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Creado por Sinbad Mar Mayo 31, 2016 8:09 pm
- Vestimenta:
Alrededor de un año en el pasado Sinbad recorría por completo el North Blue, tenía 28 años y como siempre navegaba solo, en barcos piratas, revolucionarios o de mercaderes. Mentir, narrar historias fabulosas, planear negocios que nunca se darían todo un sin fin de métodos para pasar como una persona respetable siempre daba nombre falsos y cargaba con su lanza, hoz y algunos artículos que aparentaban ser para la venta dentro de una alfombra muy larga.
Su estancia en Isla Minion era meramente pasajera, muchas veces la había visitado pero esta vez había llegado en barco desde Miqueot, era un viaje desde lejos pero estaba más cerca de regresar a su reino, Lvneel donde planeaba asaltar a su propia familia noble tomar recursos, un barco y junto a unos revolucionarios que había conocido tomar parte del poder adquisitivo que por sangre le pertenecía.
Isla Minion era un lugar frío, el marinero que ya había conocido los cuatro blues no podía vestir como más le gustaba, la ropa holgada y fresca, tampoco andaba mostrando sus características joyas previendo pasar desapercibido antes de regresar a dar el golpe ha su familia. Caminaba bien abrigado con su ropa oscura y poco ostentosa, con su Shamir a la vista y cargando la alfombra a hombro. Esperaba pasar la noche en la posada local pero antes de eso cruzaba por el pleno centro del pueblo cuando escuchó algo que le pareció llamar la atención, predicaban sobre algo y quería enterarse de que era antes de instalarse en su temporal vivienda.
Nunca se había interesado mucho en la religión porque era un firme creyente de si mismo, su egocentrismo era bastante fuerte y lo llevaba a verse casi a sí mismo como un dios invencible el mayor problema es que olvidaba sus derrotas, había perdido varias veces, y por ende aún creía ser inmune a esas acciones tan naturales eran para que aprendiera en ese preciso momento. La arrogancia es una fe estúpida pero de momento era la que movía a quien planeaba revolucionar el mundo bajo su mano algún día.
Sinbad
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Creado por Galya Miér Jun 01, 2016 11:08 am
En aquella habitación oscura, la joven de cabello apagado se encomendaba a su diosa. Había asegurado la puerta con llave y cerrado las cortinas. Sin ninguna fuente de iluminación, ella permanecía de cuclillas en medio de la estancia. Inmóvil, imperturbable. De su boca brotaban palabras en un lenguaje incomprensible. Dialecto de su propia invención, pero acorde a sus creencias, era la lengua en la que se comunicaban los Tres Hermanos entre sí. -Miedo. -Repentinamente, llegó a la parte principal de la oración. -Desconfianza. -Decía mientras su propio corazón se estremecía. -Odio. -Una a una, revelaba a Eria las raíces perversas que deseaba eliminar de su alma. -Suerte. -Si bien no había terminado, una voz conocida la interrumpió desde el exterior. Le indicaba que aquellos que esperaba ya estaban reunidos. -Los candidatos… -Susurró sin responder al aviso. Sabía que no era necesario hacerlo.
Se puso de pie para buscar lo que tanto añoraba entre sus prendas. De ellas obtuvo una pequeña esfera de un uniforme color negro. Con una superficie tan lisa como la de un espejo, no daba pistas a un desconocido sobre su utilidad. La levantó sobre la altura de su cabeza e hizo la última petición. -Seré tus Ojos madre. Mas te pido tu cobijo para esta labor. -Como si hubiera recibido contestación, sonrió. Sus labios besaron el enigmático objeto con un profundo amor, para luego ingresarlo en su boca. Fue entonces cuando lo mordió, momento en que sintió líquido ligero y carente de sabor descender por su garganta. Su alma se sintió al instante cálida, como si estuviera recibiendo el abrazo de una persona que no veía hace años y que apreciaba demasiado. -Gracias madre. -La felicidad la invadía, al grado que no pudo contener una lágrima que bajó furtivamente por su mejilla.
Con el favor de Eria, ya podría hablarle a los potenciales devotos. Desde hace tres días habían llegado a esa isla. Pese a su gélida apariencia, Galya estaba bastante agusta en ese lugar. Tanto, que ni siquiera buscó cambiar su atuendo tradicional. El vestido negro tan habitual en ella. En ese tiempo buscó en compañía de sus hermanos de culto almas que fueran dignos de unirse a la Verdad. Si bien fueron pocos los que mostraron interés en su ideología, era suficiente. No le importaba cual fuera el número, aún si solo encontraba una persona. Cada nuevo creyente expandía el Zeitura. Y a fin de cuentas, eso era lo que ella deseaba. Al salir de la cabaña, allí se encontraba el grupo que había invitado. Menos de los que habían aceptado presentarse, alrededor de unos seis individuos.
-¡Alegrense! -Alzó la voz para llamar la atención a los presentes. -¡Han aceptado escuchar la palabra del Zeitura! ¡Solamente ello es una recompensa! -Continuaba, mientras despacio hacia el centro de una plaza no muy amplia, pero aparente sitio de reunión en días más concurridos. La leve nevada que estaba cayendo debió motivar a más de uno a permanecer en sus hogares. -¡En un inicio eran uno, pero eso cambió! ¡Zeit se dividió en tres hermanos! ¡Todos iguales en importancia, aunque totalmente diferentes entre sí! -Inició una vez llegó al punto predispuesto. Una simple caja de madera en la que subió para poder dirigirse mejor a los oyentes. -¡Teman de Nil, si no poseen su protección! Representante del Pasado y maestro del olvido. Es tan habilidoso como astuto. Jamás puede ser engañado. -Presentó a la primera de las deidades. -¡Caigan en la soledad, si no poseen la bendición de Eria! Representante del Presente y pura de corazón. Su bondad es infinita y su confianza pide sacrificio. Nunca los abandonará. -Antes de proseguir, observó cómo un visitante se acercaba curioso a escuchar. No lo conocía, pero tenía un presentimiento. -¡Acercate joven! -Le dijo al sujeto de cabellera morada mientras ella bajaba del cajón. Sus ojos, ahora escarlatas a causa de la droga reflejaban fascinación por él. Esa persona poseía la marca. -No eres de estas tierras, ¿me equivoco? ¿De donde eres? Pues en ti veo a un guerrero de Argo.
Galya
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Creado por Gallagher Miér Jun 01, 2016 2:46 pm
Hace ya tres días que Gallagher junto a la sacerdotisa Galya habían llegado a la isla Minion, era uno de sus tantos viajes que hacían desde hace tiempo buscando extender la palabra de los Zeituras, la cual el pelirrojo creía fervientemente pues cada enseñanza que su hermana zeitura le había hecho el honor de compartir con el se encontraba grabadas en su alma con marro y cincel haciendo imposible olvidarlas.
La actual isla donde se encontraban era de un clima gélido haciendo que Gallagher tuviera que usar una túnica sobre su ropa usual para cubrirse del frio aun así dejando entre ver su traje de combate además de su cabello rojizo por naturaleza. En estos tres días ambos se habían dado a la tarea de encontrar nuevos adeptos para los Zeituras lo cual no había sido nada fácil ya que hablar de una religión donde dos jóvenes fueran los que la profetizaran era un chiste de mal gusto para muchos por tal motivo pocos se prestaban a escuchar las Palabras de la sacerdotisa.
Se podían contar con los dedos de las manos a las personas que decidieron escuchar las palabras de Galya los cuales ya se encontraban en la plaza de enfrente donde se habían hospedado desde el día de ayer, al observar que ya eran todos Gallagher entro a la posada y se dirigió a la habitación de la Sacerdotisa, -Llego la hora-dijo después de tocar varias veces la puerta, espero unos minutos a que la joven saliera para después seguirla posicionándose detrás de ella hasta llegar a la plaza.
Justamente cuando Galya empezó con la introducción, Gallagher comenzó a repartir algunos panfletos donde se leía alguna información de su organización por así llamarla, le tomo por sorpresa que la joven peliblanca habría llamado a una de las personas de entre la pequeña multitud a que se acercara un poco mas, al parecer tenia el mismo potencial que el pelirrojo para convertirse en un discípulo de Argo, Gallagher se acerco a el joven de cabello purpura para darle al igual que los demás un panfleto con toda la información de la religión, -Por favor tómalo.
La actual isla donde se encontraban era de un clima gélido haciendo que Gallagher tuviera que usar una túnica sobre su ropa usual para cubrirse del frio aun así dejando entre ver su traje de combate además de su cabello rojizo por naturaleza. En estos tres días ambos se habían dado a la tarea de encontrar nuevos adeptos para los Zeituras lo cual no había sido nada fácil ya que hablar de una religión donde dos jóvenes fueran los que la profetizaran era un chiste de mal gusto para muchos por tal motivo pocos se prestaban a escuchar las Palabras de la sacerdotisa.
Se podían contar con los dedos de las manos a las personas que decidieron escuchar las palabras de Galya los cuales ya se encontraban en la plaza de enfrente donde se habían hospedado desde el día de ayer, al observar que ya eran todos Gallagher entro a la posada y se dirigió a la habitación de la Sacerdotisa, -Llego la hora-dijo después de tocar varias veces la puerta, espero unos minutos a que la joven saliera para después seguirla posicionándose detrás de ella hasta llegar a la plaza.
Justamente cuando Galya empezó con la introducción, Gallagher comenzó a repartir algunos panfletos donde se leía alguna información de su organización por así llamarla, le tomo por sorpresa que la joven peliblanca habría llamado a una de las personas de entre la pequeña multitud a que se acercara un poco mas, al parecer tenia el mismo potencial que el pelirrojo para convertirse en un discípulo de Argo, Gallagher se acerco a el joven de cabello purpura para darle al igual que los demás un panfleto con toda la información de la religión, -Por favor tómalo.
Gallagher
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Creado por Sinbad Jue Jun 02, 2016 6:13 pm
Sinbad poco a poco escuchaba la gente a su alrededor comentando al respecto de lo que decía la joven de cabello blanco y grandilocuente discurso. Hablaba de divinidades, una triada pero solo alcanzó a mencionar el pasado y el presente, dos de los que conformaban ese dios original que pregonaba sin miedo a criticas, sin miedo a prejuicios. En los ojos de la joven se veía fe absoluta, la misma fe que exclaman las ventanas del alma de un hombre que esta apunto de recibir la bala o estocada final de su vida, eso era certeza y aunque el de cabellos morados no tenía dios, la seguridad de esas palabras le atraparon. Además de decirle joven por lo que se sintió halagado, pese a que el mismo sabe que se conserva demasiado bien, viniendo de una pequeña chica guapa como ella, fue hacia allí con la curiosidad que podía matar a un gato. La chica era blanca como la nieve del lugar y resaltaban tanto su vestimenta negra como sus ojos que parecían tener un brillo rojizo, era tan hipnotizante como exótico, otro motivo más para acercarse.
Durante ese lapso de escuchar e interpretar de las palabras y caminar hacía ella, otro joven de melena roja se le acercó y le ofreció información más compacta y reducida en un papel. Parecía que fuese con el fin de su estudio y aceptación de estas divinidades, la religión era una de esas piezas que mueve el mundo y ellos al parecer lo intentaban a su manera. El tipo pelirrojo se veía fornido y fuerte, de una edad similar a Sinbad probablemente menos, sin duda alguna debía ser un buen luchador. El noble del reino de Lvneel sin duda lo notó pese a que lo había cautivado la sacerdotisa ahora también este tipo, sin duda alguna era un formidable luchador, lo notó en el momento en que cruzaron su mirada al recibir el panfleto -Gracias joven, sin duda voy a leerlo- solo lo ojeo un momento para seguir expectante de lo que pasaba y le preguntaba al chico hombre de que se alejara -¿Qué armas usas si se puede saber?- con cierta intriga de combate, solo quería cerciorarse de no dejar pasar un duelo de espadas si era posible.
La chica de mirada intrigante se dirigió hacía él y aseveró algo que era previsible, Sinbad se dedicaba a recorrer los mares bienb vestido y embaucando mercaderes con historias de su reino de Lvneel, si bien es un noble de la familia no era precisamente de los más directos al trono y menos cuando los abandono como lo hizo, robando. A estos traficantes de todo tipo de artículos les vendía historias de negocios míticas que los experimentados tipos no podían dejar pasar y acababan en Lvneel donde algunos de sus viejos amigos les robaban todo, hasta la vida si era necesario. Ese era uno de los problemas de ellos, Sinbad sabía lo que querían esos tipos aprovechados.
De la pequeña boca salían palabras de un tal Argo, quizás era la tercera parte restante de Zeit suponía, mientras imaginaba un poco a ese dios que cobijaba guerreros, respondía diciendo - Tiene razón señorita, no soy de acá y me gusta considerarme un guerrero aunque desconozco a este Argo que mencionas, vengo del reino de Briss y mi nombre es Sigfred -sonreía sinceramente porque pese a ser una mentira era su mentira predilecta, diversos nombres siempre lo llevaban a viajar en otros barcos pero este era el más usado, el de su mejor amigo que murió en la infancia a manos del ejercito de su familia durante una revuelta. Era un tributo que lo acompañaba muchas veces, y mientras quisiese pasar desapercibido no iba a andar soltando su nombre, sabía que su cabeza tenía precio y que mucha gente lo reconocería como el ladrón de la corona de Lvneel.
Durante ese lapso de escuchar e interpretar de las palabras y caminar hacía ella, otro joven de melena roja se le acercó y le ofreció información más compacta y reducida en un papel. Parecía que fuese con el fin de su estudio y aceptación de estas divinidades, la religión era una de esas piezas que mueve el mundo y ellos al parecer lo intentaban a su manera. El tipo pelirrojo se veía fornido y fuerte, de una edad similar a Sinbad probablemente menos, sin duda alguna debía ser un buen luchador. El noble del reino de Lvneel sin duda lo notó pese a que lo había cautivado la sacerdotisa ahora también este tipo, sin duda alguna era un formidable luchador, lo notó en el momento en que cruzaron su mirada al recibir el panfleto -Gracias joven, sin duda voy a leerlo- solo lo ojeo un momento para seguir expectante de lo que pasaba y le preguntaba al chico hombre de que se alejara -¿Qué armas usas si se puede saber?- con cierta intriga de combate, solo quería cerciorarse de no dejar pasar un duelo de espadas si era posible.
La chica de mirada intrigante se dirigió hacía él y aseveró algo que era previsible, Sinbad se dedicaba a recorrer los mares bienb vestido y embaucando mercaderes con historias de su reino de Lvneel, si bien es un noble de la familia no era precisamente de los más directos al trono y menos cuando los abandono como lo hizo, robando. A estos traficantes de todo tipo de artículos les vendía historias de negocios míticas que los experimentados tipos no podían dejar pasar y acababan en Lvneel donde algunos de sus viejos amigos les robaban todo, hasta la vida si era necesario. Ese era uno de los problemas de ellos, Sinbad sabía lo que querían esos tipos aprovechados.
De la pequeña boca salían palabras de un tal Argo, quizás era la tercera parte restante de Zeit suponía, mientras imaginaba un poco a ese dios que cobijaba guerreros, respondía diciendo - Tiene razón señorita, no soy de acá y me gusta considerarme un guerrero aunque desconozco a este Argo que mencionas, vengo del reino de Briss y mi nombre es Sigfred -sonreía sinceramente porque pese a ser una mentira era su mentira predilecta, diversos nombres siempre lo llevaban a viajar en otros barcos pero este era el más usado, el de su mejor amigo que murió en la infancia a manos del ejercito de su familia durante una revuelta. Era un tributo que lo acompañaba muchas veces, y mientras quisiese pasar desapercibido no iba a andar soltando su nombre, sabía que su cabeza tenía precio y que mucha gente lo reconocería como el ladrón de la corona de Lvneel.
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Creado por Gallagher Vie Jun 03, 2016 4:16 pm
Tras entregarle el panfleto a aquel hombre de cabellera morada que sin ningún reproche lo acepto le preguntó a Gallagher sobre que armas utilizaba en el combate algo un poco raro puesto que preguntarle a alguien que tipo de armas usaba cuando apenas y acababas de conocer a dicha persona era sin duda lo mas raro que le habían preguntado desde hace mucho tiempo al pelirrojo pero el decidió contestarle a aquel hombre sin inmutarse, -¿Armas?, Argo me provee de su fuerza en el combate por lo cual no necesito ninguna.- dijo para después marcharse y terminar de entregar dichos papeles a los que faltaban.
Tardo varios minutos en entregar los que le faltaban, en ese mismo lapso su hermana Zeitura seguía explicando las enseñas de sus dioses, Gallagher para no interrumpirla se coloco a su derechas dando un paso hacia tras y cruzando los brazos, nunca fue un hombre de muchas palabras así que en ese momento no podría hacer otra cosa mas que darle apoya moral a Galya, el hombre de cabellos morados se presento ante ella, tal parece que su nombre era Sigfred y venia del reino de Briss algo que le llamo la atención a Gallagher ya que era su lugar de nacimiento aunque no significaba otra cosa para el joven luchador puesto que abandono el lugar a una edad muy temprana de hecho no tenia buenos recuerdos del lugar, también menciono que no conocía a Argo lo cual era entendible por lo cual Gallagher intento explicarle de quien se trataba ya que era conocedor del tema, -Argo es la deidad del futuro, aquel que acoge a los mas bravos guerreros después de la muerte y juzga si son dignos de ser sus discípulos.- fue lo único que dijo para después estar en completo silencio.
Tardo varios minutos en entregar los que le faltaban, en ese mismo lapso su hermana Zeitura seguía explicando las enseñas de sus dioses, Gallagher para no interrumpirla se coloco a su derechas dando un paso hacia tras y cruzando los brazos, nunca fue un hombre de muchas palabras así que en ese momento no podría hacer otra cosa mas que darle apoya moral a Galya, el hombre de cabellos morados se presento ante ella, tal parece que su nombre era Sigfred y venia del reino de Briss algo que le llamo la atención a Gallagher ya que era su lugar de nacimiento aunque no significaba otra cosa para el joven luchador puesto que abandono el lugar a una edad muy temprana de hecho no tenia buenos recuerdos del lugar, también menciono que no conocía a Argo lo cual era entendible por lo cual Gallagher intento explicarle de quien se trataba ya que era conocedor del tema, -Argo es la deidad del futuro, aquel que acoge a los mas bravos guerreros después de la muerte y juzga si son dignos de ser sus discípulos.- fue lo único que dijo para después estar en completo silencio.
Gallagher
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Creado por Ryo Kitamura Vie Jun 03, 2016 10:03 pm
Habíamos llegado a esta isla hace ya 3 días, durante estos lo único que hicimos fue buscar interesados en nuestra fe, aunque la que hablaba generalmente era Galya, pues si bien ni a mi ni a Gallagher nos molestaba hablar o sentíamos alguna clase de ridículos nervios, no teníamos tal facilidad para convencer como la hermana Galya. Pero desempeñábamos otras tareas que igualmente tenían su función.
Yo me limitaba a preparar la comida, realmente nadie aquí capturaba mi atención y ellos parecían evitar contacto visual conmigo, mejor así. Estos primeros 3 días resultaron algo frustrantes, pocos fueron los que mostraron verdadero interés y aún menos fueron los que se presentaron hoy, el día.
Por desgracia el dinero no era abundante en nuestros bolsillos en estos momentos, por lo que ante la falta de recursos solo pude comprar algo de masa, aceite y un pollo, algo pequeño para mi gusto. No era como si tuviera demasiadas opciones ante esta "variedad" de ingredientes por lo que unicamente hice lo que tenía a mi alcance: empanadas de pollo. Me sentía algo avergonzado, no era que el pollo o las empanadas me desagradaran en si.
Sino que ante la falta de dinero pude comprar poca masa, algo de aceite y, como ya dije, el pollo era algo pequeño y al final las empanadas habían quedado pequeñas, eran mas o menos del tamaño de mi dedo indice.-Da pena.-Dije mirando mis creaciones. Tomé una y la probé, por suerte había conseguido un poco de sal y no sabían desabridas, aunque tampoco eran mi mejor trabajo. Si tuviera más ingredientes como lechuga o tomates podría haber hecho algo mejor.
Se dice que un cocinero debe amar su comida y hacerlo con todo su empeño y esfuerzo, solo eran un montón de excusas. El conocimiento era lo que hacía saber bien a la comida, los ingredientes de la mejor calidad y, sobre todo, la habilidad del cocinero, pero hasta el mejor cocinero sentiría vergüenza de haber hecho esto. Empanadas de lo mas simples.
Tomé el plato, era grande, en él habían 22 empanadas. Por fortuna no había demasiada gente y habría para repetir, aunque igual esperaba que no tuvieran demasiado apetito. Salí con el plato en ambas manos.
Se notaba que ya habían empezado hace unos minutos, observe unos momentos a Galya.-Siento la demora.-Dije en voz neutra, comencé a repartir empanadas. La diosa Eria hoy me sonreía, pues no estaba ante conocedores de la buena cocina y no prestaban demasiada atención al sabor, se limitaban a comerla. Algunos la rechazaban, en otra situación me hubiera molestado pero ante estas cosas...casi estaba a mitad del camino de considerar agradecer que no tuvieran hambre.
Observé al tipo de largo cabello morado, su presencia por alguna razón sobresalía del resto, tal vez por el extravagante color de su cabello. Camine hacía él.-Toma una.-Le acerque el plató.
Espero que les gusten las empanadas de pollo :'v.
Ryo Kitamura
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Creado por Galya Dom Jun 05, 2016 7:00 pm
Absorta en la presencia de ese individuo desconocido, prestó total atención a espera de su respuesta. Mientras tanto, visualizaba en él la imagen que buscaba. ¿Sería esta la persona que le daría significado a su viaje hasta esta isla? Llevaba puesta una vestimenta como nunca antes hubiese visto. No podía ni imaginar de qué tierras provenía y menos aún las costumbres que éste practicaba. ¿La escucharía? Tampoco estaba segura de ello. Sin embargo, casi nunca fallaban sus corazonadas, si pudiese llamarlas de alguna forma. Su hermano de palabra, Gall pareció percatarse de la reacción tan particular de la joven. Aunque no tomó acciones contra esta, pues la confianza era un valor que se practicaba entre los más veteranos en el culto. Y el navegante, sin temor a equivocarse, era uno de los miembros más devotos. Obra de una vida que inicialmente no encontraba su sentido de existir. Galya agradeció desde entonces a su Madre por haberle dado la oportunidad de salvar tanto potencial. Pues si bien su fuerte no era el hablar, sus acciones eran prueba de su voluntad tan férrea.
El navegante le entregó un panfleto con información al invitado. El mismo exponía en rasgos generales a las tres deidades que veneraban, así como los ideales del Zeitura. Si bien Galya no estuvo de acuerdo en un inicio, pues prefería métodos más tradicionales, accedió a utilizarlos en sus reclutamientos. Debía admitir que habían resultado útiles, en especial con aquellos que mostraban un ligero interés de escuchar. Pues les permitía entender con más claridad las enseñanzas de la sacerdotisa, que si bien podían estar cargadas de una profunda convicción, tentaban con ser confusas ante oídos inexpertos. Y el mayor problema, es que ella no suele a darse cuenta, a menos que se lo digan directamente. Fue así como el extranjero, agradecido pese a la repentina atención sobre él, llegó a preguntar por las armas de Gall. Si bien Argo no castiga a los combatientes armados, pero jamás sintió que su compañero desease utilizar alguna. No iba a impedírselo, era su elección. Y en parte, fue la respuesta que el joven de cabello rojizo manifestó. Sin dejar de lado la importancia que poseía la deidad sobre sus actos.
Por fin obtuvo su contestación. -Sigfred. Posees un hermoso nombre, ten por seguro que lo recordaré. -Mecionó un tanto más satisfecha, aunque su curiosidad se hallaba imbatible. Una chispa en su cabeza la hizo recordar en un instante algo que estuvo a punto de pasar por alto. -¿Briss? Jamás he puesto un pie en tu reino, pero siento conocerlo. Mi hermano Gallagher, aquí a mi derecha, es nativo de ahí. Nuestro encuentro no es coincidencia, eso te lo aseguro. -Bondadosa y tanto coqueta, junto ambas manos e hizo una leve reverencia en muestra de saludo. -Bienvenido seas Sigfred, hijo del Reino de Briss. Argo se complace con tu presencia. -Poco después Ryo, el tercero y último de los integrantes del Zeitura en Minion, le ofreció un poco de comida. Pese a su aspecto, a veces incomprendido, ella conocía la caridad existente en su corazón. De ahí que eligiera encomendarse a Eria como protectora. -Genuina es tu generosidad Ryo. Gall, dispersa a esta gente, por favor. He cambiado de parecer. No son dignos. -Sentenció. Ante sus ojos, esas personas habían dejado de ser importantes. Él único que mostraba potencial, estaba frente a ella. -Vamos adentro, merecer un reposo cálido viajero. Y si así lo deseas, te hablaré más sobre Argo.
El navegante le entregó un panfleto con información al invitado. El mismo exponía en rasgos generales a las tres deidades que veneraban, así como los ideales del Zeitura. Si bien Galya no estuvo de acuerdo en un inicio, pues prefería métodos más tradicionales, accedió a utilizarlos en sus reclutamientos. Debía admitir que habían resultado útiles, en especial con aquellos que mostraban un ligero interés de escuchar. Pues les permitía entender con más claridad las enseñanzas de la sacerdotisa, que si bien podían estar cargadas de una profunda convicción, tentaban con ser confusas ante oídos inexpertos. Y el mayor problema, es que ella no suele a darse cuenta, a menos que se lo digan directamente. Fue así como el extranjero, agradecido pese a la repentina atención sobre él, llegó a preguntar por las armas de Gall. Si bien Argo no castiga a los combatientes armados, pero jamás sintió que su compañero desease utilizar alguna. No iba a impedírselo, era su elección. Y en parte, fue la respuesta que el joven de cabello rojizo manifestó. Sin dejar de lado la importancia que poseía la deidad sobre sus actos.
Por fin obtuvo su contestación. -Sigfred. Posees un hermoso nombre, ten por seguro que lo recordaré. -Mecionó un tanto más satisfecha, aunque su curiosidad se hallaba imbatible. Una chispa en su cabeza la hizo recordar en un instante algo que estuvo a punto de pasar por alto. -¿Briss? Jamás he puesto un pie en tu reino, pero siento conocerlo. Mi hermano Gallagher, aquí a mi derecha, es nativo de ahí. Nuestro encuentro no es coincidencia, eso te lo aseguro. -Bondadosa y tanto coqueta, junto ambas manos e hizo una leve reverencia en muestra de saludo. -Bienvenido seas Sigfred, hijo del Reino de Briss. Argo se complace con tu presencia. -Poco después Ryo, el tercero y último de los integrantes del Zeitura en Minion, le ofreció un poco de comida. Pese a su aspecto, a veces incomprendido, ella conocía la caridad existente en su corazón. De ahí que eligiera encomendarse a Eria como protectora. -Genuina es tu generosidad Ryo. Gall, dispersa a esta gente, por favor. He cambiado de parecer. No son dignos. -Sentenció. Ante sus ojos, esas personas habían dejado de ser importantes. Él único que mostraba potencial, estaba frente a ella. -Vamos adentro, merecer un reposo cálido viajero. Y si así lo deseas, te hablaré más sobre Argo.
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Creado por Sinbad Mar Jun 07, 2016 9:27 pm
Sin duda la chica tenía un don de labia ya que había convencido a algunos de los presentes con pocas palabras, con los panfletos les parecía despertar la llama de la curiosidad. Escuchaba que comentaban entre ellos sobre lo que escuchaban de esa divinidad tripartita. Pero la chica parecía tener cierto interés en Sinbad, dejo de prestar atención a los posibles acolitos. dejando a su lado solo al que parecía servir para la causa, a lo lejos se veía otro tipo que se acercaba y denotaba un aspecto rudo, ambos tipos parecían aptos para la pelea, generaban el mismo interés del duelo que el marino siempre planteaba pero de momento la pequeña chica de rubidiscentes ojos era la que le llamaba la atención tanto por su forma de convencer a los demás, era una habilidad a tomar en cuenta, alguien que vive de la actuación como el de cabello morado y vestimenta negra admira ese tipo de habilidades, si puede adquirir un poco de ese don podría variar más su actuación aunque de momento ya le parecía interesante.
Sinbad no se sintió mal por la mentira pero si porque la chica dijese que era un hermoso nombre, lo era y también era de un gran amigo -Gracias por el halado, no es más que como me bautizaron mis padres. Espero una presentación de su parte sacerdotisa, si se le debe llamar así, de blancos cabellos y también una de tus acompañantes- le decía con un respeto impoluto, como solía hacer cuando recordaba su infancia y la educación juvenil, entre nobles y la alcurnia de Lvneel era un trato preciso -El reino de Briss es maravilloso pero es demasiado tranquilo, llega el momento donde el alma de un guerrero busca explorar más allá de lo que se le permite y si es de la mano del mercadeo de productos nunca esta de más- señalaba su alfombra que cargaba con una singular variedad de productos que había recolectado en sus viajes -Me encantaría conocer de donde son cada uno de ustedes- decía con tono amistoso- Sin duda encontrar un hermano de Briss es algo curioso y denota que al igual que yo ustedes también son viajeros de los mares, de la palabra que predican probablemente. Lo que dice el folleto pinta bastante interesante, como forma de ver el mundo -blandía el panfleto para denotar que lo había leído, una verdad a favor del revolucionario que aceptaba gustosamente la comida que el tercer invitado que había visto venir ofrecía -Muchas gracias joven hombre, sin duda dando alimento a un desconocido se gana el respeto del mismo- hacía una reverencia y disfrutaba con educación de la comida proporcionada, mientras seguía escuchando las palabras de la delicada joven.
Observaba como el aparente cocinero hacía caso perfectamente a lo que la señorita decía, sin duda era una líder nata, lo demostraba con sus acciones, con discursos y con la presencia que tenía, resaltaba de los demás como para llamar la atención de los espectadores. -Sería un gusto acompañar y conocer de este tema. Si Argo esta relacionado con los guerreros sin duda es un tema que me puede llegar a interesar- decía mientras caminaba en la dirección que se proponía.
Sinbad no se sintió mal por la mentira pero si porque la chica dijese que era un hermoso nombre, lo era y también era de un gran amigo -Gracias por el halado, no es más que como me bautizaron mis padres. Espero una presentación de su parte sacerdotisa, si se le debe llamar así, de blancos cabellos y también una de tus acompañantes- le decía con un respeto impoluto, como solía hacer cuando recordaba su infancia y la educación juvenil, entre nobles y la alcurnia de Lvneel era un trato preciso -El reino de Briss es maravilloso pero es demasiado tranquilo, llega el momento donde el alma de un guerrero busca explorar más allá de lo que se le permite y si es de la mano del mercadeo de productos nunca esta de más- señalaba su alfombra que cargaba con una singular variedad de productos que había recolectado en sus viajes -Me encantaría conocer de donde son cada uno de ustedes- decía con tono amistoso- Sin duda encontrar un hermano de Briss es algo curioso y denota que al igual que yo ustedes también son viajeros de los mares, de la palabra que predican probablemente. Lo que dice el folleto pinta bastante interesante, como forma de ver el mundo -blandía el panfleto para denotar que lo había leído, una verdad a favor del revolucionario que aceptaba gustosamente la comida que el tercer invitado que había visto venir ofrecía -Muchas gracias joven hombre, sin duda dando alimento a un desconocido se gana el respeto del mismo- hacía una reverencia y disfrutaba con educación de la comida proporcionada, mientras seguía escuchando las palabras de la delicada joven.
Observaba como el aparente cocinero hacía caso perfectamente a lo que la señorita decía, sin duda era una líder nata, lo demostraba con sus acciones, con discursos y con la presencia que tenía, resaltaba de los demás como para llamar la atención de los espectadores. -Sería un gusto acompañar y conocer de este tema. Si Argo esta relacionado con los guerreros sin duda es un tema que me puede llegar a interesar- decía mientras caminaba en la dirección que se proponía.
Última edición por Sinbad el Mar Jun 14, 2016 3:00 pm, editado 1 vez
Sinbad
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Creado por Galya Lun Jun 13, 2016 9:42 am
La sola aparición del invitado había bastado para que una comunicación pública en medio de la plaza, pasará a ser una reunión privada en el interior de la cálida taberna. Galya no sentía pena alguna por aquellos a los cuales abandonó. Ninguno de ellos le habían transmitido ese profundo sentimiento como lo es la confianza, valor que tanto buscaba. Y sin él, no iba a ser capaz de llamarlos en su debido momento “hermanos”. ¿Cómo podía estar tan seguro al respecto? Porque ya le había sucedido antes. Primero con el pelirrojo, esclavo de gente que no supo visualizar el sufrimiento y potencial del joven. Tiempo después con Ryo, presa de sus propios tormentos. Así mismo con otros compañeros que ahora abrazaban las mismas creencias. Puede que no fueran muchos, sin embargo estaban creciendo. No solamente en cantidad, sino también en fortaleza individual. La Trinidad estaba orgullosa. Ella lo sabía. Y lo iban a estar aún más si lograba reclutar a tan distinguido candidato. En su oído susurraba la voz de su madre Eria, quien le insistía que no perdiera esta oportunidad. Este lo sentía tan insistente por encontrarse bajo los efectos de la “Lágrima”.
Mientras caminaba al lado del viajero, no perdió su mirada de él ni un instante. -No soy alguien importante Sigfred, y nunca lo he sido. Es por eso que presentarme no tiene relevancia de ningún tipo. Sin embargo si es de tu interés conocer mi nombre y quién soy, será para mi un honor decirtelo. Mis hermanos lo harán en la debida ocasión. Terminarán primero sus obligaciones. -Habló con sinceridad mientras con su cuidadoso caminar, llegaron frente a la puerta del local. Como muestra de cortesía, ella misma la abrió a la espera de que el joven ingresara. -Has demostrado ser cordial y respetuoso en tus palabras, y no dudo que será igual con tus acciones. Pasa por favor, que si bien no es el sitio en el cual me gustaría brindarte hospitalidad, es el único que puedo ofrecerte. -Agachó su cabeza, dejando asi que su pálida cabellera cubriera su rostro. No sólo ocultaba tras de ella una sonrisa tan pura como sus intenciones. También, unos ojos que se teñían de un tono más rojo, aunque de manera lenta, con cada minuto que pasaba.
Mientras caminaba al lado del viajero, no perdió su mirada de él ni un instante. -No soy alguien importante Sigfred, y nunca lo he sido. Es por eso que presentarme no tiene relevancia de ningún tipo. Sin embargo si es de tu interés conocer mi nombre y quién soy, será para mi un honor decirtelo. Mis hermanos lo harán en la debida ocasión. Terminarán primero sus obligaciones. -Habló con sinceridad mientras con su cuidadoso caminar, llegaron frente a la puerta del local. Como muestra de cortesía, ella misma la abrió a la espera de que el joven ingresara. -Has demostrado ser cordial y respetuoso en tus palabras, y no dudo que será igual con tus acciones. Pasa por favor, que si bien no es el sitio en el cual me gustaría brindarte hospitalidad, es el único que puedo ofrecerte. -Agachó su cabeza, dejando asi que su pálida cabellera cubriera su rostro. No sólo ocultaba tras de ella una sonrisa tan pura como sus intenciones. También, unos ojos que se teñían de un tono más rojo, aunque de manera lenta, con cada minuto que pasaba.
Galya
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Creado por Gallagher Lun Jun 13, 2016 10:26 am
Al parecer Galya no encontraba mucho potencial en cuanto a la gente reunida en el lugar, solo el joven de cabellos morados había sido de su agrado y en el veía ese potencial para servirle directamente a los tres dioses zeituras, la joven peliblanca dio la orden para dispersar a las personas que había asistido a escuchar su palabra lo cual Gallagher acató sin ningún reproche, -Lo lamento mucho pero la realidad es que ninguno de ustedes es digno de pertenecer a los Zeituras, así que retírense de este lugar.- hablo Gallagher ante la gente reunida, algunos estaban confusos ya que no entendían el porque primero los convencieron para venir a reunirse en este lugar para escuchar lo que tenían que decir y ahora simplemente les pedían que se retiraran, mientras tanto otros comenzaban a enfadarse ya que pensaban que todo esto se trataba de una broma de mal gusto, incluso hubo un tipo que encaró directamente a Gallagher para exigirle una explicación o al menos una disculpa por haberlo hecho perder el tiempo, Gall arremetió contra el propinándole un puñetazo justo en la boca sin previo aviso haciendo que callera al suelo; -No eres digno, ¿Qué otra explicación deseas?.- le dijo mientras de sus nudillos se quitaba algunos dientes que se le habían incrustado por el golpe, los demás sujetos reunidos en el lugar decidieron huir al ver tal acto de brutalidad.
Después de ese pequeño ”incidente” el pelirrojo entro a la taberna en la cual ya estaban conversando Galya y el viajero, -Todos se han marchado ya Galya, sin ninguna complicación.- dijo esto bastante tranquilo, siempre a su manera mientras que con un trapo se limpiaba algo de sangre en su mano después de eso miro fijamente a el viajero, -Parece ser que la sacerdotisa te a elegido, siéntete honrado....-
Después de ese pequeño ”incidente” el pelirrojo entro a la taberna en la cual ya estaban conversando Galya y el viajero, -Todos se han marchado ya Galya, sin ninguna complicación.- dijo esto bastante tranquilo, siempre a su manera mientras que con un trapo se limpiaba algo de sangre en su mano después de eso miro fijamente a el viajero, -Parece ser que la sacerdotisa te a elegido, siéntete honrado....-
Gallagher
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