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Creado por Kiros Blight Mar Nov 08, 2016 6:34 pm
El South Blue nunca había estado en los planes originales de Kiros sino que únicamente iba a comerciar en el North Blue. Pero había dejado instrucciones muy claras a la tripulación de su padre de forma que tuvieran para más de un mes de viajes y negocios. La ruta programada daría sus frutos y le daría tiempo a Kiros para viajar, y particularmente estaba interesado en viajar a un océano diferente. No es que fuera un entusiasta de los viajes y quisiera ver mundo, sino que tenía que tener un ojo en el resto de posibles rutas comerciales que podía crear. Investigar las islas y las ciudades de la zona, ver los productos que podían demandar y los que producían en exceso y a buen precio... Pero sobretodo quería despejar su mente un poco, pues las constantes idas y venidas en barco en aquel océano de climas cálidos le estaba afectando a la cabeza. Él venía de Arabasta, país de desiertos, y tener que envolverse en pieles de mamut le resultaba cuanto menos incómodo. Un poco de turismo no le vendría mal y seguro que aprendía cosas nuevas que le servirían en un futuro, como nuevos puntos de vista.
En cualquier caso cuando aquel barco de transporte lo dejó en la Isla de Briss lo primero que hizo fue estirar las piernas y los brazos sin ser demasiado exagerado, observando el puerto al que había llegado a parar. Las vistas que se tenían de la ciudad eran, como mínimo, hermosas. Exóticas quizás, aunque podría ser porque Kiros era de un lugar muy lejano y todo aquello podía parecerle como algo nuevo. Y, sin embargo, se sentía cómodo. La temperatura era agradable, corría una pequeña y relajante brisa, el Sol le golpeaba en la cara con suavidad... Era un día perfecto, y además habían llegado justo a la hora de comer. No obstante el cuerpo de Kiros todavía no estaba adaptado para realizar tareas cotidianas en tierra, y es que tanto tiempo en el mar te hace extrañar cuando el suelo no se mueve bajo tus pies. Por tanto decidió dar una pequeña vuelta para observar los alrededores de la ciudad antes de adentrarse en su interior para buscar dónde comer.
Se ajustó el cinto donde llevaba sus armas que llamaba la atención por su forma y ornamentación. La gente lo miraba al pasar debido a que Kiros no parecía ser precisamente el típico habitante de aquella isla: Llevaba unos pantalones negros de tipo bombacho hasta los tobillos y un pequeño chaleco holgado que dejaba ver tanto su entrenado torso como sus brazos. Por suerte llevaba zapatos, porque otras veces caminaba descalzo por simple comodidad. Ascender por algunas calles de aquella ciudad podía ser algo complicado si se iba descalzo, y probablemente acabara dañándose las plantas de los pies. Llevaba también una bolsa con dinero y un pasaje de vuelta para unos días más tarde, pero todavía tenía que encontrar el lugar donde hospedarse.
Tras unos minutos andando acabó subiendo hasta el final de una cuesta que daba a una especie de mirador. El camino giraba hacia un lado, pero en el otro había un pequeño acantilado con varios bancos para sentarse y admirar la furia del mar impactar contra aquellas rocas. Tanto el sonido como el aroma del mar inundaba aquel lugar y las vistas eran maravillosas, siendo que además había varias flores plantadas por el lugar a modo de jardín. Había muchas personas disfrutando de aquel lugar y era normal pues era muy agradable a los sentidos. Kiros supuso que una pequeña parada no le haría daño a nadie, y que podría comer unos minutos después. Se acercó hasta el borde del acantilado, junto a la valla de seguridad, apoyándose en esta y mirando hacia el horizonte. —No está nada mal... La isla de Briss...— se diría a sí mismo. El camino de su espalda estaba bastante concurrido, y algunos se paraban al igual que él había hecho para simplemente admirar el lugar antes de seguir con sus obligaciones. Era una parada que merecía la pena y Kiros lo sabía, por lo que retrasaría aquella comida solo un poco más.
En cualquier caso cuando aquel barco de transporte lo dejó en la Isla de Briss lo primero que hizo fue estirar las piernas y los brazos sin ser demasiado exagerado, observando el puerto al que había llegado a parar. Las vistas que se tenían de la ciudad eran, como mínimo, hermosas. Exóticas quizás, aunque podría ser porque Kiros era de un lugar muy lejano y todo aquello podía parecerle como algo nuevo. Y, sin embargo, se sentía cómodo. La temperatura era agradable, corría una pequeña y relajante brisa, el Sol le golpeaba en la cara con suavidad... Era un día perfecto, y además habían llegado justo a la hora de comer. No obstante el cuerpo de Kiros todavía no estaba adaptado para realizar tareas cotidianas en tierra, y es que tanto tiempo en el mar te hace extrañar cuando el suelo no se mueve bajo tus pies. Por tanto decidió dar una pequeña vuelta para observar los alrededores de la ciudad antes de adentrarse en su interior para buscar dónde comer.
Se ajustó el cinto donde llevaba sus armas que llamaba la atención por su forma y ornamentación. La gente lo miraba al pasar debido a que Kiros no parecía ser precisamente el típico habitante de aquella isla: Llevaba unos pantalones negros de tipo bombacho hasta los tobillos y un pequeño chaleco holgado que dejaba ver tanto su entrenado torso como sus brazos. Por suerte llevaba zapatos, porque otras veces caminaba descalzo por simple comodidad. Ascender por algunas calles de aquella ciudad podía ser algo complicado si se iba descalzo, y probablemente acabara dañándose las plantas de los pies. Llevaba también una bolsa con dinero y un pasaje de vuelta para unos días más tarde, pero todavía tenía que encontrar el lugar donde hospedarse.
Tras unos minutos andando acabó subiendo hasta el final de una cuesta que daba a una especie de mirador. El camino giraba hacia un lado, pero en el otro había un pequeño acantilado con varios bancos para sentarse y admirar la furia del mar impactar contra aquellas rocas. Tanto el sonido como el aroma del mar inundaba aquel lugar y las vistas eran maravillosas, siendo que además había varias flores plantadas por el lugar a modo de jardín. Había muchas personas disfrutando de aquel lugar y era normal pues era muy agradable a los sentidos. Kiros supuso que una pequeña parada no le haría daño a nadie, y que podría comer unos minutos después. Se acercó hasta el borde del acantilado, junto a la valla de seguridad, apoyándose en esta y mirando hacia el horizonte. —No está nada mal... La isla de Briss...— se diría a sí mismo. El camino de su espalda estaba bastante concurrido, y algunos se paraban al igual que él había hecho para simplemente admirar el lugar antes de seguir con sus obligaciones. Era una parada que merecía la pena y Kiros lo sabía, por lo que retrasaría aquella comida solo un poco más.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Arabella Bennett Miér Nov 09, 2016 6:30 pm
No era un secreto para aquellos que conocieran a la joven dama que más que gusto era un placer desobedecer toda restricción que fuese puesta hacia su persona, jamás sola perfectamente acompañada por su inseparable Nova hacía gala día y noche de su perfecto don para escapar sin que nadie se diese cuenta ya hasta el momento de volver a su hogar. Como siempre vestía con uno de tantos hermosos vestidos violeta que ella misma bordaba con hermosos hilos de plata y unas cuantas piedras que, pese a no ser de bastante valor eran bastante hermosas a la vista. Su hermosa cabellera violeta siempre bien cuidada caía en perfectas espirales que le daban un toque bastante elegante, sumado a su porte de elegancia y serenidad nunca faltaba quién la confundiese con una princesa, detalle que a la domadora encantaba a sobremanera.
Casi podría presumir y alardear de que Arabella conociera toda parte y cada uno de los rincones de la isla sin temor a equivocarse y de entre tantos lugares de sus favoritos era aquella cuesta que siempre adornada con flores ofrecía más que un espectáculo a quien visitara dicho lugar. Entre cortos pasos y algunos infantiles juegos entre el gran animal y ella poco a poco se acercaban con toda la intención de llevarse algunas flores hacia casa y adornar la habitación de ambos. No tardaron mucho en llegar y acorde al plan tras subir se introdujeron entre aquel enorme campo de flores propio de las partes más altas y estables sumergiéndose entre las flores, mientras nova aprovechaba y olfateaba todo lo que podía aquella noble artesana elegía y tomaba cuidadosamente de entre todas ellas siendo un par de hermosos lirios blancos los elegidos por ella con sumo cuidado ayudada de su pequeña navaja los cortó de tal manera que al introducirlos al agua no marchitaran de manera rápida y mantuvieran su hermosa forma lo más posible. Inmersa en sus pensamientos y en aquello jamás notó la ausencia de su fiel compañero, no fue hasta que comenzó a llamarlo que al ponerse de pie no lo vio más - ¿Nova? - Le llamó con cierto nerviosismo comenzando a caminar - ¡Nova! - Alzando la voz movía sus orbes de un lado a otro con cierto toque de desesperación tratando de encontrar aquel par de puntiagudas orejas o al menos esa cola peculiar a forma de resorte, pero no había señal alguna de él.
El curioso animal siempre había hecho ver y dejado que le dominara su instinto felino, curioso, sigiloso y elegante buscaba de una u otra manera conocer más allá de lo que era permitido por los humanos. Sus pasos y el mover de su cola lo acompañaban siguiendo el camino sin siquiera percatarse del llamado de su dueña, ante su vista un peculiar hombre que ante su olfato no mantenía el aroma de los de la isla le llamó a sobre medida la atención terminando por acercarse a él. Se sentó a su lado observándole detenidamente, siguiendo de largo aquel cabello decidido a echársele encima pensando que aquel peinado eran bolas de estambre las cuales unidas hacían el perfecto juguete. Sacó las garras de su pata izquierda y acechante no dejaba de observar aquel negro cabello propio del de Arabasta.
- ¿Dónde se metió?.. - Cuestionaba una y otra vez tomando con sus finas manos cada extremo de su vestido para así, levantarlo y poder correr con libertad siguiendo el camino cuesta arriba. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro apenas vio al enorme animal y sin tardar mucho al comprender la situación apenas vio el peinado del joven y las garras de su pata - ¡N-Nova! - Gritó llamándole la atención antes de que rebanara al pobre hombre, asustada se puso de pie al costado del animal tomando con su mano izquierda la cola del puma tirando suave de esta a modo de regaño - No lo lastimes. - Firme regañó dando un suave golpe con las flores sobre la cabeza con tanto cariño que se notaba a quien le viese. Llevó su mirada hacia el joven y llevando ambas manos a su regazo hizo una suave reverencia que Nova imitaría al instante. - Me disculpo por el comportamiento de Nova, espero no lo lastimara. - Musitó con aquella fina y delicada voz para seguido erguir su cuerpo y posar su mirada en la de él si se lo permitía. - Aunque para que Nova siquiera pensara en atacarle debe ser extranjero ¿No? - Agregó observando las ropas ajenas casi acusándole con aquella mirada de niña rica y mimada.
Casi podría presumir y alardear de que Arabella conociera toda parte y cada uno de los rincones de la isla sin temor a equivocarse y de entre tantos lugares de sus favoritos era aquella cuesta que siempre adornada con flores ofrecía más que un espectáculo a quien visitara dicho lugar. Entre cortos pasos y algunos infantiles juegos entre el gran animal y ella poco a poco se acercaban con toda la intención de llevarse algunas flores hacia casa y adornar la habitación de ambos. No tardaron mucho en llegar y acorde al plan tras subir se introdujeron entre aquel enorme campo de flores propio de las partes más altas y estables sumergiéndose entre las flores, mientras nova aprovechaba y olfateaba todo lo que podía aquella noble artesana elegía y tomaba cuidadosamente de entre todas ellas siendo un par de hermosos lirios blancos los elegidos por ella con sumo cuidado ayudada de su pequeña navaja los cortó de tal manera que al introducirlos al agua no marchitaran de manera rápida y mantuvieran su hermosa forma lo más posible. Inmersa en sus pensamientos y en aquello jamás notó la ausencia de su fiel compañero, no fue hasta que comenzó a llamarlo que al ponerse de pie no lo vio más - ¿Nova? - Le llamó con cierto nerviosismo comenzando a caminar - ¡Nova! - Alzando la voz movía sus orbes de un lado a otro con cierto toque de desesperación tratando de encontrar aquel par de puntiagudas orejas o al menos esa cola peculiar a forma de resorte, pero no había señal alguna de él.
El curioso animal siempre había hecho ver y dejado que le dominara su instinto felino, curioso, sigiloso y elegante buscaba de una u otra manera conocer más allá de lo que era permitido por los humanos. Sus pasos y el mover de su cola lo acompañaban siguiendo el camino sin siquiera percatarse del llamado de su dueña, ante su vista un peculiar hombre que ante su olfato no mantenía el aroma de los de la isla le llamó a sobre medida la atención terminando por acercarse a él. Se sentó a su lado observándole detenidamente, siguiendo de largo aquel cabello decidido a echársele encima pensando que aquel peinado eran bolas de estambre las cuales unidas hacían el perfecto juguete. Sacó las garras de su pata izquierda y acechante no dejaba de observar aquel negro cabello propio del de Arabasta.
- ¿Dónde se metió?.. - Cuestionaba una y otra vez tomando con sus finas manos cada extremo de su vestido para así, levantarlo y poder correr con libertad siguiendo el camino cuesta arriba. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro apenas vio al enorme animal y sin tardar mucho al comprender la situación apenas vio el peinado del joven y las garras de su pata - ¡N-Nova! - Gritó llamándole la atención antes de que rebanara al pobre hombre, asustada se puso de pie al costado del animal tomando con su mano izquierda la cola del puma tirando suave de esta a modo de regaño - No lo lastimes. - Firme regañó dando un suave golpe con las flores sobre la cabeza con tanto cariño que se notaba a quien le viese. Llevó su mirada hacia el joven y llevando ambas manos a su regazo hizo una suave reverencia que Nova imitaría al instante. - Me disculpo por el comportamiento de Nova, espero no lo lastimara. - Musitó con aquella fina y delicada voz para seguido erguir su cuerpo y posar su mirada en la de él si se lo permitía. - Aunque para que Nova siquiera pensara en atacarle debe ser extranjero ¿No? - Agregó observando las ropas ajenas casi acusándole con aquella mirada de niña rica y mimada.
Arabella Bennett
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Kiros Blight Jue Nov 10, 2016 3:39 pm
Su contemplación de aquel paisaje iba llegando a su fin. El lugar era digno de admirar pero Kiros no era una persona que se maravillara por las cosas sino que las dejaba de lado y se centraba en sus propios cometidos. Para él era mucho más importante una transacción comercial que cualquier paisaje que pudiera observar, por muy bonito que fuera, y eso era una perspectiva que no mucha gente compartía. Para la gente aquellas pequeñas cosas eran las cosas importantes de la vida... Para Kiros solo eran eso: Pequeñas cosas. Y como tales no les iba a dar más de cinco minutos de su atención sobretodo cuando aún no había comido nada. Además, esos cinco minutos le habían servido para que su estómago se asentara y su cuerpo se acostumbrara a estar de nuevo en tierra firme, mas su contemplación fue interrumpida repentinamente antes de que terminara. No fue hasta que la figura se había colocado a su lado que Kiros se dio cuenta de que ahí había algo, y cuando con curiosidad desvió su mirada al bulto en el suelo comprendió que ese animal era demasiado grande para ser un gato.
El animal era alguna clase de felino de pelaje oscuro de tamaño considerable, llegándole a Kiros por el ombligo. Cuando lo miró comprobó que el animal tenía una pata alzada e incluso había sacado las garras, por lo que reaccionó por instinto al sentir aquello como peligroso y se giró hacia el animal al tiempo que retrocedía un paso. De esta forma, inconscientemente, había apartado su pelo del posible "ataque" de la mascota y se había colocado delante. Llevó una mano hasta la empuñadura de su Khopesh pero solo acarició la punta con dos dedos, pues una voz le indicó que no atacara. Al ver cómo una mujer se acercaba interactuando con el animal se dio cuenta de que aquella petición de no lastimarlo no era para él, sino para el animal. Básicamente, aquella mujer le había pedido al animal que no lo atacara, y al mismo tiempo había servido para evitar que Kiros desenfundara su Khopesh. No iba a haberlo atacado a la primera de cambio pero por lo menos iba a haber sacado el arma para poder defenderse.
La mujer que había detenido las intenciones de la bestia era sorprendentemente atractiva. Su elegancia, cabello, vestidos y piedras daban la sensación de que se trataba de alguien de la nobleza de aquella isla o al menos una persona bien provista de riquezas. Kiros había crecido en un lugar lleno de mansiones y sabía distinguir a los grandes mercaderes de los pequeños: Una forma de hacerlo era ver las ropas y joyas de sus hijas y su mujer, y en este caso parecía estar bien provista. Mas la mirada volvió a centrarse en el animal pues no sabía qué acciones realizaría y cuánto control tendría la chica respecto a su "mascota". Era bastante interesante pues en Arabasta conocía gente que tenía animales parecidos como mascotas, pero encontrarse algo así en una isla del South Blue lo había pillado con la guardia baja. Pero al ver que la situación parecía estar controlada relajó sus músculos, curvó los labios en una delgada sonrisa y observó a la chica que ahora le hablaba a él.
—Permíteme disculparme a mí también, pues mi reacción pudo haber iniciado un malentendido.— inició la conversación, aunque rápidamente tuvo que responder una pregunta que ya tenía planeada que se la fueran a hacer. —Es correcto. Vengo de la isla de Arabasta, en el Grand Line. Actualmente en viaje de negocios, con una pequeña pausa para visitar esta isla.— indicó. —Mi nombre es Kiros Blight, es un gusto conoceros.— añadió con un ligero asentimiento de cabeza en señal de saludo, mas no de pleitesía. —Puedo suponer que es raro para un animal de tierra ver a gente tan diferente en la isla... ¿No soléis viajar por el océano? Uno nunca sabe las joyas que puede encontrarse surcando el horizonte.— su voz era algo distante al girarse de nuevo a ver el paisaje, como si hubiera cierto anhelo en sus palabras.
Se aclaró la garganta y volvió a mirar a la extraña pareja, principalmente a la chica aunque también se fijó en el animal pues al principio no había tenido tiempo para verlo bien. —He de suponer que sois nativos del Reino de Briss, por tus palabras. Mi más sincera enhorabuena por tan próspera nación. Es un buen lugar para venir de visita, estoy seguro.— comenzó a charlar elogiando el seguramente lugar de nacimiento de la chica, pero en realidad Kiros tenía otro objetivo. —Aunque siendo sinceros creo que estoy un poco perdido... ¿Quizás podría darme alguna indicación para saber cómo desenvolverme en esta ciudad?— consultó. Evidentemente la información le vendría bien, pero lo que en realidad quería era seguir hablando con ella para ver si le sacaba algunos detalles de ella misma. Por muy de "vacaciones" que estuviera, si encontraba una rica familia de padres mercaderes podría iniciar una Ruta Comercial en el South Blue, y no solo en el North Blue como le había pedido su padre. No podía evitarlo, quería superar a su padre en todo lo que él había hecho, y tener aquella posibilidad era interesante.
El animal era alguna clase de felino de pelaje oscuro de tamaño considerable, llegándole a Kiros por el ombligo. Cuando lo miró comprobó que el animal tenía una pata alzada e incluso había sacado las garras, por lo que reaccionó por instinto al sentir aquello como peligroso y se giró hacia el animal al tiempo que retrocedía un paso. De esta forma, inconscientemente, había apartado su pelo del posible "ataque" de la mascota y se había colocado delante. Llevó una mano hasta la empuñadura de su Khopesh pero solo acarició la punta con dos dedos, pues una voz le indicó que no atacara. Al ver cómo una mujer se acercaba interactuando con el animal se dio cuenta de que aquella petición de no lastimarlo no era para él, sino para el animal. Básicamente, aquella mujer le había pedido al animal que no lo atacara, y al mismo tiempo había servido para evitar que Kiros desenfundara su Khopesh. No iba a haberlo atacado a la primera de cambio pero por lo menos iba a haber sacado el arma para poder defenderse.
La mujer que había detenido las intenciones de la bestia era sorprendentemente atractiva. Su elegancia, cabello, vestidos y piedras daban la sensación de que se trataba de alguien de la nobleza de aquella isla o al menos una persona bien provista de riquezas. Kiros había crecido en un lugar lleno de mansiones y sabía distinguir a los grandes mercaderes de los pequeños: Una forma de hacerlo era ver las ropas y joyas de sus hijas y su mujer, y en este caso parecía estar bien provista. Mas la mirada volvió a centrarse en el animal pues no sabía qué acciones realizaría y cuánto control tendría la chica respecto a su "mascota". Era bastante interesante pues en Arabasta conocía gente que tenía animales parecidos como mascotas, pero encontrarse algo así en una isla del South Blue lo había pillado con la guardia baja. Pero al ver que la situación parecía estar controlada relajó sus músculos, curvó los labios en una delgada sonrisa y observó a la chica que ahora le hablaba a él.
—Permíteme disculparme a mí también, pues mi reacción pudo haber iniciado un malentendido.— inició la conversación, aunque rápidamente tuvo que responder una pregunta que ya tenía planeada que se la fueran a hacer. —Es correcto. Vengo de la isla de Arabasta, en el Grand Line. Actualmente en viaje de negocios, con una pequeña pausa para visitar esta isla.— indicó. —Mi nombre es Kiros Blight, es un gusto conoceros.— añadió con un ligero asentimiento de cabeza en señal de saludo, mas no de pleitesía. —Puedo suponer que es raro para un animal de tierra ver a gente tan diferente en la isla... ¿No soléis viajar por el océano? Uno nunca sabe las joyas que puede encontrarse surcando el horizonte.— su voz era algo distante al girarse de nuevo a ver el paisaje, como si hubiera cierto anhelo en sus palabras.
Se aclaró la garganta y volvió a mirar a la extraña pareja, principalmente a la chica aunque también se fijó en el animal pues al principio no había tenido tiempo para verlo bien. —He de suponer que sois nativos del Reino de Briss, por tus palabras. Mi más sincera enhorabuena por tan próspera nación. Es un buen lugar para venir de visita, estoy seguro.— comenzó a charlar elogiando el seguramente lugar de nacimiento de la chica, pero en realidad Kiros tenía otro objetivo. —Aunque siendo sinceros creo que estoy un poco perdido... ¿Quizás podría darme alguna indicación para saber cómo desenvolverme en esta ciudad?— consultó. Evidentemente la información le vendría bien, pero lo que en realidad quería era seguir hablando con ella para ver si le sacaba algunos detalles de ella misma. Por muy de "vacaciones" que estuviera, si encontraba una rica familia de padres mercaderes podría iniciar una Ruta Comercial en el South Blue, y no solo en el North Blue como le había pedido su padre. No podía evitarlo, quería superar a su padre en todo lo que él había hecho, y tener aquella posibilidad era interesante.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
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Creado por Arabella Bennett Dom Nov 13, 2016 7:31 pm
Entrecerró su mirada observando al joven de peculiares ropas, casi pareció acusarlo al ver el arma que había empuñado más entendió las circunstancias, no es como si no supiera lo que era empuñar lo necesario para poder defenderse de cualquier tipo de amenaza, cosa que era sin lugar a dudas su adorada mascota. - No es necesario que se disculpe, yo entiendo, pero agradezco haber llegado a tiempo, no es como si usted hubiera lastimado a Nova. Él podría matarle sin problema alguno. - Con total tranquilidad había dicho aquellas palabras y es que no era para menos, el entrenamiento del lince era tal que defenderse para poder sobrevivir podría ser tal que sorprendería a cualquier guerrero. Asintió tras comenzar a escuchar la explicación del que ahora ya se había identificado - Arabasta, lindo lugar. - sonrió apenas formando una delicada línea en sus labios - Mi padre suele hacer negocios con gente de allá a cambio de piedras preciosas, siempre ha sido un lugar que he querido visitar, dicen que es muy hermoso. - Tomó con su mano derecha su vestido tirando suave de este para poder acomodarlo y con la palma de su mano aplacar unas cuantas arrugas para que quedara como siempre; Perfecto.
- ¿Kiros? - Cuestionó frunciendo suavemente el ceño - Pues un gusto, mi nombre es Arabella Bennett. - Tranquila asintió aceptando la presentación del de cabellos negros y dejando salir una dulce risilla llevó su mano derecha hacia su rostro cubriendo sus labios con su índice y corazón levantando suavemente su meñique de una manera algo coqueta propia de una dama como ella. - No, no viajamos mucho, Nova y yo tenemos prohibido salir de la isla por mi padre. Y al no salir demasiado de casa es extraño encontrar extranjeros. Hace un tiempo conocí a un hombre que tenía cabellos rojizos, muy atractivo. - Sonrió comenzando a contar tras sus mejillas teñirse del mismo color carmesí del que recordaba - Me invitó a navegar por los mares y me negué, me arrepiento tanto de haberlo hecho. - dejó ambas manos frente a ella entrelazándolas y apretando suave aquellas flores que portaba. - Si hubiera aceptado quizá ahora mismo estaría en otra isla. - Se encogió de hombros y bajó su mirada hacia Nova quien lamía su pata derecha con tal dedicación que daba la impresión no prestaba atención a nadie más. - Aunque me disculpo, quizá es una historia que ni le interesa y mucho menos quisiera saber. - Rio con delicadeza enterneciendo su mirada para volverla a posar con él.
Asintió ante la afirmación - Aquí nacimos y hemos vivido toda nuestra vida, es un lugar rico y bello, excelente para todos aquellos que buscan hacer cualquier tipo de negocio, suelen florecer pronto y llenarse de riquezas, pero es más beneficioso para aquellos comerciantes que traen cosas a la isla que para los que viven aquí, muchos de los comerciantes exitosos son foráneos, mi padre es una excepción a ello. - Dio un par de pasos para acercarse a él y tomar la muñeca de él con la que portaba aquella arma - Con gusto podré llevarle a donde desee a cambio de que guarde su arma, podrían tacharle de alguien peligroso y meterse en problemas. - Pidiendo con tal serenidad que incluso presumiría de un aire maternal - Sólo quiero saber… ¿Usted no es ningún bandido, pirata o..? - Calló dándose la media vuelta acariciando suave la cabeza de Nova para que este se pusiera de pie y comenzara a caminar con ella guiando al de Arabasta, girándose un poco para verle de soslayo. - ¿O un revolucionario? - Cuestionó tras sonreírle, era notable la el interés ante esto último dicho. - ¿Ya comió? Con gusto le invito a comer algo a mi hogar y en el camino puedo explicarle todo lo que necesite sobre la isla, y si me permite el atrevimiento… - Comenzó a caminar teniendo siempre del lado izquierdo a su mascota siguiendo los pasos de ella - Quisiera preguntarle del mar. - Terminó por decir siendo esta última frase un dulce susurro exquisito de su voz.
- ¿Kiros? - Cuestionó frunciendo suavemente el ceño - Pues un gusto, mi nombre es Arabella Bennett. - Tranquila asintió aceptando la presentación del de cabellos negros y dejando salir una dulce risilla llevó su mano derecha hacia su rostro cubriendo sus labios con su índice y corazón levantando suavemente su meñique de una manera algo coqueta propia de una dama como ella. - No, no viajamos mucho, Nova y yo tenemos prohibido salir de la isla por mi padre. Y al no salir demasiado de casa es extraño encontrar extranjeros. Hace un tiempo conocí a un hombre que tenía cabellos rojizos, muy atractivo. - Sonrió comenzando a contar tras sus mejillas teñirse del mismo color carmesí del que recordaba - Me invitó a navegar por los mares y me negué, me arrepiento tanto de haberlo hecho. - dejó ambas manos frente a ella entrelazándolas y apretando suave aquellas flores que portaba. - Si hubiera aceptado quizá ahora mismo estaría en otra isla. - Se encogió de hombros y bajó su mirada hacia Nova quien lamía su pata derecha con tal dedicación que daba la impresión no prestaba atención a nadie más. - Aunque me disculpo, quizá es una historia que ni le interesa y mucho menos quisiera saber. - Rio con delicadeza enterneciendo su mirada para volverla a posar con él.
Asintió ante la afirmación - Aquí nacimos y hemos vivido toda nuestra vida, es un lugar rico y bello, excelente para todos aquellos que buscan hacer cualquier tipo de negocio, suelen florecer pronto y llenarse de riquezas, pero es más beneficioso para aquellos comerciantes que traen cosas a la isla que para los que viven aquí, muchos de los comerciantes exitosos son foráneos, mi padre es una excepción a ello. - Dio un par de pasos para acercarse a él y tomar la muñeca de él con la que portaba aquella arma - Con gusto podré llevarle a donde desee a cambio de que guarde su arma, podrían tacharle de alguien peligroso y meterse en problemas. - Pidiendo con tal serenidad que incluso presumiría de un aire maternal - Sólo quiero saber… ¿Usted no es ningún bandido, pirata o..? - Calló dándose la media vuelta acariciando suave la cabeza de Nova para que este se pusiera de pie y comenzara a caminar con ella guiando al de Arabasta, girándose un poco para verle de soslayo. - ¿O un revolucionario? - Cuestionó tras sonreírle, era notable la el interés ante esto último dicho. - ¿Ya comió? Con gusto le invito a comer algo a mi hogar y en el camino puedo explicarle todo lo que necesite sobre la isla, y si me permite el atrevimiento… - Comenzó a caminar teniendo siempre del lado izquierdo a su mascota siguiendo los pasos de ella - Quisiera preguntarle del mar. - Terminó por decir siendo esta última frase un dulce susurro exquisito de su voz.
Arabella Bennett
Hoja de personaje
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(8/100)
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Creado por Kiros Blight Mar Nov 15, 2016 3:19 pm
Tras el sobresalto inicial se encontraba bastante relajado al ver que el animal no parecía agresivo -al menos no contra él-, permitiéndose el lujo de cesar en su vigilia. No es que se encontrara confiado de que no le fuera a morder en algún momento pero si daba la sensación de estar alerta probablemente sería una ofensa para la dueña del animal. —No lo dudo ni por un instante.— mintió el pelinegro, que pese a saber que aquel gato podría partirlo en pedazos no podía admitir que no tuviera ni una sola oportunidad. Sin embargo a ella le diría esa mentira con su mayor naturalidad posible con el propósito de dar la apariencia de ser alguien humilde. Una obra de teatro que llevaba interpretando desde hacía mucho tiempo y que se le daba muy bien. Con sorpresa escuchó las palabras referentes a su isla natal. —Oh, sin duda lo es.— se limitó a puntualizar pues la chica parecía tener ganas de seguir hablando.
Kiros había guardado su arma que no había sido siquiera desenfundada del todo, solo una parte de la hoja había salido de su vaina. Adoptando una posición menos flexionada y más elegante se mantendría atento a sus palabras pese a que en lo personal no le dijeran nada en absoluto. Sin embargo, eran los pequeños significados que se escondían detrás de estas los que llamaban su atención. Indiferente ante el hombre pelirrojo pero interesado por el arrepentimiento de la mujer, quizás podría volver a abordar esa conversación más adelante. Por el momento estaba siguiendo la misma estrategia que había seguido su padre durante años en Arabasta: "Cuando una mujer tiene algo que decir es mejor que no la interrumpas", y aquella en particular parecía ser de las que socializaban rápido. Quizás por ello tenía un animal así como protección, o ese era el pensamiento de Kiros. —Es un gusto, miss Bennett. No solo sus historias son interesantes, sino que la manera en las que las cuenta le brindan un atractivo único.— aduló, pero sin intención alguna más allá de responder con educación.
Sus gestos eran dignos de admirar. Fueran sinceros o inventados, el arte con el que movía sus músculos faciales y sus manos hacían sentir aquella conversación como algo real. Alzaría las cejas de sorpresa y su sonrisa iría poco a poco creciendo cuanto más hablaba, pues sentía que Arabella tenía un don para cautivar a la gente con sus acciones. La dejó hacer, permitiéndole tomar su mano sin ofrecer resistencia alguna y dejándose guiar por donde lo llevara. Sentía como si hubiera salido de un cuento de hadas, pasando su vida en una mazmorra y ahora guardando una curiosidad que no le cabía en el cuerpo y la hacía socializar de aquella manera. —Tiene mi palabra de que no volveré a desenfundar mi arma salvo que sea absolutamente necesario.— anunció, entornando los ojos y haciendo una muy leve reverencia antes de comenzar a andar guiado por ella.
Cuando se detuvo para interactuar con el animal fue el momento en el que su interés creció, pues la siguiente pregunta fue expresada de una manera que le llamó la atención. El énfasis acerca del tema de los revolucionarios le hizo desear por unos instantes decirle que cómo lo había descubierto, solo para comprobar su reacción. Por la historia que había contado pensó que quizás ese pelirrojo era un revolucionario y que ella había decidido quedarse en la isla para no ensuciar el nombre de su familia, aunque eso era demasiada suposición. —No, he de decir que no estoy relacionado con nada que pueda ser considerado ilegal, ni tampoco con nada relacionado con las organizaciones de la ley. Solo soy un comerciante sin afiliación, siguiendo el negocio honrado de mi padre para encaminarlo en la misma dirección que él lo sigue llevando. Es un hombre respetable.— comunicó, elevando su barbilla como si fingiera estar orgulloso de él. La realidad es que no podía esperar el día que se jubilara con mayor anhelo para hacerse con todo el negocio y su renombre.
—De hecho acabo de llegar y estaba a punto de ir a buscar un lugar para comer, aunque gustoso aceptaré su oferta siempre y cuando no sea ninguna molestia. Quiero decir que agradezco la hospitalidad, pero me sentiría terrible si acabara siendo un invitado indeseado.— sentía que si rechazaba su invitación quedaría peor que si la aceptaba, pues en su estatus social era algo normal -al menos en su familia- invitar a los agraciados a disfrutar de las riquezas poseídas en una copiosa comida. Daba sensación de poder y buena salud y por eso no se había negado. Siendo sinceros, la idea tampoco le desagradaba en lo personal pues aquella chica parecía bastante agradable y además alguien importante. Aunque no se le podía olvidar: Estaba allí por placer, los negocios ya los haría en otro momento.
Comenzaría a seguir a la mujer, indicándole con un suave gesto con la mano que fuera ella primero como todo un caballero. Su rostro seguía mostrando esa mirada afilada pero su sonrisa era cálida y reconfortante, producto de no tener que fingirla. Con aquella mujer se sentía como en casa, rodeado de gente refinada y con clase. —Permítame preguntar, si no es mucha indiscrección. ¿Hubo alguna razón para que preguntase eso aparte de descartar que fuera un criminal?— se atrevió a decir, manteniendo una voz uniforme y agradable. —Tuve la sensación de que había algo más, un intento quizás de poder responder alguna pregunta adicional si mi respuesta hubiera sido afirmativa... Por favor, perdóneme si me equivoco.— rogó. —Por supuesto le diré todo lo que necesite saber sobre el mar y esté en mi conocimiento. No soy un gran navegante pero trato de informarme de lo que me rodea allá donde voy. ¿Cómo podría satisfacer su curiosidad?— concluyó manteniéndose a la espera, curioso de lo que pudiera ofrecerle.
Kiros había guardado su arma que no había sido siquiera desenfundada del todo, solo una parte de la hoja había salido de su vaina. Adoptando una posición menos flexionada y más elegante se mantendría atento a sus palabras pese a que en lo personal no le dijeran nada en absoluto. Sin embargo, eran los pequeños significados que se escondían detrás de estas los que llamaban su atención. Indiferente ante el hombre pelirrojo pero interesado por el arrepentimiento de la mujer, quizás podría volver a abordar esa conversación más adelante. Por el momento estaba siguiendo la misma estrategia que había seguido su padre durante años en Arabasta: "Cuando una mujer tiene algo que decir es mejor que no la interrumpas", y aquella en particular parecía ser de las que socializaban rápido. Quizás por ello tenía un animal así como protección, o ese era el pensamiento de Kiros. —Es un gusto, miss Bennett. No solo sus historias son interesantes, sino que la manera en las que las cuenta le brindan un atractivo único.— aduló, pero sin intención alguna más allá de responder con educación.
Sus gestos eran dignos de admirar. Fueran sinceros o inventados, el arte con el que movía sus músculos faciales y sus manos hacían sentir aquella conversación como algo real. Alzaría las cejas de sorpresa y su sonrisa iría poco a poco creciendo cuanto más hablaba, pues sentía que Arabella tenía un don para cautivar a la gente con sus acciones. La dejó hacer, permitiéndole tomar su mano sin ofrecer resistencia alguna y dejándose guiar por donde lo llevara. Sentía como si hubiera salido de un cuento de hadas, pasando su vida en una mazmorra y ahora guardando una curiosidad que no le cabía en el cuerpo y la hacía socializar de aquella manera. —Tiene mi palabra de que no volveré a desenfundar mi arma salvo que sea absolutamente necesario.— anunció, entornando los ojos y haciendo una muy leve reverencia antes de comenzar a andar guiado por ella.
Cuando se detuvo para interactuar con el animal fue el momento en el que su interés creció, pues la siguiente pregunta fue expresada de una manera que le llamó la atención. El énfasis acerca del tema de los revolucionarios le hizo desear por unos instantes decirle que cómo lo había descubierto, solo para comprobar su reacción. Por la historia que había contado pensó que quizás ese pelirrojo era un revolucionario y que ella había decidido quedarse en la isla para no ensuciar el nombre de su familia, aunque eso era demasiada suposición. —No, he de decir que no estoy relacionado con nada que pueda ser considerado ilegal, ni tampoco con nada relacionado con las organizaciones de la ley. Solo soy un comerciante sin afiliación, siguiendo el negocio honrado de mi padre para encaminarlo en la misma dirección que él lo sigue llevando. Es un hombre respetable.— comunicó, elevando su barbilla como si fingiera estar orgulloso de él. La realidad es que no podía esperar el día que se jubilara con mayor anhelo para hacerse con todo el negocio y su renombre.
—De hecho acabo de llegar y estaba a punto de ir a buscar un lugar para comer, aunque gustoso aceptaré su oferta siempre y cuando no sea ninguna molestia. Quiero decir que agradezco la hospitalidad, pero me sentiría terrible si acabara siendo un invitado indeseado.— sentía que si rechazaba su invitación quedaría peor que si la aceptaba, pues en su estatus social era algo normal -al menos en su familia- invitar a los agraciados a disfrutar de las riquezas poseídas en una copiosa comida. Daba sensación de poder y buena salud y por eso no se había negado. Siendo sinceros, la idea tampoco le desagradaba en lo personal pues aquella chica parecía bastante agradable y además alguien importante. Aunque no se le podía olvidar: Estaba allí por placer, los negocios ya los haría en otro momento.
Comenzaría a seguir a la mujer, indicándole con un suave gesto con la mano que fuera ella primero como todo un caballero. Su rostro seguía mostrando esa mirada afilada pero su sonrisa era cálida y reconfortante, producto de no tener que fingirla. Con aquella mujer se sentía como en casa, rodeado de gente refinada y con clase. —Permítame preguntar, si no es mucha indiscrección. ¿Hubo alguna razón para que preguntase eso aparte de descartar que fuera un criminal?— se atrevió a decir, manteniendo una voz uniforme y agradable. —Tuve la sensación de que había algo más, un intento quizás de poder responder alguna pregunta adicional si mi respuesta hubiera sido afirmativa... Por favor, perdóneme si me equivoco.— rogó. —Por supuesto le diré todo lo que necesite saber sobre el mar y esté en mi conocimiento. No soy un gran navegante pero trato de informarme de lo que me rodea allá donde voy. ¿Cómo podría satisfacer su curiosidad?— concluyó manteniéndose a la espera, curioso de lo que pudiera ofrecerle.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Arabella Bennett Sáb Nov 26, 2016 3:10 pm
La tranquilidad y la manera de actuar y hablar del joven no podía negarse era del gusto de la de violáceos cabellos. Él le daba aquel lugar que ella sabía –Y en mucho tiempo presumió- Poseer como la perfecta dama que era. Educada y enseñada para siempre hacerse valer como tal era ya muy parte de ella sin contar que el otro poseía su propia elegancia que lo volvía digno de respetar casi podría decir que él de igual manera tenía las mismas raíces o algo parecido que Arabella. ¿Hijo de una familia adinerada que le enseñó a comportarse como tal? Era lo más probable, cosa que mantenía tranquila a la joven y más que eso, cómoda ante la presencia ajena. La tranquilidad tomó lugar una vez él guardase su arma, cosa que agradeció la artesana regalándole una tierna y encantadora sonrisa la cual aumentaría ante el notable alago del contrario. - ¿Qué dice? - Sus mejillas se tintaron de un sutil carmesí casi parecido al de los orbes de él. Recibir cumplidos de un total extraño no le eran ajenos a la joven pero cuando estos venían dirigidos a lo que contaba era notable la pena que podía llegar a generar en ella. - Es usted muy agradable, hace tiempo que no conocía a un extranjero que supiese comportarse de manera civilizada y no como un bruto bárbaro. - Masculló por lo bajo manteniéndose siempre al lado de Nova.
El agarre en la muñeca del otro se hizo algo dominante, tas tirar suave de esta la propia mano recorrió suave la ajena terminando por rozar aquella palma con sus finos dedos sin dejar en ningún momento de tirar suave para guiarle. Deseaba de verdad que aquella pregunta sobre la revolución se hiciera responder, observándole de soslayo comenzando a caminar entrecerró sus párpados afilando un poco su mirada - Tachan a los revolucionarios de ilegales cuando ellos no son tan malos. - Reclamó por lo bajo - No siempre lo son. - Agregó cerrando sus párpados totalmente por un instante sólo para volver a posar su vista al frente siguiendo el camino hacia su hogar ya que él había aceptado sin más su invitación. - No es ninguna molestia, si no, no le estaría invitando. - Respondió con tranquilidad - Sólo que un favor he de pedirle al llegar. - Cerró sus párpados tranquila llevando su mano izquierda sobre la cabeza de Nova acariciándole. - Si alguien le pregunta quién es usted, habrá de decir que es mi prometido. - Serena, decía aquella palabras como si fuese lo más normal del mundo. - Y espero que le guste la carne de cordero, es lo que se cenará hoy. - Abrió a nueva cuenta sus párpados manteniendo siempre la vista al frente.
La pregunta que esperaba terminó por llegar y tras una suave risa llevó su mano derecha tocando con su índice y corazón sus labios mostrándole una coqueta mirada - ¿Por qué habría de responder a su pregunta? ¿Qué me asegura que no es nadie aliado al gobierno, a algún pirata o parecido? - masculló siempre con una sonrisa - Si usted me hubiera respondido que era parte de la revolución ahora mismo estaríamos camino a mi hogar tras invitarle para comer. - ¿Qué no era lo que estaban haciendo ya? - Satisfacer mi curiosidad es poco. Quiero más que eso. - Respondió dejando su índice sobre su mentón recorriendo suave este bajando por su cuello deteniéndose sobre su pecho. - Del gobierno o no ha estado en el mar, quiero saber qué está pasando ahora mismo en el mundo. ¿Hay algún tipo de guerra? ¿A dónde van los navegantes? ¿Qué tanto sabe de los piratas y la revolución? - Pregunta tras pregunta la joven doncella inundaba al otro sin dar tiempo a responder una por una. ¿Misteriosa dama o sólo una mujer estúpida que no sabe disimular? Sólo el de negros cabellos sería quien juzgara aquello. - Hay algo que los románticos poetas llaman amor a primera vista. - Susurró con cierta nostalgia. - Yo sólo llamo aquello curiosidad. - Le observó de reojo - Y yo tengo mucha curiosidad. - Afiló su mirada, casi parecía pretender penetrar la ajena. - Muchísima curiosidad. - Reafirmó. Quizá dar respuestas tan vagas y ambiguas terminaría fastidiando al otro; o eso o despertaría curiosidad por las palabras de la joven permitiéndole saber a ambos lo que querían del otro.
El agarre en la muñeca del otro se hizo algo dominante, tas tirar suave de esta la propia mano recorrió suave la ajena terminando por rozar aquella palma con sus finos dedos sin dejar en ningún momento de tirar suave para guiarle. Deseaba de verdad que aquella pregunta sobre la revolución se hiciera responder, observándole de soslayo comenzando a caminar entrecerró sus párpados afilando un poco su mirada - Tachan a los revolucionarios de ilegales cuando ellos no son tan malos. - Reclamó por lo bajo - No siempre lo son. - Agregó cerrando sus párpados totalmente por un instante sólo para volver a posar su vista al frente siguiendo el camino hacia su hogar ya que él había aceptado sin más su invitación. - No es ninguna molestia, si no, no le estaría invitando. - Respondió con tranquilidad - Sólo que un favor he de pedirle al llegar. - Cerró sus párpados tranquila llevando su mano izquierda sobre la cabeza de Nova acariciándole. - Si alguien le pregunta quién es usted, habrá de decir que es mi prometido. - Serena, decía aquella palabras como si fuese lo más normal del mundo. - Y espero que le guste la carne de cordero, es lo que se cenará hoy. - Abrió a nueva cuenta sus párpados manteniendo siempre la vista al frente.
La pregunta que esperaba terminó por llegar y tras una suave risa llevó su mano derecha tocando con su índice y corazón sus labios mostrándole una coqueta mirada - ¿Por qué habría de responder a su pregunta? ¿Qué me asegura que no es nadie aliado al gobierno, a algún pirata o parecido? - masculló siempre con una sonrisa - Si usted me hubiera respondido que era parte de la revolución ahora mismo estaríamos camino a mi hogar tras invitarle para comer. - ¿Qué no era lo que estaban haciendo ya? - Satisfacer mi curiosidad es poco. Quiero más que eso. - Respondió dejando su índice sobre su mentón recorriendo suave este bajando por su cuello deteniéndose sobre su pecho. - Del gobierno o no ha estado en el mar, quiero saber qué está pasando ahora mismo en el mundo. ¿Hay algún tipo de guerra? ¿A dónde van los navegantes? ¿Qué tanto sabe de los piratas y la revolución? - Pregunta tras pregunta la joven doncella inundaba al otro sin dar tiempo a responder una por una. ¿Misteriosa dama o sólo una mujer estúpida que no sabe disimular? Sólo el de negros cabellos sería quien juzgara aquello. - Hay algo que los románticos poetas llaman amor a primera vista. - Susurró con cierta nostalgia. - Yo sólo llamo aquello curiosidad. - Le observó de reojo - Y yo tengo mucha curiosidad. - Afiló su mirada, casi parecía pretender penetrar la ajena. - Muchísima curiosidad. - Reafirmó. Quizá dar respuestas tan vagas y ambiguas terminaría fastidiando al otro; o eso o despertaría curiosidad por las palabras de la joven permitiéndole saber a ambos lo que querían del otro.
Arabella Bennett
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Kiros Blight Lun Nov 28, 2016 5:42 am
Si bien se había dejado llevar por el agarre de la chica no significaba que no sintiera el roce de sus dedos, quizás pensando que junto a sus palabras estaba coqueteando con él. Pero ella era una mujer inteligente, no coquetearía con alguien como Kiros a menos que tuviera una razón. Todos sus gestos y palabras parecían estar cargados de un carácter seductor que seguramente tenían un propósito oculto, pues era difícil de creer que se comportara así normalmente sin darse cuenta. Mas se dejó llevar sin hacer fuerza alguna, escuchando sus palabras con atención para tratar de descubrir en lo que estaba pensando. —Esas declaraciones que hace son un poco peligrosas, Miss Bennett. Si las escucharan los oídos equivocados podría suponer pasar un mal día de preguntas hechas por tipos rudos y maleducados.— advirtió, dejando caer que él no era alguien con "los oídos equivocados" pero sin terminar de mojarse. Personalmente la revolución solo era algo que le serviría para ganar dinero, ya fuera apoyándola o "ayudando" a los lugares que quedaran arrasados. La guerra era el lugar donde se demostraba quiénes eran inteligentes de verdad, y Kiros tenía intención de aprovecharse de la situación aunque fuera poco moral.
Se sorprendió un poco con el papel que Arabella le proponía, pero aceptó ser su cómplice de inmediato. No hizo comentario alguno respecto a esto y solo le respondió con un gesto de la cabeza en señal de consentimiento, esperando a la siguiente conversación para contestar verbalmente. —Bueno, Arabella, si nos vamos a casar no podemos ocultarnos estas cosas, por eso debes contármelo.— comentó mirándola fijamente por unos segundos, antes de volver a centrarse en la calle para evitar chocarse con nada. Su afilada sonrisa indicaba no solo que estaba interpretando el papel que le había entregado, sino una actitud picaresca respecto a la situación que se presentaba. Había dejado de utilizar súbitamente su apellido acompañado de "miss" como forma de tratarla, y ya no la hablaba de usted. Un pequeño toque de calidad para su interpretación, mas pronto volvió a su actitud original una vez hubo probado que era apto para el puesto de falso prometido. —De nuevo, la misma pregunta que me hace podría hacerla yo... ¿Qué me asegura que no es un espía del Gobierno tratando de sacarme información de la revolución?— le dijo desinteresado, un simple comentario que no buscaba desconfiar en ella sino mostrarle que podía confiar en él -o que no tenía otra alternativa, mejor dicho-.
—Por suerte para nosotros y por el bien de esta conversación no tengo nada que ocultar.— mencionó animado, como si hubiera recuperado el interés. —Si suele invitar a miembros revolucionarios a comer a su casa no es necesario que responda la pregunta. Demuestra su gran interés por esta facción, ya sea para bien o para mal, y por nuestra propia seguridad creo que dejaré este tema para más tarde... No quisiera que nos tacharan de estar planeando algo contra el Gobierno por haber captado un par de palabras de nuestra conversación, ¿no cree? Un mercader respetable debe mantenerse siempre neutral y dentro de la legalidad.— comentó. Básicamente lo que le estaba diciendo es que no iba a revelar sus cartas donde todo el mundo pudiera verlas, aunque tampoco era una promesa de que fuera a revelárselas a ella. Y de momento no tenía nada que esconder, pero esa era su principal baza: Parecer más interesante de lo que en realidad era. Y aunque en un futuro él sería el mercader más poderoso del mundo por el momento estaba muy lejos de alcanzar ese sueño, así que tenía que jugar sus cartas con cuidado.
La nostalgia de sus últimas palabras le hizo pensar en que quizás ella -o su familia- había pasado tiempo en la revolución o apoyándola en secreto. Pese a que aquello era incorrecto era su suposición, y de momento es con la que se quedaría. No obstante se guardaría de hablar demasiado por si era una colaboradora de la marina para desenmascarar revolucionarios, y aunque él no tuviera nada que ver con ellos no quería decir más cosas de las que debía. —Hmmm... Lamentablemente creo que no podré contarle aventuras únicas e historias entretenidas, solo soy un mercader... Pero lo haré lo mejor que pueda.— mencionó entrecerrando los ojos y haciendo un leve gesto con la cabeza, casi como una reverencia. —La guerra entre la revolución y la marina es constante. Lenta y silenciosa, pero sigue ahí y cada tanto tiempo se escuchan noticias de la misma. En cuanto a piratas he tenido suerte, y hasta ahora no me he cruzado con ellos. Mi barco, el "Blackthorn", está bien defendido y vino desde Arabasta con múltiples productos para comerciar. Actualmente se encuentra haciendo una ruta comercial que yo les indiqué, mientras yo viajo por el mundo.— comenzó a explicar, mas no terminó ahí. —Todos los navegantes, piratas o civiles, ansían cruzar el Grand Line para acceder a los mares más peligrosos. Los beneficios de las islas de estos mares son los que incitan a las personas, ya sean por codicia, guerra o aventura, a explorar el llamado "Paraíso" y el siguiente mar, todavía más peligroso, llamado el Nuevo Mundo. Este misterioso mar no ha sido explorado apenas, y solo los más fuertes piratas y marines pueden surcar sus aguas.— le explicó. Era conocimiento general, pero no sabía hasta qué punto la mujer de morados cabellos quería disimular no tener ni idea de lo que había fuera del Reino de Briss. O quizás de verdad no supiera nada, eso a él no le suponía una gran diferencia.
Se sorprendió un poco con el papel que Arabella le proponía, pero aceptó ser su cómplice de inmediato. No hizo comentario alguno respecto a esto y solo le respondió con un gesto de la cabeza en señal de consentimiento, esperando a la siguiente conversación para contestar verbalmente. —Bueno, Arabella, si nos vamos a casar no podemos ocultarnos estas cosas, por eso debes contármelo.— comentó mirándola fijamente por unos segundos, antes de volver a centrarse en la calle para evitar chocarse con nada. Su afilada sonrisa indicaba no solo que estaba interpretando el papel que le había entregado, sino una actitud picaresca respecto a la situación que se presentaba. Había dejado de utilizar súbitamente su apellido acompañado de "miss" como forma de tratarla, y ya no la hablaba de usted. Un pequeño toque de calidad para su interpretación, mas pronto volvió a su actitud original una vez hubo probado que era apto para el puesto de falso prometido. —De nuevo, la misma pregunta que me hace podría hacerla yo... ¿Qué me asegura que no es un espía del Gobierno tratando de sacarme información de la revolución?— le dijo desinteresado, un simple comentario que no buscaba desconfiar en ella sino mostrarle que podía confiar en él -o que no tenía otra alternativa, mejor dicho-.
—Por suerte para nosotros y por el bien de esta conversación no tengo nada que ocultar.— mencionó animado, como si hubiera recuperado el interés. —Si suele invitar a miembros revolucionarios a comer a su casa no es necesario que responda la pregunta. Demuestra su gran interés por esta facción, ya sea para bien o para mal, y por nuestra propia seguridad creo que dejaré este tema para más tarde... No quisiera que nos tacharan de estar planeando algo contra el Gobierno por haber captado un par de palabras de nuestra conversación, ¿no cree? Un mercader respetable debe mantenerse siempre neutral y dentro de la legalidad.— comentó. Básicamente lo que le estaba diciendo es que no iba a revelar sus cartas donde todo el mundo pudiera verlas, aunque tampoco era una promesa de que fuera a revelárselas a ella. Y de momento no tenía nada que esconder, pero esa era su principal baza: Parecer más interesante de lo que en realidad era. Y aunque en un futuro él sería el mercader más poderoso del mundo por el momento estaba muy lejos de alcanzar ese sueño, así que tenía que jugar sus cartas con cuidado.
La nostalgia de sus últimas palabras le hizo pensar en que quizás ella -o su familia- había pasado tiempo en la revolución o apoyándola en secreto. Pese a que aquello era incorrecto era su suposición, y de momento es con la que se quedaría. No obstante se guardaría de hablar demasiado por si era una colaboradora de la marina para desenmascarar revolucionarios, y aunque él no tuviera nada que ver con ellos no quería decir más cosas de las que debía. —Hmmm... Lamentablemente creo que no podré contarle aventuras únicas e historias entretenidas, solo soy un mercader... Pero lo haré lo mejor que pueda.— mencionó entrecerrando los ojos y haciendo un leve gesto con la cabeza, casi como una reverencia. —La guerra entre la revolución y la marina es constante. Lenta y silenciosa, pero sigue ahí y cada tanto tiempo se escuchan noticias de la misma. En cuanto a piratas he tenido suerte, y hasta ahora no me he cruzado con ellos. Mi barco, el "Blackthorn", está bien defendido y vino desde Arabasta con múltiples productos para comerciar. Actualmente se encuentra haciendo una ruta comercial que yo les indiqué, mientras yo viajo por el mundo.— comenzó a explicar, mas no terminó ahí. —Todos los navegantes, piratas o civiles, ansían cruzar el Grand Line para acceder a los mares más peligrosos. Los beneficios de las islas de estos mares son los que incitan a las personas, ya sean por codicia, guerra o aventura, a explorar el llamado "Paraíso" y el siguiente mar, todavía más peligroso, llamado el Nuevo Mundo. Este misterioso mar no ha sido explorado apenas, y solo los más fuertes piratas y marines pueden surcar sus aguas.— le explicó. Era conocimiento general, pero no sabía hasta qué punto la mujer de morados cabellos quería disimular no tener ni idea de lo que había fuera del Reino de Briss. O quizás de verdad no supiera nada, eso a él no le suponía una gran diferencia.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Arabella Bennett Dom Dic 04, 2016 1:45 am
- Tiene razón. - Sí, la tenía, claro que si Arabella osase decir esas palabras a otro que no se comportara como lo hacía el otro ya tendría la espada en el cuello como aquella vez con el muchacho de cabellos rojos. La sonrisa de sus labios se mantuvo aunque por su mente un golpe de realidad había llegado sin más. ¿Y si él era ese tipo de oídos equivocados? No quedaba más que descubrirlo, de cualquier manera mientras Nova estuviera a su lado no podría hacerle nada, el siquiera intentarlo le costaría la vida misma. Pero aunque una inteligente dama y algo calculadora de vez en cuando tenía pequeños tropezones, y era fácil de detectar cuando a la pobre las palabras que aunque ella misma había dicho se le iban de las manos parpadeó un par de veces apenas lo escuchó tardando un poco en procesar lo dicho por él - ¿Casarnos? - Replicó antes de que su amado Nova con su hocico acariciara la palma de la mano de ella haciendo que esta recordara la propuesta que quizá algo atrevida había puesto como condición al otro - Sí, cierto. Masculló con un toque de pena - Es sólo para que no me regañen al volver. - Explicó cerrando sus párpados con un tenue color rojizo en sus mejillas - Estarán tan preocupados de quién es usted y si de verdad dejé de ser doncella en sus brazos que el mero hecho de no avisar mi salida no le pasará ni por la cabeza. - Simplemente era perfecto aquel plan ¿No?
El sólo asentir daba por ciertas las palabras de él, hablar de la revolución era por mucho un tema más que tabú. - Después de lo dicho comienzo a dudar si de verdad es mercader. - Musitaría ya sin tantos rodeos siempre viéndolo de reojo - Pero sí, tiene bastante razón. Ya en mi habitación podremos platicar de manera más amena. - Concluyó tras un suave suspiro que se haría más que notable al inflar de lleno su pecho. - Entiendo. - Susurró bajo - Supongo que las cosas en el mar no están tan bien como me las contó mi padre. - Pensativa llevó su mano derecha a su mentón levantando un poco la mirada al cielo - ¿Y qué productos son los que usted tiene para comerciar? - Cuestionó con cierto deje de curiosidad - Si leí alguna vez de aquellos mares, sin embargo al no interesarme mucho lo dejé y no hice por investigar más. - Sonrió un tanto más - De hecho mi padre tiene unos cuantos mapas de lo que creo son islas de aquellos mares, jamás he sabido de islas parecidas a eso e incluso una vez me contó que mi abuelo le llegó a hablar de islas sobre el cielo y bajo el mar ¿Usted cree en eso? - Sonrió un tanto más tras su mirada iluminarse - Apuesto a que sería hermoso poder ver algo así. - Mordió su labio inferior y con su mano derecha tomó la orilla de su vestido levantando un poco esta para caminar con más comodidad. - Quizá en aquellas islas existan piedras más preciosas de las que conocemos en este lugar. Como hace tiempo, viaje a una isla llamada Cardue, con la marina. Ahí encontré una piedra que, al pulirla, parecería diamante puro. - Presumió - Pero no era más que roca. - Se encogió de hombros y llevando su mano hacia su cabello quitó de este una peineta de plata extendiéndola al contrario, en esta podía apreciarse unos cuantos relieves en forma de flor y en el centro de cada uno una piedra brillante que parecía diamante. - Mire. - La movió un poco y al contacto con los rayos de sol unos cuantos destellos realzaban su belleza - ¿Hay algo parecido en Arabasta? -
El sólo asentir daba por ciertas las palabras de él, hablar de la revolución era por mucho un tema más que tabú. - Después de lo dicho comienzo a dudar si de verdad es mercader. - Musitaría ya sin tantos rodeos siempre viéndolo de reojo - Pero sí, tiene bastante razón. Ya en mi habitación podremos platicar de manera más amena. - Concluyó tras un suave suspiro que se haría más que notable al inflar de lleno su pecho. - Entiendo. - Susurró bajo - Supongo que las cosas en el mar no están tan bien como me las contó mi padre. - Pensativa llevó su mano derecha a su mentón levantando un poco la mirada al cielo - ¿Y qué productos son los que usted tiene para comerciar? - Cuestionó con cierto deje de curiosidad - Si leí alguna vez de aquellos mares, sin embargo al no interesarme mucho lo dejé y no hice por investigar más. - Sonrió un tanto más - De hecho mi padre tiene unos cuantos mapas de lo que creo son islas de aquellos mares, jamás he sabido de islas parecidas a eso e incluso una vez me contó que mi abuelo le llegó a hablar de islas sobre el cielo y bajo el mar ¿Usted cree en eso? - Sonrió un tanto más tras su mirada iluminarse - Apuesto a que sería hermoso poder ver algo así. - Mordió su labio inferior y con su mano derecha tomó la orilla de su vestido levantando un poco esta para caminar con más comodidad. - Quizá en aquellas islas existan piedras más preciosas de las que conocemos en este lugar. Como hace tiempo, viaje a una isla llamada Cardue, con la marina. Ahí encontré una piedra que, al pulirla, parecería diamante puro. - Presumió - Pero no era más que roca. - Se encogió de hombros y llevando su mano hacia su cabello quitó de este una peineta de plata extendiéndola al contrario, en esta podía apreciarse unos cuantos relieves en forma de flor y en el centro de cada uno una piedra brillante que parecía diamante. - Mire. - La movió un poco y al contacto con los rayos de sol unos cuantos destellos realzaban su belleza - ¿Hay algo parecido en Arabasta? -
Arabella Bennett
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Kiros Blight Vie Dic 09, 2016 9:45 am
Sintió que se había cerrado una puerta a sí mismo al decirle a Arabella aquellas palabras, que había obligado a que se callara y no dijera lo que estaba pensando. Unos pensamientos así eran peligrosos y no estaba seguro de quererse ver envuelto en ellos, pero la curiosidad era un potente incentivo. Trató de seguir con la conversación pese a esta pérdida y la escuchó explicar la razón de aquel falso matrimonio, asintiendo lentamente sin entender mucho la lógica de lo que sucedía. Mucho debían preocuparse porque la chica no saliera de su casa si ella tenía que inventar escusas tan exageradas para que se olvidaran de ello. ¿Acaso sería una revolucionaria y su "Familia" no era sino la propia armada Revolucionaria? ¿Tendría un wanted aquella mujer? La cosa se estaba volviendo interesantemente peligrosa, y por un momento llegó a pensar que se estaba dirigiendo a una trampa. ¿Y qué si era así? Su curiosidad no le iba a dejar marcharse y aquel felino tampoco, si es que de verdad lo estaban llevando al matadero. No se puso nervioso, no tenían motivos para acabar con él y estaba seguro que podría llegar a un acuerdo con esos revolucionarios que pudiera beneficiar a ambos.
Se detuvo. —Por mucho que me atraiga la idea de entrar a su habitación, Miss Bennett, no estoy seguro de querer hacerlo.— dijo por un instante, mostrando precaución con la forma de elegir sus palabras pero mirándola con confianza. —No he bromeado cuando he mencionado que esto parece no parece ordinario... y pese a que no me importaría que mi condición física se viera resentida al aceptar su invitación a su habitación... Creo que el peligro es lamentablemente alto.— explicó. ¿Habría entendido aquella indirecta? Esperaba fervientemente que sí. Su mano se agitó en el aire, dando énfasis a las expresiones de su rostro y sus palabras. —Además, ¿por qué ese interés con mantenerla encerrada? ¿Es que está bajo amenaza o es que es usted una amenaza en sí misma?— preguntó con curiosidad.
Cambió de aires y de tono, respondiendo sus preguntas como si no fueran la gran cosa. —Pieles y vino son los principales recursos del North Blue y se pueden conseguir a buen precio. También herramientas, cuero y carne de buena calidad. La sal es un buen conservante muy barato y el pescado es abundante.— explicó, siendo que tampoco iba a especificar demasiado. Un mercader tenía que guardarse sus trucos. —He escuchado historias... Pero no más que eso. Supongo que para saber si existen islas como las mencionadas uno debe descubrirlo por sí mismo, pero primero habría que descubrir cómo llegar hasta ellas.— observó la piedra mientras hablaba, comprobando que en efecto se trataba de una piedra hermosa. —Arabasta es una nación próspera con un gran comercio y buena producción interna. Estoy seguro que podría vender tal hermosa pieza por una buena suma, es usted afortunada.— apreció dejándole que lo retirara. —En las familias más ricas hay muchas joyas que pasan de generación en generación, cuya belleza es comparable con la de la más hermosa de las doncellas. Pero estas joyas, al igual que la comparación, no tienen precio y son muy difíciles de conseguir.— anunció, todavía no había reanudado el camino.
—Y dígame, Miss Bennett... Pues es algo que debo saber antes de adentrarme en un lugar desconocido... ¿Qué garantía tengo de que todo esto no sea una trampa? No es que la acuse de nada, y por favor le ruego no lo tome como una forma de declinar su propuesta pues es algo que ardo en deseos de realizar, pero...— hizo una pequeña pausa antes de seguir, mirándola a los ojos y susurrando. —No me gustaría verme envuelto en la revolución, todavía no.— puntualizó sus palabras, estaba seguro de que se percataría de lo que había dicho. —Así que debe comprender que mi posicionamiento como mercader es neutral y legal, y no me meteré en ningún embrollo que salga de esta línea.— finalizó. No volvió a repetir el "todavía", considerando que no hacía falta pues aún mantenía la pícara sonrisa que había utilizado al decir esas palabras.
Se detuvo. —Por mucho que me atraiga la idea de entrar a su habitación, Miss Bennett, no estoy seguro de querer hacerlo.— dijo por un instante, mostrando precaución con la forma de elegir sus palabras pero mirándola con confianza. —No he bromeado cuando he mencionado que esto parece no parece ordinario... y pese a que no me importaría que mi condición física se viera resentida al aceptar su invitación a su habitación... Creo que el peligro es lamentablemente alto.— explicó. ¿Habría entendido aquella indirecta? Esperaba fervientemente que sí. Su mano se agitó en el aire, dando énfasis a las expresiones de su rostro y sus palabras. —Además, ¿por qué ese interés con mantenerla encerrada? ¿Es que está bajo amenaza o es que es usted una amenaza en sí misma?— preguntó con curiosidad.
Cambió de aires y de tono, respondiendo sus preguntas como si no fueran la gran cosa. —Pieles y vino son los principales recursos del North Blue y se pueden conseguir a buen precio. También herramientas, cuero y carne de buena calidad. La sal es un buen conservante muy barato y el pescado es abundante.— explicó, siendo que tampoco iba a especificar demasiado. Un mercader tenía que guardarse sus trucos. —He escuchado historias... Pero no más que eso. Supongo que para saber si existen islas como las mencionadas uno debe descubrirlo por sí mismo, pero primero habría que descubrir cómo llegar hasta ellas.— observó la piedra mientras hablaba, comprobando que en efecto se trataba de una piedra hermosa. —Arabasta es una nación próspera con un gran comercio y buena producción interna. Estoy seguro que podría vender tal hermosa pieza por una buena suma, es usted afortunada.— apreció dejándole que lo retirara. —En las familias más ricas hay muchas joyas que pasan de generación en generación, cuya belleza es comparable con la de la más hermosa de las doncellas. Pero estas joyas, al igual que la comparación, no tienen precio y son muy difíciles de conseguir.— anunció, todavía no había reanudado el camino.
—Y dígame, Miss Bennett... Pues es algo que debo saber antes de adentrarme en un lugar desconocido... ¿Qué garantía tengo de que todo esto no sea una trampa? No es que la acuse de nada, y por favor le ruego no lo tome como una forma de declinar su propuesta pues es algo que ardo en deseos de realizar, pero...— hizo una pequeña pausa antes de seguir, mirándola a los ojos y susurrando. —No me gustaría verme envuelto en la revolución, todavía no.— puntualizó sus palabras, estaba seguro de que se percataría de lo que había dicho. —Así que debe comprender que mi posicionamiento como mercader es neutral y legal, y no me meteré en ningún embrollo que salga de esta línea.— finalizó. No volvió a repetir el "todavía", considerando que no hacía falta pues aún mantenía la pícara sonrisa que había utilizado al decir esas palabras.
Kiros Blight
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Arabella Bennett Dom Dic 18, 2016 12:38 am
No pudo evitar detenerse a la par de él,. La de violáceos cabellos se giró un poco dejando su mano derecha sobre su pecho con algo de intriga para comenzar a escucharlo. - ¿Tiene algo de malo? Es sólo una invitación para hablar de algo… No tan formal. Es el lugar más seguro de mu hogar. - Explicó en un dulce hilo de voz, entrecerrando su mirada cuando aquellas palabras ajenas que parecían ser más que un decline de oferta comenzaban a pintar el panorama para la joven doncella - Oh… - Una suave mueca de vergüenza se dibujó en su rostro, sus pálidas mejillas se tornaron en un dulce tono carmesí bajando por un instante su mirada. Había entendido las palabras ajenas pero también cayó en cuenta de que quizá una invitación así, tan repentina, más que prestarse a malos entendidos dejaría en mal a Arabella. - No es que sea una amenaza… - Explicó levantando suave su mirada para enternecerla un poco llevando ambas manos a su pecho poniendo una sobre la otra en un dulce agarre lleno de pena. - Mi familia mantiene un estatus económico alto y… Bueno… - Desvió un instante su mirada. - A palabras de mi padre soy una mujer… ¿Bonita?.. - Le costó decir aquello, no le agradaba llamarse a sí misma de esa manera, y más que ello, el hecho de calificarse a sí misma era algo que no le iba. - Hace tiempo unos bandidos creyeron que era una princesa o algo así, me metí en problemas, gracias a Nova pude librarme de ellos, pero terminaron lastimándome y como una manera de cuidarme debo estar en mi casa, encerrada… Hasta el día que sea desposada. - Trató de explicar de la manera más tranquila posible, algo que ni le resultase incómodo para él ni se volviese del desagrado de la dama explicar. - Creo que con eso es suficiente para que comprenda un poco la situación en la que me encuentro. - Terminó por agregar suspirando sutilmente antes de encoger sus hombros. - Aunque le doy total razón para que dude de mi. No es normal que al llegar a una isla llena de gente extraña llegue una mujer y le invite a pasar a su habitación sin más. Quizá… - Volvió a desviar su mirada tragando con algo de dificultad - Quizá fue muy atrevido de mi parte, me disculpo. - Haciendo una suave reverencia lo necesario había quedado explicado.
Pero por fortuna las respuesta del de cabellos azabaches se daban paso y cada una de ellas más convincente que la otra, cosa que por mucho llegó a tranquilizar a la domadora. En su mirada se notó aquel dulce toque de esperanza al saber que él confirmaba de lleno aquellas historias que en su momento escuchó y, aunque no fuese de manera directa, el simple hecho de poder hacer de aquello algo probable mantenía la esperanza de la joven - ¿De verdad le parece hermosa? - Vaya… Hacía tanto que nadie no le adulaba alguna pieza de su trabajo que no podía esconder aquella alegría en su rostro haciéndola parte de lleno aquella fachada de mujer seria y recia dando pie a una aniñada adolecente entusiasmada - Gracias, para un artesano que adulen así su trabajo es la mejor recompensa que se puede tener, le agradezco sus palabras y los datos. Seguramente en cada isla el concepto de belleza cambie de manera sutil o radical, sería hermoso poder conocer todos aquellos conceptos de belleza. - Musitó en con un tono más tranquilo tratando de recobrar compostura y es que no estaba demás, tenía una apariencia que cuidar aunque fuese la de su familia.
Le observaría de reojo una vez retomaran camino. - Entiendo su preocupación y miedo, no es común que de la nada le inviten así. - Susurró llevando su índice derecho hacia su labio inferior, pensativa, tratando de darle una respuesta que no la comprometiera pero tampoco pusiera al contrario en una situación complicada. - ¿Qué tiene que ver la revolución con la invitación a mi casa? - Cuestionó antes de comprender. - Oh… Bueno… - Sonrió con ternura - Soy una simple mujer, una hábil artesana que tiene por mascota un lince bastante educado. No soy revolucionaria por si eso es lo que le preocupa. Me interesan ellos de manera personal, más que nada, pero no tema, de hecho mi familia tiene buenos lazos con la marina, les he ayudado un par de veces y si busca referencias de mi no tendrá problema en corroborarlo. - No había nada mejor que la verdad ¿No? - Entiendo que en esta era las cosas son un poco… ¿Complicadas? - Suspiró bajo y cerró sus párpados antes de seguir caminando. - Sólo quedará en usted si confía en mi o no, arriesgarse o llevarse la curiosidad a la tumba. - Agregó manteniendo el ritmo de sus pasos - Pero le puedo asegurar que no lo lastimaré. - Terminó por decir regalándole una última sonrisa.
Minutos pasaron y el camino que no fuese pesado para ambos terminó llevándolos a un sendero lleno de rosales y varias matas de flores que lo adornaban receloso aquel hermoso camino. - Joven Kiros. - Le llamó estando a pocos metros de la casa - Si se arrepentirá es el momento. - Masculló deteniéndose. A lo lejos se podía observar una casa bastante espaciosa de color blanco y detalles en madera. Algunos perros de raza fina corriendo por ahí así como un par de personas de servicio que con basto empeño se veía cómo cuidaban de algunos arbustos. - Y lo de ser mi prometido… - Reía bajo apenada. - Fue una pequeña broma. - Ladeó un poco su rostro - Bien puede decir quien es sin problema alguno. Quizá hasta le interese a mi padre invertir en sus negocios o le sugiera con algunos contactos de él. Yo he vendido piezas muy hermosas gracias a mi padre. - Tomó su vestido con su mano derecha levantándolo un poco para comenzar a andar - Sólo no se ponga nervioso. - Terminó por pedir tomándolo con su mano derecha el brazo ajeno para animarlo a seguir. Tras una pequeña caminata llegaron a la entrada de aquella casa mas no fue hasta que una dama ayudante se acercó a Arabella explicándole que sus padres acababan de salir y no llegarían hasta muy tarde. Un gran suspiro de alivio se dejó sentir por parte de la joven de violáceos cabellos y tomando la muñeca de Kiros asintió agradeciendo el aviso. - Prepara por favor algo de te y galletas para mi acompañante y para mi. Un poco de comida para Nova y… - Pensativa observó de reojo al joven. - Llévalos al estudio de mi padre, hablaremos de negocios él y yo. - Quizá era lo mejor, así él no se sentiría tan incómodo. Aquella dama asintió acatando las peticiones encaminándose para preparar lo pedido por lo que Arabella terminó abriendo la casa de su hogar permitiendo que ambos entraran. El piso era de un hermoso blanco que a buen ojo podría decirse era de mármol. En las paredes del recibidor unos cuantos cuadros de lo que parecía ser la representación de una guerra y unos cuantos muebles de fina madera con plantas encima. - Por aquí. - Comenzó a caminar para terminar de guiarlo llegando al estudio, un amplio lugar donde los libros eran los que predominaban. Una pequeña sala de estar y un gran escritorio con un tintero, invitándolo a pasar extendió su mano a la pequeña sala para que se sentara. - En un rato más traerán los bocadillos. - Musitó tras sentarse. - ¿Se siente más tranquilo? Creo que si estuviésemos en mi habitación las cosas serían más… ¿comprometedoras?.. - Apenada agachó un poco su cabeza - Disculpe, no era mi intención. - Susurró esperando que él no terminara formándose ideas raras en la cabeza, sólo rogaba porque las cosas se volviesen amenas y la confianza se hiciera presente en él hacia ella.
Pero por fortuna las respuesta del de cabellos azabaches se daban paso y cada una de ellas más convincente que la otra, cosa que por mucho llegó a tranquilizar a la domadora. En su mirada se notó aquel dulce toque de esperanza al saber que él confirmaba de lleno aquellas historias que en su momento escuchó y, aunque no fuese de manera directa, el simple hecho de poder hacer de aquello algo probable mantenía la esperanza de la joven - ¿De verdad le parece hermosa? - Vaya… Hacía tanto que nadie no le adulaba alguna pieza de su trabajo que no podía esconder aquella alegría en su rostro haciéndola parte de lleno aquella fachada de mujer seria y recia dando pie a una aniñada adolecente entusiasmada - Gracias, para un artesano que adulen así su trabajo es la mejor recompensa que se puede tener, le agradezco sus palabras y los datos. Seguramente en cada isla el concepto de belleza cambie de manera sutil o radical, sería hermoso poder conocer todos aquellos conceptos de belleza. - Musitó en con un tono más tranquilo tratando de recobrar compostura y es que no estaba demás, tenía una apariencia que cuidar aunque fuese la de su familia.
Le observaría de reojo una vez retomaran camino. - Entiendo su preocupación y miedo, no es común que de la nada le inviten así. - Susurró llevando su índice derecho hacia su labio inferior, pensativa, tratando de darle una respuesta que no la comprometiera pero tampoco pusiera al contrario en una situación complicada. - ¿Qué tiene que ver la revolución con la invitación a mi casa? - Cuestionó antes de comprender. - Oh… Bueno… - Sonrió con ternura - Soy una simple mujer, una hábil artesana que tiene por mascota un lince bastante educado. No soy revolucionaria por si eso es lo que le preocupa. Me interesan ellos de manera personal, más que nada, pero no tema, de hecho mi familia tiene buenos lazos con la marina, les he ayudado un par de veces y si busca referencias de mi no tendrá problema en corroborarlo. - No había nada mejor que la verdad ¿No? - Entiendo que en esta era las cosas son un poco… ¿Complicadas? - Suspiró bajo y cerró sus párpados antes de seguir caminando. - Sólo quedará en usted si confía en mi o no, arriesgarse o llevarse la curiosidad a la tumba. - Agregó manteniendo el ritmo de sus pasos - Pero le puedo asegurar que no lo lastimaré. - Terminó por decir regalándole una última sonrisa.
Minutos pasaron y el camino que no fuese pesado para ambos terminó llevándolos a un sendero lleno de rosales y varias matas de flores que lo adornaban receloso aquel hermoso camino. - Joven Kiros. - Le llamó estando a pocos metros de la casa - Si se arrepentirá es el momento. - Masculló deteniéndose. A lo lejos se podía observar una casa bastante espaciosa de color blanco y detalles en madera. Algunos perros de raza fina corriendo por ahí así como un par de personas de servicio que con basto empeño se veía cómo cuidaban de algunos arbustos. - Y lo de ser mi prometido… - Reía bajo apenada. - Fue una pequeña broma. - Ladeó un poco su rostro - Bien puede decir quien es sin problema alguno. Quizá hasta le interese a mi padre invertir en sus negocios o le sugiera con algunos contactos de él. Yo he vendido piezas muy hermosas gracias a mi padre. - Tomó su vestido con su mano derecha levantándolo un poco para comenzar a andar - Sólo no se ponga nervioso. - Terminó por pedir tomándolo con su mano derecha el brazo ajeno para animarlo a seguir. Tras una pequeña caminata llegaron a la entrada de aquella casa mas no fue hasta que una dama ayudante se acercó a Arabella explicándole que sus padres acababan de salir y no llegarían hasta muy tarde. Un gran suspiro de alivio se dejó sentir por parte de la joven de violáceos cabellos y tomando la muñeca de Kiros asintió agradeciendo el aviso. - Prepara por favor algo de te y galletas para mi acompañante y para mi. Un poco de comida para Nova y… - Pensativa observó de reojo al joven. - Llévalos al estudio de mi padre, hablaremos de negocios él y yo. - Quizá era lo mejor, así él no se sentiría tan incómodo. Aquella dama asintió acatando las peticiones encaminándose para preparar lo pedido por lo que Arabella terminó abriendo la casa de su hogar permitiendo que ambos entraran. El piso era de un hermoso blanco que a buen ojo podría decirse era de mármol. En las paredes del recibidor unos cuantos cuadros de lo que parecía ser la representación de una guerra y unos cuantos muebles de fina madera con plantas encima. - Por aquí. - Comenzó a caminar para terminar de guiarlo llegando al estudio, un amplio lugar donde los libros eran los que predominaban. Una pequeña sala de estar y un gran escritorio con un tintero, invitándolo a pasar extendió su mano a la pequeña sala para que se sentara. - En un rato más traerán los bocadillos. - Musitó tras sentarse. - ¿Se siente más tranquilo? Creo que si estuviésemos en mi habitación las cosas serían más… ¿comprometedoras?.. - Apenada agachó un poco su cabeza - Disculpe, no era mi intención. - Susurró esperando que él no terminara formándose ideas raras en la cabeza, sólo rogaba porque las cosas se volviesen amenas y la confianza se hiciera presente en él hacia ella.
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