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Creado por Harley Quinn Dom Ago 28, 2016 6:33 am
Recuerdo del primer mensaje :
Se deslizó lentamente por la barra con las manos, abriendo las piernas hacia el caldeado público que tenía enfrente. A continuación sonrió y enrolló sus piernas sobre el metal mientras su cuerpo giraba, quedando completamente boca abajo. Entonces Harley estiró el cuello para dejar ver su rostro y les dedicó un guiño a los piratas, que entre vítores y aplausos mostraban su excitación. Algunos le lanzaban billetes, otros piropos, y otros tenían las manos metidas en los pantalones. Harley disfrutaba como si le fuera la vida en ello. De un ágil movimiento se puso de pie y agarró la barra con una de sus manos, sosteniéndose, elevó su pierna en el aire y con flexibilidad la posó por encima de ella sobre el metal, mostrando así sus desnudas piernas. Con la otra mano fue echándose hacia arriba el dorado top que llevaba puesto mientras reía, el público enloquecía esperando que la cazarrecompensas mostrara sus aclamados senos. Pero justo antes de llegar al pecho, soltó el top y dejó caer la tela, que volvió a cubrirle hasta la cintura. Les volvió a guiñar un ojo y con su dedo índice de un lado a otro les hizo una negación, ante la que algunos piratas abuchearon, pero ninguno dejaba de tener su mirada clavada en la chica.
Volvió a la carga para satisfacer a su ebrio y masculino público. Se echó el pelo hacia atrás, esta vez lo llevaba completamente suelto y con algunas ondulaciones, dejando ver así los dos tatuajes que tenía en su rostro. Acto seguido le indicó con el dedo a uno de los piratas que se encontraba frente a ella que subiera a la plataforma. Éste, entre golpes de sus compañeros le hizo caso y subió junto a la chica. Harley se puso frente a él y de espalda al público, posó sus manos sobre sus hombros y le susurró algo al oído que hizo que el pirata se excitara más de lo que estaba. Seguidamente se deslizó sobre su cuerpo, flexionando las rodillas lentamente y echando alguna que otra mirada al público, siempre sonriente. Cuando llegó a la cadera de aquel hombre, hizo ademán de agarrar sus genitales, pero en su lugar agarró el arma de fuego que llevaba colgada de un lateral. Se puso de pie nuevamente y se apoyó sobre el cuerpo del pirata, a continuación, frente a los demás, lamió el arma como si de un helado se tratase. Ellos sabían que pretendía, no hacía falta explicárselo.
—Sois todos míos.—Pronunció en voz baja con una sonrisa, aunque sus palabras se perdieran entre los cantos y golpes de los piratas.
Harley terminó de desarmar a su invitado, dejando las armas sobre la plataforma, y a continuación esposó al hombre con la barra, usando como esposas unas no muy resistentes que le brindó la taberna para el show. Luego se acercó a su rostro, y tras una picante sonrisa le levantó la barbilla para que ambas miradas quedaran enlazadas. Seguidamente, poco a poco y sin apartar sus ojos de los del pirata, fue desabrochándole la camisa. Se acercó más aún a él, y le mordió la oreja con fuerza. El pirata se estremeció de dolor, pero lo disfrutó. Entonces la cazarrecompensas miró a su público y con un gesto les hizo a todos seguir los pasos de aquel hombre. Los piratas se peleaban por llegar a la plataforma, y se desnudaban todo lo que podían, dejando sus pertenencias junto a la barra o lanzándoselas a Harley. Menudo espectáculo tenía montado la chica en aquella alejada taberna de la isla, diferente a la de las demás por no solo vender vino, el clásico de la isla, sino también ron, el favorito de los piratas y el motivo por el que se encontraban todos allí, borrachos y excitados.
—Ya casi empieza el verdadero show, repugnantes piratas.—De nuevo sus palabras no eran escuchadas. Aquellos hombres se peleaban por subirse allí con ella. Y Harley, juguetona, les golpeaba la cabeza con sus tacones, para echarlos hacia atrás. Entonces entre risas y vítores se arrastró hacia el lado opuesto de la plataforma, que conectaba con la barra de la taberna, bajo la que había guardado sus pertenencias, y sacó su revólver, negro y blanco con incrustaciones doradas. Volvió de nuevo ante su público, con femeninos pasos y una sonrisa de oreja a oreja, y como supuesta parte del espectáculo, lamió su arma con sensualidad y luego apuntó hacia el hombre que tenía esposado.—¡¿No creen que esto es aún más excitante?!.—Y apretó el gatillo, atravesando su bala la cabeza de aquel pirata.
- Ambientación:
Se deslizó lentamente por la barra con las manos, abriendo las piernas hacia el caldeado público que tenía enfrente. A continuación sonrió y enrolló sus piernas sobre el metal mientras su cuerpo giraba, quedando completamente boca abajo. Entonces Harley estiró el cuello para dejar ver su rostro y les dedicó un guiño a los piratas, que entre vítores y aplausos mostraban su excitación. Algunos le lanzaban billetes, otros piropos, y otros tenían las manos metidas en los pantalones. Harley disfrutaba como si le fuera la vida en ello. De un ágil movimiento se puso de pie y agarró la barra con una de sus manos, sosteniéndose, elevó su pierna en el aire y con flexibilidad la posó por encima de ella sobre el metal, mostrando así sus desnudas piernas. Con la otra mano fue echándose hacia arriba el dorado top que llevaba puesto mientras reía, el público enloquecía esperando que la cazarrecompensas mostrara sus aclamados senos. Pero justo antes de llegar al pecho, soltó el top y dejó caer la tela, que volvió a cubrirle hasta la cintura. Les volvió a guiñar un ojo y con su dedo índice de un lado a otro les hizo una negación, ante la que algunos piratas abuchearon, pero ninguno dejaba de tener su mirada clavada en la chica.
Volvió a la carga para satisfacer a su ebrio y masculino público. Se echó el pelo hacia atrás, esta vez lo llevaba completamente suelto y con algunas ondulaciones, dejando ver así los dos tatuajes que tenía en su rostro. Acto seguido le indicó con el dedo a uno de los piratas que se encontraba frente a ella que subiera a la plataforma. Éste, entre golpes de sus compañeros le hizo caso y subió junto a la chica. Harley se puso frente a él y de espalda al público, posó sus manos sobre sus hombros y le susurró algo al oído que hizo que el pirata se excitara más de lo que estaba. Seguidamente se deslizó sobre su cuerpo, flexionando las rodillas lentamente y echando alguna que otra mirada al público, siempre sonriente. Cuando llegó a la cadera de aquel hombre, hizo ademán de agarrar sus genitales, pero en su lugar agarró el arma de fuego que llevaba colgada de un lateral. Se puso de pie nuevamente y se apoyó sobre el cuerpo del pirata, a continuación, frente a los demás, lamió el arma como si de un helado se tratase. Ellos sabían que pretendía, no hacía falta explicárselo.
—Sois todos míos.—Pronunció en voz baja con una sonrisa, aunque sus palabras se perdieran entre los cantos y golpes de los piratas.
Harley terminó de desarmar a su invitado, dejando las armas sobre la plataforma, y a continuación esposó al hombre con la barra, usando como esposas unas no muy resistentes que le brindó la taberna para el show. Luego se acercó a su rostro, y tras una picante sonrisa le levantó la barbilla para que ambas miradas quedaran enlazadas. Seguidamente, poco a poco y sin apartar sus ojos de los del pirata, fue desabrochándole la camisa. Se acercó más aún a él, y le mordió la oreja con fuerza. El pirata se estremeció de dolor, pero lo disfrutó. Entonces la cazarrecompensas miró a su público y con un gesto les hizo a todos seguir los pasos de aquel hombre. Los piratas se peleaban por llegar a la plataforma, y se desnudaban todo lo que podían, dejando sus pertenencias junto a la barra o lanzándoselas a Harley. Menudo espectáculo tenía montado la chica en aquella alejada taberna de la isla, diferente a la de las demás por no solo vender vino, el clásico de la isla, sino también ron, el favorito de los piratas y el motivo por el que se encontraban todos allí, borrachos y excitados.
—Ya casi empieza el verdadero show, repugnantes piratas.—De nuevo sus palabras no eran escuchadas. Aquellos hombres se peleaban por subirse allí con ella. Y Harley, juguetona, les golpeaba la cabeza con sus tacones, para echarlos hacia atrás. Entonces entre risas y vítores se arrastró hacia el lado opuesto de la plataforma, que conectaba con la barra de la taberna, bajo la que había guardado sus pertenencias, y sacó su revólver, negro y blanco con incrustaciones doradas. Volvió de nuevo ante su público, con femeninos pasos y una sonrisa de oreja a oreja, y como supuesta parte del espectáculo, lamió su arma con sensualidad y luego apuntó hacia el hombre que tenía esposado.—¡¿No creen que esto es aún más excitante?!.—Y apretó el gatillo, atravesando su bala la cabeza de aquel pirata.
Harley Quinn
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harley Quinn Vie Sep 09, 2016 6:44 pm
Escuchó con atención las palabras del pelimorado mientras seguía su paso hacia el mar. Lo miraba a los ojos mientras movía los labios, no se había fijado en lo limpia que estaba su tez, a diferencia de la de ella misma, aparentemente destrozada por el excesivo maquillaje.—Conque un mercader de armas, amante del alcohol y con una mala relación con el gobierno...—Resumió.—Ya me caes bien.—Le guiñó un ojo cómplice mientras reía.—También soy navegante, el mar es mi propio mapa, aunque pueda parecer que me pierda con facilidad.—Asintió con la cabeza, a veces no solo la llamaban loca.
Al cabo de unos minutos el mercader paró para tratar de callar su estómago. Harley se fijó en los extraños colores y formas de aquellas frutas, no las había visto nunca, y menos se esperaba que crecieran en el jardín de una casa abandonada. No estaba muy segura de probarlas, pero a decir verdad, también tenía hambre después de tanta acción. Así que agarró la verde que le lanzó el pelimorado, y apoyó el bate contra el muro para coger con la otra mano la roja que tal como éste decía, tenía un parecido color a uno de sus mechones. Le dio un pequeño mordisco a la roja, al mismo tiempo que su acompañante, y a diferencia de lo que indicaba la mueca de desagrado del pelimorado, a la rubia le sentó bien la fruta.—¿Tan mala está?.—Le preguntó y seguidamente le dio de nuevo un mordisco a la suya, no es que tuviera un sabor excepcional pero era agradable. Entonces Harley abrió los ojos como platos al ver como el cabello del chico cambiaba de color, tornándose de un azul intenso. ¿Qué le ocurría?. Pero lo que sin duda la dejó por completo estupefacta fue como la piel de algunas zonas de su cuerpo que alcanzaba a ver se volvía escamosa, como si de un reptil se tratase.—Vaya...Sin duda no te ha sentado bien...—Apoyó con delicadeza su mano sobre su hombro, alerta por si ocurría algo.—¿Te encuentras bien Abe?.—Entonces de sus escondidos recuerdos procedentes de su anterior vida, llegaron las voces de los piratas que la raptaron, hablaban sobre unas frutas, en concreto una que había ingerido su capitán y superviviente. Las conocidas como frutas del diablo.—No será eso una fruta del...—No terminó la frase, pues aunque no conocía bien las ventajas de ingerir una de ellas, si que sabía que el mar jamás volvería a acoger al hombre que se encontraba delante de Harley.
Aunque la situación no pintaba del todo bien, sobre todo para Abe, el movimiento de una gran silueta llamó la atención de Harley, que giró su rostro hacia el mar y vio como el barco pirata elevaba su ancla. Aún se encontraba a un par de cientos de metros de la costa, no podría alcanzarlo.—Mierda.—Dijo en voz baja mientras soltaba la otra fruta y agarraba su bate con fuerza. Caminó un par de metros dándole la espalda al mercader, haciendo sonar sus tacones, y apuntó con el bate hacia el navío.—¡Os volveré a encontrar y os mataré a todos, sucios piratas!.—Les gritó aún sabiendo que no la escucharían.—¡No olvidaréis este bonito rostro!.—Y en ese instante una pequeña explosión tuvo lugar en la cubierta del barco, lo suficiente como para absorber por completo la atención de Harley.—¿Eso lo has hecho tú, señor bate?.—Le preguntó a su arma completamente impresionada.—¡Esperadme!.—Y entonces la rubia salió corriendo tras ellos olvidándose totalmente de la escena anterior. Sin duda no había cumplido del todo con su trabajo, ahora solo tenía para entregar la pequeña parte de la tripulación que se encontraba aún muerta o inconsciente en la destrozada taberna, aunque si algo le había ocurrido a aquel navío tendría aún una oportunidad. ¿Pero qué sería de su acompañante?
Al cabo de unos minutos el mercader paró para tratar de callar su estómago. Harley se fijó en los extraños colores y formas de aquellas frutas, no las había visto nunca, y menos se esperaba que crecieran en el jardín de una casa abandonada. No estaba muy segura de probarlas, pero a decir verdad, también tenía hambre después de tanta acción. Así que agarró la verde que le lanzó el pelimorado, y apoyó el bate contra el muro para coger con la otra mano la roja que tal como éste decía, tenía un parecido color a uno de sus mechones. Le dio un pequeño mordisco a la roja, al mismo tiempo que su acompañante, y a diferencia de lo que indicaba la mueca de desagrado del pelimorado, a la rubia le sentó bien la fruta.—¿Tan mala está?.—Le preguntó y seguidamente le dio de nuevo un mordisco a la suya, no es que tuviera un sabor excepcional pero era agradable. Entonces Harley abrió los ojos como platos al ver como el cabello del chico cambiaba de color, tornándose de un azul intenso. ¿Qué le ocurría?. Pero lo que sin duda la dejó por completo estupefacta fue como la piel de algunas zonas de su cuerpo que alcanzaba a ver se volvía escamosa, como si de un reptil se tratase.—Vaya...Sin duda no te ha sentado bien...—Apoyó con delicadeza su mano sobre su hombro, alerta por si ocurría algo.—¿Te encuentras bien Abe?.—Entonces de sus escondidos recuerdos procedentes de su anterior vida, llegaron las voces de los piratas que la raptaron, hablaban sobre unas frutas, en concreto una que había ingerido su capitán y superviviente. Las conocidas como frutas del diablo.—No será eso una fruta del...—No terminó la frase, pues aunque no conocía bien las ventajas de ingerir una de ellas, si que sabía que el mar jamás volvería a acoger al hombre que se encontraba delante de Harley.
Aunque la situación no pintaba del todo bien, sobre todo para Abe, el movimiento de una gran silueta llamó la atención de Harley, que giró su rostro hacia el mar y vio como el barco pirata elevaba su ancla. Aún se encontraba a un par de cientos de metros de la costa, no podría alcanzarlo.—Mierda.—Dijo en voz baja mientras soltaba la otra fruta y agarraba su bate con fuerza. Caminó un par de metros dándole la espalda al mercader, haciendo sonar sus tacones, y apuntó con el bate hacia el navío.—¡Os volveré a encontrar y os mataré a todos, sucios piratas!.—Les gritó aún sabiendo que no la escucharían.—¡No olvidaréis este bonito rostro!.—Y en ese instante una pequeña explosión tuvo lugar en la cubierta del barco, lo suficiente como para absorber por completo la atención de Harley.—¿Eso lo has hecho tú, señor bate?.—Le preguntó a su arma completamente impresionada.—¡Esperadme!.—Y entonces la rubia salió corriendo tras ellos olvidándose totalmente de la escena anterior. Sin duda no había cumplido del todo con su trabajo, ahora solo tenía para entregar la pequeña parte de la tripulación que se encontraba aún muerta o inconsciente en la destrozada taberna, aunque si algo le había ocurrido a aquel navío tendría aún una oportunidad. ¿Pero qué sería de su acompañante?
Harley Quinn
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