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Creado por Marcus d' Voltem Sáb Mar 12, 2016 6:15 am
Los andares del cazador lo habían llevado a una embarcación mercante en los blue, ahí conoció a un tipo un tanto particular. Regordete, ataviado con muchas joyas, bastante altanero, que contrato al cazador para hacer un trabajo bastante sencillo, atrapar a un ladrón. La historia detrás de ello era bastante sencilla. El ladrón en cuestión parece que respondía al nombre de Edward, había ingresado en la casa del regordete a robarle unas joyas y el tipo, molesto obviamente por el robo lo quería muerto. No es algo demasiado alejado y era entendible, pero el pobre no era capaz de dar con el paradero del ladrón y se vio obligado a contratar la ayuda de un cazarrecompensas.
Marcus en primeras había aceptado, no era un trabajo muy difícil, y atrapar a un pobre ladronzuelo era algo que podía hacer con mucha rapidez. Se termino bajando del barco en la primera isla y comenzó a hablar con algunos conocidos, haciendo trabajo “detectivesco” si se quiere para dar con el paradero de ese pobre diablo. Fue una investigación de mas o menos un par de semanas, hasta que el rastro que había encontrado lo llevo hasta la isla Torino, una selva muy densa llena de aves gigantes, no había mucha población a decir verdad, el lugar idóneo para que alguien se ocultase. En todo caso no le tomo mas de un par de días una vez en la isla, dar con el paradero del ladrón, parece que pensaba que esconderse en ese terreno le ayudaría a pasar desapercibido.
El cazador busco una posición clara, una arboleda que se encontraba a unos 20 metros de distancia del campamento, su presa no lo había detectado, parece que estaba demasiado nervioso como para pensar que lo siguieran hasta la isla. Hacia un calor bastante fastidioso y una lucha prolongada con un delincuente no era de las mejores cosas que se podían hacer, lo mejor que pudo hacer Marcus fue encontrar un escondite, cubriéndose su cuerpo con algunos matorrales se hizo lo que se llama “traje gili” para camuflarse, con ello pasar desapercibido.
Marcus en primeras había aceptado, no era un trabajo muy difícil, y atrapar a un pobre ladronzuelo era algo que podía hacer con mucha rapidez. Se termino bajando del barco en la primera isla y comenzó a hablar con algunos conocidos, haciendo trabajo “detectivesco” si se quiere para dar con el paradero de ese pobre diablo. Fue una investigación de mas o menos un par de semanas, hasta que el rastro que había encontrado lo llevo hasta la isla Torino, una selva muy densa llena de aves gigantes, no había mucha población a decir verdad, el lugar idóneo para que alguien se ocultase. En todo caso no le tomo mas de un par de días una vez en la isla, dar con el paradero del ladrón, parece que pensaba que esconderse en ese terreno le ayudaría a pasar desapercibido.
El cazador busco una posición clara, una arboleda que se encontraba a unos 20 metros de distancia del campamento, su presa no lo había detectado, parece que estaba demasiado nervioso como para pensar que lo siguieran hasta la isla. Hacia un calor bastante fastidioso y una lucha prolongada con un delincuente no era de las mejores cosas que se podían hacer, lo mejor que pudo hacer Marcus fue encontrar un escondite, cubriéndose su cuerpo con algunos matorrales se hizo lo que se llama “traje gili” para camuflarse, con ello pasar desapercibido.
Marcus d' Voltem
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Creado por River Dom Mar 13, 2016 9:33 pm
Unos ojos cafés se abrieron al son del vaivén del agua. Su nariz se retorció mientras respiraba el aire salobre al que estaba bien acostumbrado, viviendo de costa en costa, sin alejarse mucho nunca de ella. No, el anchuroso mar que veía hoy no era el que veía siempre; era muy azul, muy infinito. No escuchaba el ruido de los barcos, de las olas golpeando los malecones, de la gente en su movimiento ininterrumpido. Se incorporó y se quedó sin aliento cuando se dio cuenta dónde estaba ... en un barco meciéndose en el medio de una gran masa de agua.
—Bien bien, ¿qué tenemos aquí?— Una voz cantó rítmicamente el tono jocoso que la aflautaba. River se dio cuenta que la tripulación del barco había dejado de hacer lo que estaban haciendo y lo observaban de cerca. Escabulló el pensamiento al traspatio de su cabeza, tratando de consolidar un pensamiento que lograse darle un pie firme en la situación, y con su espaldar contra la madera solo concluyó que debía hacer un intento de fuga. Un chico vestido con una camiseta blanca, con un chaleco negro parcheado carbón oscuro y abierto hasta la mitad del abdomen, y pantalones grises afirmados con botas de cuero bien gastado, se dirigió con confianza hacia él. —No vayas a saltar ahora, serías comida de tiburón en segundos. Y entre nos, preferiría comerte ahora, ya me cansé de la carne salada.— El tono de su voz aunaba una broma, y River echó una carcajada.
Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, el joven puso sus manos en las caderas e inclinó su torso hasta que su cara estaba al nivel de la del cazarrecompensas. —¿Cómo llegaste a este barco?— La memoria de River rápidamente arribó a la respuesta poco antes que River pudiese responder con sorna. —Lo más probable cuando salieron de esa isla y llegaron hasta esa otra..— murmuró rascándose la cabeza. Los moradores del mar soltaron una carcajada, algunos tenían unas cimitarras de filo rugoso que parecían haber sido sujetas a muchos conflictos. —Bueno bueno, ¿podrías pagar la tarifa de transporte acaso? Y ya que estamos con eso la cerveza que te bebiste de la bodega.— Ah, esa fue una buena cerveza! Huele esa levadura! ¿O no river?
River temía que ya sabía la respuesta, o que la respuesta sería peor de lo que pensaba, así que solo se encogió de hombros antes de que le golpearan el rostro con fuerza. —Ahora polizón, la piel de oso y las monedas que traías solo pueden financiar tu estadía con nosotros hasta aquí. El resto queda contigo— El castaño inmediatamente reaccionó levantando una de sus manos. —Esperen, la piel de oso..— Lo cogieron de los hombros y, antes de lanzarlo por la borda, lo mantuvieron en unos segundos de tenebrosa expectativa. En esos momentos de silencioso terror alcanzó a ver mejor al joven que siguiera días antes en el puerto. Ese joven despistado que parecía como si huyera de alguien para colarse en su barco. Estaba ahí, arropado con la piel de oso que otrora le quitaran a él. Lo miró con extrema desconfianza antes de que finalmente su cuerpo cayera en las aguas.
(…)
Al abrir los ojos lo recibió la arena blanca que servía de almohada para su cabeza. Esta vez su boca se retorció, y escupió el salobre que le hacía gorgoritos en la garganta. Miró a su alrededor en todas direcciones. Sus ojos se fijaron en las rugientes olas y luego hacia arriba, a los ojos de ella. ¿Una mujer tal vez? Sus dedos se hundieron en la arena vaporosa. —¿Dónde estoy?— Cuando enfocó sus ojos una ave de gran tamaño lo observaba con sus ojillos negros, preguntándose, tal vez, qué parte de su cuerpo tendría la carne más suave a deglutir. Espantó al ave con dos buenos golpes, aunque esta luego intentó picotearlo y tuvo que huir a las profundidades de la jungla. Allí, luego de despedirse del ave tirándole una piedra, entendiendo que esta lo había salvado indirectamente de su devaneo en altamar, siguió caminado, o mejor dicho, arrastrando el camino.
Se revisó los bolsillos sin esperar encontrar nada. Al parecer también le habían quitado todo lo que tenía de valor. Sus manos se envolvieron apretadamente reafirmando sus nudillos, y luego subieron hasta su cabeza, enredándose en su cabello. Se quitó las greñas de la frente con violencia y pateó el tronco de un árbol. Solo una hoja se desprendió de la rama más escuálida, y la belleza prístina del pabellón grueso del resto de la selva se mantuvo ajena a su rabieta. Caminó unos metros sin orientación alguna hasta llegar a la corriente de un río, la cual tragó como analgésico.
Luego de mitigar su sed, analizó objetivamente su situación. Había seguido a un joven despistado hasta su barco, y se había escondido en la bodega del barco por gran parte del viaje. Lo habían encontrado como polizón eventualmente mientras dormía, y luego de desvalijarlo de sus pertenencias, lo habían lanzado al mar. Un ave de gran proporción había descendido y lo había salvado de las aguas turbulentas, solo para tratar de comerlo, y ahora se encontraba en una jungla de cuya isla desconocía más que el nombre. Pero había encontrado un riachuelo. Si, al menos tenía ese pedazo de río, e inconscientemente mientras repetía la palabra río numerosas veces en su cabeza, había empezado a seguir la corriente.
Luego de unos momentos su mirada había avistado, entre una racha de eucaliptos, arropado por el chirrido de un guacamayo, la silueta de una casa. Decidió acercarse momentáneamente y divisó que la misma, recorrida por una turbamulta de enredaderas de madreselva, parecía bien abandonada. Seguro allí podría pasar el día y considerar sus opciones hasta llegar a una solución para su encrucijada. Después de todo, si había estado tan cerca de tierra cuando lo lanzaron por la borda, lo más probable era que sus patrocinadores habían desembarcado en esta misma isla; y con suerte su calidad de piratas los tenía en algún escondrijo de esta jungla espesa.
- Off:
- Perdona la tardanza :b. Por ahí verás que agregué, para facilitarme la escritura, que el ladrón que sigues es parte de una tripulación de piratas que River utilizó para transportarse. Finalmente cambié el coso de que sea un campamento, y lo dibujé como si los piratas estuvieran hospedados en la casa abandonada. Me imagino que sería un casón de dos pisos o algo así. Por lo demás podrías considerar que mi pj está actualmente parado junto o frente al tuyo. Sin saber que estás ahí claro está.
River
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Creado por Marcus d' Voltem Jue Mar 17, 2016 11:26 am
El campamento tenia en las cercanías lo que parecía ser una casa, al menos era lo que podía observarse desde la posición del tirador. Transformando uno de sus ojos en la mira telescópica de su rifle de precisión, pudo notar ese detalle aun cuando la casa se encontraba a unos 15 metros del campamento. Observando con mas detalles los restos que habían como comida, fogata y demás en el campamento, parecía que fue una estadía de emergencia, probablemente llegando a duras penas y no pudo esperar a avanzar mas hasta la casa, o bien por la densidad del follaje no pudo ver el camino hasta que amaneció. Ambas opciones para el cazador eran validas, sobre todo porque su objetivo comenzaba a entrar a la casa. No había mucho mas que añadir, salvo que tenia ventanas por todos lados, haciendo que la tarea de aproximarse de día fuese algo complicada.
Comenzaba a barajar sus opciones, podría simplemente quedarse quieto en la espesura como estaba haciendo hasta ahora, esperando la oportunidad para poder pegarle un tiro en medio de la frente al ladrón desde la distancia. Eso sin embargo tenia sus propios problemas, pues como entraría a la casa. Había que ser muy paciente, después de todo la cacería venia de esperar hasta el momento justo para atacar, ni antes ni después. Pero aun con el plan mejor trazado siempre había variantes imprevistas, y en este caso era el sonido de algo aproximándose por la espalda del tirador. No se trataba de ningún animal, pues estos tenían una manera particular de moverse que dejaba un perfil de sonido bastante mas bajo. El intruso no tardo en aparecer, una persona, probablemente un compañero de esos piratas. Normalmente no seria un problema de no ser porque se encontraba a escasos metros del tirador. Si era descubierto podría dar la voz de alarma, complicando todo.
Cuando el intruso estuvo en frente, Marcus se levanta con cuidado y usando los poderes de su fruta, aparece una de sus pistolas en la mano derecha. Se le aproxima con toda la calma y silencio del mundo hasta que le coloca el cañón del arma justo en la nuca – Un movimiento en falso y te vuelo la tapa de los sesos – la voz de Marcus era bastante seria y constante, no daba indicios alguno de temblor o duda, de verdad iba a dispararle si hacia algún movimiento extraño – ahora dime, cuantos de tus amigos hay en esa casa, si cooperas podrás irte con vida de esta isla – si podía sacarle información, seguro seria mas útil vivo que muerto.
Comenzaba a barajar sus opciones, podría simplemente quedarse quieto en la espesura como estaba haciendo hasta ahora, esperando la oportunidad para poder pegarle un tiro en medio de la frente al ladrón desde la distancia. Eso sin embargo tenia sus propios problemas, pues como entraría a la casa. Había que ser muy paciente, después de todo la cacería venia de esperar hasta el momento justo para atacar, ni antes ni después. Pero aun con el plan mejor trazado siempre había variantes imprevistas, y en este caso era el sonido de algo aproximándose por la espalda del tirador. No se trataba de ningún animal, pues estos tenían una manera particular de moverse que dejaba un perfil de sonido bastante mas bajo. El intruso no tardo en aparecer, una persona, probablemente un compañero de esos piratas. Normalmente no seria un problema de no ser porque se encontraba a escasos metros del tirador. Si era descubierto podría dar la voz de alarma, complicando todo.
Cuando el intruso estuvo en frente, Marcus se levanta con cuidado y usando los poderes de su fruta, aparece una de sus pistolas en la mano derecha. Se le aproxima con toda la calma y silencio del mundo hasta que le coloca el cañón del arma justo en la nuca – Un movimiento en falso y te vuelo la tapa de los sesos – la voz de Marcus era bastante seria y constante, no daba indicios alguno de temblor o duda, de verdad iba a dispararle si hacia algún movimiento extraño – ahora dime, cuantos de tus amigos hay en esa casa, si cooperas podrás irte con vida de esta isla – si podía sacarle información, seguro seria mas útil vivo que muerto.
Marcus d' Voltem
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Creado por River Jue Mar 17, 2016 4:57 pm
Todo comenzó con suficiente inocencia. Estaba al descubierto, sin tratar de ocultarse. Su ropa estaba mojada, un frío inalienable calándole el cuerpo. Tenía hambre y sus ojos, luego de hallar un posible hospedaje con la forma de ese casón en la distancia, comenzaron a flechar al derredor para localizar algo de comer. Fruta, algún lagarto, o algún guacamayo si podía tumbarlo de la rama en la que estaba anidado. Aunque su orientación estaba incomunicada en esta isla, todavía sabía los registros primarios de supervivencia. Después de todo su infancia había transcurrido en una tribu de indígenas antes de que aquél mago lo comprara y lo empleara para su conocido tráfico humano. Y no como mercancía, sino como un símbolo: Un indígena que tras trabajar desde su niñez había logrado comprar su libertad y ahora trabajaba directamente debajo de un magnate. La idea era acrecentar la esperanzas del común del cautivo para que se esforzara en trabajar para comprar su libertad en vez de conspirar contra la autoridad y contrariar su razón de ser y permanecer. Por esas distintas etapas de su vida River había ganado experiencia en distintos campos como la economía y la supervivencia, volviéndose algo así como un mercader que buscaba ganancia ambulante. Ergo, se había vuelto cazador; ergo, quiso ahorrar dinero yendo de polizón en un barco; ergo había sido robado y lanzado por la borda de ese barco; ergo se encontraba aquí, en esta jungla sin nombre, pensando que era posible sobrevivir cuando se siente la vía tubular de un arma de fuego presionarse contra su nuca.
Sus planes a corto plazo de desarmar a su atacante fueron cortados de raíz cuando escuchó la fría voz que le aconsejaba lo contrario. Tragó una vorágine de saliva y luego de lubricar sus cuerdas vocales dijo: —Entiendo— Se siguió un extraño silencio que no tuvo igual, en el que sentía toda la convicción del dedo cómodamente acunado en la curva del gatillo del arma encañonada contra su cabeza. Con la agudeza delicada de un gato mal alimentado, sintió que sus sentidos se achispaban cuando escuchó su corto interrogatorio. —Eres el primero que veo en esta isla luego de que las aguas me soplaron en sus costas, y antes de que me enseñaras lo mejor de tu personalidad, solo conocía el sol quemándome la piel y la arena quemándome la garganta. No tengo amigos ni pretendo buscarlos; y aunque vine aquí en un azar del destino, hay algo de venganza que espero poder cazar con un grupo particular que la frecuenta. Espero no ser más culpable que tú en ese sentido— El castaño esperó que el hombre tomara sus palabras, viera su ropa mojada, sus inexistentes pertenencias sin cortar la ropa que traía puesta, y sacara una aceptable conclusión donde no figurara como un enemigo. Después de todo si él lo creía un criminal y le preguntaba por sus amigos, River confiabaque el objetivo de ambos no distaba mucho de ser el mismo.
River
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Creado por Marcus d' Voltem Lun Mar 21, 2016 6:14 pm
La situación era hasta cierto punto bastante tranquila, al menos por parte del cazador. En asuntos de trabajo habían muy pocas cosas que lo sacaran de estado frio y calculador, donde pensaba en su cabeza todos los posibles movimientos que haría el intruso, y que si hacia cualquier otra cosa no dicha por el cazador le dispararía sin dudarlo ni un segundo – oh… - las palabras que escucho del intruso lo dejaron un momento pensativo respecto al rumbo de acción. Se dispuso a inspeccionarlo mas detalladamente. No tenia un aspecto muy casual la verdad, casi parecía estar sufriendo algo de desnutrición, estaba cubierto de humedad, ropa dañada, entre mas cosas que le daban mas una apariencia de indigente – interesante – hace como que se guarda el arma dentro de la ropa, y cuando no tiene la mano a la vista, la pistola es absorbida nuevamente por los poderes de la fruta.
Ahora les tocaba ingresar al lugar y no disponían de la información necesaria para incursionar de día – si quieres entrar lo mejor es esperar a la noche, no sabemos cuantos enemigos hay en la casa, ni si estan armados, seria una tontería acercarnos de día donde pueden vernos en el claro – dice mientras se tumba en el suelo de la misma manera que antes de encontrarse con el otro cazador – así que ponte cómodo que la noche tardaría unas horas en llegar, y trata de no moverte mucho, no queremos que nos descubran antes de tiempo – transforma su ojo derecho oculto por su traje güili para que el otro no lo vea, y con ello tiene un campo de visión mas ampliado para mirar mas de cerca la casa como estaba haciendo antes.
Ahora les tocaba ingresar al lugar y no disponían de la información necesaria para incursionar de día – si quieres entrar lo mejor es esperar a la noche, no sabemos cuantos enemigos hay en la casa, ni si estan armados, seria una tontería acercarnos de día donde pueden vernos en el claro – dice mientras se tumba en el suelo de la misma manera que antes de encontrarse con el otro cazador – así que ponte cómodo que la noche tardaría unas horas en llegar, y trata de no moverte mucho, no queremos que nos descubran antes de tiempo – transforma su ojo derecho oculto por su traje güili para que el otro no lo vea, y con ello tiene un campo de visión mas ampliado para mirar mas de cerca la casa como estaba haciendo antes.
Marcus d' Voltem
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Creado por River Mar Mar 22, 2016 12:20 pm
Con un perfil escurridizo, para hacerle saber que ya no se encontraba allí, el arma pareció desvanecerse como un fantasma drenado de todo color hasta esfumarse. Decir que no notó el cambio era incorrecto; simplemente la imaginación distraída le había extraviado de la realidad por unos segundos, y antes de que se diera cuenta, el arma que antes lo cercase con santo y seña, no estaba, y no estaba de esa forma que solo pueden no estar las cosas que nunca han estado. River giró la cabeza por encima de su hombro y enfocó los ojos en el sujeto. Un tanto intrigado como aliviado por la aparente racionalidad que exhibía el desconocido, y la rapidez deductiva que brindaba tanto a la satisfacción como a la reflexión, el ultrajado cazador, que con nada que perder, puesto que todo se lo habían robado, se vio por primera vez en el día con una alternativa de cooperación que comprendió instantáneamente le beneficiaba.
Francamente, no le importaba las razones que tuviera el sujeto para quedarse quieto en este aire húmedo, doblegado en perpetua vigilancia, pero por la fuerza de la naturalidad que le inspiraba, River no pudo hacer más que atender a su sugerencia. —Usualmente no me avengo a tanta inacción, pero me faltan 8 décimas de alma para llevarte la contraria— Se encogió de hombros y paseó la mirada por el derredor antes de recostarse entre unos arbustos, cerciorándose de que no hubiera ningún tronco podrido que sirviera de madriguera para molestas hormigas que pudieran luego azararlo. Inmediatamente torció la vista. sintiendo un gruñido en su estómago. Al parecer le faltaba más que 8 décimas en el cuerpo.
Con un fuego que ardía en su vientre, un hambre que no podía ser saciada, la mano que se levantaba y apretaba su estómago se derrengaba luego inactiva a su lado, mientras su voz proclamaba con certeza la única impresión que podía sacar en este momento. —¿Tienes algo de comer?— River no estaba interesado en estudiar al sujeto; al menos no más allá de los conceptos básicos, pero con un rápido vistazo a su aspecto, sus posesiones, y gestos, se preguntaba si no traería algo de comida entre esos holgados ropajes que lo envolvían. No solía mirar más allá de la parte exterior, ni le interesaba la personalidad o motivaciones de las otras personas, pero ahora esperaba que ese hombre fuera lo suficientemente compasivo para reconciliarlo con el estómago arrugado que le retorcía las tripas.
River
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Creado por Marcus d' Voltem Vie Mar 25, 2016 6:10 pm
En el tiempo que esperaban, Marcus gracias a la mira de su arma comenzaba a contar todos los enemigos visibles. No eran mas de 15 los que entraban y salían de la caza, seguramente ninguno estuviese lo suficientemente a la altura como para poder frenar al cazador, esperaba que el otro también fuese hábil porque en media batalla era difícil cubrirle las espaldas a alguien, menos si no conocía las cualidades de dicha persona - ¿eh? – fue su reacción cuando este le había pedido comida. Realmente no traía demasiadas provisiones encima, era algo que no tenia en mente pues normalmente le quitaba los suministros a las personas cuando terminaba de capturarlas o matarla. Se comenzó a revisar los bolsillos hasta que de su chaqueta saco un trozo de pan, estaba seco pues era de raciones de supervivencia – tendrás que conformarte con esto, no planeaba pasar mas de un día por aquí así que traer provisiones adicionales solo me haría mas lento – dice tras entregarle el pan.
Las horas pasan y la noche comienza a caer, ocultando la silueta de los cazadores de la vista de los enemigos – hora de trabajar – se quito su traje güili, pues tener esa cantidad de hojas encima solo le entorpecería el movimiento. Se movía con todo el silencio posible – estos parecen un montón de novatos, no tienen vigilado el perímetro – se aproximan con bastante facilidad al costado de la casa, se podían ver luces en el interior, y varias personas moviéndose de un lado al otro, al menos sus sombras – eso o no esperaban que nadie los alcanzara aquí – comenzó a caminar hasta una de las ventanas, donde estaba abierta y uno de los bandidos de espalda. Marcus llego lo agarro por el cuello y le tapo la boca con su mano derecha, la zurda en su cien, de repente soltó un vapor, al menos el dedo índice y el tipo cayo al suelo. Tenia una herida de bala en la cien pero Marcus no tenia ninguna arma en sus manos.
Las horas pasan y la noche comienza a caer, ocultando la silueta de los cazadores de la vista de los enemigos – hora de trabajar – se quito su traje güili, pues tener esa cantidad de hojas encima solo le entorpecería el movimiento. Se movía con todo el silencio posible – estos parecen un montón de novatos, no tienen vigilado el perímetro – se aproximan con bastante facilidad al costado de la casa, se podían ver luces en el interior, y varias personas moviéndose de un lado al otro, al menos sus sombras – eso o no esperaban que nadie los alcanzara aquí – comenzó a caminar hasta una de las ventanas, donde estaba abierta y uno de los bandidos de espalda. Marcus llego lo agarro por el cuello y le tapo la boca con su mano derecha, la zurda en su cien, de repente soltó un vapor, al menos el dedo índice y el tipo cayo al suelo. Tenia una herida de bala en la cien pero Marcus no tenia ninguna arma en sus manos.
Marcus d' Voltem
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Creado por River Dom Mar 27, 2016 7:38 pm
El hombre conjuró un hechizo cuando presentó el trozo de pan que el chico contempló con el cariño de sus sentidos debilitados. Su cuerpo se endureció en la expectativa, mientras las palabras, una de sus pocas pertenencias, ensayaban chocando contra el tablero de sus dientes. Sus ojos pestañearon. Comprobó la solidez del pan con la invariable apreciación unilateral. Luego pestañeó, otra descarga. ¡Cuánto relumbra ese pan de agua! Desde la inocencia de su lejanía, desde la cual aparentemente nada saldría mal, el chico recuperó el tiento cuando húbose la distancia entre el objeto de su interés y él evaporado. Tomó el pan, y habiendo precisado la posición de sus papeles, hincó los dientes en el alimento que tanto hubiera ansiado.
El trozo de pan se estremeció ligeramente a su tacto; temblando y luego derritiéndose. Los enganches de sus dientes lo trituraron, mientras su rostro se oscurecía en las contorsiones del labio partido que mastica el ensalivado trozo de harina horneada. El susodicho pedazo no se resiste, y cuando lo empuja como la última etapa de su peregrinación, este se desliza hacia abajo dejando solo algunas virutas desperdigadas en su rostro; virutas que no tarda en recopilar para tragar también. En masticar se muerde la lengua y hace un respingo pareciendo desgarrado entre el silencio y hablar, pero más que eso confortado por el hambre que había levemente mitigado. Hizo una pausa para empujarse las hebras de pelo del húmedo rostro, y en el toque con que sus ojos se descubren, reluce una sonrisa a la vista del sujeto. —Aunque el festín sea terrible, uno debe agradecer si el último platillo es delicioso— Con eso, sin hablar, se apartó; partido en el eje del reloj que llevaba dentro.
El tiempo condicionado por la espera luchó por persistir, mas sin embargo lo vieron continuamente recriminado en el tamaño de sus sombras, en la declinación de las luces, y en la sequedad de sus gargantas. El francotirador había sido implacable en su observatorio interior, y aunque no utilizaba ningún artefacto que pudiera sugerir una ampliación de sus registros visuales, River no podía sino confiar en que algún lente imaginario había sobrepuesto el globo de sus ojos consumiéndolo en la distancia que estaba espaciada entre él y su objetivo.
Levantándose con una buena ración de sudor encima, River se retorció los músculos atendiendo el llamado del cazador. Su carácter parecía imperturbado al igual que su cuerpo, con una demostración de clara entereza cuando de eficiencia en su trabajo se tratara. Cuando este se quitó su traje, River hizo saltar su vista y aterrizó en su sombra, siguiéndolo y tratando de imitar sus movimientos mientras acortaban la distancia entre ellos y la casa. —Están suficientemente empantanados para pasar desapercibidos— Respondió River como opinando acerca de un vecino insignificante. Lo siguiente que dijo el sujeto le hizo deliberar otro poco para sus adentros. ¿Lo habían lanzado tan adentro del agua para no preocuparse por que pudiera darle carrera al barco? Si solo pudiera recordar sin remisiones amnésicas lo ocurrido mientras flotaba en los corredores desiertos de la llanura de agua, no tendría que debatir una preocupación tan fabricada como esa.
Cuando su atención volvió a consolidarse estaba parado detrás del sujeto, viendo como este se acercaba sigilosamente a la abertura deshonesta de una ventana, y a través de esa tronera deponía, con aparente inermia, al sujeto parado de espaldas a ella. La maniobra pareció un truco de magia ya que hasta alcanzó a ver un humillo blanco como el de un disparo, y en el lugar donde antes estaban sus manos, un agujero circular con la correcta dimensión de una bala. River escurrió su mirada hacia adentro y rápidamente observó el dintel de la ventana para escalar más arriba con la mirada. —Déjame este piso a mi. Te doy un aventón hacia arriba. Seguro eres aún más efectivo desde las alturas— Y después de eso juntó sus manos, esperando que el sujeto pusiese su pie para que con la juntura de sus dedos pudiera hacerle piso a su pie e impulsarlo para que alcanzase el alféizar de la otra ventana con la cual podría acceder al balcón.
River
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Creado por Marcus d' Voltem Vie Abr 01, 2016 6:23 pm
El observa como el otro se acomoda en la ventana, parece que tenia planeado poder impulsarlo al interior del edificio. Mala idea no era – muy bien – Marcus tomo un impulso, y en el momento que uso las manos del otro como apoyo se movió bastante mas rápido hasta una altura mas elevada, ingresando al interior de la ventana. Lo primero que hizo fue liberar una de sus pistolas, revisando el área para asegurarse de que no hubiese ningún enemigo cerca. Parece que por suerte, habían terminado en lo que parecía una habitación, y de momento no había nadie ocupándola. Estiro la mano para poder ayudar al otro a subir por la ventana – apúrate antes que alguien mas te vea – dice en un tono bajo como si estuviese susurrando. Espero a que el otro tomara su mano para ayudarlo a subir, y en el momento que ambos estuviese dentro se aproximaría hasta la puerta, abriéndola con cuidado para fijarse si había alguien mas del otro lado – parece que no hay nadie – se podían escuchar unos pasos y unas voces en la planta baja, seguramente los criminales haciendo alguna especie de plan o solamente hablando tonterías, por lo que parece no los habían notado. Era un pasillo frente a la puerta un poco largo, y a mano izquierda se encontraba una escalera, de donde provenían las voces. Seria difícil saber exactamente cuantos había ahí, pero contaban con el elemento sorpresa.
Marcus d' Voltem
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Creado por River Sáb Abr 02, 2016 9:22 am
El bosque parecía bastante amenazante en la luz menguante del crepúsculo. Poco a poco los sonidos de la noche, adormecidos en la penumbra, comenzaron a expandirse por todo el derredor y llegaron como rumores lejanos a los oídos de la estampa de infiltrados. El tránsito fue inmediato. River emitió un ligero gruñido y entonces el pie que estaba a la altura de sus manos, pronto estuvo a la altura de la ventana y su indispensable abertura. Acto seguido la maniobra se repitió, esta vez invirtiendo los papeles, y River lanzó su mano hacia arriba como si quisiera agarrar el aire, y allí lo recibió el firme agarre del tirador para ayudarlo a ascender los invisibles peldaños de esa escalera. Ya dentro, se cercioraron de que no hubiere nadie en la cercanía, y con la delicada medida de sus pasos, a tientas, verificaron el lugar de procedencia de las voces que eran el único sonido de ese desvencijado paisaje.
Los comentarios del tirador, que ahora llevaba en la mano una pistola con el dedo en la sensibilidad copiosa del gatillo, apenas llegaron como murmullos. Ya estaban en pleno terreno enemigo, acortando las distancias paso a paso, sintiendo los instantáneos quejidos de la madera raída y fofa. River se quedó en la retaguardia, rastreando los movimientos del sujeto que miraba hacia delante, abarcando todos los espacios que se reunían a su alrededor. Fueron inclinando sus cuerpos adentrándose en la niebla del sigilo. Luego de precisar que el avance estaba desprovisto de peligro, lograron escabullirse de la habitación colindante con la ventana, para encontrarse en un corredor con varias puertas.
Todavía no había ningún objetivo en la mira, y el único personaje que habían visto como tal era el sujeto en la ventana del piso de abajo. ¿Cuántos habrían en ese piso? ¿Cuántos habrían en el actual? Trató de pensar la cantidad de piratas que había observado en la cubierta de aquél barco. Uno era el ladrón que lo había depuesto de sus pertenencias, los demás… La información no era tan relevante como su fugaz introducción sugería que era, y River destendió el pensamiento. Los números no tendrían tanta importancia cuando disminuyeran.
Avanzaron, distinguiendo rastros; rumores tanto lejanos como cercanos que implicaban que el peligro estaba cerca, pero asimismo estaba despistado. Las voces que escuchaban eran demasiado dicharacheras como para tratarse de vigías doblegados en el religioso ritual de la cautela. Si habría un buen momento para atacar, tendría que ser ahora. River se dio la vuelta por el lado de su hombro derecho, y luego de examinar profundamente el recodo del pasillo, advirtió dónde se encontraba la escalera, pero antes, unas siluetas llamaron su atención. Uno de ellos tenía la cabeza apoyada contra el panel de madera de la puerta en la que estaba recostado, mientras que el otro estaba acostado en sentido contrario, con la cabeza puesta hacia la escalera. Los dos tenían los párpados tumbados en una profunda somnolencia. En rápida inspección el castaño pudo deducir que se supone que tenían que estar cuidando esa puerta.
Sus labios se abrían ligeramente mientras roncaban, y un desagradable hedor a licor les salía de la boca. En más, a sus pies tenían unas cuantas botellas vacías. Más abajo las voces parecían quemadas en el aguardiente con el que lubricaban sus gargantas, mojando sus lenguas y fomentando dicharachos. Era sensato suponer que la gran mayoría de estos hombres estaban borrachos. River observó por el rabillo del ojo a su compañero, esperando a ver cuál sería su reacción.
River
Hoja de personaje
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