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Creado por Haine Van Gogh. Dom Mayo 29, 2016 7:21 am
El sonido de las aves era distante, bajando como eco por aquellas escaleras y resonando en el interior del almacén de aquel barco. Mi cuerpo estaba completamente frio, a pesar de que estaba envuelto en aquel ropaje y sudaba como un minero bajo presión. La verdad es que aun podía sentir el frio invernal de la anterior isla, el mismo que tuve que aguantar por más de cinco días, hasta que por fin pude salir de ahí con la ayuda de unos mercantes. Abrí los ojos con lentitud, observando a aquel niño de voz chillona que me hablaba, pues no eran aves las que había escuchado antes, sino este crio que no paraba de hacerme preguntas desde que subí al barco. El niño tenía un juego muy extraño con mis cosas, lograba escurrir sus manos en mí y quitarme mis pertenencias mientras dormía para luego esconderlas, siendo este día uno igual al de hace tres. Tal vez no quise frenar este juego desde el primer día, ya que en realidad no tenía nada más de interés que hacer que charlar desenfrenadamente con el mismo.
El rostro medio asustado del niño intentaba decirme algo que no entendía, hasta que se pudo calmar y decirme a detalle lo que había hecho según su juego y el resultado del mismo. Además de chillón, era muy tonto el chico, quien había ocultado mi preciada espada en uno de los barriles de mercancía los cuales ya no estaban en el barco. Hace dos horas o más que habían desembarcado y todos los barriles han de encontrarse camino a distintos locales de la isla. Así fue que desembarque a toda marcha del barco, despidiéndome casi en un parpado con palabras inentendibles, mas no podía parar de imaginar a mi padre reprochándome tal descuido y dándome un sermón reprobatorio de mi descarada confianza. Ante todo los demás no paraba de pensar en donde habrá parado mi espada, y si ya la había tomado alguien más, esa era la cuestión.
Ya saliendo de la bahía y logrado escuchar masomenos la dirección que tomo cada distribución de cargas, pues iría de izquierda a derecha, siendo la más cercana la de la izquierda ya que habían salido hace tan solo diez minutos. Vestía entonces con aquella extravagante túnica roja con capucha, cubriendo mi cabeza con la capucha para así quedar irreconocible. Algo estúpido, ya que si existía una wanted con mi nombre seguro el detalle más grande que ha de tener es mi vestimenta, en especial la gran prenda roja que me distinguía. Aunque por los momentos no era de esperarse gran sorpresa por el resto de habitantes, hasta podría decir que mi presencia era ignorada como un extranjero más para la isla.
Logrando alcanzar a los hombres que cargaban los barriles de frutas, legumbres y hasta algún que otro pescado no dude en detenerles, explicándoles la situación y estos al acceder el abrir los barriles pude ver que en ninguno de ellos estaba mi espada. Cosa más desesperante, como cuando una madre pierde de vista a su hijo. Entre dientes dije alguna que otra maldición, pues no creí parar en esta situación. Otra vez tendría que salir corriendo hacia la otra dirección en la que fue el grupo restante, así mismo me indicaron que camino tomar y a diferencia del anterior grupo este ya había llegado al local donde debían entregar la mercancía. Cese mi paso para tomar algo de aire, comenzando a caminar de forma serena y lenta para no levantar sospechas o que creyesen lo peor.
Acomode aquella túnica rojiza, para no parecer un desquiciado en busca de algo indeseado. Simultáneamente que los hombres de aquel mercader entraban con los barriles al restaurant, igual lo hacía yo esta vez dirigiéndome hacia la zona que entraba a la cocina, caminando con naturalidad como si trabajase con estos últimos. Más cuando vi que aquel hombre fornido que resguardaba con recelo la cocina empezó a mirarme dudoso, solo di por arruinado el plan y decidí sentarme en una mesa cercana. Aguardando el momento perfecto cuando alguien dentro dijese “¿Y esta espada dentro del barril de…?” y entraría como un loco dando patadas, tomando así lo que es mío y huyendo del lugar como alma que lleva el diablo. Lo único que obstaculizaba mi impulsivo plan era qué el hombre fornido parecía vigilarme y custodiar la puerta sin intención de marcharse, entonces podría necesitar un poco de ayuda o recurrir realmente a la fuerza.
Ahí estaba, aguardando el momento perfecto, mientras ocultaba mi rostro bajo la sombra de mi capucha. Entonces… ¿El momento cuando seria?
El rostro medio asustado del niño intentaba decirme algo que no entendía, hasta que se pudo calmar y decirme a detalle lo que había hecho según su juego y el resultado del mismo. Además de chillón, era muy tonto el chico, quien había ocultado mi preciada espada en uno de los barriles de mercancía los cuales ya no estaban en el barco. Hace dos horas o más que habían desembarcado y todos los barriles han de encontrarse camino a distintos locales de la isla. Así fue que desembarque a toda marcha del barco, despidiéndome casi en un parpado con palabras inentendibles, mas no podía parar de imaginar a mi padre reprochándome tal descuido y dándome un sermón reprobatorio de mi descarada confianza. Ante todo los demás no paraba de pensar en donde habrá parado mi espada, y si ya la había tomado alguien más, esa era la cuestión.
Ya saliendo de la bahía y logrado escuchar masomenos la dirección que tomo cada distribución de cargas, pues iría de izquierda a derecha, siendo la más cercana la de la izquierda ya que habían salido hace tan solo diez minutos. Vestía entonces con aquella extravagante túnica roja con capucha, cubriendo mi cabeza con la capucha para así quedar irreconocible. Algo estúpido, ya que si existía una wanted con mi nombre seguro el detalle más grande que ha de tener es mi vestimenta, en especial la gran prenda roja que me distinguía. Aunque por los momentos no era de esperarse gran sorpresa por el resto de habitantes, hasta podría decir que mi presencia era ignorada como un extranjero más para la isla.
Logrando alcanzar a los hombres que cargaban los barriles de frutas, legumbres y hasta algún que otro pescado no dude en detenerles, explicándoles la situación y estos al acceder el abrir los barriles pude ver que en ninguno de ellos estaba mi espada. Cosa más desesperante, como cuando una madre pierde de vista a su hijo. Entre dientes dije alguna que otra maldición, pues no creí parar en esta situación. Otra vez tendría que salir corriendo hacia la otra dirección en la que fue el grupo restante, así mismo me indicaron que camino tomar y a diferencia del anterior grupo este ya había llegado al local donde debían entregar la mercancía. Cese mi paso para tomar algo de aire, comenzando a caminar de forma serena y lenta para no levantar sospechas o que creyesen lo peor.
Acomode aquella túnica rojiza, para no parecer un desquiciado en busca de algo indeseado. Simultáneamente que los hombres de aquel mercader entraban con los barriles al restaurant, igual lo hacía yo esta vez dirigiéndome hacia la zona que entraba a la cocina, caminando con naturalidad como si trabajase con estos últimos. Más cuando vi que aquel hombre fornido que resguardaba con recelo la cocina empezó a mirarme dudoso, solo di por arruinado el plan y decidí sentarme en una mesa cercana. Aguardando el momento perfecto cuando alguien dentro dijese “¿Y esta espada dentro del barril de…?” y entraría como un loco dando patadas, tomando así lo que es mío y huyendo del lugar como alma que lleva el diablo. Lo único que obstaculizaba mi impulsivo plan era qué el hombre fornido parecía vigilarme y custodiar la puerta sin intención de marcharse, entonces podría necesitar un poco de ayuda o recurrir realmente a la fuerza.
Ahí estaba, aguardando el momento perfecto, mientras ocultaba mi rostro bajo la sombra de mi capucha. Entonces… ¿El momento cuando seria?
Haine Van Gogh.
Hoja de personaje
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(1/100)
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Creado por Sinbad Lun Mayo 30, 2016 3:35 pm
El experimentado hombre de mar llamado Sinbad acababa de llegar a Miqueot, una de esas ostentosas islas cercanas a su reino de Lvneel. Como siempre, quien ahora era un criminal miembro de la armada revolucionaria, vestía ostentosa ropa y joyas valiosas que no le hacían aparentar ser un criminal sino más bien alguien de alcurnia, lo cual era correcto. En el barco que viajó y surco parte del North Blue para llegar era de mercaderes, sin lugar a duda había tenido buenas conversaciones de negocios con ellos y les había hecho promesas vacías de jugosas donde aparentemente ellos salían ganando, la idea de esto no era negocios con él musculoso y valeroso marinero era mandarlos con su familia que pese a que los había abandonado nunca estaba de más mandarle presas, su familia era poderoso pero siempre esperaba que lo fueran más. "Cuando sea respetado por mis actos en el campo marítimo y les demuestre al mundo quien soy regresare por mi patria, será más libre que ninguna y poco a poco el mundo será así" pensaba a manera soñadora al respecto de su futuro, realmente era confiado en sus acciones y su egocentrismo, algo muy característico, le hacía creer ser el único protagonista de la vida.
Antes de bajar del barco se había quedado hablando un poco más con esos comerciantes, habían caído redondos en sus propuestas y esperaban ir a su reino por negocios después de su paso por el vino de ese lugar. El alto pelimorado que cargaba una alfombra muy larga donde guardaba su lanza y su hoz observó a un tipo de capucha roja que despertaba, aún seguía en el barco pese a que habían arribado al puerto hace bastante "Probablemente sea un buen tipo que estaba cansado, me recuerda a mi dormilón hermano" la nostalgia se apoderaba de él. El tipo de vestimenta rojiza. Mientras se despedía de sus falsos amigos el joven hombre parecía algo desesperado tratando de ir por los ultimos barriles que estaban transportando. El revolucionario se dirigia a darse un buen almuerzo y ese tipo corría justo delante suyo mientras avanzaba con sus armas en su hombro, camufladas en su larga alfombra y algunos aparentes productos para vender que no eran más que el característico engaño de sus viajes. Entró al mismo local que el del pálido joven, ciertamente había capturado su atención.
Una vez dentro del local vio al tipo que parecía preocupado, sin miedo a nada y con un exceso de confianza se sentó en la misma mesa y le dijo -Desde que te despertaste en el barco pareces alterado ¿Necesitas ayuda en algo? amigo- simplemente así era Sinbad, el tipo podía estar planeando una matanza y a él le daban ganas de ayudarle por un leve antojo, solo porque se parecía a su hermano, solo porque estaba aburrido, solo porque se le ocurrió. Su espontaneidad en la vida eran tanto virtud como defecto pero para quien cargaba con muchas joyas siempre le parecía que cualquier acto hecho o persona podía ser una perla más en su camino.
Antes de bajar del barco se había quedado hablando un poco más con esos comerciantes, habían caído redondos en sus propuestas y esperaban ir a su reino por negocios después de su paso por el vino de ese lugar. El alto pelimorado que cargaba una alfombra muy larga donde guardaba su lanza y su hoz observó a un tipo de capucha roja que despertaba, aún seguía en el barco pese a que habían arribado al puerto hace bastante "Probablemente sea un buen tipo que estaba cansado, me recuerda a mi dormilón hermano" la nostalgia se apoderaba de él. El tipo de vestimenta rojiza. Mientras se despedía de sus falsos amigos el joven hombre parecía algo desesperado tratando de ir por los ultimos barriles que estaban transportando. El revolucionario se dirigia a darse un buen almuerzo y ese tipo corría justo delante suyo mientras avanzaba con sus armas en su hombro, camufladas en su larga alfombra y algunos aparentes productos para vender que no eran más que el característico engaño de sus viajes. Entró al mismo local que el del pálido joven, ciertamente había capturado su atención.
Una vez dentro del local vio al tipo que parecía preocupado, sin miedo a nada y con un exceso de confianza se sentó en la misma mesa y le dijo -Desde que te despertaste en el barco pareces alterado ¿Necesitas ayuda en algo? amigo- simplemente así era Sinbad, el tipo podía estar planeando una matanza y a él le daban ganas de ayudarle por un leve antojo, solo porque se parecía a su hermano, solo porque estaba aburrido, solo porque se le ocurrió. Su espontaneidad en la vida eran tanto virtud como defecto pero para quien cargaba con muchas joyas siempre le parecía que cualquier acto hecho o persona podía ser una perla más en su camino.
Sinbad
Hoja de personaje
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(13/100)
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Creado por Haine Van Gogh. Mar Mayo 31, 2016 8:10 am
Estando tan concentrando en el momento exacto para ejecutar mi bárbaro plan, fui interrumpido con la presencia de alguien más, interrumpiendo mi vista hacia la entrada a la cocina con su rostro. Abrí los ojos con cierto asombro, hasta de no ser por aquella vestimenta holgada que traía encima se fuese visto un pequeño retroceso por mi parte en la silla. Era un hombre muy bien vestido, con cierto gusto por la moda muy peculiar, siendo dinero andante con tantas joyas y una actitud ciertamente rara. Aunque como llego al lugar resulto de manera aleatoria y sabiendo lo que hice hasta hace un rato, sabría con certeza que venía en el mismo barco que yo y hasta puede que me haya seguido. Inhale aire con suavidad antes de responderle.
– Tal vez si lo necesite, veras un tripulante muy molesto de aquel barco escondió mi espada en un barril. Revise los otros y no está, así que aquí esta. – Decía con tanta naturalidad, como si fuese la mera verdad lo que estaba diciendo y ciertamente así era, omitiendo el pequeño detalle que era el crio de uno de los tripulantes del barco. – Entonces, señor misterioso de joyas lindas. ¿Cree poder ayudarme sin recibir nada a cambio? – Directo, como la punta de una flecha hacia su presa inmóvil. No tenía dinero para ofrecerle a cambio de su ayuda y en caso de que este no accediese a ayudarme pues ya tenía un plan magnifico, sabiendo con exactitud que aquel hombre inmenso vendría a controlar la situación.
Antes, pude inclinarme un poco hacia la derecha, viendo con disimulo como aquel hombre se mantenía vigilando la situación. Nuestra ventaja era que no era de algún ente público de la isla, así que podría ser solo otro matón mas del montón, aunque viendo al tipo de la caja; uno pequeño, casi pelón y rechonchito. Ese era el problema, pues de seguro seria lo suficientemente cobarde como para llamar a la marine en caso de algún revuelo. Cosa misma que ni su sobrepeso le impediría hacer.
Volviendo a ver a aquel hombre peliazul, quien aún parecía dispuesto a acceder y entonces escuchando lo que tendría que decir para mí sabría qué plan hacer. Sin más miramientos, baje un poco la capucha hacia atrás, para que mi rostro fuese más visible y no le diese la sensación al otro de que hablaba con la “pared”. Bajo la capucha se podía ver un rostro normal sin imperfección alguna como cicatriz, lunar u otro. Cejas finas y cabello oscuro, casi confundible entre negro o marrón oscuro y lo que más se veía tras aquellos ojos afilados era una sonrisa leve y curiosa en su boca. Sentía curiosidad, curiosidad de saber que le impulsaba en ayudarme y preguntarle así a la primera sería muy aburrido, entonces todo esto se había vuelto un grandioso juego de estrategias.
-Mi nombre es, Mukushi. ¿Y tú eres? -
– Tal vez si lo necesite, veras un tripulante muy molesto de aquel barco escondió mi espada en un barril. Revise los otros y no está, así que aquí esta. – Decía con tanta naturalidad, como si fuese la mera verdad lo que estaba diciendo y ciertamente así era, omitiendo el pequeño detalle que era el crio de uno de los tripulantes del barco. – Entonces, señor misterioso de joyas lindas. ¿Cree poder ayudarme sin recibir nada a cambio? – Directo, como la punta de una flecha hacia su presa inmóvil. No tenía dinero para ofrecerle a cambio de su ayuda y en caso de que este no accediese a ayudarme pues ya tenía un plan magnifico, sabiendo con exactitud que aquel hombre inmenso vendría a controlar la situación.
Antes, pude inclinarme un poco hacia la derecha, viendo con disimulo como aquel hombre se mantenía vigilando la situación. Nuestra ventaja era que no era de algún ente público de la isla, así que podría ser solo otro matón mas del montón, aunque viendo al tipo de la caja; uno pequeño, casi pelón y rechonchito. Ese era el problema, pues de seguro seria lo suficientemente cobarde como para llamar a la marine en caso de algún revuelo. Cosa misma que ni su sobrepeso le impediría hacer.
Volviendo a ver a aquel hombre peliazul, quien aún parecía dispuesto a acceder y entonces escuchando lo que tendría que decir para mí sabría qué plan hacer. Sin más miramientos, baje un poco la capucha hacia atrás, para que mi rostro fuese más visible y no le diese la sensación al otro de que hablaba con la “pared”. Bajo la capucha se podía ver un rostro normal sin imperfección alguna como cicatriz, lunar u otro. Cejas finas y cabello oscuro, casi confundible entre negro o marrón oscuro y lo que más se veía tras aquellos ojos afilados era una sonrisa leve y curiosa en su boca. Sentía curiosidad, curiosidad de saber que le impulsaba en ayudarme y preguntarle así a la primera sería muy aburrido, entonces todo esto se había vuelto un grandioso juego de estrategias.
-Mi nombre es, Mukushi. ¿Y tú eres? -
Haine Van Gogh.
Hoja de personaje
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Creado por Laytov Mar Mayo 31, 2016 1:30 pm
El pirata surcaba el camino de aquellas tierras con soltura, con calma trabajando como era propio en él ¿Trabajar? En efecto, gajes del oficio que ejecutaba para mantener su identidad oculta. Tener precio por su cabeza hacía que las personas le quisieran atrapar, matar, violar. Ahora actuaba como un simple repartido de comida. Siempre llevaba las cajas con calma sobre un hombro dejando que la zurda siempre recorriera el mango de su tan afamada arma, su espada. Su postura era la propia de un samurái que poseía un control absoluto sobre la esgrima japonesa. Muchos optaron por robarle pensando que un simple repartidor no era nadie mas así encontraron su final, no muerte pues llamar la atención sería malo para un fugitivo, estos que osaban atacarle terminaron en el mar o en botes mercantes alejados de aquella isla para que evitaran sacar a la luz su verdadera naturaleza. Que Lay poseyera un papel era también algo digno de un verdadero actor, su forma de hablar a su superior en aquella tienda de comida a domicilio era capaz de estremecer a todo aquel que le escuchara. Simples monosílabos que se resumían en la forma de entablar una conversación corta con el fin de no levantar sospechas y ganarse la confianza de todos.
“Sí señor, no señor, enseguida señor” palabras sin sentido que se veían forzadas a mantener su mente en fijo y dolor constante cuando deseaba febrilmente salir de aquel lugar, escapar de la sociedad, ponerse bajo la lluvia y sentirse vivo. Casualidades que el destino da juego pues aquel día llovía, lluvia fina, casi imperceptible para el ojo humano mas su vida le obligaba a mantener la responsabilidad quedando así con un paraguas bajo aquel puerto de comida. Trajeado, bien vestido pues era algo imprescindible para ser parte de aquella compañía de comida, el joven Lay quedaba en la entrada mientras pensaba en lo aburrido que sería su día, el transcurso de la mañana no había mejorado lo más mínimo y los planes para aquella noche no sería mejores. – Vaya día… - expresó mientras abría la puerta de salida al exterior donde la lluvia era lo único que mostraba la vida y el cambio, algo triste pues en temas de agonía, este efecto meteorológico era el menos recomendado-. Vestido de negro, el pirata surcó el camino bajo la lluvia hasta adentrarse en un sitio donde refugiarse mientras no tenía otro encargo. Cuando dos siluetas llamaron su atención, el moreno ya se encontraba demasiado cerca para ocultar su presencia.
– Esto… ¿Qué hacéis aquí? –preguntaba mientras señalaba a los dos hombres-. Se encontraban sentados en una mesa cerca de la cocina, nada sospechoso pero peculiar tratándose de una hora donde las personas no entraban. - ¿Sinbad? -preguntó sin perder de vista al otro hombre-. Aquel hombre ya había intercambiado un pasado con nuestro pirata.
“Sí señor, no señor, enseguida señor” palabras sin sentido que se veían forzadas a mantener su mente en fijo y dolor constante cuando deseaba febrilmente salir de aquel lugar, escapar de la sociedad, ponerse bajo la lluvia y sentirse vivo. Casualidades que el destino da juego pues aquel día llovía, lluvia fina, casi imperceptible para el ojo humano mas su vida le obligaba a mantener la responsabilidad quedando así con un paraguas bajo aquel puerto de comida. Trajeado, bien vestido pues era algo imprescindible para ser parte de aquella compañía de comida, el joven Lay quedaba en la entrada mientras pensaba en lo aburrido que sería su día, el transcurso de la mañana no había mejorado lo más mínimo y los planes para aquella noche no sería mejores. – Vaya día… - expresó mientras abría la puerta de salida al exterior donde la lluvia era lo único que mostraba la vida y el cambio, algo triste pues en temas de agonía, este efecto meteorológico era el menos recomendado-. Vestido de negro, el pirata surcó el camino bajo la lluvia hasta adentrarse en un sitio donde refugiarse mientras no tenía otro encargo. Cuando dos siluetas llamaron su atención, el moreno ya se encontraba demasiado cerca para ocultar su presencia.
– Esto… ¿Qué hacéis aquí? –preguntaba mientras señalaba a los dos hombres-. Se encontraban sentados en una mesa cerca de la cocina, nada sospechoso pero peculiar tratándose de una hora donde las personas no entraban. - ¿Sinbad? -preguntó sin perder de vista al otro hombre-. Aquel hombre ya había intercambiado un pasado con nuestro pirata.
Última edición por Laytov el Miér Jun 01, 2016 12:12 pm, editado 1 vez
Laytov
Hoja de personaje
Nivel:
(3/100)
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Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Harlock Mar Mayo 31, 2016 3:38 pm
Días, semanas, meses, tal vez incluso un año era lo que ya había pasado desde el día que había despertado en un hospital raro, sin recuerdos y echo un "cyborg" o al menos así es como me había llamado el doctor cuando le pregunte lo que yo era, pues, a simple vista era una persona normal aunque por dentro, bueno, por dentro literalmente lo único que tenía era una combinación de materia orgánica e inorgánica.
Por suerte para mí, mi tiempo no fue mal ocupado pues, durante todo este tiempo estuve buscando incesantemente un objetivo, o más bien a una "persona", una la cual no recordaba más que con leves detalles aunque, a veces, solo a veces me ponía a pensar si la persona que buscaba era yo mismo pues, el ropaje que siempre llevaba era muy parecido a la ropa de la persona que a duras penas podía recordar. Tal vez lo único que me quitaba esas ideas era que, justo antes de partir del hospital, el doctor me dijo que alguien había pagado todo y me había dejado un objeto para luego devolver, pero, ¿Podría ser una trampa? sinceramente no me importaba mucho, para mí era más que suficiente saber que esa persona sabia mi pasado, tan solo necesitaba encontrarla para poder conocer todas las preguntas a las preguntas que azotaban en lo que quedaba de mi cerebro.
A pesar de que cada una de las era más difícil que el anterior, había logrado resolverlas, algunas con mucha rapidez y otras con incluso semanas vagando en islas solo para encontrar pequeñas frases que solo, si eran bien estudiadas, podían revelar el nombre de la siguiente isla o lugar al que debía ir. Por suerte para mí, durante todo mi transcurso, había logrado sobrevivir gracias a pequeños trabajos que hacia constantemente ya sea para ganar dinero o pasaje y comida hacia la siguiente isla.
Esta vez tal vez el destino estaba a mi favor pues, con una gran rapidez, tras resolver un acertijo en un mapa echo entre un montículo de nieve, pude llegar hasta la isla donde ahora me encontraba, pero ¿Cómo había logrado llegar tan rápido desde una isla invernal? fácil, me había junto con algunos viajeros que pasaban por el lugar los cuales, con tan solo dialogar un rato, me dejaron ir con ellos pues, uno parecía ser un cocinero de la isla a la que quería ir, el único detalle era que debía trabajar con el cocinero arreglando uno que otro problema en la cocina.
Con un rápido viaje sin descanso, llegue a altas horas de la madrugada al lugar para empezar a cumplir mi parte del trato, por suerte para mí no tarde más que unas pocas horas en terminar todo lo que debía hacer para empezar mi búsqueda por el siguiente acertijo aunque, por culpa del mal clima no tuve otra opción mas que quedarme en la cocina en lo que la lluvia bajaba.
Claro estaba que para ganarme un par de monedas decidí ayudar al cocinero que acompañaba para acomodar un par de barriles de alimentos que no tenían más que minutos de a ver llegado, por suerte mi papel momentáneo solo era acomodar los barriles y abrirlos para que los demás cocineros empezaran a sacar las cosas aunque, cuando me dispuse a abrir uno me di cuenta de una cosa, una extraña espada se encontraba dentro de este pero, al verla de cerca, un fuerte dolor de cabeza me golpeo sin piedad alguna junto con unos muy vagos recuerdos de a ver visto esa arma antes. Como era de esperarse, mi pequeña reacción alerto a varios cocineros los cuales, sin pensarlo le hablaron a un sujeto bastante grande para que me auxiliara de mala gana, aunque gracias a que no duro mucho el dolor, pude esconder la espada entre mis ropajes para solo salir por la puerta principal acompañado del sujeto grande el cual "generosamente" me dejo en entrada del lugar, por no decir que me había empujado hasta haya, provocando que no lograra ver a nadie de los comensales que se encontraban adentro.
No obstante cuando ya me encontraba en la entrada, yo únicamente me dispuse a caminar entre la lluvia mientras sacaba a la luz esa extraña espada para buscar el acertijo que necesitaba resolver para encontrar a la persona que buscaba pues, esa era la primera vez que encontraba un arma como acertijo.
Por suerte para mí, mi tiempo no fue mal ocupado pues, durante todo este tiempo estuve buscando incesantemente un objetivo, o más bien a una "persona", una la cual no recordaba más que con leves detalles aunque, a veces, solo a veces me ponía a pensar si la persona que buscaba era yo mismo pues, el ropaje que siempre llevaba era muy parecido a la ropa de la persona que a duras penas podía recordar. Tal vez lo único que me quitaba esas ideas era que, justo antes de partir del hospital, el doctor me dijo que alguien había pagado todo y me había dejado un objeto para luego devolver, pero, ¿Podría ser una trampa? sinceramente no me importaba mucho, para mí era más que suficiente saber que esa persona sabia mi pasado, tan solo necesitaba encontrarla para poder conocer todas las preguntas a las preguntas que azotaban en lo que quedaba de mi cerebro.
A pesar de que cada una de las era más difícil que el anterior, había logrado resolverlas, algunas con mucha rapidez y otras con incluso semanas vagando en islas solo para encontrar pequeñas frases que solo, si eran bien estudiadas, podían revelar el nombre de la siguiente isla o lugar al que debía ir. Por suerte para mí, durante todo mi transcurso, había logrado sobrevivir gracias a pequeños trabajos que hacia constantemente ya sea para ganar dinero o pasaje y comida hacia la siguiente isla.
Esta vez tal vez el destino estaba a mi favor pues, con una gran rapidez, tras resolver un acertijo en un mapa echo entre un montículo de nieve, pude llegar hasta la isla donde ahora me encontraba, pero ¿Cómo había logrado llegar tan rápido desde una isla invernal? fácil, me había junto con algunos viajeros que pasaban por el lugar los cuales, con tan solo dialogar un rato, me dejaron ir con ellos pues, uno parecía ser un cocinero de la isla a la que quería ir, el único detalle era que debía trabajar con el cocinero arreglando uno que otro problema en la cocina.
Con un rápido viaje sin descanso, llegue a altas horas de la madrugada al lugar para empezar a cumplir mi parte del trato, por suerte para mí no tarde más que unas pocas horas en terminar todo lo que debía hacer para empezar mi búsqueda por el siguiente acertijo aunque, por culpa del mal clima no tuve otra opción mas que quedarme en la cocina en lo que la lluvia bajaba.
Claro estaba que para ganarme un par de monedas decidí ayudar al cocinero que acompañaba para acomodar un par de barriles de alimentos que no tenían más que minutos de a ver llegado, por suerte mi papel momentáneo solo era acomodar los barriles y abrirlos para que los demás cocineros empezaran a sacar las cosas aunque, cuando me dispuse a abrir uno me di cuenta de una cosa, una extraña espada se encontraba dentro de este pero, al verla de cerca, un fuerte dolor de cabeza me golpeo sin piedad alguna junto con unos muy vagos recuerdos de a ver visto esa arma antes. Como era de esperarse, mi pequeña reacción alerto a varios cocineros los cuales, sin pensarlo le hablaron a un sujeto bastante grande para que me auxiliara de mala gana, aunque gracias a que no duro mucho el dolor, pude esconder la espada entre mis ropajes para solo salir por la puerta principal acompañado del sujeto grande el cual "generosamente" me dejo en entrada del lugar, por no decir que me había empujado hasta haya, provocando que no lograra ver a nadie de los comensales que se encontraban adentro.
No obstante cuando ya me encontraba en la entrada, yo únicamente me dispuse a caminar entre la lluvia mientras sacaba a la luz esa extraña espada para buscar el acertijo que necesitaba resolver para encontrar a la persona que buscaba pues, esa era la primera vez que encontraba un arma como acertijo.
Harlock
Hoja de personaje
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Creado por Sinbad Miér Jun 01, 2016 2:20 am
Sinbad lo miraba con plena confianza y al escuchar lo que le había sucedido le a había generado cierta intriga y el trato del tipo de la capucha roja era amable. Liberó su rostro de las sombres y parecía alguien bastante calmado como para usar armas. Pero el experimentado marinero de varios mares sabía que esas apariencias podían ser de las más letales y le dijo -La verdad de primera entrada pareces de los tipos que me caen bien, yo he sido un mitómano de toda la vida y tus palabras suenan justamente a algo que yo diría. Supongo que ayudar a alguien igual a mi retribuirá un poco de karma – decía con una sonrisa inconfundible de verdadero buen ánimo, ganas de ayudar y porque no causar un poco de revuelo y estragos.
Justo cuando iba a decir un nombre falso como Sigmund, o Suley, solía siempre usar algunos con la S para no confundirse en caso de un descuido. Cuando escuchó un revelador -Sinbad- volvió a ver con cierta esperanza de que no fuese nadie del reino de Lvneel, por suerte era Laytov un pirata con el que se había encontrado en el pasado y habían entablado una buena amistad de marineros, de esos que navegaban y blandían la espada solo por el placer de medirse ante un similar.
El revolucionario tomó un momento y le dijo a quien acompañaba -Disculpa un momento- se levantó y saludo -Laytov, tanto tiempo amigo ¿Qué tal el camino de la espada?- volvía a mirar a Mukushi y le decía -Como ya escuchaste mi nombre es Sinbad, este es Laytov, un viejo amigo y apuesto que estará interesado en ayudar con tu pequeña misión y probablemente en mucho más en esta isla- le daba una palmada en la espalda a Laytov mientras se sentaba y le decía -Todos juntos podemos causar grandes estragos en esta isla- sonreía de nuevo pero esta vez con cierta malicia y una mirada que ardía en ganas de comerse el mundo, pero esta vez solo era la isla.
Mientras le explicaban el leve altercado para recuperar la espada de su nuevo amigo pálido a Laytov decía - La verdad podríamos idear un plan sigiloso pero propongo causar revuelo, uno de nosotros tapa la entrada Laytov ya que tienes un arma a mano, yo podría acercarse al otro matón y tumbarlo y Mukushi tu te acercas amablemente al tipo de la caja y apenas puedas lo tomas por el cuello y le amenazas de muerte. No hace falta que le saques ningún arma, se nota a leguas que es un típico miedoso- gesticulaba un poco con las manos las direcciones donde cada uno se ubicaría -Una vez la situación este bajo nuestro control asaltamos el local y a todos los presentes, este lugar destaca por su fineza y los presentes no se quedan atrás - acaba sus ideas corriendo sus cabello con un leve movimiento de mano y cuello, se recostaba mejor en su asiento -Cualquier comentario siéntanse libres de opinar, me gusta escuchar a mis futuros compañeros de la pequeña diversión que se viene en momentos y nada mejor que un plan en el que todos esten conformes- estiraba un poco su par de brazos mientras entrecruzaba los dedos.
Justo cuando iba a decir un nombre falso como Sigmund, o Suley, solía siempre usar algunos con la S para no confundirse en caso de un descuido. Cuando escuchó un revelador -Sinbad- volvió a ver con cierta esperanza de que no fuese nadie del reino de Lvneel, por suerte era Laytov un pirata con el que se había encontrado en el pasado y habían entablado una buena amistad de marineros, de esos que navegaban y blandían la espada solo por el placer de medirse ante un similar.
El revolucionario tomó un momento y le dijo a quien acompañaba -Disculpa un momento- se levantó y saludo -Laytov, tanto tiempo amigo ¿Qué tal el camino de la espada?- volvía a mirar a Mukushi y le decía -Como ya escuchaste mi nombre es Sinbad, este es Laytov, un viejo amigo y apuesto que estará interesado en ayudar con tu pequeña misión y probablemente en mucho más en esta isla- le daba una palmada en la espalda a Laytov mientras se sentaba y le decía -Todos juntos podemos causar grandes estragos en esta isla- sonreía de nuevo pero esta vez con cierta malicia y una mirada que ardía en ganas de comerse el mundo, pero esta vez solo era la isla.
Mientras le explicaban el leve altercado para recuperar la espada de su nuevo amigo pálido a Laytov decía - La verdad podríamos idear un plan sigiloso pero propongo causar revuelo, uno de nosotros tapa la entrada Laytov ya que tienes un arma a mano, yo podría acercarse al otro matón y tumbarlo y Mukushi tu te acercas amablemente al tipo de la caja y apenas puedas lo tomas por el cuello y le amenazas de muerte. No hace falta que le saques ningún arma, se nota a leguas que es un típico miedoso- gesticulaba un poco con las manos las direcciones donde cada uno se ubicaría -Una vez la situación este bajo nuestro control asaltamos el local y a todos los presentes, este lugar destaca por su fineza y los presentes no se quedan atrás - acaba sus ideas corriendo sus cabello con un leve movimiento de mano y cuello, se recostaba mejor en su asiento -Cualquier comentario siéntanse libres de opinar, me gusta escuchar a mis futuros compañeros de la pequeña diversión que se viene en momentos y nada mejor que un plan en el que todos esten conformes- estiraba un poco su par de brazos mientras entrecruzaba los dedos.
Sinbad
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Creado por Haine Van Gogh. Miér Jun 01, 2016 7:19 pm
Curioso, demasiado. Tan natural, con fluidez y sin lapsos de tiempo en los que el otro pensara. Decidido o impulsivo, aceptando ayudar a un extraño por mero capricho cuyo deseo aún era muy borroso, denotado capricho ya que aún no daba a lucir la razón por la cual me ayudaba. Sonreí de media luna, afilando un poco la mirada hasta arruinar aquella expresión humilde por una confusa. Alzaba mi ceja derecha al momento de ver al tercero, mismo que llamaba por el nombre de “sinbad” al peliazul el cual pareció algo sorprendido. Entonces el segundo se paró de la silla para saludar a su otro amigo, mismo que presentaba ante mi como Laytov, viéndolo bien no lograba reconocerlo así que le detalle de pies a cabeza y en respuesta asentí un poco la cabeza. Así pues pude ver por el rabillo del ojo como el guardia de la puerta se metía hacia la cocina, quizás algo había sucedido de lo cual no me percate por culpa del tercero, intente afinar mi oído para deducir la situación aunque sin éxito gracias al parlanchín peliazul que estropeo el momento. No me quejaba de su tono de voz, mismo que resultaba para mi agradable, sino del no guardar silencio cuando más necesite.
Viendo ahora a los dos no supe que decir, que excusa poner para levantarme y dirigirme a la cocina, quizás la idea de armar un escándalo resultaba provechosa, sintiendo mi corazón palpitar cada vez más rápido y mi adrenalina aumentar por segundo para así estar listo. Estaba preparado para levantar la mesa que tenía en frente y voltearla para luego golpear al primer ser que estuviese a mi alcance, siendo Laytov, mismos deseos interrumpidos por la salida presurosa del guardia junto a alguien más. No identifique quien era al pobre diablo que sacaban del lugar ya que cautivo mi atención otra cosa, era la empuñadura negra con detalles rojos de mi katana que estaba casi oculta en la supuesta capa que el otro tenía. Sentí por un momento que mis ojos se saldrían de sus cuencas, cuando ya el otro se había marchado del local con mi preciado tesoro y el guardia del restaurant regresaba a vigilar su puesto.
Tape mi rostro una vez más con aquella capucha al momento de levantarme apresuradamente, dejando caer la silla hacia atrás y moviendo bruscamente la mesa. – ¡Se la está llevando! – Exclame, mientras miraba ahora hacia la puerta y al otro hombre con mi katana ya perdiéndose de mi vista tras los ventanales del lugar, tan concentrado estuve que me di cuenta que había empezado a llover. – Lo perderemos si nos quedamos aquí. – Casi como un exhalo de aire salieron esas palabras, algo bajitas y recitadas a una velocidad impresionante, que si fuese un torneo extraño y tonto de quien hablase más rápido de seguro me encontraría entre los primeros. Poniéndome en marcha me moví entre las sillas, y hasta salte una que otra mesa ocupada por algún comensal, ya no importaba seguir ahí metido sino salir cuanto antes. Cosa que molesto al guardia y no tardaba en rodear el camino e intentar detenerme, incluso de haber imitado mis movimientos seguro me hubiese alcanzado, aunque no se sabe si centraría su atención en los acompañantes del capucha roja, dado el caso que me siguieran pues entonces estos dos últimos tendrían que toparse con el otro.
- ¡Rapido! – Dije, mirando de reojo hacia atrás justo al salir por la puerta, ahora girando en dirección donde el desconocido escapaba ¿Aunque este estaría al tanto de mis intenciones? Si así fuese, tan solo vería a un extraño sujeto vestido extravagantemente de rojo con intenciones para nada amistosas. - ¡Ey tú! – Grite desesperado, alzando la voz cuanto pudiese para que así el sonido de la lluvia no me opacase – ¡Detente ahí o pagaras muy caro! – Aquella situación me ponía muy nervioso, haciéndome salir de casillas por el simple hecho de no tener aquella katana entre mis manos, logrando cierto descontrol en mí como si de un adicto sin su adicción. Mi familia entera ha custodiado dicha arma, viniendo de progenitor en progenitor, de dueño a heredero. Mismo artilugio que habría de haber sido portado por más de algún guerrero en nuestro linaje, siendo obsequio de mi padre para mi aventura. Pues así de importante era este y llegar a perderlo sería como amputar mis manos y deshonrar a mis ancestros. Así comenzó a ondearse mi vestimenta cuando corría tras aquel desconocido, bajo la intensa lluvia que entorpecía un tanto la vista e intentaba golpear cruelmente alguna parte descubierta de mi cuerpo con sus gotas. Sin excusa para dejarle escapar ¡No va a escapar!
Viendo ahora a los dos no supe que decir, que excusa poner para levantarme y dirigirme a la cocina, quizás la idea de armar un escándalo resultaba provechosa, sintiendo mi corazón palpitar cada vez más rápido y mi adrenalina aumentar por segundo para así estar listo. Estaba preparado para levantar la mesa que tenía en frente y voltearla para luego golpear al primer ser que estuviese a mi alcance, siendo Laytov, mismos deseos interrumpidos por la salida presurosa del guardia junto a alguien más. No identifique quien era al pobre diablo que sacaban del lugar ya que cautivo mi atención otra cosa, era la empuñadura negra con detalles rojos de mi katana que estaba casi oculta en la supuesta capa que el otro tenía. Sentí por un momento que mis ojos se saldrían de sus cuencas, cuando ya el otro se había marchado del local con mi preciado tesoro y el guardia del restaurant regresaba a vigilar su puesto.
Tape mi rostro una vez más con aquella capucha al momento de levantarme apresuradamente, dejando caer la silla hacia atrás y moviendo bruscamente la mesa. – ¡Se la está llevando! – Exclame, mientras miraba ahora hacia la puerta y al otro hombre con mi katana ya perdiéndose de mi vista tras los ventanales del lugar, tan concentrado estuve que me di cuenta que había empezado a llover. – Lo perderemos si nos quedamos aquí. – Casi como un exhalo de aire salieron esas palabras, algo bajitas y recitadas a una velocidad impresionante, que si fuese un torneo extraño y tonto de quien hablase más rápido de seguro me encontraría entre los primeros. Poniéndome en marcha me moví entre las sillas, y hasta salte una que otra mesa ocupada por algún comensal, ya no importaba seguir ahí metido sino salir cuanto antes. Cosa que molesto al guardia y no tardaba en rodear el camino e intentar detenerme, incluso de haber imitado mis movimientos seguro me hubiese alcanzado, aunque no se sabe si centraría su atención en los acompañantes del capucha roja, dado el caso que me siguieran pues entonces estos dos últimos tendrían que toparse con el otro.
- ¡Rapido! – Dije, mirando de reojo hacia atrás justo al salir por la puerta, ahora girando en dirección donde el desconocido escapaba ¿Aunque este estaría al tanto de mis intenciones? Si así fuese, tan solo vería a un extraño sujeto vestido extravagantemente de rojo con intenciones para nada amistosas. - ¡Ey tú! – Grite desesperado, alzando la voz cuanto pudiese para que así el sonido de la lluvia no me opacase – ¡Detente ahí o pagaras muy caro! – Aquella situación me ponía muy nervioso, haciéndome salir de casillas por el simple hecho de no tener aquella katana entre mis manos, logrando cierto descontrol en mí como si de un adicto sin su adicción. Mi familia entera ha custodiado dicha arma, viniendo de progenitor en progenitor, de dueño a heredero. Mismo artilugio que habría de haber sido portado por más de algún guerrero en nuestro linaje, siendo obsequio de mi padre para mi aventura. Pues así de importante era este y llegar a perderlo sería como amputar mis manos y deshonrar a mis ancestros. Así comenzó a ondearse mi vestimenta cuando corría tras aquel desconocido, bajo la intensa lluvia que entorpecía un tanto la vista e intentaba golpear cruelmente alguna parte descubierta de mi cuerpo con sus gotas. Sin excusa para dejarle escapar ¡No va a escapar!
- Orden:
- -> Sinbad -> Laytov -> Harlock -> Yo
Guardia; Simple matón, que intentando seguirme quedo atrás bloqueando la puerta. (Dado caso que quieran seguirme a atrapar al ladrón de mi katana.)
Haine Van Gogh.
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Creado por Sinbad Jue Jun 02, 2016 7:36 pm
Pese a la buena intención de Sinbad los hechos de causar estragos en el local no fructificaron y el tipo al que quería ayudar vio pasar algo que lo altero, probablemente era su espada. Se levantó bastante alterado y empezó a correr hacía afuera, incluso se saltó una mesa, tenía buena agilidad y su intensidad pintaba fuerte, motivado, probablemente recuperara lo que anda buscando. El tipo los invitó a acompañarlo pero el revolucionario no quería correr, tenía que cargar su alfombra y estaba bastante cómodo, acababa de encontrar a un amigo y desde que llego tenía hambre, esperaba ejecutar el plan después de comer, pero al ver que el guarda se dirigía tras de el reciente amigo, aunque estuviese en la linea de conocido Sinbad lo catalogaba como tal, le atravesó la alfombra moviendola y levantándola un poco con el pie. El tipo se comería el piso dándole al pálido tipo desarmado la oportunidad de ir tras lo que buscaba
El de las ostentosas joyas se levantó rápidamente y atendió al gran guardo -Perdón estimado fue mi culpa por dejar esto en el piso - le decía señalando sus cosas y con una entristecida cara -¿Como le puedo pagar por mi fallo que ha repercutido contra su integridad? con una propina como esta bastaría- le daba una joya de las veintiséis que portaba ese día, obviamente le dio la numero veintiocho, única que era falsa. La actuación debía continuar y una vez reincorporado el tipo se olvido de seguir al de capucha roja que había abandonado el local.
Estando con Laytov le decía que olvidara lo de hace un momento, que le respondiera lo que las preguntas previas, tenía fe en el chico de pálida tez, llamó al pequeño calvo e hizo un pedido normal para ambos con dos cervezas, era lo menos que podía hacer al ver a Laytov, le hubiera gustado ayudar aquel chico pero era aún joven, vivía la vida muy rápido ese era un momento de descanso que pudo ser amenizado por un robo local, sin problema alguno pero correr e irse sin nada no era el estilo de Sinbad en ese momento, es un tipo impulsivo y caprichoso, no se puede hacer más, vive la vida a su manera.
El de las ostentosas joyas se levantó rápidamente y atendió al gran guardo -Perdón estimado fue mi culpa por dejar esto en el piso - le decía señalando sus cosas y con una entristecida cara -¿Como le puedo pagar por mi fallo que ha repercutido contra su integridad? con una propina como esta bastaría- le daba una joya de las veintiséis que portaba ese día, obviamente le dio la numero veintiocho, única que era falsa. La actuación debía continuar y una vez reincorporado el tipo se olvido de seguir al de capucha roja que había abandonado el local.
Estando con Laytov le decía que olvidara lo de hace un momento, que le respondiera lo que las preguntas previas, tenía fe en el chico de pálida tez, llamó al pequeño calvo e hizo un pedido normal para ambos con dos cervezas, era lo menos que podía hacer al ver a Laytov, le hubiera gustado ayudar aquel chico pero era aún joven, vivía la vida muy rápido ese era un momento de descanso que pudo ser amenizado por un robo local, sin problema alguno pero correr e irse sin nada no era el estilo de Sinbad en ese momento, es un tipo impulsivo y caprichoso, no se puede hacer más, vive la vida a su manera.
Sinbad
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Creado por Laytov Vie Jun 03, 2016 11:48 am
La casualidad no existía cuando aquel bravo hombre hacía acto de presencia ¿En qué lío se habría metido ya? No tenía el menor sentido pensarlo pudiendo hablar con él y preguntarle directamente. Así fue como la expresión confusa de Lay quedó latente ante la mirada de aquel hombre de cabello morado oscuro. Como siempre, tan elocuente y grato de palabra, alegre y amable; demasiado incluso para tratarse de un hombre de bello rostro y buen físico. – No me va mal, como siempre, liado fingiendo ser quien no soy y robando cuando puedo ¿Puedo robar a tu amigo? –expresó mientras le miraba con una fina y alocada sonrisa risueña-. Se había olvidado por completo de presentarse, de hacer su acto habitual, mentir y mostrar una cara totalmente falsa para no ser descubierto como un burdo pirata. Quizá la presencia de su amigo le había hecho actuar así, se había relajado incluso, algo impropio en él desde acabar en prisión. Sin comerlo ni beberlo se vio inmerso en una conversación con su acompañante, con el hombre cuya misión sería expuesta en breve.
– Vaya, ayudar… ¿En qué? ¿Robar? ¿Matar? No hay mucho más que se me dé bien… -lamentaba sus malas habilidades como cocinero, músico y entretenimientos varios-. El plan no tenía mala idea, un plan sencillo y con el que podrían sacar mucho dinero; el problema residía en que muchos de los presentes conocían a Laytov ¿eso era negativo? En parte no por el factor sorpresa pero haciendo eso tendría que dejar la tierra actual y partir hacia otro lugar al que usar como tapadera.
– Vaya, ayudar… ¿En qué? ¿Robar? ¿Matar? No hay mucho más que se me dé bien… -lamentaba sus malas habilidades como cocinero, músico y entretenimientos varios-. El plan no tenía mala idea, un plan sencillo y con el que podrían sacar mucho dinero; el problema residía en que muchos de los presentes conocían a Laytov ¿eso era negativo? En parte no por el factor sorpresa pero haciendo eso tendría que dejar la tierra actual y partir hacia otro lugar al que usar como tapadera.
Última edición por Laytov el Miér Jun 08, 2016 12:55 pm, editado 1 vez
Laytov
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Creado por Harlock Sáb Jun 04, 2016 10:37 pm
Justo cuando salí bruscamente de aquel establecimiento, pude escuchar levemente como un pequeño revuelto se formaba en el lugar, ¿Acaso era parte de mi prueba? sinceramente no lo sabía, ya había pasado por tantas cosas que en ese punto ya podía esperar casi cualquier cosa, claro que el hecho de encontrar esa espada si fue algo que me llego a sorprender bastante pues, era la primera vez que tenía que hacer una prueba con un arma que no sabía cómo usar para nada.
Mientras caminaba bajo la inmensa lluvia, me quede analizando a detalle esa espada que tanto me intrigaba, sabía que era importante, tal vez esa era la prueba final aunque, ¿Cómo es que sabía esto? fácil, era la primera vez en mucho, pero mucho tiempo, fragmentos de mi memoria regresaban fugazmente junto con un muy fuerte dolor de cabeza que, para ser sinceras, era bastante tolerable para mí en mi búsqueda por encontrar mi pasado pues, el no saber quién era, ni cómo es que había terminado en el estado que ahora estaba, era una tortura que sinceramente me atormentaba más que cualquier otro dolor conocido para mí.
Por unos momentos mis pensamientos se vieron rápidamente interrumpidos junto con mi caminar cuando, sin previo aviso, alguien empezó a gritarme a la distancia con una fuerte amenaza la cual solo provoco que mi mirada cambiara de una manera bastante peligrosa a una mirada fría como la misma muerte. Esta ves había logrado encontrar una pista muy fuerte sobre el paradero de quien buscaba, sabía que estaba cerca de encontrar la verdad y claro que no dejaría que nadie me detuviese, esta vez iba a pelear con todas las fuerzas de la isla si era necesario, pero no dejaría que nadie me alejara de esa espada hasta que lograse encontrar a quien tanto buscaba.
Un único movimiento fue todo lo que necesite para poder girar completamente en dirección de quien me amenazaba, sujetando con bastante rapidez la espada usando mi mano izquierda y claro que, con mi mano derecha me encontraba en cuestión de segundos, sujetando mi tan predilecta arma que nunca separaba de mí, la francotiradora escondida en una espada de esgrima, la cual se encontraba apuntando directamente a mi enemigo el cual esperaba que como todos, se confiara de que lo estuviera retando a un combate cercano cuando en realidad solo le apuntaba para matarlo con un fatal disparo bien puesto en su cabeza.
¿Habría la posibilidad de que mi vida fuera más confusa que antes? bueno pues al parecer si que había una posibilidad la cual se veía reflejada en ese momento, pero ¿Por qué me preguntaba estas cosas? eso era algo bastante fácil pues, en tan solo cuestión de segundos, yo ya me encontraba con mi arma retraída y sujetando mi cabeza, pues, el rostro del que ante me había amenazado, me había hecho recordar con más nitidez los recuerdos que antes tenía. Ahora podía recordar que mi cuerpo se encontraba magullado en la playa, también recordaba que ese mismo joven me había arrastrado lejos del mar y aun mas, ahora recordaba que el había sido quien me había llevado a ese hospital tan raro pero la cuestión era, ¿Por qué lo había hecho? sinceramente no lo sabía así que lo único que pude hacer en ese momento fue sacar el objeto que él me había dejado para mostrárselo mientras le gritaba con bastante fuerza.
-¿Usted es el dueño de esto? ¿Quién es usted? ¿Por qué tantas pruebas para encontrarlo? ahora que las he resuelto dígame la verdad, ¿Quién soy yo?-
Sin llegar a decir nada más, me quede plantado frente al joven con una mirada bastante determinada a saber la verdad, no iba a escapar ni tampoco iba a dejar que él lo hiciera, esta vez no dejaría que el pasado se me volviera escapar, esta vez, haría hasta lo imposible por hacer que ese joven me revelara todo lo que necesitaba saber para terminar con ese tormento de dudas que me mataba por dentro.
Mientras caminaba bajo la inmensa lluvia, me quede analizando a detalle esa espada que tanto me intrigaba, sabía que era importante, tal vez esa era la prueba final aunque, ¿Cómo es que sabía esto? fácil, era la primera vez en mucho, pero mucho tiempo, fragmentos de mi memoria regresaban fugazmente junto con un muy fuerte dolor de cabeza que, para ser sinceras, era bastante tolerable para mí en mi búsqueda por encontrar mi pasado pues, el no saber quién era, ni cómo es que había terminado en el estado que ahora estaba, era una tortura que sinceramente me atormentaba más que cualquier otro dolor conocido para mí.
Por unos momentos mis pensamientos se vieron rápidamente interrumpidos junto con mi caminar cuando, sin previo aviso, alguien empezó a gritarme a la distancia con una fuerte amenaza la cual solo provoco que mi mirada cambiara de una manera bastante peligrosa a una mirada fría como la misma muerte. Esta ves había logrado encontrar una pista muy fuerte sobre el paradero de quien buscaba, sabía que estaba cerca de encontrar la verdad y claro que no dejaría que nadie me detuviese, esta vez iba a pelear con todas las fuerzas de la isla si era necesario, pero no dejaría que nadie me alejara de esa espada hasta que lograse encontrar a quien tanto buscaba.
Un único movimiento fue todo lo que necesite para poder girar completamente en dirección de quien me amenazaba, sujetando con bastante rapidez la espada usando mi mano izquierda y claro que, con mi mano derecha me encontraba en cuestión de segundos, sujetando mi tan predilecta arma que nunca separaba de mí, la francotiradora escondida en una espada de esgrima, la cual se encontraba apuntando directamente a mi enemigo el cual esperaba que como todos, se confiara de que lo estuviera retando a un combate cercano cuando en realidad solo le apuntaba para matarlo con un fatal disparo bien puesto en su cabeza.
¿Habría la posibilidad de que mi vida fuera más confusa que antes? bueno pues al parecer si que había una posibilidad la cual se veía reflejada en ese momento, pero ¿Por qué me preguntaba estas cosas? eso era algo bastante fácil pues, en tan solo cuestión de segundos, yo ya me encontraba con mi arma retraída y sujetando mi cabeza, pues, el rostro del que ante me había amenazado, me había hecho recordar con más nitidez los recuerdos que antes tenía. Ahora podía recordar que mi cuerpo se encontraba magullado en la playa, también recordaba que ese mismo joven me había arrastrado lejos del mar y aun mas, ahora recordaba que el había sido quien me había llevado a ese hospital tan raro pero la cuestión era, ¿Por qué lo había hecho? sinceramente no lo sabía así que lo único que pude hacer en ese momento fue sacar el objeto que él me había dejado para mostrárselo mientras le gritaba con bastante fuerza.
-¿Usted es el dueño de esto? ¿Quién es usted? ¿Por qué tantas pruebas para encontrarlo? ahora que las he resuelto dígame la verdad, ¿Quién soy yo?-
Sin llegar a decir nada más, me quede plantado frente al joven con una mirada bastante determinada a saber la verdad, no iba a escapar ni tampoco iba a dejar que él lo hiciera, esta vez no dejaría que el pasado se me volviera escapar, esta vez, haría hasta lo imposible por hacer que ese joven me revelara todo lo que necesitaba saber para terminar con ese tormento de dudas que me mataba por dentro.
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