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Creado por Elizabeth Hitze Miér Abr 06, 2016 9:13 pm
Después de haber tenido aquel extraño encuentro con el perro mecánico y el de blanco la joven de cabellos plateados por alguna extraña y… tonta razón se había visto obligada en vestir un hermoso vestido de color blanco el cual con suaves listones azules lo adornaban bien. No era la mejor prenda que podría usar alguien tan masculino como ella, pero para haber ayudado a aquellos niños no tuvo ninguna opción. A su lado caminaba aquel ingeniero que si bien era el culpable de que aquella prenda cubriera su cuerpo una vez habiéndolo invitado a ser parte de la tripulación solo rogaba y esperaba que en el camino no se encontrasen a aquel par de los otros miembros que si la veían vestida de esa forma seguramente se la pasarían diciéndole de cosas… - No me gustan los vestido… - susurró la capitana hacia su ahora nuevo tripulante. - El plan es que una vez llegando al puerto me lo quitare, lo desgarraré si es necesario, espero no te importa. - Se le notaba el mal humor en la mirada y en su rostro permanecía aquel ceño fruncido fiel prueba de la incómodida de la joven.
- Te presentaré a Eber y Sho, el médico y artesano del barco. - Viéndole de reojo portaba su espada en la mano derecha y con la izquierda mantenía aquel trozo de tela que cubría la herida en su brazo apretando esta con suavidad mas una mueca de desagrado y algo de dolor se había formado en aquel fino rostro que la pirata bien presumía, ya manchada de sangre un par de gotitas caían por su brazo. - No creí que fuese tan profunda. Me duele aún… - Suspiró agachando un poco la cabeza sin perder paso manteniéndose a ritmo para llegar rápido al puerto y poder quitarse el vestido. - No sé si Wolf vendrá, si lo hace será grandioso, si declina.. Bueno… Habrá que pensar en algo más. - Se encogió de hombros, a lo lejos podía ver ya algunos barcos del puerto, sonriendo un poco estaba a nada de volver a ver a sus hombres.
- Te presentaré a Eber y Sho, el médico y artesano del barco. - Viéndole de reojo portaba su espada en la mano derecha y con la izquierda mantenía aquel trozo de tela que cubría la herida en su brazo apretando esta con suavidad mas una mueca de desagrado y algo de dolor se había formado en aquel fino rostro que la pirata bien presumía, ya manchada de sangre un par de gotitas caían por su brazo. - No creí que fuese tan profunda. Me duele aún… - Suspiró agachando un poco la cabeza sin perder paso manteniéndose a ritmo para llegar rápido al puerto y poder quitarse el vestido. - No sé si Wolf vendrá, si lo hace será grandioso, si declina.. Bueno… Habrá que pensar en algo más. - Se encogió de hombros, a lo lejos podía ver ya algunos barcos del puerto, sonriendo un poco estaba a nada de volver a ver a sus hombres.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Daishi Kurai Vie Abr 08, 2016 4:40 am
No sabía si era o no increíble, pues al final la dama capitán aceptó el vestido, cosa que de momento no parecía ser sorprendente como mencionaba antes, sin embargo, en realidad si lo era. Caminaba junto a la albina atendiendo al camino con cuidado, no temía ser descubierto sin sus ropas pues, era básicamente imposible pudiesen saber su identidad de esa forma, los niños iban seguros y todos andaban de forma correcta, y las palabras suaves de la albina no fueron un misterio para él, iba a su lado después de todo y su lenguaje corporal demostraba aquello por lo que se quejaba, odiaba sin lugar a dudas aquella ropa.
-No se preocupe capitán, puede hacer lo que guste con la prenda- respondió sin perder su sonrisa y sin apartar la mirada del camino, no podía fiarse, en el paso se pudieron divisar algunos marines correteando de un lado a otro, no muchos, pero si suficientes como para incomodar un poco. Hubo un poco más de información por parte de la albina, iba a presentar a algunos miembros del barco con el ladrón -Ohh, me pregunto ¿Qué clase de personas serán?- mencionó con una tonalidad para nada preocupada, pero lo que si cambió su expresión fue cuando escuchó con referencia al brazo -Puede ser que necesite ver a su médico pronto, él sabrá como es la situación de su brazo- le mencionó con una expresión mucho más preocupada.
Se mantuvieron firmes en el trayecto, el objetivo estaba pronto de alcanzar, una pequeña tarea casi completa y luego conocería el barco de la albina, quien ahora denotaba su preocupación por aquel ser metálico -Seguro viene por otro lado sin buscar llamar mucho la atención, pero seguro ya nos está esperando- su intención era simple, tranquilizar a la albina al respecto, realmente no estaba seguro si el robot iba a ir o no, pero sólo podía hacer eso, tratar de animarle al respecto, después de todo ¿No debía hacer eso un tripulante con su capitán? Fuera como fuera, su vista seguía muy pendiente de los alrededores en lo que se encaminaban a su destino.
-No se preocupe capitán, puede hacer lo que guste con la prenda- respondió sin perder su sonrisa y sin apartar la mirada del camino, no podía fiarse, en el paso se pudieron divisar algunos marines correteando de un lado a otro, no muchos, pero si suficientes como para incomodar un poco. Hubo un poco más de información por parte de la albina, iba a presentar a algunos miembros del barco con el ladrón -Ohh, me pregunto ¿Qué clase de personas serán?- mencionó con una tonalidad para nada preocupada, pero lo que si cambió su expresión fue cuando escuchó con referencia al brazo -Puede ser que necesite ver a su médico pronto, él sabrá como es la situación de su brazo- le mencionó con una expresión mucho más preocupada.
Se mantuvieron firmes en el trayecto, el objetivo estaba pronto de alcanzar, una pequeña tarea casi completa y luego conocería el barco de la albina, quien ahora denotaba su preocupación por aquel ser metálico -Seguro viene por otro lado sin buscar llamar mucho la atención, pero seguro ya nos está esperando- su intención era simple, tranquilizar a la albina al respecto, realmente no estaba seguro si el robot iba a ir o no, pero sólo podía hacer eso, tratar de animarle al respecto, después de todo ¿No debía hacer eso un tripulante con su capitán? Fuera como fuera, su vista seguía muy pendiente de los alrededores en lo que se encaminaban a su destino.
Daishi Kurai
Hoja de personaje
Nivel:
(9/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Lun Abr 11, 2016 11:19 pm
El viaje por el North Blue había sido pacífico, incluso aburrido. En altamar no había nada más que hacer, salvo tomar ron hasta quedar dormido, agotar las provisiones de dulces de otros –principalmente de la capitana- y verificar que el filo de sus armas fuese el óptimo. Por pedido expreso de su médico de cabecera, había abandonado toda idea de entrenar físicamente, optando por un entrenamiento más psíquico y espiritual. ¿Raro? Por supuesto que lo era, pues Sho nunca había sido de aquellos que priorizaran la mente por sobre el cuerpo. Sin embargo, algo había ocurrido. Había descubierto que, al concentrarse lo suficiente, sus armas se verían envueltas por una fuerza misteriosa, como si un revestimiento fuese colocado sobre el filo de las mismas. Como todo cabeza huecas, lo único que deseaba era darle un uso más ofensivo a su nueva habilidad.
Para su fortuna, los puntos de su más reciente herida habían sido removidos. A modo de agradecimiento, decidió darle una mano a Eberhard apellido impronunciable, dándole simples indicaciones a los grumetes del barco para que finalizaran sus tareas, corroborando que todo estuviese en orden. –Hay provisiones, los cañones están listos, todo esto quedando aceptablemente limpio…- Observó la cubierta del barco un par de veces, como si esperara que algo se saliera de su lugar, cosa que nunca ocurrió. Suspiró pesadamente, notando lo monótona que había sido su vida recientemente, notando como hasta su propio cuarto se encontraba ordenado.
-Esperaré abajo.- Comentó, colocándose aquel abrigo de invierno camuflado que había robado alguna vez. Solo deseaba que ella llegara, pues su mera presencia alborotaba todo, le daba cierta diversión, cierto sentido a los días. Quizá como si un Dios se hubiese apiadado de su alma en pena, sus ojos celestes se posaron a lo lejos, en un camino que iba directo hacía el barco, a una joven albina, de tez pálida, usando un vestido blanco. -¿Pero qué?- Un cierto rubor se hizo lugar en las mejillas del pirata adolescente, notando que, por más impropio de ella el usar esas prendas, definitivamente era Elizabeth, nada podría hacer que el pelirrojo la confunda con alguien más.
Mientras más se acercaba, más rasgos notaba de la joven, notando en un momento la persona que junto a ella viajaba. ¿Un compañero nuevo? No parecía tan fuerte que digamos. -¿Qué tenemos aquí?- Una sonrisa ciertamente intimidante para quien no lo conociera se hizo presente en el rostro del portador de cicatrices, buscando alguna reacción ante su mirada burlona. –Y yo que pensé que nuestro capitán era más… Masculino.- Énfasis en la última palabra, por supuesto. Ciertamente se sentía como el hermano menor buscapleitos, cosa que en cierto modo era.
Para su fortuna, los puntos de su más reciente herida habían sido removidos. A modo de agradecimiento, decidió darle una mano a Eberhard apellido impronunciable, dándole simples indicaciones a los grumetes del barco para que finalizaran sus tareas, corroborando que todo estuviese en orden. –Hay provisiones, los cañones están listos, todo esto quedando aceptablemente limpio…- Observó la cubierta del barco un par de veces, como si esperara que algo se saliera de su lugar, cosa que nunca ocurrió. Suspiró pesadamente, notando lo monótona que había sido su vida recientemente, notando como hasta su propio cuarto se encontraba ordenado.
-Esperaré abajo.- Comentó, colocándose aquel abrigo de invierno camuflado que había robado alguna vez. Solo deseaba que ella llegara, pues su mera presencia alborotaba todo, le daba cierta diversión, cierto sentido a los días. Quizá como si un Dios se hubiese apiadado de su alma en pena, sus ojos celestes se posaron a lo lejos, en un camino que iba directo hacía el barco, a una joven albina, de tez pálida, usando un vestido blanco. -¿Pero qué?- Un cierto rubor se hizo lugar en las mejillas del pirata adolescente, notando que, por más impropio de ella el usar esas prendas, definitivamente era Elizabeth, nada podría hacer que el pelirrojo la confunda con alguien más.
Mientras más se acercaba, más rasgos notaba de la joven, notando en un momento la persona que junto a ella viajaba. ¿Un compañero nuevo? No parecía tan fuerte que digamos. -¿Qué tenemos aquí?- Una sonrisa ciertamente intimidante para quien no lo conociera se hizo presente en el rostro del portador de cicatrices, buscando alguna reacción ante su mirada burlona. –Y yo que pensé que nuestro capitán era más… Masculino.- Énfasis en la última palabra, por supuesto. Ciertamente se sentía como el hermano menor buscapleitos, cosa que en cierto modo era.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Mar Abr 12, 2016 2:38 am
Los piratas estaban recién llegando al muelle de la isla, Eberhard había tenido trabajo extra terminando de quitarle los puntos al pelirrojo, que por milagro esta vez si hizo caso de las instrucciones medicas. Había trabajo que hacer para mantener el barco en optimas condiciones, pero necesitaba ayuda para coordinar a los grumetes – Sho, verifica si los del almacén están moviendo todo como se los pedí, que sin comida el viaje será muy corto – coordinar la logística era una tarea aburrida y tediosa, pero muy necesaria. Además, no podía pedirle demasiado ejercicio físico al pelirrojo, porque aunque no tuviese puntos el hombro le ardería un poco durante el resto del día. Entre tanto Eberhard ayudaba a los grumetes a limpiar la cubierta, entre trapear y mover cajas, tenían que estar listos de nada mas recibir la orden marcharse – cuando termines revisa si los cañones andan cargados, yo veré si las velas están todas bien colocadas – se trepo por el mástil cual mono buscando problemas en los aparejos sin encontrar ningún problema.
Se termino colocando en la cima, justo en la plataforma que se solía usar para el vigía, sacando el pequeño catalejo que había colocado en el mástil para verificar el alcance de la visión. Si estaba muy opaco seguro tendrían que conseguir otro mejor, pero la única que sabia de ese tipo de cosas era la capitán – creo que puedo usar esto para echar un vistazo – comenzó a revisar los alrededores del puerto para asegurarse de que todo estuviese bien, y verificar que no había marina en la zona. Para su sorpresa luego vio a una chica conocida - ¿Qué? – bajo un momento el catalejo y le paso el lente por encima de su chaqueta, seguro había visto mal, pero al mirar nuevamente, se trataba de Elizabeth, que vestía algo que realmente consideraba sumamente improbable – tengo que ver esto mas de cerca – en todos sus años conociendo a Elzabeth, era la primera vez que el pirata la veía vestida con ese atuendo.
Se bajo lo mas rápido que pudo, aunque tuvo que tener cuidado porque con las prisas casi se cae de cabeza desde 10 metros de altura, algo que realmente no deseaba experimentar. El pelirrojo se le había adelantado, pero no tardo demasiado en alcanzarlo y llegar a estar justo en frente de su capitana, junto a ella estaba otra persona, nunca antes lo había visto pero si acompañaba a la albina seguramente era por algo – saludos capitán – sus palabras eran serias pero sus ojos denotaban asombro – pero si parece una hermosa princesa – eran sus pensamientos, realmente le sorprendió muchísimo y en el buen sentido verla vestida así, pero prometió siempre mantener la compostura en público – los aparejos están listos, lo único que esperamos son sus instrucciones para zarpar – en eso dirigió su mirada al acompañante de la capitán - ¿Quién es el? - miro nuevamente a la pirata esperando respuesta, pero en ese punto se dio cuenta de algo, tenia sangre saliendole del brazo. A Eberhard por un momento su expresión cambio ligeramente a una de susto, mantenia la compostura - todas esas preguntas se pueden contestar luego, hay que llevar al capitán al barco para que pueda atender sus heridas
Se termino colocando en la cima, justo en la plataforma que se solía usar para el vigía, sacando el pequeño catalejo que había colocado en el mástil para verificar el alcance de la visión. Si estaba muy opaco seguro tendrían que conseguir otro mejor, pero la única que sabia de ese tipo de cosas era la capitán – creo que puedo usar esto para echar un vistazo – comenzó a revisar los alrededores del puerto para asegurarse de que todo estuviese bien, y verificar que no había marina en la zona. Para su sorpresa luego vio a una chica conocida - ¿Qué? – bajo un momento el catalejo y le paso el lente por encima de su chaqueta, seguro había visto mal, pero al mirar nuevamente, se trataba de Elizabeth, que vestía algo que realmente consideraba sumamente improbable – tengo que ver esto mas de cerca – en todos sus años conociendo a Elzabeth, era la primera vez que el pirata la veía vestida con ese atuendo.
Se bajo lo mas rápido que pudo, aunque tuvo que tener cuidado porque con las prisas casi se cae de cabeza desde 10 metros de altura, algo que realmente no deseaba experimentar. El pelirrojo se le había adelantado, pero no tardo demasiado en alcanzarlo y llegar a estar justo en frente de su capitana, junto a ella estaba otra persona, nunca antes lo había visto pero si acompañaba a la albina seguramente era por algo – saludos capitán – sus palabras eran serias pero sus ojos denotaban asombro – pero si parece una hermosa princesa – eran sus pensamientos, realmente le sorprendió muchísimo y en el buen sentido verla vestida así, pero prometió siempre mantener la compostura en público – los aparejos están listos, lo único que esperamos son sus instrucciones para zarpar – en eso dirigió su mirada al acompañante de la capitán - ¿Quién es el? - miro nuevamente a la pirata esperando respuesta, pero en ese punto se dio cuenta de algo, tenia sangre saliendole del brazo. A Eberhard por un momento su expresión cambio ligeramente a una de susto, mantenia la compostura - todas esas preguntas se pueden contestar luego, hay que llevar al capitán al barco para que pueda atender sus heridas
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Jue Abr 14, 2016 3:25 pm
El viaje había sido largo, lo suficiente como para poner a prueba la paciencia de Yuriko, la cual no era mucha. Afortunadamente la de su acompañante parecía serlo más, ya que se las había ingeniado para sobrevivir todo aquel tiempo sin estrangular a la pequeña albina. Tampoco es que fuera culpa de Yuriko. En cierta forma ella era como una niña pequeña. Desconocía la mayor parte de las costumbres extranjeras y a menudo se ponía a sí misma y a aquellos que la rodeaban en situaciones tan hilarantes como incomodas.
No obstante, aquello tenía también un lado malo. Y es que toda aquella curiosidad y deseos reprimidos de Yuriko comenzaban a manifestarse, muchas veces sin control. Fue una fortuna que estando tanto tiempo en un lugar cerrado no hubiese intentado matar a alguien, aunque eso la calificaba para continuar acompañando a aquel hombre que había conocido hacía tiempo atrás.
-¡Veo la tierra! –Exclamó extasiada cuando por fin el puerto de Flevance apareció dibujado en el horizonte parcialmente ocultado por la luz del alba y algunas nubes borrascosas.
Sin duda aquellas noticias la habían puesto de un mejor humor y tan pronto como tocaron puerto, salió despedida hacia las callejuelas de la ciudad, excusándose bajo el pretexto de la recolección de provisiones. Después de todo, el robar comida de los establecimientos locales se había convertido en un hábito para ella, tanto que desconocía que dichos ingredientes pudieran ser obtenidos por métodos convencionales.
Después de que hubo hecho sus “compras” Yuriko se propuso rastrear al médico. No fue difícil, ya que el aroma de bálsamos y ungüentos que despedía aquel pirata era lo suficientemente característico como para que Yuriko supiese instantáneamente que se trataba de él.
Sin esperar más avanzó dando saltos rápidos por los tejados hasta encontrarse con su amigo y un grupo de otras personas tan o más peculiares que él.
-Oji-san. Traje las provisiones como sugeriste. –Indicó en tono formal y serio. Pese a su apariencia y personalidad, Yuriko era bastante reservada con las primeras impresiones, a no ser que hubiese visto algo parecido en alguno de sus mangas.
No cabía duda que la chica llamaba la atención. No solamente era albina, igual que la chica del vestido que a su vez también llevaba una espada. Tampoco era el hecho de que estaba cargando un paquete que fácilmente le doblaba el tamaño y que se encontraba repleto de comida de todos los tipos y tamaños. Sin duda lo que más resaltaba eran sus orejas puntiagudas y su cola que se movía impaciente de lado a lado mientras Yuriko intentaba determinar si aquellas personas eran amigables o no.
No obstante, aquello tenía también un lado malo. Y es que toda aquella curiosidad y deseos reprimidos de Yuriko comenzaban a manifestarse, muchas veces sin control. Fue una fortuna que estando tanto tiempo en un lugar cerrado no hubiese intentado matar a alguien, aunque eso la calificaba para continuar acompañando a aquel hombre que había conocido hacía tiempo atrás.
-¡Veo la tierra! –Exclamó extasiada cuando por fin el puerto de Flevance apareció dibujado en el horizonte parcialmente ocultado por la luz del alba y algunas nubes borrascosas.
Sin duda aquellas noticias la habían puesto de un mejor humor y tan pronto como tocaron puerto, salió despedida hacia las callejuelas de la ciudad, excusándose bajo el pretexto de la recolección de provisiones. Después de todo, el robar comida de los establecimientos locales se había convertido en un hábito para ella, tanto que desconocía que dichos ingredientes pudieran ser obtenidos por métodos convencionales.
Después de que hubo hecho sus “compras” Yuriko se propuso rastrear al médico. No fue difícil, ya que el aroma de bálsamos y ungüentos que despedía aquel pirata era lo suficientemente característico como para que Yuriko supiese instantáneamente que se trataba de él.
Sin esperar más avanzó dando saltos rápidos por los tejados hasta encontrarse con su amigo y un grupo de otras personas tan o más peculiares que él.
-Oji-san. Traje las provisiones como sugeriste. –Indicó en tono formal y serio. Pese a su apariencia y personalidad, Yuriko era bastante reservada con las primeras impresiones, a no ser que hubiese visto algo parecido en alguno de sus mangas.
No cabía duda que la chica llamaba la atención. No solamente era albina, igual que la chica del vestido que a su vez también llevaba una espada. Tampoco era el hecho de que estaba cargando un paquete que fácilmente le doblaba el tamaño y que se encontraba repleto de comida de todos los tipos y tamaños. Sin duda lo que más resaltaba eran sus orejas puntiagudas y su cola que se movía impaciente de lado a lado mientras Yuriko intentaba determinar si aquellas personas eran amigables o no.
Yuriko
Creado por Elizabeth Hitze Vie Abr 15, 2016 3:15 pm
-¿Qué clase de personas serán?.. - Repitió la pregunta del joven de blanco mientras ella, pensativa, levantó un poco su rostro tratando de buscar la mejor manera posible para responderle. - Son.. Son buenas bestias.- Acotó con una sonrisa viéndole de reojo sin dejar de caminar. - Sí, en cuanto vea a Eber lo primero que haga será decirle que me cure, me duele bastante y arde. - Arrugó un poco su nariz haciendo de lado suavemente sus labios en una mueca de desagrado, suspiró con pesadez inmersa en sus pensamientos cuando sin verlo venir ya estaban en el puerto, pero no tardó mucho antes de que una voz masculina se hiciera escuchar a parte de la de su acompañante. Elizabeth tragó en seco levantando su mirada acompañada de una sonrisa nerviosa. - … - Apretó con suavidad la herida de su brazo derecho empuñando su espada. Una sonrisa apareció en sus labios, amenazante vio al pelirrojo. - Te voy a sacar esos malditos ojos… - Susurró en un tono bajo y sombrío, no cabía dudas de que estaba hablando enserio.
Pero antes de abalanzársele encima para comenzar a torturarlo un calosfrío recorrió su cuerpo, viéndole de reojo Eber se acercaba a los tres siendo ese el “llamado” de la joven para no atacar al menor sin piedad. - Se tardaron mucho. - Regañó en un suave susurro al luchador. Una gota de sudor bajó por su frente sonriéndole con cierto coraje. - Ya está, les cortaré la lengua a los dos si se les ocurre mencionar esto en alguna ocasión. - Un suave rubor invadió sus mejillas tiñéndolas de carmesí, ansiosa por la vergüenza simplemente se paró recta con una expresión neutra y algo intimidante. - Vamos, suban ya que tenemos que ir a recoger a alguien más, quedé de verme con él en otra isla, nos llevará días pero es necesario, lo quiero conmigo. - Quizá aquellas palabras podrían malinterpretarse pero poco le importaba a la albina.
Comenzó a caminar hacia el barco el cual podía verse desde su posición. - Es mi ingeniero, nuestro nuevo compañero. Trátenlo bien, me ayudó hace unos instantes, se llama Dasho.- Apenas si explicó viendo de reojo a Eber deteniéndose en seco para girar su cuerpo y que su brazo quedara frente a él. - ¿Me ayudas?.. - Pidió algo acongojada en haciendo un suave puchero, le dolía bastante. - Por cierto… - Parpadeó un par de veces volteando para todos lados algo impaciente, frunciendo el ceño parecía buscar a alguien. - No ha llegado. - Mordió su labio inferior algo molesta antes de que algo la hiciera voltear a sus espaldas.
Parpadeó un par de veces viendo como ante ella una mujer de blancos cabellos se dirigía a su médico.. Sí.. SU médico… - ¿Oji-san? - Repitió arqueando su ceja derecha y seguido entrecerró su mirada… Lo primero en ver fueron aquel par de orejas felinas que adornaban la coronilla de la joven, era obvio que era fuerte tras notar el cargamento que ella tenía encima. ¿Qué era lo que estaba pasando?.. - ¿Eber?.. - Arqueó su ceja pidiendo explicaciones mientras en su mente comenzaba a imaginar ya la tortura del moreno si no le daba una buena explicación.
Pero antes de abalanzársele encima para comenzar a torturarlo un calosfrío recorrió su cuerpo, viéndole de reojo Eber se acercaba a los tres siendo ese el “llamado” de la joven para no atacar al menor sin piedad. - Se tardaron mucho. - Regañó en un suave susurro al luchador. Una gota de sudor bajó por su frente sonriéndole con cierto coraje. - Ya está, les cortaré la lengua a los dos si se les ocurre mencionar esto en alguna ocasión. - Un suave rubor invadió sus mejillas tiñéndolas de carmesí, ansiosa por la vergüenza simplemente se paró recta con una expresión neutra y algo intimidante. - Vamos, suban ya que tenemos que ir a recoger a alguien más, quedé de verme con él en otra isla, nos llevará días pero es necesario, lo quiero conmigo. - Quizá aquellas palabras podrían malinterpretarse pero poco le importaba a la albina.
Comenzó a caminar hacia el barco el cual podía verse desde su posición. - Es mi ingeniero, nuestro nuevo compañero. Trátenlo bien, me ayudó hace unos instantes, se llama Dasho.- Apenas si explicó viendo de reojo a Eber deteniéndose en seco para girar su cuerpo y que su brazo quedara frente a él. - ¿Me ayudas?.. - Pidió algo acongojada en haciendo un suave puchero, le dolía bastante. - Por cierto… - Parpadeó un par de veces volteando para todos lados algo impaciente, frunciendo el ceño parecía buscar a alguien. - No ha llegado. - Mordió su labio inferior algo molesta antes de que algo la hiciera voltear a sus espaldas.
Parpadeó un par de veces viendo como ante ella una mujer de blancos cabellos se dirigía a su médico.. Sí.. SU médico… - ¿Oji-san? - Repitió arqueando su ceja derecha y seguido entrecerró su mirada… Lo primero en ver fueron aquel par de orejas felinas que adornaban la coronilla de la joven, era obvio que era fuerte tras notar el cargamento que ella tenía encima. ¿Qué era lo que estaba pasando?.. - ¿Eber?.. - Arqueó su ceja pidiendo explicaciones mientras en su mente comenzaba a imaginar ya la tortura del moreno si no le daba una buena explicación.
Elizabeth Hitze
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 1 | 1 |
Creado por Daishi Kurai Sáb Abr 16, 2016 3:56 am
Y así continuaba caminando junto a la albina, pensando en aquella pregunta que había realizado la cual ella decidió repetir para ponerse a pensar en una respuesta, aquello llamó la atención del ladrón quien de inmediato le vio sin detenerse, esperando claro una respuesta al respecto. Aquella respuesta no tardó en llegar y la misma fue demasiado extraña -¿Bestias? No me esperaba una respuesta así...- y era cierto, se sentía confundido con respecto al comentario que había realizado la albina. Añadido a ello, las palabras sobre su herida y un nombre darían una pequeña pista a que, seguramente, era el médico de la tripulación.
Mientras avanzaban, y sin percatarse que ya habían llegado al puerto, una voz alzada llamó la atención del ladrón, al hacerlo pudo ver a un sujeto que nunca había visto, pero, según parecía Elizabeth si lo conocía, y, tras la llegada de un segundo hombre, todo parecía indicar que tenía razón que ella odiaba el vestido, aunque... ¿no era que ella ya lo mencionó previamente? En fin, no podía negar que le causaba mucha gracia escuchar a la dama pirata amenazar a sus dos tripulantes.
Ahora, tras preguntar por su persona, la capitán albina decidió en presentarle, con un ligero error en el nombre del ladrón claro está -¿Me disculpa ma'am? Daishi Kurai es el nombre, pero también soy conocido como...- mencionó al momento de, sin saber de donde, sacó su capa blanca para cubrirse con la misma en un veloz movimiento y finalizar con sus ropas de ladrón, es decir, su traje blanco, sombrero de copa y monóculo -...Barón Puppet, el ladrón- mencionó ocultando parte de su rostro con su sombrero de copa y ¿porqué hacer tantas cosas? Pues... es simple, así era su forma de ser.
Luego de ver a la albina pidiéndole ayuda a su médico entonces pudo escuchar acerca de cierto personaje al que tanto ella como él conocían, así que se acercó levemente a él -Seguramente debe venir por otra zona, dudo que desee que los marines le vean- mencionó el ladrón y esperó a seguir a la capitán Elizabeth. Es entonces cuando ve a una pequeña damita, curiosamente, otra albina, lo cual es bastante interesante, además, su observación tras su monóculo indicó cosas curiosas, un par de orejas para comenzar. A la vez pudo notar que la capitán mostró sorpresa al verla, así que, al igual que él, podría ser alguien nuevo en el barco de la dama pirata.
Mientras avanzaban, y sin percatarse que ya habían llegado al puerto, una voz alzada llamó la atención del ladrón, al hacerlo pudo ver a un sujeto que nunca había visto, pero, según parecía Elizabeth si lo conocía, y, tras la llegada de un segundo hombre, todo parecía indicar que tenía razón que ella odiaba el vestido, aunque... ¿no era que ella ya lo mencionó previamente? En fin, no podía negar que le causaba mucha gracia escuchar a la dama pirata amenazar a sus dos tripulantes.
Ahora, tras preguntar por su persona, la capitán albina decidió en presentarle, con un ligero error en el nombre del ladrón claro está -¿Me disculpa ma'am? Daishi Kurai es el nombre, pero también soy conocido como...- mencionó al momento de, sin saber de donde, sacó su capa blanca para cubrirse con la misma en un veloz movimiento y finalizar con sus ropas de ladrón, es decir, su traje blanco, sombrero de copa y monóculo -...Barón Puppet, el ladrón- mencionó ocultando parte de su rostro con su sombrero de copa y ¿porqué hacer tantas cosas? Pues... es simple, así era su forma de ser.
Luego de ver a la albina pidiéndole ayuda a su médico entonces pudo escuchar acerca de cierto personaje al que tanto ella como él conocían, así que se acercó levemente a él -Seguramente debe venir por otra zona, dudo que desee que los marines le vean- mencionó el ladrón y esperó a seguir a la capitán Elizabeth. Es entonces cuando ve a una pequeña damita, curiosamente, otra albina, lo cual es bastante interesante, además, su observación tras su monóculo indicó cosas curiosas, un par de orejas para comenzar. A la vez pudo notar que la capitán mostró sorpresa al verla, así que, al igual que él, podría ser alguien nuevo en el barco de la dama pirata.
Daishi Kurai
Hoja de personaje
Nivel:
(9/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Sho Minazuki Sáb Abr 16, 2016 3:19 pm
¿Cómo eran los reencuentros de la tripulación liderada por Elizabeth? Si esperaban un mar de abrazos y besos, excesivas muestras de cariño y demás cosas cliché, pues estas completamente equivocados. Sho sabía que nada de eso pasaría, sin embargo tampoco se quejaba de aquella situación. El grupo estaba formado por personalidades tan opuestas, tan particulares, que muchos dudarían del buen funcionamiento del mismo. A pesar de eso, la albina mayor apostaba por aquella unión, el pelirrojo confiaba en la albina, y todo funcionaba como nadie lo esperaba: Sorprendentemente bien.
La sonrisa del pirata no se borró ni siquiera ante la mirada intimidante ni las palabras que la mujer le dedicó. Por el contrario, hizo que su pulso se acelerara de sobremanera, indicando que la reacción que esperaba estaba ocurriendo. Siempre había deseado cruzar espadas contra ella, en lugar de hacerlo con ella. Nunca se había dado la oportunidad de hacerlo, por lo que sería divertido ver quien sería más fuerte, o eso fue lo que pensó inocentemente el muchacho de las innumerables cicatrices. –Y yo te arrancaré esos labios de tu cara.- Le quiso responder con total impunidad, buscando probar la nueva espada que tenía en su posesión, mas no lo vio necesario. Estaba feliz con que se volvieran a ver, aunque lo hicieran en esas circunstancias y con insultos y palabrotas de por medio. Simplemente dejó pasar la oportunidad, a sabiendas de que no podría presentarse nunca más.
Sus ojos volvieron a observar al sujeto de traje, que respondía al nombre de “Daishi”. Su presentación fue particular, bastante extraña incluso para el espadachín. Se rascó la nuca con cierto nerviosismo mientras negaba con la cabeza. –Muy bien… Bienvenido al equipo.- Una sonrisa un tanto forzada adornó su rostro, acentuando la cicatriz en forma de X en el medio de su cara. Rápidamente desapareció, cuando una extraña puntada se hizo presente en el hombro derecho del humano, tomando aquel lugar con su zurda involuntariamente.
Se dirigió hacia donde Eberhard apellido impronunciable y la capitana se encontraban, mordiendo su labio inferior en el proceso. Odiaba pedirles favores a otros. –Oye Eber, ¿Tienes algo para los dolores? La nueva cicatriz me esta…- Una vez cerca de ellos, pudo notar cierta escena potencialmente peligrosa para todos. Elizabeth le hizo una pregunta que solo contenía el nombre del médico en la misma, mas su semblante era lo que indicaba todo. Sho tragó en seco, volviendo a negar ladeando la cabeza de lado a lado. –Sip… Este es el tipo de reencuentros que tenemos.- ¿Para qué meterse? Probablemente terminaría acumulando culpa que no le correspondería, por lo que optó por la opción más sensata de todas: Con una sonrisa tétrica, se acomodaría contra unas cajas tras de sí, viendo en primera plana el caos que estaba por desatarse.
La sonrisa del pirata no se borró ni siquiera ante la mirada intimidante ni las palabras que la mujer le dedicó. Por el contrario, hizo que su pulso se acelerara de sobremanera, indicando que la reacción que esperaba estaba ocurriendo. Siempre había deseado cruzar espadas contra ella, en lugar de hacerlo con ella. Nunca se había dado la oportunidad de hacerlo, por lo que sería divertido ver quien sería más fuerte, o eso fue lo que pensó inocentemente el muchacho de las innumerables cicatrices. –Y yo te arrancaré esos labios de tu cara.- Le quiso responder con total impunidad, buscando probar la nueva espada que tenía en su posesión, mas no lo vio necesario. Estaba feliz con que se volvieran a ver, aunque lo hicieran en esas circunstancias y con insultos y palabrotas de por medio. Simplemente dejó pasar la oportunidad, a sabiendas de que no podría presentarse nunca más.
Sus ojos volvieron a observar al sujeto de traje, que respondía al nombre de “Daishi”. Su presentación fue particular, bastante extraña incluso para el espadachín. Se rascó la nuca con cierto nerviosismo mientras negaba con la cabeza. –Muy bien… Bienvenido al equipo.- Una sonrisa un tanto forzada adornó su rostro, acentuando la cicatriz en forma de X en el medio de su cara. Rápidamente desapareció, cuando una extraña puntada se hizo presente en el hombro derecho del humano, tomando aquel lugar con su zurda involuntariamente.
Se dirigió hacia donde Eberhard apellido impronunciable y la capitana se encontraban, mordiendo su labio inferior en el proceso. Odiaba pedirles favores a otros. –Oye Eber, ¿Tienes algo para los dolores? La nueva cicatriz me esta…- Una vez cerca de ellos, pudo notar cierta escena potencialmente peligrosa para todos. Elizabeth le hizo una pregunta que solo contenía el nombre del médico en la misma, mas su semblante era lo que indicaba todo. Sho tragó en seco, volviendo a negar ladeando la cabeza de lado a lado. –Sip… Este es el tipo de reencuentros que tenemos.- ¿Para qué meterse? Probablemente terminaría acumulando culpa que no le correspondería, por lo que optó por la opción más sensata de todas: Con una sonrisa tétrica, se acomodaría contra unas cajas tras de sí, viendo en primera plana el caos que estaba por desatarse.
Sho Minazuki
Hoja de personaje
Nivel:
(24/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Eberhard Schwarzschild Lun Abr 18, 2016 1:34 am
El luchador estaba un poco extrañado por la reacción de la albina, posiblemente le diera vergüenza o algo similar que la vieran con ese atuendo. Una reacción un poco incomprensible, pues de verdad se veía preciosa así, Eberhard esperaba poderla verla así en otra ocasión – mis labios están sellados capitán – era evidente que no quería ser vista así, y menos que se comentara de eso luego. Seguidamente se hizo mención a un futuro nuevo fichaje, con bastante insistencia por parte de Elizabeth, algo seguramente se tenia la albina entre manos y la seguridad con la que dirigió esas palabras hicieron que el luchador pusiese una expresión bastante seria – usted diga hacia donde tenemos que ir y encontraremos a la persona que anda buscando – fue extrañamente serio, encontraba muy raro ese tipo de comportamiento en ella - ¿ingeniero eh? Nunca antes había conocido alguno, un gusto Kurai, yo soy Eberhard Schwarfzchild, medico de cabecera y primer oficial de los Tidehunters – se presento de la manera mas formal posible.
Su expresión cambio cuando la albina se le aproximo pidiéndole ayuda - ¿Quién la hirió de esta manera capitán? – se quedo examinando la herida, que no parecía muy profunda, no harían falta si quiera suturas – solo ocupamos unas vendas y estará como nueva – en ese preciso momento se une el pelirrojo a la conversación, seguramente para meterse con Elizabeth, aunque le sorprendió bastante que este le pidiese un favor – si tengo, es de hecho similar a lo que tengo que administrarle al capitán, cuando tenga que atenderlos los haré a la vez – era una manera de ahorrar tiempo mas que nada, porque era mejor atenderlos a los dos a la vez, que estar lidiando luego con alguna rencilla de porque a uno lo atendieron primero y a otros no. Todo parecía estar de maravilla, incluso fue totalmente ajeno a la atmosfera que los cubrió cuando la joven aprendiz del luchador apareció – bien hecho Yuriko, pero te he dicho que no me llames viejo – le da una palmadita en la cabeza cuando escucho a la albina pedir explicaciones, no lo había hecho en un tono muy amigable que se diga – cierto, perdonen – se para junto a la chica y le quita el pesado bolso que tenia encima, colocándoselo en la espalda – se llama Yuriko, nos conocimos en la isla Karate, cocina de maravilla, y a cambio de esos platillos tan deliciosos yo le enseño como pelear, así que podría decirse que es mi aprendiz – en eso se adelanta un poco extendiéndole la mano a la capitana – deberíamos ir subiendo al barco – espera para ver si la albina, tomaría la mano del luchador para ir al barco o si tendría que ir caminando nada mas con el morral encima para emprender la marcha.
Su expresión cambio cuando la albina se le aproximo pidiéndole ayuda - ¿Quién la hirió de esta manera capitán? – se quedo examinando la herida, que no parecía muy profunda, no harían falta si quiera suturas – solo ocupamos unas vendas y estará como nueva – en ese preciso momento se une el pelirrojo a la conversación, seguramente para meterse con Elizabeth, aunque le sorprendió bastante que este le pidiese un favor – si tengo, es de hecho similar a lo que tengo que administrarle al capitán, cuando tenga que atenderlos los haré a la vez – era una manera de ahorrar tiempo mas que nada, porque era mejor atenderlos a los dos a la vez, que estar lidiando luego con alguna rencilla de porque a uno lo atendieron primero y a otros no. Todo parecía estar de maravilla, incluso fue totalmente ajeno a la atmosfera que los cubrió cuando la joven aprendiz del luchador apareció – bien hecho Yuriko, pero te he dicho que no me llames viejo – le da una palmadita en la cabeza cuando escucho a la albina pedir explicaciones, no lo había hecho en un tono muy amigable que se diga – cierto, perdonen – se para junto a la chica y le quita el pesado bolso que tenia encima, colocándoselo en la espalda – se llama Yuriko, nos conocimos en la isla Karate, cocina de maravilla, y a cambio de esos platillos tan deliciosos yo le enseño como pelear, así que podría decirse que es mi aprendiz – en eso se adelanta un poco extendiéndole la mano a la capitana – deberíamos ir subiendo al barco – espera para ver si la albina, tomaría la mano del luchador para ir al barco o si tendría que ir caminando nada mas con el morral encima para emprender la marcha.
Eberhard Schwarzschild
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuriko Miér Abr 20, 2016 11:39 pm
Tantas personas y tan diferentes una de otra. Yuriko no sabía por dónde comenzar a presentarse. Algunos se le quedaban viendo, mientras que otros parecían ignorarla. Incluso la mujer de cabellos blancos había adoptado una postura un tanto hostil hacia ella, pero Yuriko estaba acostumbrada a los malos tratos y disimuló perfectamente. Después de todo no quería ser una molestia para su maestro.
-Lo siento Eber-san. –Dijo la chica en respuesta al comentario del médico. No era la primera vez que pasaban por una rutina similar, pero cada vez parecía que Yuriko olvidaba que no debía referirse así a él.
Al ver que los ánimos se ponían cada vez más intensos, Yuriko optó por arrodillarse e inclinar su rostro a la tierra frente a la mujer de blancos cabellos, sosteniendo su espada sobre sus palmas extendidas en señal de rendición. Era costumbre por los samuráis de Wano adoptar dicha postura al presentar sus servicios a su señor.
-Mi nombre es Yuriko, de la familia Nekoyama. Es un honor para mí ofrecerme como una herramienta en las manos de la superior de mi maestro. –Dijo con tono inexpresivo y semblante serio. Si había algo que Yuriko reconocía más que ninguna otra cosa era la lealtad y la eficiencia de un samurái de Wano, si en sus propios pensamientos se consideraba únicamente como un arma a disposición de otro eso sería y nada más.
-Lo siento Eber-san. –Dijo la chica en respuesta al comentario del médico. No era la primera vez que pasaban por una rutina similar, pero cada vez parecía que Yuriko olvidaba que no debía referirse así a él.
Al ver que los ánimos se ponían cada vez más intensos, Yuriko optó por arrodillarse e inclinar su rostro a la tierra frente a la mujer de blancos cabellos, sosteniendo su espada sobre sus palmas extendidas en señal de rendición. Era costumbre por los samuráis de Wano adoptar dicha postura al presentar sus servicios a su señor.
-Mi nombre es Yuriko, de la familia Nekoyama. Es un honor para mí ofrecerme como una herramienta en las manos de la superior de mi maestro. –Dijo con tono inexpresivo y semblante serio. Si había algo que Yuriko reconocía más que ninguna otra cosa era la lealtad y la eficiencia de un samurái de Wano, si en sus propios pensamientos se consideraba únicamente como un arma a disposición de otro eso sería y nada más.
Yuriko
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