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Creado por Ray Kazaragi Miér Abr 13, 2016 11:11 pm
Ahora con los marines fuera de combate en ese lugar era una ventaja que los dos revolucionarios deberían aprovechar para investigar lo que más pudieran sin que nadie los molestara, — Por ahora no hay nadie más en el lugar, así que no tengo a quien matar —. Quien sabe qué tipo de alimentación o productos estuviera consumiendo Jonathan al decirle a Ray que aprovechara el momento para matar a todos los que pudiera, porque habían solo dos marines en ese momento y uno de ellos se encargó de matarlo el mismísimo ángel por lo que el pelirrojo solo podría matar al otro marine, por lo mismo decidió no contestar ya que aun consideraba que su compañero tuviera algo de inteligencia.
Mientras el rubio revisaba los cuerpos el pelirrojo pasó a la tienda que estaban protegiendo ambos marines. Dentro de la tienda se encontraban varios mapas, bolsas con monedas las cuales Ray tomo guardándolas en sus bolsillos, papeles con distinta información. Tomo los papeles leyéndolos, para su mala suerte los que se encontraban en esa tienda por lo menos eran el registro de marines que hacían las rondas en las cercanías, y el registro de barcos que entraban y salían de la isla en los últimos días. Al parecer algo había ocurrido en el mar cercano a Ilusia que los marines de la isla se encontraban buscando casi desesperados. Trataba de buscar algo de información en esos papeles que se le pudiera haber pasado cuando Jonathan comienza hablar llamando su atención, se giró a verlo escuchando lo que decía.
Todo lo que se encontraba en ese lugar indicaba que uno de los barcos que llego a la isla era de piratas el cual tenía un tesoro digno de ser buscando por los mismos marines descuidando así la protección sobre la isla. Miro a su compañero — Debemos encontrar el tesoro o parte del mismo antes que ellos —, se tomó un descanso pensando en que hacer — Tenemos que buscar en las otras tiendas un poco más de información para saber dónde comenzar a buscar —, el siguiente movimiento que harían dependía de su compañero.
Mientras el rubio revisaba los cuerpos el pelirrojo pasó a la tienda que estaban protegiendo ambos marines. Dentro de la tienda se encontraban varios mapas, bolsas con monedas las cuales Ray tomo guardándolas en sus bolsillos, papeles con distinta información. Tomo los papeles leyéndolos, para su mala suerte los que se encontraban en esa tienda por lo menos eran el registro de marines que hacían las rondas en las cercanías, y el registro de barcos que entraban y salían de la isla en los últimos días. Al parecer algo había ocurrido en el mar cercano a Ilusia que los marines de la isla se encontraban buscando casi desesperados. Trataba de buscar algo de información en esos papeles que se le pudiera haber pasado cuando Jonathan comienza hablar llamando su atención, se giró a verlo escuchando lo que decía.
Todo lo que se encontraba en ese lugar indicaba que uno de los barcos que llego a la isla era de piratas el cual tenía un tesoro digno de ser buscando por los mismos marines descuidando así la protección sobre la isla. Miro a su compañero — Debemos encontrar el tesoro o parte del mismo antes que ellos —, se tomó un descanso pensando en que hacer — Tenemos que buscar en las otras tiendas un poco más de información para saber dónde comenzar a buscar —, el siguiente movimiento que harían dependía de su compañero.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Jue Abr 14, 2016 3:14 pm
No entendía del todo los garabatos que estaban dispersos por el mapa. Las notas que se encontraban en todo el papeleo tampoco ayudaban a clarificar las dudas del ángel. –Oh, vamos, dame algo bueno.- Musitó por lo bajo el joven, mientras pasaba papel tras papel, nota tras nota, incluso forzando su vista en las letras pequeñas y en cada palabra tachada que encontraba. Al final se terminó frustrando, tirando todos los papeles a un lado, dejando que caigan al suelo, viéndose más mezclados que antes. –No tengo nada.- Ambas manos golpearon la mesa, mientras volvía a revisar el mapa por quinta vez. No había un patrón claro que seguir, tampoco había algo en concreto que pareciera buscaran. No era nada más y nada menos que una búsqueda sin sentido.
-No tienen la más mínima idea de donde esta.- Comentó más relajado, con su pulso normalizado y su respiración regular. Agitó su cabeza de lado a lado, indicando negación, tomando el mapa y haciéndolo trozos que se esparcieron en el aire, para perderse con el resto del papeleo en el suelo. –No tienen indicios, no siguen un patrón, ni siquiera pueden hacer notas aceptables.- Se inclinó para releer uno de los papeles en el suelo, esperando que la diosa de la suerte estuviese de su lado y fuese algo de ayuda. Nada, lo mismo que los anteriores: “Búsqueda del tesoro en el sector B4 fallida, se prosigue con la búsqueda”.
-Vayamos a las otras tiendas.- Dijo tras unos segundos de puro silencio. Volvió a dejar las hojas en el suelo, dirigiéndose a la salida del lugar que ocupaban ilegalmente. Desde donde estaban se podía notar como la costa se encontraba predominantemente vacía. ¿Acaso habían abandonado esos puestos? ¿O quizá los descubrieron y les tendían una trampa? No importaba. De ser así, simplemente tendrían que hacerse cargo de ellos, de la manera buena o mala.
Sin decir palabra alguna se adentró a la segunda tienda, un depósito de armas. En una mesa a un lado de la entrada había diminutas bolsas con dinero en su interior, junto a un encendedor. Jonathan tomó todo lo que pudo, incluyendo el encendedor y se dirigió a la salida. –Luego de ver la tercera, quememos todo el lugar.- Comentó el rubio con el diminuto artefacto en su diestra, agitándolo en el aire para mostrárselo al espadachín. Ahora solo quedaba ver la última tienda, y desear que pudieran obtener algo más valioso.
-No tienen la más mínima idea de donde esta.- Comentó más relajado, con su pulso normalizado y su respiración regular. Agitó su cabeza de lado a lado, indicando negación, tomando el mapa y haciéndolo trozos que se esparcieron en el aire, para perderse con el resto del papeleo en el suelo. –No tienen indicios, no siguen un patrón, ni siquiera pueden hacer notas aceptables.- Se inclinó para releer uno de los papeles en el suelo, esperando que la diosa de la suerte estuviese de su lado y fuese algo de ayuda. Nada, lo mismo que los anteriores: “Búsqueda del tesoro en el sector B4 fallida, se prosigue con la búsqueda”.
-Vayamos a las otras tiendas.- Dijo tras unos segundos de puro silencio. Volvió a dejar las hojas en el suelo, dirigiéndose a la salida del lugar que ocupaban ilegalmente. Desde donde estaban se podía notar como la costa se encontraba predominantemente vacía. ¿Acaso habían abandonado esos puestos? ¿O quizá los descubrieron y les tendían una trampa? No importaba. De ser así, simplemente tendrían que hacerse cargo de ellos, de la manera buena o mala.
Sin decir palabra alguna se adentró a la segunda tienda, un depósito de armas. En una mesa a un lado de la entrada había diminutas bolsas con dinero en su interior, junto a un encendedor. Jonathan tomó todo lo que pudo, incluyendo el encendedor y se dirigió a la salida. –Luego de ver la tercera, quememos todo el lugar.- Comentó el rubio con el diminuto artefacto en su diestra, agitándolo en el aire para mostrárselo al espadachín. Ahora solo quedaba ver la última tienda, y desear que pudieran obtener algo más valioso.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Ray Kazaragi Jue Abr 14, 2016 8:02 pm
De los dos revolucionarios que se encontraban dentro de la tienda Jonathan era una especie de conocedor de todo pero experto en nada, poseyendo vastos conocimientos sobre distintas y diferentes ámbitos, por lo mismo es que fuera él quien se encontraba revisando varios de los papeles que se encontraban en el lugar. Por su parte Ray podía entender en detalle solo algunos y con una mayor profundidad los mapas que se encontraban en el lugar, con tan solo el hecho de mirarlos podía saber si se trataba de un lugar cercano a la isla o no, habilidad obtenida luego de varios años estudiando sobre la Navegación y distintas islas que se encontraran en el mundo que habitaba. Que el revolucionario de rubia cabellera estuviera diciendo esas palabras significada que las cosas debían ser complicadas de entender o lo estaban haciendo realmente mal anotando cualquier cosa que pudieran encontrar que les servía en la investigación, conociendo como era la mayoría de los marines probablemente se tratara de la segunda opción.
Prefirió no decir ninguna palabra hasta que se encontrara más relajado, en un estado así cualquier palabra podría tomarla a mal y así hacer más engorroso el proceso de la búsqueda que se encontraban haciendo comprometiendo a la misión de paso. Miro a su compañero que a diferencia de él se encontraba en un estado total de relajo — En los mapas tampoco sale gran cosa que nos pueda ayudar, algunos tratan de lugares más distintas o cercanos pero todos respecto a la isla —, miraba hacia fuera de la tienda viendo si es que algún otro marine se acercaba a la tienda.
Algo raro estaba ocurriendo en su compañero tomando una postura más de líder que las veces anteriores en las que le toco hacer una misión, así que cuando le dijo que revisaran las otras tiendas el pelirrojo lo siguió sin decir palabra alguna encontrándose un poco sorprendido por lo que veía sin demostrarlo físicamente. La segunda tienda se trataba de un depósito de armas en la cual no se encontraba ningún papel que los ayudara con su búsqueda, pasar por ella solo sirvió para que el ángel sacara un par de cosas incluyendo un encendedor con un comentario que confirmaba que algo había cambiado en él de momento — Haz cambiado de la última vez que nos vimos, antes eras más pacífico en tus acciones… Algo como lo haría William —, dicho esto pasaron a la última tienda.
El primero entrar a la tercera tienda fue Ray quien pudo notar como parte de un tesoro se encontraba dentro de ella, monedas de lo que se podía ver era oro junto a joyas era lo que adornaba una parte de las mesas dentro del lugar. La otra mitad de mesas se encontraban con más papeles parecidos a los que se encontraban en la primera tienda que vieron — Si encontraron esto puede que en algún lugar se encuentren más tesoros —, lo que debían hacer ahora era encontrar los papeles que les indicaran como llegar a ese lugar.
Prefirió no decir ninguna palabra hasta que se encontrara más relajado, en un estado así cualquier palabra podría tomarla a mal y así hacer más engorroso el proceso de la búsqueda que se encontraban haciendo comprometiendo a la misión de paso. Miro a su compañero que a diferencia de él se encontraba en un estado total de relajo — En los mapas tampoco sale gran cosa que nos pueda ayudar, algunos tratan de lugares más distintas o cercanos pero todos respecto a la isla —, miraba hacia fuera de la tienda viendo si es que algún otro marine se acercaba a la tienda.
Algo raro estaba ocurriendo en su compañero tomando una postura más de líder que las veces anteriores en las que le toco hacer una misión, así que cuando le dijo que revisaran las otras tiendas el pelirrojo lo siguió sin decir palabra alguna encontrándose un poco sorprendido por lo que veía sin demostrarlo físicamente. La segunda tienda se trataba de un depósito de armas en la cual no se encontraba ningún papel que los ayudara con su búsqueda, pasar por ella solo sirvió para que el ángel sacara un par de cosas incluyendo un encendedor con un comentario que confirmaba que algo había cambiado en él de momento — Haz cambiado de la última vez que nos vimos, antes eras más pacífico en tus acciones… Algo como lo haría William —, dicho esto pasaron a la última tienda.
El primero entrar a la tercera tienda fue Ray quien pudo notar como parte de un tesoro se encontraba dentro de ella, monedas de lo que se podía ver era oro junto a joyas era lo que adornaba una parte de las mesas dentro del lugar. La otra mitad de mesas se encontraban con más papeles parecidos a los que se encontraban en la primera tienda que vieron — Si encontraron esto puede que en algún lugar se encuentren más tesoros —, lo que debían hacer ahora era encontrar los papeles que les indicaran como llegar a ese lugar.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Jue Abr 14, 2016 10:54 pm
El joven de rubios cabellos jugaba con el encendedor en su diestra, encendiéndolo cada ciertos segundos para ver las rojiza mas diminuta llama que esta producía. Recordaba de pequeño que su abuelo solía fumar seguido, por lo que solía robarle cientos y cientos de estos para poder leer en la oscuridad o, mejor dicho, que le leyeran en las noches de penumbra que no podía ni quería dormir. –Zhenya.- Musitó casi en un susurro, perdido en el rio de recuerdos que recorría su mente con cierta violencia. Su cuerpo se había visto presa de la nostalgia, adormeciendo sus sentidos durante unos cuantos segundos, los que se sintieron como largas horas desde su perspectiva.
-¿De qué hablas?- Preguntó, interesado en el comentario del espadachín junto a él. Con cierto interés en sus palabras, guardó el pequeño objeto que había tomado y escuchó atento en lo que este tenía que decir. Ciertamente no podía negar lo que estaba escuchando acerca de su persona, no desde lo que había vivido con el pacifista revolucionario que poco tenía de pacífico en su existencia misma. –Si, bueno…- Se encogió de hombros y negó con la cabeza, agitando levemente sus melena color oro. –No es como si fuese diferente. Solo… Sé que hay veces que hay cosas que no pueden ser evitadas.- Se sorprendió de escuchar esas palabras de sus labios, como si aceptara y abrazara la oscuridad que florecía dentro de su ser. ¿Realmente estaba cambiando? ¿Realmente estaba “cayendo al lado oscuro”? Habría un momento a futuro para pensar en eso. En silencio siguió el paso a su compañero.
Entraron a la última carpa en fila, notando principalmente oro y joyas desparramadas en una mesa bastante extensa. Opuesto a esta se encontraba otra, siendo esta la repleta de papeles y papeles. Sobre la misma había un gran mapa de la isla, algo más detallado que el anterior, incluso con notas más precisas, e indicaciones más claras. En el mismo había señalado, con un gran círculo rojo, lo que parecía ser una cueva producida por acción de la marea que había socavado las rocas durante lo que debieron ser cientos y cientos de años. –Nos llevamos el premio grande.- Su dedo índice derecho se posó sobre el área señalada, mientras sus orbes esmeraldas buscaban el contacto con la vista ajena. –No está muy lejos, lo que explica la poca presencia de marines aquí.- Suspiró pesadamente, mientras se acercaba a la otra mesa y separaba el oro y joyas en cantidades iguales para cada uno.
–William estará feliz con esto.- Con una sonrisa divertida en su rostro, tomó su parte y la guardó en uno de los bolsillos de su saco, de donde sacó el encendedor. Luego, con un rápido movimiento, arrojó el pequeño artilugio activado sobre los papeles y el mapa, justo después de que Ray pudiera echarle un vistazo. –Supongo que el humo atraerá su atención, eso nos dará tiempo.- Sin más que decir, salió de aquel lugar, dando largos pasos. Ahora venía la parte más importante: obtener el tesoro para los revolucionarios.
-¿De qué hablas?- Preguntó, interesado en el comentario del espadachín junto a él. Con cierto interés en sus palabras, guardó el pequeño objeto que había tomado y escuchó atento en lo que este tenía que decir. Ciertamente no podía negar lo que estaba escuchando acerca de su persona, no desde lo que había vivido con el pacifista revolucionario que poco tenía de pacífico en su existencia misma. –Si, bueno…- Se encogió de hombros y negó con la cabeza, agitando levemente sus melena color oro. –No es como si fuese diferente. Solo… Sé que hay veces que hay cosas que no pueden ser evitadas.- Se sorprendió de escuchar esas palabras de sus labios, como si aceptara y abrazara la oscuridad que florecía dentro de su ser. ¿Realmente estaba cambiando? ¿Realmente estaba “cayendo al lado oscuro”? Habría un momento a futuro para pensar en eso. En silencio siguió el paso a su compañero.
Entraron a la última carpa en fila, notando principalmente oro y joyas desparramadas en una mesa bastante extensa. Opuesto a esta se encontraba otra, siendo esta la repleta de papeles y papeles. Sobre la misma había un gran mapa de la isla, algo más detallado que el anterior, incluso con notas más precisas, e indicaciones más claras. En el mismo había señalado, con un gran círculo rojo, lo que parecía ser una cueva producida por acción de la marea que había socavado las rocas durante lo que debieron ser cientos y cientos de años. –Nos llevamos el premio grande.- Su dedo índice derecho se posó sobre el área señalada, mientras sus orbes esmeraldas buscaban el contacto con la vista ajena. –No está muy lejos, lo que explica la poca presencia de marines aquí.- Suspiró pesadamente, mientras se acercaba a la otra mesa y separaba el oro y joyas en cantidades iguales para cada uno.
–William estará feliz con esto.- Con una sonrisa divertida en su rostro, tomó su parte y la guardó en uno de los bolsillos de su saco, de donde sacó el encendedor. Luego, con un rápido movimiento, arrojó el pequeño artilugio activado sobre los papeles y el mapa, justo después de que Ray pudiera echarle un vistazo. –Supongo que el humo atraerá su atención, eso nos dará tiempo.- Sin más que decir, salió de aquel lugar, dando largos pasos. Ahora venía la parte más importante: obtener el tesoro para los revolucionarios.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Ray Kazaragi Vie Abr 15, 2016 8:34 pm
Los dos revolucionarios en Ilusia se encontraban en la tercera tienda a la que habían entrado en la cual encontraron dinero en forma de monedas de oro junto a joyas de diferentes tamaños y formas, todo se veía muy costoso en el caso de que se lo llevaran y pudieran venderlo seguramente se llevarían una buena cantidad de dinero. En la sala además se encontraban varios papeles igual que en la primera que pasaron a revisar para conocer más detalles de lo que estaba ocurriendo, a pesar de que pudieran encontrarlos en cualquier minuto causando un incidente entre ambos soldados revolucionarios contra algunos marines se encontraban tranquilo revisando los papeles. No tardaron mucho en poder encontrar información de donde se encontraba el lugar de donde la marina estaba sacando ese tesoro, para fortuna de ellos se encontraba cerca así que no tardarían mucho en llegar — Tendremos que tener atención cuando nos estemos acercando, seguramente estarán prestando atención a si un desconocido se acerca —. Si se enfrentaban a una gran cantidad de marines podrían tener más de un problema a la hora del combate, en cambio sí se encontraban con unos pocos pasaría lo mismo que había sucedido segundos antes de entrar a la primera tienda.
Antes de partir tomo el mapa en donde indicaba donde se encontraban actualmente junto la bien marcada localización de donde estaban sacando el tesoro, por su parte Jonathan había guardado monedas de oro junto a algunas joyas. Cuando se estaban retirando el rubio saco el encendedor prendiendo fuego a la tienda con todo lo que se encontraba adentro — Esto se está poniendo interesante —, era casi un pensamiento para sí mismo pero junto a la actitud del otro revolucionario hacia que el ambiente comenzara a tener algo más de acción, no tardo mucho para la tienda comenzara a arder en llamas, seguramente la gran cantidad de papeles ayudo a que el fuego prendiera con mayor velocidad, la sangre comenzaba a ir más rápido en su cuerpo.
Habían caminado durante unos cinco minutos cuando el pelirrojo saco el mapa que había robado de la tercera tienda, estaban siguiendo el camino indicado por lo que se podrían encontrar con un marine en cualquier momento, — Estamos a unos kilómetros del tesoro así que nos podríamos comenzar a topar con grupos de marines — entretanto hablaba le indicaba donde se encontraban en el punto con su dedo índice de la mano derecha mientras que con el de la mano izquierda cual era el punto al cual deberían llegar, si seguían el camino recto sin encontrar con nada ni nadie que los hiciera desviar deberían llegar en unos 10 minutos más caminando.
Antes de partir tomo el mapa en donde indicaba donde se encontraban actualmente junto la bien marcada localización de donde estaban sacando el tesoro, por su parte Jonathan había guardado monedas de oro junto a algunas joyas. Cuando se estaban retirando el rubio saco el encendedor prendiendo fuego a la tienda con todo lo que se encontraba adentro — Esto se está poniendo interesante —, era casi un pensamiento para sí mismo pero junto a la actitud del otro revolucionario hacia que el ambiente comenzara a tener algo más de acción, no tardo mucho para la tienda comenzara a arder en llamas, seguramente la gran cantidad de papeles ayudo a que el fuego prendiera con mayor velocidad, la sangre comenzaba a ir más rápido en su cuerpo.
Habían caminado durante unos cinco minutos cuando el pelirrojo saco el mapa que había robado de la tercera tienda, estaban siguiendo el camino indicado por lo que se podrían encontrar con un marine en cualquier momento, — Estamos a unos kilómetros del tesoro así que nos podríamos comenzar a topar con grupos de marines — entretanto hablaba le indicaba donde se encontraban en el punto con su dedo índice de la mano derecha mientras que con el de la mano izquierda cual era el punto al cual deberían llegar, si seguían el camino recto sin encontrar con nada ni nadie que los hiciera desviar deberían llegar en unos 10 minutos más caminando.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Vie Abr 15, 2016 9:22 pm
Estando fuera de la carpa, el joven revolucionario estaba parado, estoico, mientras la brisa marina agitaba sus cabellos y prendas, mientras sus ojos esmeraldas apreciaban el espectáculo frente a él: del interior de la misma comenzaba a emanar un humo negro, que rápidamente se elevaba hacía el cielo. Poco a poco, las llamas iban tomando la “construcción” violentamente, deformándola a cada segundo que pasaba. –Esperemos que esto funcione.- Susurró para el espadachín, iniciando el camino junto a este. La sangre que recorría sus venas lo hacía de forma frenética, como consecuencia de lo acelerado que su corazón se encontraba, de lo emocionado que en ese momento estaba. ¿Qué le estaba pasando?
-Qué suerte que hayas traído el mapa contigo.- El rubio no pudo evitar rascar su nuca y reír con cierto nerviosismo. Lo único que le había importado en aquel momento era quemar todo en cenizas solo para generar una mera distracción. Vaya bárbaro en el que se estaba convirtiendo. –No sería raro que nos topemos con ellos.- Afirmó, asintiendo con la cabeza un par de veces, mientras observaba el mapa en las manos ajenas, mientras trataba de asimilar las indicaciones que este le daba. Podía entender lo que este decía, incluso podía imaginarlo. En su mente se grabó el mapa a fuego, procurando encontrar alguna salida rápida en caso de necesitarla.
El resto del camino fue bastante calmado, apenas intercambiando palabras. No parecía que ninguno de los dos estuviese nervioso por lo que estaba por ocurrir, siendo que estaban por poner su vida en peligro puro. Ambos parecían ansiosos y listos por lo que estaba por ocurrir. -¿eh?- Jonathan se detuvo en seco, viéndose presa de una sensación extraña. Sabía que, al doblar en la esquina, justo donde grandes rocas obstruían el camino y la visión, se encontraban personas. -¿Marines?- No podía asegurar cuantos había, pero podía sentirlos… Sentía la avaricia en sus deseos putrefactos, haciendo que su sangre se helara y su piel se erizara.
-Mantra.- Reconoció el joven, asombrado por tal descubrimiento. Era común por los de su especie el poseer tal habilidad luego de haber vivido y experimentado ciertas cosas. ¿Acaso ya había llegado su momento de emplearla? –Allí, a la vuelta… Hay personas, siento… Siento su avaricia, siento…- Casi involuntariamente removió la espada de su funda, mientras se acercaba a las grandes rocas, tomando cobertura con estas. Podía sentir susurros a la vuelta de la esquina, palabras tales como “dinero”, “cortesanas”, “un servicio Premium en el que usaría sus manos para…” –Ugh.- No quiso escuchar más, negando con su cabeza enérgicamente. Le dirigió una mirada al pelirrojo y le indicó con la cabeza lo que se esperaba al otro lado. Finalmente, sin hacerse esperar, se lanzó al ataque, confiado que su compañero iría tras él.
-Qué suerte que hayas traído el mapa contigo.- El rubio no pudo evitar rascar su nuca y reír con cierto nerviosismo. Lo único que le había importado en aquel momento era quemar todo en cenizas solo para generar una mera distracción. Vaya bárbaro en el que se estaba convirtiendo. –No sería raro que nos topemos con ellos.- Afirmó, asintiendo con la cabeza un par de veces, mientras observaba el mapa en las manos ajenas, mientras trataba de asimilar las indicaciones que este le daba. Podía entender lo que este decía, incluso podía imaginarlo. En su mente se grabó el mapa a fuego, procurando encontrar alguna salida rápida en caso de necesitarla.
El resto del camino fue bastante calmado, apenas intercambiando palabras. No parecía que ninguno de los dos estuviese nervioso por lo que estaba por ocurrir, siendo que estaban por poner su vida en peligro puro. Ambos parecían ansiosos y listos por lo que estaba por ocurrir. -¿eh?- Jonathan se detuvo en seco, viéndose presa de una sensación extraña. Sabía que, al doblar en la esquina, justo donde grandes rocas obstruían el camino y la visión, se encontraban personas. -¿Marines?- No podía asegurar cuantos había, pero podía sentirlos… Sentía la avaricia en sus deseos putrefactos, haciendo que su sangre se helara y su piel se erizara.
-Mantra.- Reconoció el joven, asombrado por tal descubrimiento. Era común por los de su especie el poseer tal habilidad luego de haber vivido y experimentado ciertas cosas. ¿Acaso ya había llegado su momento de emplearla? –Allí, a la vuelta… Hay personas, siento… Siento su avaricia, siento…- Casi involuntariamente removió la espada de su funda, mientras se acercaba a las grandes rocas, tomando cobertura con estas. Podía sentir susurros a la vuelta de la esquina, palabras tales como “dinero”, “cortesanas”, “un servicio Premium en el que usaría sus manos para…” –Ugh.- No quiso escuchar más, negando con su cabeza enérgicamente. Le dirigió una mirada al pelirrojo y le indicó con la cabeza lo que se esperaba al otro lado. Finalmente, sin hacerse esperar, se lanzó al ataque, confiado que su compañero iría tras él.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Ray Kazaragi Vie Abr 15, 2016 11:05 pm
Al estar tan cerca los enemigos podían aparecer en cualquier camino por lo cual pasar desapercibidos era la mejor idea, en el caso del pelirrojo nunca había sido muy bueno ese ámbito por más que lo intentara siempre cometía alguno error que cualquiera con la habilidad suficiente podría ubicarlo sin mayor esfuerzo. No por eso significada que al momento de caminar dejaba de prestarle atención a lo que sucedía a su alrededor, mientras estaba haciendo una misión trataba de estar lo más concentrado posible por más difícil y extenuante que fuera, en el campo de batalla el mínimo detalle podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Por lo que trataba de tener el mayor cuidado a la hora de pisar algunas ramas pequeñas evitando el sonido que producían al romperse, era cuidadoso sin embargo no llegaba al punto de pasar agachado por los arbustos para que no pudieran verlo, siempre existe un límite para las cosas y en el caso de Ray con la infiltración o pasar desapercibido lo tenía claro.
De un momento a otro el revolucionario de dorada cabellera se detuvo en seco, por su parte el pelirrojo hizo lo mismo unos pasos más adelante mirando hacia ambos lados en pocos segundos para ver si el enemigo se encontraba cerca. Antes de que pudiera hablar para preguntar que estaba sucediendo Jonathan hablo — ¿Marines? —, preguntaría lo mismo que su compañero al ver que no había nadie cerca. Cerro los ojos concentrándose en lo que no podía ver, en las sensaciones de pudiera notar que estuvieran cercanas a donde se encontraban y no paso mucho para que pudiera sentir la presencia de un par de marines a tan solo unos metros de donde se encontraban, lo mismo que había sentido el rubio.
Lo que había usado para localizar más o menos donde se encontraban los marines era Haki, siendo más específicos Kenbunshoku Haki con el cual podía sentir la presencia de otros a pesar de que estuvieran ocultos o no pudieran verse a simple vista. Por lo dicho por el ángel en Skypea llevaba el nombre de Mantra — En el mar azul se le conoce como Haki, existen otras dos variedades más —. La conversación debía continuar más adelante, ahora deberían encargarse de quienes podían arruinar su plan., por lo mismo siguió a su compañero entretanto sacaba una de las tres Katanas que llevaba, le daba igual cual fuera todas servirían de la misma forma.
El rubio fue el primero en lanzarse al ataque por lo que el pelirrojo lo siguió estando preparado a lo que pudiera suceder. Se trataba nuevamente de dos marines a los cuales al escucharlos se dieron vueltas mirándolos sacando sus armas que se trataban de espadas al igual que los revolucionarios. Ray la empuñaba con firmeza teniéndola en su mano derecha iniciando una carrera contra uno de al cual ataco con un corte horizontal de derecha a izquierda el cual intercepto con su espada. A diferencia de la vez anterior este marine pudo defenderse de su ataque por lo cual si se extendía existía la posibilidad de que pudieran llamar a refuerzos.
De un momento a otro el revolucionario de dorada cabellera se detuvo en seco, por su parte el pelirrojo hizo lo mismo unos pasos más adelante mirando hacia ambos lados en pocos segundos para ver si el enemigo se encontraba cerca. Antes de que pudiera hablar para preguntar que estaba sucediendo Jonathan hablo — ¿Marines? —, preguntaría lo mismo que su compañero al ver que no había nadie cerca. Cerro los ojos concentrándose en lo que no podía ver, en las sensaciones de pudiera notar que estuvieran cercanas a donde se encontraban y no paso mucho para que pudiera sentir la presencia de un par de marines a tan solo unos metros de donde se encontraban, lo mismo que había sentido el rubio.
Lo que había usado para localizar más o menos donde se encontraban los marines era Haki, siendo más específicos Kenbunshoku Haki con el cual podía sentir la presencia de otros a pesar de que estuvieran ocultos o no pudieran verse a simple vista. Por lo dicho por el ángel en Skypea llevaba el nombre de Mantra — En el mar azul se le conoce como Haki, existen otras dos variedades más —. La conversación debía continuar más adelante, ahora deberían encargarse de quienes podían arruinar su plan., por lo mismo siguió a su compañero entretanto sacaba una de las tres Katanas que llevaba, le daba igual cual fuera todas servirían de la misma forma.
El rubio fue el primero en lanzarse al ataque por lo que el pelirrojo lo siguió estando preparado a lo que pudiera suceder. Se trataba nuevamente de dos marines a los cuales al escucharlos se dieron vueltas mirándolos sacando sus armas que se trataban de espadas al igual que los revolucionarios. Ray la empuñaba con firmeza teniéndola en su mano derecha iniciando una carrera contra uno de al cual ataco con un corte horizontal de derecha a izquierda el cual intercepto con su espada. A diferencia de la vez anterior este marine pudo defenderse de su ataque por lo cual si se extendía existía la posibilidad de que pudieran llamar a refuerzos.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Sáb Abr 16, 2016 2:33 pm
Había escuchado del término que Ray le había dado a su habilidad, hasta parecía familiarizado con la misma. ¿Acaso su compañero también era portador del famoso “Haki”, al igual que él? Sin lugar a dudas así era. Justo antes de lanzarse al combate, recordó en uno de los tantos libros que leyó en su estancia junto a su hermana de una habilidad especial que “todo ser viviente” podía disponer y usar a su voluntad. No podía recordar con precisión los nombres, pero recordaba ciertas subdivisiones que aquel milenario libro enumeraba.
Habiendo aceptado el hecho de que habría más oportunidades de hablar a futuro, Jonathan se dio al ataque, con su espada en alto. Frente a él, dos marines estaban hablando pacíficamente, mas no se vieron sorprendido por el ataque de ambos revolucionarios, interceptando ambos ataques con lo que pareció ser una simple facilidad. –Ustedes no se ven tan débiles.- La espada del joven había hecho un movimiento horizontal de arriba hacia abajo, siendo interceptado por el sable del hombre que sería su oponente. El rubio comenzó a ejercer más presión con su arma blanca, logrando hacer retroceder al uniformado unos cuantos pasos. –Pero tampoco son la gran cosa.-
Una sonrisa se formó en su rostro, justo cuando retrocedió unos míseros centímetros para cambiar su táctica: en la segunda ocasión daría un corte vertical ascendente, esta vez desarmando a su oponente. Acto seguido, acortaría la distancia entre ambos y lo tomaría de la ropa, justo cuando este comenzó a gritar. –No debiste hacer eso.- Su semblante se oscureció, su sonrisa se desvaneció, el brillo de sus ojos se apagó en un mero segundo… Todo esto ocurrió cuando su espada atravesó el cuerpo frente a él, removiendo el arma con la misma velocidad con la que había entrado. El cuerpo se desplomó cual bolsa de papas delante de él, tiñendo la arena con un brillo carmesí.
-¿Qué haremos ahora?- Jonathan desvió su mirada hacía el otro revolucionario, el espadachín que, esperaba, hubiese acabado con su combate hacía ya mucho tiempo. –Es imposible que ese grito no haya sido escuchado.- Tragó en seco, mirando hacía ambos lados, a la espera de que su sentido especial se activara como luces de navidad. –Cuando el Mantra… Haki, se active, estaremos en problemas. Sin embargo ya estamos cerca…- Enmudeció a la espera de alguna indicación del pelirrojo. No sería raro pensar que, de continuar la misión, sería un mero suicidio.
Habiendo aceptado el hecho de que habría más oportunidades de hablar a futuro, Jonathan se dio al ataque, con su espada en alto. Frente a él, dos marines estaban hablando pacíficamente, mas no se vieron sorprendido por el ataque de ambos revolucionarios, interceptando ambos ataques con lo que pareció ser una simple facilidad. –Ustedes no se ven tan débiles.- La espada del joven había hecho un movimiento horizontal de arriba hacia abajo, siendo interceptado por el sable del hombre que sería su oponente. El rubio comenzó a ejercer más presión con su arma blanca, logrando hacer retroceder al uniformado unos cuantos pasos. –Pero tampoco son la gran cosa.-
Una sonrisa se formó en su rostro, justo cuando retrocedió unos míseros centímetros para cambiar su táctica: en la segunda ocasión daría un corte vertical ascendente, esta vez desarmando a su oponente. Acto seguido, acortaría la distancia entre ambos y lo tomaría de la ropa, justo cuando este comenzó a gritar. –No debiste hacer eso.- Su semblante se oscureció, su sonrisa se desvaneció, el brillo de sus ojos se apagó en un mero segundo… Todo esto ocurrió cuando su espada atravesó el cuerpo frente a él, removiendo el arma con la misma velocidad con la que había entrado. El cuerpo se desplomó cual bolsa de papas delante de él, tiñendo la arena con un brillo carmesí.
-¿Qué haremos ahora?- Jonathan desvió su mirada hacía el otro revolucionario, el espadachín que, esperaba, hubiese acabado con su combate hacía ya mucho tiempo. –Es imposible que ese grito no haya sido escuchado.- Tragó en seco, mirando hacía ambos lados, a la espera de que su sentido especial se activara como luces de navidad. –Cuando el Mantra… Haki, se active, estaremos en problemas. Sin embargo ya estamos cerca…- Enmudeció a la espera de alguna indicación del pelirrojo. No sería raro pensar que, de continuar la misión, sería un mero suicidio.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Ray Kazaragi Sáb Abr 16, 2016 9:23 pm
El combate entre los revolucionarios contra los marines que se encontraron era inevitable para ver quien conseguiría el tesoro que estaba más adelante, es cierto que si los revolucionarios ganaban seguramente se encontrarían con más marines por el camino o tendrían la suerte para no encontrarse con ellos hasta poder llegar al tesoro obteniendo lo que quedaba más lo que consiguieron en la tienda anteriormente. Su golpe inicial fue detenido por el marine con su espada sin mayores problemas, el inconveniente para el marine es que solo poseía un arma mientras que al pelirrojo le quedaban otras dos Katanas por ocupar, viendo eso el marine comenzó a usar más fuerzas haciendo que Ray retrocediera no porque no pudiera hacerle frente sino para tomar una distancia con Jonathan para no interrumpirse en el combate que ambos estaban teniendo, cuando la distancia entre ambos daba para que pudieran tener sus peleas sin conflictos el revolucionario dio un salto hacia atrás de un metro y medio con respecto al marine.
Ninguno de los dos hacia su movimiento esperando que el otro se moviera primero, ante ese gesto Ray empuña otra de sus armas usando esta vez dos Katanas, una por cada mano. Tratando de aprovechar ese momento el marine se adelantó tratando de herir al revolucionario con un movimiento de su espada de arriba hacia abajo, ataque que fue esquivado por el pelirrojo con la Katana que sostenía con su mano derecha colocándola en horizontal entretanto con su Katana libre da un estoque hacia el pecho del marine quien no puede esquivarlo cayendo al suelo escupiendo sangre al instante. Sobre lo que sentía en esos momentos lo podía describir como una sensación en especial, era tan poco el respeto que poseía sobre los marines que le daba igual lo que les podría ocurrir.
Una vez terminado ese pequeño intercambio de golpes miro a su compañero para ver cómo se encontraba, viendo que también había terminado su encuentro sin mayores problemas. Guardo las Katanas que uso en su funda con un rápido movimiento para limpiar la sangre que quedo en ellas — Debemos seguir adelante para encontrar el tesoro —, observo el cuerpo del otro marine que combatió contra el rubio — El grito hará que vengan hacia aquí, eso los alejara de nuestro destino —. Sin esperar si Jonathan estaba listo o no comenzó a caminar, debían aprovechar ese momento para no encontrarse con más marines adelante.
Se encontraban muy cerca de su nuevo objetivo como para dar pie atrás ahora, el inicio de la misión fue confuso por la poca información que tenían ambos respecto a que tenían que hacer pero ahora poseían por lo menos un objetivo en común el cual seguir, llevarse el tesoro a casa. Siguieron caminando durante unos 10 minutos aproximadamente sin encontrarse con ningún otro grupo de marines, posiblemente estuvieran revisando la zona de dónde provino el grito o viendo lo que ocurrió más abajo con la tienda que se encontraba incendiándose.
Ninguno de los dos hacia su movimiento esperando que el otro se moviera primero, ante ese gesto Ray empuña otra de sus armas usando esta vez dos Katanas, una por cada mano. Tratando de aprovechar ese momento el marine se adelantó tratando de herir al revolucionario con un movimiento de su espada de arriba hacia abajo, ataque que fue esquivado por el pelirrojo con la Katana que sostenía con su mano derecha colocándola en horizontal entretanto con su Katana libre da un estoque hacia el pecho del marine quien no puede esquivarlo cayendo al suelo escupiendo sangre al instante. Sobre lo que sentía en esos momentos lo podía describir como una sensación en especial, era tan poco el respeto que poseía sobre los marines que le daba igual lo que les podría ocurrir.
Una vez terminado ese pequeño intercambio de golpes miro a su compañero para ver cómo se encontraba, viendo que también había terminado su encuentro sin mayores problemas. Guardo las Katanas que uso en su funda con un rápido movimiento para limpiar la sangre que quedo en ellas — Debemos seguir adelante para encontrar el tesoro —, observo el cuerpo del otro marine que combatió contra el rubio — El grito hará que vengan hacia aquí, eso los alejara de nuestro destino —. Sin esperar si Jonathan estaba listo o no comenzó a caminar, debían aprovechar ese momento para no encontrarse con más marines adelante.
Se encontraban muy cerca de su nuevo objetivo como para dar pie atrás ahora, el inicio de la misión fue confuso por la poca información que tenían ambos respecto a que tenían que hacer pero ahora poseían por lo menos un objetivo en común el cual seguir, llevarse el tesoro a casa. Siguieron caminando durante unos 10 minutos aproximadamente sin encontrarse con ningún otro grupo de marines, posiblemente estuvieran revisando la zona de dónde provino el grito o viendo lo que ocurrió más abajo con la tienda que se encontraba incendiándose.
Ray Kazaragi
Hoja de personaje
Nivel:
(30/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Jonathan Wayland Sáb Abr 16, 2016 11:43 pm
Al ver como su compañero revolucionario acababa con su oponente, dejándolo desplomado sobre la fría arena bajo ellos, cayó en la cuenta de que no parecían precisamente revolucionarios en ese momento. Por el contrario, se asimilaban más a aquellos intentos de seres sociales, los piratas, en una carrera contra el tiempo por la propiedad de un tesoro que sería propiedad del primero que pudiera salir con vida de la isla con el mismo bajo su protección. ¿Acaso eso era lo correcto? ¿Qué los diferenciaba de aquellos vulgares que poco aprecio le tenían a las vidas y propiedades ajenas? Suspiró en seco, imitando el movimiento de las espadas ajenas, limpiando la sangra de su propia arma, antes de guardarla en su correspondiente lugar.
Sin mediar palabra alguna, Jonathan retomó camino, justo detrás del pelirrojo que ahora tomaba la dirección de la misión. El trayecto mismo fue sumamente silencioso, pues ambos parecían estar al tanto de su entorno, buscando sentir alguna presencia. Nada. Aquella habilidad de la que ambos disponían no parecía activarse, lo que indicaba que estaban bien, ¿no? La ausencia de marines en los alrededores podía indicar que habían caído en la trampa de la carpa en llamas, o quizá habían ido a investigar la zona del grito. Como sea, toda distracción a favor de ambos era bien recibida.
Los 10 minutos de trayecto volaron en un santiamén, para cuando llegaron a una gran cueva, formada por la acción del romper de las olas contra las rocas que formaban aquel acantilado sobre ellos. El agua se deslizaba tímidamente hacía su interior, como un río descendiendo por una colina poco empinada. Se podía sentir la humedad en su interior, como también el golpe de las gotas que descendían de los techos hacía el suelo, produciendo un molesto eco para los oídos mortales. Jonathan fue el primero en adentrarse, procurando tomar suma precaución de no resbalarse y quedar como un idiota.
-Esto es todo lo que quedó.- Comentó luego de un rato, cargando dos bolas llenas de joyas y monedas de oro. Detrás de él se podía apreciar un fino rastro de monedas de oro que resplandecían por acción de los rayos del sol que se filtraban por la entrada a ese intento de caverna. –Parece que el tesoro era demasiado grande para llevar, al menos no nos iremos con las manos vacías.- Extendió una de las bolsas hasta el revolucionario junto a él, mientras su corazón palpitaba como una máquina. ¿Acaso así se sentían los piratas al encontrar grandes cantidades de oro, joyas y tesoros? No era un sentimiento desagradable… Por el contrario, era agradable, excitante. –Supongo que nada nos queda por hacer, vamos.- Retomando el rol de líder, con una sonrisa nada disimulable, se dirigió a la salida, listo para volver “a casa”.
Sin mediar palabra alguna, Jonathan retomó camino, justo detrás del pelirrojo que ahora tomaba la dirección de la misión. El trayecto mismo fue sumamente silencioso, pues ambos parecían estar al tanto de su entorno, buscando sentir alguna presencia. Nada. Aquella habilidad de la que ambos disponían no parecía activarse, lo que indicaba que estaban bien, ¿no? La ausencia de marines en los alrededores podía indicar que habían caído en la trampa de la carpa en llamas, o quizá habían ido a investigar la zona del grito. Como sea, toda distracción a favor de ambos era bien recibida.
Los 10 minutos de trayecto volaron en un santiamén, para cuando llegaron a una gran cueva, formada por la acción del romper de las olas contra las rocas que formaban aquel acantilado sobre ellos. El agua se deslizaba tímidamente hacía su interior, como un río descendiendo por una colina poco empinada. Se podía sentir la humedad en su interior, como también el golpe de las gotas que descendían de los techos hacía el suelo, produciendo un molesto eco para los oídos mortales. Jonathan fue el primero en adentrarse, procurando tomar suma precaución de no resbalarse y quedar como un idiota.
-Esto es todo lo que quedó.- Comentó luego de un rato, cargando dos bolas llenas de joyas y monedas de oro. Detrás de él se podía apreciar un fino rastro de monedas de oro que resplandecían por acción de los rayos del sol que se filtraban por la entrada a ese intento de caverna. –Parece que el tesoro era demasiado grande para llevar, al menos no nos iremos con las manos vacías.- Extendió una de las bolsas hasta el revolucionario junto a él, mientras su corazón palpitaba como una máquina. ¿Acaso así se sentían los piratas al encontrar grandes cantidades de oro, joyas y tesoros? No era un sentimiento desagradable… Por el contrario, era agradable, excitante. –Supongo que nada nos queda por hacer, vamos.- Retomando el rol de líder, con una sonrisa nada disimulable, se dirigió a la salida, listo para volver “a casa”.
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