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Creado por Momo Vie Mar 04, 2016 10:24 pm
Recuerdo del primer mensaje :
- Vamos Zú, se hace tarde… - Susurró la pequeña Momo mientras que en sus manos cargaba un gran canasto lleno de manzanas. ¿Quién era Zú? Era nada más y nada menos que su hermoso león, fiel compañero que la seguía a todas partes desde que le había encontrado. Por su parte aquel enorme animal tenía en su hocico una canasta mucho más grande donde cargaba varios melones de gran tamaño ¿La misión? Era llevar toda esa fruta hacia el puesto de la mujer comerciante de frutas para la que trabajaba. Momo ese día iba bien vestida con un vestidito de algodón blanco de tirantes, hacía bastante calor y pese aún a ser temprano de mañana se hacía sentir la calidez del lugar. La canasta pesaba bastante, pero terca sabía que podía cargarla sin muchos problemas.. O más de los necesarios.
Dejaba salir suaves gimoteos de dolor y tenía ya la cara roja ya de hacer tanto esfuerzo con sus brazos, a cada paso sentía como sus delgadas extremidades temblaban rogando por llegar ya a su destino pero era demasiado complicado, aún quedaban unas tres o cuatro calles. Al dar vuelta a una esquina, como siempre con su torpeza terminó por chocar de golpe contra otra persona… La canasta cayó, las manzanas saltaron por todas lados rodando por todas partes y Momo cayó de lleno sobre la persona contra la que había chocado. Sus orbes se llenaron de lágrimas y con sus manos se levantó recargándose sobre el pecho del que parecía ser un hombre. - ¡Perdón! - Gritó avergonzada levantándose de golpe y toda torpe tomó rápidamente la canasta comenzando a juntar todas las manzanas, el león, por su parte con la pereza que llevaba encima sólo se sentó viendo la tonta escena frente a él. Tras levantar un par de manzanas volteó a ver al contrario y soltó la canasta rápidamente para tomarlo de la muñeca y tratar de ayudarlo a que se pusiera de pie. - P-Perdón.. Es que, las manzanas.. No iba viendo y… Tonta de mi que se pone a recoger todo antes de ayudarte y.. Y.. - Tenía sus ojos llorosos mientras tomaba con cierta pena la muñeca del espadachín. - ¿No te hiciste daño?.. - Cuestionó bajando un poco su cabeza, sin embargo por todo lo que había ocurrido su cabello había quedado todo alborotado dejando ver aquel par de pequeñas alas que siempre ocultaba y ella no se había dado cuenta.
- Vamos Zú, se hace tarde… - Susurró la pequeña Momo mientras que en sus manos cargaba un gran canasto lleno de manzanas. ¿Quién era Zú? Era nada más y nada menos que su hermoso león, fiel compañero que la seguía a todas partes desde que le había encontrado. Por su parte aquel enorme animal tenía en su hocico una canasta mucho más grande donde cargaba varios melones de gran tamaño ¿La misión? Era llevar toda esa fruta hacia el puesto de la mujer comerciante de frutas para la que trabajaba. Momo ese día iba bien vestida con un vestidito de algodón blanco de tirantes, hacía bastante calor y pese aún a ser temprano de mañana se hacía sentir la calidez del lugar. La canasta pesaba bastante, pero terca sabía que podía cargarla sin muchos problemas.. O más de los necesarios.
Dejaba salir suaves gimoteos de dolor y tenía ya la cara roja ya de hacer tanto esfuerzo con sus brazos, a cada paso sentía como sus delgadas extremidades temblaban rogando por llegar ya a su destino pero era demasiado complicado, aún quedaban unas tres o cuatro calles. Al dar vuelta a una esquina, como siempre con su torpeza terminó por chocar de golpe contra otra persona… La canasta cayó, las manzanas saltaron por todas lados rodando por todas partes y Momo cayó de lleno sobre la persona contra la que había chocado. Sus orbes se llenaron de lágrimas y con sus manos se levantó recargándose sobre el pecho del que parecía ser un hombre. - ¡Perdón! - Gritó avergonzada levantándose de golpe y toda torpe tomó rápidamente la canasta comenzando a juntar todas las manzanas, el león, por su parte con la pereza que llevaba encima sólo se sentó viendo la tonta escena frente a él. Tras levantar un par de manzanas volteó a ver al contrario y soltó la canasta rápidamente para tomarlo de la muñeca y tratar de ayudarlo a que se pusiera de pie. - P-Perdón.. Es que, las manzanas.. No iba viendo y… Tonta de mi que se pone a recoger todo antes de ayudarte y.. Y.. - Tenía sus ojos llorosos mientras tomaba con cierta pena la muñeca del espadachín. - ¿No te hiciste daño?.. - Cuestionó bajando un poco su cabeza, sin embargo por todo lo que había ocurrido su cabello había quedado todo alborotado dejando ver aquel par de pequeñas alas que siempre ocultaba y ella no se había dado cuenta.
Momo
Hoja de personaje
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(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Momo Miér Mayo 11, 2016 12:19 pm
El caminar de la bestia y la joven era algo acelerado más no imprudente, justo para que el de cabellos carmesí los alcanzara escuchó las palabras de él, extrañada negó suavemente viendo siempre al frente. - ¿Qué sueños y metas puede tener un pirata? - Cuestionó con cierta frialdad propia de un ser incrédulo. Vivir tanto tiempo rodeada de humanos que temían a los guerreros y bandidos del mar había sembrado en ella lo que muchos tenían ya, un desprecio que aunque no fuese muy marcado estaba presente. - ¿Qué sueños puedes tener tú? - Viéndole de reojo, curiosa, lanzó la pregunta que si bien no era de su incumbencia era más importante que preguntar algo tan general, era obvio que cada ser es un mundo totalmente distinto, a ella no le interesaban todos los piratas del mar, ella sólo quería saber la verdad del que estaba ante ella. - ¿Qué tienes de meta? ¿Qué es tu objetivo? - Una tras otra, las preguntas salían imprudentes de los labios de la ángel, si él respondía o no era mera decisión de él más la curiosidad insistía.
Se quedó pensativa por la palabras del pirata, él tenía razón… Acercándose a su amado león hundió suavemente sus finos dedos en aquel abundante pelaje aferrándose con delicadeza buscando sentirse segura. Viendo al frente hizo una suave mueca propia del nerviosismo a la que ahora se había vuelto presa y quizá en un pequeño ataque de torpeza reclamó - No eres un extraño. - Frunció el ceño girando su rostro para verle - A parte.. si quisieras hacerme daño ya me lo habrías hecho… ¿No?.. - titubeante con si voz baja se apegó más a su león poniendo más distancia entre ambos. - A parte tú me abrazaste primero, las malas personas no abrazan… - Frunció el ceño - ¿O sí? - Manteniendo su mirada todo el tiempo en él sin darse cuenta había vuelto a tropezar cayendo de lleno en el sueño boca abajo. Quedándose ahí unos segundos simplemente dejó salir un suave sollozo muriendo de vergüenza…
Se quedó pensativa por la palabras del pirata, él tenía razón… Acercándose a su amado león hundió suavemente sus finos dedos en aquel abundante pelaje aferrándose con delicadeza buscando sentirse segura. Viendo al frente hizo una suave mueca propia del nerviosismo a la que ahora se había vuelto presa y quizá en un pequeño ataque de torpeza reclamó - No eres un extraño. - Frunció el ceño girando su rostro para verle - A parte.. si quisieras hacerme daño ya me lo habrías hecho… ¿No?.. - titubeante con si voz baja se apegó más a su león poniendo más distancia entre ambos. - A parte tú me abrazaste primero, las malas personas no abrazan… - Frunció el ceño - ¿O sí? - Manteniendo su mirada todo el tiempo en él sin darse cuenta había vuelto a tropezar cayendo de lleno en el sueño boca abajo. Quedándose ahí unos segundos simplemente dejó salir un suave sollozo muriendo de vergüenza…
Momo
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Vie Jul 01, 2016 12:56 pm
Le costaba dar cortos pasos para estar a la par de su acompañante, tan puro ser, ajena a todo problema habido y por haber. Podía notarlo a simple vista, como a esta le faltaba mucho por vivir, mucho por avanzar… Mucho por experimentar. ¿O quizá él había vivido mucho para su corto tiempo de vida? En retrospectiva, se podía decir que la respuesta a esa pregunta era un gran si. Sho había pasado por tantas cosas únicamente para sobrevivir, y poder vivir acorde a sus ideales, acorde a lo que él creía. ¿Qué hubiera pasado si la joven tuviera que pasar por todo lo que él pasó? ¿Acaso el resultado sería el mismo, formando a una nueva pirata? Vaya que las preguntas volaban como flechas directamente hacía su cerebro.
La pregunta emitida por la ajena lo tomó por desprevenido. No es algo que hubiera pensado con antelación, pues nunca había tenido el derecho para hacerlo. ¿Qué podría desear alguien como él, una escoria del mundo, algo menor a un ser humano? Dejó que las preguntas fluyeran una tras otra, tratando de procesar el torrente de sentimientos que nunca antes había experimentado. Sorprendido se encontraba por el repentino interés que alguien podría tener sobre él, y más si era alguien como ella. –Yo… No es como si tuviera algo como eso…- Iniciar con esas palabras eran golpes directos a su propio corazón, pues sabía perfectamente que no era cierto. Había deseos en lo más profundo de su ser, cosas que anhelaba en silencio. ¿Por qué no decirlas ante la extraña? Nada cambiaría. –Deseo una familia…- Su labio inferior fue mordido con cierta intensidad, haciéndolo sangrar levemente. Por momentos, el dolor era lo único que podía mantenerlo sobre tierra firme. –Quiero viajar, conocer muchas personas. Quiero vivir con libertad, pelear con libertad…- Para ese momento, las ideas comenzaron a salir sin su aprobación. Sincero, abierto, vulnerable, así se encontraba el espachín, con cierto temor por cómo podría reaccionar la niña. –Y finalmente morir. Acompañado, querido… Amado.-
Se apresuró a inclinarse ante el repentino tropiezo de su acompañante, tratando de comprobar que todo estuviera bien. –Un par de raspones, nada de qué preocuparse.- Con una gentil sonrisa, tomó lentamente del rostro ajeno, comprobando con la yema de sus dedos pulgares la piel suave y pálida de la llorona. Quería cuidarla, protegerla, pero sabía que no podría hacerlo, tanto por el tipo de vida que llevaba, como también por el hecho de que no sabía cómo la otra reaccionaría ante eso. –Anda, no llores.- De uno de los bolsillos de su camisa sacó un trozo de tela blanco cubierto con pequeñas manchas carmesí. Eran gotas de sangre viejas, y le eran propias al pelirrojo. Sin embargo poco le importaba, pues comenzó a secar las gotas de agua que resbalaban de tan tiernas mejillas, como para también limpiar los raspones que arruinaban tan bella existencia. -Incluso nosotros, los tipos malos, podemos preocuparnos por otros, ¿sabes?-
La pregunta emitida por la ajena lo tomó por desprevenido. No es algo que hubiera pensado con antelación, pues nunca había tenido el derecho para hacerlo. ¿Qué podría desear alguien como él, una escoria del mundo, algo menor a un ser humano? Dejó que las preguntas fluyeran una tras otra, tratando de procesar el torrente de sentimientos que nunca antes había experimentado. Sorprendido se encontraba por el repentino interés que alguien podría tener sobre él, y más si era alguien como ella. –Yo… No es como si tuviera algo como eso…- Iniciar con esas palabras eran golpes directos a su propio corazón, pues sabía perfectamente que no era cierto. Había deseos en lo más profundo de su ser, cosas que anhelaba en silencio. ¿Por qué no decirlas ante la extraña? Nada cambiaría. –Deseo una familia…- Su labio inferior fue mordido con cierta intensidad, haciéndolo sangrar levemente. Por momentos, el dolor era lo único que podía mantenerlo sobre tierra firme. –Quiero viajar, conocer muchas personas. Quiero vivir con libertad, pelear con libertad…- Para ese momento, las ideas comenzaron a salir sin su aprobación. Sincero, abierto, vulnerable, así se encontraba el espachín, con cierto temor por cómo podría reaccionar la niña. –Y finalmente morir. Acompañado, querido… Amado.-
Se apresuró a inclinarse ante el repentino tropiezo de su acompañante, tratando de comprobar que todo estuviera bien. –Un par de raspones, nada de qué preocuparse.- Con una gentil sonrisa, tomó lentamente del rostro ajeno, comprobando con la yema de sus dedos pulgares la piel suave y pálida de la llorona. Quería cuidarla, protegerla, pero sabía que no podría hacerlo, tanto por el tipo de vida que llevaba, como también por el hecho de que no sabía cómo la otra reaccionaría ante eso. –Anda, no llores.- De uno de los bolsillos de su camisa sacó un trozo de tela blanco cubierto con pequeñas manchas carmesí. Eran gotas de sangre viejas, y le eran propias al pelirrojo. Sin embargo poco le importaba, pues comenzó a secar las gotas de agua que resbalaban de tan tiernas mejillas, como para también limpiar los raspones que arruinaban tan bella existencia. -Incluso nosotros, los tipos malos, podemos preocuparnos por otros, ¿sabes?-
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Momo Miér Jul 13, 2016 1:22 am
Había escuchado atenta cada una de las respuestas de él, no lo creía, no creía que aquel ser tan humano fuese un pirata, uno que tanto la gente se regocijaba de decir que eran malos, brutos y crueles… Él… Él demostraba todo lo contrario. Entre suaves sollozos recibía las atenciones de él, primero aquellas tiernas caricias que cálidas eran un tanto paternales, depositadas con cuidado demostraban el tacto del pelirrojo, sin embargo sus toscas manos algo rasposas eran las fieles testigos del que empuñar su arma no era una mentira. Negó suave ante la sutil orden, cesando sus lágrimas los tenues sollozos desaparecían lentamente y atenta veía como cuidaba de las pequeñas heridas que había causado. - G-Gracias… - Susurró en un tenue hilo de voz sonriéndole con cierta ternura - Una familia… Es un sueño bonito… - respondió tranquila mientras una vez él terminase de atender su torpeza se pusiera lentamente de pie
- ¿Quieres enamorarte de una mujer y tener hijos entonces? - Preguntó con algo de pena y tras ponerse de pie ella le ayudó volviendo a retomar camino, poco faltaba ya para dejar aquel encargo que la de cabellos rosas llevaba consigo - Mi mamá me dijo una vez que ser madre era el regalo más hermoso que podía tener una mujer. - Contenta, sonriente y más confiada se desplayaba hablando sin pena con el pelirrojo - Y papá decía que ser padre era una bendición . - mucho no tardaron en llegar al destino tras terminar aquella frase. Se quedó de pie junto a la puerta mientras su fiero animal entraba al almacén para dejar el encargo, Momo, ante aquel pirata tomó una de las manzanas, la más grande y roja que podía ver ahí en aquella canasta. - Toma. - Extendió su mano, entregándosela con gusto, un pequeño regalo que poco demostraba la enorme gratitud de la ángel - Debo trabajar otro poco hoy, quizá no esté libre hasta muy noche o quizá mañana pueda salir ¿Quieres pasear? - Preguntó con una enorme sonrisa - No conozco mucho la isla así que sería bueno para perdernos juntos. - Sonreía más, sus blancos dientes la delataban, contenta estaba y bastante - Y hay un lugar donde venden rico helado, me encantaría que lo probaras conmigo. - Posó sus enormes orbes expresivos en él esperando alguna respuesta - ¿O te tienes que ir con tus amigos?.. - Algo desanimada entrecerró sus párpados - No hay marines en la isla así que estás a salvo, prometo cuidarte ¿Sí? - Insistía ansiosa… De verdad quería salir con él, sólo esperaba que él quisiera también salir con ella.
- ¿Quieres enamorarte de una mujer y tener hijos entonces? - Preguntó con algo de pena y tras ponerse de pie ella le ayudó volviendo a retomar camino, poco faltaba ya para dejar aquel encargo que la de cabellos rosas llevaba consigo - Mi mamá me dijo una vez que ser madre era el regalo más hermoso que podía tener una mujer. - Contenta, sonriente y más confiada se desplayaba hablando sin pena con el pelirrojo - Y papá decía que ser padre era una bendición . - mucho no tardaron en llegar al destino tras terminar aquella frase. Se quedó de pie junto a la puerta mientras su fiero animal entraba al almacén para dejar el encargo, Momo, ante aquel pirata tomó una de las manzanas, la más grande y roja que podía ver ahí en aquella canasta. - Toma. - Extendió su mano, entregándosela con gusto, un pequeño regalo que poco demostraba la enorme gratitud de la ángel - Debo trabajar otro poco hoy, quizá no esté libre hasta muy noche o quizá mañana pueda salir ¿Quieres pasear? - Preguntó con una enorme sonrisa - No conozco mucho la isla así que sería bueno para perdernos juntos. - Sonreía más, sus blancos dientes la delataban, contenta estaba y bastante - Y hay un lugar donde venden rico helado, me encantaría que lo probaras conmigo. - Posó sus enormes orbes expresivos en él esperando alguna respuesta - ¿O te tienes que ir con tus amigos?.. - Algo desanimada entrecerró sus párpados - No hay marines en la isla así que estás a salvo, prometo cuidarte ¿Sí? - Insistía ansiosa… De verdad quería salir con él, sólo esperaba que él quisiera también salir con ella.
Momo
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Mar Ago 02, 2016 2:00 pm
Prácticamente arrodillado, quedando a la altura de la niña delante de él, no podía hacer más que memorizar cada uno de sus gestos y reacciones. Incluso había llegado a memorizar aquellos raspones que se había hecho torpemente en su rostro, y que ahora estaba limpiando gentilmente, en contra de todo pronóstico, incluso para sorpresa de sí mismo. ¿Por qué habría de preocuparse por una pequeña con alas que apenas había conocido? Podría haber robado todas las manzanas en aquel primer encuentro e irse tan rápido que ni siquiera podría haber sido visto por esta. Sin embargo, no lo había hecho, tomando la decisión de quedarse junto a ella. Era tierna en toda su extensión, muy sociable a pesar de su apariencia tímida, aunque con ideas propias de alguien ingenuo que no había llegado a conocer nada del mundo. Quizá era eso lo que estaba buscando, alguien puro que pudiera contrarrestar toda la malicia que había en su interior.
Lentamente alejó sus manos del frágil rostro ajeno, guardando su pañuelo en uno de sus bolsillos, antes de seguir avanzando una vez más junto a la niña. –Claro, es lo que me gustaría.- Respondió con cierta simpleza, encogiéndose de hombros, como si fuese una verdad universal que todos debían saber. –Lo más cercano que tuve a un padre fue el dueño de una taberna de la isla donde vivía. Me regañaba por cada problema que causaba, y me felicitaba por cada trasero que pateaba.- Sus ojos celestes se vieron envuelto en un brillo nostálgico, mientras recordaba la época donde todo era más fácil; golpear a quién quisiera, ser golpeado, correr de un lado a otro, beber todo lo que pudiera hasta caer rendido solo para ser regañado por ser un ebrio a tan corta edad. Se vio sorprendido por lo rápido que pasaba el tiempo, por más que no quisiera admitirlo ante nadie. Muy en el fondo, seguía siendo un niño, frágil y herido, que intentaba seguir adelante.
Para cuando se dio cuenta, finalmente habían llegado al lugar destinado. Para su sorpresa, recibió una gran manzana por parte de su acompañante, tras devolver el cesto que había cargado por ella durante el trayecto. -¿Sabes? Podrías faltar al trabajo y pasar el resto del día conmigo, haciendo maldades, causando caos… Ese tipo de cosas que hacen los tipos malos.- Una sonrisa divertida se formó en su rostro, la cual rápidamente se vio acompañada por una sonora carcajada. Despeinó un poco las bellas hebras de la joven, incitándola a que siga con su trabajo. –Te estaré esperando, así que no te preocupes.- En esta ocasión la sonrisa fue tierna, sincera y pura. Sus palabras no guardaban malicia alguna, pues no tenía la intención de transmitirle eso al ser de las alas. –Y no te confundas. Yo te protegeré a ti.- Dándole el primero de muchos mordiscos a su gran manzana, prosiguió su camino en busca de algún árbol, donde pudiera dormir tranquilamente, hasta que llegara el momento de reencontrarse con tan peculiar creatura una vez más.
Lentamente alejó sus manos del frágil rostro ajeno, guardando su pañuelo en uno de sus bolsillos, antes de seguir avanzando una vez más junto a la niña. –Claro, es lo que me gustaría.- Respondió con cierta simpleza, encogiéndose de hombros, como si fuese una verdad universal que todos debían saber. –Lo más cercano que tuve a un padre fue el dueño de una taberna de la isla donde vivía. Me regañaba por cada problema que causaba, y me felicitaba por cada trasero que pateaba.- Sus ojos celestes se vieron envuelto en un brillo nostálgico, mientras recordaba la época donde todo era más fácil; golpear a quién quisiera, ser golpeado, correr de un lado a otro, beber todo lo que pudiera hasta caer rendido solo para ser regañado por ser un ebrio a tan corta edad. Se vio sorprendido por lo rápido que pasaba el tiempo, por más que no quisiera admitirlo ante nadie. Muy en el fondo, seguía siendo un niño, frágil y herido, que intentaba seguir adelante.
Para cuando se dio cuenta, finalmente habían llegado al lugar destinado. Para su sorpresa, recibió una gran manzana por parte de su acompañante, tras devolver el cesto que había cargado por ella durante el trayecto. -¿Sabes? Podrías faltar al trabajo y pasar el resto del día conmigo, haciendo maldades, causando caos… Ese tipo de cosas que hacen los tipos malos.- Una sonrisa divertida se formó en su rostro, la cual rápidamente se vio acompañada por una sonora carcajada. Despeinó un poco las bellas hebras de la joven, incitándola a que siga con su trabajo. –Te estaré esperando, así que no te preocupes.- En esta ocasión la sonrisa fue tierna, sincera y pura. Sus palabras no guardaban malicia alguna, pues no tenía la intención de transmitirle eso al ser de las alas. –Y no te confundas. Yo te protegeré a ti.- Dándole el primero de muchos mordiscos a su gran manzana, prosiguió su camino en busca de algún árbol, donde pudiera dormir tranquilamente, hasta que llegara el momento de reencontrarse con tan peculiar creatura una vez más.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Momo Vie Sep 23, 2016 4:05 pm
Parpadeó un par de veces apenas sintió el pañuelo alejarse de su cara, sonriéndole escuchaba atenta sus palabras dejando salir de ese par de labios una risilla que divertida acompañaba aquel par de orbes con nostalgia que la observaban tras aquellas palabras que si bien en la joven causaron cierta curiosidad y preocupación, quizá en su torpe inocencia lograba comprender un poco del por que aquella curiosa actitud del contrario - Aún y con esa infancia no eres agresivo. - Acotó con una dulce sonrisa siendo lo último en decir antes de llegar.
No esperó la respuesta de él, frunciendo suave el ceño en una mueca de preocupación negó suave - Es que yo no puedo hacer eso, debo ayudar. - Respondió terminando por mostrar un poco de molestia que, quizá para sorpresa del de cabellos de fuego se transformaría en un regaño hacia él - Y tú deberías hacer lo mismo, ser pirata es malo ¿Sabes? Te meten a la cárcel y esas cosas, deberías vender manzanas también. - Acotó sentenciándole con la mirada mas sintiendo aquella tosca mano sobre su cabeza cerró sus párpados dejándolo hacer. Escucharlo la hizo sonreír ¿De verdad la esperaría? - ¡Genial! - Si trabajaba y hacía las cosas rápidas no lo haría esperar tanto ¿Verdad? Antes de poder decirle algo más lo último dicho por el muchacho la hizo callar aún sin hablar. Abrió de par en par sus párpados sintiendo como de sus rosadas mejillas una suave tinta casi idéntica a la de los cabellos de él las bañaban, una dulce calidez inundó su rostro y casi podría jurar que el corazón le latió amenazando con salir del pecho. Sólo asintió mientras le veía caminar retirándose de ahí. Suave, mordió su pequeña lengua y sin pensarlo más entró al lugar para así apresurarse y terminar lo que haría.
Las horas pasaron y con ellas las ganas de volverle a ver aumentan de manera significativa, ansiosa y algo nerviosa con una enorme sonrisa apenas si el atardecer comenzaba a caer terminó por despedirse de quien cuidaba de ella dejando a su cargo a su enorme mascota, con la excusa de que vería a un amigo salió corriendo del local en dirección a donde la pequeña ángel había viso al pirata irse - ¡Sho! - Gritaba con una enorme sonrisa mientras con su mano derecha levantada agitaba de un lado a otro un par de caramelos que tenía guardados, sin embargo tras pasar un par de cuadras no lo había logrado encontrar, buscando por todos lados con la vista regresó por donde había venido, quizá estaba en la otra dirección, vaya hombre - ¿Y si se fue?.. - Preguntó por lo bajo llevando sus caramelos al pecho abrazándolos ahí esperando pacientes a su futuro dueño.
No esperó la respuesta de él, frunciendo suave el ceño en una mueca de preocupación negó suave - Es que yo no puedo hacer eso, debo ayudar. - Respondió terminando por mostrar un poco de molestia que, quizá para sorpresa del de cabellos de fuego se transformaría en un regaño hacia él - Y tú deberías hacer lo mismo, ser pirata es malo ¿Sabes? Te meten a la cárcel y esas cosas, deberías vender manzanas también. - Acotó sentenciándole con la mirada mas sintiendo aquella tosca mano sobre su cabeza cerró sus párpados dejándolo hacer. Escucharlo la hizo sonreír ¿De verdad la esperaría? - ¡Genial! - Si trabajaba y hacía las cosas rápidas no lo haría esperar tanto ¿Verdad? Antes de poder decirle algo más lo último dicho por el muchacho la hizo callar aún sin hablar. Abrió de par en par sus párpados sintiendo como de sus rosadas mejillas una suave tinta casi idéntica a la de los cabellos de él las bañaban, una dulce calidez inundó su rostro y casi podría jurar que el corazón le latió amenazando con salir del pecho. Sólo asintió mientras le veía caminar retirándose de ahí. Suave, mordió su pequeña lengua y sin pensarlo más entró al lugar para así apresurarse y terminar lo que haría.
Las horas pasaron y con ellas las ganas de volverle a ver aumentan de manera significativa, ansiosa y algo nerviosa con una enorme sonrisa apenas si el atardecer comenzaba a caer terminó por despedirse de quien cuidaba de ella dejando a su cargo a su enorme mascota, con la excusa de que vería a un amigo salió corriendo del local en dirección a donde la pequeña ángel había viso al pirata irse - ¡Sho! - Gritaba con una enorme sonrisa mientras con su mano derecha levantada agitaba de un lado a otro un par de caramelos que tenía guardados, sin embargo tras pasar un par de cuadras no lo había logrado encontrar, buscando por todos lados con la vista regresó por donde había venido, quizá estaba en la otra dirección, vaya hombre - ¿Y si se fue?.. - Preguntó por lo bajo llevando sus caramelos al pecho abrazándolos ahí esperando pacientes a su futuro dueño.
Momo
Hoja de personaje
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(1/100)
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Creado por Sho Minazuki Dom Oct 23, 2016 9:47 pm
Las horas habían pasado rápidamente para la percepción de un bruto que, para sorpresa de sí mismo, no había podido conciliar el sueño tan ansiado. Palabras se repetían en su cerebro, como una grabadora rota, siendo aquellas empleadas por la bella jovencita que había sido su acompañante durante una buena parte de la mañana. Aquella afirmación sobre su carácter, el no ser agresivo, era total y completamente errónea, y no es si pudiera cambiar su forma de vivir después de tanto tiempo. Robar no le producía un gran placer, es cierto, mas los combates en los que se metía vía su talento tan particular era algo que se había aferrado a lo más profundo de su alma. ¿Cambiar? Por más bello que sonara, no podría imaginar algo distinto a la vida que llevaba con cierta alegría. Triste desde todo punto de vista, pero aceptado por el espadachín.
El lugar donde había dónde había quedado por mera casualidad del destino no era tan grande pero si se encontraba bastante concurrido, por lo que era sumamente difícil el encontrar un lugar donde descansar como tanto deseaba. Caminar fue su única opción, dejándose llevar por sus activas piernas, yendo hasta donde éstas tuvieran ganas. Cómo luego pensaría, lo irónico de su trayecto fue terminar justo donde había iniciado, en el lugar donde la bella portadora de diminutas alas trabajaba, llevándose la desagradable sorpresa de que ya no se encontraba en ese lugar, donde solo se encontraba la bestia que le hacía compañía. Dispuesto a preguntar por ella, cayó en la cuenta de que no conocía su nombre. ¡Qué problema! Realmente había esperado demasiado para verla una vez más y sacarse esa presión de su pecho, solo para terminar con un nerviosismo infantil y un pulso sumamente acelerado. Se estaba volviendo de esos adolescentes enamoradizos.
-¡Jovencita! ¡¿Dónde estás?!- A paso acelerado, recorría esas calles que ya había transitado hacía cuestión de horas, ligeramente desesperado. Sudaba ligeramente, a la par que su pecho se inflaba y recuperaba su forma habitual a un ritmo abismal. Se movía con tanta velocidad, que apenas notó cuando acabó en el suelo, con la dama que tanto había buscado encima de él: En una cómica escena cliché, Sho había dado con quién estaba buscando, chocando con ella y quedando, de alguna forma, debajo de la misma, evitando que se hiciera daño contra el duro suelo debajo de ambos. –¿Te encuentras bien, jovencita?- Aunque sucio por tal acto, se encontraba más preocupado por su acompañante en cuestión, tomando de una de sus pálidas mejillas gentilmente y acortando la distancia entre ambos, en un intento honesto de comprobar la salud y el bienestar ajeno.
El lugar donde había dónde había quedado por mera casualidad del destino no era tan grande pero si se encontraba bastante concurrido, por lo que era sumamente difícil el encontrar un lugar donde descansar como tanto deseaba. Caminar fue su única opción, dejándose llevar por sus activas piernas, yendo hasta donde éstas tuvieran ganas. Cómo luego pensaría, lo irónico de su trayecto fue terminar justo donde había iniciado, en el lugar donde la bella portadora de diminutas alas trabajaba, llevándose la desagradable sorpresa de que ya no se encontraba en ese lugar, donde solo se encontraba la bestia que le hacía compañía. Dispuesto a preguntar por ella, cayó en la cuenta de que no conocía su nombre. ¡Qué problema! Realmente había esperado demasiado para verla una vez más y sacarse esa presión de su pecho, solo para terminar con un nerviosismo infantil y un pulso sumamente acelerado. Se estaba volviendo de esos adolescentes enamoradizos.
-¡Jovencita! ¡¿Dónde estás?!- A paso acelerado, recorría esas calles que ya había transitado hacía cuestión de horas, ligeramente desesperado. Sudaba ligeramente, a la par que su pecho se inflaba y recuperaba su forma habitual a un ritmo abismal. Se movía con tanta velocidad, que apenas notó cuando acabó en el suelo, con la dama que tanto había buscado encima de él: En una cómica escena cliché, Sho había dado con quién estaba buscando, chocando con ella y quedando, de alguna forma, debajo de la misma, evitando que se hiciera daño contra el duro suelo debajo de ambos. –¿Te encuentras bien, jovencita?- Aunque sucio por tal acto, se encontraba más preocupado por su acompañante en cuestión, tomando de una de sus pálidas mejillas gentilmente y acortando la distancia entre ambos, en un intento honesto de comprobar la salud y el bienestar ajeno.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Momo Sáb Oct 29, 2016 3:21 pm
Ni por asomo logró creer en su más torpe pensamiento que terminaría encontrando a aquel joven de aquella manera. Algo perdida y con una suave sensación que la envolvía sintiéndose desorientada lentamente comenzaba a abrir sus orbes sólo para lograr ver ante ella aquel par que ya había visto con anterioridad y no negaba deseaba volver a ver. El sentir el tacto de aquellas manos algo callosas la izo abrir sus párpados de par en par logrando que las blanquecinas mejillas de la ángel comenzaran a teñirse lentamente de carmesí. Sordos, sus oídos hicieron caso omiso a aquella pregunta digna de un caballero, sus delicadas manos se aferraron con algo de fuerza a las ropas ajenas y en un vano intento por hablar tomó un poco de aire para dejarlo salir n un suave suspiro sin oportunidad de permitirle entonar palabra alguna.
Tardó unos segundos en darse cuenta de la vergonzosa situación en la que se habían visto envueltos, aquel par de caramelos que ella portaba celosa para él habían salido disparados quién sabe dónde, sentir su pecho sobre el de él la hizo dudar, sus latidos se aceleraron de tal manera que sentía su corazón terminaría por salir de su pecho en cualquier instante. Negó lentamente no para responder de manera negativa a su pregunta pero la desesperación de que las palabras no salieran la hacían sentir como una torpe niña con hormonas a tope - L-Lo… - Murmuró por lo bajo tratando con toda su fuerza y la poca cordura que le quedaba de terminar la frase - Lo siento… - Murmuró por lo bajo manteniendo su mirada aún sobre la de él sin hacer por ponerse de pie.
Una suave brisa marina acarició las mejillas de la joven e hizo su cabello ondeara con esta, fue como si por un momento su madurez la hizo no perder la cabeza en ese instante - ¿Estás bien?.. - Preguntó con cierta inocencia y con suma delicadeza usó sus manos para detenerse dejándolas sobre el pecho de él sentándose sobre su abdomen frunciendo un poco el ceño - Te dije que esperaras cerca, te estaba buscando. - Regañó con un pequeño toque infantil aprisionando al joven de cabellos rojos con sus rodillas - Seguramente ya te ibas sin despedirte de mí. - Seria reclamó - No deberías hacer que la gente se caiga así, aunque no dolió. - Rio y se puso de pie extendiendo su mano para ayudarlo - Qué torpe eres. - Su tierna risa se apoderó de sus labios, curioso momento del cual disfrutó como pocos en la vida, muchacho más extraño que había conocido.
Tardó unos segundos en darse cuenta de la vergonzosa situación en la que se habían visto envueltos, aquel par de caramelos que ella portaba celosa para él habían salido disparados quién sabe dónde, sentir su pecho sobre el de él la hizo dudar, sus latidos se aceleraron de tal manera que sentía su corazón terminaría por salir de su pecho en cualquier instante. Negó lentamente no para responder de manera negativa a su pregunta pero la desesperación de que las palabras no salieran la hacían sentir como una torpe niña con hormonas a tope - L-Lo… - Murmuró por lo bajo tratando con toda su fuerza y la poca cordura que le quedaba de terminar la frase - Lo siento… - Murmuró por lo bajo manteniendo su mirada aún sobre la de él sin hacer por ponerse de pie.
Una suave brisa marina acarició las mejillas de la joven e hizo su cabello ondeara con esta, fue como si por un momento su madurez la hizo no perder la cabeza en ese instante - ¿Estás bien?.. - Preguntó con cierta inocencia y con suma delicadeza usó sus manos para detenerse dejándolas sobre el pecho de él sentándose sobre su abdomen frunciendo un poco el ceño - Te dije que esperaras cerca, te estaba buscando. - Regañó con un pequeño toque infantil aprisionando al joven de cabellos rojos con sus rodillas - Seguramente ya te ibas sin despedirte de mí. - Seria reclamó - No deberías hacer que la gente se caiga así, aunque no dolió. - Rio y se puso de pie extendiendo su mano para ayudarlo - Qué torpe eres. - Su tierna risa se apoderó de sus labios, curioso momento del cual disfrutó como pocos en la vida, muchacho más extraño que había conocido.
Momo
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Lun Oct 31, 2016 9:48 am
Las vueltas de la vida eran sumamente difíciles de anticipar, era algo que el pirata tenía claro desde que había aceptado llevar ese estilo de vida que ahora iba tan de la mano con su propia persona, con su propio ser. No había pensado en conocer a alguien tan opuesto a sí mismo y encariñarse de forma tan rápida con la misma. Por el contrario, esperaba poder causar algunos desmadres, romper muchas cosas, dar y recibir un par de golpes, y quizá robar algo para poder seguir viviendo como los malvivientes harían. Por el contrario, el haber terminado actuando como un caballero, alguien protector y cariñoso, no le estaba resultando molesto o absurdo, quizá intentando averiguar hasta qué punto podría actuar como alguien que tanto había despreciado sin sentido alguno.
Podía verlo desde la cómoda posición en la que estaba, aquel carmesí tan similar al de su propio cabello, notando como la pena invadía la psiquis de aquella joven angelical. Sonreiría de oreja a oreja, no de forma hostil como le era propio, sino de forma honesta, puesto que se encontraba sumamente entretenido por la forma en la que se daban los eventos en aquel día. -¿Yo estoy bien? Deberías ver tus mofletes, es como si fueses una manzana.- Entre risas, se “burlaría” de forma amistosa de la menor, escuchando aquellos reproches sobre su persona, llegando a cuestionarse en qué momento su relación había pasado a parecerse a las de aquellas típicas cliché, casi matrimoniales, donde la mujer la reclamaba cosas al hombre. –Te dije que te buscaría, ¿Sabes? No soy tan malo como aparento.- Suspiraría con falsa resignación, negando con la cabeza de lado a lado, como si no aprobara la elección de palabras para referirse a él. –Si que tienes un mal concepto de mi. Puedo ser un bravucón, pero no soy alguien que falte a su palabra.-
Ante aquel comentario sobre su torpeza, empleado entre risas, no puedo evitar reír también. Sin embargo, el romanticismo no era lo suyo, por lo que debía cortar con tal ambiente de una forma sumamente vergonzosa. La oportunidad no se haría esperar para nada: Cuando la joven le ofreció gentilmente su mano para poder ponerse de pie, el pelirrojo se reincorporaría lentamente, solo para tomar de la mano ajena y jalarla hacía él, quedando una vez más debajo del ángel. –Disculpe jovencita, como usted sabe, soy demasiado torpe.- No podría evitar reír ante tal actuación inmadura de su parte, procurando que su acompañante se encontrara en buenas condiciones, tomándola de sus brazos cual princesa para ponerse de pie y dejarla una vez más en el suelo, sana y salva. –Sin embargo, me di cuenta que no sé tu nombre, aunque tú sepas el mío.- Sentenció algo más calmado, limpiándose el polvo de sus prendas con cierta insistencia. -¿Cómo te llamas?-
Podía verlo desde la cómoda posición en la que estaba, aquel carmesí tan similar al de su propio cabello, notando como la pena invadía la psiquis de aquella joven angelical. Sonreiría de oreja a oreja, no de forma hostil como le era propio, sino de forma honesta, puesto que se encontraba sumamente entretenido por la forma en la que se daban los eventos en aquel día. -¿Yo estoy bien? Deberías ver tus mofletes, es como si fueses una manzana.- Entre risas, se “burlaría” de forma amistosa de la menor, escuchando aquellos reproches sobre su persona, llegando a cuestionarse en qué momento su relación había pasado a parecerse a las de aquellas típicas cliché, casi matrimoniales, donde la mujer la reclamaba cosas al hombre. –Te dije que te buscaría, ¿Sabes? No soy tan malo como aparento.- Suspiraría con falsa resignación, negando con la cabeza de lado a lado, como si no aprobara la elección de palabras para referirse a él. –Si que tienes un mal concepto de mi. Puedo ser un bravucón, pero no soy alguien que falte a su palabra.-
Ante aquel comentario sobre su torpeza, empleado entre risas, no puedo evitar reír también. Sin embargo, el romanticismo no era lo suyo, por lo que debía cortar con tal ambiente de una forma sumamente vergonzosa. La oportunidad no se haría esperar para nada: Cuando la joven le ofreció gentilmente su mano para poder ponerse de pie, el pelirrojo se reincorporaría lentamente, solo para tomar de la mano ajena y jalarla hacía él, quedando una vez más debajo del ángel. –Disculpe jovencita, como usted sabe, soy demasiado torpe.- No podría evitar reír ante tal actuación inmadura de su parte, procurando que su acompañante se encontrara en buenas condiciones, tomándola de sus brazos cual princesa para ponerse de pie y dejarla una vez más en el suelo, sana y salva. –Sin embargo, me di cuenta que no sé tu nombre, aunque tú sepas el mío.- Sentenció algo más calmado, limpiándose el polvo de sus prendas con cierta insistencia. -¿Cómo te llamas?-
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Momo Miér Nov 02, 2016 1:56 pm
Quizá no hubiera sido la respuesta que esperaba aquella joven de rosados cabellos. Parpadeando un par de veces apenas si nombró aquel color que era imperceptible para ella referente a sus mejillas hizo por negar una y otra vez tratando de ocultarlo mas era totalmente imposible, sabía que el muchacho tenía total razón ya que aquella calidez que invadía poco a poco su rostro se hacía más presente y amenazaba con quedarse ahí por bastante tiempo. - D… ¡Deja de reírte! - Reclamó cerrando con algo de fuerza sus párpados para segundo posar su mirada en él, tratando de hacer se aquella tierna mirada la más amenazante de los maros, con una clara falta de carácter para ello aquel intento de dominar al otro había sido vano y hasta absurdo.
¿Malo? ¡Claro que no lo era! Le había ayudado y pese a todo la había puesto feliz de menos aquel día después de todo lo que había pasado, sonriéndole con una enorme ternura asintió acompañando aquel gesto con un tenue gimoteo afirmando las palabras del pelirrojo - ¡Lo sé! Sabía que no romperías tu promesa, te lo dije, eres bueno. - Reiteró de manera firme segura de sus palabras. - No eres un bravucón, un hombre que cumple con sus palabras es un caballero, un hombre hecho y derecho, eso me lo han enseñado muy bien. - Acotó quizá en un sutil pero marcado regaño y es que para ella pese apenas si conocerlo quizá por su torpeza, su nobleza e ingenuidad podría poner las manos al fuego por él.
Mentiría si dijera que veía venir aquel comportamiento infantil del de cabellos rojos obligándola a caer de frente nuevamente sobre su pecho tras el suave tirón de su brazo renegando por lo bajo, frunció suave el ceño viéndole aún con el rubor de sus mejillas. - S-Sí, eres torpe, muy torpe, demasiado torpe. - Reclamaba una y otra vez sin entender qué tanta gracias tenía para aquel humano el que ella se viera como una tonta. Ser tomada en brazos y sentirse cual princesa había sido la sensación más hermosa que había sentido en toda su vida… O al menos eso pensó en el momento, disfrutando y dejándose hacer mientras entre el asombro y la felicidad no dejaba de ver a aquel muchacho. Acomodó su vestidito sin dejar ninguna arruga a la vista y rió ante su comentario - Momo. - Susurró bajo - Me llamo Momo. - Extendió su mano para así, con educación, terminar saludándolo como veía lo hacían las personas del mercado. - Vengo del cielo, es bonito allá. - Sonrió un tanto más recogiendo su cabello y dándole la espalda enseñándole sus alitas - A que son lindas. - Decía orgullosa - Los del mar azul no tienen asitas pero si mucho bello. - Comentó con tranquilidad - Perdón por no presentarme bien, como debía. Ya sabes, las prisas y eso. - terminó por decir y fue cuando en su mente volvió aquel par de pequeños caramelos que celosa había guardado para cuando lo encontrara, comenzando a buscarlos por el suelo - ¡Volaron! - Reclamó al viento - No están, te traje uno y salió volando cuando chocamos… - entre triste y confusa se hincó para comenzar a buscar aquel par de caramelos, no iba a descansar hasta encontrarlos. - Qué torpe que soy… - Se reclamó bajo sintiéndose una total tonta
¿Malo? ¡Claro que no lo era! Le había ayudado y pese a todo la había puesto feliz de menos aquel día después de todo lo que había pasado, sonriéndole con una enorme ternura asintió acompañando aquel gesto con un tenue gimoteo afirmando las palabras del pelirrojo - ¡Lo sé! Sabía que no romperías tu promesa, te lo dije, eres bueno. - Reiteró de manera firme segura de sus palabras. - No eres un bravucón, un hombre que cumple con sus palabras es un caballero, un hombre hecho y derecho, eso me lo han enseñado muy bien. - Acotó quizá en un sutil pero marcado regaño y es que para ella pese apenas si conocerlo quizá por su torpeza, su nobleza e ingenuidad podría poner las manos al fuego por él.
Mentiría si dijera que veía venir aquel comportamiento infantil del de cabellos rojos obligándola a caer de frente nuevamente sobre su pecho tras el suave tirón de su brazo renegando por lo bajo, frunció suave el ceño viéndole aún con el rubor de sus mejillas. - S-Sí, eres torpe, muy torpe, demasiado torpe. - Reclamaba una y otra vez sin entender qué tanta gracias tenía para aquel humano el que ella se viera como una tonta. Ser tomada en brazos y sentirse cual princesa había sido la sensación más hermosa que había sentido en toda su vida… O al menos eso pensó en el momento, disfrutando y dejándose hacer mientras entre el asombro y la felicidad no dejaba de ver a aquel muchacho. Acomodó su vestidito sin dejar ninguna arruga a la vista y rió ante su comentario - Momo. - Susurró bajo - Me llamo Momo. - Extendió su mano para así, con educación, terminar saludándolo como veía lo hacían las personas del mercado. - Vengo del cielo, es bonito allá. - Sonrió un tanto más recogiendo su cabello y dándole la espalda enseñándole sus alitas - A que son lindas. - Decía orgullosa - Los del mar azul no tienen asitas pero si mucho bello. - Comentó con tranquilidad - Perdón por no presentarme bien, como debía. Ya sabes, las prisas y eso. - terminó por decir y fue cuando en su mente volvió aquel par de pequeños caramelos que celosa había guardado para cuando lo encontrara, comenzando a buscarlos por el suelo - ¡Volaron! - Reclamó al viento - No están, te traje uno y salió volando cuando chocamos… - entre triste y confusa se hincó para comenzar a buscar aquel par de caramelos, no iba a descansar hasta encontrarlos. - Qué torpe que soy… - Se reclamó bajo sintiéndose una total tonta
Momo
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Miér Nov 02, 2016 9:54 pm
¿Por qué dolería tanto escuchar esas palabras? ¿Por qué motivo habría de negarlas con tanto fervor, cómo si le quemaran por dentro, destruyendo cada fibra en su interior? “Un caballero” era un anillo que le quedaba demasiado grande al dedo, algo que afirmaría –sin lugar a dudas- hasta el final de sus días, y quizá muchísimo más. El ser referido de tal manera le haría flaquear la sonrisa traviesa y egocéntrica que portaba con tanta normalidad en aquel momento, sintiendo al mismo tiempo como las fuerzas abandonaban su cuerpo y terminaban por desquebrajar su espíritu. Verse al espejo le resultaba más fácil si se consideraba a sí mismo como un pedazo de escoria de poco valor, y no como alguien de buena moral y excelente relacionar con el prójimo... Claro estaba que la joven no podría saber nada de eso, su forma de ser o su historia. No podría echarle la culpa de nada.
-Los caballeros no suelen ser seres torpes como yo.- La “persona” llena de egocentrismo, bromista, con cierto aire pícaro e intimidante, había sido levantada una vez más para ocultar aquellas inseguridades que merodeaban los rincones de su alma. Ella –se dijo a si mismo- no debía ver aquellos vestigios del hombre inseguro que alguna vez fue y que osaba atormentar a su yo del presente; no era un peso ni una imagen que le correspondía atestiguar con tan bella inocencia y tan largo camino por delante. –Momo, Momo…- Repetiría en varios susurros, como si buscara algún significado oculto detrás de un nombre tan particular y simple. Sonreiría como un idiota al notar la reverencia y el saludo realizado por tan particular ser vivo que aparentaba ser humano –y que más tarde se revelaría como otro tipo de existencia-. La imitaría, con movimientos algo bruscos, terminando por sellar aquella presentación con un apretón de manos. –Es un placer, Momo. Mi nombre es Sho. Sho Minazuki.-
-¿Gente que proviene del cielo? Creo que oí acerca de eso en algún lugar.- Mordiendo su propio labio inferior, trataría de rememorar algún momento relevante, con tal de aportar algo a la información que le fue brindada. Sin embargo, sus orbes color cielo se vieron atraídos instantáneamente por aquellas “extensiones” que sobresalían de la espalda de aquel “ángel”, las mismas que había tratado de tocar con tan sucias manos en apenas horas atrás. Intentaría tocarlas una vez más, embelesado por tal regalo brindado por alguna divinidad para ella, sin llegar a que cumplir con aquello que se había propuesto; sus manos estaban demasiado sucias como para si quiera acercarse a éstas y, aunque no fuese así, no se consideraba digno de tal contacto. –Son hermosas.- Diría simplemente en un tono bajo, en una suerte de susurro, deseando que su pequeño cumplido no haya sido oído, puesto que la vergüenza sería demasiado para ser llevada adelante.
-Momo, Momo, no es necesario que hagas eso.- La detendría con un suave tacto sobre su hombro, procurando no hacer fuerza para siquiera dejar una marca sobre tan blanquecina piel. Al mismo tiempo, sacaría una barra envuelta en papel violáceo y blanco, bastante larga. Dicho objeto pasaría a estar en el campo de visión de ambos, agitándolo con cierta insistencia para llamar la atención de la ajena. -¿Ves? Tengo esta barra de chocolate, y será sólo para ti... Pero con una condición.- No pretendía nada, no había plan de antemano, ni ideas malvadas y retorcidas de fondo, por más que pudiera aparentar lo dicho por su mera presencia impresentable para muchos. Solo quería mantener la mente de la ajena enfocada en algo, con tal de evitar los comentarios acerca de “ser inútil”; él sabía lo que era ser un inútil, y la pobre ángel estaba completamente lejos de serlo. –Si me llevas a pasear por el lugar, y me muestras lugares divertidos, será toda tuya. ¿Tenemos un trato?- Sellaría su propuesta con una sonrisa tierna, incluso para alguien como él. Esperaba estar haciendo lo correcto por primera vez, para variar.
-Los caballeros no suelen ser seres torpes como yo.- La “persona” llena de egocentrismo, bromista, con cierto aire pícaro e intimidante, había sido levantada una vez más para ocultar aquellas inseguridades que merodeaban los rincones de su alma. Ella –se dijo a si mismo- no debía ver aquellos vestigios del hombre inseguro que alguna vez fue y que osaba atormentar a su yo del presente; no era un peso ni una imagen que le correspondía atestiguar con tan bella inocencia y tan largo camino por delante. –Momo, Momo…- Repetiría en varios susurros, como si buscara algún significado oculto detrás de un nombre tan particular y simple. Sonreiría como un idiota al notar la reverencia y el saludo realizado por tan particular ser vivo que aparentaba ser humano –y que más tarde se revelaría como otro tipo de existencia-. La imitaría, con movimientos algo bruscos, terminando por sellar aquella presentación con un apretón de manos. –Es un placer, Momo. Mi nombre es Sho. Sho Minazuki.-
-¿Gente que proviene del cielo? Creo que oí acerca de eso en algún lugar.- Mordiendo su propio labio inferior, trataría de rememorar algún momento relevante, con tal de aportar algo a la información que le fue brindada. Sin embargo, sus orbes color cielo se vieron atraídos instantáneamente por aquellas “extensiones” que sobresalían de la espalda de aquel “ángel”, las mismas que había tratado de tocar con tan sucias manos en apenas horas atrás. Intentaría tocarlas una vez más, embelesado por tal regalo brindado por alguna divinidad para ella, sin llegar a que cumplir con aquello que se había propuesto; sus manos estaban demasiado sucias como para si quiera acercarse a éstas y, aunque no fuese así, no se consideraba digno de tal contacto. –Son hermosas.- Diría simplemente en un tono bajo, en una suerte de susurro, deseando que su pequeño cumplido no haya sido oído, puesto que la vergüenza sería demasiado para ser llevada adelante.
-Momo, Momo, no es necesario que hagas eso.- La detendría con un suave tacto sobre su hombro, procurando no hacer fuerza para siquiera dejar una marca sobre tan blanquecina piel. Al mismo tiempo, sacaría una barra envuelta en papel violáceo y blanco, bastante larga. Dicho objeto pasaría a estar en el campo de visión de ambos, agitándolo con cierta insistencia para llamar la atención de la ajena. -¿Ves? Tengo esta barra de chocolate, y será sólo para ti... Pero con una condición.- No pretendía nada, no había plan de antemano, ni ideas malvadas y retorcidas de fondo, por más que pudiera aparentar lo dicho por su mera presencia impresentable para muchos. Solo quería mantener la mente de la ajena enfocada en algo, con tal de evitar los comentarios acerca de “ser inútil”; él sabía lo que era ser un inútil, y la pobre ángel estaba completamente lejos de serlo. –Si me llevas a pasear por el lugar, y me muestras lugares divertidos, será toda tuya. ¿Tenemos un trato?- Sellaría su propuesta con una sonrisa tierna, incluso para alguien como él. Esperaba estar haciendo lo correcto por primera vez, para variar.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
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