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Creado por Miyamoto Musashi Miér Jul 06, 2016 8:15 pm
La primer prueba de Miyamoto como marine había pasado, ahora debía buscar donde hospedarse mientras estuviera en ese cuartel de la marina. Al preguntarle muy cortadamente a un compañero este le habló de unas habitaciones, algo lejanas pero cerca de la playa, la idea le gustaba. Las olas eran de su agrado, tomar su espada y blandirla, tanto al atardecer como al amanecer, hasta que sus brazos no pudiesen más. Así lo hacía en Wano esperaba poder seguir así en el que sería su nuevo hogar por un tiempo.
Le indicaron donde debía ir, cuando acabara sus labores, era una dirección relativamente sencilla pero lo que mejor recordó era que en caso de perderse rodeara la ciudad por la playa. La ciudad era demasiado grande y supuso que se perdería, era demasiado probable, durante su recuperación en el Archipielago Shabody le paso más de cinco veces en la corta estancia que estuvo allí, la ciudad no era su entorno ni tampoco de su agrado.
Pero antes de marcharse ese día lo llamaron junto a otros reclutas para probar unas armas de fuego nuevas, que el ingeniero de esa base estaba desarrollando. Era demasiado peligroso dicho asunto, odiaba las armas de fuego y casi tenía más usarlas que enfrentarlas pero debía obedecer las ordenes. El grupo seleccionado fue llamado completamente al azar entre los soldado de bajo rango y los más nuevos, algún superior esperaba que en caso de algún error en el funcionamiento o lesión inducida adjudicar la culpa a la inexperiencia y no al encargado de esa tecnología. Eran siete marines conejillos de indias y unos cuantos junto a los de mayor rango observando y tomando notas de asunto. Takezo era el único con un yukata y eso parecía le daba puntos en rareza pese a que varios de los presentes tambien tenían sus peculiaridades a simple vista. Un tipo anciano, de barba y lentes bastante gruesos y con mucho aumento decía -Chaludos Choldados. Cada uno chome el arma que guchte y me dichen la inscripchión del mango antes de usarla, para anotarlos- parecía tener la información de todos en la libreta que agitaba mientras daba las explicaciones. El samurai desaliñado solo pensaba "No puedo creer que esta sea la tarea que me encomendaron, esto es lo que hacen los marines en su día a día" decía para sus adentros mientras soltaba un ligero -Tssk- y empezaba a ojear las armas que reposaban en una mesa que había sido transportada hasta esa zona de tiro, cada una era más rara que la anterior.
Le indicaron donde debía ir, cuando acabara sus labores, era una dirección relativamente sencilla pero lo que mejor recordó era que en caso de perderse rodeara la ciudad por la playa. La ciudad era demasiado grande y supuso que se perdería, era demasiado probable, durante su recuperación en el Archipielago Shabody le paso más de cinco veces en la corta estancia que estuvo allí, la ciudad no era su entorno ni tampoco de su agrado.
Pero antes de marcharse ese día lo llamaron junto a otros reclutas para probar unas armas de fuego nuevas, que el ingeniero de esa base estaba desarrollando. Era demasiado peligroso dicho asunto, odiaba las armas de fuego y casi tenía más usarlas que enfrentarlas pero debía obedecer las ordenes. El grupo seleccionado fue llamado completamente al azar entre los soldado de bajo rango y los más nuevos, algún superior esperaba que en caso de algún error en el funcionamiento o lesión inducida adjudicar la culpa a la inexperiencia y no al encargado de esa tecnología. Eran siete marines conejillos de indias y unos cuantos junto a los de mayor rango observando y tomando notas de asunto. Takezo era el único con un yukata y eso parecía le daba puntos en rareza pese a que varios de los presentes tambien tenían sus peculiaridades a simple vista. Un tipo anciano, de barba y lentes bastante gruesos y con mucho aumento decía -Chaludos Choldados. Cada uno chome el arma que guchte y me dichen la inscripchión del mango antes de usarla, para anotarlos- parecía tener la información de todos en la libreta que agitaba mientras daba las explicaciones. El samurai desaliñado solo pensaba "No puedo creer que esta sea la tarea que me encomendaron, esto es lo que hacen los marines en su día a día" decía para sus adentros mientras soltaba un ligero -Tssk- y empezaba a ojear las armas que reposaban en una mesa que había sido transportada hasta esa zona de tiro, cada una era más rara que la anterior.
Miyamoto Musashi
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Creado por Kuro Yoichi Miér Jul 06, 2016 8:38 pm
Probar armas de fuego, patético. Inclusive si tenía el tiempo para hacer aquello, cosa que no tenía, aprovecharía el tiempo para otra cosa, algo productivo, como intentar mejorar aún más su brazo izquierdo. Si fue allí fue únicamente por el hipotético caso de que se encontrase una buen arma cuyo diseño pudiese copiar para anexar al brazo tal como había hecho con armas más sencillas. La voz de aquel hombre que les hablaba era irritante, la idea de agarrar un arma de fuego y probarla justo en aquel ser de anteojos, pues no iría a llamarlo humano sino "ser", pasó por su cabeza y tardó demasiado en desaparecer. Sus pensamientos fueron nublados por una imagen repitiéndose, una y otra y otra vez, disparos, cada uno en un lugar distinto. Gritos de dolor, cada uno con una tonalidad levemente distinta que le daba una peculiaridad a cada quejido.
Analizó las armas de reojo, ninguna parecía destacar, no parecían demasiado interesantes sino variaciones con incrementos mínimos en tamaños tanto de balas como de cañones intentando dar diversos efectos. Quizás las balas eran lo que debían probar, después de todo el poder de un arma de fuego venía tanto por la velocidad de disparo, por el tamaño y forma de las balas y por el "efecto especial" propio de estas. La primer arma que agarró tenía una inscripción consistente en una sucesión de números y letras - A20X45 - el arma era una Desert Eagle, por el tamaño del cañón este había sido ajustado para poder disparar balas de un calibre 50, esto último lo supo por el cargador que estaba al lado del arma, por si era necesario volver a dispararla una vez se terminasen las balas.
Agarró esta Deser Eagle con su brazo izquierdo. Sus colores variaban entre negro y naranja y el tamaño de sus músculos era bastante mayor al del brazo derecho. Además de esto no parecía tener nada, no habían pinches en ninguna parte, ni cuchillas, ni uñas, simplemente un brazo normal hecho de metal. Agarró el arma con este brazo ya que con el mismo tenía más fuerza y sería menos afectado por el retroceso. Si, posiblemente lo que estuviesen probando era una manera de disminuir el retroceso, quizás mediante el uso de una pólvora especial o algo similar. Tenía que disparar a una diana unos 15 metros de distancia de él. Apuntó a la misma y disparó. La bala salió disparada chocando contra la diana pero no en el centro sino en el tercer anillo lo cual le daba 8 puntos. Habría intentado disparar nuevamente pero el arma había explotado en su mano. Si hubiese sido la mano derecha posiblemente la habría perdido pero en una mano robot el daño era poco, apenas uno que otro raspón hecho por pedazos del arma que habían sido despedidos al explotar esta. El radio de la explosión había sido unos 5cm, algo normal en armas que explotaban, y la intensidad de esta casi nula al compararla con un explosivo normal. Si, ya le había pasado antes pero no era nada especial, los dedos perdidos habían sido remplazados y, finalmente, el brazo entero había sido remplazado - Emmm... ¿Ya puedo irme?... - preguntó sin interesarle mucho el tema. No le servían prototipos que ni siquiera funcionaban, cuando hubiese algo interesante quizás prestaría atención.
Analizó las armas de reojo, ninguna parecía destacar, no parecían demasiado interesantes sino variaciones con incrementos mínimos en tamaños tanto de balas como de cañones intentando dar diversos efectos. Quizás las balas eran lo que debían probar, después de todo el poder de un arma de fuego venía tanto por la velocidad de disparo, por el tamaño y forma de las balas y por el "efecto especial" propio de estas. La primer arma que agarró tenía una inscripción consistente en una sucesión de números y letras - A20X45 - el arma era una Desert Eagle, por el tamaño del cañón este había sido ajustado para poder disparar balas de un calibre 50, esto último lo supo por el cargador que estaba al lado del arma, por si era necesario volver a dispararla una vez se terminasen las balas.
Agarró esta Deser Eagle con su brazo izquierdo. Sus colores variaban entre negro y naranja y el tamaño de sus músculos era bastante mayor al del brazo derecho. Además de esto no parecía tener nada, no habían pinches en ninguna parte, ni cuchillas, ni uñas, simplemente un brazo normal hecho de metal. Agarró el arma con este brazo ya que con el mismo tenía más fuerza y sería menos afectado por el retroceso. Si, posiblemente lo que estuviesen probando era una manera de disminuir el retroceso, quizás mediante el uso de una pólvora especial o algo similar. Tenía que disparar a una diana unos 15 metros de distancia de él. Apuntó a la misma y disparó. La bala salió disparada chocando contra la diana pero no en el centro sino en el tercer anillo lo cual le daba 8 puntos. Habría intentado disparar nuevamente pero el arma había explotado en su mano. Si hubiese sido la mano derecha posiblemente la habría perdido pero en una mano robot el daño era poco, apenas uno que otro raspón hecho por pedazos del arma que habían sido despedidos al explotar esta. El radio de la explosión había sido unos 5cm, algo normal en armas que explotaban, y la intensidad de esta casi nula al compararla con un explosivo normal. Si, ya le había pasado antes pero no era nada especial, los dedos perdidos habían sido remplazados y, finalmente, el brazo entero había sido remplazado - Emmm... ¿Ya puedo irme?... - preguntó sin interesarle mucho el tema. No le servían prototipos que ni siquiera funcionaban, cuando hubiese algo interesante quizás prestaría atención.
Kuro Yoichi
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Creado por Shotto Lynx Jue Jul 07, 2016 9:41 am
Actualmente me encontraba sirviendo en la base de la Marina de Shells Town, una de las más conocidas en los Blues. Tenía que decirlo, la vida de un recluta marine era mucho menos glamorosa de lo que había imaginado. Con todo, no había recluta más entusiasta que yo, más impecable que yo, y con mejor humor que yo. Las tareas que me tocaban hacer las enfrentaba con toda la disposición del mundo, pero no era la primera vez que sentía estarme encargando de algo inútil, o simplemente para que los sargentos se cachondearan de los novatos. La tarea del día era, en un día radiante como aquel, quedarse dentro de la base probando unas cuantas armas de fuego novedosas.
Me reuní con muchos otros reclutas en el cuarto de práctica de tiro. Vestía una camisa y chaqueta espléndidas con bufanda roja, todo debajo de una gran gabardina azul oscuro con el emblema de la Marine en la espalda. Mientras aguardaba en la habitación, recorría todo con la mirada. Yo de armas de fuego no sabía nada, pero me las apañaría. Lo que realmente me desagradaba era algo horrible. Y era que ahí no... ahí no... ¡No había mujeres!
— Un día triste para el amor, nyan. Las nubes de mi alma se oscurecen —recité para mí mismo, cerrando los ojos un momento mientras ajustaba la bufanda con la mano derecha, enfundada en un guante de seda marrón.
Al parecer quien nos supervisaba era un anciano al que ya le costaba pronunciar correctamente las palabras. Pobre señor, teniendo que estar ahí con un montón de reclutas inmaduros para semejante práctica de tiro. Acaté sus instrucciones esperando acabar deprisa con esa labor para que todos pudiéramos irnos en paz, así que me acerqué a las armas que estaban en los mesones, con las manos agarradas tras la espalda, caminando muy erguido mientras movía la cola de un lado a otro, de manera hipnótica. Seleccioné una pistola al azar, pero al leer la inscripción en el mango, me enteré de que era una Magnum modelo T5, así que eso mismo comuniqué al anciano antes de ir a la zona de tiro a poner en práctica aquella cosa.
— Buenos días, estimado amigo, nyan —saludé muy amablemente a la persona junto a la cual me alineé para empezar a tirar a las dianas. Al mirarlo de reojo, me recordó a mi viejo maestro, que también había sido un hombre de Wano. No pude evitar pensar que las armas de fuego y las personas provenientes de ese lugar eran como el agua y el aceite— Mi nombre es Lynx, Shotto Lynx. Que tengas suerte con tu arma. Se ve que hay unas que hacen cosas extrañas, hay que andarnos con cuidado, nyan —comenté a aquel hombre.
Cuando quité el seguro del arma, algo indeciso por lo que hacía, y extendí mi brazo de largo a largo apuntando a la diana más cercana que tenía justo al frente, no supe si pararme de costado, derecho o sujetar el arma con dos manos o una. Acabé por hacerlo con una sola mano, haciendo como que tenía una de mis Twin Maidens amenazando el cuello de un rival. Apunté unos momentos y entonces jalé el gatillo. Me llevé una sorpresa cuando del cañón lo que salió no fue una bala, sino una especie de sustancia pegajosa de aspecto nauseabundo que se quedó pegada a la diana.
— Eso es desconcertante, nyan —manifesté, entrecerrando mis ávidos ojillos felinos. Un momento después, no obstante, la cosa pegajosa echó humo y empezó a derretir la diana— Pero sin duda efectivo, ¿no crees? —rectifiqué, mirando con una pequeña sonrisa al hombre de Wano junto a mí— Aunque nada es, ni será mejor para un guerrero de verdad, que el filo de una espada, nyan. ¿Puedo intuir que estás de acuerdo, compañero? —no hube terminado de decir aquellas palabras, cuando a otro marine unos metros más a la derecha, le explotó el arma en plena mano. No comprendí cómo había salido ileso al principio, pero la habitación se había quedado súbitamente en silencio, y muchos reclutas soltaron de inmediato sus armas, negándose a arriesgarse a que les sucediera lo mismo a ellos. Solté una risa perspicaz— Nunca mejor dicho, nyan —agregué.
Me reuní con muchos otros reclutas en el cuarto de práctica de tiro. Vestía una camisa y chaqueta espléndidas con bufanda roja, todo debajo de una gran gabardina azul oscuro con el emblema de la Marine en la espalda. Mientras aguardaba en la habitación, recorría todo con la mirada. Yo de armas de fuego no sabía nada, pero me las apañaría. Lo que realmente me desagradaba era algo horrible. Y era que ahí no... ahí no... ¡No había mujeres!
— Un día triste para el amor, nyan. Las nubes de mi alma se oscurecen —recité para mí mismo, cerrando los ojos un momento mientras ajustaba la bufanda con la mano derecha, enfundada en un guante de seda marrón.
Al parecer quien nos supervisaba era un anciano al que ya le costaba pronunciar correctamente las palabras. Pobre señor, teniendo que estar ahí con un montón de reclutas inmaduros para semejante práctica de tiro. Acaté sus instrucciones esperando acabar deprisa con esa labor para que todos pudiéramos irnos en paz, así que me acerqué a las armas que estaban en los mesones, con las manos agarradas tras la espalda, caminando muy erguido mientras movía la cola de un lado a otro, de manera hipnótica. Seleccioné una pistola al azar, pero al leer la inscripción en el mango, me enteré de que era una Magnum modelo T5, así que eso mismo comuniqué al anciano antes de ir a la zona de tiro a poner en práctica aquella cosa.
— Buenos días, estimado amigo, nyan —saludé muy amablemente a la persona junto a la cual me alineé para empezar a tirar a las dianas. Al mirarlo de reojo, me recordó a mi viejo maestro, que también había sido un hombre de Wano. No pude evitar pensar que las armas de fuego y las personas provenientes de ese lugar eran como el agua y el aceite— Mi nombre es Lynx, Shotto Lynx. Que tengas suerte con tu arma. Se ve que hay unas que hacen cosas extrañas, hay que andarnos con cuidado, nyan —comenté a aquel hombre.
Cuando quité el seguro del arma, algo indeciso por lo que hacía, y extendí mi brazo de largo a largo apuntando a la diana más cercana que tenía justo al frente, no supe si pararme de costado, derecho o sujetar el arma con dos manos o una. Acabé por hacerlo con una sola mano, haciendo como que tenía una de mis Twin Maidens amenazando el cuello de un rival. Apunté unos momentos y entonces jalé el gatillo. Me llevé una sorpresa cuando del cañón lo que salió no fue una bala, sino una especie de sustancia pegajosa de aspecto nauseabundo que se quedó pegada a la diana.
— Eso es desconcertante, nyan —manifesté, entrecerrando mis ávidos ojillos felinos. Un momento después, no obstante, la cosa pegajosa echó humo y empezó a derretir la diana— Pero sin duda efectivo, ¿no crees? —rectifiqué, mirando con una pequeña sonrisa al hombre de Wano junto a mí— Aunque nada es, ni será mejor para un guerrero de verdad, que el filo de una espada, nyan. ¿Puedo intuir que estás de acuerdo, compañero? —no hube terminado de decir aquellas palabras, cuando a otro marine unos metros más a la derecha, le explotó el arma en plena mano. No comprendí cómo había salido ileso al principio, pero la habitación se había quedado súbitamente en silencio, y muchos reclutas soltaron de inmediato sus armas, negándose a arriesgarse a que les sucediera lo mismo a ellos. Solté una risa perspicaz— Nunca mejor dicho, nyan —agregué.
Shotto Lynx
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Creado por Miyamoto Musashi Vie Jul 08, 2016 4:35 pm
- OST musicalmente anciano x3 :
El samurai observaba lo que realizaban los demás con las armas que tomaban y los extraños efectos que sucedían una vez disparaban, sentía un poco de preocupación al ver los resultados iniciales, el primer recluta que disparó pudo recibir bastante daño pero aparentemente no era un humano normal "Hubiese sido una mala idea tomar esa arma tan ¿Explosiva?, mmm era pequeña pero su efecto fue absurdo".
Su vista recorría las que quedaban esperando no tomar una no tan peligrosa, pensaba en las más pequeñas. Justo un mink gato estaba a su lado, más alto que el que ya había conocido, pasaba a lo que era el peligroso escenario que les observaba con otro modelo. El felino parecía hasta amistoso con Takezo que no era muy bueno con las palabra y solo respondería -Ehhm, saludos- al escuchar los buenos deseos y presentación respondía -sí... gracias ... yo soy Shimmen Takezo... uaa.. un gusto mink Shotto Linx- no eran muy fluidas sus palabras pero cada pequeña frase iba con seguridad, su firme mirada expresaba más que su presentación. La magnum fue también algo peligroso, una especie de liquido viscoso y corrosivo que descompuso parte del objetivo "Eso sin duda podría ser un problema para luchar contra espadas, en algo así no debe haber honor". La reacción del peludo y estirado parlante fue bastante correcta para su gusto. Movía la cabeza reafirmando lo dicho -Mmm así es, no hay honor en esa arma... sería complicada de enfrentar más no imposible de vencer- tenía los brazos cruzados pero ya era su turno.
-Mi turno- de todas tomaría la más brillante, no podía tener un criterio para la selección de algo tan aleatorio como lo que estaba sucediendo. Tomaba una común para los conocidos en el mundo de las armas, una Parabellum de 9 mm, la tomó con determinación y la observó bien antes de dar un par de pasos a la zona de tiro -LPR3020-, imitaba a los demás, apuntaba a la diana, muy mal, la mira estaba apuntando bastantes grados más abajo de lo que debería. Al dar el gatillazo el sonido resultante no era común, un estridente chillido retumbó, como el grito de una mamá metálica que había perdido a su hijo, el retroceso fue bastante, era muy potente para ese tamaño. La soltó y al caer disparó hacía el ingeniero accidentalmente. Había lanzado una onda sonica que hizo un agujero en el concreto y el segundo disparo fue detenido por un alto rango junto al anciano. Los cristales de los lentes del encargado había reventado y dijo -Mmm muchacho, debech chujetarla mách fuerte- pero bajo el del cabello con forma de explosión y yukata azul discrepaba en sus pensamientos "De que habla este viejo, la sujete muy bien, muy fuerte, creo que daño mi muñeca" -Mmm fue muy fuerte el impacto, perdón no volverá a suceder- decía esperando poder irse ya, junto del suelo el arma y la puso donde colocaban las ya usadas.
De los tipos que quedaban un par se hicieron los enfermos y otros dos más probaron otras armas. Efectos tan variados como los vistos y la frase del anciano fue sepulcral, una vez se había cambiado los lentes -Chegunda ronda soldados-
Miyamoto Musashi
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Creado por Kuro Yoichi Vie Jul 08, 2016 9:04 pm
El resto de los reclutas se acobardaban ante el espectáculo de la explosión, como si algo como aquello pudiese afectar más que la pérdida de uno o 2 dedos, algo totalmente reemplazable. De los pocos que utilizaron armas, uno llegó a disparar un ácido, una idea que Kuro había intentado pero que consideró demasiado peligrosa. Para tener un ácido había que usar una sustancia que no reaccionase ante el ácido, normalmente vidrio, la pistola con la cual disparó tendría dentro un recubrimiento de vidrio para no verse afectado por el ácido, pero ese vidrio podría romperse con facilidad al ser golpeado o con un movimiento brusco. Demasiado arriesgado, posiblemente mortal para el enemigo pero existía siempre la posibilidad de un derrame. Otra arma usada por otro, esta vez por un estereotipo de samurai, fue un arma sónica. No era que Yoichi no hubiese pensado en utilizar armas sónicas pero no era su estilo, prefería ser más del tipo de destrucción física, que el enemigo pudiese ver el arma que lo destruía, no algo como sonido. Quizás un disruptor sónico alguna vez usase para detener el ataque de un enemigo, pero dudase más que eso.
Por ahora las cosas no le servían demasiado, se le ocurrió la posibilidad de hacer una segunda capa detrás de la primera capa del vidrio con una sustancia que actuase oxidando al ácido en cuestión para que perdiese su ph tan bajo y dejase actuar como ácido pero al hacer eso se perdería el uso del arma. Cuando le dijeron lo de segunda ronda, debido principalmente al miedo de los otros reclutas a empuñar las armas considerando los distintos posibles efectos, el muchacho de cabello de 2 colores solo agarró la primera que encontró. Usaría ese arma y terminaría de una vez con el "entrenamiento" o lo que sea que eso fuera. Ya había desperdiciado demasiado de su valioso tiempo - K35I53 - El arma esta vez parecía estar hecha de zafiros, o alguna piedra preciosa de forma similar. El cuerpo del arma era un cristal bastante grande con un hueco en donde sería la punta del cañón mientras que el mango era otro cristal pegado al principal.
Al dispararla una miríada de cristales iridiscentes salieron volando hacia adelante. Estos cristales tenían más forma de agujas que de balas y quedaron clavados en la diana lo suficiente como para que no pudiese ver el brillo de los mismos al haber atravesado completamente el objetivo - ... Damn... - ametralladora automática que disparaba cristales. Bastante genial y todo pero el brillo lo arruinaba un poco, lo hacía parecer demasiado gay, quizás si le pusiese color rojo y negro quedase bien...
Por ahora las cosas no le servían demasiado, se le ocurrió la posibilidad de hacer una segunda capa detrás de la primera capa del vidrio con una sustancia que actuase oxidando al ácido en cuestión para que perdiese su ph tan bajo y dejase actuar como ácido pero al hacer eso se perdería el uso del arma. Cuando le dijeron lo de segunda ronda, debido principalmente al miedo de los otros reclutas a empuñar las armas considerando los distintos posibles efectos, el muchacho de cabello de 2 colores solo agarró la primera que encontró. Usaría ese arma y terminaría de una vez con el "entrenamiento" o lo que sea que eso fuera. Ya había desperdiciado demasiado de su valioso tiempo - K35I53 - El arma esta vez parecía estar hecha de zafiros, o alguna piedra preciosa de forma similar. El cuerpo del arma era un cristal bastante grande con un hueco en donde sería la punta del cañón mientras que el mango era otro cristal pegado al principal.
Al dispararla una miríada de cristales iridiscentes salieron volando hacia adelante. Estos cristales tenían más forma de agujas que de balas y quedaron clavados en la diana lo suficiente como para que no pudiese ver el brillo de los mismos al haber atravesado completamente el objetivo - ... Damn... - ametralladora automática que disparaba cristales. Bastante genial y todo pero el brillo lo arruinaba un poco, lo hacía parecer demasiado gay, quizás si le pusiese color rojo y negro quedase bien...
Kuro Yoichi
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Creado por Shotto Lynx Dom Jul 10, 2016 3:13 pm
¿Segunda ronda? A ese paso, alguien iba a perder un miembro, o peor. El hombre a mi lado, identificado a sí mismo como Shimmen Takezo, había tenido suerte de que su arma no acabase volando la cabeza de algún infortunado recluta. O peor, del pobre anciano. Habría sido una tragedia. Fue bastante oportuno que un alférez presente en la zona pudiese parar el choque. El caos causado por el arma de ondas había hecho que me encogiera un poco, agazapando el cuerpo y aplastando las orejas contra la cabeza. Los ruidos fuertes siempre me causaban aquella reacción instintiva; era propenso a asustarme con cualquier sonido de esa índole, más si era inesperado.
— Ese hombre es muy valiente, ¿verdad, nyan? —dije a Takezo, mirando como el hombre cuya arma había estallado en su mano era el primero en coger otra de las armas para la segunda tanda— Claro, tener una mano indestructible sería muy útil en este ejercicio. Vamos a ver, intentaré dar la talla, nyan —seguí los pasos del hombre de cabello bicolor, acercándome a la mesa de armas bajo la mirada atenta del anciano y el alférez (quien por cierto, detecté con el rabillo del ojo que me miraba con mala cara)— Esta es... FFX651 —pronuncié en voz alta, mientras agarraba un arma considerablemente más grande que las que se habían usado hasta ese instante.
Como no sabía nada de armas de fuego, me empeñé en coger aquella, que era larga, grande y pesada, con una sola mano, tal como había hecho con la pistola anterior. Unos metros más allá, el tipo de la mano indestructible utilizaba su extravagante arma cristalina, que en vez de balas hacía salir brillantina del cañón. O, al menos, desde mi posición parecía brillantina. Aguzando la vista, me fijé que en la diana a la que había apuntado, se había clavado una lluvia de cristales filosos. Con algo más de confianza al ver que también existían armas funcionales entre el montón, levanté con algo de torpeza el arma larga, apunté a una diana y accioné el gatillo.
Reaccionó con tal fuerza que se me salió de la mano enguantada. Disparó una ráfaga de balas, las cuales por algún motivo no se estrellaron y agujerearon la diana, sino que rebotaron. Como el arma se me había caído mientras disparaba, algunos proyectiles salieron hacia cualquier lado. Cundió el pánico un instante en la sala de tiro, porque las balas no parecían detenerse mientras rebotaban como locas. Una de ellas incluso me dio en mi propio hombro. Entendí enseguida que no eran balas de verdad, sino una especie de esfera diminuta gomosa. No penetraba, pero vaya si linchaba al contacto.
— ¡Maldito gato! ¡Eso es un fusil de asalto! ¡¿Cómo se te ocurre cogerlo de esa forma?! —bramó el alférez, esquivando las balas que podía.
— Ese hombre es muy valiente, ¿verdad, nyan? —dije a Takezo, mirando como el hombre cuya arma había estallado en su mano era el primero en coger otra de las armas para la segunda tanda— Claro, tener una mano indestructible sería muy útil en este ejercicio. Vamos a ver, intentaré dar la talla, nyan —seguí los pasos del hombre de cabello bicolor, acercándome a la mesa de armas bajo la mirada atenta del anciano y el alférez (quien por cierto, detecté con el rabillo del ojo que me miraba con mala cara)— Esta es... FFX651 —pronuncié en voz alta, mientras agarraba un arma considerablemente más grande que las que se habían usado hasta ese instante.
Como no sabía nada de armas de fuego, me empeñé en coger aquella, que era larga, grande y pesada, con una sola mano, tal como había hecho con la pistola anterior. Unos metros más allá, el tipo de la mano indestructible utilizaba su extravagante arma cristalina, que en vez de balas hacía salir brillantina del cañón. O, al menos, desde mi posición parecía brillantina. Aguzando la vista, me fijé que en la diana a la que había apuntado, se había clavado una lluvia de cristales filosos. Con algo más de confianza al ver que también existían armas funcionales entre el montón, levanté con algo de torpeza el arma larga, apunté a una diana y accioné el gatillo.
Reaccionó con tal fuerza que se me salió de la mano enguantada. Disparó una ráfaga de balas, las cuales por algún motivo no se estrellaron y agujerearon la diana, sino que rebotaron. Como el arma se me había caído mientras disparaba, algunos proyectiles salieron hacia cualquier lado. Cundió el pánico un instante en la sala de tiro, porque las balas no parecían detenerse mientras rebotaban como locas. Una de ellas incluso me dio en mi propio hombro. Entendí enseguida que no eran balas de verdad, sino una especie de esfera diminuta gomosa. No penetraba, pero vaya si linchaba al contacto.
— ¡Maldito gato! ¡Eso es un fusil de asalto! ¡¿Cómo se te ocurre cogerlo de esa forma?! —bramó el alférez, esquivando las balas que podía.
Shotto Lynx
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Creado por Miyamoto Musashi Miér Jul 13, 2016 12:25 am
El martirio parecía no tener fin y lo que todos tenía salia de la boca de aquel anciano que parecía que estaría mejor muerto -Cherchera Ronda Muchachones- era tan desalentador como inoportuno, la tarde estaba próxima a decir adiós, mandar a un grupo de marines más agotados por la hora de salida y que estos fuese con algún daño mental, de decepción con la institución que los usaba como cervatillos, o algún daño físico que por suerte para todos hasta el momento no había ninguno.
El mink parecía ser bastante amigable a diferencia de Takezo que tenía bastantes problemas para socializar pero el comentario de este era acertado -Sin duda ese tipo se ve fuerte, me gustaría luchar con él- pensaba en que no era espadachín y algo importante en su camino era encontrar el método para vencer a cualquier oponente. El tipo del cabello bicolor se estaba robando parte del espectáculo con su exceso de confianza, la maestría en las armas de fuego y claramente su resistencia -Suerte Shotto- le decía con una palmada en el hombro antes de que el peludo amigo que se contraponía a la actitud nada amistosa del de la mano indestructible o eso parecía.
El acto del felino fue bastante peligroso, obviamente no fue su culpa, o así lo veía el del yukata raído, quien diablos se iba a imaginar tal munición y además la forma en que había sujetado el arma parecía correcta, con seguridad y con fuerza. El alférez que habló sin duda era un bastardo, el de wanokuni no entendía como era que pretendían que personas no especializadas en las armas hicieran un buen papel con lo que le ponían en la demoníaca mesa, pistolas más malas que las mismas akuma no mi, de las que solo había escuchado leves nociones.
Takezo tomó la que ya suplicaba fuese la última y dijo firmemente -XXX666- era la más pequeña y por lo mismo pensó que sería la menos peligrosa, error de novato, probablemente apuntó a la diana y entre cerro un ojo, pensaba que podía ser la oportunidad de acertar de una vez en el blanco pero al presionar el gatillo el arma no disparó por el contrario corrientes negras de aire parecía salir o más bien entrar por el pequeño agujero metálico. Una fuerza de succión impresionante empezó a absorber cosas de manera descomunal, la diana se vino hacía Shimmen junto con dos más, podía una de sus manos para cubrirse pero como si de otra dimensión se tratara dichas piezas de madera crujirían frente al agujero de la bala produciendo un extraño sonido de resquebrajo de madera, fricción con el metal y la succión de la aspiradora a velocidad match 3. Había soltado ya hacía varios segundos el gatillo pero parecía no detenerse, el samurai quedó con el pelo completamente revuelto y al menos había contenido mejor la fuerza que ejercía el arma y la mayoría de encargados parecía no dar merito a lo hecho pero el del par de katanas y alma salvaje parecía satisfecho pese a la pose bastante descompuesta que presentaba "Espero ya poder irme, definitivamente lo voy a hacer" y pensaba en usar como excusa ir al baño en caso de una tercera ronda, no esperaba arriesgar más por algo así.
El mink parecía ser bastante amigable a diferencia de Takezo que tenía bastantes problemas para socializar pero el comentario de este era acertado -Sin duda ese tipo se ve fuerte, me gustaría luchar con él- pensaba en que no era espadachín y algo importante en su camino era encontrar el método para vencer a cualquier oponente. El tipo del cabello bicolor se estaba robando parte del espectáculo con su exceso de confianza, la maestría en las armas de fuego y claramente su resistencia -Suerte Shotto- le decía con una palmada en el hombro antes de que el peludo amigo que se contraponía a la actitud nada amistosa del de la mano indestructible o eso parecía.
El acto del felino fue bastante peligroso, obviamente no fue su culpa, o así lo veía el del yukata raído, quien diablos se iba a imaginar tal munición y además la forma en que había sujetado el arma parecía correcta, con seguridad y con fuerza. El alférez que habló sin duda era un bastardo, el de wanokuni no entendía como era que pretendían que personas no especializadas en las armas hicieran un buen papel con lo que le ponían en la demoníaca mesa, pistolas más malas que las mismas akuma no mi, de las que solo había escuchado leves nociones.
Takezo tomó la que ya suplicaba fuese la última y dijo firmemente -XXX666- era la más pequeña y por lo mismo pensó que sería la menos peligrosa, error de novato, probablemente apuntó a la diana y entre cerro un ojo, pensaba que podía ser la oportunidad de acertar de una vez en el blanco pero al presionar el gatillo el arma no disparó por el contrario corrientes negras de aire parecía salir o más bien entrar por el pequeño agujero metálico. Una fuerza de succión impresionante empezó a absorber cosas de manera descomunal, la diana se vino hacía Shimmen junto con dos más, podía una de sus manos para cubrirse pero como si de otra dimensión se tratara dichas piezas de madera crujirían frente al agujero de la bala produciendo un extraño sonido de resquebrajo de madera, fricción con el metal y la succión de la aspiradora a velocidad match 3. Había soltado ya hacía varios segundos el gatillo pero parecía no detenerse, el samurai quedó con el pelo completamente revuelto y al menos había contenido mejor la fuerza que ejercía el arma y la mayoría de encargados parecía no dar merito a lo hecho pero el del par de katanas y alma salvaje parecía satisfecho pese a la pose bastante descompuesta que presentaba "Espero ya poder irme, definitivamente lo voy a hacer" y pensaba en usar como excusa ir al baño en caso de una tercera ronda, no esperaba arriesgar más por algo así.
Miyamoto Musashi
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Creado por Kuro Yoichi Dom Jul 24, 2016 4:13 pm
Ya quería irse, si, una de las armas le había servido, pero eso no implicaba nada, quizás si podía acoplarla a su brazo podría conseguir algo pero dudaba más que eso, y si ellos la estaban probando era por que posiblemente tuviese errores, quizás incluso explotase esa también al acabarse las balas. Mientras pensaba en los diversos posibles errores del arma de cristales pudo escuchar que alguien disparaba otra arma a lo cual por puro instinto sus ojos se desviaron hacia aquella persona, el gato. Las balas revotaron, y revotaron, chocaban contra las paredes envés de perforarlas como haría una bala normal y no parecían perder demasiada energía al volar lo cual era realmente extraño considerando que eran balas y no algo circular. Una de las balas chocó contra el brazo derecho del Cyborg mientras que otra contra su extremidad metálica, la fuerza no fue suficiente para aboyar el brazo metálico pero si para dejar una marca en el brazo derecho. Se iría a quejar pero no serviría de nada así que solo se acarició cerca de la zona herida aplicando un poco de presión para no sentir el dolor del golpe.
Luego de una queja por parte del alférez parecía que todo volvía a la normalidad, pero no fue así. Otro utilizó otra arma, esta vez un maldito agujero negro o una aspiradora con esteroides. Si había un momento para aprovechar era ese, con una suave y disimulada patada, después de todo la vista de todos estaba en el arma de succión, logró hacer que la mesa con las armas se cayese. A su vez al caerse fueron atraídas por la aspiradora terminando succionadas y destruidas dentro de esta. Incluso la explosión de las armas al ser destruida fue absorbida por la aspiradora. No sabía el mecanismo mediante el cual funcionaba el arma, no preguntó, el motivo era sencillo, al terminar de usar el arma el cabello del que la usó estaba despeinado, y su cabello era algo que no se tocaba, después de todo era genial. Eso y que un arma tan poderosa posiblemente tuviese un contenedor no demasiado resistente y con un simple hueco aunque de tamaño diminuto ya absorbería también hacia la dirección del usuario. Si uno simplemente veía el aspecto principal del arma, en este caso la capacidad de absorber cosas, era bueno, pero la vida no funciona así. Las cosas buenas no existen, todo tiene un lado malo, y como científico el deber de Kuro es conocer objetivamente las cosas. Si, tuvo cierta duda, pero era demasiado peligroso y no tenía los materiales necesarios para poder manejar correctamente ese arma en caso de un accidente.
- Que mal... no hay más armas... supongo que ya podremos irnos, ¿No? - dijo antes de ponerse la mano derecha en el bolsillo y soltar un suspiro en el cual demostraba su molestia de permanecer en un lugar como ese.
Luego de una queja por parte del alférez parecía que todo volvía a la normalidad, pero no fue así. Otro utilizó otra arma, esta vez un maldito agujero negro o una aspiradora con esteroides. Si había un momento para aprovechar era ese, con una suave y disimulada patada, después de todo la vista de todos estaba en el arma de succión, logró hacer que la mesa con las armas se cayese. A su vez al caerse fueron atraídas por la aspiradora terminando succionadas y destruidas dentro de esta. Incluso la explosión de las armas al ser destruida fue absorbida por la aspiradora. No sabía el mecanismo mediante el cual funcionaba el arma, no preguntó, el motivo era sencillo, al terminar de usar el arma el cabello del que la usó estaba despeinado, y su cabello era algo que no se tocaba, después de todo era genial. Eso y que un arma tan poderosa posiblemente tuviese un contenedor no demasiado resistente y con un simple hueco aunque de tamaño diminuto ya absorbería también hacia la dirección del usuario. Si uno simplemente veía el aspecto principal del arma, en este caso la capacidad de absorber cosas, era bueno, pero la vida no funciona así. Las cosas buenas no existen, todo tiene un lado malo, y como científico el deber de Kuro es conocer objetivamente las cosas. Si, tuvo cierta duda, pero era demasiado peligroso y no tenía los materiales necesarios para poder manejar correctamente ese arma en caso de un accidente.
- Que mal... no hay más armas... supongo que ya podremos irnos, ¿No? - dijo antes de ponerse la mano derecha en el bolsillo y soltar un suspiro en el cual demostraba su molestia de permanecer en un lugar como ese.
Kuro Yoichi
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Creado por Shotto Lynx Lun Jul 25, 2016 10:51 am
El alférez quizá tenía algo de razón en molestarse por mi forma de agarrar el fusil de asalto. Después de todo éramos marines, lo ideal sería tener nociones básicas de armas de fuego aunque no fuera nuestro estilo de lucha particular. No bastaba con tener buena puntería, yo la tenía, pero seguía siendo un neófito en el ámbito de la tecnología. En mi vida la había necesitado. Ahora que me había alistado, necesitaba aprender muchísimo, así que me dije que tendría que redoblar mis esfuerzos de ahí en adelante. El resto de mis compañeros no parecían nada motivados, y tampoco los culpaba. Esas armas eran una locura en toda regla.
Fue nuevamente el turno de Takezo, cuando acabaron los percances sufridos por las balas que rebotaban del fusil. Cuando el espadachín de Wano puso en funcionamiento aquella "XXX666", pensé que las anteriores armas no estaban tan mal. Esta servía a modo de aspiradora de gran potencia, absorbiendo la diana y todo lo que se encontrara a su paso.
— ¿Pero qué pasa con estas coas, nyan? ¡Es un caos tras otro! —dije mientras saltaba hacia atrás, alarmado y con temor a ser succionado también.
Alcancé a ver cómo, disimuladamente, el chico del cabello bicolor que parecía tener una mano indestructible empujaba el mesón donde estaban el resto de armas para que estas cayeran y fueran atrapadas en la aspiradora. Era astuto aquel joven, y a pesar de que era obvio que manejaba mucho mejor esos artefactos que Takezo y yo, no se apreciaba nada contento por estar allí tampoco. Gracias a su maniobra las armas se esfumaron y el alférez nos mandó a salir de emergencia de la habitación mientras controlaban el agujero negro de la destrucción. ¿A quién se le ocurre construir semejante cosa tan peligrosa?
Respirando profundo, caminé junto a los demás reclutas alejándonos de la sala de tiro. Esperaba que no decidieran repetir esas pruebas luego.
— Fue una movida ingeniosa, estimado compañero, nyan —dije al muchacho de la mano irrompible mientras pasaba junto a él, girando con elegancia para dedicarle una reverencia respetuosa— Mi nombre es Shotto Lynx, y estoy aliviado de contar con tu astucia e indestructible mano en nuestras filas, nyan —apenas terminé de presentarme de esa forma, sentí y oí un breve rugido de tripas, indicativo infalible de que un hambre atroz había llegado— Oh, creo que es hora de un bien merecido almuerzo. Allá vamos, comedor, nyan —suponía que Takezo y el chico también irían a comer junto a los demás reclutas. Quizá podríamos continuar hablando luego.
Fue nuevamente el turno de Takezo, cuando acabaron los percances sufridos por las balas que rebotaban del fusil. Cuando el espadachín de Wano puso en funcionamiento aquella "XXX666", pensé que las anteriores armas no estaban tan mal. Esta servía a modo de aspiradora de gran potencia, absorbiendo la diana y todo lo que se encontrara a su paso.
— ¿Pero qué pasa con estas coas, nyan? ¡Es un caos tras otro! —dije mientras saltaba hacia atrás, alarmado y con temor a ser succionado también.
Alcancé a ver cómo, disimuladamente, el chico del cabello bicolor que parecía tener una mano indestructible empujaba el mesón donde estaban el resto de armas para que estas cayeran y fueran atrapadas en la aspiradora. Era astuto aquel joven, y a pesar de que era obvio que manejaba mucho mejor esos artefactos que Takezo y yo, no se apreciaba nada contento por estar allí tampoco. Gracias a su maniobra las armas se esfumaron y el alférez nos mandó a salir de emergencia de la habitación mientras controlaban el agujero negro de la destrucción. ¿A quién se le ocurre construir semejante cosa tan peligrosa?
Respirando profundo, caminé junto a los demás reclutas alejándonos de la sala de tiro. Esperaba que no decidieran repetir esas pruebas luego.
— Fue una movida ingeniosa, estimado compañero, nyan —dije al muchacho de la mano irrompible mientras pasaba junto a él, girando con elegancia para dedicarle una reverencia respetuosa— Mi nombre es Shotto Lynx, y estoy aliviado de contar con tu astucia e indestructible mano en nuestras filas, nyan —apenas terminé de presentarme de esa forma, sentí y oí un breve rugido de tripas, indicativo infalible de que un hambre atroz había llegado— Oh, creo que es hora de un bien merecido almuerzo. Allá vamos, comedor, nyan —suponía que Takezo y el chico también irían a comer junto a los demás reclutas. Quizá podríamos continuar hablando luego.
Shotto Lynx
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Creado por Miyamoto Musashi Lun Jul 25, 2016 12:59 pm
El anciano encargado de todas las peripecias que allí habían sucedido parecía feliz pese a como había acabado todo, en el fondo de la perturbada mente que había fabricado esas armas y ese circo en el que los eslabones más bajos y seleccionados al azar, que representaban la justicia arriesgaban sus vidas sin el más mínimo motivo.
La situación se salió más de control que en las ocasiones anteriores pero por suerte el tipo de cabellera bicolor parecía haber hecho algo de provecho para todos, las armas desaparecieron pulverizadas tras el cañón de la "XXX666", más que la más mala de todas había sido la más útil para acabar con ese martirio de experimento. Las indicaciones del superior era salir y resguardar la seguridad mientras los encargados cumplían con sus deberes y controlaban la situación. Obviamente todos los presentes era lo que querían desde los últimos minutos en los que vieron peligrar sus vidas sin razón aparente.
Takezo solo se cubrió, algo asustado, durante lo que fue el fin de las armas que quedaban por probar, para suerte de los soldados. La pregunta y afirmación de que no había más armas hacía que el tipo de Wano se preparara para abandonar el lugar, debía ir a ver el lugar donde aparentemente iba a vivir. Daba pasos casi a hurtadillas anhelando su libertad pero el felino y hablador compañero parecía un tipo demasiado amistoso para evitarlo. Daría unos cuantos elogios para el tipo de la mano metálica, el de la cola de caballo también pensaba de una manera análoga a lo dicho por el mink pero no era de los que iban por allí soltando sus pensamientos, de hecho era todo lo opuesto. Con sus palabras posteriores al salir le hacía recordar al espadachín que él también tenía hambre, se resignó un poco pero dijo -Mmmm- daba un espacio para tratar de pensar en la cordialidad de la civilizada mayoría -ehh sí, yo también voy por comida - no era el plan inicial pero no estaba mal para bajar ese mal trago producto del anciano ingeniero.
El tipo que desde niño había recibido comparaciones de su cabello con una explosión esta vez lo era mucho más y caminaba al lado del felino para ir al comedor, la verdad ni siquiera sabía que había más de uno, hasta ese momento siempre caminaba hacía el que le habían mostrado en la breve inducción que le había dado. Le preguntaría al tipo que acabo con la fiesta del caos -¿Vas a comer brazo indestructible?- le había despertado cierto interés ese tipo, quizás luchar con él en el futuro pero no parecía que fuese a acompañar a los espadachines, sin duda tenía una expresión y actitud del tipico tipo que no busca amigos y cree que puede solo con todo. Takezo lo reconocía porque el era así, hasta que en la guerra de clanes de Wano aprendió, por las malas, un poco de la importancia de los compañeros, seguía creyendo que era "invencible bajo los cielos" tampoco era que fuese especialmente humilde.
La situación se salió más de control que en las ocasiones anteriores pero por suerte el tipo de cabellera bicolor parecía haber hecho algo de provecho para todos, las armas desaparecieron pulverizadas tras el cañón de la "XXX666", más que la más mala de todas había sido la más útil para acabar con ese martirio de experimento. Las indicaciones del superior era salir y resguardar la seguridad mientras los encargados cumplían con sus deberes y controlaban la situación. Obviamente todos los presentes era lo que querían desde los últimos minutos en los que vieron peligrar sus vidas sin razón aparente.
Takezo solo se cubrió, algo asustado, durante lo que fue el fin de las armas que quedaban por probar, para suerte de los soldados. La pregunta y afirmación de que no había más armas hacía que el tipo de Wano se preparara para abandonar el lugar, debía ir a ver el lugar donde aparentemente iba a vivir. Daba pasos casi a hurtadillas anhelando su libertad pero el felino y hablador compañero parecía un tipo demasiado amistoso para evitarlo. Daría unos cuantos elogios para el tipo de la mano metálica, el de la cola de caballo también pensaba de una manera análoga a lo dicho por el mink pero no era de los que iban por allí soltando sus pensamientos, de hecho era todo lo opuesto. Con sus palabras posteriores al salir le hacía recordar al espadachín que él también tenía hambre, se resignó un poco pero dijo -Mmmm- daba un espacio para tratar de pensar en la cordialidad de la civilizada mayoría -ehh sí, yo también voy por comida - no era el plan inicial pero no estaba mal para bajar ese mal trago producto del anciano ingeniero.
El tipo que desde niño había recibido comparaciones de su cabello con una explosión esta vez lo era mucho más y caminaba al lado del felino para ir al comedor, la verdad ni siquiera sabía que había más de uno, hasta ese momento siempre caminaba hacía el que le habían mostrado en la breve inducción que le había dado. Le preguntaría al tipo que acabo con la fiesta del caos -¿Vas a comer brazo indestructible?- le había despertado cierto interés ese tipo, quizás luchar con él en el futuro pero no parecía que fuese a acompañar a los espadachines, sin duda tenía una expresión y actitud del tipico tipo que no busca amigos y cree que puede solo con todo. Takezo lo reconocía porque el era así, hasta que en la guerra de clanes de Wano aprendió, por las malas, un poco de la importancia de los compañeros, seguía creyendo que era "invencible bajo los cielos" tampoco era que fuese especialmente humilde.
Miyamoto Musashi
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