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Censo
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Creado por Reira Vie Jul 08, 2016 1:17 am
¿A dónde ir?..
Asustada, confundida, perdida y sola… La pequeña lupina simplemente se encontraba escondida entre hiervas, árboles y flores cerca de la orilla de la playa donde aquel grupo de piratas habían liberado a los esclavos de aquel barco de nobles ¿Los otros? Despavoridos corrieron a la ciudad mientras torpemente la de dorados cabellos trataba de quitarse aquellos grilletes que yacían en una de sus manos y tobillo. Tardó, si, pero logró hacerlo con una curiosa herramienta puntiaguda que uno de aquellos piratas le había dado, dejando todo tirado ahí buscó moverse, algo desesperada entre hiervas buscaba algo o alguien que le ayudase, que le dijese a dónde ir… Que le dijese qué hacer.
Sólo sus torpes pasos hacían suaves sonidos al hacer crujir la hierva seca y ramas del piso que a la par del metálico son que ella parecía componer al mover su cuerpo delataban a la mestiza estuviese donde estuviese. Mucho no tardó en encontrar un camino hacia la ciudad donde hombres y mujeres parecían llevar una vida tan tranquila que curiosamente tenía algo peculiar ¿Y los esclavos? ¿Dónde estaban aquellos con cadenas en los cuellos y grilletes en sus brazos y piernas? Entre los húmedos callejones se movía apenas si asomando su cabeza para orientarse del dónde estaba, era difícil mas no imposible.
Sin embargo el agotamiento le cobraría factura y estando en un callejón de lo que parecía un bar por torpeza terminó cayendo de lleno hacia la calle boca abajo. Un suave sollozo se hizo escuchar por parte de la esclava que empuñando suave sus manos tomó algo de fuerza para levantar su rostro un poco viendo ante ella un par de pies y a medida que subía su mirada un par de largas piernas se hacían presentes. Poco a poco se hincó con sus manos en el piso, con orejas bajas y su cola estática levantó su rostro algo sucio ya por la mugre a la que había estado expuesta. Sus ropajes típicos de una sirvienta, rasgados con manchas de tierra e incluso motes de tela quemada, en su cuello un collar negro de cuero que ocultaba su lastimada piel del cual pendían unos cuantos eslabones de cadena. Sus orbes terminaron por humedecerse y a aquel de cabellos de plata no hizo más que dirigirse a él con una voz cortada haciendo sentir la angustia que llevaba a cuestas — Ayúdeme… Ayúdeme por favor… — Fueron sus únicas palabras pidiendo clemencia de una pobre alma perdida.
Reira
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Takeshi Aikawa Sáb Jul 09, 2016 10:18 pm
Cerraba los ojos con algo de fuerza, le costaba abrirlos pero no podía, el sol le llegaba en el rostro, despertando de esa forma. No sabía done había pasado la noche, lo último que recuerda es que estaba bebiendo sake con algunos humanos en un bar. Tocaba a su sintiendo arena por todos lados, se acomodó un poco llegando a sentir arena entre sus ropas. Al cabo de unos minutos pudo abrir los ojos al mismo tiempo que la brisa marina le llegaba al rostro, había pasado la noche durmiendo en la playa, por culpa de una borrachera. El peliblanco híbrido entre humano y Mink cada vez que podía beber sake lo hacía, no le importaba si fuera día de semana, si a la mañana siguiente se tenía que levantar temprano, cualquier excusa le parecía perfecta para hacerlo, era su trago preferido.
Se quedó acostado en la arena sin moverse mucho, buscando si entre sus ropas aún mantenía una botella de sake para seguir bebiendo, algunos podrían considerar que tiene problemas con el alcohol pero él no lo veía así, dice que quiere saber que tan resistente es tomando. Noto que a unos cuantos metros de donde se encontraba un barco libero a gente la cual corría despavorida hacia cualquier dirección en la que pudiera, el miedo en sus rostros era notorio, algunos pasaron cerca de él sin darle importancia, más de uno llego a pisarle la ropa por lo que se puso de pie sacudiendo sus ropas para quitarse las manchas de las pisadas y la arena que quedaba entre ellas.
Entre toda la gente que veía pasar corriendo una de ellas le llamo la atención ¿Qué le llamo la atención? Que era una híbrida igual que él, la cola la delataba. La siguió hacia el bosque en el que estaba entrando, mantenía una distancia de unos diez metros para que no pudiera darse cuenta que la estaba siguiendo. Se detuvo cuando ella lo hizo, no se acercó esperando ver que estaba haciendo, en el momento que siguió con su camino se dirigió donde estuvo ella encontrándose los grilletes que dejo tirados. En ese momento se preocupó por ella, su lado como médico salió a flote pensando en las heridas que podría tener su cuerpo, si mantuvo los grilletes significaba que era la esclava de alguien y que estos dejarían una marca en su cuerpo provocando heridas.
Luego de observar los grilletes prosiguió su camino sin perderle de vista, apuro un poco el paso para recuperar esos metros que le saco de ventaja en el momento que se miró lo que ella había dejado atrás. Iba a la ciudad, un lugar que le favorecía por estar residiendo en ella durante unos días. El mayor tiempo lo paso bebiendo en bares pero eso no significaba que no conociera las calles por donde caminaba, en el momento que la híbrida llego al callejón del bar donde la noche anterior el peliblanco quedo ebrio hasta no saber dónde estaba la adelanto para cruzarla en la calle y ayudarla. No contaba con que tropezara cayendo al suelo, para su fortuna el peliblanco ya se encontraba en la calle y antes de que el resto actuara se colocó frente a ella, justo cuando le pedía ayuda. Pudo notar que aun llevaba unos cuantos grilletes en el cuerpo, lo que complicaba todo, así no dejaría que la ayudara así que tuvo que pensar en un plan. — ¿Ayudarte? ¡Escapaste de la mano de tus señores! Debes tener suerte que eres la favorita del hijo de ellos. — Su expresión era seria, incluso se notaba algo molesto al hablar sin embargo era todo una actuación. Fue lo primero que se le ocurrió para que nadie los molestara. Se agacho un poco para tomarla de los eslabones de la cadena del collar que estaba usando, la obligo a levantarse de un solo tirón. — Tengo suerte de encontrarte, tendré una buena recompensa por eso. —
Comenzó a caminar aun sosteniendo los eslabones, tirándola para que lo siguiera. Todos los veían caminar pero nadie hacia nada para detenerlos, como si fuera lo más normal del mundo. Eso le molestaba, le molestaba demasiado aunque lo importante ahora era curarla de las heridas que vio cuando estuvo frente a ella. Tardaron unos minutos en llegar a la puerta de una casa, el espadachín la abrió con una sola mano para que luego pasara ella, el lugar era donde se estaba quedando a dormir en su estadía en la isla, luego de que ella pasara cerró la puerta. — Siento haberte tratarse así pero fue la única manera que pensé en sacarte de ese lugar sin que nadie nos dijera algo. — Soltó la cadena para que pudiera estar libre. — Soy médico, así que tratare tus heridas. —
Se quedó acostado en la arena sin moverse mucho, buscando si entre sus ropas aún mantenía una botella de sake para seguir bebiendo, algunos podrían considerar que tiene problemas con el alcohol pero él no lo veía así, dice que quiere saber que tan resistente es tomando. Noto que a unos cuantos metros de donde se encontraba un barco libero a gente la cual corría despavorida hacia cualquier dirección en la que pudiera, el miedo en sus rostros era notorio, algunos pasaron cerca de él sin darle importancia, más de uno llego a pisarle la ropa por lo que se puso de pie sacudiendo sus ropas para quitarse las manchas de las pisadas y la arena que quedaba entre ellas.
Entre toda la gente que veía pasar corriendo una de ellas le llamo la atención ¿Qué le llamo la atención? Que era una híbrida igual que él, la cola la delataba. La siguió hacia el bosque en el que estaba entrando, mantenía una distancia de unos diez metros para que no pudiera darse cuenta que la estaba siguiendo. Se detuvo cuando ella lo hizo, no se acercó esperando ver que estaba haciendo, en el momento que siguió con su camino se dirigió donde estuvo ella encontrándose los grilletes que dejo tirados. En ese momento se preocupó por ella, su lado como médico salió a flote pensando en las heridas que podría tener su cuerpo, si mantuvo los grilletes significaba que era la esclava de alguien y que estos dejarían una marca en su cuerpo provocando heridas.
Luego de observar los grilletes prosiguió su camino sin perderle de vista, apuro un poco el paso para recuperar esos metros que le saco de ventaja en el momento que se miró lo que ella había dejado atrás. Iba a la ciudad, un lugar que le favorecía por estar residiendo en ella durante unos días. El mayor tiempo lo paso bebiendo en bares pero eso no significaba que no conociera las calles por donde caminaba, en el momento que la híbrida llego al callejón del bar donde la noche anterior el peliblanco quedo ebrio hasta no saber dónde estaba la adelanto para cruzarla en la calle y ayudarla. No contaba con que tropezara cayendo al suelo, para su fortuna el peliblanco ya se encontraba en la calle y antes de que el resto actuara se colocó frente a ella, justo cuando le pedía ayuda. Pudo notar que aun llevaba unos cuantos grilletes en el cuerpo, lo que complicaba todo, así no dejaría que la ayudara así que tuvo que pensar en un plan. — ¿Ayudarte? ¡Escapaste de la mano de tus señores! Debes tener suerte que eres la favorita del hijo de ellos. — Su expresión era seria, incluso se notaba algo molesto al hablar sin embargo era todo una actuación. Fue lo primero que se le ocurrió para que nadie los molestara. Se agacho un poco para tomarla de los eslabones de la cadena del collar que estaba usando, la obligo a levantarse de un solo tirón. — Tengo suerte de encontrarte, tendré una buena recompensa por eso. —
Comenzó a caminar aun sosteniendo los eslabones, tirándola para que lo siguiera. Todos los veían caminar pero nadie hacia nada para detenerlos, como si fuera lo más normal del mundo. Eso le molestaba, le molestaba demasiado aunque lo importante ahora era curarla de las heridas que vio cuando estuvo frente a ella. Tardaron unos minutos en llegar a la puerta de una casa, el espadachín la abrió con una sola mano para que luego pasara ella, el lugar era donde se estaba quedando a dormir en su estadía en la isla, luego de que ella pasara cerró la puerta. — Siento haberte tratarse así pero fue la única manera que pensé en sacarte de ese lugar sin que nadie nos dijera algo. — Soltó la cadena para que pudiera estar libre. — Soy médico, así que tratare tus heridas. —
Takeshi Aikawa
Hoja de personaje
Nivel:
(13/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Reira Lun Jul 11, 2016 12:48 am
Sus orbes… Aquellos grandes color jade se posaban en los de aquel masculino que como ella, poseía un par de orejas un tanto puntiagudas. Curiosa olfateó un poco… Aquel aroma a alcohol inundaba aquellas ropas y, quizá incómoda comenzaba a cuestionarse si había hecho bien en pedir ayuda a ese hombre que imponente se postró frente sí. Abrió sus ojos de par en par al escucharlo ¿Había escapado? Sí, había escapado ¿Qué no la habían sacado del barco aquellos piratas? Sonrió plenamente apenas lo escuchó con ilusión en su mirada, él la llevaría ante su dueño. Él estaba tan seguro de lo que decía que sin titubear se dejó llevar por él gimiendo ante el agarre de él mostrando sus mofles rojizos. — Yo creí que no vería al amo — Musitaba contenta con una sonrisa, meneaba su cola de un lado a otro mientras sus orejas erguidas mantenían siempre la atención en el masculino. La piel de su cuello resentía el dolor pero no importaba, pronto volvería a sentirse bien ¿Verdad? Dejaría de doler.
Trató de seguir el paso de aquel hombre, pero a medida que avanzaban no veía el barco o al amo cerca. El tirar imponente de él era lo único que la hacía andar, gimiendo bajo a ratos con dolor por los tirones del peliblanco. No tardaron mucho en llegar a lo que parecía un hogar mas este no estaba lleno de lujos a los que estaba acostumbrada. — No creo que… — Trató de hablar pero terminó por entrar siendo llevada aún por su héroe — ¿Ah?.. — ¿Por qué se disculpaba? Parpadeó y comenzó a mover su cabeza buscando a los nobles, cuando su cadena fue soltada se adentró a la casa sin pedir permiso y olfateando una y otra vez no veía a nadie… A ninguno de los que llegó a servir. — ¿Médico? No, el médico sólo debe tratar al amo. — Reprochó mientras sus orbes se llenaban de incertidumbre, miedo y tristeza — Aquí no está el amo… — Susurró bajo volviendo a caer de rodillas agachando su cabeza, volviendo a tener episodios de lo que acababa de vivir hace poco — Entonces sí, está muerto él y los demás… — Acotó y, con ternura observó a ver a su ahora captor — Pero entonces ¿Qué haré? Debo volver con los amos… Debo preparar la comida, debo preparar la cama, el suelo está sucio… — Sus orejas bajas y el nulo mover de su cola delataban la desesperación de la joven — M-Me mintió… — Un suave reclamo acompañado de tristeza — Aquí.. Aquí no hay amos… Sólo usted… — Volvió a recriminar — ¿O usted es el amo? — ¿Podría ser?.. Levantó una de sus orejas ante aquella suposición pues, si él decía que la iba a llevar con el amo, y sólo estaba él… ¿Sería eso?..
Trató de seguir el paso de aquel hombre, pero a medida que avanzaban no veía el barco o al amo cerca. El tirar imponente de él era lo único que la hacía andar, gimiendo bajo a ratos con dolor por los tirones del peliblanco. No tardaron mucho en llegar a lo que parecía un hogar mas este no estaba lleno de lujos a los que estaba acostumbrada. — No creo que… — Trató de hablar pero terminó por entrar siendo llevada aún por su héroe — ¿Ah?.. — ¿Por qué se disculpaba? Parpadeó y comenzó a mover su cabeza buscando a los nobles, cuando su cadena fue soltada se adentró a la casa sin pedir permiso y olfateando una y otra vez no veía a nadie… A ninguno de los que llegó a servir. — ¿Médico? No, el médico sólo debe tratar al amo. — Reprochó mientras sus orbes se llenaban de incertidumbre, miedo y tristeza — Aquí no está el amo… — Susurró bajo volviendo a caer de rodillas agachando su cabeza, volviendo a tener episodios de lo que acababa de vivir hace poco — Entonces sí, está muerto él y los demás… — Acotó y, con ternura observó a ver a su ahora captor — Pero entonces ¿Qué haré? Debo volver con los amos… Debo preparar la comida, debo preparar la cama, el suelo está sucio… — Sus orejas bajas y el nulo mover de su cola delataban la desesperación de la joven — M-Me mintió… — Un suave reclamo acompañado de tristeza — Aquí.. Aquí no hay amos… Sólo usted… — Volvió a recriminar — ¿O usted es el amo? — ¿Podría ser?.. Levantó una de sus orejas ante aquella suposición pues, si él decía que la iba a llevar con el amo, y sólo estaba él… ¿Sería eso?..
Reira
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Takeshi Aikawa Lun Jul 11, 2016 4:00 am
La casa a la que acaban de entrar en un inicio estaba conformada por un pasillo frente a la fuera, de unos cinco metros en los que al final de este poseía puertas a los lados y al final: Dos de ellas llevaban a habitaciones y la otra al baño. Al darle la espalda a la puerta, a la izquierda se podía ver una mesa rectangular con sillas a su lado, sobre la mesa un florero con unas cuentas flores distintas de colores rojas y blancas. La vio olfatear y buscar a quienes deberían ser sus amos, bajo la cabeza negando al ver ese gesto, cuando la tomo de la cadena y decirle esas palabras pensó que se asustaría, no que estaría buscándolos al llegar a la casa. — No, te voy a atender a ti. Los grilletes debieron dejar marcas en tu cuerpo, además que te caíste hace unos minutos. — Sus palabras tuvieron un tono más serio que el anterior cuando se dirigió a ella pidiéndole disculpas. No emitiría comentario alguno sobre que sus amos no se encontraban en el lugar, ya le había mentido una vez y no quería volver a hacerlo, en ese minuto había otras cosas por las que preocuparse.
Dejo de mirarla para ver donde se encontraba su bolso con utensilios para poder curarla, en dicho bolso llevaba lo esencial para hacer curaciones de un grado menor hasta una herida más grave, junto a otros medicamentos que pudiera necesitar en su viaje. El inconveniente es que siempre lo dejaba en distintos lados, por lo que no recordaba donde fue la última vez que lo dejo. Se disponía a caminar para ir a buscarlo a su habitación sin embargo la volvió a ver de rodillas en el suelo con la cabeza agachada, otra vez quedaba de pie frente a ella, al igual que en la calle hace unos cuantos minutos atrás, la escucharía hablar sobre la importancia que tenían los amos para ella, tanto que se preocupaba de ellos antes que de ella misma, solo podía imaginar la vida que tuvo que pasar para llegar a comportarse así. Se agacho un poco, con su mano derecha la levanto del mentón mirando a los ojos con sus ojos color carmesí — Aquí no están tus amos, no sé quiénes son y la verdad es que no me interesa saber quiénes son. Si tanto te preguntas que hacer, desde ahora harás lo que tú quieras, para ti o para quien tú quieres sin que nadie te obligue. — Al terminar de hablar soltaría su mentón y la dejaría de ver para ir a buscar su bolso pero ella seguía buscando a sus amos. — Sí, te mentí y fue la única manera que encontré para sacarte de ese lugar. — Ahora la miraría de reojo colocándose de pie. — En esta casa solo nos encontramos nosotros dos, si me quieres ver como tu amo es problema tuyo. —
Una vez de pie la dejaría en el pasillo mientras él iba a su habitación al final del pasillo, no era muy espacioso sin embargo contaba con lo necesario para poder descansar cuando lo necesitaba. Adornada por una cama grande, un mueble pequeño a uno de sus lados, un escritorio con una silla. En aquel escritorio se encontraba alguno de sus papeles sobre sus estudios como médico, unas botellas de sake las cuales no podían faltar y su bolso. Se acercó al escritorio revisando si es que el bolso se encontraba todo lo necesario para revisar las heridas de la híbrida, además de poder tratarlas. Una vez reviso que todo se encontrara en su lugar, lo tomo volviendo al pasillo, viéndola que seguía en el mismo lugar en la que se había quedado de rodillas.
Llego frente a ella, agachándose un poco tomándola de la mano, levantándola hasta que se pusiera de pie. — Ahora voy a revisar tus heridas. — Sin soltarla de la mano caminarían hasta uno de los lados de la mesa, dejo el bolso sobre la mesa al lado del florero, con su mano libre acomodo una de las sillas de tal forma en que ella se pudiera sentar cómodamente y le viera de frente. — Siento no haberme presentado antes, mi nombre es Shiro. — La sentó en la silla, quedando frente a frente, se quitó el abrigo que solamente vestía en su lado izquierdo del cuerpo dejándolo caer libremente sobre el resto de su cuerpo, afirmado por los cinturones que usaba. Su torso no quedaba desnudo gracias a su kimono sin mangas, que lo dejaría trabajar sin problemas. De su bolso saco un cuchillo de tamaño pequeño. — Lo primero que haré es sacar el collar. — Sin mirarla a los ojos, con una tranquilidad increíble acerco dicha arma hacia el collar, sus manos se mantenían firmes sin temblar en ningún momento, una vez estuvo cerca de la cerradura demoro unos cuantos segundos en que el collar se soltara cayendo libre por su cuello. Dejaría el cuchillo nuevamente sobre el bolso, que se encontraba solo una parte abierto, para con sus manos rodear su cuello sacando dicho collar, dejándolo ahora sobre la mesa.
De momento no vería con detención su cuello, tomaría la mano derecha de la híbrida para ver las heridas que dejaron los grilletes, repetiría el mismo procedimiento con su otra muñeca y con sus tobillos además de revisar el estado de la planta de sus pies. Una vez revisado todas las extremidades, se acercaría para revisar el cuello, siendo capaz de oler su olor, no podía decir que era de los mejores que había sentido pero se entendía bajo las circunstancias que la rodeaban. — Los grilletes y el collar que usaste, al estar mucho tiempo en contacto con tu piel dejaron algunas heridas, nada importante y que no se pueda curar. — Se encontraba agachado para poder revisarla de mejor manera, se pondría de pie metiendo su mano dentro del bolso sacando una crema. — Con esto debería bastar para que no dejen ninguna marca y no te duela al tocarte. — Colocaría un poco sobre sus dedos para aplicar dicha crema el mismo, lo hizo en el cuello, muñeca y tobillos de la que vestía como sirvienta frente a él, la aplico con cuidado evitando así lastimarla.
Dejo de mirarla para ver donde se encontraba su bolso con utensilios para poder curarla, en dicho bolso llevaba lo esencial para hacer curaciones de un grado menor hasta una herida más grave, junto a otros medicamentos que pudiera necesitar en su viaje. El inconveniente es que siempre lo dejaba en distintos lados, por lo que no recordaba donde fue la última vez que lo dejo. Se disponía a caminar para ir a buscarlo a su habitación sin embargo la volvió a ver de rodillas en el suelo con la cabeza agachada, otra vez quedaba de pie frente a ella, al igual que en la calle hace unos cuantos minutos atrás, la escucharía hablar sobre la importancia que tenían los amos para ella, tanto que se preocupaba de ellos antes que de ella misma, solo podía imaginar la vida que tuvo que pasar para llegar a comportarse así. Se agacho un poco, con su mano derecha la levanto del mentón mirando a los ojos con sus ojos color carmesí — Aquí no están tus amos, no sé quiénes son y la verdad es que no me interesa saber quiénes son. Si tanto te preguntas que hacer, desde ahora harás lo que tú quieras, para ti o para quien tú quieres sin que nadie te obligue. — Al terminar de hablar soltaría su mentón y la dejaría de ver para ir a buscar su bolso pero ella seguía buscando a sus amos. — Sí, te mentí y fue la única manera que encontré para sacarte de ese lugar. — Ahora la miraría de reojo colocándose de pie. — En esta casa solo nos encontramos nosotros dos, si me quieres ver como tu amo es problema tuyo. —
Una vez de pie la dejaría en el pasillo mientras él iba a su habitación al final del pasillo, no era muy espacioso sin embargo contaba con lo necesario para poder descansar cuando lo necesitaba. Adornada por una cama grande, un mueble pequeño a uno de sus lados, un escritorio con una silla. En aquel escritorio se encontraba alguno de sus papeles sobre sus estudios como médico, unas botellas de sake las cuales no podían faltar y su bolso. Se acercó al escritorio revisando si es que el bolso se encontraba todo lo necesario para revisar las heridas de la híbrida, además de poder tratarlas. Una vez reviso que todo se encontrara en su lugar, lo tomo volviendo al pasillo, viéndola que seguía en el mismo lugar en la que se había quedado de rodillas.
Llego frente a ella, agachándose un poco tomándola de la mano, levantándola hasta que se pusiera de pie. — Ahora voy a revisar tus heridas. — Sin soltarla de la mano caminarían hasta uno de los lados de la mesa, dejo el bolso sobre la mesa al lado del florero, con su mano libre acomodo una de las sillas de tal forma en que ella se pudiera sentar cómodamente y le viera de frente. — Siento no haberme presentado antes, mi nombre es Shiro. — La sentó en la silla, quedando frente a frente, se quitó el abrigo que solamente vestía en su lado izquierdo del cuerpo dejándolo caer libremente sobre el resto de su cuerpo, afirmado por los cinturones que usaba. Su torso no quedaba desnudo gracias a su kimono sin mangas, que lo dejaría trabajar sin problemas. De su bolso saco un cuchillo de tamaño pequeño. — Lo primero que haré es sacar el collar. — Sin mirarla a los ojos, con una tranquilidad increíble acerco dicha arma hacia el collar, sus manos se mantenían firmes sin temblar en ningún momento, una vez estuvo cerca de la cerradura demoro unos cuantos segundos en que el collar se soltara cayendo libre por su cuello. Dejaría el cuchillo nuevamente sobre el bolso, que se encontraba solo una parte abierto, para con sus manos rodear su cuello sacando dicho collar, dejándolo ahora sobre la mesa.
De momento no vería con detención su cuello, tomaría la mano derecha de la híbrida para ver las heridas que dejaron los grilletes, repetiría el mismo procedimiento con su otra muñeca y con sus tobillos además de revisar el estado de la planta de sus pies. Una vez revisado todas las extremidades, se acercaría para revisar el cuello, siendo capaz de oler su olor, no podía decir que era de los mejores que había sentido pero se entendía bajo las circunstancias que la rodeaban. — Los grilletes y el collar que usaste, al estar mucho tiempo en contacto con tu piel dejaron algunas heridas, nada importante y que no se pueda curar. — Se encontraba agachado para poder revisarla de mejor manera, se pondría de pie metiendo su mano dentro del bolso sacando una crema. — Con esto debería bastar para que no dejen ninguna marca y no te duela al tocarte. — Colocaría un poco sobre sus dedos para aplicar dicha crema el mismo, lo hizo en el cuello, muñeca y tobillos de la que vestía como sirvienta frente a él, la aplico con cuidado evitando así lastimarla.
Takeshi Aikawa
Hoja de personaje
Nivel:
(13/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Reira Mar Jul 12, 2016 2:34 am
Sería atendida por aquel hombre que le había mentido desde la perspectiva de ella, pero extrañada aún curiosa por aquel par de orejas que el peliplata presumía se quedó en total silencio pensando un poco aquella respuesta, hasta que tomó un poco de aire, dudosa, se dispondría a responderle — Pero eso no está bien… — Insistió en un suave reclamo bajando sus orejas al grado de que estas se confundían con su abundante cabellera — ¿Cómo sabe de los grilletes?.. — Curiosa interrogó al joven, pero con su cabeza gacha sentí como su sus palabras fuesen un regaño, una llamada de atención por parte de él por aquel tono de voz firme.
Al él desaparecer por unos instantes simplemente observaba el lugar aún en el suelo. Un suave menear de su lupina cola era lo único que hacía la joven, dulces movimientos propios de un can curioso. Poco después de que él regresara y explicara lo de sus amos su mirada entristeció ante su respuesta — Pero yo estoy hecha para servir… — Explicó enternecida, aquella suave atención de él sobre su mentón la atontó un poco ¿Qué era eso?.. Un suave agarre que no dolía… Palabras que no la hacían sentir mal… — ¿Solos los dos?.. — Repitió ante aquellas palabras, el agarre de su mentón había cesado mas la sensación se había quedado. Sus mejillas por primera vez en tanto tiempo se teñían de un suave rojo y no era gracias al dolor… Era… Diferente…
Se mantuvo quieta, volviendo a esperar por él mientas con su mano derecha, apenas si rozó las yemas de sus dedos tratando de volver a sentir aquella curiosa sensación, pero no tardó mucho antes de que él volviese. Dejándose tomar lentamente se puso de pie y guiándose y observó la silla que él había acomodado para ella, con temor se sentó y tragó en seco ¿Él no la regañaría?¿No le gritaría? Él era tan educado, tan agradable… — ¿Shiro?.. —Repitió en apenas un hilo de voz — Yo… — Ella tenía un nombre ¿Cuál era?.. Siendo tanto tiempo llamada de tantas maneras menos por un nombre propio y ahora necesitaba utilizarlo. — Yo me llamo… — Dudaba, titubeaba y torpe apenas si balbuceaba pero aquella poca concentración se fue cuando vio aquel cuchillo ¡Lo sabía! ¡Iba a ser castigada! El miedo la paralizó antes de poder hincarse y pedir perdón al contrario por lo mal que había hecho aún sin saber que era y apenas él blandió el arma ella cerró con fuerza sus párpados esperando a que pasara algo que en ningún momento llegó. El seco sonido del metal caer y la libertad en su cuello la hizo volver a respirar y volver a levantar su vista hacia él — P-Pero… — Incrédula llevó sus manos a su piel lastimada tocando aunque doliera pero su cuello, por fin era libre después de tanto tiempo.
Dejó que tomase su mano, que la examinara e hiciese lo que quería y así, una a una las heridas visibles — G-Gracias… — susurró con una tímida sonrisa. La cercanía la ponía algo nerviosa pero parecía que él no era como los amos… ¿Esclavo? No, era demasiado atractivo para ser uno, de tez, ropa y cabello impecable… Él parecía un noble. Observó atenta cuando sacó aquella crema, al apenas sentirla sobre la piel en donde los grilletes habían estado se sintió tranquila, parecía mitigar el dolor pero con su cuello… Era la parte más lastimada y el sólo sentir la helada crema y el frote de esta con los dedos del médico sólo arqueó suave su cuerpo. Sus rodillas se juntaron de manera involuntaria, sus manos se aferraron a la silla clavando incluso suave sus uñas, sus mejillas teñidas totalmente de carmesí, entrecerrando su cristalina mirada y abriendo su boca mientras con necesidad buscaba algo de aire, jadeando suave removiéndose en aquel lugar. — Ahí no… Ahí no… — Pedía una y otra vez mientras sutiles movimientos de sus piernas delataban a la joven. Sus orejas se mantenían erguidas y su cola inquieta se movía de un lado a otro junto al menear suave de la cadera femenina. Una vez él terminara, suaves jadeos se escucharían de ella, agachando su cabeza llevaría ambas manos a su dorso, con la derecha abrazando su cuerpo bajo su busto y con la izquierda aferrándose a las ropas cubriendo recelosa entre sus muslos. — S-Si usted es mi amo ¿Podré quedarme aquí?.. — Cuestionaba entre suaves jadeos tratando de reponerse — No tengo.. No tengo a dónde ir… — insistía apenada, el color de sus mejillas volvía a ser el mismo y, nerviosa apenas si lo veía de reojo — No tengo oro, no tengo nada de valor pero puedo cuidar la casa, puedo ser buena limpiando y haciendo cosas… — insistió agachando su cabeza de nueva cuenta quedándose en silencio unos instantes — Creo que… Mi nombre era Reira… — susurró… Quizá si se quedaba con él los malos tratos no volverían a ser… Igual no tenía nada que perder
Al él desaparecer por unos instantes simplemente observaba el lugar aún en el suelo. Un suave menear de su lupina cola era lo único que hacía la joven, dulces movimientos propios de un can curioso. Poco después de que él regresara y explicara lo de sus amos su mirada entristeció ante su respuesta — Pero yo estoy hecha para servir… — Explicó enternecida, aquella suave atención de él sobre su mentón la atontó un poco ¿Qué era eso?.. Un suave agarre que no dolía… Palabras que no la hacían sentir mal… — ¿Solos los dos?.. — Repitió ante aquellas palabras, el agarre de su mentón había cesado mas la sensación se había quedado. Sus mejillas por primera vez en tanto tiempo se teñían de un suave rojo y no era gracias al dolor… Era… Diferente…
Se mantuvo quieta, volviendo a esperar por él mientas con su mano derecha, apenas si rozó las yemas de sus dedos tratando de volver a sentir aquella curiosa sensación, pero no tardó mucho antes de que él volviese. Dejándose tomar lentamente se puso de pie y guiándose y observó la silla que él había acomodado para ella, con temor se sentó y tragó en seco ¿Él no la regañaría?¿No le gritaría? Él era tan educado, tan agradable… — ¿Shiro?.. —Repitió en apenas un hilo de voz — Yo… — Ella tenía un nombre ¿Cuál era?.. Siendo tanto tiempo llamada de tantas maneras menos por un nombre propio y ahora necesitaba utilizarlo. — Yo me llamo… — Dudaba, titubeaba y torpe apenas si balbuceaba pero aquella poca concentración se fue cuando vio aquel cuchillo ¡Lo sabía! ¡Iba a ser castigada! El miedo la paralizó antes de poder hincarse y pedir perdón al contrario por lo mal que había hecho aún sin saber que era y apenas él blandió el arma ella cerró con fuerza sus párpados esperando a que pasara algo que en ningún momento llegó. El seco sonido del metal caer y la libertad en su cuello la hizo volver a respirar y volver a levantar su vista hacia él — P-Pero… — Incrédula llevó sus manos a su piel lastimada tocando aunque doliera pero su cuello, por fin era libre después de tanto tiempo.
Dejó que tomase su mano, que la examinara e hiciese lo que quería y así, una a una las heridas visibles — G-Gracias… — susurró con una tímida sonrisa. La cercanía la ponía algo nerviosa pero parecía que él no era como los amos… ¿Esclavo? No, era demasiado atractivo para ser uno, de tez, ropa y cabello impecable… Él parecía un noble. Observó atenta cuando sacó aquella crema, al apenas sentirla sobre la piel en donde los grilletes habían estado se sintió tranquila, parecía mitigar el dolor pero con su cuello… Era la parte más lastimada y el sólo sentir la helada crema y el frote de esta con los dedos del médico sólo arqueó suave su cuerpo. Sus rodillas se juntaron de manera involuntaria, sus manos se aferraron a la silla clavando incluso suave sus uñas, sus mejillas teñidas totalmente de carmesí, entrecerrando su cristalina mirada y abriendo su boca mientras con necesidad buscaba algo de aire, jadeando suave removiéndose en aquel lugar. — Ahí no… Ahí no… — Pedía una y otra vez mientras sutiles movimientos de sus piernas delataban a la joven. Sus orejas se mantenían erguidas y su cola inquieta se movía de un lado a otro junto al menear suave de la cadera femenina. Una vez él terminara, suaves jadeos se escucharían de ella, agachando su cabeza llevaría ambas manos a su dorso, con la derecha abrazando su cuerpo bajo su busto y con la izquierda aferrándose a las ropas cubriendo recelosa entre sus muslos. — S-Si usted es mi amo ¿Podré quedarme aquí?.. — Cuestionaba entre suaves jadeos tratando de reponerse — No tengo.. No tengo a dónde ir… — insistía apenada, el color de sus mejillas volvía a ser el mismo y, nerviosa apenas si lo veía de reojo — No tengo oro, no tengo nada de valor pero puedo cuidar la casa, puedo ser buena limpiando y haciendo cosas… — insistió agachando su cabeza de nueva cuenta quedándose en silencio unos instantes — Creo que… Mi nombre era Reira… — susurró… Quizá si se quedaba con él los malos tratos no volverían a ser… Igual no tenía nada que perder
Reira
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(1/100)
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Creado por Takeshi Aikawa Jue Jul 21, 2016 2:08 am
La zona del cuello era que más dañada se veía comparándola con las marcas dejadas por los grilletes en las muñecas y en los tobillos, el collar que tuvo en el cuello estaba firmemente apretado por lo tanto cualquier movimiento que hiciera la híbrida producía heridas poco a poco. Por lo mismo es que al colocarse la crema en los dedos lo hizo en menor cantidad, tendría que repetir el proceso varias veces para abarcar la zona completa y con mucho cuidado para no lastimarla. Las muñecas y los tobillos no tuvo mayores problemas para colocar la crema en las partes heridas, no le tomo mucho tiempo aplicarla en cada herida visible producto de los grilletes en su cuerpo, arremango un poco la ropa de la fémina para que no sacaran la crema de donde la aplico así el efecto fuera más duradero. La última herida por atender era el cuello, la dejo para el final por ser la más lastimada, estaba algo nervioso por lo que antes de hacer cualquier movimiento respiro de forma profunda un par de veces con los ojos cerrados. Al abrirlos llevo sus dedos índice y medio hacia cada lado de la herida, con movimientos lentos y en círculos comenzó a aplicar la crema poco a poco, al sentir que la crema se le iba agotando en los dedos volvía a sacar del pote sin dejar de mirarla. Se puso nervioso al ver como reaccionaba a la herida arqueando su cuerpo, juntando las rodillas, hacia más complicado el colocarle la crema sin mayor problema, teniendo que llegar a detenerse cuando vio que le estaba faltando algo de aire. — Falta poco… ya vamos a terminar. — Le decía a la fémina buscando que así estuviera más relajada para poder concluir lo antes posible. Al ver los movimientos que hacía con sus piernas acompañados por los de la cola, se apresuró un poco para terminar de una buena vez, quizás aplico un poco más de fuerza sin intenciones pero debía hacerlo para que pudiera estar tranquila. — Ya hemos terminado… — Retiraría sus manos de su cuello para limpiar el exceso de crema que quedo en la yema de sus dedos en su cinturón, para su fortuna no dejaba marca alguna así que no tendría que estar preocupado de lavar la ropa.
Con tanto ruido de la silla al moverse, jadeo por parte de la híbrida al aplicarle la crema unos suaves pasos se comenzaron a escuchar provenientes del pasillo donde anteriormente estuvieron al llegar a la casa, dichos pasos los producía un pequeño zorro que viaja con Shiro desde hace un tiempo aunque aún no le tenía un nombre en específico para llamarlo. — La verdad es que no estamos solos… — Se giraría para mirar hacia el pasillo viendo cómo se asomaba dicho zorro que caminaba lento y con algo de sueño a los brazos del peliblanco para que lo tomara en sus brazos. — Este zorro me está acompañando hace un tiempo en mis viajes, estaba durmiendo cuando llegamos. — Miraría de reojo a la híbrida mientras lo tomaba en sus brazos levantándolo así del suelo, al mismo tiempo que se sentaba en el suelo quedando frente a ella, mirándola al mismo tiempo que jugaba con el zorro.
— Lo siento por seguirte y colocarte en dicha posición hace unos minutos, estaba en la playa cuando el barco en el que llegaste llego a la orilla dejando que todos ustedes salieran corriendo hacia todos lados… — Se tomó una pausa, acariciando la cabeza del zorro hasta llegar a la espalda. — Fuiste la única que se dirigió al bosque, lo que llamo mi atención fue la forma en la que caminabas… Era extraña y mi lado de medico salió a flote olvidando la resaca que tenía en ese momento. — Una sonrisa se dibujaría en su rostro sin dejar de jugar con el zorro quien trataba de morderlo pero el espadachín no lo dejaba. — En unas horas más tendré que volver a aplicar la crema para que sanen las heridas. — Tendría que curar las heridas por lo menos dos veces en el día para que no dejaran marca alguna en el cuerpo.
Dejo de lado al zorro dándole unos golpecitos en la espalda para que fuera a buscar algo de comer en la cocina, su expresión se colocó más seria y un nudo se comenzaba a formar en la boca de su estómago al escuchar como la fémina se ofrecía para cuidar la casa o hacer algunos quehaceres para que pudiera tener un lugar donde dormir. — No soy tu amo… — Bufaría ante la insistencia de lo mismo, aunque era su culpa por decirle que podía considerarlo como su amo. — No es necesario que hagas algo para quedarte aquí, no hay problema alguno en que lo hagas. Tendrás una habitación propia, solo debes preocuparte de tus cosas. — El zorro volvía de la cocina limpiándose los restos de comida en el hocico pasándose la lengua, luego moviendo la pierna del espadachín para que lo dejara en sus piernas y pudiera seguir durmiendo pero no le hizo caso. — Eres libre Reira… Puedes hacer lo que quieras. — Sonrio al decirle esas palabras. Ahora que conocía su nombre podía llamarla por esa forma y no mediante otra, algo le pasaba con ella que se preocupó del primer minuto en el que la vio y quería saber que era.
Con tanto ruido de la silla al moverse, jadeo por parte de la híbrida al aplicarle la crema unos suaves pasos se comenzaron a escuchar provenientes del pasillo donde anteriormente estuvieron al llegar a la casa, dichos pasos los producía un pequeño zorro que viaja con Shiro desde hace un tiempo aunque aún no le tenía un nombre en específico para llamarlo. — La verdad es que no estamos solos… — Se giraría para mirar hacia el pasillo viendo cómo se asomaba dicho zorro que caminaba lento y con algo de sueño a los brazos del peliblanco para que lo tomara en sus brazos. — Este zorro me está acompañando hace un tiempo en mis viajes, estaba durmiendo cuando llegamos. — Miraría de reojo a la híbrida mientras lo tomaba en sus brazos levantándolo así del suelo, al mismo tiempo que se sentaba en el suelo quedando frente a ella, mirándola al mismo tiempo que jugaba con el zorro.
— Lo siento por seguirte y colocarte en dicha posición hace unos minutos, estaba en la playa cuando el barco en el que llegaste llego a la orilla dejando que todos ustedes salieran corriendo hacia todos lados… — Se tomó una pausa, acariciando la cabeza del zorro hasta llegar a la espalda. — Fuiste la única que se dirigió al bosque, lo que llamo mi atención fue la forma en la que caminabas… Era extraña y mi lado de medico salió a flote olvidando la resaca que tenía en ese momento. — Una sonrisa se dibujaría en su rostro sin dejar de jugar con el zorro quien trataba de morderlo pero el espadachín no lo dejaba. — En unas horas más tendré que volver a aplicar la crema para que sanen las heridas. — Tendría que curar las heridas por lo menos dos veces en el día para que no dejaran marca alguna en el cuerpo.
Dejo de lado al zorro dándole unos golpecitos en la espalda para que fuera a buscar algo de comer en la cocina, su expresión se colocó más seria y un nudo se comenzaba a formar en la boca de su estómago al escuchar como la fémina se ofrecía para cuidar la casa o hacer algunos quehaceres para que pudiera tener un lugar donde dormir. — No soy tu amo… — Bufaría ante la insistencia de lo mismo, aunque era su culpa por decirle que podía considerarlo como su amo. — No es necesario que hagas algo para quedarte aquí, no hay problema alguno en que lo hagas. Tendrás una habitación propia, solo debes preocuparte de tus cosas. — El zorro volvía de la cocina limpiándose los restos de comida en el hocico pasándose la lengua, luego moviendo la pierna del espadachín para que lo dejara en sus piernas y pudiera seguir durmiendo pero no le hizo caso. — Eres libre Reira… Puedes hacer lo que quieras. — Sonrio al decirle esas palabras. Ahora que conocía su nombre podía llamarla por esa forma y no mediante otra, algo le pasaba con ella que se preocupó del primer minuto en el que la vio y quería saber que era.
Takeshi Aikawa
Hoja de personaje
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(13/100)
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Creado por Reira Sáb Jul 23, 2016 2:30 pm
Sólo quedaba aguantar y, por más que doliera, aquella lastimada zona poco a poco sentiría cómo la humedad de aquello que él ponía sobre su cuerpo lentamente volvería esa desagradable sensación a algo calmo. Se aferraba a sus ropas y, cerrando con fuerza sus párpados apretó más su abrazo bajo el busto y, con la mano libre la hundía más entre sus piernas llevando su vestido con ella haciendo este se descubriera un poco más arriba de sus rodillas dejando ver unos cuantos raspones y pequeñas heridas mas apenas se dio cuenta se cubrió para que el hombre de plateados cabellos no la viese. Levantó atenta sus orejas al escucharlo e inmóvil asintió — Yo… Yo le agradezco… — Musitó bajo. — Es el primer ser no esclavo que me trata bien. — Intentó explicar y con ello una suave sonrisa de pena se dibujaba en sus labios, pero unos suaves pasos la hicieron mover sus orejas y, por instinto olfatear y girar su rostro para tratar de descubrir de dónde venía aquello. Grande fue su sorpresa al ver que aquello no era más que un animal — Oh… — Entrecerró su mirada y, buscando, intentó encontrar la cadena de aquella mascota pero no había ninguna. — ¿Acompañarlo?.. — Curiosa preguntó hincándose y, gateando se acercó lentamente hasta quedar frente al peliblanco manteniendo siempre una distancia prudente para no incomodarlo.
El verlo que lo tomaba entre sus brazos le pareció en si un gesto bastante… Peculiar… Levantando sus orejas más dejando ver que aquello le interesó no dejaba de observar al pequeño animal mas al escucharlo volvió a levantar su vista para poder verlo a los ojos — Entonces me siguió por curiosidad ¿No? — Preguntó ladeando suave su cabeza y, bajando sus orejas asintió — Entonces iré a buscar comida y… Dormir un poco… — Respondió ladeando su cabeza para poder observar la puerta y, es que daba por hecho de que ella no sería recibida en aquel lugar. Movió suave su cola, sí… Deseosa de también recibir aquellos mimos como aquel pequeño zorro pero era obvio que ella no iría a pedirlos. — Es la primera vez que veo a un amo tratar bien a una criatura. — Insistente el verlo vestido de manera tan elegante su mente la obligaba a seguirle llamando amo, quizá tonto o torpe por parte de ella pero no se podía quitar una educación de años en algunos instantes.
Cuando el animalillo se fue enterneció su mirada y bajó sus orejas, meneando suave su cola de un lado a otro asintiendo a aquello — Ya sé que usted no es mi amo… — Susurró bajo sonriéndole un poco más tranquila, más confiada, mas el hecho de que aceptara a la total extraña la hizo sonreír más abriendo suave sus labios para dejar ver el par de colmillitos de la híbrida — No tengo muchas cosas, sólo esto. — Explicó a un feliz y, su cola, más que obvia la delataba meneándose de un lado a otro sin embargo antes de poder seguir hablando con él el zorrito volvió haciendo que los movimientos de su cola cesaran. Aquellas palabras eran un tanto… Confusas — ¿Libre? — Quizá como a cualquier perro callejero mostrándole un poco de afecto seguía fielmente a quien lo había hecho — Libre pero me puedo quedar ¿Verdad? — Sus mejillas se tiñeron suaves de carmesí haciendo un total contraste ante aquella pálida piel — Y es que si fueras amo yo sería como él. — Quizá la frase era un poco complicada pero señalando al animalillo ella se refería a gustosa de recibir ese tipo de atenciones. — Yo… Es que si quisiera abusar de su hospitalidad… — Bajando una de sus orejas gateó hacia él quedando apoyada con sus manos y sus rodillas, levantando su rostro para quedar frente a frente bajó sus orejas sonriéndole un poco — Cuando lo que me puso se seque ¿Podré limpiar mi cuerpo? — Algo sucia, llena de tierra y demás la hacía sentirse más que incómoda. — Y sobre lo de mi habitación, estoy acostumbrada a dormir a los pies de mi amo para lo que necesite ¿De verdad está bien que tome una? — Aún incrédula seguía cuestionando. Inconsciente, movía algo coqueta su cola como si estuviese acechando al contrario — ¿Ya preparó la cena? Puedo preparar algo rico para usted también. — Acotó terminando por sonreírle y sin alejarse se quedó en aquella posición meneando su cola esperando las respuestas del contrario
El verlo que lo tomaba entre sus brazos le pareció en si un gesto bastante… Peculiar… Levantando sus orejas más dejando ver que aquello le interesó no dejaba de observar al pequeño animal mas al escucharlo volvió a levantar su vista para poder verlo a los ojos — Entonces me siguió por curiosidad ¿No? — Preguntó ladeando suave su cabeza y, bajando sus orejas asintió — Entonces iré a buscar comida y… Dormir un poco… — Respondió ladeando su cabeza para poder observar la puerta y, es que daba por hecho de que ella no sería recibida en aquel lugar. Movió suave su cola, sí… Deseosa de también recibir aquellos mimos como aquel pequeño zorro pero era obvio que ella no iría a pedirlos. — Es la primera vez que veo a un amo tratar bien a una criatura. — Insistente el verlo vestido de manera tan elegante su mente la obligaba a seguirle llamando amo, quizá tonto o torpe por parte de ella pero no se podía quitar una educación de años en algunos instantes.
Cuando el animalillo se fue enterneció su mirada y bajó sus orejas, meneando suave su cola de un lado a otro asintiendo a aquello — Ya sé que usted no es mi amo… — Susurró bajo sonriéndole un poco más tranquila, más confiada, mas el hecho de que aceptara a la total extraña la hizo sonreír más abriendo suave sus labios para dejar ver el par de colmillitos de la híbrida — No tengo muchas cosas, sólo esto. — Explicó a un feliz y, su cola, más que obvia la delataba meneándose de un lado a otro sin embargo antes de poder seguir hablando con él el zorrito volvió haciendo que los movimientos de su cola cesaran. Aquellas palabras eran un tanto… Confusas — ¿Libre? — Quizá como a cualquier perro callejero mostrándole un poco de afecto seguía fielmente a quien lo había hecho — Libre pero me puedo quedar ¿Verdad? — Sus mejillas se tiñeron suaves de carmesí haciendo un total contraste ante aquella pálida piel — Y es que si fueras amo yo sería como él. — Quizá la frase era un poco complicada pero señalando al animalillo ella se refería a gustosa de recibir ese tipo de atenciones. — Yo… Es que si quisiera abusar de su hospitalidad… — Bajando una de sus orejas gateó hacia él quedando apoyada con sus manos y sus rodillas, levantando su rostro para quedar frente a frente bajó sus orejas sonriéndole un poco — Cuando lo que me puso se seque ¿Podré limpiar mi cuerpo? — Algo sucia, llena de tierra y demás la hacía sentirse más que incómoda. — Y sobre lo de mi habitación, estoy acostumbrada a dormir a los pies de mi amo para lo que necesite ¿De verdad está bien que tome una? — Aún incrédula seguía cuestionando. Inconsciente, movía algo coqueta su cola como si estuviese acechando al contrario — ¿Ya preparó la cena? Puedo preparar algo rico para usted también. — Acotó terminando por sonreírle y sin alejarse se quedó en aquella posición meneando su cola esperando las respuestas del contrario
Reira
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
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Creado por Takeshi Aikawa Jue Ago 11, 2016 10:50 pm
Terminando de curar las heridas producidas por los las amarras que tuvo durante tanto tiempo en las extremidades y en el cuello es que el peliblanco se sentó en el suelo suelo segundos antes de que llegara su compañero de viaje, un lobo pequeño con el que compartían el mismo color de cabello. — No me agradezcas es mi trabajo al fin y al cabo aunque no me lo hayas pedido, además que tendré que revisarte por unos días más para ver cómo evolucionan las heridas. — Para que no quedaran marcas debería repetir el proceso unas cuantas veces más, por lo menos dos por día para que la piel de Reira quedara como nueva, sin marca alguna. Jugueteando con su compañero la miraba de reojo cada tanto para ver cómo se encontraba. — Así es, este lobo es mi compañero de viaje. — Terminaría de hablar viendo como la híbrida quedaba frente a ellos.
Por alguna razón aquel animal estaba más juguetón que de costumbre, queriendo morder los dedos o la ropa de quien acompañaba y le daba comida durante el día. Debió tomar la ropa entre sus puños para que no las fuera desgastando al ser mordidas por el lobo que estaba sobre sus piernas, afirmando con un gesto de la cabeza a la preguntaba que le estaba haciendo quien vestía como sirvienta. Levantaría la cabeza viéndola directo a los ojos. — Porque este lobo no es una simple criatura… — Dudo en sus palabras por unos segundos, buscando mejores opciones pero al no encontrarlas dijo lo que primero había pensado. — Lo considero como un amigo así que no podría tratarlo mal. — Alejando la vista con quien estaba jugando es que aprovecho para morderlo justo en el dedo pulgar de su mano derecha, sacudiéndola en el acto para que lo soltara y eso fue lo que paso antes de que lo bajara. Una mueca de dolor duro un tiempo en el rostro del médico quien llevo el dedo mordido dentro de su boca para que pasara el dolor.
Ahora que se encontraban solos toda su atención estaba puesta en ella quien movía sus orejas y colas sin parar, en lo que llevaba del día escucho tantas veces la palabra amo que empezaba a acostumbrarse a ella aunque era algo que se alejaba totalmente en sus principios. Imitaría el gesto de ella moviendo sus orejas tratando de hacerlo en tiempo dispar aunque por más que lo intentara le fue imposible. — Sí, libre. — Sonreía al mismo tiempo en que le respondía ante su preguntaba, sintiendo como el lobo que había vuelto luego de comer lo empujaba con su pequeño cuerpo para que lo tomara nuevamente. — Te puedes quedar el tiempo que quieras. — Su sonrisa se volvería aún más amplia al ver que ya no quería volver con sus amos y comenzaba a aceptar que podía vivir sin ellos. — ¿Cómo él? — Arrugaría un poco las cejas en señal de confusión viendo como apuntaba al animalito. — ¿Quieres dormir y comer todo el día? Es lo único que hace aparte de jugar conmigo cuando está despierto. — La vería acercarse hacia él mientras gateaba, similar a la forma en que caminaba el lobo apenas se levantaba en las mañanas — Apenas se seque podrás darte una ducha, luego te muestro donde se encuentra el baño. — Movería la cabeza hacia arriba y abajo un par de veces respondiendo a su pregunta. — Esta bien que tengas una habitación para ti sola, tendrás una cama más que grande para ti sola y un lugar donde dejar tus pertenencias. — Trataba de verla a los ojos cosa que era casi imposible ya que la cola de ella que movía de un lado hacia otro lo desconcentraba. — Aun no preparo la cena porque es muy temprano, pensaba hacerlo más tarde. — Entendía perfectamente por qué le estaba preguntando pero aun así no dejaría que hiciera esas cosas ella sola. — ¿Me quieres ayudar cuando me ponga a prepararla? — La miraba a los ojos casi como si se tratara de un desafió viendo cuál de los dos cedía primero, para mala fortuna de Reira el peliblanco no lo haría tan fácilmente
Se mantendrían sentado en el suelo viendo de reojo como el lobo se paseaba de un lado para otro esperando que uno de los dos lo tomara en brazos, era su culpa que fuera así ya que en los viajes solía llevarlo sobre su cabeza u hombros evitando así que viajara largos trechos para llegar de un pueblo a otro. — Nunca le he puesto un nombre al lobo y siento que es momento de darle uno. — Tomaría al animal nuevamente entre sus brazos dejándolo sobre sus piernas que se encontraban dobladas para ocupar menos espacio. — ¿Recomiendas alguno? Soy malo para los nombres. — Se rascaría la nuca con algo de dificultad al tener que pasar su mano entre tanto cabello que posee, indicándole que si quería podía hacerle cariño al lobo que estaba acostado. Habían un par de cosas que le gustaría preguntarle sin embargo, no sentía aun la confianza como para hacerlo, por más que fueran cosas que se darían desde ese momento hacia el futuro cercano o lejano.
Por alguna razón aquel animal estaba más juguetón que de costumbre, queriendo morder los dedos o la ropa de quien acompañaba y le daba comida durante el día. Debió tomar la ropa entre sus puños para que no las fuera desgastando al ser mordidas por el lobo que estaba sobre sus piernas, afirmando con un gesto de la cabeza a la preguntaba que le estaba haciendo quien vestía como sirvienta. Levantaría la cabeza viéndola directo a los ojos. — Porque este lobo no es una simple criatura… — Dudo en sus palabras por unos segundos, buscando mejores opciones pero al no encontrarlas dijo lo que primero había pensado. — Lo considero como un amigo así que no podría tratarlo mal. — Alejando la vista con quien estaba jugando es que aprovecho para morderlo justo en el dedo pulgar de su mano derecha, sacudiéndola en el acto para que lo soltara y eso fue lo que paso antes de que lo bajara. Una mueca de dolor duro un tiempo en el rostro del médico quien llevo el dedo mordido dentro de su boca para que pasara el dolor.
Ahora que se encontraban solos toda su atención estaba puesta en ella quien movía sus orejas y colas sin parar, en lo que llevaba del día escucho tantas veces la palabra amo que empezaba a acostumbrarse a ella aunque era algo que se alejaba totalmente en sus principios. Imitaría el gesto de ella moviendo sus orejas tratando de hacerlo en tiempo dispar aunque por más que lo intentara le fue imposible. — Sí, libre. — Sonreía al mismo tiempo en que le respondía ante su preguntaba, sintiendo como el lobo que había vuelto luego de comer lo empujaba con su pequeño cuerpo para que lo tomara nuevamente. — Te puedes quedar el tiempo que quieras. — Su sonrisa se volvería aún más amplia al ver que ya no quería volver con sus amos y comenzaba a aceptar que podía vivir sin ellos. — ¿Cómo él? — Arrugaría un poco las cejas en señal de confusión viendo como apuntaba al animalito. — ¿Quieres dormir y comer todo el día? Es lo único que hace aparte de jugar conmigo cuando está despierto. — La vería acercarse hacia él mientras gateaba, similar a la forma en que caminaba el lobo apenas se levantaba en las mañanas — Apenas se seque podrás darte una ducha, luego te muestro donde se encuentra el baño. — Movería la cabeza hacia arriba y abajo un par de veces respondiendo a su pregunta. — Esta bien que tengas una habitación para ti sola, tendrás una cama más que grande para ti sola y un lugar donde dejar tus pertenencias. — Trataba de verla a los ojos cosa que era casi imposible ya que la cola de ella que movía de un lado hacia otro lo desconcentraba. — Aun no preparo la cena porque es muy temprano, pensaba hacerlo más tarde. — Entendía perfectamente por qué le estaba preguntando pero aun así no dejaría que hiciera esas cosas ella sola. — ¿Me quieres ayudar cuando me ponga a prepararla? — La miraba a los ojos casi como si se tratara de un desafió viendo cuál de los dos cedía primero, para mala fortuna de Reira el peliblanco no lo haría tan fácilmente
Se mantendrían sentado en el suelo viendo de reojo como el lobo se paseaba de un lado para otro esperando que uno de los dos lo tomara en brazos, era su culpa que fuera así ya que en los viajes solía llevarlo sobre su cabeza u hombros evitando así que viajara largos trechos para llegar de un pueblo a otro. — Nunca le he puesto un nombre al lobo y siento que es momento de darle uno. — Tomaría al animal nuevamente entre sus brazos dejándolo sobre sus piernas que se encontraban dobladas para ocupar menos espacio. — ¿Recomiendas alguno? Soy malo para los nombres. — Se rascaría la nuca con algo de dificultad al tener que pasar su mano entre tanto cabello que posee, indicándole que si quería podía hacerle cariño al lobo que estaba acostado. Habían un par de cosas que le gustaría preguntarle sin embargo, no sentía aun la confianza como para hacerlo, por más que fueran cosas que se darían desde ese momento hacia el futuro cercano o lejano.
Takeshi Aikawa
Hoja de personaje
Nivel:
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Haki:
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Creado por Reira Miér Nov 30, 2016 5:33 pm
Meneaba su esponjosa cola de un lado a otro, con sus orejas totalmente altas sonreía de una manera tan tranquila que era casi increíble creer, sin sentir aquel enorme peso sobre sus hombros y, en mayor medida por primera vez después de tanto tiempo sólo dedicarse a poner atención a lo que en ese instante quería y no a lo que quien fuese su amo le ordenase. Dejó salir una suave risilla contemplando el jugar del zorro y atenta escuchaba las palabras de su salvador. Asintió, ladeó suave la cabeza y pensativa bajó suave su mirada sin perder atención a lo que él comentaba — Yo también quiero un amigo entonces. — Terminaría por desear con un tenue toque de recelo en sus palabras. La amabilidad que el de cabellos de plata expresaba hacia sí era de admirar, empujándola a seguirse acercando hasta quedar totalmente ante él, hincándose correspondiendo su sonrisa — ¿De verdad puedo? — Agradecida no podía ocultar la felicidad en su rostro, su cola, meneándose de un lado a otro la delataba y como si fuese casi por mero instinto la descendiente lupina se abalanzó contra el contrario restregando suavemente su frente en la barbilla de él. Su cola, moviéndose de un lado a otro no midió cercanía abusando de la amabilidad de él.
Era la primera vez en tanto tiempo que abrazaba a alguien, que le sentía así de cerca y, una peculiar calidez invadió su ser. Abrazándole un poco más terminó por aferrarse a sus ropas y bajando sus orejas dejó de mover momentáneamente su cola. Se quedó así todo lo que el peliblanco le permitió o hasta caer en cuenta de la situación ¿Qué acababa de hacer? Eso no estaba bien, para nada bien. Con algo de pesar se alejó de inmediato deshaciendo el abrazo poniendo sus manos sobre el piso encorvando su cuerpo a modo de disculpa cerrando con fuerza sus párpados — - L-Lo siento, me dejé llevar, no se enoje. - — Lo hiciese o no, se enojara o no para ella esos era actos reflejos ya — - Yo la prepararé, yo prepararé la cena, no se preocupe, yo lo hago. - — Hablaba de manera rápida, fluida, casi sin respirar tras ser víctima del nerviosismo por el acto tan descarado que había hecho.
Levantando un poco su rostro observó al pequeño zorro y con ello la explicación de la falta de nombre, pero el pedir la opinión así de ella… — ¿Por qué?.. — Cuestionó casi con sus orbes húmedos. Aún le podía y le era difícil comprender la situación — ¿Por qué alguien como tú me toma así en cuenta y es tan bueno conmigo?.. — Insistía, parecía ser que las explicaciones del contrario entraban por una oreja y salían por otra — ¿Es por que también tengo orejas como tú? — Levantó un poco su rostro y su cuerpo incorporándose aún hincada. Adelantó su mano derecha dejándola sobre el piso obligando a su cuerpo a hacerse hacia adelante, la mano izquierda se flexionó un poco dando la impresión canina de un perro al levantar su pata. Movía lentamente su cola, de izquierda a derecha casi en un coqueto vaivén, quedando cerca del rostro ajeno ladeó suave su cabeza levantando totalmente sus orejas casi como si le acechara — ¿Shiro? — Le llamó en un suave hilo de voz — ¿Puedo ser tu amiga también?.. — sus pálidas mejillas se tiñeron suave de carmesí y bajando lentamente sus orejas se mantuvo en esa posición que quizá sería incómoda para él, sin embargo no pretendía alejarse, esa curiosidad canina propia de sí no se lo permitiría
Era la primera vez en tanto tiempo que abrazaba a alguien, que le sentía así de cerca y, una peculiar calidez invadió su ser. Abrazándole un poco más terminó por aferrarse a sus ropas y bajando sus orejas dejó de mover momentáneamente su cola. Se quedó así todo lo que el peliblanco le permitió o hasta caer en cuenta de la situación ¿Qué acababa de hacer? Eso no estaba bien, para nada bien. Con algo de pesar se alejó de inmediato deshaciendo el abrazo poniendo sus manos sobre el piso encorvando su cuerpo a modo de disculpa cerrando con fuerza sus párpados — - L-Lo siento, me dejé llevar, no se enoje. - — Lo hiciese o no, se enojara o no para ella esos era actos reflejos ya — - Yo la prepararé, yo prepararé la cena, no se preocupe, yo lo hago. - — Hablaba de manera rápida, fluida, casi sin respirar tras ser víctima del nerviosismo por el acto tan descarado que había hecho.
Levantando un poco su rostro observó al pequeño zorro y con ello la explicación de la falta de nombre, pero el pedir la opinión así de ella… — ¿Por qué?.. — Cuestionó casi con sus orbes húmedos. Aún le podía y le era difícil comprender la situación — ¿Por qué alguien como tú me toma así en cuenta y es tan bueno conmigo?.. — Insistía, parecía ser que las explicaciones del contrario entraban por una oreja y salían por otra — ¿Es por que también tengo orejas como tú? — Levantó un poco su rostro y su cuerpo incorporándose aún hincada. Adelantó su mano derecha dejándola sobre el piso obligando a su cuerpo a hacerse hacia adelante, la mano izquierda se flexionó un poco dando la impresión canina de un perro al levantar su pata. Movía lentamente su cola, de izquierda a derecha casi en un coqueto vaivén, quedando cerca del rostro ajeno ladeó suave su cabeza levantando totalmente sus orejas casi como si le acechara — ¿Shiro? — Le llamó en un suave hilo de voz — ¿Puedo ser tu amiga también?.. — sus pálidas mejillas se tiñeron suave de carmesí y bajando lentamente sus orejas se mantuvo en esa posición que quizá sería incómoda para él, sin embargo no pretendía alejarse, esa curiosidad canina propia de sí no se lo permitiría
Reira
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