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Creado por Daoko Jue Feb 25, 2016 6:33 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Hermoso ¿No? El mar tendía a serlo bastante. Después de haber logrado viajar entre tantas islas que había observado y seres que había conocido aún en su cabeza seguía resonando lo que en aquella isla de tierra blanca le habían enseñado. Aquella idea de libertad e igualdad jamás salió de su mente y poco a poco comenzaba a comprender las cosas… Tantas historias que escuchó y las que faltan por escuchar. Llevada por un barco marine tras ser atrapada había logrado entrar a los Blues, mares que la sirena no conocía, sin embargo gracias a su fuerza y rápido actuar logró escapar tirándose al agua recuperando su escudo y su látigo. Apenas tocó el agua aquel par de piernas se volvieron cola y nadó lo más rápido que pudo, sin saber a dónde se dirigía la desesperación por poder ser libre la inundó de un momento a otro.
Tras minutos la energía le comenzó a faltar, subió a la superficie viendo a lo lejos cómo aquel barco había desaparecido dejándola libre. Con su látigo en cintura y su escudo cargado en el hombro derecho volvió a sumergirse para poder buscar algo de comida. Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios cuando vio un banco de peces que nadaban por todas partes, casi la revolucionaria podía jurar buscaban escapar de algo. Pero el hambre y necesidad no le permitieron pensar bien o de menos echar un vistazo a su alrededor…Nadó con fuerza y abriendo sus brazos atrapó unos cuantos peces pero por mala suerte había quedado atrapada en una red, por la velocidad terminó golpeándose contra la parte baja de un barco. Soltó lo que había atrapado y con sus manos acarició su cabeza, el golpe había dolido bastante. Se tomó de las cuerdas de la red tirando de esta un poco que, aunque pequeña era aquella herramienta de pescador, el dorso y parte de la cola de ella se habían quedado atrapados. Levantó la mirada comenzando a tirar de las sogas, quizá podría escapar de estas si quienes estaban del otro lado eran lo suficiente débiles, aunque apenas si tenía fuerza para ello. Agachó la cabeza algo resignada con la idea de que sería llevada a la superficie, sin perder tiempo su cola se transformó en sus piernas, sólo quedaba esperar.
Hermoso ¿No? El mar tendía a serlo bastante. Después de haber logrado viajar entre tantas islas que había observado y seres que había conocido aún en su cabeza seguía resonando lo que en aquella isla de tierra blanca le habían enseñado. Aquella idea de libertad e igualdad jamás salió de su mente y poco a poco comenzaba a comprender las cosas… Tantas historias que escuchó y las que faltan por escuchar. Llevada por un barco marine tras ser atrapada había logrado entrar a los Blues, mares que la sirena no conocía, sin embargo gracias a su fuerza y rápido actuar logró escapar tirándose al agua recuperando su escudo y su látigo. Apenas tocó el agua aquel par de piernas se volvieron cola y nadó lo más rápido que pudo, sin saber a dónde se dirigía la desesperación por poder ser libre la inundó de un momento a otro.
Tras minutos la energía le comenzó a faltar, subió a la superficie viendo a lo lejos cómo aquel barco había desaparecido dejándola libre. Con su látigo en cintura y su escudo cargado en el hombro derecho volvió a sumergirse para poder buscar algo de comida. Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios cuando vio un banco de peces que nadaban por todas partes, casi la revolucionaria podía jurar buscaban escapar de algo. Pero el hambre y necesidad no le permitieron pensar bien o de menos echar un vistazo a su alrededor…Nadó con fuerza y abriendo sus brazos atrapó unos cuantos peces pero por mala suerte había quedado atrapada en una red, por la velocidad terminó golpeándose contra la parte baja de un barco. Soltó lo que había atrapado y con sus manos acarició su cabeza, el golpe había dolido bastante. Se tomó de las cuerdas de la red tirando de esta un poco que, aunque pequeña era aquella herramienta de pescador, el dorso y parte de la cola de ella se habían quedado atrapados. Levantó la mirada comenzando a tirar de las sogas, quizá podría escapar de estas si quienes estaban del otro lado eran lo suficiente débiles, aunque apenas si tenía fuerza para ello. Agachó la cabeza algo resignada con la idea de que sería llevada a la superficie, sin perder tiempo su cola se transformó en sus piernas, sólo quedaba esperar.
Daoko
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Ray Kazaragi Vie Abr 01, 2016 9:41 am
El pelirrojo ya se encontraba algo molesto con la situación, habían capturado una gran cantidad de peces con los cuales ya no volverían a preocuparse de la comida por lo menos durante un tiempo mientras duraba su viaje. Todo eso había cambiado con la llegada de aquel ser similar al resto aunque con un tamaño mucho más grande, desde que llego todo en el barco se había desordenado, perdieron parte de su comida y además acababa de romper parte del cuarto de navegación con su ataque usando el escudo, se notaba que ni siquiera era capaz de defenderse sola en un combate.
Por otra parte y a pedido del capitán del barco, el rubio del barco se encontraba contando los peces que quedaron en la red y podrían comer mientras Ray con William se preocupaban de que la sirena. El espadachín le había preguntado su nombre quizás no de la mejor manera pero considerando la situación no le quedaba otra opción, mientras que William siempre tan bien educado le explicaba la situación, los dos revolucionarios eran un tanto opuestos en la forma de hacer actuar en diferentes situaciones como lo está en particular. En cambio la sirena prefirió ignorarlos para ir donde se encontraba Jonathan quien había terminado de contar los peces que quedaron para comer los cuales eran 12, si la contaban a ella tendrían para comer tres peces cada uno lo cual no era del todo malo. El ojo parchado volvió hablar a la sirena explicándole la situación, de que los peces eran de los revolucionarios y no de ella, para luego ofrecerle ayuda para ver su hombro lastimado tras el torpe movimiento que hizo.
Seguramente si Ray se quedaba otro minuto más en aquel lugar la sirena terminaría acompañando a los peces en aquella bolsa donde el rubio los había guardado. Hacer eso seguramente le traería problemas con William — Me retiro, si pasa algo interesante me llaman — hizo un gesto con su mano derecha para luego caminar en dirección a su cuarto, donde podría ver algún mapa sobre las islas cercas o simplemente descansar.
Por otra parte y a pedido del capitán del barco, el rubio del barco se encontraba contando los peces que quedaron en la red y podrían comer mientras Ray con William se preocupaban de que la sirena. El espadachín le había preguntado su nombre quizás no de la mejor manera pero considerando la situación no le quedaba otra opción, mientras que William siempre tan bien educado le explicaba la situación, los dos revolucionarios eran un tanto opuestos en la forma de hacer actuar en diferentes situaciones como lo está en particular. En cambio la sirena prefirió ignorarlos para ir donde se encontraba Jonathan quien había terminado de contar los peces que quedaron para comer los cuales eran 12, si la contaban a ella tendrían para comer tres peces cada uno lo cual no era del todo malo. El ojo parchado volvió hablar a la sirena explicándole la situación, de que los peces eran de los revolucionarios y no de ella, para luego ofrecerle ayuda para ver su hombro lastimado tras el torpe movimiento que hizo.
Seguramente si Ray se quedaba otro minuto más en aquel lugar la sirena terminaría acompañando a los peces en aquella bolsa donde el rubio los había guardado. Hacer eso seguramente le traería problemas con William — Me retiro, si pasa algo interesante me llaman — hizo un gesto con su mano derecha para luego caminar en dirección a su cuarto, donde podría ver algún mapa sobre las islas cercas o simplemente descansar.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Sáb Abr 02, 2016 9:51 pm
No importaba que hubiese agarrado todos los peces, habiendo obtenido comida que, de ser bien suministrada y racionada, podría durar un par de días. No, nada de eso importaba, cuando delante de él se encontraba una verdadera sirena, una creatura proveniente de los mismísimos fondos del mar, y quien sabe si más allá también. Los ojos de Jonathan, aquellos bellos orbes esmeraldas, no podían hacer más que admirar sin pudor ni impedimento alguno el físico de la joven, como era su accionar, sus movimientos, la forma de su cuerpo, el movimiento de sus labios… Y ni hablar de su voz, que entraba como una bella canción, directo a sus oídos angelicales.
Dada su situación particular, al ser el único miembro NO humano de la tripulación, podía sentir cierta afinidad con las otras especies que ocupaban el largo y ancho del mundo. Siempre apelaba a su lado skypeano cuando se topara con algo que estuviese muy lejos del parámetro de “lo normal”, claramente hecho por los humanos. En ese preciso momento sentía cierta identificación con la joven, encontrándose en un ambiente desconocido, asumiendo que todo fuese hostil, completamente distinto de lo que acostumbraba, de lo que conocía. ¿Podría ayudarla? No perdería nada con intentarlo. Ahora, aquella chica, ¿Se dejaría ayudar por un completo desconocido que formaba parte del grupo que “la pescó”? Esa sí que era una pregunta difícil de responder.
Tragó saliva al notar con pasaba del luchador y del espadachín, dirigiéndose directamente hacía él. Su corazón se aceleraba, aumentando el flujo de la sangre que aquel órgano bombeaba, acelerando el curso de la sangre que por sus venas circulaban. Su respiración aumentó, casi como si estuviese pasando por una crisis. Era el momento, ¿no? El momento para ofrecer su ayuda. Si, lo era, tenía que serlo. Se aclaró la garganta, meneo su cabeza en un gentil movimiento y abrió su boca.
Claro que nada salió de entre sus labios, porque la chica no pidió de ayuda. Lo único que reclamaba era la tenencia de los pescados. Acto seguido, Ray procedió a retirarse, claramente superado por la situación. ¿Quién podría culparlo? Agradecía a cualquier fuerza celestial que lo hubiese retenido para no cobrar sangre, la que probablemente el ángel debería limpiar después. Luego, William se acercó, ofreciendo de sus habilidades para tratar que sabe qué cosa. El revolucionario dio unos cuantos pasos hacia atrás, llegando a una caja que impidió su retroceso.
–Dejaré esto aquí.- Comentó el rubio, dejando la bolsa con los pescados ya inmóviles en su interior. Desvió la mirada, buscando algún lugar donde esconderse. –Deja que William te ayude, tiene buenas intenciones. Y-Yo…- Le dedicó una última mirada, con devoción, con aprecio. No, no podría hacer nada en esas condiciones. –Si me necesitan, estaré haciendo… Algo.- Y así, con sus mejillas teñidas de carmesí, inició camino a sus aposentos, pensando en lo ridículo que había quedado. Poco podría hacer, aún era idiota en lo que respectaba su contacto e interacción con el sexo opuesto. Parece que eso no variaba si fuese una especie distinta.
Dada su situación particular, al ser el único miembro NO humano de la tripulación, podía sentir cierta afinidad con las otras especies que ocupaban el largo y ancho del mundo. Siempre apelaba a su lado skypeano cuando se topara con algo que estuviese muy lejos del parámetro de “lo normal”, claramente hecho por los humanos. En ese preciso momento sentía cierta identificación con la joven, encontrándose en un ambiente desconocido, asumiendo que todo fuese hostil, completamente distinto de lo que acostumbraba, de lo que conocía. ¿Podría ayudarla? No perdería nada con intentarlo. Ahora, aquella chica, ¿Se dejaría ayudar por un completo desconocido que formaba parte del grupo que “la pescó”? Esa sí que era una pregunta difícil de responder.
Tragó saliva al notar con pasaba del luchador y del espadachín, dirigiéndose directamente hacía él. Su corazón se aceleraba, aumentando el flujo de la sangre que aquel órgano bombeaba, acelerando el curso de la sangre que por sus venas circulaban. Su respiración aumentó, casi como si estuviese pasando por una crisis. Era el momento, ¿no? El momento para ofrecer su ayuda. Si, lo era, tenía que serlo. Se aclaró la garganta, meneo su cabeza en un gentil movimiento y abrió su boca.
Claro que nada salió de entre sus labios, porque la chica no pidió de ayuda. Lo único que reclamaba era la tenencia de los pescados. Acto seguido, Ray procedió a retirarse, claramente superado por la situación. ¿Quién podría culparlo? Agradecía a cualquier fuerza celestial que lo hubiese retenido para no cobrar sangre, la que probablemente el ángel debería limpiar después. Luego, William se acercó, ofreciendo de sus habilidades para tratar que sabe qué cosa. El revolucionario dio unos cuantos pasos hacia atrás, llegando a una caja que impidió su retroceso.
–Dejaré esto aquí.- Comentó el rubio, dejando la bolsa con los pescados ya inmóviles en su interior. Desvió la mirada, buscando algún lugar donde esconderse. –Deja que William te ayude, tiene buenas intenciones. Y-Yo…- Le dedicó una última mirada, con devoción, con aprecio. No, no podría hacer nada en esas condiciones. –Si me necesitan, estaré haciendo… Algo.- Y así, con sus mejillas teñidas de carmesí, inició camino a sus aposentos, pensando en lo ridículo que había quedado. Poco podría hacer, aún era idiota en lo que respectaba su contacto e interacción con el sexo opuesto. Parece que eso no variaba si fuese una especie distinta.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Daoko Mar Abr 05, 2016 1:18 am
Continúa aquì
Daoko
Hoja de personaje
Nivel:
(6/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
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