndose de pie se lo quitó dejándolo sobre la cama, abajo traía las ropas que normalmente solía utilizar por lo que deshaciéndose de su camisa quedando sólo en su blusilla de tirantes dejó la herida expuesta para ser trata. No contestó a la pregunta de Eber, simplemente agachó un poco su cabeza con sus párpados cerrados, tranquila se quedó quieta esperando a que él la curara, dolía demasiado, sabía que la curación tardaría más de lo esperado y por supuesto dejaría lastimada a la joven albina por un buen rato.
Una vez él terminara terminaría por recostarse. - Dile a Yuriko que por favor revise nuestro pequeño almacén, que de hoy en delante le pertenecerá, será su trabajo que esté bien abastecido para que ella sin problema tenga todo lo que necesita para preparar la comida que guste servirnos. - Susurró cerrando sus párpados. - Diles a Sho y Daishi que en l próxima parada compraremos las herramientas que necesiten para poder trabajar en el barco sin problemas. Si necesitas más cosas de médico también ve haciendo t tu lista… - Calló por unos instantes acurrucándose más en la cama. - Dile a Saytan que le ayude a Yuriko a acomodar las cosas que ella trajo, as{i todos se van conociendo. - Murmuraba ya adormilada. - Extrañaba mi cama… - Le entregó la brújula a Eber y le vio de soslayo a penas. - Fijen rumbo al oeste, me vienes a despertar en dos horas si es que no me levanto antes, iremos ya a la próxima isla, debemos seguir avanzando. - Acotó antes de terminar por quedarse dormida.
Pero los suaves golpes en la puerta de mandera que cuidaba de su habitación la hicieron abrir un poco sus párpados, sentándose sobre la cama se quedó en silencio esperando a que Eber entrara, ante la petición de él simplemente tomó con su mano derecha la manga del vestido con toda la intención de desgarrarlo… Pero por una extraña razón se detuvo, poniéndose de pie se lo quitó dejándolo sobre la cama, abajo traía las ropas que normalmente solía utilizar por lo que deshaciéndose de su camisa quedando sólo en su blusilla de tirantes dejó la herida expuesta para ser trata. No contestó a la pregunta de Eber, simplemente agachó un poco su cabeza con sus párpados cerrados, tranquila se quedó quieta esperando a que él la curara, dolía demasiado, sabía que la curación tardaría más de lo esperado y por supuesto dejaría lastimada a la joven albina por un buen rato.
Una vez él terminara terminaría por recostarse. - Dile a Yuriko que por favor revise nuestro pequeño almacén, que de hoy en delante le pertenecerá, será su trabajo que esté bien abastecido para que ella sin problema tenga todo lo que necesita para preparar la comida que guste servirnos. - Susurró cerrando sus párpados. - Diles a Sho y Daishi que en l próxima parada compraremos las herramientas que necesiten para poder trabajar en el barco sin problemas. Si necesitas más cosas de médico también ve haciendo t tu lista… - Calló por unos instantes acurrucándose más en la cama. - Dile a Saytan que le ayude a Yuriko a acomodar las cosas que ella trajo, as{i todos se van conociendo. - Murmuraba ya adormilada. - Extrañaba mi cama… - Le entregó la brújula a Eber y le vio de soslayo a penas. - Fijen rumbo al oeste, me vienes a despertar en dos horas si es que no me levanto antes, iremos ya a la próxima isla, debemos seguir avanzando. - Acotó antes de terminar por quedarse dormida.
Elizabeth Hitze
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