Recuerdo del primer mensaje :

Odín navegaba por el West Blue en uno de sus gigantescos botes artesanales, como casi siempre sin un rumbo definido y solo esperaba vivía una vida en busca de sus intereses que de momento era ser un cada vez mejor guerrero y artesano. Perfeccionar el arte de su última arma, la hacha helada, con la que llevaba un tercio de su vida como compañera, ya la dominaba bastante pero creía que siempre podía haber un siguiente nivel, o un arma siguiente por dominar pero durante esos años su concentración era la agigantada, como su brazo, hacha.

El bote había llegado cerca de Ohara y el wotan no tenía ni idea de nada de esa isla y menos que estaba casi completamente destruida. Las personas no eran algo que se pudiese encontrar allí con naturalidad. Arrastraba la gigantesca embarcación hasta resguardarla de que la marea se la podía llevar. Su estancia iba a ser solo de paso, cuando pasaba por una isla disfrutar de la tierra y toparse con algún animal pacifico terrestre le sentaría bien a su espíritu amigable.

Una vez ya todo listo empezaba a caminar por la devastada isla, no había ni un alma a la vista y el abisal azul empezó a sentirse un poco triste por la escena ¿Era una isla desierta? ¿Quien podía haber hecho tanto daño? Los gigantescos restos del árbol decía que en algún momento había algo de vida pero eso pudo ser hace muchos años. Se adentraba en la isla con ansias de encontrar algo, no podía ser posible que la ilusión que inicialmente tuvo al ver tierra firme se fuese a apagar así, una isla muerta y abandonada.

Iba justo hacía donde veía la madera del árbol para hacer uno de sus característicos totem de madera para dejarlo ahí, era el ritual que hacía en todas las islas que visitaba.

El placer de dormir en cualquier isla con plena seguridad le hacía feliz, no era como otros seres que debían dormir con miedo, su exceso de confianza podía ser un grave error pero hasta ese momento nunca nadie se había atrevido o no lo recordaba, probablemente al que lo intentara de golpe sonámbulo había aprendido la lección, esa era una de las particulares del abisal azul, como cualquier que inconscientemente se mueve para remover un mosquito, el hacía lo mismo con cualquier cosa que le molestase mientras dormía. Por ese motivo no dormía en zonas pobladas. Prefería estar un poco lejos donde sabía que no acabaría causando caos, en alguna ocasión le habían advertido que tuviera cuidado en donde dormía.

Los parpados que se median en decímetros abrigaban sus pupilas y esta vez Morfeo le mostraba algo bastante interesante. La isla de Ohara en su estado sano, su vista estaba un poco más arriba de lo normal, no era el quien la visitaba era su padre, Odín no sabía su nombre pero nosotros sí, Miércoles D. Blizzard, era conocido por el mundo como Wednesday el artesano de las armas más grande de los mares. Odín portaba el hacha que este había fabricado y poco a poco encontraría más armas que eran heredados a todos sus hijos, eran varios y dispersos por los mares. En el sueño el gigante rojo hablaba con los humanos y estos le decía mucha, le enseñaban libros e ideas, historia y el rojo parecía interesado. Una lástima que Odín tuviese su visita tan pronto en Ohara, conforme se iba hacíendo más humano era más capaz de entender a los humanos y junto a sueño era capaz de entender lo que los humanos le habían dicho a su padre, quizas en otro momento reviviría este sueño y lo podía interpretar mejor. De momento solo fueron imagenes que no alcanzaba a comprender pero el árbol gigante era hermoso. Al despertar sabía bien cual iba a ser la obra de su tótem, un tributo a ese árbol biblioteca que lamentablemente ni el ni su padre pudieron ver por dentro. La gubia le daba la forma bastante silvestre, no era una obra de arte para los demás, era algo para sí mismo, si en algún momento regresaba a una isla tenía un motivo, buscar esa pieza, definitivamente lo haría una vez acabara su viajo que no estaba más que empezando para el joven azul.

Era un nuevo día, la plena madrugado, el wotan era madrugador y en un par de horas tenía listo la parte de él que quedaría allí. Empezaría a hacer los tres viajes que tenía que hacer para transportar la madera. Hasta su bote, el sandiano podía aparecer o no, el destino a veces sonríe, para bien o para mal.