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Creado por Aidan Lutz Mar Dic 08, 2015 1:26 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Loguetown, el último lugar que todos aquellos navegantes han de pisar antes de emigrar rumbo al Grand Line. Allí se encontraba Aidan Lutz, recluta de la Marina que recientemente había sido trasladado por sus numerosos antecedentes penales en el Reino de Goa. En efecto, había participado en robos, hurtos, malversaciones, palizas e incluso asesinatos. Y todo eso desde muy pequeño. Quizá por ese motivo ya no le temblaba el pulso cuando tenía que apuntar a la sien de alguien con uno de sus revólveres, pero eso no era lo más importante. Desde el asesinato de su hermana y el secuestro de su hermano, había estado buscando en reiteradas ocasiones al líder de la mafia a la que anteriormente pertenecía. Quería venganza y no iba a cobrárselo con plomo atravesando su cerebro. Quería torturarle hasta la muerte, lentamente, pero para eso primero debía encontrarlo.
—¡Dime donde cojones se encuentra Marco Giovanni, bastado! —Sonó en un callejón cercano a una de las calles principales de Loguetown. Aidan tenía amenazado a un tipo contra una pared, le tenía bien agarrado por el cuello con su mano izquierda, levantado ligeramente del suelo. Estaba perdiendo muy lentamente la respiración y su aliento se desvanecía poco a poco. Sin embargo, ese no era su único problema, la espada del marine estaba acariciando la parte inferior de su pescuezo, justo debajo de la nuez. —¡Más te vale decírmelo cuando antes o acabarás ciego! —En ese momento el filo de su espada comenzó a subir dirigiéndose al ojo del hombre que suplicaba clemencia una y otra vez con una voz apagada, como si estuviera afónico. —Te lo repito por última vez, ¿dónde está Marco Giovanni? —Por si había alguna duda, el tipo mencionado era el jefe de la mafia que había acabado con la hermana de Aidan, pero por el momento le había sido imposible localizarlo.
Tras un par de intentos más, no consiguió absolutamente nada. La mirada del tipo se apagó y cayó al suelo exhausto, desmayado. El moreno miró a ambos lados vigilando que nadie hubiera visto la terrorífica escena de la cual había sido protagonista. Él sabía que sus métodos no estaban muy bien vistos por la Marina, pero tampoco le importaba demasiado mientras no le vieran. Salió del callejón y se acercó a una mujer que caminaba por la calle tranquilamente.
—Perdone, ¿tiene un cigarrillo? —Preguntó educadamente. Su siguiente objetivo era encontrar a algún tipo más que perteneciera a esa mafia. Estaba claro que los peces gordos no iban mostrarse con facilidad, pero debía encontrarlos, su orgullo era su arma más preciada. Para su suerte, la mujer le ofreció un cigarrillo y fuego, Aiden lo agarró por el filtro y se lo colocó entre los labios, sin morderlo. —Muchas gracias, señorita. —Después de aquel halago a una mujer de más de cuarenta años, continuó caminando. Su siguiente destino era una de las tabernas más conocidas de la isla: "El trébol de cuatro hojas".
Loguetown, el último lugar que todos aquellos navegantes han de pisar antes de emigrar rumbo al Grand Line. Allí se encontraba Aidan Lutz, recluta de la Marina que recientemente había sido trasladado por sus numerosos antecedentes penales en el Reino de Goa. En efecto, había participado en robos, hurtos, malversaciones, palizas e incluso asesinatos. Y todo eso desde muy pequeño. Quizá por ese motivo ya no le temblaba el pulso cuando tenía que apuntar a la sien de alguien con uno de sus revólveres, pero eso no era lo más importante. Desde el asesinato de su hermana y el secuestro de su hermano, había estado buscando en reiteradas ocasiones al líder de la mafia a la que anteriormente pertenecía. Quería venganza y no iba a cobrárselo con plomo atravesando su cerebro. Quería torturarle hasta la muerte, lentamente, pero para eso primero debía encontrarlo.
—¡Dime donde cojones se encuentra Marco Giovanni, bastado! —Sonó en un callejón cercano a una de las calles principales de Loguetown. Aidan tenía amenazado a un tipo contra una pared, le tenía bien agarrado por el cuello con su mano izquierda, levantado ligeramente del suelo. Estaba perdiendo muy lentamente la respiración y su aliento se desvanecía poco a poco. Sin embargo, ese no era su único problema, la espada del marine estaba acariciando la parte inferior de su pescuezo, justo debajo de la nuez. —¡Más te vale decírmelo cuando antes o acabarás ciego! —En ese momento el filo de su espada comenzó a subir dirigiéndose al ojo del hombre que suplicaba clemencia una y otra vez con una voz apagada, como si estuviera afónico. —Te lo repito por última vez, ¿dónde está Marco Giovanni? —Por si había alguna duda, el tipo mencionado era el jefe de la mafia que había acabado con la hermana de Aidan, pero por el momento le había sido imposible localizarlo.
Tras un par de intentos más, no consiguió absolutamente nada. La mirada del tipo se apagó y cayó al suelo exhausto, desmayado. El moreno miró a ambos lados vigilando que nadie hubiera visto la terrorífica escena de la cual había sido protagonista. Él sabía que sus métodos no estaban muy bien vistos por la Marina, pero tampoco le importaba demasiado mientras no le vieran. Salió del callejón y se acercó a una mujer que caminaba por la calle tranquilamente.
—Perdone, ¿tiene un cigarrillo? —Preguntó educadamente. Su siguiente objetivo era encontrar a algún tipo más que perteneciera a esa mafia. Estaba claro que los peces gordos no iban mostrarse con facilidad, pero debía encontrarlos, su orgullo era su arma más preciada. Para su suerte, la mujer le ofreció un cigarrillo y fuego, Aiden lo agarró por el filtro y se lo colocó entre los labios, sin morderlo. —Muchas gracias, señorita. —Después de aquel halago a una mujer de más de cuarenta años, continuó caminando. Su siguiente destino era una de las tabernas más conocidas de la isla: "El trébol de cuatro hojas".
Aidan Lutz
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Mei Haiba Dom Dic 20, 2015 8:59 am
Cuando las palabras de la joven cesaron, el silencio se hizo poderoso y terminó ocupando el espacio en el que antes parecía haberse formado el inicio de una agradable conversación ligera entre los dos soldados. Quizás Deka se había equivocado al creer que aquel hombre y ella se estaban llevando bien pues durante todo lo que restaba de camino hacia la plaza principal estuvo en el más absoluto de los silencios, sin pronunciar palabra ni articular el más nimio sonido, un vacío absoluto únicamente llenado por el repiquetear de la suela de sus botas al golpear el pavimento de las calles de la ciudad. Aquel giro de los acontecimientos fue tan inesperado cómo molesto, pues el camino que tuvieron que recorrer en aquella situación no fue, ni mucho menos, corto. La rubia recorrió calles enteras dándole vueltas a aquel cambio de actitud mientras se esmeraba en no quedarse atrás debido a las largas zancadas del hombre.
Hasta que no pudo más, y cuando se disponían a girar por última vez antes de llegar al lugar de ejecución del Rey de los Piratas, la soldado Kozlov dejó que Aidan se le adelantara y girara, algo que ella no hizo. La joven no tomó el camino de la derecha, sino que siguió en línea recta, aparentemente ignorando la dirección que había tomado su compañero y que debía llevarle hasta el lugar que ambos querían visitar. Para aquel entonces ya había llegado a un veredicto sobre el Soldado Lutz, un simple peón con ansias de grandeza. Mucha ambición y pocas nueces, un hombre con el que no valía la pena hacer un trato salvo que se ofreciera a limpiarle las botas. - Realmente me has decepcionado, Kaiser. - murmuró para sí misma, mientras observaba cómo la enorme figura del joven de cabellos morenos se alejaba, aparentemente sin darse cuenta de que ella ya no le seguía los pasos. - Me pensaba que serías un perro mordedor, pero sólo ladras. - sentenció, empezando a caminar de nuevo. Su destino era bastante obvio, iba a volver al cuartel para informar a sus superiores que después de vigilar a su objetivo, había llegado a la conclusión de que no implicaba un peligro real para el orden interno de la Marina. ¿Y que haría luego? No lo sabía con certeza, barajaba pedir otra misión de campo nada más llegar, aunque tomarse un ligero descanso también podría estar bien. Le hubiera gustado oír lo que tenia que decir Aidan al respecto, pero mucho se temía que eso no iba a ser posible ya. Por eso, durante el camino reflexionó sobre su siguiente paso, decidiendo finalmente que buscaría otra asignación de la que encargarse. Apenas había pasado unas semanas en Loguetown, pero ya había aprendido que allí, a diferencia de Baterilla, siempre había trabajos que necesitaban que alguien se encargara de ellos con urgencia.
Hasta que no pudo más, y cuando se disponían a girar por última vez antes de llegar al lugar de ejecución del Rey de los Piratas, la soldado Kozlov dejó que Aidan se le adelantara y girara, algo que ella no hizo. La joven no tomó el camino de la derecha, sino que siguió en línea recta, aparentemente ignorando la dirección que había tomado su compañero y que debía llevarle hasta el lugar que ambos querían visitar. Para aquel entonces ya había llegado a un veredicto sobre el Soldado Lutz, un simple peón con ansias de grandeza. Mucha ambición y pocas nueces, un hombre con el que no valía la pena hacer un trato salvo que se ofreciera a limpiarle las botas. - Realmente me has decepcionado, Kaiser. - murmuró para sí misma, mientras observaba cómo la enorme figura del joven de cabellos morenos se alejaba, aparentemente sin darse cuenta de que ella ya no le seguía los pasos. - Me pensaba que serías un perro mordedor, pero sólo ladras. - sentenció, empezando a caminar de nuevo. Su destino era bastante obvio, iba a volver al cuartel para informar a sus superiores que después de vigilar a su objetivo, había llegado a la conclusión de que no implicaba un peligro real para el orden interno de la Marina. ¿Y que haría luego? No lo sabía con certeza, barajaba pedir otra misión de campo nada más llegar, aunque tomarse un ligero descanso también podría estar bien. Le hubiera gustado oír lo que tenia que decir Aidan al respecto, pero mucho se temía que eso no iba a ser posible ya. Por eso, durante el camino reflexionó sobre su siguiente paso, decidiendo finalmente que buscaría otra asignación de la que encargarse. Apenas había pasado unas semanas en Loguetown, pero ya había aprendido que allí, a diferencia de Baterilla, siempre había trabajos que necesitaban que alguien se encargara de ellos con urgencia.
- Off-Rol:
- Bueno, había dejado un tiempo para ver si al final ibas a terminar tú, pero cómo veo (sé que estás muy liado) que no puedes, pues lo hago yo para cerrar y llegar al mínimo para que se puedan pedir Niveles dado el caso.
Mei Haiba
Hoja de personaje
Nivel:
(41/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
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