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Censo
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Creado por Mr. Narrador Lun Abr 11, 2016 5:33 am
Recuerdo del primer mensaje :
La casa de empeños de Loguetown no era más que un simple agujero lleno de ratas y mugre. Situada en el almacén sobrante de una tienda de productos marinos frescos, el lugar apestaba a pescado. Al parecer durante muchos años se habían almacenado conservas en su interior y el olor perduraba. Había quien decía que el empeñador, un hombre de avanzada edad lo prefería así, pues hacía que sus clientes aceptaran más rápidamente sus ofertas al querer evitar tener que soportar durante más tiempo semejante hedor. Para su desgracia, Ran Dukai se había criado en un pueblo pesquero y gran parte de su habilidad con la espada venía de la cantidad de veces que había tenido que destripar pescado siendo apenas un crío. La negociación hasta ese punto estaba siendo dura. El pirata de cabellos rojizos no estaba dispuesto a dejar escapar aquellas piezas de orfebrería que había robado a un barco mercante por menos de tres cuartos de millón y el anciano no le ofrecía más de seiscientos mil. - Ya se lo he dicho abuelo, esto se va a vender fácil, son de Bliss. Un cuarto de millón o nada. - repitió por enésima vez, provocando una rabieta en su interlocutor, poco acostumbrado a negociadores tan duros. También le molestaba otra cosa y era el hecho de que aquel crío parecía no prestarle la más mínima atención. Había llegado sólo a la casa de empeños y pese a todo, parecía más atento a lo que podría estar ocurriendo fuera que dentro. No temía a una posible triquiñuela del viejo, sino de alguien de fuera. Probablemente marines, pues la ciudad estaba plagada de ellos, pensó.
El viejo vendedor se estiró de los pelos y, finalmente, aceptó. - Setecientos ciencuenta mil, tú ganas. - masculló, visiblemente enfadado, y le entregó un saquito de monedas al pirata pelirrojo que, lentamente, empezó a contarlas. Primero quería asegurarse de que todo estuviera en su sitio, hasta el último centavo.
La casa de empeños de Loguetown no era más que un simple agujero lleno de ratas y mugre. Situada en el almacén sobrante de una tienda de productos marinos frescos, el lugar apestaba a pescado. Al parecer durante muchos años se habían almacenado conservas en su interior y el olor perduraba. Había quien decía que el empeñador, un hombre de avanzada edad lo prefería así, pues hacía que sus clientes aceptaran más rápidamente sus ofertas al querer evitar tener que soportar durante más tiempo semejante hedor. Para su desgracia, Ran Dukai se había criado en un pueblo pesquero y gran parte de su habilidad con la espada venía de la cantidad de veces que había tenido que destripar pescado siendo apenas un crío. La negociación hasta ese punto estaba siendo dura. El pirata de cabellos rojizos no estaba dispuesto a dejar escapar aquellas piezas de orfebrería que había robado a un barco mercante por menos de tres cuartos de millón y el anciano no le ofrecía más de seiscientos mil. - Ya se lo he dicho abuelo, esto se va a vender fácil, son de Bliss. Un cuarto de millón o nada. - repitió por enésima vez, provocando una rabieta en su interlocutor, poco acostumbrado a negociadores tan duros. También le molestaba otra cosa y era el hecho de que aquel crío parecía no prestarle la más mínima atención. Había llegado sólo a la casa de empeños y pese a todo, parecía más atento a lo que podría estar ocurriendo fuera que dentro. No temía a una posible triquiñuela del viejo, sino de alguien de fuera. Probablemente marines, pues la ciudad estaba plagada de ellos, pensó.
El viejo vendedor se estiró de los pelos y, finalmente, aceptó. - Setecientos ciencuenta mil, tú ganas. - masculló, visiblemente enfadado, y le entregó un saquito de monedas al pirata pelirrojo que, lentamente, empezó a contarlas. Primero quería asegurarse de que todo estuviera en su sitio, hasta el último centavo.
- NPC:
- Ran Dukai25 añosEl RojoHumanoNivel 15Sin AkumaHaki ¿?3.000.000 BerriesAtributosGuerrero
Fuerza: 1
Resistencia: 2
Destreza: 2Datos
Joven capitán pirata de relativa fama. Lleva algún tiempo causando problemas en el East Blue, mar del que es originario. Es famoso por su cabello rojizo, así cómo su armadura del mismo tono, y por ser un espadachín más que decente. En lo que a físico se refiere se trata de un hombre joven normal y corriente, mide 1'80m y no tiene un cuerpo excesivamente fuera de lo común. En lo que a actitud se refiere es bastante sereno y callado, aunque muy autoritario. Su arma predilecta es una espada larga normal y corriente.AspectoRuari - Mabinogi
Mr. Narrador
Hoja de personaje
Nivel:
(1/1)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Marcus d' Voltem Mar Abr 19, 2016 9:34 am
El cazador noto bastante extraño al rojo, y viendo el desastre que habían montado sus compañeros en la tienda, no se le veía muy contento. Para bien o para mal, se había llegado a un acuerdo, al menos desde el punto de vista del tirador era mejor a arriesgarse que sus compañeros saliesen heridos – a ver que tenemos aquí – extiende la mano hasta el tontatta tomando el papel y leyendo el contenido – muy interesante, no se si el tipo será muy tonto al dar su nombre real, supongo que no esperaba que ustedes lo entregasen – Marcus guarda la pistola en el interior de su mano, como si la estuviese absorbiendo – bien, creo que con esto tenemos el trato cerrado – se guarda el papel en uno de sus bolsillos – tranquilo sr. Tontatta, mis labios están sellados – al terminar esa frase estira su mano hacia el rojo y del mismo brazo derecho salen en su totalidad todas las armas de fuego que tenia asimiladas Marcus con su Akuma no Mi – pero esta demás decir que si es falso volveré para hacerlos pedazos – retrae nuevamente sus armas, y camina hasta donde esta Lina, dándole una palmada en el hombro – vamos, tenemos una recompensa que cobrar – se aproxima también al “riñón” – tranquilo que también te toca tu parte
Sale de la tienda rumbo al cuartel de la marina. No sabia realmente cuando dinero iban a cobrar por entregar la información, seguramente seria menor que por haber atrapado a ambos piratas, pero como todos habían salido sin un rasguño era al menos desde el punto de vista de Marcus, un cambio equivalente – si gustan, luego de esto podemos ir a comer, yo invito – luego de una misión era bueno comer, y ser un poco detallista con los otros dos nunca venia mal – por cierto Zanji, si gustas puedes unirte a nosotros, cazar en grupo nos deja atrapar presas mas grandes, una pena si que no pudiésemos atrapar a los piratas, pero también hay que evaluar los riesgos y saber cuando conviene luchar o cuando no – llegaron al poco rato al cuartel de la marina. El cazador se mueve hasta lo que parece un mostrador en la entrada y le presenta los papeles al soldado que se encuentra ahí – tengo algo de información que me comentaron entregaban buena recompensa por suministrarla – entrega el aval que le dio el pirata en la tienda de empeño.
Sale de la tienda rumbo al cuartel de la marina. No sabia realmente cuando dinero iban a cobrar por entregar la información, seguramente seria menor que por haber atrapado a ambos piratas, pero como todos habían salido sin un rasguño era al menos desde el punto de vista de Marcus, un cambio equivalente – si gustan, luego de esto podemos ir a comer, yo invito – luego de una misión era bueno comer, y ser un poco detallista con los otros dos nunca venia mal – por cierto Zanji, si gustas puedes unirte a nosotros, cazar en grupo nos deja atrapar presas mas grandes, una pena si que no pudiésemos atrapar a los piratas, pero también hay que evaluar los riesgos y saber cuando conviene luchar o cuando no – llegaron al poco rato al cuartel de la marina. El cazador se mueve hasta lo que parece un mostrador en la entrada y le presenta los papeles al soldado que se encuentra ahí – tengo algo de información que me comentaron entregaban buena recompensa por suministrarla – entrega el aval que le dio el pirata en la tienda de empeño.
Marcus d' Voltem
Hoja de personaje
Nivel:
(35/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 | 1 |
Creado por Mr. Narrador Mar Abr 19, 2016 11:10 am
Elias no era más que un simple soldado raso. Se conformaba con eso. Nunca había tenido el más mínimo interés en ascender, ni tampoco en pisar un campo de batalla. Desde que había entrado en la Marina se había dedicado a realizar trabajos administrativos y poco más. El mar nunca había sido lo suyo, el combate menos. Su complexión oriunda lo avalaba. Su turno en el cuartel de Loguetown era siempre el mismo, de primera hora de la mañana hasta el cambio de turno al encargado de la tarde. Aquel día apenas quedaban unos cuantos minutos para que sucediera, por eso estaba más pendiente del reloj que del grupo de individuos que acababa de entrar por la puerta. No se percató de su presencia hasta que uno de ellos se acercó a su mesa. El soldado se asustó de buenas a primeras al ver tan repentinamente a aquel hombre de aspecto zarapastroso que le entregaba unos papeles que, según sus palabras, eran información de la buena. Elias los leyó y inmediatamente reconoció de que se trataba. Llevaba suficiente tiempo trabajando de administrativo cómo para ser capaz de reconocer un aval a las primeras de cambio. Nada fuera de lo común, hasta que leyó los nombres de los firmantes. - Disculpe un momento por favor. - dijo al hombre que le había entregado el papel para posteriormente tomar el Den-Den Mushi situado sobre la mesa y llamar directamente al Sargento Mayor Orobi.
El superior apareció unos minutos después de una de las escaleras situadas tras la mesa del soldado, que inmediatamente le entregó los papeles a este. Orobi, un hombre alto, robusto y calvo de mediana edad, revisó minuciosamente los papeles, esbozando una leve sonrisa al llegar al final del documento e identificar las firmas allí situadas. - Vaya. - mencionó, lanzando un silbido al decirlo. - Esto son unos papeles bastante interesantes. - comentó, mientras se daba la vuelta hacia una mesa vacía en la que buscó un papel y dejó el aval entregado por el cazarecompensas. - No sé de dónde y cómo lo habéis conseguido y creo que prefiero no saberlo. - les confesó, a medida que tomaba una pluma y empezaba a escribir sobre el nuevo papel que había recogido. - Pero lo cierto llevábamos un tiempo en busca de algo cómo esto. - les dijo, entregándoles el papel una vez hubo terminado de escribir en él. Se trataba de un aval firmado con su puño y letra indicando la cifra que el banco debía entregar al grupo, un millón de berries. - Id al banco central de la plaza principal y presentad el papel. - les indicó, con amabilidad. - Allí os pagarán. Muchas gracias por vuestro servicio muchachos, que tengáis un buen día. - dijo finalmente cómo despedida antes de darse la vuelta y volver a subir por las escaleras. Por su parte, el soldado también les dio las gracias y les deseó un buen día antes de que estos se fueran a cobrar su recompensa.
El superior apareció unos minutos después de una de las escaleras situadas tras la mesa del soldado, que inmediatamente le entregó los papeles a este. Orobi, un hombre alto, robusto y calvo de mediana edad, revisó minuciosamente los papeles, esbozando una leve sonrisa al llegar al final del documento e identificar las firmas allí situadas. - Vaya. - mencionó, lanzando un silbido al decirlo. - Esto son unos papeles bastante interesantes. - comentó, mientras se daba la vuelta hacia una mesa vacía en la que buscó un papel y dejó el aval entregado por el cazarecompensas. - No sé de dónde y cómo lo habéis conseguido y creo que prefiero no saberlo. - les confesó, a medida que tomaba una pluma y empezaba a escribir sobre el nuevo papel que había recogido. - Pero lo cierto llevábamos un tiempo en busca de algo cómo esto. - les dijo, entregándoles el papel una vez hubo terminado de escribir en él. Se trataba de un aval firmado con su puño y letra indicando la cifra que el banco debía entregar al grupo, un millón de berries. - Id al banco central de la plaza principal y presentad el papel. - les indicó, con amabilidad. - Allí os pagarán. Muchas gracias por vuestro servicio muchachos, que tengáis un buen día. - dijo finalmente cómo despedida antes de darse la vuelta y volver a subir por las escaleras. Por su parte, el soldado también les dio las gracias y les deseó un buen día antes de que estos se fueran a cobrar su recompensa.
Mr. Narrador
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