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Creado por Kiros Blight Mar Nov 08, 2016 4:32 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El fic está escrito en la font "sylfaen" porque es mi font favorita para postear. Esto hace la letra ligeramente más pequeña, por lo que habrá dos o tres líneas menos de las que se ven aquí. Esta aclaración está puesta únicamente para que el staff sepa que "no hago trampas" por utilizar esta font respecto al conteo de líneas, sino que me perjudica más que otra cosa. Sin embargo prefiero ser perjudicado porque el estilo me gusta más, pero si hay algún problema tan solo díganlo y la quitaré.
Los primeros rayos de luz fueron suficientes para despertarle. Tras varios días de espera su barco tenía estimada la llegada para esa misma mañana, es más, a juzgar lo apaciguadora de la carta que su timonel le había mandado hacía dos días ya deberían haber regresado. Auguraba que habría un buen tiempo y aseguraba que el intercambio había sido todo un éxito pues habían comprado mucho vino de primera calidad de la cercana isla de Micqueot. Esto había provocado que el joven mercader Kiros se fuera a la cama antes de lo normal, y se levantara antes de que el primer gallo empezara a cantar. Su padre esperaba mucho de él y sabía que no iba a decepcionarla, es más, esperaba demostrarle que podía ser incluso mejor que él.
Saboreando ese pensamiento se metió a la ducha de su baño de lujo del hotel en el que se hospedaba, uno de primera calidad de la Isla de Lvneel la cual había elegido para gestionar sus operaciones. Generalmente acompañaba a la tripulación para básicamente realizar los mejores intercambios, pero esta vez había delegado unas estrictas instrucciones a su navegante y se había quedado en tierra. Era un hombre de confianza y por lo que le había indicado en la carta todo había salido bien, por lo que había actuado correctamente al dejarle al cargo. Cuando la mercancía llegara la guardarían en el almacén que habían alquilado con el objetivo de hacer uno o dos viajes más antes de volver a cargar el barco de dinero y productos de lujo para llevarlos de vuelta a Arabasta. Pieles, vino, metales... Sería una enorme suma de dinero cuando lo vendieran de vuelta en su tierra natal.
Se vistió rápidamente agradeciendo los buenos días que estaba teniendo, colocándose sus ropas veraniegas debajo de una fina túnica que cortaría el frío que acompañaba al alba. El puerto no estaba lejos de su residencia temporal por lo que caminaría, descubriéndolo lleno de barcos tras cinco minutos. La sonrisa de su cara se fue apagando cuando no encontró su barco, hasta el punto de que empezó a mostrarse serio y malhumorado. —Disculpe, capataz.— llamaría con suave voz y educación absoluta. —¿No ha regresado el 'Blackwood' de su viaje todavía?— preguntó dejando notar una cierta preocupación en sus palabras. El hombre, de aspecto mayor con unas cuantas canas, revisó un papel que llevaba consigo y se limitó a negar con la cabeza sin darle importancia.
Kiros no estaba satisfecho, pero se dio la vuelta y comenzó a caminar de vuelta al hotel malhumorado. —¿Dónde se han metido esos idiotas?— el malestar que sentía solo servía para negarse a sí mismo la preocupación al sentir que algo había pasado, y Kiros no sabía cuán acertado estaba.
El fic está escrito en la font "sylfaen" porque es mi font favorita para postear. Esto hace la letra ligeramente más pequeña, por lo que habrá dos o tres líneas menos de las que se ven aquí. Esta aclaración está puesta únicamente para que el staff sepa que "no hago trampas" por utilizar esta font respecto al conteo de líneas, sino que me perjudica más que otra cosa. Sin embargo prefiero ser perjudicado porque el estilo me gusta más, pero si hay algún problema tan solo díganlo y la quitaré.
Los primeros rayos de luz fueron suficientes para despertarle. Tras varios días de espera su barco tenía estimada la llegada para esa misma mañana, es más, a juzgar lo apaciguadora de la carta que su timonel le había mandado hacía dos días ya deberían haber regresado. Auguraba que habría un buen tiempo y aseguraba que el intercambio había sido todo un éxito pues habían comprado mucho vino de primera calidad de la cercana isla de Micqueot. Esto había provocado que el joven mercader Kiros se fuera a la cama antes de lo normal, y se levantara antes de que el primer gallo empezara a cantar. Su padre esperaba mucho de él y sabía que no iba a decepcionarla, es más, esperaba demostrarle que podía ser incluso mejor que él.
Saboreando ese pensamiento se metió a la ducha de su baño de lujo del hotel en el que se hospedaba, uno de primera calidad de la Isla de Lvneel la cual había elegido para gestionar sus operaciones. Generalmente acompañaba a la tripulación para básicamente realizar los mejores intercambios, pero esta vez había delegado unas estrictas instrucciones a su navegante y se había quedado en tierra. Era un hombre de confianza y por lo que le había indicado en la carta todo había salido bien, por lo que había actuado correctamente al dejarle al cargo. Cuando la mercancía llegara la guardarían en el almacén que habían alquilado con el objetivo de hacer uno o dos viajes más antes de volver a cargar el barco de dinero y productos de lujo para llevarlos de vuelta a Arabasta. Pieles, vino, metales... Sería una enorme suma de dinero cuando lo vendieran de vuelta en su tierra natal.
Se vistió rápidamente agradeciendo los buenos días que estaba teniendo, colocándose sus ropas veraniegas debajo de una fina túnica que cortaría el frío que acompañaba al alba. El puerto no estaba lejos de su residencia temporal por lo que caminaría, descubriéndolo lleno de barcos tras cinco minutos. La sonrisa de su cara se fue apagando cuando no encontró su barco, hasta el punto de que empezó a mostrarse serio y malhumorado. —Disculpe, capataz.— llamaría con suave voz y educación absoluta. —¿No ha regresado el 'Blackwood' de su viaje todavía?— preguntó dejando notar una cierta preocupación en sus palabras. El hombre, de aspecto mayor con unas cuantas canas, revisó un papel que llevaba consigo y se limitó a negar con la cabeza sin darle importancia.
Kiros no estaba satisfecho, pero se dio la vuelta y comenzó a caminar de vuelta al hotel malhumorado. —¿Dónde se han metido esos idiotas?— el malestar que sentía solo servía para negarse a sí mismo la preocupación al sentir que algo había pasado, y Kiros no sabía cuán acertado estaba.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Kiros Blight Miér Nov 09, 2016 6:02 am
El camino de vuelta al almacén se sintió victorioso. Hubo algún que otro intercambio de palabras más, pero acabó con el tal Bernard refunfuñando algo entre dientes y volviendo con los reclutas con los que reanudó la marcha. Sabiendo que había ganado volvió hasta el principal puerto de la ciudad aunque no utilizó el mismo camino sino que se dio un paseo por las calles. Sentía que todo iba bien y quería disfrutarlo tomándose un poco de tiempo para sí mismo en lugar de simplemente volver. Pasó algo más de una hora y Kiros decidió que era hora de volver para informar al tal Olaf. Era curioso pensar que la primera vez que había oído su nombre había sido de manos de Bernard pues él mismo no había sido capaz de decírselo. Tras un rato volvió a los almacenes solo para darse cuenta de que Olaf no estaba solo.
—¡¡Kiiiiirooooooooos!!— gritó la conocida voz de la posadera cuando el llamado se hizo presente. Esta la saludaba con la mano con energía, esperando al lado de Olaf con quien parecía haber estado hablando. —¿Dónde te habías metido? ¡Llevo un buen rato buscándote!— le diría la chica simulando algo de enfado, pero solo lo hacía para llamar su atención. —Estaba ocupado con lo del almacén, Carol, perdóname.— se disculpó, tras lo que miró a Olaf para confirmarle lo que había pasado. —Eres libre de volver a trabajar. En cuanto a nuestro negocio, querría alquilar tu mejor almacén. El que más cuidado esté, y que lo arregles en caso de que tenga alguna humedad o agujero.— le pidió sin dejarle siquiera expresar su gratitud. Olaf lo miraría como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
Cuando pudo encontrar sus palabras las soltó todas de golpe, casi atropellándose al hablar. —¡Muchas gracias maese Kiros! ¡Le prepararé el mejor almacén y me encargaré de que esté en el mejor estado posible! ¡Ha salvado usted mi negocio, se lo debo todo!— aduló al joven que se limitaría a recibir los halagos con la mirada perdida, pensando en su siguiente movimiento. Por curiosidad miró de reojo a Carol, la cual parecía casi tan emocionada como el propio Olaf y juntaba sus manos cerca de su barbilla mientras le devolvía la mirada. —Volvamos Carol, es hora de comer.— le diría como si la estuviera invitando, a lo que la chica respondió enérgicamente y se colocó a su lado para el viaje de vuelta. La realidad es que ella era quien cocinaba en el hostal y tenía hambre, pero se estaba quedando sin dinero y pronto no podría pagar ni siquiera las comidas. Ese barco tenía que volver con buenas noticias o de lo contrario tendría que utilizar su cercanía con Carol para sobrevivir, y eso era algo que no le apetecía demasiado.
—¡¡Kiiiiirooooooooos!!— gritó la conocida voz de la posadera cuando el llamado se hizo presente. Esta la saludaba con la mano con energía, esperando al lado de Olaf con quien parecía haber estado hablando. —¿Dónde te habías metido? ¡Llevo un buen rato buscándote!— le diría la chica simulando algo de enfado, pero solo lo hacía para llamar su atención. —Estaba ocupado con lo del almacén, Carol, perdóname.— se disculpó, tras lo que miró a Olaf para confirmarle lo que había pasado. —Eres libre de volver a trabajar. En cuanto a nuestro negocio, querría alquilar tu mejor almacén. El que más cuidado esté, y que lo arregles en caso de que tenga alguna humedad o agujero.— le pidió sin dejarle siquiera expresar su gratitud. Olaf lo miraría como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
Cuando pudo encontrar sus palabras las soltó todas de golpe, casi atropellándose al hablar. —¡Muchas gracias maese Kiros! ¡Le prepararé el mejor almacén y me encargaré de que esté en el mejor estado posible! ¡Ha salvado usted mi negocio, se lo debo todo!— aduló al joven que se limitaría a recibir los halagos con la mirada perdida, pensando en su siguiente movimiento. Por curiosidad miró de reojo a Carol, la cual parecía casi tan emocionada como el propio Olaf y juntaba sus manos cerca de su barbilla mientras le devolvía la mirada. —Volvamos Carol, es hora de comer.— le diría como si la estuviera invitando, a lo que la chica respondió enérgicamente y se colocó a su lado para el viaje de vuelta. La realidad es que ella era quien cocinaba en el hostal y tenía hambre, pero se estaba quedando sin dinero y pronto no podría pagar ni siquiera las comidas. Ese barco tenía que volver con buenas noticias o de lo contrario tendría que utilizar su cercanía con Carol para sobrevivir, y eso era algo que no le apetecía demasiado.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Kiros Blight Miér Nov 09, 2016 6:25 am
Varias semanas habían pasado pero esta vez Kiros estaba más tranquilo porque si lo perdía todo sería el fin, y eso le daba una cierta calma. Si su destino era acabar muerto de hambre en alguna esquina lo aceptaría, pero había sido mucho más chocante cuando había perdido todo. Estaba en lo más bajo de la escalera ahora, si se caía no sería un golpe tan brusco sino uno bastante esperable. Sin embargo llegó el día en que Carol pasó rápidamente a la habitación de Kiros sin siquiera llamar a la puerta, pillando al huésped en la ducha. —¡¡Han llegado!! ¡¡El barco de Lambert ha vuelto!!— gritaría emocionada, hasta que escuchó el sonido de la ducha apagándose y vio a Kiros salir con una toalla rodeando su cintura. —Gracias, Carol. Ahora mismo salgo.— le dijo con una sonrisa. Ella enrojeció al instante y cerró la puerta tras salir de esta, dejando escuchar sus pasos por el pasillo mientras corría a algún lugar para esconderse por la vergüenza.
Unos minutos más tarde Carol le llevó varios panecillos en una bandeja a Kiros, ya en la recepción del hostal, para que pudiera comerlos. Kiros tomó uno, le dio un mordisco y lo dejó de nuevo en la bandeja saliendo por la puerta rumbo al puerto. Desde lejos se podía ver el barco y a los hombres descargando la mercancía del mismo, siendo que cuando Kiros se acercó el capitán del mismo fue a recibirlo. —¡Kiros, buen amigo! ¡La expedición ha sido un éxito! ¡Vamos a mi despacho!— le diría, acompañándolo hasta el mismo sin que él dijera nada. Una vez estuvieron refugiados del frío y acomodados el hombre empezaría con su explicación comercial. Sin embargo, un punto llamó la atención de Kiros al instante. —... Y el total de los productos nos ocuparon el tercio de la capacidad del barco, lo que aumenta el precio a los...— fue interrumpido rápidamente por un cuchillo que se clavó en la mesa, concretamente sobre el papel que estaba leyendo.
El cuchillo era el de Kiros, por supuesto, el cual lo había desenvainado para detener sus palabras en cuanto escuchó que iba a ascenderle el precio. —No lo digas. Habíamos acordado un precio por toda la mercancía, y no hay nuevas cláusulas posibles en un trato que ya se ha realizado. Si quieres cambiar el trato ahora es una cosa, pero si me intentas estafar no habrá piedad alguna. Te lo advierto, no soy el tipo de hombre con el que quieres romper un trato.— le explicaría, serio como hacía meses que no estaba, la mirada fija en los ojos del hombre y las facciones marcadas en una mueca de agresividad y enfado.
Desclavó el cuchillo y lo volvió a enfundar ante el silencio de Lambert, volviendo a su cara agradable y con una ligera sonrisa. —Me alegro que el viaje haya sido productivo. Diles a tus hombres que descarguen el vino de Micqueot en el almacén 'A01', que es el mío, y yo venderé los productos cuando lo considere apropiado. Supongo que esta es mi bolsa de dinero, ¿no es así?— diría tomando una bolsa llena de berries, tanto billetes como monedas. —Ha sido un placer hacer negocios contigo, Lambert. Espero que podamos seguir nuestra relación comercial con las mismas condiciones que hasta ahora.— terminaría, levantándose y saliendo por la puerta con elegancia. Aquel día la primera ruta comercial del Imperio Blight daba sus frutos, aunque todo el dinero sería para continuar con el comercio por lo que él solo se quedaría lo justo para sobrevivir. Días muy complicados se presentaban ahora y tendría que centrar todos sus esfuerzos en que todo saliera a la perfección. De lo contrario su Imperio nunca se formaría y él se quedaría con la misma o menor importancia que la que había tenido su padre. Y eso lo ponía enfermo.
Unos minutos más tarde Carol le llevó varios panecillos en una bandeja a Kiros, ya en la recepción del hostal, para que pudiera comerlos. Kiros tomó uno, le dio un mordisco y lo dejó de nuevo en la bandeja saliendo por la puerta rumbo al puerto. Desde lejos se podía ver el barco y a los hombres descargando la mercancía del mismo, siendo que cuando Kiros se acercó el capitán del mismo fue a recibirlo. —¡Kiros, buen amigo! ¡La expedición ha sido un éxito! ¡Vamos a mi despacho!— le diría, acompañándolo hasta el mismo sin que él dijera nada. Una vez estuvieron refugiados del frío y acomodados el hombre empezaría con su explicación comercial. Sin embargo, un punto llamó la atención de Kiros al instante. —... Y el total de los productos nos ocuparon el tercio de la capacidad del barco, lo que aumenta el precio a los...— fue interrumpido rápidamente por un cuchillo que se clavó en la mesa, concretamente sobre el papel que estaba leyendo.
El cuchillo era el de Kiros, por supuesto, el cual lo había desenvainado para detener sus palabras en cuanto escuchó que iba a ascenderle el precio. —No lo digas. Habíamos acordado un precio por toda la mercancía, y no hay nuevas cláusulas posibles en un trato que ya se ha realizado. Si quieres cambiar el trato ahora es una cosa, pero si me intentas estafar no habrá piedad alguna. Te lo advierto, no soy el tipo de hombre con el que quieres romper un trato.— le explicaría, serio como hacía meses que no estaba, la mirada fija en los ojos del hombre y las facciones marcadas en una mueca de agresividad y enfado.
Desclavó el cuchillo y lo volvió a enfundar ante el silencio de Lambert, volviendo a su cara agradable y con una ligera sonrisa. —Me alegro que el viaje haya sido productivo. Diles a tus hombres que descarguen el vino de Micqueot en el almacén 'A01', que es el mío, y yo venderé los productos cuando lo considere apropiado. Supongo que esta es mi bolsa de dinero, ¿no es así?— diría tomando una bolsa llena de berries, tanto billetes como monedas. —Ha sido un placer hacer negocios contigo, Lambert. Espero que podamos seguir nuestra relación comercial con las mismas condiciones que hasta ahora.— terminaría, levantándose y saliendo por la puerta con elegancia. Aquel día la primera ruta comercial del Imperio Blight daba sus frutos, aunque todo el dinero sería para continuar con el comercio por lo que él solo se quedaría lo justo para sobrevivir. Días muy complicados se presentaban ahora y tendría que centrar todos sus esfuerzos en que todo saliera a la perfección. De lo contrario su Imperio nunca se formaría y él se quedaría con la misma o menor importancia que la que había tenido su padre. Y eso lo ponía enfermo.
Kiros Blight
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Nivel:
(6/100)
Haki:
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