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Creado por Clopin Trouillefou Mar Sep 20, 2016 3:35 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Flevance...- El sol salía por el este, acarreando consigo los primeros rayos de luz de la mañana. Debido a la corta distancia que les separaba de la isla, la Ciudad Blanca brilló con un aura de pureza inconfundible. Era una de las islas más ricas, y se ocupaba de demostrar y recordar este hecho con todo lo que se pudiese encontrar a la vista. Desde los inmaculados edificios hasta la vegetación, procurada de tal forma que parecía una continuación fija en el tiempo de todo lo construido por el hombre, como si aquellos árboles y setos fuesen a permanecer puros y naturales por siempre. Aquella era la primera imagen que otorgaba la ciudad a los visitantes que se encontrasen despiertos al amanecer. Al menos era la primera impresión que daba. Ni si quiera en tiempos anteriores la Ciudad Blanca había sido tan pura como pretendía aparentar. ¿Decir que enfermaron a causa del “Plomo Blanco” no era sino lo mismo que admitir que enfermaron por su propia avaricia? Clopin había sido siempre pobre, y ni aún así le impresionaban las grandes edificaciones o los caros lujos que podían permitirse todos en aquél lugar. Sería pobre, pero no un enfermo. Por ello y por toda la experiencia propia que portaba Clopin a sus espaldas, observaba de otra forma el lugar. Era consciente de la belleza que traía consigo, pero al mismo tiempo era capaz de observar nítidamente la oscuridad que una ciudad tan inmaculada podía llegar a ocultar.
¡Desembarque! Clopin puso pie en tierra firme. ¿A qué había venido? Micqueot, hace unos meses. Clopin y un hombre llamado Kote habían quedado para conversar, resultando como lugar de su próximo encuentro; Flavence. ¿El problema? No habían quedado, por poner un ejemplo, “en la plaza”, “en el bar de la esquina”, etc. No, simplemente tenían el nombre de la isla, y en ella acordaron encontrarse de la forma más original posible. Clopin tenía un plan. Cargado con su mochila, puso rumbo hasta la plaza, prestando especial atención durante el trayecto a aquellos que le miraban con cara de intriga o desprecio, y es que un Bufón con máscara no se veía todos los días por la calle, supongo.
Llegó a la plaza. La primera impresión que daba era la de un orden muy curioso, teniendo en cuenta que era la plaza de una ciudad muy concurrida. Dentro de todo el rebaño humano que habitaba el lugar, parecía haber un equilibrio que muy pocos se atrevían a deshacer. Tampoco habían, por ejemplo, los típicos vendedores ambulantes a los que el Bufón estaba acostumbrado, ni tampoco los niños medio desnudos jugando a ver quién corre más rápido, o quién coge más bichos con los pies (juego tradicional de la isla de donde provenía Clopin). Quizás se había acostumbrado a cosas más campechanas, pero no le parecía normal toda aquella escena. Alguien debía llegar para otorgar algo de vida a la ciudad y, de paso, cumplir con su objetivo.
A pesar de la armonía que reinaba en el lugar, el número de gente era tal que quisieran o no era difícil escuchar a la persona que se encontrase a pocos metros de ti. Clopin divisó un carro a lo lejos, que se encontraba en un punto de la plaza que permitía ser observado por la mayor cantidad de gente posible (labor difícil, teniendo en cuenta la enorme fuente que ocupaba el centro exacto del lugar). Clopin corrió entre la multitud. -Paso. ¡Paso! ¿Es que no escuchan los cascabeles?- Las miradas cercanas se depositaban en él cuando pasaba corriendo. Sin detener su carrera, de un único salto, subió sobre el carro (o mejor dicho, sobre las cajas de provisiones que portaba el carro) con una agilidad envidiable, aunque ni eso le salvó de tener que hacer figuras extrañas para mantener el equilibrio al inicio de la subida.
Tuvo que coger aire para lo que se avecinaba. Hinchó los pulmones todo lo que los mismos le permitieron. -¡Usando mis místicos poderes de gitano, os ordeno a todos que os calléis.- Gritó mientras gesticulaba con las manos. Los más cercanos callaron casi al instante, y como una onda en el agua la orden fue expandiéndose desde el centro hasta la periferia. -¡Bien!- Dijo sonriendo a todo el mundo. -Mi nombre es Clopin y vengo en busca de un caballero. Les agradecería a todos que me ayudasen a encontrarlo.- Acto seguido, abrió su mochila y comenzó a sacar carteles que comenzó a lanzar al aire. -¡Adelante! No sea tímidos. Si todos colaboramos ésto sólo durará unos instantes. ¿Alguien ha visto al caballero del dibujo? Que, por cierto, he dibujado yo mismo.- Dicho esto una mueca de satisfacción inundó su rostro y como un movimiento involuntario sacó pecho y levantó la cabeza. -Lo sé. Soy un gran artista. Si pagan lo adecuado les retrataré al terminar mi misión.- Ya solamente quedaba que Kote apareciese... O que echasen a patadas al gitano de allí.
- Le Power:
- Cartel:
Clopin Trouillefou
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Grynz Lun Sep 26, 2016 3:21 pm
Los aplausos se fueron silenciando cuanto más se acercaba a ellos, pues sus miradas ya se habían visto atraídas por el pelirrojo. La primera en mover su ficha fue una joven de cabellos dorados, como los rayos del sol durante el mediodía. La verdad, le parecía que estaba loca, pero a él toda loca le hacía perder el sentido. Sin embargo no había razón para no defenderse. En el momento en que ella levantaba su pistola, él desenfundaba una de sus flechas del carcaj y la apoyaba sobre la línea horizontal de su arco -Preciosa rubia, yo tengo invitación a todo lo que yo quiera- entrecerró un poco el ojo y le apuntó a la cabeza -He aquí mi pase- su voz se fue entrecortando hasta mostrar una limpia y brillante sonrisa, relajando aquellos humos que estaban apareciendo y riéndose también, entre dientes, del chiste de aquel bufón. Fue en ese momento cuando se fijó en aquel ser peludo que descansaba en el hombro de la muchacha -¡Joder, una rata que habla! Esa no ha pasado por ninguna prueba veterinaria seguro- dijo, sarcástico, aún en shock por haber visto a aquel animal, además de que cambió su trayectoria de tiro hacia aquel diminuto ser sin pantalones. Había una segunda mujer, que se mantuvo sin decir nada. Era la más sensata.
Al final se incorporó el que parecía ser el más cauto e inteligente de los presentes, además de su líder, pero que tenía una lengua demasiado larga también. Las apariencias engañan, supongo -No eres quien para llamarme "ingrato", amigo. Además, el honor no da de comer, ni te salva de la desesperación cuando ves a tu familia morir- anunció James, descendiendo sus armas y guardando su flecha. No tenía porque empezar aquella batalla -Los piratas se mueven en bandas la mayor parte del tiempo. Al ver a tantos personajes variopintos sin nada que perder, creyéndose los reyes del mundo y creando este alboroto, pensé que seríais de esa calaña, piratas, ya sabéis- argumentó el joven, manteniendo una apariencia despreocupada, mientras vigilaba al ahora portavoz de aquel circo, ya que descansaba su mano en la empuñadura de lo que parecía una espada. Si se movía, tenía un balazo asegurado en la frente. Al igual que la rata. ¡Por qué una rata que habla! Cielos, hasta el narrador se distrae. Grynz se acabó acercando un par de pasos al castaño y le brindó la oportunidad de comenzar de cero -Me llamo McClinton, Jackson McClinton, y soy un ex-cazador de la zona, pero ahora vivo con mi hijo en esta ciudad- mintió. Bueno, empezarían desde algo más abajo que cero, por ahora. Debía asegurarse que no le mataría cuando se diera la espalda. Llevó su mano en dirección al puerto -Oí que queríais un barco y yo tengo uno en la costa, pero necesito a hombres y mujeres... y una rata... fuertes que me ayuden para despiojarlo de unos vándalos que se han colado para robarmelo. Si los echáis, matáis o capturáis para la Marina, el barco será vuestro- obviamente no. El caso era el siguiente: En aquella isla paraban muchos piratas para reponer fuerzas, repostar o saquear. Grynz dejaría que esos hombres le ayudasen para luego quitarles el barco y poder irse de allí, sin depender de ningún sudoroso marinero. Todo bien, todo correcto. Lo único que le daba pena tener que timar y dejar atrás a dos bellezas rubias como aquellas pero, ¿qué se le iba a hacer? En todo plan hay fisuras y toda acción tiene daños colaterales.
Al final se incorporó el que parecía ser el más cauto e inteligente de los presentes, además de su líder, pero que tenía una lengua demasiado larga también. Las apariencias engañan, supongo -No eres quien para llamarme "ingrato", amigo. Además, el honor no da de comer, ni te salva de la desesperación cuando ves a tu familia morir- anunció James, descendiendo sus armas y guardando su flecha. No tenía porque empezar aquella batalla -Los piratas se mueven en bandas la mayor parte del tiempo. Al ver a tantos personajes variopintos sin nada que perder, creyéndose los reyes del mundo y creando este alboroto, pensé que seríais de esa calaña, piratas, ya sabéis- argumentó el joven, manteniendo una apariencia despreocupada, mientras vigilaba al ahora portavoz de aquel circo, ya que descansaba su mano en la empuñadura de lo que parecía una espada. Si se movía, tenía un balazo asegurado en la frente. Al igual que la rata. ¡Por qué una rata que habla! Cielos, hasta el narrador se distrae. Grynz se acabó acercando un par de pasos al castaño y le brindó la oportunidad de comenzar de cero -Me llamo McClinton, Jackson McClinton, y soy un ex-cazador de la zona, pero ahora vivo con mi hijo en esta ciudad- mintió. Bueno, empezarían desde algo más abajo que cero, por ahora. Debía asegurarse que no le mataría cuando se diera la espalda. Llevó su mano en dirección al puerto -Oí que queríais un barco y yo tengo uno en la costa, pero necesito a hombres y mujeres... y una rata... fuertes que me ayuden para despiojarlo de unos vándalos que se han colado para robarmelo. Si los echáis, matáis o capturáis para la Marina, el barco será vuestro- obviamente no. El caso era el siguiente: En aquella isla paraban muchos piratas para reponer fuerzas, repostar o saquear. Grynz dejaría que esos hombres le ayudasen para luego quitarles el barco y poder irse de allí, sin depender de ningún sudoroso marinero. Todo bien, todo correcto. Lo único que le daba pena tener que timar y dejar atrás a dos bellezas rubias como aquellas pero, ¿qué se le iba a hacer? En todo plan hay fisuras y toda acción tiene daños colaterales.
Grynz
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harley Quinn Mar Sep 27, 2016 3:37 pm
El desconocido no dudó en apuntar hacia la cazarrecompensas en cuanto vio que ésta se armaba contra él, dispuesta a reaccionar ante cualquier movimiento. El hombre portaba un arco y flechas, algo raro de ver en aquellos tiempos pues con las armas de fuego, las armas de viento ya se habían quedado bastante anticuadas, sin embargo no lo subestimaría. Permaneció seria y alerta, y entonces el arquero esbozó una pequeña sonrisa, la cual fue seguida de pequeñas carcajadas que trataban de relajar la tensión. A pesar de ello y de las palabras de Kote, Harley se limitó a mirarlo con una mueca de desagrado, bajando su bate. La pequeña comadreja también se había rebelado, escapándose de sus brazos para subirse al hombro de la rubia y así estar frente al tipo. La pequeña y peluda criaturita se había encontrado muy cómoda entre los brazos y senos de la rubia, quién a su vez estaba encantada con aquel pequeño animal parlante que sin duda le haría más compañía de la que creía.—Suena bien lo de la copa, eh.—Le comentó entre risas mientras le acariciaba con los dedos su pequeña y suave cabecita, tratando de olvidar la intrusión de aquel hombre. Se mantuvo ausente entre las palabras que compartieron el arquero y Kote, pero la propuesta del desconocido le devolvió su atención. Les ofreció a la tripulación la captura de unos piratas que habían ocupado su barco, además del navío mismo, cosa que les vendría de maravilla en aquella situación. Pero todo aquello olía raro para la cazarrecompensas, ¿qué sacaba el arquero a cambio? Tal vez no fuera muy bueno haciendo negocios.
—¿Eh? ¿Qué dices?—Preguntó Harley rompiendo el silencio que se había formado esperando las palabras del capitán y mirando a sus espaldas, dónde no había nadie. Desenfundó su revólver y fue apuntando a las cabezas de los allí presentes mientras hablaba.—¿Que debería matarlos a todos y escapar?—Preguntó tras esbozar una sonrisa con un tono malévolo y permaneció unos segundos cruzando las miradas.—Lo siento.—Enfundó el revólver.—Las voces...—Comentó con una sonrisa para quitarle importancia mientras señalaba su sien con el dedo índice y lo hacía girar.—Venga, ¡estoy bromeando joder!—Empezó a reír a carcajadas mirando a los presentes.—No es eso lo que me han dicho...—Comentó en voz más baja al cabo de unos segundos y con la siniestra sonrisa de nuevo. Cambiando por completo de actitud volvió a acariciar de nuevo a su compañero con tiernas caricias.—¿Quién es el requetechiquiticuqui de mamá?—Le preguntó con voz cariñosa, como si le hablara a un bebé.
Aunque la última batalla de la rubia tuvo lugar no hace más de una hora, Harley se había quedado con ganas de más, necesitaba patear el culo de más piratas, era la mejor forma que tenía de entretenerse. Por lo que aunque las palabras de aquel desconocido hombre no habían sonado del todo bien en los oídos de la rubia, quería ver que tenía entre manos.—Bueno, ¿nos vamos o qué?.—Le preguntó al grupo inclinando la cabeza a un lado.
—¿Eh? ¿Qué dices?—Preguntó Harley rompiendo el silencio que se había formado esperando las palabras del capitán y mirando a sus espaldas, dónde no había nadie. Desenfundó su revólver y fue apuntando a las cabezas de los allí presentes mientras hablaba.—¿Que debería matarlos a todos y escapar?—Preguntó tras esbozar una sonrisa con un tono malévolo y permaneció unos segundos cruzando las miradas.—Lo siento.—Enfundó el revólver.—Las voces...—Comentó con una sonrisa para quitarle importancia mientras señalaba su sien con el dedo índice y lo hacía girar.—Venga, ¡estoy bromeando joder!—Empezó a reír a carcajadas mirando a los presentes.—No es eso lo que me han dicho...—Comentó en voz más baja al cabo de unos segundos y con la siniestra sonrisa de nuevo. Cambiando por completo de actitud volvió a acariciar de nuevo a su compañero con tiernas caricias.—¿Quién es el requetechiquiticuqui de mamá?—Le preguntó con voz cariñosa, como si le hablara a un bebé.
Aunque la última batalla de la rubia tuvo lugar no hace más de una hora, Harley se había quedado con ganas de más, necesitaba patear el culo de más piratas, era la mejor forma que tenía de entretenerse. Por lo que aunque las palabras de aquel desconocido hombre no habían sonado del todo bien en los oídos de la rubia, quería ver que tenía entre manos.—Bueno, ¿nos vamos o qué?.—Le preguntó al grupo inclinando la cabeza a un lado.
Harley Quinn
Hoja de personaje
Nivel:
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Haki:
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