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Censo
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Creado por Harvey Raeken Miér Ago 31, 2016 6:07 am
– Así que es aquí – Las palabras salieron de su boca junto a un poco de vaho, debido al frío que asolaba aquella curiosa y enigmática isla del North Blue. Poca gente se atrevía a poner un pie en la isla Minion, de la cual se sabía que existía un pueblo fantasma y una gran mansión abandonada en la parte más lujosa del lugar. ¿Serían verdad las diversas historias de fantasmas que los cuentistas ambulantes extendían a lo largo de los mares? ¿O solo unos relatos con la mera intención de asombrar a los niños y a los oyentes más avanzados en edad? En cualquier caso, lo que sí era verídico era que un navío pirata había anclado en la costa pertinente, había echado el ancla y la tripulación había salido a dar una vuelta. No a mucha distancia de ellos, aunque sí con suficiente prudencia como para no ser visto por ningún vigía, un bote de remos también había desembarcado en la orilla de la isla Minion, con un único pasajero. Aquel que acababa de hablar, de notar en sus carnes el frío invernal del paisaje, echándose un abrigo por encima para sobrellevar mejor ese sentimiento de temperatura mínima.
¿Pero qué motivos le habían llevado hasta allí? A una sola persona, a una isla dejada de la mano de Dios, en la que pocos mortales cuerdos se adentrarían para descubrir una aventura. Todo había empezado una semana atrás, en un crucero de transbordo entre dos islas del East Blue.
Flashback
Bajo las gafas de sol, unos atentos ojos malvas se fijaban en dos hombres que charlaban a menos de cinco metros de él. El navío iba por la mitad de la travesía, y no había nada más entretenido que hacer que prestar atención a las historias que los demás contaban. Una forma un tanto entrometida de pasar el tiempo, pero sin duda efectiva. – ¿Recuerdas la masacre marítima cerca de Drum, hace unos meses? Dicen que los causantes de aquello han vuelto a los Blues para saquear las islas más débiles… – Comentó uno de ellos, antes de que el otro preguntase a modo de esclarecer el asunto. – ¿Los que incendiaron un navío y dejaron a pocos supervivientes? Salió en los periódicos. Pero si han regresado, es que no estaban hechos para el Grand Line – Por supuesto que no estaban preparados, no eran más que unos novatos sanguinarios, aunque eso no les eximía de sus pecados. Sin decir una sola palabra, los ojos ocultos tras las gafas de sol se entrecerraron, dejando notar un leve fuego en su mirada.
Fin del Flashback
Siguiéndoles la pista desde hacía bastante tiempo, la isla Minion era el resultado de sus investigaciones y persecuciones. ¿Serían de verdad aquellos criminales los que le habían quitado su pasado? Tenía que comprobarlo, recordaba suficientes caras, solo tenía que encontrarles. Sus botas empezaron a dejar huellas en la nieve que cubría la arena de la orilla, avanzando hasta el interior del pueblo fantasma donde encontraría lo que había estado buscando durante tanto tiempo. Su sonrisa se había extendido considerablemente a lo largo de su rostro, al haber encontrado un rastro que podía seguir con facilidad y que se adentraba en el centro justo del pueblo. – Ya suenan las campanas. Están cerca – A la vista de otros civiles, el porte de aquel hombre con gafas de sol habría resultado intimidante, por no decir de cuidado. No era alguien común.
Y en la entrada de la mansión abandonada, un grupo de diez personas abrían las puertas llenas de polvo y telas de araña. El chirrido de la madera al dividirse y dejar paso a los nuevos invitados fue abrumador, como si se metiera directamente en el tímpano. – ¡Lobos de mar, hora de saquear esta casucha! ¡Veamos cuánto oro podemos encontrar! – Hombres sin miedo a lo que los cuentos afirmaban de la isla, del pueblo y de su construcción más antigua y elegante. Todos entraron en tropel, con los ojos bien abiertos y buscando cualquier pieza de metal que resultara valiosa para ellos. Sin embargo, no estar atentos fue el primer fallo que cometieron. Dejando solo a dos personas en el exterior guardando la entrada, los ocho que había en el interior de la mansión no se percataron de los susurros que atravesaban las paredes. Era medianoche, una hora perfecta para que los monstruos salieran a jugar.
¿Pero qué motivos le habían llevado hasta allí? A una sola persona, a una isla dejada de la mano de Dios, en la que pocos mortales cuerdos se adentrarían para descubrir una aventura. Todo había empezado una semana atrás, en un crucero de transbordo entre dos islas del East Blue.
Flashback
Bajo las gafas de sol, unos atentos ojos malvas se fijaban en dos hombres que charlaban a menos de cinco metros de él. El navío iba por la mitad de la travesía, y no había nada más entretenido que hacer que prestar atención a las historias que los demás contaban. Una forma un tanto entrometida de pasar el tiempo, pero sin duda efectiva. – ¿Recuerdas la masacre marítima cerca de Drum, hace unos meses? Dicen que los causantes de aquello han vuelto a los Blues para saquear las islas más débiles… – Comentó uno de ellos, antes de que el otro preguntase a modo de esclarecer el asunto. – ¿Los que incendiaron un navío y dejaron a pocos supervivientes? Salió en los periódicos. Pero si han regresado, es que no estaban hechos para el Grand Line – Por supuesto que no estaban preparados, no eran más que unos novatos sanguinarios, aunque eso no les eximía de sus pecados. Sin decir una sola palabra, los ojos ocultos tras las gafas de sol se entrecerraron, dejando notar un leve fuego en su mirada.
Fin del Flashback
Siguiéndoles la pista desde hacía bastante tiempo, la isla Minion era el resultado de sus investigaciones y persecuciones. ¿Serían de verdad aquellos criminales los que le habían quitado su pasado? Tenía que comprobarlo, recordaba suficientes caras, solo tenía que encontrarles. Sus botas empezaron a dejar huellas en la nieve que cubría la arena de la orilla, avanzando hasta el interior del pueblo fantasma donde encontraría lo que había estado buscando durante tanto tiempo. Su sonrisa se había extendido considerablemente a lo largo de su rostro, al haber encontrado un rastro que podía seguir con facilidad y que se adentraba en el centro justo del pueblo. – Ya suenan las campanas. Están cerca – A la vista de otros civiles, el porte de aquel hombre con gafas de sol habría resultado intimidante, por no decir de cuidado. No era alguien común.
Y en la entrada de la mansión abandonada, un grupo de diez personas abrían las puertas llenas de polvo y telas de araña. El chirrido de la madera al dividirse y dejar paso a los nuevos invitados fue abrumador, como si se metiera directamente en el tímpano. – ¡Lobos de mar, hora de saquear esta casucha! ¡Veamos cuánto oro podemos encontrar! – Hombres sin miedo a lo que los cuentos afirmaban de la isla, del pueblo y de su construcción más antigua y elegante. Todos entraron en tropel, con los ojos bien abiertos y buscando cualquier pieza de metal que resultara valiosa para ellos. Sin embargo, no estar atentos fue el primer fallo que cometieron. Dejando solo a dos personas en el exterior guardando la entrada, los ocho que había en el interior de la mansión no se percataron de los susurros que atravesaban las paredes. Era medianoche, una hora perfecta para que los monstruos salieran a jugar.
- Ambientación musical:
Harvey Raeken
Hoja de personaje
Nivel:
(1/1)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harley Quinn Miér Ago 31, 2016 6:52 am
El frío, enemigo natural de la moda de Harley, atravesaba sus desgastadas y finas prendas, haciendo que el cuerpo de Harley temblara desde los pies hasta la cabeza. Su despreocupación la había llevado hasta aquella isla de North Blue con la ropa que solía usar normalmente en islas del sur, y ahora se arrepentía completamente.—Habrá que entrar en calor entonces.—Pronunciaba en voz baja entre tiritones de sus dientes y temblores en el cuerpo. La principal razón de que estuviera allí, era una banda de criminales, en concreto piratas. Harley nunca podía dejar escapar una oportunidad para su negocio, y llevaba siguiéndoles el rastro desde hacía unos días atrás. Hasta que al fin había conseguido dar con ellos, pero desafortunadamente el clima jugaba en su contra. Había llegado en bote desde el otro extremo de la isla, con la intención de no ser recibida por los piratas, aunque poco le duraría, pues conociendo a la cazarrecompensas poco tardaba en montar un escándalo, cosa que no le preocupaba.
Lo que Harley desconocía completamente era la enorme mansión que se encontraba en lo alto de la colina, y que la divisaba desde que entró en aquel abandonado y siniestro pueblo. Durante el camino había observado a su alrededor con tranquilidad, andando a paso tranquilo, y no había notado ni un solo rastro de vida humana presente, aunque sí animal, o eso pensaba ella. Sin embargo todo aquello de la mansión lo desconocía completamente, ¿estaría abandonada también?, se preguntaba la chica. Sin duda lo averiguaría y daría caza a aquellos sucios piratas.
Cuando al fin llegó a lo alto de la colina, admiró la monstruosidad de aquel enorme edificio que tenía enfrente. Era inmenso y tenía un aspecto fantasmagórico, aunque no lo suficiente como para asustar o espantar a Harley. La cazarrecompensas se acercó a la entrada, y advirtió que tenía dos piratas delante haciendo guardia. Poco tardaron éstos en detectarla y alzar sus armas.—¡Eh! ¿Qué haces aquí? ¡Largo!.—Dijo uno de ellos, el más menudo.—¿Es que no nos has oído?.—Le preguntó el otro al ver que Harley no se movía ni reaccionaba. La rubia hizo una pompa con el chicle que estaba mascando y se encogió de hombros. Caminó hacia ellos con paso elegante, moviendo de lado a lado sus caderas y cargando su bate metálico tras el cuello, sobre los hombros. Esta vez no había traído con ella el mazo, con tal de no llevar mucha carga.—¿Acaso eres sorda?.—El más fornido la señaló con su espada mientras su rostro se enfurecía al ver que la chica subía sin inmutarse las escaleras que conducían a las enormes puertas de madera.—¿Creéis que habrá fantasmas ahí dentro?.—Preguntó Harley haciendo una mueca de asombro.—Muy bien, tú te lo has buscado.—Comentó el mismo pirata y salió corriendo hacia ella con la espada lista para asestar un golpe.—¿Eh?.—Harley, sin temor, se echó a un lado para esquivarlo y bloqueó la espada con su bate.—¿Es que ni siquiera puedo entablar con vosotros una conversación?.—Les preguntó mientras se disponía a realizar el siguiente movimiento. Pateó el estómago del pirata, clavándole el tacón, y éste aprovechando el momento trató de realizar un tajo hacia el cuello de Harley, quién ágilmente echó su cuerpo hacia atrás y luego giró completamente golpeándole con fuerza el rostro. El pirata cayó inconsciente al suelo por el golpe del bate, y el otro, sorprendido, se dispuso a dispararla con su arma de fuego. Sin embargo Harley desenfundó su revólver más rápido y acertó de lleno entre ceja y ceja.—Maleducados.—Concluyó la cazarrecompensas con una sonrisa de oreja a oreja mientras se hacia hueco entre los cuerpos y se disponía a atravesar aquellas chirriantes y oxidadas puertas.
Lo que Harley desconocía completamente era la enorme mansión que se encontraba en lo alto de la colina, y que la divisaba desde que entró en aquel abandonado y siniestro pueblo. Durante el camino había observado a su alrededor con tranquilidad, andando a paso tranquilo, y no había notado ni un solo rastro de vida humana presente, aunque sí animal, o eso pensaba ella. Sin embargo todo aquello de la mansión lo desconocía completamente, ¿estaría abandonada también?, se preguntaba la chica. Sin duda lo averiguaría y daría caza a aquellos sucios piratas.
Cuando al fin llegó a lo alto de la colina, admiró la monstruosidad de aquel enorme edificio que tenía enfrente. Era inmenso y tenía un aspecto fantasmagórico, aunque no lo suficiente como para asustar o espantar a Harley. La cazarrecompensas se acercó a la entrada, y advirtió que tenía dos piratas delante haciendo guardia. Poco tardaron éstos en detectarla y alzar sus armas.—¡Eh! ¿Qué haces aquí? ¡Largo!.—Dijo uno de ellos, el más menudo.—¿Es que no nos has oído?.—Le preguntó el otro al ver que Harley no se movía ni reaccionaba. La rubia hizo una pompa con el chicle que estaba mascando y se encogió de hombros. Caminó hacia ellos con paso elegante, moviendo de lado a lado sus caderas y cargando su bate metálico tras el cuello, sobre los hombros. Esta vez no había traído con ella el mazo, con tal de no llevar mucha carga.—¿Acaso eres sorda?.—El más fornido la señaló con su espada mientras su rostro se enfurecía al ver que la chica subía sin inmutarse las escaleras que conducían a las enormes puertas de madera.—¿Creéis que habrá fantasmas ahí dentro?.—Preguntó Harley haciendo una mueca de asombro.—Muy bien, tú te lo has buscado.—Comentó el mismo pirata y salió corriendo hacia ella con la espada lista para asestar un golpe.—¿Eh?.—Harley, sin temor, se echó a un lado para esquivarlo y bloqueó la espada con su bate.—¿Es que ni siquiera puedo entablar con vosotros una conversación?.—Les preguntó mientras se disponía a realizar el siguiente movimiento. Pateó el estómago del pirata, clavándole el tacón, y éste aprovechando el momento trató de realizar un tajo hacia el cuello de Harley, quién ágilmente echó su cuerpo hacia atrás y luego giró completamente golpeándole con fuerza el rostro. El pirata cayó inconsciente al suelo por el golpe del bate, y el otro, sorprendido, se dispuso a dispararla con su arma de fuego. Sin embargo Harley desenfundó su revólver más rápido y acertó de lleno entre ceja y ceja.—Maleducados.—Concluyó la cazarrecompensas con una sonrisa de oreja a oreja mientras se hacia hueco entre los cuerpos y se disponía a atravesar aquellas chirriantes y oxidadas puertas.
Harley Quinn
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harvey Raeken Miér Ago 31, 2016 8:40 am
El rastro de huellas que había encontrado hacia el centro del pueblo se dirigió esta vez hacia la mansión en lo alto de la colina. Agachándose durante un instante para reconocer el terreno, el pirata colocó la palma de su mano derecha sobre el suelo, moviendo un poco la nieve para que la huella más cercana le mostrase todos los detalles que necesitaba saber. La huella era de una bota de tacón, por lo que presumiblemente se trataría de una chica o un hombre con gustos femeninos. Sin embargo, la pisada no era demasiado densa, por lo que el peso debía concordar más con el de una mujer. A pesar de ello, dichas huellas dejadas por las botas de tacón eran más recientes que las demás que encontró por la zona, lo cual quería decir que o bien no pertenecía al grupo de criminales que habían dejado su barco apostado en la orilla, o bien se había retrasado al acompañarles en un principio por un motivo desconocido. Al levantarse, sacó de interior de su abrigo un paquete de cigarrillos y un mechero, encendiéndoselo al instante y soltando el humo hacia el cielo. – Ya casi os tengo – Comentó con una sonrisa al mismo tiempo que guardaba los utensilios anteriormente utilizados en sus bolsillos y reanudaba la marcha. Con un paso ligero pero precavido, fue saliendo del solitario y fantasmagórico pueblo, en pos de alcanzar la cima de la isla Minion, donde las voces empezaron a hacerse eco pronto.
Cinco minutos le bastaron para alcanzar la puerta de entrada, aunque se quedó a una distancia prudente y detrás de la verja observando algo que no había contemplado en sus planes. Una chica armada con un bate estaba peleando contra los dos guardias apostados en la puerta. ¿Sería ella la de las huellas en la nieve? Los ojos malvas cayeron desde sus hombros hacia abajo, recorriendo ese cuerpo prieto y deleitándose con ello hasta llegar a las botas. En efecto, ella debía ser el quid de la cuestión. – ¿Qué estará haciendo? ¿Otra venganza personal, o trabajo? – Por la distancia no fue capaz de entender lo que se dijo en ningún momento, pero siguió a la chica con la vista en cuanto las puertas se abrieron para dejarla pasar. Dentro de la mansión, él ya tenía el camino despejado para acercarse a la entrada. Su paso era cuidadoso y lento, pasando casi por encima de los cuerpos inertes de los criminales y mirándolos fijamente al rostro para ver si los podía reconocer. No fue así, por lo que sus labios se curvaron en una mueca de decepción. – Tal vez los de dentro… – Eran un grupo grande, y dos ya estaban fuera de juego. Finalmente, él también entró en el interior de la mansión -no sin antes apagar su cigarro en la nieve-, antes de que las puertas se cerrasen como por arte de magia. Una acción que le dejó los pelos de punta por la ambientación que tenía aquel lugar, pero bien podía haber sido el viento.
El grupo de piratas, en cambio, continuaba saqueando el interior de la mansión. Los ocho criminales restantes se habían dividido en tres grupos: uno formado por un hombre y una mujer, otro formado por dos mujeres, y otro liderado por el jefe junto a tres hombres más. El primer grupo se encargaría de examinar el sótano, el segundo grupo la planta baja y el hall principal, y el último grupo el piso superior. La mansión no contaba con más plantas, pero estas eran suficientemente extensas como para tardar cerca de media hora en completar una vuelta. Cabía señalar además que cada sala estaba en penumbra absoluta, salvo por un mínimo de luz que se colaba por las ventanas, junto a las sombras de los árboles del jardín exterior. Espeluznante la visión que otorgaba, y muchos de ellos ya sentían escalofríos aunque no lo dijeran. En un momento determinado, el pirata de azules cabellos se coló por una esquina, dejando de seguir a la chica rubia por el simple motivo de que había divisado al primer grupo mencionado anteriormente (hombre y mujer). ¿Cómo los abordaría? Fácil solución. Moviéndose por las sombras, y dado que su atuendo era oscuro, no le fue muy complicado quedar detrás de ellos. Se colocó detrás del hombre, dado que estaban separado a un metro de la chica y un poco atrasado con respecto a la posición de ella. Y cuando fue el momento oportuno en el que ninguno cruzó su campo de visión con el de su compañero, el pirata lanzó el mechero hacia una esquina de la habitación. Los dos criminales giraron sus rostros rápidamente, dejando la posición de Harvey como punto ciego. Las manos enguantadas de este agarraron la cabeza del hombre y con un rápido movimiento, ¡crack! Adiós cuello. El cuerpo cayó al mismo tiempo que el asesino buscó la espalda de la chica, agachándose para que no lo viera en cuanto giró para ver el cadáver de su compañero. – ¿Mark? ¡¡Mark!! – Ahogó un grito, yendo hasta el cadáver para ver si estaba muerto de verdad o era algo que se pudiera arreglar. Con las defensas bajas entonces, no se dio cuenta de la mano que pasó por detrás de su cabeza para taparle la boca con fuerza, al igual que el otro brazo se cerraba en torno a su cuello en una presa dolorosa y asfixiante. – Shhh… Si hacéis ruido, despertaréis a los fantasmas – Acompañó su frase con una risa escalofriante. Los ojos de la chica, llenos de miedo, fueron el click necesario para que tratase de chillar con todas sus fuerzas. Y él alivió durante un segundo la presión sobre su boca, dejando que el grito saliera a toda potencia para alertar a todos los que estaban en aquella mansión, antes de llevarla a las sombras y que el silencio volviera a envolver toda la sala.
Cinco minutos le bastaron para alcanzar la puerta de entrada, aunque se quedó a una distancia prudente y detrás de la verja observando algo que no había contemplado en sus planes. Una chica armada con un bate estaba peleando contra los dos guardias apostados en la puerta. ¿Sería ella la de las huellas en la nieve? Los ojos malvas cayeron desde sus hombros hacia abajo, recorriendo ese cuerpo prieto y deleitándose con ello hasta llegar a las botas. En efecto, ella debía ser el quid de la cuestión. – ¿Qué estará haciendo? ¿Otra venganza personal, o trabajo? – Por la distancia no fue capaz de entender lo que se dijo en ningún momento, pero siguió a la chica con la vista en cuanto las puertas se abrieron para dejarla pasar. Dentro de la mansión, él ya tenía el camino despejado para acercarse a la entrada. Su paso era cuidadoso y lento, pasando casi por encima de los cuerpos inertes de los criminales y mirándolos fijamente al rostro para ver si los podía reconocer. No fue así, por lo que sus labios se curvaron en una mueca de decepción. – Tal vez los de dentro… – Eran un grupo grande, y dos ya estaban fuera de juego. Finalmente, él también entró en el interior de la mansión -no sin antes apagar su cigarro en la nieve-, antes de que las puertas se cerrasen como por arte de magia. Una acción que le dejó los pelos de punta por la ambientación que tenía aquel lugar, pero bien podía haber sido el viento.
El grupo de piratas, en cambio, continuaba saqueando el interior de la mansión. Los ocho criminales restantes se habían dividido en tres grupos: uno formado por un hombre y una mujer, otro formado por dos mujeres, y otro liderado por el jefe junto a tres hombres más. El primer grupo se encargaría de examinar el sótano, el segundo grupo la planta baja y el hall principal, y el último grupo el piso superior. La mansión no contaba con más plantas, pero estas eran suficientemente extensas como para tardar cerca de media hora en completar una vuelta. Cabía señalar además que cada sala estaba en penumbra absoluta, salvo por un mínimo de luz que se colaba por las ventanas, junto a las sombras de los árboles del jardín exterior. Espeluznante la visión que otorgaba, y muchos de ellos ya sentían escalofríos aunque no lo dijeran. En un momento determinado, el pirata de azules cabellos se coló por una esquina, dejando de seguir a la chica rubia por el simple motivo de que había divisado al primer grupo mencionado anteriormente (hombre y mujer). ¿Cómo los abordaría? Fácil solución. Moviéndose por las sombras, y dado que su atuendo era oscuro, no le fue muy complicado quedar detrás de ellos. Se colocó detrás del hombre, dado que estaban separado a un metro de la chica y un poco atrasado con respecto a la posición de ella. Y cuando fue el momento oportuno en el que ninguno cruzó su campo de visión con el de su compañero, el pirata lanzó el mechero hacia una esquina de la habitación. Los dos criminales giraron sus rostros rápidamente, dejando la posición de Harvey como punto ciego. Las manos enguantadas de este agarraron la cabeza del hombre y con un rápido movimiento, ¡crack! Adiós cuello. El cuerpo cayó al mismo tiempo que el asesino buscó la espalda de la chica, agachándose para que no lo viera en cuanto giró para ver el cadáver de su compañero. – ¿Mark? ¡¡Mark!! – Ahogó un grito, yendo hasta el cadáver para ver si estaba muerto de verdad o era algo que se pudiera arreglar. Con las defensas bajas entonces, no se dio cuenta de la mano que pasó por detrás de su cabeza para taparle la boca con fuerza, al igual que el otro brazo se cerraba en torno a su cuello en una presa dolorosa y asfixiante. – Shhh… Si hacéis ruido, despertaréis a los fantasmas – Acompañó su frase con una risa escalofriante. Los ojos de la chica, llenos de miedo, fueron el click necesario para que tratase de chillar con todas sus fuerzas. Y él alivió durante un segundo la presión sobre su boca, dejando que el grito saliera a toda potencia para alertar a todos los que estaban en aquella mansión, antes de llevarla a las sombras y que el silencio volviera a envolver toda la sala.
Harvey Raeken
Hoja de personaje
Nivel:
(1/1)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harley Quinn Jue Sep 01, 2016 6:40 am
Las puertas se cerraron tras Harley sin razón alguna, ¿habría sido una corriente de aire?. Lo extraño es que eran demasiado grandes y de una madera demasiado pesada como para que una simple corriente de aire pudiera mover aquello. Sin embargo la rubia trató de no pensar demasiado en ello y concentrarse en su alrededor. No tenía ni idea de como moverse por aquella gigantesca mansión, y menos aún de dónde se encontraba el resto de la tripulación pirata. Decidió caminar por el ancho pasillo que seguía desde la entrada. En el suelo había una desgastada y calurosa alfombra, aunque debido a la oscuridad de la noche y la inexistencia de luz en la mansión, no se alcanzaba a distinguir el color. Las paredes estaban llenas de retratos humanos, retratos que parecían que la seguían con la mirada a cada paso que daba, y cuyos rostros solo eran visibles por la luminosidad que emitía tanto la luna como las estrellas en aquella fría noche. La madera crujía en algunos tablones del suelo, y extraños sonidos llegaban a los oídos de Harley, todo era demasiado siniestro. Sin embargo aquello era más diversión para la rubia. La cazarrecompensas sabía de sobra que los verdaderos monstruos eran humanos, y que eran a los que debería temer. Incluso las voces de su cabeza estaban por una vez de acuerdo con ella.
Tras caminar unos minutos, llegó a una escalera en caracol que conducía al piso superior. Harley subió por ella apoyándose en la polvorienta barra y observando lo que sus pies pisaban. Cuando llegó al piso se fijó en la altura del techo. La distribución del piso era bastante extraña, pues desde éste se podía ver el piso inferior, separado por unas barras de oxidada madera en la que la rubia prefería no apoyarse. Siguió caminando por los pasillos, sin intentar entrar en ninguna de las habitaciones, de las cuales había cientos, y todas numeradas. Tal vez aquella mansión hubiera servido como hotel en alguna época, desde luego tenía sitio para hospedar un gran número de personas. No llevaba ni siquiera un minuto explorando cuando escuchó dos gritos. Procedían del piso inferior, o tal vez de más abajo, no estaba segura, pero no alcanzó a entender lo que decían.—Así que estáis cerca, piratas...—Harley aceleró el paso y descendió nuevamente por la primera escalera con la que se topó, pero esta vez bajó dos pisos, llegando a un oscuro sótano donde la luz procedía de pequeños ventanales situados en la parte superior de las paredes. Allí se encontró dos cuerpos que yacían en el suelo. Junto a ellos se encontraba un hombre de cabellos oscuros, parecía distinto a los demás piratas.
—Al menos déjalos inconscientes, que si los matas no cobro toda la recompensa...—Comentó Harley desilusionada y con una mueca de berrinche infantil en su rostro. Fue a abrir la boca de nuevo cuando una voz la frenó.—Marchaos...—Sonó desde todas las direcciones.—Dejad mi hogar o sufriréis las consecuencias.—Sin duda era una voz de ultratumba masculina, era bastante grave y hacía temblar las paredes.—Os mataré a todos...—Esas fueron sus últimas palabras antes de que el silencio inundara de nuevo la escena. Harley se quedó pensativa observando al hombre que tenía a unos cuantos metros delante.—¿Crees que es un fantasma?.—Le preguntó alzando una ceja.—Parece simpático.—Asintió con la cabeza mientras sonreía levemente.—Oye, ¿te apetece jugar al pilla-pilla? A lo mejor nos toca a nosotros pillar al fantasma, ¡seguro que se esconde!.—Dijo emocionada y se volvió para subir las escaleras a toda velocidad, para seguidamente perderse entre los pasillos del piso base, donde la madera crujía cada vez que pisaba el suelo.
Tras caminar unos minutos, llegó a una escalera en caracol que conducía al piso superior. Harley subió por ella apoyándose en la polvorienta barra y observando lo que sus pies pisaban. Cuando llegó al piso se fijó en la altura del techo. La distribución del piso era bastante extraña, pues desde éste se podía ver el piso inferior, separado por unas barras de oxidada madera en la que la rubia prefería no apoyarse. Siguió caminando por los pasillos, sin intentar entrar en ninguna de las habitaciones, de las cuales había cientos, y todas numeradas. Tal vez aquella mansión hubiera servido como hotel en alguna época, desde luego tenía sitio para hospedar un gran número de personas. No llevaba ni siquiera un minuto explorando cuando escuchó dos gritos. Procedían del piso inferior, o tal vez de más abajo, no estaba segura, pero no alcanzó a entender lo que decían.—Así que estáis cerca, piratas...—Harley aceleró el paso y descendió nuevamente por la primera escalera con la que se topó, pero esta vez bajó dos pisos, llegando a un oscuro sótano donde la luz procedía de pequeños ventanales situados en la parte superior de las paredes. Allí se encontró dos cuerpos que yacían en el suelo. Junto a ellos se encontraba un hombre de cabellos oscuros, parecía distinto a los demás piratas.
—Al menos déjalos inconscientes, que si los matas no cobro toda la recompensa...—Comentó Harley desilusionada y con una mueca de berrinche infantil en su rostro. Fue a abrir la boca de nuevo cuando una voz la frenó.—Marchaos...—Sonó desde todas las direcciones.—Dejad mi hogar o sufriréis las consecuencias.—Sin duda era una voz de ultratumba masculina, era bastante grave y hacía temblar las paredes.—Os mataré a todos...—Esas fueron sus últimas palabras antes de que el silencio inundara de nuevo la escena. Harley se quedó pensativa observando al hombre que tenía a unos cuantos metros delante.—¿Crees que es un fantasma?.—Le preguntó alzando una ceja.—Parece simpático.—Asintió con la cabeza mientras sonreía levemente.—Oye, ¿te apetece jugar al pilla-pilla? A lo mejor nos toca a nosotros pillar al fantasma, ¡seguro que se esconde!.—Dijo emocionada y se volvió para subir las escaleras a toda velocidad, para seguidamente perderse entre los pasillos del piso base, donde la madera crujía cada vez que pisaba el suelo.
Harley Quinn
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harvey Raeken Jue Sep 01, 2016 7:10 am
En las sombras, el cuerpo de la mujer fue fuertemente golpeado contra la pared más cercana, escuchándose un sonido de huesos rotos por su espalda. La presa que el antebrazo enemigo seguía ejerciendo sobre el cuello se intensificaba, de manera que el aire escaseaba dentro del cuerpo de la chica. Sus ojos estaban fijos en la figura que había matado a su compañero y la había tomado desprevenida, sin armas con las que poder defenderse siquiera ya que en su búsqueda del oro y según las historias de la soledad de la isla Minion, no creyó conveniente traer armas -o al menos no las creyó necesarias, craso error-. El hombre miró al rostro de la chica de manera mordaz, sin miedo a represalias. Su aliento de ceniza, por fumador, se estampó contra la frente de la chica cuando sus labios se separaron para hablar. – Vosotros dos tampoco erais a quienes buscaba. Mala suerte entonces… – Las comisuras de los ojos de la chica empezaron a lagrimar, su cabeza quiso rogar clemencia, pero no fue suficiente. El antebrazo apretó más todavía el cuello femenino contra la pared, hasta que esta empezó a sacudirse y a tener convulsiones descontroladas. Aguantando la presión, el pirata que quedaba en pie dio un fuerte golpe para terminar con aquello, dejando que la chica se fuera resbalando por la pared hasta caer en el suelo, inerte y acompañando a su compañero. Pero todavía quedaban más personas a las que debía buscar, a pesar de que por el momento no hubiera tenido suerte.
Nada quedaba para él en el sótano, por lo que pronto se giró hacia la salida de aquella planta. Cuál fue su sorpresa al encontrarse con la chica de rubios cabellos y extraña vestimenta, quien con un bate de béisbol le recriminó que tratase de aquella forma a los criminales. Por lo que dijo, era una cazarrecompensas, y debía estar en la isla Minion para ganarse un buen sueldo mensual a base de capturar y capturar a todos los infelices que habían querido poner un pie en la isla. – Umm, ¿y los guardias de la entrada? No parecían muy inconscientes cuando llegué… – Sonrió, ocultando una mirada divertida bajo sus gafas de sol. Antes de que ella pudiera reaccionar, una voz de ultratumba sonó desde todos los ángulos de aquel sótano, invitándoles a marcharse de aquella mansión bajo pena de sufrir las consecuencias. El pirata alzó su cabeza hacia el techo, del cual se había desprendido un poco de polvo al hablar la voz. Toda la sala se había agitado un poco, a decir verdad. – Solo si crees en los cuentos de miedo, querida – La mirada bajó de nuevo hacia la rubia, dando varios pasos hacia delante y quedando a pocos metros de ella. Una invitación entonces le fue ofrecida al hombre, ante lo que dijo levantando el dedo índice de su mano derecha para hacer una aclaración. – Mejor aún, sumo a ese juego encontrar a los que faltan. Solo me interesan uno o dos, si son los que creo que son, los demás te los puedes quedar para ti y para cobrar sus recompensas. El fantasma será el “bonus clip”, ¿te parece? – Bajó la mano esperando por una respuesta de la chica, quien decidió hacerse de rogar un poco y subió las escaleras hasta la planta baja de nuevo.
La figura del hombre la siguió de cerca, no separándose más de tres metros de ella, hasta que finalmente en la planta siguiente se quedó justo a su derecha. – El sótano ya está limpio, así que deben quedar algunos por aquí y por la planta de arriba. Señoritas primero… – Hizo una sutil reverencia y un gesto de su mano para que la chica fuera la primera en moverse, mientras él seguía con los oídos bien abiertos. No se fiaba demasiado de aquella mansión, y todavía buscaba -como buen médico que basa su conocimiento en la ciencia- una manera lógica de explicar esa voz que les había amenazado.
Nada quedaba para él en el sótano, por lo que pronto se giró hacia la salida de aquella planta. Cuál fue su sorpresa al encontrarse con la chica de rubios cabellos y extraña vestimenta, quien con un bate de béisbol le recriminó que tratase de aquella forma a los criminales. Por lo que dijo, era una cazarrecompensas, y debía estar en la isla Minion para ganarse un buen sueldo mensual a base de capturar y capturar a todos los infelices que habían querido poner un pie en la isla. – Umm, ¿y los guardias de la entrada? No parecían muy inconscientes cuando llegué… – Sonrió, ocultando una mirada divertida bajo sus gafas de sol. Antes de que ella pudiera reaccionar, una voz de ultratumba sonó desde todos los ángulos de aquel sótano, invitándoles a marcharse de aquella mansión bajo pena de sufrir las consecuencias. El pirata alzó su cabeza hacia el techo, del cual se había desprendido un poco de polvo al hablar la voz. Toda la sala se había agitado un poco, a decir verdad. – Solo si crees en los cuentos de miedo, querida – La mirada bajó de nuevo hacia la rubia, dando varios pasos hacia delante y quedando a pocos metros de ella. Una invitación entonces le fue ofrecida al hombre, ante lo que dijo levantando el dedo índice de su mano derecha para hacer una aclaración. – Mejor aún, sumo a ese juego encontrar a los que faltan. Solo me interesan uno o dos, si son los que creo que son, los demás te los puedes quedar para ti y para cobrar sus recompensas. El fantasma será el “bonus clip”, ¿te parece? – Bajó la mano esperando por una respuesta de la chica, quien decidió hacerse de rogar un poco y subió las escaleras hasta la planta baja de nuevo.
La figura del hombre la siguió de cerca, no separándose más de tres metros de ella, hasta que finalmente en la planta siguiente se quedó justo a su derecha. – El sótano ya está limpio, así que deben quedar algunos por aquí y por la planta de arriba. Señoritas primero… – Hizo una sutil reverencia y un gesto de su mano para que la chica fuera la primera en moverse, mientras él seguía con los oídos bien abiertos. No se fiaba demasiado de aquella mansión, y todavía buscaba -como buen médico que basa su conocimiento en la ciencia- una manera lógica de explicar esa voz que les había amenazado.
Harvey Raeken
Hoja de personaje
Nivel:
(1/1)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harley Quinn Dom Sep 04, 2016 6:29 am
Una corriente de viento atravesó la planta haciendo retumbar las agujereadas ventanas y provocando escalofríos en la rubia, quien se protegió abrazándose el cuerpo para mantener el máximo calor. De veras que si hubiera sabido el clima que había en aquella isla, habría probablemente esperado hasta el siguiente destino de aquellos piratas. Pero ya era demasiado tarde y no se podía arriesgar a perderlos y vagar sin rumbo tras una presa. Esta vez andaban por pasillos que no había visto cuando entró en la mansión. Al igual que el resto, estaban repleto de habitaciones, cuyas puertas Harley intentó forzar pero se mantenían cerradas. La chica no pensaba que los piratas hubieran cerrado las puertas desde dentro, no se tomarían aquella molestia, por lo que era una pérdida de tiempo tratar de entrar en las habitaciones. Aunque lo mismo encontraban algo valioso, ¿pero así tan fácil?. Aquella mansión seguro escondía muchos secretos que probablemente ni siquiera los sirvientes que la habían servido durante años conocían.—¿Sabes cantar? Me vendría bien una canción para hacer la búsqueda más amena.—Harley giró medio cuerpo y le sonrió a su acompañante. El caballeroso hombre de azules cabellos había aceptado acompañarla, aunque no sabía nada de él. Ni siquiera sabía si era de fiar o no, por ello bajo su alegre máscara, la cazarrecompensas siempre trataba de estar alerta.—Ahora que me acuerdo.—Se giró de nuevo, esta vez completamente y frenó en seco.—Harley Quinn, encantada de conocerte.—Extendió su brazo con la intención de que éste le estrechara la mano y esperó a oír su nombre, si es que se presentaba. Luego continuó caminando a paso tranquilo mientras mascaba chicle.—¿Y qué te ha traído hasta aquí?.—Le preguntó con curiosidad. Al principio pensó que podría tratarse de otro cazarrecompensas, como ella, pero aquellas palabras en el sótano habían descartado esa opción. Él solo buscaba a dos de los piratas.
Unas risas se escucharon al final del pasillo, y la escasa luz que entraba por las ventanas formaron unas sombras, cuyas siluetas se acercaban hacia ellos. Harley le indicó con el dedo a su acompañante que le siguiera y volvió un par de metros atrás, donde el pasillo que estaban cruzando se separaba en tres, formando un cruce. Allí Harley se pegó a una de las paredes para que los nuevos presentes no pudieran verla.—Shh...—Le indicó con los labios al chico de cabellos azules. Si las sombras continuaban caminando hacia ellos, podían atacarles por sorpresa. Era una buena oportunidad. Los pasos se acercaban. Harley aguardó con paciencia, pero al darse cuenta de que tardaban mucho, se extrañó, y curiosa echó un pequeño vistazo y tal fue su sorpresa al ver que el pasillo estaba vacío.—¿Eh?.—¿Pero a dónde habían ido aquellas sombras? Debieron haber pasado por delante de ellos, no había otra forma.—Tal vez hayan entrado en alguna habitación.—Así que con cuidado y tratando de hacer el mínimo ruido posible, probó a abrir todas las habitaciones del pasillo, una por una, pero ninguna cedió.—¿Pero qué?.—Miro al hombre de cabellos azules, ¿dónde se habían metido?. Entonces el piso superior tembló levemente y algunos pequeños fragmentos del techo se desprendieron.—Deberíamos ver que ocurre.—Comentó la rubia sin pararse a esperar la respuesta del chico, y a paso ligero continuó por aquellos pasillos con la intención de encontrar una escalera que condujera al piso superior. La madera bajo sus tacones crujía, aquello la sacaba de sus casillas, era insoportable. De nuevo los retratos decoraban las paredes, con aquellas espeluznantes miradas. Y sin apenas tardar unos minutos, llegaron de nuevo al hall principal. Dónde las enormes puertas de madera permanecían cerradas, y al otro extremo del vestíbulo, las escaleras de caracol por la que Harley había subido tras entrar en la mansión.—Esto es un laberinto.—Comentó con una mueca de desagrado. Hizo una pompa con el chicle y por el rabillo del ojo advirtió de una nueva silueta cruzando el piso superior, el pasillo descubierto que se veía desde el recibidor. Harley señaló con su bate para que el chico lo visualizara, y al cabo de segundos la silueta se perdió tras las paredes.
Unas risas se escucharon al final del pasillo, y la escasa luz que entraba por las ventanas formaron unas sombras, cuyas siluetas se acercaban hacia ellos. Harley le indicó con el dedo a su acompañante que le siguiera y volvió un par de metros atrás, donde el pasillo que estaban cruzando se separaba en tres, formando un cruce. Allí Harley se pegó a una de las paredes para que los nuevos presentes no pudieran verla.—Shh...—Le indicó con los labios al chico de cabellos azules. Si las sombras continuaban caminando hacia ellos, podían atacarles por sorpresa. Era una buena oportunidad. Los pasos se acercaban. Harley aguardó con paciencia, pero al darse cuenta de que tardaban mucho, se extrañó, y curiosa echó un pequeño vistazo y tal fue su sorpresa al ver que el pasillo estaba vacío.—¿Eh?.—¿Pero a dónde habían ido aquellas sombras? Debieron haber pasado por delante de ellos, no había otra forma.—Tal vez hayan entrado en alguna habitación.—Así que con cuidado y tratando de hacer el mínimo ruido posible, probó a abrir todas las habitaciones del pasillo, una por una, pero ninguna cedió.—¿Pero qué?.—Miro al hombre de cabellos azules, ¿dónde se habían metido?. Entonces el piso superior tembló levemente y algunos pequeños fragmentos del techo se desprendieron.—Deberíamos ver que ocurre.—Comentó la rubia sin pararse a esperar la respuesta del chico, y a paso ligero continuó por aquellos pasillos con la intención de encontrar una escalera que condujera al piso superior. La madera bajo sus tacones crujía, aquello la sacaba de sus casillas, era insoportable. De nuevo los retratos decoraban las paredes, con aquellas espeluznantes miradas. Y sin apenas tardar unos minutos, llegaron de nuevo al hall principal. Dónde las enormes puertas de madera permanecían cerradas, y al otro extremo del vestíbulo, las escaleras de caracol por la que Harley había subido tras entrar en la mansión.—Esto es un laberinto.—Comentó con una mueca de desagrado. Hizo una pompa con el chicle y por el rabillo del ojo advirtió de una nueva silueta cruzando el piso superior, el pasillo descubierto que se veía desde el recibidor. Harley señaló con su bate para que el chico lo visualizara, y al cabo de segundos la silueta se perdió tras las paredes.
Harley Quinn
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
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