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Creado por Arekk D. Zenit Vie Dic 18, 2015 9:20 am
Suave era el cantar de aquellas bestias pequeñas que volaban por los alrededores de Villa Orange. Las nubes eran blancas en su totalidad y permitían el paso del viento sin que la lluvia o los rayos provocaran fuertes tormentas en alta mar. Un pequeño bote se balanceaba en aquellas aguas tranquilas y saladas. Los peces de pequeño tamaño se movían bajo la embarcación y algunos saltaban felices, a lo que el tripulante de aquel diminuto respondió agarrando uno y arrancando su cabeza de un solo bocado -Necesita un poco menos de sal- simple comentario a algo que era totalmente lógico, pues un pez recién cogido del mar, estaba bañado en la sal de dichas aguas. Los remos de aquel barco estaban colocados paralelos en la parte trasera de aquel bote debido a que la simple corriente del viento y el movimiento de las olas transportaban plácidamente aquella embarcación sin que quedara varada en mitad del mar. Arekk D. Zenit, un joven pirata actualmente y antiguo “principe” había decidido bajar de su Plano de la Locura para hacer una visita a los seres humanos. Desde que perdió el título de Príncipe se había convertido en una persona consciente de que esos “Dioses” no eran mejores que los demás humanos. Simple basura que se merecía ser colgada y prendida en una pira, donde sus pecados fueran purificados por el más salvaje fuego. El joven de cabellos rubios y revueltos, que medía exactamente 1.80cm, estaba decidido a hacer ver al mundo que él era superior a esa raza débil y corruptible llamada “Ser Humano”. Poco a poco, el bote se iba acercando a las costas de Orange Town, en el East Blue, pueblo vecino al Reino de Shelltown, donde había decidido comenzar con sus trampas y artimañas, decidido a capturar y torturar a un miembro de la Nobleza, al igual que a él lo torturaron con la muerte de sus padres y arrebatándole ese título que tanto merecía y que tanto ansiaba.
Todo se fue al traste cuando su padre apareció muerto en su habitación. Cuando habló con el propio Gobierno y le negaron dicho título, aquel muchacho enloqueció. Destrozó la habitación de los sabios y fue llevado hasta Loguetown, a un manicomio donde perdió tres años de su vida. Tres años que podría haber aprovechado para conseguir sus objetivos, tuvo que utilizarlos para escapar de aquel sitio y para qué, para llevarse una vida consigo. Esto, provocó que le encantase el matar, asesinar, quitar una vida y ver la sangre en sus manos. Caliente, roja, espesa, e incluso dulce cuando la probaba. Esas ansias de matar lo habían llevado hasta los principios del East Blue, a un lugar donde mancharía de sangre sus manos y clavaría la cabeza de sus enemigos en una pica, dando a demostrar que incluso los “Dioses” pueden morir. El bote había alcanzado la costa. El rubio bajó y ató un cabo a dicha embarcación y a un pequeño poste que había en las cercanías, impidiendo de esta manera, que el bote fuese arrastrado por la corriente.
El muchacho, con una capa a su espalda y vestido con un traje negro muy elegante, comenzó a andar hacia el pequeño pueblo que en aquella isla se encontraba. No tardó mucho en llegar y pronto se encontró con que había no solo ciudadanos corrientes, si no también un pequeño grupo de los llamados “piratas” que Arekk tanto odiaba, pero, Arekk era pirata, ¿no es irónico? En realidad, Arekk se consideraba un “Agente del Caos” y no un pirata, aunque básicamente es lo mismo. Allí, varios piratas comenzaron a observarlo, a observar esa capa que hacía aparentar que era un rey. La tiara brillaba por el sol y eso distraía aún más a esos hombres -¿Queréis una foto mía?- dijo el rubio para que al segundo esos hombres cambiaran de lugar su mirada. Arekk llegó a un emplazamiento, una plaza en la que estaba la taberna mas frecuentada por piratas, quizás allí se encontrara con alguien conocido, pues en Orange Town habían quedado el y su amante.
Todo se fue al traste cuando su padre apareció muerto en su habitación. Cuando habló con el propio Gobierno y le negaron dicho título, aquel muchacho enloqueció. Destrozó la habitación de los sabios y fue llevado hasta Loguetown, a un manicomio donde perdió tres años de su vida. Tres años que podría haber aprovechado para conseguir sus objetivos, tuvo que utilizarlos para escapar de aquel sitio y para qué, para llevarse una vida consigo. Esto, provocó que le encantase el matar, asesinar, quitar una vida y ver la sangre en sus manos. Caliente, roja, espesa, e incluso dulce cuando la probaba. Esas ansias de matar lo habían llevado hasta los principios del East Blue, a un lugar donde mancharía de sangre sus manos y clavaría la cabeza de sus enemigos en una pica, dando a demostrar que incluso los “Dioses” pueden morir. El bote había alcanzado la costa. El rubio bajó y ató un cabo a dicha embarcación y a un pequeño poste que había en las cercanías, impidiendo de esta manera, que el bote fuese arrastrado por la corriente.
El muchacho, con una capa a su espalda y vestido con un traje negro muy elegante, comenzó a andar hacia el pequeño pueblo que en aquella isla se encontraba. No tardó mucho en llegar y pronto se encontró con que había no solo ciudadanos corrientes, si no también un pequeño grupo de los llamados “piratas” que Arekk tanto odiaba, pero, Arekk era pirata, ¿no es irónico? En realidad, Arekk se consideraba un “Agente del Caos” y no un pirata, aunque básicamente es lo mismo. Allí, varios piratas comenzaron a observarlo, a observar esa capa que hacía aparentar que era un rey. La tiara brillaba por el sol y eso distraía aún más a esos hombres -¿Queréis una foto mía?- dijo el rubio para que al segundo esos hombres cambiaran de lugar su mirada. Arekk llegó a un emplazamiento, una plaza en la que estaba la taberna mas frecuentada por piratas, quizás allí se encontrara con alguien conocido, pues en Orange Town habían quedado el y su amante.
Arekk D. Zenit
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Lyon Black Vie Dic 18, 2015 12:50 pm
Oscuro y Solitario era el lugar donde se encontraba el pelinegro, los rayos del potente sol no llegaban a la zona donde este estaba y esa era un pequeño y sucio callejón en Orange Town, había basura y un olor de algo podrido, pero ese olor no provenía de la basura si no de ratas muertas que estaban por todo el callejón, al menos habían ocho cadáveres de ratones indefensos, y en el centro del callejón se encontraba una figura de mediana estatura, vestida por una sudadera con capucha negra con la cual se estaba cubriendo el rostro, y unos jeans negros, esa tétrica figura negra era Lyon, se encontraba riendo a carcajadas macabramente después de haber terminado de practicar su puntería con los ratones, se podía decir que estaba orgulloso de si mismo al atinarle al primer intento a cada una de ellas - Vamos, vamos, ¿ya mate a todas? - Decía siguiendo con su continua risa hasta que con los minutos que pasaron se comenzó a tranquilizar lentamente, Lyon intentó controlar su pequeño instinto asesino que le pedía a gritos que buscara mas sangre y termino sucumbiendo ante él.
Oculto con una capucha y con tres cuchillos ensangrentados en su cinturón, ¿que podía salir mal?, era un asesino en busca de víctimas, preparado para cualquier cosa que se le pudiera venir encima pero, ¿a donde ir?, Lyon se detuvo en silencio escuchando su alrededor, percibiendo pisadas de mucha gente a su izquierda y en esa dirección estaba una plaza, debería haber una especie de reunión especial o algo por el estilo, y donde hay una reunión siempre debe haber alguien que la arruine por completo con sangre de por medio, allí es donde entraría Lyon en acción. Pero todas esas fantasías sangrientas se fueron al caño al asomarse hacia la calle para notar que solo eran piratas entrando a una taberna y algún que otro civil que solo estaba de paso.
Dio un suspiro de decepción, estaba esperando una verdadera sensación de emoción hasta que pensó en algo maravilloso - En las tabernas casi siempre hay peleas...Si entró y espero...¡Podría empezar una masacre! - Se dijo a si mismo en voz baja pareciendo un poco loco como si no le importase su reputación, solamente comenzó su acto y se dirigió a la taberna donde entró con una patada en la puerta como si quisiera avisar que alguien importante había llegado. Las demás personas parecían indiferentes ante la presencia de esta figura encapuchada que solo se le notaba una sonrisa perturbadora, posiblemente estos piratas pensaron que solo era un loco y era comprensible que lo hicieran.
Lyon a pasos lentos se sentó en una mesa vacía en la esquina mas alejada dentro del local, a esa zona no llegaba luz y estaba cubierta por una sombra, el pelinegro se sentía mas conforme en la oscuridad ademas que el color negro era genial, todo ese momento era mágico hasta que Lyon se irrito de repente, la mayoría de los piratas de la taberna eran amigables entre sí y eso le molestaba, el pelinegro había entrando con intención de ver peleas y unirse al combate, no vino a ser amistoso. - Tsk... - La pequeña mueca de Lyon se hizo presente en su rostro a la par que clavaba uno de sus cuchillos ensangrentados en la mesa en la que se encontraba sentado, lo hizo para calmar su ira.
Oculto con una capucha y con tres cuchillos ensangrentados en su cinturón, ¿que podía salir mal?, era un asesino en busca de víctimas, preparado para cualquier cosa que se le pudiera venir encima pero, ¿a donde ir?, Lyon se detuvo en silencio escuchando su alrededor, percibiendo pisadas de mucha gente a su izquierda y en esa dirección estaba una plaza, debería haber una especie de reunión especial o algo por el estilo, y donde hay una reunión siempre debe haber alguien que la arruine por completo con sangre de por medio, allí es donde entraría Lyon en acción. Pero todas esas fantasías sangrientas se fueron al caño al asomarse hacia la calle para notar que solo eran piratas entrando a una taberna y algún que otro civil que solo estaba de paso.
Dio un suspiro de decepción, estaba esperando una verdadera sensación de emoción hasta que pensó en algo maravilloso - En las tabernas casi siempre hay peleas...Si entró y espero...¡Podría empezar una masacre! - Se dijo a si mismo en voz baja pareciendo un poco loco como si no le importase su reputación, solamente comenzó su acto y se dirigió a la taberna donde entró con una patada en la puerta como si quisiera avisar que alguien importante había llegado. Las demás personas parecían indiferentes ante la presencia de esta figura encapuchada que solo se le notaba una sonrisa perturbadora, posiblemente estos piratas pensaron que solo era un loco y era comprensible que lo hicieran.
Lyon a pasos lentos se sentó en una mesa vacía en la esquina mas alejada dentro del local, a esa zona no llegaba luz y estaba cubierta por una sombra, el pelinegro se sentía mas conforme en la oscuridad ademas que el color negro era genial, todo ese momento era mágico hasta que Lyon se irrito de repente, la mayoría de los piratas de la taberna eran amigables entre sí y eso le molestaba, el pelinegro había entrando con intención de ver peleas y unirse al combate, no vino a ser amistoso. - Tsk... - La pequeña mueca de Lyon se hizo presente en su rostro a la par que clavaba uno de sus cuchillos ensangrentados en la mesa en la que se encontraba sentado, lo hizo para calmar su ira.
Lyon Black
Hoja de personaje
Nivel:
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Haki:
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Creado por Arekk D. Zenit Sáb Dic 19, 2015 2:25 am
El viento meneaba los cabellos de Arekk. Se encontraba justo enfrente de la taberna, siendo observado por el grupo de inútiles que allí se encontraban intentando hacerse los chulos frente a él. La verdad es que en aquel momento, el rubio estaba bastante cabreado, pues llevaba mucho tiempo buscando un lugar para cobijarse y reunirse con sus compañeros, Orange Town era un buen lugar, pero que ahora aparecieran un grupo de ineptos intentando... ¿atracar? A Arekk en aquel mismísimo momento -¿Algún problema? ¿Quizás queráis mi dinero?- aquellos hombres comenzaron a rodear al rubio y de pronto, uno delgaducho y con cara de idiota se le presentó delante, agarrándole por el cuello de la camiseta, en ese mismo instante, el rubio sonrió -Ahora mismo nos vas a dar todo lo que llev...- de pronto una enorme cantidad de sangre comenzó a emanar de la mano que supuestamente agarraba al rubio, pero esta ahora se encontraba en el suelo -Paracetamol y mucha agua..- decía el rubio como un método de cura de la herida que le había provocado, en ese momento se escuchó el chasquido de la vaina de un arma y se pudo ver como Arekk estaba guardando su daga, si, le había cortado la mano, un verdadero problema para todo aquel que intentara acercarse.
Los que se encontraban detrás del delgaducho, se cabrearon, o eso parecía, pues en cuanto tuvieron oportunidad salieron huyendo como ratas, dejando a su “líder” allí tirado y llorando como una niña -Llora como mujer... lo que no supiste defender como hombre- le decía el rubio antes de alejarse e intentar internarse en aquella taberna que realmente parecía estaba infestada de borrachos e idiotas. Piratas sucios, bucaneros mal vestidos y realmente algunos muy feos, parecían celebrar saqueos y el gasto del dinero que consiguieron, la verdad, menudos idiotas. En aquel momento se podía observar a un muchacho que parecía celebrar con ellos aquel saqueo, pero no parecía pertenecer a ninguna de aquellas bandas extrañas que seguramente se encontraran aliadas. A Arekk no le daban ningún miedo, ninguno, parecían todos simples brutos que solo peleaban cuando su jefe estuviera presente, al igual que el grupo que anteriormente el mismo rubio se había dignado a despachar. De pronto se dio cuenta de que el grupo que había huido entraba ahora por una puerta trasera de la taberna.
Los ojos de Arekk se clavaron en ellos. Se sentó en la barra y pidió una cerveza, a lo que rápidamente, se la sirvieron. Gesto feliz y ni un simple gracias. El príncipe comenzó a beber y a observar hasta que notó una presencia en la oscuridad, alguien que parecía ocultarse bastante de la gente, pero que a su vez parecía querer tener problemas con los piratas del lugar. Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de Arekk y rápidamente escuchó su quejido y como clavaba un cuchillo en la mesa, así que era de los suyos. De pronto, una figura se colocó junto a Arekk -Tu debes de ser el loco que le cortó la mano a mi nakama, ¿no?- sin contestar ni hacerle caso, el rubio dio otro trago mientras observaba la oscuridad que inundaba al hombre que se ocultaba. Sinceramente, entablar combate con otro guerrero seria tan divertido.
Los que se encontraban detrás del delgaducho, se cabrearon, o eso parecía, pues en cuanto tuvieron oportunidad salieron huyendo como ratas, dejando a su “líder” allí tirado y llorando como una niña -Llora como mujer... lo que no supiste defender como hombre- le decía el rubio antes de alejarse e intentar internarse en aquella taberna que realmente parecía estaba infestada de borrachos e idiotas. Piratas sucios, bucaneros mal vestidos y realmente algunos muy feos, parecían celebrar saqueos y el gasto del dinero que consiguieron, la verdad, menudos idiotas. En aquel momento se podía observar a un muchacho que parecía celebrar con ellos aquel saqueo, pero no parecía pertenecer a ninguna de aquellas bandas extrañas que seguramente se encontraran aliadas. A Arekk no le daban ningún miedo, ninguno, parecían todos simples brutos que solo peleaban cuando su jefe estuviera presente, al igual que el grupo que anteriormente el mismo rubio se había dignado a despachar. De pronto se dio cuenta de que el grupo que había huido entraba ahora por una puerta trasera de la taberna.
Los ojos de Arekk se clavaron en ellos. Se sentó en la barra y pidió una cerveza, a lo que rápidamente, se la sirvieron. Gesto feliz y ni un simple gracias. El príncipe comenzó a beber y a observar hasta que notó una presencia en la oscuridad, alguien que parecía ocultarse bastante de la gente, pero que a su vez parecía querer tener problemas con los piratas del lugar. Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de Arekk y rápidamente escuchó su quejido y como clavaba un cuchillo en la mesa, así que era de los suyos. De pronto, una figura se colocó junto a Arekk -Tu debes de ser el loco que le cortó la mano a mi nakama, ¿no?- sin contestar ni hacerle caso, el rubio dio otro trago mientras observaba la oscuridad que inundaba al hombre que se ocultaba. Sinceramente, entablar combate con otro guerrero seria tan divertido.
- Off:
- Escucha. Como no sé que motivos darte para pelear, te doy permiso para controlar al NPC que se me ha puesto al lado, quizás así nuestros personajes podrían empezar a pelear o incluso derrotar a todos los de la taberna. Como tu veas, un saludo
Arekk D. Zenit
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
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Creado por Lyon Black Sáb Dic 19, 2015 8:36 pm
El pelinegro seguía en busca de emoción sentado en esa oscura esquina hasta que escuchó la puerta del bar sonar avisando que otra persona entraba al local, y la curiosidad hizo que Lyon volteara a ver, para su sorpresa no era algo que se viera todos los días, se trataba de un rubio, alto, y vestido con un traje negro con capa - Ummm, bien - Murmuró, Lyon se estaba interesando en ese rubio, si los otros piratas eran inteligentes se le acercarían al instante a robarle y el pelinegro seria capaz de aprovecharse de la situación, pero lamentablemente todos los piratas estaban lo suficientemente ebrios como para no distinguir quien entraba o salia del local. - Bueno, tendré que comenzar yo... - Dijo decepcionado al verse forzado a iniciar una pelea en el bar para divertirse.
Pero antes de que Lyon intentara algo la puerta trasera del local se abrió, de donde apareció un pequeño grupo de personas liderado por un chico que en comparación a los demás era un poco mas fuerte y temible, este grupo se fijo en el rubio que estaba disfrutando de una cerveza en la barra y se le acerco, luego paso algo realmente excitante, el líder de estos acababa de decir que el rubio le había cortando la mano a uno de sus nakamas, ¿eso era verdad? Lyon se encontraba lejos por lo que no estaba seguro si escucho bien - jajajaja ¿Que cosas dicen estos ahora? - Susurró para él mismo, podía parecer loco pero el pelinegro estaba cuerdo, en su mayoría.
Un pirata ebrio de una banda ajena posiblemente escuchó la conversación también o solo detecto hostilidad pero por alguna razón se acercó a estos - Oye...,Disfruta y bebe con nosotros~ - Le dijo al chico que estaba al lado del rubio, y como era de esperarse solo recibió un golpe en la cara por parte de este, y en un abrir y cerrar de ojos ya se había iniciado una pelea entre dos bandos, segundos después ya se convirtió en una pelea entre cuatro bandos, y por si fuera poco, los piratas que estaban verdaderamente borrachos peleaban hasta con sus propios nakamas, ese bar se había transformado en un escenario de batalla de todos contra todos donde ganaría el último que quedara en pie.
El pelinegro tomó el cuchillo que estaba clavado en su mesa, una sonrisa de asombro se pintaba en su rostro. Lyon tenia un objetivo fijó y ese era el rubio, tenia asuntos con él; Le necesitaba dar las gracias por ayudar a crear este bello escenario ¿Y que mejor manera de dar las gracias que luchar contra él?. Con un movimiento rápido y certero lanzó el cuchillo hacia la barra, justamente adelante de donde se encontraba sentado el rubio para llamar su atención. - Tu eres mio - Murmuró con una sonrisa en su rostro, con tanto desorden y gritos era obvio que lo escucharía por lo que Lyon habló considerablemente lento con el fin que le leyera los labios.
Pero antes de que Lyon intentara algo la puerta trasera del local se abrió, de donde apareció un pequeño grupo de personas liderado por un chico que en comparación a los demás era un poco mas fuerte y temible, este grupo se fijo en el rubio que estaba disfrutando de una cerveza en la barra y se le acerco, luego paso algo realmente excitante, el líder de estos acababa de decir que el rubio le había cortando la mano a uno de sus nakamas, ¿eso era verdad? Lyon se encontraba lejos por lo que no estaba seguro si escucho bien - jajajaja ¿Que cosas dicen estos ahora? - Susurró para él mismo, podía parecer loco pero el pelinegro estaba cuerdo, en su mayoría.
Un pirata ebrio de una banda ajena posiblemente escuchó la conversación también o solo detecto hostilidad pero por alguna razón se acercó a estos - Oye...,Disfruta y bebe con nosotros~ - Le dijo al chico que estaba al lado del rubio, y como era de esperarse solo recibió un golpe en la cara por parte de este, y en un abrir y cerrar de ojos ya se había iniciado una pelea entre dos bandos, segundos después ya se convirtió en una pelea entre cuatro bandos, y por si fuera poco, los piratas que estaban verdaderamente borrachos peleaban hasta con sus propios nakamas, ese bar se había transformado en un escenario de batalla de todos contra todos donde ganaría el último que quedara en pie.
El pelinegro tomó el cuchillo que estaba clavado en su mesa, una sonrisa de asombro se pintaba en su rostro. Lyon tenia un objetivo fijó y ese era el rubio, tenia asuntos con él; Le necesitaba dar las gracias por ayudar a crear este bello escenario ¿Y que mejor manera de dar las gracias que luchar contra él?. Con un movimiento rápido y certero lanzó el cuchillo hacia la barra, justamente adelante de donde se encontraba sentado el rubio para llamar su atención. - Tu eres mio - Murmuró con una sonrisa en su rostro, con tanto desorden y gritos era obvio que lo escucharía por lo que Lyon habló considerablemente lento con el fin que le leyera los labios.
Lyon Black
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Creado por Arekk D. Zenit Lun Dic 21, 2015 3:22 am
El ambiente en la taberna no se estaba empeorando, es más, el tipo que había llegado para molestar a Arekk parecía haberse calmado un poco después de que otro tipo le pidiera que se relajara y que festejara con él, pero la verdad, eso parecía más bien el ojo del huracán, pues en el momento en que el segundo pirata parecía dispuesto a invitarle, una jarra de algo impactó contra su rostro marcando el silencio en el lugar. De pronto, todo comenzó a irritarse y una batalla campal comenzó en el interior de la taberna, siendo que el tabernero comenzaba a maldecir a todos los presentes con ligeras excepciones porque ya era la segunda vez que aquello pasaba. El rubio, mientras, seguía bebiendo de su cerveza y observando al tipo oculto en la oscuridad. La batalla se acrecentaba, el rubio hacía caso omiso de todo y se disponía a beber su cerveza. De pronto, agachó su cabeza y observó como una silla se estampaba contra la estantería de las bebidas que tenía enfrente, derramando todo el alcohol y provocando que el rubio estuviera más atento, pero gracias a su oído era capaz de captar cualquier sonido. No se dispuso a girarse, incluso dejó de mirar al extraño tipo de la oscuridad. Ahora solo quería beber de su cerveza y comer algo de picar que podía coger de algún plato cercano que no se habían llevado los piratas que comenzaron a pelear.
Los golpes y los gritos se acrecentaban y descendían con algún sonido de asombro por parte de los piratas al observar algún golpe potente que dejaba K.O a la primera al otro personaje. Y aunque Arekk no pudiera observarlo se asombraba paulatinamente al escuchar los golpes. El tabernero temblaba bajo su barra, intentando coger todas sus pertenencias y marcharse por la puerta de atrás, algo a lo que el propio rubio comenzaba a reírse, pero de pronto, giró de nuevo su cabeza hacia la oscuridad, pues pareció escuchar algo de parte del muchacho que allí se escondía, de ojos rojos y cubierto de tatuajes. Daba miedo, pero claro, lo daba para alguien que tuviera miedo, no para Arekk, pues él solo se asombraba al ver ese aspecto tan extraño, pero a la vez tan divertido. Igualmente, seguía con su cerveza hasta que algo lo distrajo de verdad. Un cuchillo se había clavado delante de él, en la barra. Su mirada se dirigió a esa arma y rápidamente escuchó una frase que decía ”Tú eres mío”. No sonrió, se mantuvo serio en todo momento.
Dio un solo y único tragó que terminó por llevarse toda la maldita cerveza que quedaba en la jarra. Tiró hacia atrás la jarra esperando que golpeara a algún pirata, y así fue, y rápidamente cogió el cuchillo y comenzó a observarlo -No es atractivo. Rudimentario e incapaz de herir a una persona si de verdad quieres hacerlo...- se giró y observó al muchacho que ansiaba su sangre -Mi sangre es de una sola persona... y creo que no estaría dispuesta a dártela- en un rápido movimiento, lanzó el cuchillo contra el muchacho con la intención de clavarlo en su hombro. Este se movía a una velocidad vertiginosa digna del nivel de poder que poseía el propio rubio y rápidamente se levantó desenfundando sus dos dagas largas principescas y se colocó en mitad del tumulto. En ese momento, los piratas se alejaron y observaron al rubio que hacía virguerías con sus dagas y observaba con una sonrisa al muchacho de la oscuridad -¿Me quieres? Ven por mi- un “Oooouh” sonó en la taberna como respuesta ante aquella frase, como retando al pelinegro a levantarse, y si no lo hacía sería un cobarde. Claramente el rubio sabía lo que hacía y lo que debía dar en este combate.
Los golpes y los gritos se acrecentaban y descendían con algún sonido de asombro por parte de los piratas al observar algún golpe potente que dejaba K.O a la primera al otro personaje. Y aunque Arekk no pudiera observarlo se asombraba paulatinamente al escuchar los golpes. El tabernero temblaba bajo su barra, intentando coger todas sus pertenencias y marcharse por la puerta de atrás, algo a lo que el propio rubio comenzaba a reírse, pero de pronto, giró de nuevo su cabeza hacia la oscuridad, pues pareció escuchar algo de parte del muchacho que allí se escondía, de ojos rojos y cubierto de tatuajes. Daba miedo, pero claro, lo daba para alguien que tuviera miedo, no para Arekk, pues él solo se asombraba al ver ese aspecto tan extraño, pero a la vez tan divertido. Igualmente, seguía con su cerveza hasta que algo lo distrajo de verdad. Un cuchillo se había clavado delante de él, en la barra. Su mirada se dirigió a esa arma y rápidamente escuchó una frase que decía ”Tú eres mío”. No sonrió, se mantuvo serio en todo momento.
Dio un solo y único tragó que terminó por llevarse toda la maldita cerveza que quedaba en la jarra. Tiró hacia atrás la jarra esperando que golpeara a algún pirata, y así fue, y rápidamente cogió el cuchillo y comenzó a observarlo -No es atractivo. Rudimentario e incapaz de herir a una persona si de verdad quieres hacerlo...- se giró y observó al muchacho que ansiaba su sangre -Mi sangre es de una sola persona... y creo que no estaría dispuesta a dártela- en un rápido movimiento, lanzó el cuchillo contra el muchacho con la intención de clavarlo en su hombro. Este se movía a una velocidad vertiginosa digna del nivel de poder que poseía el propio rubio y rápidamente se levantó desenfundando sus dos dagas largas principescas y se colocó en mitad del tumulto. En ese momento, los piratas se alejaron y observaron al rubio que hacía virguerías con sus dagas y observaba con una sonrisa al muchacho de la oscuridad -¿Me quieres? Ven por mi- un “Oooouh” sonó en la taberna como respuesta ante aquella frase, como retando al pelinegro a levantarse, y si no lo hacía sería un cobarde. Claramente el rubio sabía lo que hacía y lo que debía dar en este combate.
Arekk D. Zenit
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Creado por Lyon Black Mar Dic 22, 2015 7:35 pm
El rubio no se inmuto por el cuchillo, solo terminó de beberse la jarra de cerveza que posteriormente la lanzó hacia atras, Lyon pensó que el rubio no lo había entendido o quizás era demasiado torpe como para entenderlo, pero en el momento que el chico rubio tomó el cuchillo del pelinegro todo se puso mas interesante, el sujeto empezó a criticar el cuchillo de Lyon, debería ser un experto en cuchillos para poder determinar si uno era capaz o no de herir a alguien, el pelinegro solo se quedó sonriendo ante la crítica de este, con una sonrisa inusual sin querer decir ninguna palabra, en el aire se podía sentir el ego del rubio, de alguna manera ese chico estaba demasiado confiado con lo que decía - ¿Que dices? ¿Rudimentario? ¿No estas dispuesto a darme tu sangre? - Dijo el pelinegro con un tono burlón para después caer en carcajadas, y luego esas carcajadas fueron interrumpidas por un movimiento extraño que hizo el rubio, y si, en efecto en ese movimiento que hizo le lanzo de regreso el cuchillo a Lyon.
El pelinegro al observar su cuchillo se movió hacia un lado mientras estaba aun en su silla, gracias a esto su cuchillo terminó clavado en la pared atrás de él - Uff...eres bueno.. - Le dijo mientras se levantaba de su silla y desclavaba su cuchillo de la pared, Lyon solo tenia tres cuchillos y si se quedaba sin ninguno definitivamente estaría perdido. El pelinegro estaba apunto de voltearse para combatir hasta que escuchó una provocación por parte del rubio, y esto le hizo entrar en carcajadas, no podía aguantar la risa que le causaba esa situación.
Se giró y observó al rubio con sus dagas, - Esta bien, iré a por ti, oh. lindas dagas, se las quitaré a tu cadáver - Le dijo mientras contenía su risa, hasta que sostuvo firmemente su cuchillo y con la otra mano libre se levanto la sudadera donde dejo a vista de todos sus otros dos cuchillos, de esta manera los podría sacar mas rápidamente en combate.
Lyon primeramente observaba a su oponente durante el combate para analizar su estilo de lucha y desde donde seria mas fácil atacar, y por sus dagas era obvio que si se acercaba seria blanco fácil
Dio un salto hacia una mesa cercana y lanzo instantáneamente el cuchillo hacia la rodilla izquierda del rubio, solo quería probar sus destrezas antes de empezar totalmente de lleno contra este - Divierteme.
El pelinegro al observar su cuchillo se movió hacia un lado mientras estaba aun en su silla, gracias a esto su cuchillo terminó clavado en la pared atrás de él - Uff...eres bueno.. - Le dijo mientras se levantaba de su silla y desclavaba su cuchillo de la pared, Lyon solo tenia tres cuchillos y si se quedaba sin ninguno definitivamente estaría perdido. El pelinegro estaba apunto de voltearse para combatir hasta que escuchó una provocación por parte del rubio, y esto le hizo entrar en carcajadas, no podía aguantar la risa que le causaba esa situación.
Se giró y observó al rubio con sus dagas, - Esta bien, iré a por ti, oh. lindas dagas, se las quitaré a tu cadáver - Le dijo mientras contenía su risa, hasta que sostuvo firmemente su cuchillo y con la otra mano libre se levanto la sudadera donde dejo a vista de todos sus otros dos cuchillos, de esta manera los podría sacar mas rápidamente en combate.
Lyon primeramente observaba a su oponente durante el combate para analizar su estilo de lucha y desde donde seria mas fácil atacar, y por sus dagas era obvio que si se acercaba seria blanco fácil
Dio un salto hacia una mesa cercana y lanzo instantáneamente el cuchillo hacia la rodilla izquierda del rubio, solo quería probar sus destrezas antes de empezar totalmente de lleno contra este - Divierteme.
Lyon Black
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Creado por Arekk D. Zenit Sáb Dic 26, 2015 12:09 pm
No había mucho en que fijarse en aquel muchacho. Simplemente era siniestro, oscuro, esos ojos rojos no mostraban piedad ni clemencia, aunque... tampoco era algo de lo que preocuparse. Su mirada fija se centraba en el hombre, que parecía ensimismado con llevarse su vida. Si, el rubio también resultaba así de sádico en ocasiones, pero lo de este hombre se traducía en una enfermedad mental como las que ya no había, esquizofrenia aguda claramente. El rubio, que poseía una gran capacidad para determinar enfermedades o diagnósticos, sabía que aquel tío no estaba del todo bien, y eso se traducía en “librarle de su pesada carga y evitar su sufrimiento”, por ende, lo mataría en ese instante. Risas y más risas se escuchaban en la taberna, tanto por parte de los piratas que allí se encontraban como por parte del pelinegro, pero, había una clara diferencia entre las risas de unos y las del otro, básicamente los piratas se reían de que el muchacho fuera vacilado con tanta facilidad por parte del rubio, mientras, el otro se reía de las palabra que el rubio le había dedicado, pero eso no le preocupaba. Ahora mismo, se había dado cuenta de algo, y esa sería la perdición del pelinegro. De esta forma, y ante las palabras ahora este le dedicaba, Arekk simplemente le respondía -Que incivilizado- dijo alzando una de sus cejas y escuchando las risas que los piratas proliferaron en respuesta a su frase.
Una de las primeras acciones que el pelinegro se dignó a realizar frente al muchacho fue un lanzamiento de cuchillo a su pierna izquierda, claramente el rubio no se iba a quedar quieto, sería una estupidez, básicamente porque no quería sangrar y que aquel tipo se quedara satisfecho con su trabajo. El cuchillo tomaba una altura baja en dirección hacia su rodilla, y con una velocidad justa, movió una de sus dagas y golpeó el filo del cuchillo, estampando este contra el suelo y agachándose a cogerlo, a lo que miró a su rival y le sonrió -Punto para mí- dijo soltando a continuación una carcajada. La verdad es que el hecho de haber detenido un cuchillo provocó una sonrisa en el rostro de Arekk, y ahora, el pelinegro se había quedado con un cuchillo menos, por lo que, ¿qué haría ahora? No sabía cuantas armas portaba, cuantos cuchillos o que más, la verdad es que al rubio no le preocupaba demasiado y eso simplemente porque tampoco iba a dignarse a lanzarse al ataque como un loco, de esta forma pensó una segunda estrategia y comenzó con ella.
De esta forma y girándose a gran velocidad, lanzó una de sus dagas al aire, que comenzó a ascender, así, de pronto, agarró uno de los cuchillos de punta afilada que se encontraba en una de las mesas que aún seguían en pie y totalmente sana. Tras agarrarlo, lo lanzó rápidamente contra el cuerpo del pelinegro con la intención de que este impactara y se clavara contra el pecho del rival, a la altura del pulmón derecho –lado en el que no se encontraba el corazón-. Tras lanzar el cuchillo, agarró su daga que caía y entonces, esperó la respuesta de su rival.
Una de las primeras acciones que el pelinegro se dignó a realizar frente al muchacho fue un lanzamiento de cuchillo a su pierna izquierda, claramente el rubio no se iba a quedar quieto, sería una estupidez, básicamente porque no quería sangrar y que aquel tipo se quedara satisfecho con su trabajo. El cuchillo tomaba una altura baja en dirección hacia su rodilla, y con una velocidad justa, movió una de sus dagas y golpeó el filo del cuchillo, estampando este contra el suelo y agachándose a cogerlo, a lo que miró a su rival y le sonrió -Punto para mí- dijo soltando a continuación una carcajada. La verdad es que el hecho de haber detenido un cuchillo provocó una sonrisa en el rostro de Arekk, y ahora, el pelinegro se había quedado con un cuchillo menos, por lo que, ¿qué haría ahora? No sabía cuantas armas portaba, cuantos cuchillos o que más, la verdad es que al rubio no le preocupaba demasiado y eso simplemente porque tampoco iba a dignarse a lanzarse al ataque como un loco, de esta forma pensó una segunda estrategia y comenzó con ella.
De esta forma y girándose a gran velocidad, lanzó una de sus dagas al aire, que comenzó a ascender, así, de pronto, agarró uno de los cuchillos de punta afilada que se encontraba en una de las mesas que aún seguían en pie y totalmente sana. Tras agarrarlo, lo lanzó rápidamente contra el cuerpo del pelinegro con la intención de que este impactara y se clavara contra el pecho del rival, a la altura del pulmón derecho –lado en el que no se encontraba el corazón-. Tras lanzar el cuchillo, agarró su daga que caía y entonces, esperó la respuesta de su rival.
Arekk D. Zenit
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Rhaegar Blackwood Lun Ene 04, 2016 8:29 pm
Había estado un buen rato en la taberna de Orange Village, se encontraba viajando hace cierto tiempo con total soledad, había hecho amistades con unos vendedores furtivos y pescadores que le fueron llevando de isla en isla, ninguno de ellos había sospechado de que se trataba de un miembro de la Cipher pol, aunque si bien no sentía una gran pasión por aquella institución, era una opción mucho más simple para poder viajar sin ser molestado por segundos o terceros. Uno de los sujetos que se encontraba vendiendo telas finas que había traido desde otro de los mares le había dicho que en aquel lugar podría encontrar una forma de viajar a la siguiente isla, una taberna que usualmente era frecuentada por piratas pero que aceptaba bastante bien a toda persona que deseara tomar algo, aunque le había dicho que no se metiera mucho en problemas ya que podía salir lastimado de aquel lugar.
Ignorando un tanto aquello decidió seguir con su propia aventura, camino hacia el bar y entro con seguridad. El traje le hacía parecer mucho más serio de lo que realmente era y mucho más llamativo de lo que alguien pudiese desear, todos los demás estaban vestidos de unas maneras demasiado dispares y sin tanta elegancia como Rhaegar. El pelinegro se sentó en una mesa libre, solo y con una sonrisa en los labios, mostraba los dientes blancos y poseía el cabello liso que caía por su rostro. En la frente llevaba una venda que pasaba por bajo su cabello, pidió una cerveza en un jarrón de medio litro y dejo que su presencia se perdiera entre las sombras del lugar, no paso mucho tiempo para que quienes le habían echado un ojo le olvidaran completamente, como si fuese una especie de habilidad, el ruido le invadía y el simplemente observaba de un lado a otro tomando su cerveza, con el traje perfectamente negro y la mirada perfectamente fría. No había podido escuchar muy bien desde la distancia pero había una gran cantidad de personas charlando, unos cuantos celebraban y todos más hacían competencias ya sea con cartas, prueba de fuerza con sus brazos y otros estaban conversando de una manera sospechosa. Un pelinegro y un rubio se encontraban en una mesa y al parecer algunos parecían estar divirtiéndose al ver el show que ambos producían.
Se mantuvo un poco más viendo a los sujetos notando como los movimientos de ambos parecían ser levemente diferente, sabía perfectamente cuando alguien cambiaba la posición del brazo y el movimiento del hombro cuando tenía un arma entre los dedos y ambos demostraron aquellos habitos que todos poseían inconscientemente, esbozo una amplia sonrisa mientras se tomaba de golpe la cerveza que había pedido, noto como el rubio recogía algo del suelo, asumía que era una especie de arma, nada más podía ser como para hacerlo con esa velocidad y ese movimiento levemente forzado, no era ni una servilleta ni un lápiz, definitivamente debía ser algún tipo de arma arrojadiza o una daga. Se levanto lentamente del asiento, quería ver más de cerca la situación pero noto como la carcajada del rubio parecía ser satisfactoria, aquello podría ser el inicio de algo malo y con velocidad el muchacho acelero el paso, tomo un posa vasos de madera de una de las mesas que pasaba a su costado y cuando éste lanzó el cuchillo hacia el corazón del pelinegro que le acompañaba, Rhaegar alcanzó a poner el posavasos en el camino, la daga se clavo con precisión en el centro de éste y la punta atravesó la madera. Por suerte para Rhaegar había puesto los cinco dedos en el borde de éste con la palma hacia atrás logrando que la punta no le tocara. El muchacho de ojos grises y venda blanca en la cabeza quedo mirando al chico rubio y esbozo una sonrisa amable mientras pronunciaba con voz calmada. –Espero no les moleste que haya intervenido un poco en su diversión. Pero si algo pasara estoy seguro que la taberna se alteraría un poco. –Algunos pocos de los que estaban pendientes de la conversación del rubio y el ojirojo se habían dado cuenta de lo que había pasado, se quedaron unos segundos más observando y volvieron a sentarse para tomar sus cervezas, aunque más de alguno mantuvo el rabillo del ojo pendiente. -¿Puedo acompañarlos? –Quito la daga con la mano izquierda y la quedo mirando unos segundos antes de darla vuelta en el aire y tomarla desde la punta con el índice y el pulgar, volvió a mirar hacia el rubio y estiro la mano para entregársela. –Quizás me equivoque, pero esto te pertenece. Soy Rhaegar, un navegante de los mares. –Se sentó en una silla cercana y espero una respuesta.
Ignorando un tanto aquello decidió seguir con su propia aventura, camino hacia el bar y entro con seguridad. El traje le hacía parecer mucho más serio de lo que realmente era y mucho más llamativo de lo que alguien pudiese desear, todos los demás estaban vestidos de unas maneras demasiado dispares y sin tanta elegancia como Rhaegar. El pelinegro se sentó en una mesa libre, solo y con una sonrisa en los labios, mostraba los dientes blancos y poseía el cabello liso que caía por su rostro. En la frente llevaba una venda que pasaba por bajo su cabello, pidió una cerveza en un jarrón de medio litro y dejo que su presencia se perdiera entre las sombras del lugar, no paso mucho tiempo para que quienes le habían echado un ojo le olvidaran completamente, como si fuese una especie de habilidad, el ruido le invadía y el simplemente observaba de un lado a otro tomando su cerveza, con el traje perfectamente negro y la mirada perfectamente fría. No había podido escuchar muy bien desde la distancia pero había una gran cantidad de personas charlando, unos cuantos celebraban y todos más hacían competencias ya sea con cartas, prueba de fuerza con sus brazos y otros estaban conversando de una manera sospechosa. Un pelinegro y un rubio se encontraban en una mesa y al parecer algunos parecían estar divirtiéndose al ver el show que ambos producían.
Se mantuvo un poco más viendo a los sujetos notando como los movimientos de ambos parecían ser levemente diferente, sabía perfectamente cuando alguien cambiaba la posición del brazo y el movimiento del hombro cuando tenía un arma entre los dedos y ambos demostraron aquellos habitos que todos poseían inconscientemente, esbozo una amplia sonrisa mientras se tomaba de golpe la cerveza que había pedido, noto como el rubio recogía algo del suelo, asumía que era una especie de arma, nada más podía ser como para hacerlo con esa velocidad y ese movimiento levemente forzado, no era ni una servilleta ni un lápiz, definitivamente debía ser algún tipo de arma arrojadiza o una daga. Se levanto lentamente del asiento, quería ver más de cerca la situación pero noto como la carcajada del rubio parecía ser satisfactoria, aquello podría ser el inicio de algo malo y con velocidad el muchacho acelero el paso, tomo un posa vasos de madera de una de las mesas que pasaba a su costado y cuando éste lanzó el cuchillo hacia el corazón del pelinegro que le acompañaba, Rhaegar alcanzó a poner el posavasos en el camino, la daga se clavo con precisión en el centro de éste y la punta atravesó la madera. Por suerte para Rhaegar había puesto los cinco dedos en el borde de éste con la palma hacia atrás logrando que la punta no le tocara. El muchacho de ojos grises y venda blanca en la cabeza quedo mirando al chico rubio y esbozo una sonrisa amable mientras pronunciaba con voz calmada. –Espero no les moleste que haya intervenido un poco en su diversión. Pero si algo pasara estoy seguro que la taberna se alteraría un poco. –Algunos pocos de los que estaban pendientes de la conversación del rubio y el ojirojo se habían dado cuenta de lo que había pasado, se quedaron unos segundos más observando y volvieron a sentarse para tomar sus cervezas, aunque más de alguno mantuvo el rabillo del ojo pendiente. -¿Puedo acompañarlos? –Quito la daga con la mano izquierda y la quedo mirando unos segundos antes de darla vuelta en el aire y tomarla desde la punta con el índice y el pulgar, volvió a mirar hacia el rubio y estiro la mano para entregársela. –Quizás me equivoque, pero esto te pertenece. Soy Rhaegar, un navegante de los mares. –Se sentó en una silla cercana y espero una respuesta.
Rhaegar Blackwood
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
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