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Creado por Jörmundgander Jue Jul 28, 2016 4:05 pm
Lvneel no era precisamente un lugar donde se pudiera pasar desapercibido si se caminaba con porte, magnánimo ritmo y unos movimientos tan masculinos como gráciles, pues, al haber un reino aún sostenido la gente solía pensar que cualquier con tan finas maneras pertenecía, innegablemente a la nobleza, dentro o fuera de la isla. Jörmundgander, como se hacía llamar el hermoso rubio de ojos celestes iluminaba las miserables vidas de los plebeyos que le veían pasar, surcando con gracia las callejuelas empedradas desde el puerto hasta lo que parecía ser el distrito comercial más concurrido de todo el reino flotante, allí, no solo era incapaz de hacerse menos visible, sino que su sonrisa, regalada ocasionalmente con hipócrita amabilidad, era motivo suficiente para que algunos de los joyeros más interesados y mercaderes astutos se aproximaran a él ofreciéndole mercancías de la supuesta más alta calidad, incluso regalando algunas a cambio de la promesa de exclusividad a la hora de comprar. Jörm no tenía ni una puta moneda encima, pero al salir del distrito comercial, sus bolsillos y bolsas estaban cargados de materiales finos y costosos. Era una suerte maravillosa la de haber sido criado entre ricos, al fin y al cabo, él mismo emitía esa luz propia que solo la gente de la más alta clase produce, sin llegar a la tóxica y mórbida estupidez de los Tenryuubitos.
Su paseo se vio interrumpido al llegar a la entrada de un enorme castillo, donde con una gran sonrisa y un movimiento de su melena convenció a los vigías de ser un invitado, pues una celebración se llevaba a cabo ese día en toda la isla, un maravilloso matrimonio que hacía a todos en el pedazo de tierra flotante tan felices como unos críos. Al entrar fue recibido por un emisario que batiendo las palmas hizo aparecer un grupo de escoltas que se apoderaron de las bolsas y mercancía, llevándolas a un lugar donde grandes tesoros y bienes eran reunidos como regalos para la feliz pareja. Jörm se disculpó con el emisario, alegando que sus sirvientes compraron solo ofensiva basura de mediana calidad y que había enviado a todos a las islas cercanas a buscar las mejores joyas, por eso llegaba solo. Toda la conversación, repleta de referencias y situaciones solo conocidas por las clases privilegiadas, disipó las dudas que hubiera tenido el mozo y le aseguró al rubio una buena presentación con el grupo de caballeros que reía y charlaba bebiendo y fumando un poco. En este grupo, en el cual el rubio se presentó como Bauxberille Bastilles, hubo una pronta aceptación del rubio quien incluso logró algunos elogios de parte de los torpes y crédulos ricachones.
La boda fue hermosa y llena de emociones, tantas que incluso el galante Bauxberille tuvo que disculparse por haber dejado escapar alguna lágrima, convenciendo a todos de ser un hombre culto, sensible y encantador, además de adinerado. Habían quienes incluso pensaban que era tan severo con sus sirvientes que ellos no habían llegado simplemente por no haber hallado algo digno, e incluso estarían en lugares ya lejanos, en la incesante búsqueda. Una estrategia pintada con mentiras, adornada con actuación y coronada por modales, costumbres y ceremonias que por azares del destino y la suerte, el sádico y violento rubio conocía a la perfección. Cuando hubo llegado la noche, toda la isla estaba prácticamente ebria, y solo los empleados del castillo mantenían el semblante soberbio y sobrio, pues los mismos invitados ya comenzaban a flaquear por el tanto beber y fumar. Allí, sabrá dios quien divisó a la enorme figura que se hallaba en el puerto privado cercano al castillo y que unos dudaban fuera realmente un ser vivo y no solo una roca que no hubieran visto al llegar.
He oído de criaturas similares llamadas Wotans... Aunque nunca he visto una. -Dijo con calma mientras hacía un actuado y supuesto humilde comentario a la conversación, ganando con ello la atención de todos los curiosos que le inundaban de preguntas, teniendo que hacer un esfuerzo por no partirles las caras a golpes. Finalmente cuando logró calmar a los curiosos, dio una calada larga a la pipa y habló nuevamente mientras la estela de humo ascendía. Son gigantes y Gyojins en una misma carne, pero, desde tan lejos apenas puedo suponer que es uno... Podría ser una roca.- Su argumento hizo reír a algunos y suspirar de alivio a otros, pero nunca faltó el comentario malicioso que sugería al rubio hacerse cargo de la situación, si es que sabía tanto. Jörm lo meditó y finalmente asintió con una sonrisa. -Podría matarme con sus manos, y mi vida vale mucho... Pero, con ese navío hermoso que está allá me daría por satisfecho.- Señaló un barco en el muelle cerca de donde estaba el supuesto Wotan, y el dueño, que se identificó fácil por su gesto de sorpresa, no pudo decir nada, pues todos, sonrientes y ebrios aceptaban el premio sin consultarle.
Jörmundgander se despidió asegurando volver pronto, e incluso se atrevió a exigir un enorme banquete para cuando volviera, cosa que obviamente le fue prometida, pero en cuanto se acercaba al lugar se daba cuenta que en realidad sí que se trataba de una enorme criatura viviente, lo que le hizo tragar saliva pero no detenerse en lo absoluto hasta haber llegado suficientemente cerca. Allí, en un lugar donde solo los ricos del palacio le veían (Desde una distancia prudente y solo con sus telescopios), aclaró su garganta para llamar la atención.
Disculpe usted, rocoso amigo. Pero le sugiero que se marche de inmediato de mi muelle antes que mande a llamar a mi cocinero. Él está ansioso de preparar un buen banquete de sushi... Si es que me entiende. -Una sutil, directa y serena amenaza.
Su paseo se vio interrumpido al llegar a la entrada de un enorme castillo, donde con una gran sonrisa y un movimiento de su melena convenció a los vigías de ser un invitado, pues una celebración se llevaba a cabo ese día en toda la isla, un maravilloso matrimonio que hacía a todos en el pedazo de tierra flotante tan felices como unos críos. Al entrar fue recibido por un emisario que batiendo las palmas hizo aparecer un grupo de escoltas que se apoderaron de las bolsas y mercancía, llevándolas a un lugar donde grandes tesoros y bienes eran reunidos como regalos para la feliz pareja. Jörm se disculpó con el emisario, alegando que sus sirvientes compraron solo ofensiva basura de mediana calidad y que había enviado a todos a las islas cercanas a buscar las mejores joyas, por eso llegaba solo. Toda la conversación, repleta de referencias y situaciones solo conocidas por las clases privilegiadas, disipó las dudas que hubiera tenido el mozo y le aseguró al rubio una buena presentación con el grupo de caballeros que reía y charlaba bebiendo y fumando un poco. En este grupo, en el cual el rubio se presentó como Bauxberille Bastilles, hubo una pronta aceptación del rubio quien incluso logró algunos elogios de parte de los torpes y crédulos ricachones.
La boda fue hermosa y llena de emociones, tantas que incluso el galante Bauxberille tuvo que disculparse por haber dejado escapar alguna lágrima, convenciendo a todos de ser un hombre culto, sensible y encantador, además de adinerado. Habían quienes incluso pensaban que era tan severo con sus sirvientes que ellos no habían llegado simplemente por no haber hallado algo digno, e incluso estarían en lugares ya lejanos, en la incesante búsqueda. Una estrategia pintada con mentiras, adornada con actuación y coronada por modales, costumbres y ceremonias que por azares del destino y la suerte, el sádico y violento rubio conocía a la perfección. Cuando hubo llegado la noche, toda la isla estaba prácticamente ebria, y solo los empleados del castillo mantenían el semblante soberbio y sobrio, pues los mismos invitados ya comenzaban a flaquear por el tanto beber y fumar. Allí, sabrá dios quien divisó a la enorme figura que se hallaba en el puerto privado cercano al castillo y que unos dudaban fuera realmente un ser vivo y no solo una roca que no hubieran visto al llegar.
He oído de criaturas similares llamadas Wotans... Aunque nunca he visto una. -Dijo con calma mientras hacía un actuado y supuesto humilde comentario a la conversación, ganando con ello la atención de todos los curiosos que le inundaban de preguntas, teniendo que hacer un esfuerzo por no partirles las caras a golpes. Finalmente cuando logró calmar a los curiosos, dio una calada larga a la pipa y habló nuevamente mientras la estela de humo ascendía. Son gigantes y Gyojins en una misma carne, pero, desde tan lejos apenas puedo suponer que es uno... Podría ser una roca.- Su argumento hizo reír a algunos y suspirar de alivio a otros, pero nunca faltó el comentario malicioso que sugería al rubio hacerse cargo de la situación, si es que sabía tanto. Jörm lo meditó y finalmente asintió con una sonrisa. -Podría matarme con sus manos, y mi vida vale mucho... Pero, con ese navío hermoso que está allá me daría por satisfecho.- Señaló un barco en el muelle cerca de donde estaba el supuesto Wotan, y el dueño, que se identificó fácil por su gesto de sorpresa, no pudo decir nada, pues todos, sonrientes y ebrios aceptaban el premio sin consultarle.
Jörmundgander se despidió asegurando volver pronto, e incluso se atrevió a exigir un enorme banquete para cuando volviera, cosa que obviamente le fue prometida, pero en cuanto se acercaba al lugar se daba cuenta que en realidad sí que se trataba de una enorme criatura viviente, lo que le hizo tragar saliva pero no detenerse en lo absoluto hasta haber llegado suficientemente cerca. Allí, en un lugar donde solo los ricos del palacio le veían (Desde una distancia prudente y solo con sus telescopios), aclaró su garganta para llamar la atención.
Disculpe usted, rocoso amigo. Pero le sugiero que se marche de inmediato de mi muelle antes que mande a llamar a mi cocinero. Él está ansioso de preparar un buen banquete de sushi... Si es que me entiende. -Una sutil, directa y serena amenaza.
Jörmundgander
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Odín Vie Jul 29, 2016 2:57 am
Odín había empezado muy feliz una relación con unos pescadores en isla Minion, al parecer les estaba ayudando a conseguir los mejores lugares de pesca por varios, días ellos le daban de comer en grandes proporciones ya que el se lo podía y las ganancias que estaban obteniendo esos días de pesca wotan eran una barbaridad, al acabar esa semana había ganado más que en el ultimo mes aunado a que el ser abisal encontró una zona llena de perlas las cuales no dudo en regalarlas a sus amigos, solo porque le gustaban, no porque supiese del valor de dichas joyas.
Todos estaban tan felices que llegado el viernes cargaron el barco de barriles de alcohol, dotaciones de vino, ron y cerveza. Todo eso junto podía significar, mínimo, la fiesta de un pueblito donde todos acabarían fuera de su casa. Atardecía y acompañados de la brisa empezaban a ingerir el liquido, para Odín era una experiencia completamente nueva ya que si bien había tomado alcohol alguna que otra vez nunca le habían invitado a lo que se llamaba emborracharse. Esperaba cosas buenas debido a la alegría con que dichos tipos hablaban de esa experiencia. Empezaban con los barriles de cerveza y mientras la tripulación pesquera ingerían dos, entre todos, el gran ser había bebido tres barriles enteros. Una leve sensación, como una risilla interna, le invadía. El azul estaba en el mar pero usaba el estribor de la nave como barra donde posaba sus manos sin aún la posibilidad de hundir la embarcación, solo aplicar ligeros tambaleos. La cerveza se acabaría, 5 barriles para Odin, de ahí pasarían al ron, el incremento en impacto para perdida de conciencia fue abrupto. Con un par de barriles de ron ya no podía parar de reír y mecer de manera muy peligrosa el barco, la tripulación se asustaba pero también gozaban porque ya estaban bastante ebrios, trataban de seguir el ritmo del pez diablo, a su proporción, pero evidentemente era una proporción incomparable.
Luego del ron pasarían al vino durante la noche había pasado tres horas desde que habían empezado, el frío en esa isla les haría alejarse tanto o más que el alcohol a sus consciencias. Recuerdos borrrosos atacaban al wotan durante la ingesta de vino. Una competencia de nado, jalar el barco desde la ancla y levantarlo, eran pensamientos muy estúpidos pero luego no sabría que tanto eran reales.
El dolor de cabeza era horrible, el sol de la maña era asqueroso, un mareo y desasosiego en el estomago que incitaba a olvidarlo más que solicitar ingerir algo. El wotan no sabía como había llegado allí ya que solo recordaba la borrachera en el mar, no tenía idea de donde estaban sus amigos pescadores. Se tomaba la cabeza con una expresión de muy mal sabor. Revisó su espalda, allí estaba su hacha, sus cintura allí estaba los cuchillos y el morral. Al menos estaba completo cuando una chillona voz humana empezaría a molestarle, sacarle de su estado ya alterado por el puto ruido, la noche estaba cada vez más cerca de su dar paso a un nuevo día. Luego de escuchar los ladridos del tipo el wotan decía -Nila tierra esde nadie, niel mar tampoco- quería soltar un discurso pero era incapaz, y algo pasaba con su habla -No molestes tipo listo, estoy muy cómodo- seguía recostado de medio lado con la mirada hacía la voz que le hablaba ¿Sushi? El wotan no tenía idea de que era eso, no sabía prácticamente de nada del mundo humano, solo le dio gracia esa palabra y reiría un poco al repetirla -sushi shi shi shi- ni era su risa de siempre pero ese no era el Odín de siempre.
Todos estaban tan felices que llegado el viernes cargaron el barco de barriles de alcohol, dotaciones de vino, ron y cerveza. Todo eso junto podía significar, mínimo, la fiesta de un pueblito donde todos acabarían fuera de su casa. Atardecía y acompañados de la brisa empezaban a ingerir el liquido, para Odín era una experiencia completamente nueva ya que si bien había tomado alcohol alguna que otra vez nunca le habían invitado a lo que se llamaba emborracharse. Esperaba cosas buenas debido a la alegría con que dichos tipos hablaban de esa experiencia. Empezaban con los barriles de cerveza y mientras la tripulación pesquera ingerían dos, entre todos, el gran ser había bebido tres barriles enteros. Una leve sensación, como una risilla interna, le invadía. El azul estaba en el mar pero usaba el estribor de la nave como barra donde posaba sus manos sin aún la posibilidad de hundir la embarcación, solo aplicar ligeros tambaleos. La cerveza se acabaría, 5 barriles para Odin, de ahí pasarían al ron, el incremento en impacto para perdida de conciencia fue abrupto. Con un par de barriles de ron ya no podía parar de reír y mecer de manera muy peligrosa el barco, la tripulación se asustaba pero también gozaban porque ya estaban bastante ebrios, trataban de seguir el ritmo del pez diablo, a su proporción, pero evidentemente era una proporción incomparable.
Luego del ron pasarían al vino durante la noche había pasado tres horas desde que habían empezado, el frío en esa isla les haría alejarse tanto o más que el alcohol a sus consciencias. Recuerdos borrrosos atacaban al wotan durante la ingesta de vino. Una competencia de nado, jalar el barco desde la ancla y levantarlo, eran pensamientos muy estúpidos pero luego no sabría que tanto eran reales.
El dolor de cabeza era horrible, el sol de la maña era asqueroso, un mareo y desasosiego en el estomago que incitaba a olvidarlo más que solicitar ingerir algo. El wotan no sabía como había llegado allí ya que solo recordaba la borrachera en el mar, no tenía idea de donde estaban sus amigos pescadores. Se tomaba la cabeza con una expresión de muy mal sabor. Revisó su espalda, allí estaba su hacha, sus cintura allí estaba los cuchillos y el morral. Al menos estaba completo cuando una chillona voz humana empezaría a molestarle, sacarle de su estado ya alterado por el puto ruido, la noche estaba cada vez más cerca de su dar paso a un nuevo día. Luego de escuchar los ladridos del tipo el wotan decía -Nila tierra esde nadie, niel mar tampoco- quería soltar un discurso pero era incapaz, y algo pasaba con su habla -No molestes tipo listo, estoy muy cómodo- seguía recostado de medio lado con la mirada hacía la voz que le hablaba ¿Sushi? El wotan no tenía idea de que era eso, no sabía prácticamente de nada del mundo humano, solo le dio gracia esa palabra y reiría un poco al repetirla -sushi shi shi shi- ni era su risa de siempre pero ese no era el Odín de siempre.
Odín
Hoja de personaje
Nivel:
(21/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jörmundgander Lun Ago 01, 2016 4:44 pm
Visto de cerca parecía un enorme y abrumador trozo de coral que amenazante surgía de entre las aguas, y aunque eso era simplemente una analogía a su apariencia, lo cierto es que en realidad se mostraba como un ser consciente, capaz de moverse y actuar por cuenta y voluntad propia, cosa que lo hacía peor a la vista del gallardo rubio. Los azules ojos del humano se movían a prisa escudriñando la apariencia tosca y antigua del Wotan, denotando que, al despertar de su aparente ensimismamiento se revisaba, aferrándose a algo en su espalda y frente que parecía tanto un hacha como algunos objetos filosos, enormes para Jörm, pero tan simples navajas para el colosal animal marino, si es que calificaba como animal. Como fuera, el rubio se mantuvo en su distancia prudente, cruzado de brazos y con la mirada llena de determinación, al fin y al cabo lo peor que podía pasar era ser asesinado por semejante bestia, asesinado delante de tantos nobles que inevitablemente la guerra racial entre las sociedades del mundo aumentaría. Un excelente acuerdo, según creía.
Pasó poco tiempo antes que la enorme criatura tomara la iniciativa o los cojones de abrir la boca y demostrar su aparente estado de consciencia y raciocinio, y en cuanto habló, la decepción que sintió el rubio no fue tan grande, pues, al final, él no esperaba absolutamente nada más que guturales sonidos provenientes de la bestia. Habló, sí que lo hizo, pero por la forma en que emulaba las palabras, el supuesto duque no entendió si era esa su forma normal de hablar o si estaba bajo los efectos de algún golpe craneal o licor extraño. La segunda opción se vio más razonable en cuanto le escuchó hablar sobre el sushi y reírse de tan extraña forma, como si una cuestión tan simple (Y para el rubio peligrosa, vamos, para él, el gigante es casi un pez) fuera algo de lo que reírse. Aprovechando esto, el rubio esbozó una larga sonrisa, pues, si estaba ebrio, quizá podría ahuyentarlo sin morir en el proceso.
Aclaró su garganta de gran manera, asegurándose de ser escuchado por el risueño y ebrio gigante subacuático y en cuanto pudo percibir su atención aplaudió un par de veces aparentemente complacido. Maravillosa respuesta, veo que tienes buen sentido de la diplomacia, mi estimado... -Se detuvo momentáneamente y frotó su barbilla fingiendo pensar profundamente, luego, dirigió una mirada confusa al gigante. Lo siento, aún no me dices tu nombre, yo soy Jörmundgander. Y ese de allá es mi amigo, Hierophant. -Cuando se hubo presentado, señaló al mar para hablar del supuesto e inexistente amigo, todo por llamar la atención del coloso en la dirección elegida.
Jörm tenía en a sus pies algunas rocas y cerca de su posición habían barriles, pequeñas anclas y arpones, al fin y al cabo, los pescadores también usaban dicho puerto. Si el gigante volteaba, aprovecharía para atacarle, arrojándole alguna cosa que hallara, pero, si en cambio no lo hacía, podría convencerle de que en realidad, el fulano Hierophant venía a por él. Era un plan efectivo si se pensaba que el rival estaba ebrio o era tarado.
Pasó poco tiempo antes que la enorme criatura tomara la iniciativa o los cojones de abrir la boca y demostrar su aparente estado de consciencia y raciocinio, y en cuanto habló, la decepción que sintió el rubio no fue tan grande, pues, al final, él no esperaba absolutamente nada más que guturales sonidos provenientes de la bestia. Habló, sí que lo hizo, pero por la forma en que emulaba las palabras, el supuesto duque no entendió si era esa su forma normal de hablar o si estaba bajo los efectos de algún golpe craneal o licor extraño. La segunda opción se vio más razonable en cuanto le escuchó hablar sobre el sushi y reírse de tan extraña forma, como si una cuestión tan simple (Y para el rubio peligrosa, vamos, para él, el gigante es casi un pez) fuera algo de lo que reírse. Aprovechando esto, el rubio esbozó una larga sonrisa, pues, si estaba ebrio, quizá podría ahuyentarlo sin morir en el proceso.
Aclaró su garganta de gran manera, asegurándose de ser escuchado por el risueño y ebrio gigante subacuático y en cuanto pudo percibir su atención aplaudió un par de veces aparentemente complacido. Maravillosa respuesta, veo que tienes buen sentido de la diplomacia, mi estimado... -Se detuvo momentáneamente y frotó su barbilla fingiendo pensar profundamente, luego, dirigió una mirada confusa al gigante. Lo siento, aún no me dices tu nombre, yo soy Jörmundgander. Y ese de allá es mi amigo, Hierophant. -Cuando se hubo presentado, señaló al mar para hablar del supuesto e inexistente amigo, todo por llamar la atención del coloso en la dirección elegida.
Jörm tenía en a sus pies algunas rocas y cerca de su posición habían barriles, pequeñas anclas y arpones, al fin y al cabo, los pescadores también usaban dicho puerto. Si el gigante volteaba, aprovecharía para atacarle, arrojándole alguna cosa que hallara, pero, si en cambio no lo hacía, podría convencerle de que en realidad, el fulano Hierophant venía a por él. Era un plan efectivo si se pensaba que el rival estaba ebrio o era tarado.
Jörmundgander
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Odín Sáb Ago 06, 2016 10:43 pm
El tipo sobre el que el wotan tenía la vista y hasta el momento el único que le había dirigido la palabra realmente a la vista le resultaba un mindundi, no le veía pinta de guerrero en absoluto y pese a que la resaca podía afectar un poco su juicio estaba demasiado placido como para querer armar un bochinche ahí, no quería hacer nada. Las palabras del tipo de larga cabellera hablaban de un amigo, no se que, a Odín le daba bastante igual lo que le dijesen - ¿Amigos? Pues deberían estar tomando alcohol juntos, eso es lo que he aprendido de ustedes los humanos, es divertido, no se como llegue hasta acá juasjuas - reía ahora de una forma diferente, la mano mutada y agigantada sostenía su cabeza y girarla implicaba un esfuerzo abrumador para el de sentidos mermados.
-Saludos Yogurmander - decía en tono amistoso y elevando un poco la voz decía- Saludos a vos también Hielofanta, ven de frente y trae algo para el exceso de alcohol - se daría cuenta en ese momento que alzar el tono resultaba perjudicial, cerraba un ojo y se rascaba la cien -¿Tu amigo es callado? ¿O es como la mayoría que se caga en sus pantalones al verme? Juas juas Nolos entiendo, si les quisiera hacer daño lo haría de frente, soy un guerrero, salta a la vista- levantaba su brazo izquierdo, arqueaba el antebrazo y el bicep, dejando ver la imponente fuerza que se almacenaba ahí, al apretar el puño la fuerza liberada levantaría un poco de arena a su alrededor. Era una monstruosidad que un ser vivo tuviese tal poder y peor aún que estuviese ebrio pero la naturaleza compensaba lo que podía ser un caos en lo que parecía ser un lugar festivo y alegre con una naturaleza tranquila, amable y pasiva.
-Hielo di algo, hay algunos humanos que cuentan historias interesantes- solo tenía un atisbo de curiosidad por verlo pero sabía que todos los humanos eran iguales a su vista, lo único que les cambiaba era el color del cabello o el bello facial, solo alcanzaba a distinguir esos rasgos además de que ocupaba distraer su mente para no pensar en la jaqueca -Ahh y lo olvidaba mi nombre es Odín D. Blizzard, mucho gusto a todos - decía elevando la voz al punto del dolor de cabeza pero ocasionaría que le escucharan las personas que se había acercado, eran grupos variados, pescadores, uno que otro curioso que parecía venir de la fiesta y más de una señorita que sin duda demostraba valentía y fiereza, muchos hombres correrían al ver un ser como ese encallado en una playa tan hermosa como en la que había acabado.
Todos los "infiltrados" parecían tomar su distancia, era obvio y hasta el momento ninguno decía nada por lo que el ser abisal diría -Yogurmander o alguno ¿Saben que es bueno para el dolor de cabeza producto del alcohol? Creo que me excedí anoche- fruncía un poco el ceño -Y el sol también me afectó más de lo normal, me siento extraño- era lo único que de momento le incomodaba, pensaba en volver al mar pero eso implicaba demasiado esfuerzo, no se quería mover, no quería hacer nada solo que esa jodida incomodidad se le pasara y maldecir en soledad al alcohol, tal vez buscar a los pescadores y destruirle algunos barriles por venganza amistosa respecto a lo que habían hecho.
-Saludos Yogurmander - decía en tono amistoso y elevando un poco la voz decía- Saludos a vos también Hielofanta, ven de frente y trae algo para el exceso de alcohol - se daría cuenta en ese momento que alzar el tono resultaba perjudicial, cerraba un ojo y se rascaba la cien -¿Tu amigo es callado? ¿O es como la mayoría que se caga en sus pantalones al verme? Juas juas Nolos entiendo, si les quisiera hacer daño lo haría de frente, soy un guerrero, salta a la vista- levantaba su brazo izquierdo, arqueaba el antebrazo y el bicep, dejando ver la imponente fuerza que se almacenaba ahí, al apretar el puño la fuerza liberada levantaría un poco de arena a su alrededor. Era una monstruosidad que un ser vivo tuviese tal poder y peor aún que estuviese ebrio pero la naturaleza compensaba lo que podía ser un caos en lo que parecía ser un lugar festivo y alegre con una naturaleza tranquila, amable y pasiva.
-Hielo di algo, hay algunos humanos que cuentan historias interesantes- solo tenía un atisbo de curiosidad por verlo pero sabía que todos los humanos eran iguales a su vista, lo único que les cambiaba era el color del cabello o el bello facial, solo alcanzaba a distinguir esos rasgos además de que ocupaba distraer su mente para no pensar en la jaqueca -Ahh y lo olvidaba mi nombre es Odín D. Blizzard, mucho gusto a todos - decía elevando la voz al punto del dolor de cabeza pero ocasionaría que le escucharan las personas que se había acercado, eran grupos variados, pescadores, uno que otro curioso que parecía venir de la fiesta y más de una señorita que sin duda demostraba valentía y fiereza, muchos hombres correrían al ver un ser como ese encallado en una playa tan hermosa como en la que había acabado.
Todos los "infiltrados" parecían tomar su distancia, era obvio y hasta el momento ninguno decía nada por lo que el ser abisal diría -Yogurmander o alguno ¿Saben que es bueno para el dolor de cabeza producto del alcohol? Creo que me excedí anoche- fruncía un poco el ceño -Y el sol también me afectó más de lo normal, me siento extraño- era lo único que de momento le incomodaba, pensaba en volver al mar pero eso implicaba demasiado esfuerzo, no se quería mover, no quería hacer nada solo que esa jodida incomodidad se le pasara y maldecir en soledad al alcohol, tal vez buscar a los pescadores y destruirle algunos barriles por venganza amistosa respecto a lo que habían hecho.
Odín
Hoja de personaje
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