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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 7:03 pm
La luna llena, enorme y blanca, iluminaba los alrededores de la Isla Goat casi por completo. La claridad con la que se veía a pesar de ser tarde por la noche era increíble, pocas veces vista en aquella isla, y el momento elegido por un joven para ejecutar el golpe que marcaría el fin de su vida como una persona normal, y lo colocaría bajo el título de asesino a los ojos del mundo. Desde temprano en la mañana había preparado todo lo necesario para el ataque, lo único que debía hacer era esperar a que las condiciones se cumplieran y las cosas pudieran ponerse en marcha.
- ¿En serio crees que valdrá la pena? -una voz en su subconsciente llevaba ya varios días tratando de convencerlo de que detuviera sus planes, algo raro pero que, en verdad, no llegaba a sorprenderlo. Luego de todo lo que había tenido que pasar en los últimos años no le sorprendía que la locura comenzara a invadir su mente más allá de la máscara de demente que solía utilizar en el día a día, pero tampoco le molestaba.- Son personas inocentes, simples reclutas... -bueno, no le molestaba casi nunca, a excepción de esas veces en que se ponía pesada con el tema de sus planes a realizar en el futuro.
- ¿Podrías callarte? -su paciencia tenía un límite, y aquella voz amenazaba con alcanzarlo en poco tiempo.- No importa lo que digas, haré esto -arrugo levemente el entrecejo, denotando su enojo.- Y no son inocentes... -le dijo, recordando los hechos que habían ocurrido los últimos días en la isla, hechos de los cuales se había enterado esa misma mañana. Si, ellos merecían morir, y de la peor forma posible a poder ser.
- ¿En serio crees que valdrá la pena? -una voz en su subconsciente llevaba ya varios días tratando de convencerlo de que detuviera sus planes, algo raro pero que, en verdad, no llegaba a sorprenderlo. Luego de todo lo que había tenido que pasar en los últimos años no le sorprendía que la locura comenzara a invadir su mente más allá de la máscara de demente que solía utilizar en el día a día, pero tampoco le molestaba.- Son personas inocentes, simples reclutas... -bueno, no le molestaba casi nunca, a excepción de esas veces en que se ponía pesada con el tema de sus planes a realizar en el futuro.
- ¿Podrías callarte? -su paciencia tenía un límite, y aquella voz amenazaba con alcanzarlo en poco tiempo.- No importa lo que digas, haré esto -arrugo levemente el entrecejo, denotando su enojo.- Y no son inocentes... -le dijo, recordando los hechos que habían ocurrido los últimos días en la isla, hechos de los cuales se había enterado esa misma mañana. Si, ellos merecían morir, y de la peor forma posible a poder ser.
Roy Mustang
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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 7:38 pm
No, aquellos reclutas no eran para nada personas inocentes, ni muchísimo menos. Esa misma mañana un pequeño muchacho había ido en su búsqueda, y al encontrarlo le contó al ojidorado sobre los crímenes cometidos por aquel grupo de marines novatos en el pueblo. Crímenes que iban desde el abuso de autoridad, hasta el acoso a la propia madre del pequeño y un linchamiento al padre la noche anterior. Al parecer aquellos reclutas, que supuestamente estaban allí para proteger a la población de todo aquel que intente invadir la isla y/o dañar a sus habitantes, pero con el tiempo se habían convertido en algo peor que aquellos piratas a los que todo mundo temía. Hacía un tiempo ya que las cosas eran así, pero como Roy vivía aislado del pueblo no se enteró de esto hasta que aquel pequeño niño, de no más de cinco años, llego corriendo y llorando a su casa, rogándole que hiciera algo, que ayudara a que las cosas cambiaran, que se encargara de que esos "Hombres malos" no volvieran a lastimar a su padre.
- Sabes todo lo que hicieron, ¿Y aun así los consideras inocentes? -siendo una voz dentro de su subconsciente, Roy daba por sentado que sabía todo lo que él sabía, incluida la llegada de aquel pequeño en la mañana y todo lo que este le había hecho saber en tan solo unos minutos.- Merecen morir, le haré un favor al mundo eliminando pestes como esos idiotas... -ya se sentía un idiota, hablando con una voz dentro de su cabeza que, además, ni siquiera se dignaba a responderle. Quizás ya no hablaba debido a que se había resignado, no había forma de hacer que Roy cambiara de parecer y frenara su plan para asesinar a aquellos sujetos, era un sinsentido continuar con una discusión que a nada llegaría.
- Ya casi es hora... -susurró el joven pelinegro, mirando de reojo el reloj que se encontraba en la pared a su derecha, el cual marcaba la 1:25am. Pocos minutos faltaban para que sus manos se mancharan de sangre, esos eran sus últimos minutos como una persona incapaz de arrancarle la vida a otra.
- Sabes todo lo que hicieron, ¿Y aun así los consideras inocentes? -siendo una voz dentro de su subconsciente, Roy daba por sentado que sabía todo lo que él sabía, incluida la llegada de aquel pequeño en la mañana y todo lo que este le había hecho saber en tan solo unos minutos.- Merecen morir, le haré un favor al mundo eliminando pestes como esos idiotas... -ya se sentía un idiota, hablando con una voz dentro de su cabeza que, además, ni siquiera se dignaba a responderle. Quizás ya no hablaba debido a que se había resignado, no había forma de hacer que Roy cambiara de parecer y frenara su plan para asesinar a aquellos sujetos, era un sinsentido continuar con una discusión que a nada llegaría.
- Ya casi es hora... -susurró el joven pelinegro, mirando de reojo el reloj que se encontraba en la pared a su derecha, el cual marcaba la 1:25am. Pocos minutos faltaban para que sus manos se mancharan de sangre, esos eran sus últimos minutos como una persona incapaz de arrancarle la vida a otra.
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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 7:59 pm
El sonido de las manecillas del reloj moviéndose lentamente era lo único que se escuchaba dentro de aquella habitación, habitación ocupada únicamente por la presencia de un joven de cabello negro y ojos dorados de apariencia reptil. Sus orbes resaltaban demasiado en la oscuridad de aquellas cuatro paredes, como dos canicas doradas que parecían expulsar una extraña aura de la misma tonalidad. El constante tic-tac amenazaba con romper su mente, la cual llevaba ya varios minutos condicionando para lo que debía hacer esa noche, anestesiándose de cualquier tipo de culpa o remordimiento que pudiera asaltarlo en el futuro y repitiendo una y otra vez la imagen de aquel pequeño niño, llorando y rogándole que hiciera algo para detener a quienes habían herido a su padre, en busca de aumentar su ira y que esta actuara como una droga, eliminando la voz que continuaba tratando de convencerlo para que no hiciera lo que iba a hacer.
- Hay otras formas de resolver las cosas... -era lo que le susurraba, tratando de hacer que desistiera.- No tienes porqué matarlos, no manches tus manos de esta forma... -quizás tenía un buen punto en eso, pero su decisión no cambiaría. Quizás las cosas podían hacerse sin que tuviera que haber, necesariamente, algún muerto. Si, obvio que se podían hacer de esa forma, pero ¿Quién le garantizaba que no volverían a atacar a los ciudadanos si los dejaba con vida? La gente no cambiaba, si habían golpeado personas inocentes era obvio que no les costaría nada volver a hacerlo, mucho menos pensando en el deseo de venganza que nacería en ellos al verse derrotados por alguien enviado por el pueblo. no había forma, esos sujetos morirían, sí o sí.
- Hay otras formas de resolver las cosas... -era lo que le susurraba, tratando de hacer que desistiera.- No tienes porqué matarlos, no manches tus manos de esta forma... -quizás tenía un buen punto en eso, pero su decisión no cambiaría. Quizás las cosas podían hacerse sin que tuviera que haber, necesariamente, algún muerto. Si, obvio que se podían hacer de esa forma, pero ¿Quién le garantizaba que no volverían a atacar a los ciudadanos si los dejaba con vida? La gente no cambiaba, si habían golpeado personas inocentes era obvio que no les costaría nada volver a hacerlo, mucho menos pensando en el deseo de venganza que nacería en ellos al verse derrotados por alguien enviado por el pueblo. no había forma, esos sujetos morirían, sí o sí.
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Creado por Roy Mustang Jue Mar 24, 2016 10:25 pm
Los minutos seguían pasando y la hora exacta en la que su plan comenzaría se acercaba rápidamente, quizás más de lo que le gustaría admitir. Aquella voz seguía intentando hacer que cambiara de opinión, pero llegados a ese punto ya no le prestaba atención, solo se quedaba en silencio total mientras escuchaba el tic-tac del reloj. Segundo a segundo dejaba que su mente divagara en un mar de pensamientos, todos girando en torno a aquello que debía hacer, aquello que ya se visualizaba haciendo, pero que, sin importar lo mucho que quisiera negarlo, aún no se creía completamente capaz de hacer. Aquella voz comenzaba a hacer mella en él, a pesar de que intentara ignorarla, le era imposible no pensar que realmente podía haber otra forma de resolver las cosas que no requiriera de asesinar a los marines...
- No... -dijo a la voz en su subconsciente, frenando en seco su habladuría.- No hay otra forma de resolver esto... -después de mucho pensarlo finalmente la nube de dudas en su cabeza desapareció, víctima de una verdad irrefutable.- Si no los mato volverán, y las cosas serán peor, no hay otra forma. Ahora cállate, que debo centrarme -dicho esto la voz desapareció, quizás no para siempre, pero si por un tiempo. Mirando el reloj en la pared, este marcaba las 1:45am.- Es hora... -susurró, levantándose de la silla donde se encontraba sentado para ir en busca de todo lo necesario para ejecutar el plan que venía preparando desde que el niño se había ido esa misma mañana. No era mucho lo que debía de llevar, pero prefería asegurarse de que todo estaba en su lugar. Nada podía salir mal, él se había asegurado que fuera así.
- No... -dijo a la voz en su subconsciente, frenando en seco su habladuría.- No hay otra forma de resolver esto... -después de mucho pensarlo finalmente la nube de dudas en su cabeza desapareció, víctima de una verdad irrefutable.- Si no los mato volverán, y las cosas serán peor, no hay otra forma. Ahora cállate, que debo centrarme -dicho esto la voz desapareció, quizás no para siempre, pero si por un tiempo. Mirando el reloj en la pared, este marcaba las 1:45am.- Es hora... -susurró, levantándose de la silla donde se encontraba sentado para ir en busca de todo lo necesario para ejecutar el plan que venía preparando desde que el niño se había ido esa misma mañana. No era mucho lo que debía de llevar, pero prefería asegurarse de que todo estaba en su lugar. Nada podía salir mal, él se había asegurado que fuera así.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 12:30 am
Mirando de reojo el reloj de la pared, el joven Roy se levantó de su lugar, sentado sobre el marco de la única ventana del living de su casa, y caminando a paso lento se dirigió a las escaleras que conducían al segundo piso. Al subir camino unos pocos metros a través de un pasillo, pasando por enfrente de la que era la habitación de sus padres, aquella cuya puerta no había sido abierta desde aquel fatídico día, para pasar directamente a la suya. Una vez ingreso en la misma fue directo a su guardarropa, el cual abrió para tomar una muda de ropa completamente negra, guardada en una caja de cartón atada con cinta. Una pequeña mochila se hallaba reposando sobre su cama, la cual tomó antes de salir de la habitación, cruzando de vuelta el pasillo pero, al pasar por aquella puerta de nuevo, se frenó, volteando por un segundo en su dirección. Había algo allí dentro... algo que quería llevarse, lo único de valor que aquellos sujetos no habían encontrado el día en que habían invadido la casa y asesinado a sus padres.- Supongo que puedo guardarlos... hasta que sea digno de luchar con ellos... -susurró, llenándose de valor para apoyar la diestra sobre el pomo de la puerta y girarlo lentamente, para luego escuchar el crujir de las bisagras oxidadas por el tiempo y la falta de uso.
Unos pocos minutos más tarde, en el patio delantero de la casa, se podía ver a un joven de cabello negro y ojos dorados caminando a paso lento en dirección al bosque que rodeaba el pequeño claro donde se ubicaba su hogar. En su mano derecha sostenía una pequeña mochila, mientras que en su espalda eran visibles dos cilindros de tela, lo que muchos reconocerían fácilmente como bastones, pero cubiertos por una tela marrón.- Es hora... -fue lo que susurró antes de apurar su paso, tomando rumbo directo a un lugar en particular, donde todo comenzaría.
Unos pocos minutos más tarde, en el patio delantero de la casa, se podía ver a un joven de cabello negro y ojos dorados caminando a paso lento en dirección al bosque que rodeaba el pequeño claro donde se ubicaba su hogar. En su mano derecha sostenía una pequeña mochila, mientras que en su espalda eran visibles dos cilindros de tela, lo que muchos reconocerían fácilmente como bastones, pero cubiertos por una tela marrón.- Es hora... -fue lo que susurró antes de apurar su paso, tomando rumbo directo a un lugar en particular, donde todo comenzaría.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 12:43 am
La luna, las estrellas, y el sonido del viento soplar con fuerza a través del denso bosque, eso era todo lo que acompañaba la larga y lenta caminata de un muchacho de cabellos negros como la noche y ojos más dorados que el propio oro. Sus pasos eran lentos, demasiado lentos, quizás más de lo que él mismo quería admitir. Prácticamente arrastraba los pies por el sendero que llevaba a aquella cabaña, la cabaña donde sucedería. En un principio había acelerado, convencido de que podía llegar, hacer lo que debía hacer y luego irse, sin más, pero no, no era tan simple. Caminaba mirando el suelo frente a sus pies, con la mirada perdida y la respiración levemente agitada, su aliento cálido era visible producto del frío que se cernía sobre aquella noche y buscaba calarle en los huesos al traspasar la ropa acompañado del viento, el cual, curiosamente, tenía en contra. Cualquiera podría decir que el propio viento intentaba detenerlo, pero claro, eso sería solo una locura como las que la voz en su cabeza decían.- Si, toda una locura... -susurró, soltando luego un sonoro estornudo producto del resfriado que le estaba agarrando por ir poco abrigado para la situación. Estaba tan distraído, perdido en sus pensamientos, que incluso había olvidado tomar un abrigo antes de salir de la casa.- Mamá me mataría, jeje... -pensar en sus padres era un arma de doble filo, si bien sentía una gran calidez al recordarlos, a esta le seguía un profundo sentimiento de tristeza, enojo e impotencia al recordar la razón de que ya no estuvieran.- Nunca más... Lo prometo... -su pupila, rasgada verticalmente por naturaleza, pareció afilarse un poco más por un segundo, tras lo cual el joven comenzó a correr rumbo a su destino, impulsado por el deseo de venganza para terminar de despejar su mente de dudas.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 12:54 am
Luego de unos pocos minutos de correr por el bosque, siguiendo un pequeño sendero marcado en la tierra, Roy terminó por llegar a su destino: Una vieja cabaña de madera, de un tamaño considerable para ser una cabaña, poseedora de dos pisos y un patio grande y vallado. Se contaba un total de cinco ventanas en el frente, repartidas con dos en planta baja, lo que de seguro serían el living y la cocina, mientras las del primer piso de seguro se trataban de las habitaciones individuales, donde sus objetivos se encontrarían durmiendo por esas horas de la noche/madrugada.- Muy bien, que comience el show... -susurró el pelinegro al ubicarse justamente en frente de la puerta principal, luego de haber atravesado un pequeño sendero de piedra que había frente a la misma. Abrió su mochila y saco de ella una capa con capucha, la cual se colocó para mantener sus identidad, o al menos sus características físicas, ocultas de los sujetos que se encontraban dentro de la cabaña. Si las cosas salían como esperaba entonces no tendrían oportunidad de darle su descripción a los cuarteles, pero en caso de que alguno lograra escapar por esas cosas del azar, pues prefería asegurar que no diera una imagen exacta de cómo era él físicamente, eso complicaría mucho su paso por el resto de islas ubicadas en los Blues, ya que sería fácil para las fuerzas de la marina presentes en dichos lugares reconocerlo si tenían una buena idea de sus facciones.
- Veamos cómo sale esto -fue lo último que susurró antes de acercar su diestra a la puerta y, de cuatro fuertes golpes sobre la misma, lograr que los habitantes de aquella cabaña se despertaran de su sueño y bajaran rápidamente hasta la puerta principal. Una vez abrieran la puerta, la vida tanto de ellos como de Roy cambiaría para siempre, pero de formas muy diferentes.
- Veamos cómo sale esto -fue lo último que susurró antes de acercar su diestra a la puerta y, de cuatro fuertes golpes sobre la misma, lograr que los habitantes de aquella cabaña se despertaran de su sueño y bajaran rápidamente hasta la puerta principal. Una vez abrieran la puerta, la vida tanto de ellos como de Roy cambiaría para siempre, pero de formas muy diferentes.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 1:30 am
Dentro de la cabaña, ahogados en el silencio y la tranquilidad, el cobijo de unas mantas y la comodidad de sus camas, aquellos tres reclutas de la marina que tenían el pueblo aterrorizado descansaban como si fueran inocentes bebés. Si, bebés que habían intentado abusar de una mujer y luego linchado al marido de la misma. Sus ronquidos resonaban en los pasillos de la cabaña, al parecer ya estaban en el cuarto sueño cuando algo, un sonido más fuerte que sus propios ronquidos, perturbo su sueño y terminó por despertarlos. Varios fueron los insultos que soltaron al aire al verse obligados, los tres, a levantarse de la cama y salir de sus habitaciones para ir prácticamente corriendo hacia la puerta principal de la casa. Estaban que echaban humo por las orejas de la rabia, habían tenido un día largo de atormentar a los que, para ellos, no eran más que simples pueblerinos que les debían la vida por su sola presencia en la isla, la cual les garantizaba a estos protección total contra ataques piratas. Si, se podía decir que aquellos simples reclutas no terminaban de comprender su posición y papel en la isla, ni las fuerzas que deberían enfrentar en caso de que una tripulación pirata arribara allí e intentara conquistar la isla entera, algo completamente posible al estar en el East Blue, el "Blue" con menor seguridad de los cuatro. Allí piratas de no menos de 3.000.000 de Berries de recompensa se paseaban día a día, toda una amenaza para simples reclutas. En pocas palabras, sus superiores los habían enviado a la boca del lobo, pero claro, eso ellos no lo sabían.
Casi corriendo, los tres reclutas terminaron por llegar a la puerta principal y, de un fuerte tirón, abrieron la misma de par en par, sin saber que acababan de abrirle las puertas a su verdugo, aquel que se encajaría de que nunca más volvieran a ver un amanecer. Pero claro, ellos no lo sabían, en verdad, no sabían nada.
Casi corriendo, los tres reclutas terminaron por llegar a la puerta principal y, de un fuerte tirón, abrieron la misma de par en par, sin saber que acababan de abrirle las puertas a su verdugo, aquel que se encajaría de que nunca más volvieran a ver un amanecer. Pero claro, ellos no lo sabían, en verdad, no sabían nada.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 9:14 am
Afuera de la cabaña el joven pelinegro esperaba, casi nervioso, a que atendieran a su llamado. Luego de golpear la puerta fue fácil para él, y para todo el que estuviera en un radio de cien metros a la redonda en verdad, escuchar los insultos que aquellos reclutas soltaban al aire mientras salían de sus habitaciones y se dirigían a la entrada principal de la edificación de madera. Cuando el sonido de sus voces llego demasiado cerca de la zona, Roy se puso en guardia y, acercándose un poco más a la puerta, preparo el saludo hacia aquellos bastardos que habían osado intentar abusar de una mujer casada frente a su hijo, y luego golpear al marido de la misma, padre del pequeño, solo por defender a su mujer. Un pie delante del otro, y la mano derecha subida a la altura del rostro, esperando el momento en que las puertas se abrieran para que todo comenzara el pelinegro se mantenía con los ojos cerrados, confiando en el resto de sus sentidos para que le advirtieran cuando sería el momento de abrirlos nuevamente. Pocos segundos fueron los necesarios para que las condiciones se cumplieran, siendo fácilmente audible el sonido del pestillo de la puerta moviéndose, momento en el cual los dorados orbes del joven volvieron a ser visible y su puño derecho salía disparado contra la puerta, y esta, al abrirse, dejo pasar el mismo hasta impactar de lleno con la nariz de uno de los tres reclutas. La fuerza del golpe fue tal, que el sujetos salió despedido varios metros hacia atrás, chocando contra la chimenea apagada del living.
La reacción de sus compañeros fue inmediata, dando varios pasos atrás y tomando cierta distancia del recién llegado, por mientras se acercaban a atender a su compañero herido.- Lo siento, pero vengo a matarlos -palabras sentenciantes, dichas con tal frialdad que helaba el propio aire.
La reacción de sus compañeros fue inmediata, dando varios pasos atrás y tomando cierta distancia del recién llegado, por mientras se acercaban a atender a su compañero herido.- Lo siento, pero vengo a matarlos -palabras sentenciantes, dichas con tal frialdad que helaba el propio aire.
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Creado por Roy Mustang Vie Mar 25, 2016 10:30 am
El miedo invadió los corazones de aquellos reclutas por primera vez en mucho tiempo, miedo a esa mirada fría, cargada de la fiereza propia de un animal, de un asesino. El viento helado que ingreso al abrir la puerta les erizo la piel, volviendo visibles sus alientos por la diferencia de temperaturas. Ninguno supo decir nada, lo único que atinaron a hacer fue acercarse a su compañero golpeado, parándose a su lado sin despegar sus miradas del recién llegado ni por un segundo. El dilema que se les planto era obvio, ¿Cómo atender a su compañero sin despegar la mirada de su atacante?.- Oye, tú gírate, yo lo vigilo -afortunadamente uno de los dos aún mantenía las neuronas funcionando... un poco, con lo cual supo darse cuenta de la situación y avisar a su compañero que podía voltearse sin problemas, que él mantendría los ojos encima del recién llegado. Dicho y hecho, el otro recluta se acuclillo y comenzó a revisar a su herido compañero, notando el momento la sangre que bajaba de su nariz y la deforme que había quedado esa zona producto del potente golpe, el cual había logrado destrozar el tabique por completo.- ¿Cómo está? -preguntó aquel que mantenía los ojos fijos en el joven Roy, prestando total atención a cada uno de sus movimientos.
- ¡¿Cómo carajo crees que puedo estar?! -preguntó el herido a modo de respuesta, levantándose con la mano derecha sobre su nariz, buscando detener un poco el sangrado.- ¡Hay que matar a ese bastardo! -vocifero, claramente furioso, inyectando su rabia en sus compañeros para que pudieran borrar aquel sentimiento de miedo que los embargaba, reemplazándolo por la euforia y adrenalina que para ellos significaba el linchar a alguien, puesto que tenían las de ganar al ser más... o al menos, eso era lo que creían.
- ¡¿Cómo carajo crees que puedo estar?! -preguntó el herido a modo de respuesta, levantándose con la mano derecha sobre su nariz, buscando detener un poco el sangrado.- ¡Hay que matar a ese bastardo! -vocifero, claramente furioso, inyectando su rabia en sus compañeros para que pudieran borrar aquel sentimiento de miedo que los embargaba, reemplazándolo por la euforia y adrenalina que para ellos significaba el linchar a alguien, puesto que tenían las de ganar al ser más... o al menos, eso era lo que creían.
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