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Censo
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Creado por Guren Ichinose Dom Jul 03, 2016 4:06 pm
El espadachín de Wano estaba planificado un encuentro con su hermana, sí en Tequila Wolf. Era un sitio helado, hoy se encontraba nevando bastante es por eso que el muchacho llevaba una gabardina de color negra, le tapaba la cabeza pero dejaba ver su rostro, algunos mechones revueltos por su misma cara, sus katanas se podían observar ya que no iba cerrada la ropa para nada. Yacía él caminando por una de las calles, un pasillo enorme donde habían varias casas y cosas para comprar. Ése día el agente no solo llevaba sus espadas sino que una bolsa algo pesadas, llena de recuerdos para su hermana, un gesto bastante típico de su parte.
Las personas caminaban con normalidad en aquel sector, muchas con sus pequeños hijos y varios que parecían ser hermanos jugaban a lanzarse bolas de nieve, ante los ojos del nacido en las lejanas aguas era un acto bastante agradable, quizás nunca él pudo compartir semejante actitud con su pequeña y única familiar. Se agachó a tomar un poco de nieve, le hizo la forma de una pelota, estaba muy fría. La nieve caía sobre aquella figura que estaba en la palma de Saitou, se hacía meramente más grande, por eso decidió dejarla caer al suelo, su mano se enrojeció por alcanzar una temperatura tan baja.
Por mero reflejo humano lanzó una bocanada de aliento cálido entre sus manos, sin soltar la bolsa que traía, camino unos pasos más para sentarse en una especie de banca para tres personas, miró al cielo. Desvió de apoco la mirada, solo se encontraba esperando a la pequeña que llegase. El Cipher Pol no era conocido por demostrar sus emociones, menos con sus compañeros cerca los cuales ya le trataban de frío o incluso de que no tenía nada más que una gélida coraza. Muchos igual le trataban casi de ser una especie de robot, pero bueno.
Las orbes azuladas de aquel hombre de apoco llegaron a un local que yacía enfrente, tenía chocolates, y caramelos variados, hasta en forma de animalitos como; conejitos, perritos e incluso gatitos. Sonrío y comenzó a caminar hacía allá, obviando que la gente igual iba a comprar. Sus pasos fueron tranquilos e incluso se quedó en la vitrina observando esas obras de artes hechas dulce. Pensó en entrar a comprar algunos pero de verdad estaba algo repleto. Ahí parecía un civil más, y su ropa era un traje negro, que sí, era sospechoso. Dejó escapar un bufido.
— ¿Debería comprarle algunos?— Se preguntó en una voz algo fuerte, seguro más de una persona le escucharía. Entró en dudas, miraba mucho aquellos dulces, se veían realmente sabrosos, tanto que hasta a él se le entraba en ganas, disfrutar y saber a que sabían, si eran tan empalagosos como detrás del vidrio modelaban.
Las personas caminaban con normalidad en aquel sector, muchas con sus pequeños hijos y varios que parecían ser hermanos jugaban a lanzarse bolas de nieve, ante los ojos del nacido en las lejanas aguas era un acto bastante agradable, quizás nunca él pudo compartir semejante actitud con su pequeña y única familiar. Se agachó a tomar un poco de nieve, le hizo la forma de una pelota, estaba muy fría. La nieve caía sobre aquella figura que estaba en la palma de Saitou, se hacía meramente más grande, por eso decidió dejarla caer al suelo, su mano se enrojeció por alcanzar una temperatura tan baja.
Por mero reflejo humano lanzó una bocanada de aliento cálido entre sus manos, sin soltar la bolsa que traía, camino unos pasos más para sentarse en una especie de banca para tres personas, miró al cielo. Desvió de apoco la mirada, solo se encontraba esperando a la pequeña que llegase. El Cipher Pol no era conocido por demostrar sus emociones, menos con sus compañeros cerca los cuales ya le trataban de frío o incluso de que no tenía nada más que una gélida coraza. Muchos igual le trataban casi de ser una especie de robot, pero bueno.
Las orbes azuladas de aquel hombre de apoco llegaron a un local que yacía enfrente, tenía chocolates, y caramelos variados, hasta en forma de animalitos como; conejitos, perritos e incluso gatitos. Sonrío y comenzó a caminar hacía allá, obviando que la gente igual iba a comprar. Sus pasos fueron tranquilos e incluso se quedó en la vitrina observando esas obras de artes hechas dulce. Pensó en entrar a comprar algunos pero de verdad estaba algo repleto. Ahí parecía un civil más, y su ropa era un traje negro, que sí, era sospechoso. Dejó escapar un bufido.
— ¿Debería comprarle algunos?— Se preguntó en una voz algo fuerte, seguro más de una persona le escucharía. Entró en dudas, miraba mucho aquellos dulces, se veían realmente sabrosos, tanto que hasta a él se le entraba en ganas, disfrutar y saber a que sabían, si eran tan empalagosos como detrás del vidrio modelaban.
Guren Ichinose
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuna Benedetto Jue Jul 07, 2016 2:31 pm
Tras haber terminado con su misión en Tequila Wolf, lo siguiente en la lista era preparar comida para aquellos Agentes CP que se encontraban en la isla. La espadachín siempre tomaba dicho trabajo como algo de suma importancia y no era para menos tratándose de alguien que amaba cocinar casi tanto como entrenar con su par de katanas, Yuna era una mujer bastante compleja para la edad que tenía, pero era algo a esperarse viniendo de una niña que se saltó parte de su infancia y adolescencia para madurar tan rápido a como lo haría un adulto cuya vida se podría manejar como normal a la edad de veinticinco. El platillo que sirvió después de varios minutos trabajando en la cocina consistía en un filete de pescado empanizado acompañado con zanahorias, calabazas previamente cocidas, acompañadas de rebanadas de tomates frescos que sólo los agentes del CP se podían dar el lujo de tener.
Una vez terminó con sus labores, fue directamente a su habitación donde se duchó para retirarse todo rastro de sudor y olor a comida que traía encima después de haber cumplido con ambos trabajos, que aunque no se podía catalogar como agotadores, el contacto con otras personas siempre resultaba en algún tipo de estrés para con la morena. Un problema que estaba más que dispuesta a superar, pero que le costaba más trabajo del que había pensado, sumado al hecho de que ella no tenía la actitud más positiva del mundo y tampoco la más dulce dentro de aquella isla cubierta de hielo y nieve. Secó su cabello perfectamente con una toalla y se vistió con otro conjunto de ropa similar al que se había retirado hacía unos minutos, se colocó un abrigo que le cubriera hasta por encima de las rodillas y finalmente se enredó al cuello la bufanda roja que la caracterizaba ya que era rara la ocasión en la que no la ocupaba, y aquella ocasión era únicamente cuando debía lavarla.
La bufanda de color rojo, era lo único además de la sangre que de alguna manera la unía en un contexto extraño, a la espadachín con el aquél hombre que podía llamar familia, incluso cuando no había tratado con él la mayor parte de su vida, a quien en un principio sólo conocía por recuerdos de su propia niñez y con quien en poco tiempo había comenzado a desarrollar una relación como si de verdad ambos hubiesen crecido juntos. Ya bien abrigada, comenzó a andar en dirección a la pequeña zona comercial que había en Tequila Wolf, ahí era donde había quedado con su hermano mayor para verse, algo que le resultaba extraño y que sin embargo le agradaba porque precisamente era con él con quien no sentía esa presión en el pecho debido a la necesidad de encontrar un lugar al cual perteneciera. Con su par de katanas bien fijas en su cintura cubiertas por el abrigo que iba medio abierto de la parte de abajo para que pudiera colocarse su par de armas, se escabulló por entre la gente en busca de Saitou, culpando a la nieve de que dicho trabajo se volviese un poco más complejo.
Avanzó quizá durante varios minutos notando en el reflejo de uno de los puestos que la parte superior de su cabeza se había cubierto en gran parte por los pequeños copos de nieve que de a poco había hecho una ligera capa blanquecina sobre su opuesto en color. Se sacudió con ayuda de su mano derecha y siguió avanzando hasta que se topó con el que parecía desde lejos el mayor de los Hajime, por lo que con cada paso que daba se aseguraba de ir en dirección al hombre correcto — No pensé que los dulces fueran mucho de tu agrado — comentó colocándose detrás de él, tratando de observar lo mismo donde él tenía la vista fija — Lamento la tardanza — se acomodó la bufanda para retirarla de su nariz y labios para poder hablar sin problemas con él — ¿Llevas mucho tiempo aquí? — preguntó amablemente pero aún con ese tono borde característico de ella que ni siquiera era capaz de controlar con su hermano mayor.
Una vez terminó con sus labores, fue directamente a su habitación donde se duchó para retirarse todo rastro de sudor y olor a comida que traía encima después de haber cumplido con ambos trabajos, que aunque no se podía catalogar como agotadores, el contacto con otras personas siempre resultaba en algún tipo de estrés para con la morena. Un problema que estaba más que dispuesta a superar, pero que le costaba más trabajo del que había pensado, sumado al hecho de que ella no tenía la actitud más positiva del mundo y tampoco la más dulce dentro de aquella isla cubierta de hielo y nieve. Secó su cabello perfectamente con una toalla y se vistió con otro conjunto de ropa similar al que se había retirado hacía unos minutos, se colocó un abrigo que le cubriera hasta por encima de las rodillas y finalmente se enredó al cuello la bufanda roja que la caracterizaba ya que era rara la ocasión en la que no la ocupaba, y aquella ocasión era únicamente cuando debía lavarla.
La bufanda de color rojo, era lo único además de la sangre que de alguna manera la unía en un contexto extraño, a la espadachín con el aquél hombre que podía llamar familia, incluso cuando no había tratado con él la mayor parte de su vida, a quien en un principio sólo conocía por recuerdos de su propia niñez y con quien en poco tiempo había comenzado a desarrollar una relación como si de verdad ambos hubiesen crecido juntos. Ya bien abrigada, comenzó a andar en dirección a la pequeña zona comercial que había en Tequila Wolf, ahí era donde había quedado con su hermano mayor para verse, algo que le resultaba extraño y que sin embargo le agradaba porque precisamente era con él con quien no sentía esa presión en el pecho debido a la necesidad de encontrar un lugar al cual perteneciera. Con su par de katanas bien fijas en su cintura cubiertas por el abrigo que iba medio abierto de la parte de abajo para que pudiera colocarse su par de armas, se escabulló por entre la gente en busca de Saitou, culpando a la nieve de que dicho trabajo se volviese un poco más complejo.
Avanzó quizá durante varios minutos notando en el reflejo de uno de los puestos que la parte superior de su cabeza se había cubierto en gran parte por los pequeños copos de nieve que de a poco había hecho una ligera capa blanquecina sobre su opuesto en color. Se sacudió con ayuda de su mano derecha y siguió avanzando hasta que se topó con el que parecía desde lejos el mayor de los Hajime, por lo que con cada paso que daba se aseguraba de ir en dirección al hombre correcto — No pensé que los dulces fueran mucho de tu agrado — comentó colocándose detrás de él, tratando de observar lo mismo donde él tenía la vista fija — Lamento la tardanza — se acomodó la bufanda para retirarla de su nariz y labios para poder hablar sin problemas con él — ¿Llevas mucho tiempo aquí? — preguntó amablemente pero aún con ese tono borde característico de ella que ni siquiera era capaz de controlar con su hermano mayor.
Yuna Benedetto
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Guren Ichinose Vie Jul 08, 2016 5:54 pm
El hombre estaba con frío pero eso no quitaba el hecho que mirase aquellos dulces, le encantaban las figuras hasta pensaba que su hermana podría parecerse al osito. Se le escapó una sonrisa ladeada. La gente entraba y salía de aquel local, todos encantados por las delicias de todo tipo. El agente en su fachada de civil solo recurría a observar nada más que eso, se sentía extraño andando por ahí con ropas tan normales, pero sus espadas siempre con él. A muchos les parecía extraño pero todos se protegen llevando sus armas, este mundo está algo loco y no salir protegido podría significar que tu vida se fuera al tacho de basura.
El espadachín bufó un par de veces aún observando allí como una simple estatua pero de golpe escuchó la voz de alguien. Aquella aseveración le hizo voltear a ver, era su pequeña hermana. Solo atinó a sonreír ante su primera aparición con la voz, no quiso decir nada, solo la miró a ella y luego a la figura de caramelo, al gato en especial. Sentía que se parecían, pero no era bueno decirlo. Con su mano diestra le revoloteó el pelo un poco, agachándose antes de decir algo. — Me gustan. Pero prefiero lo picante. Lo dulce… No necesito tanto dulzor en mi vida.— Acabó pero no solo eso sino que le ordenó el pelo, para que no se enfadase o algo por el estilo, no quería hacer que ella pasara un mal rato, no obstante unas personas observaron el gesto entre los dos, hermanos de sangre.
Ante las siguientes palabras este solo atinó a ponerse enfrente, poner recta su espalda y nada más que eso. Traía consigo un par de cosas para darle a ella. Yuna traía una bufanda, pero él había fabricado una para ella, era blanca, como la nieve. La sacó y se la envolvió al cuello. — Abríguese más.— Luego de eso no sonrió pero si intentó buscar algo más que había traído para ella. — Sí llevo un rato. Supongo que soy demasiado puntual y más cuando algo me interesa.— No encontró lo que quería para ella, seguro estaba metido más al fondo, la bolsa era grande y seguro pesaba un poco más. Tras esto el muchacho le tomó la muñeca para iniciar el caminar. — Bueno pongámonos a caminar. Te traje una katana nueva, de calidad meitou. Deberás investigar su nombre. — Dijo el mayor, con un poco de gracia, alzando el dedo índice. Seguro traía un nombre interesante pero ella, debería encontrar como se llamaba. La espada era hermosa y ahora tenía una propietaria.
— ¿Te gusta el chocolate caliente?— Apuntó una tienda que se veía bien interesante, en la cual podrían seguramente resguardarse del frío. El hombre se preocupaba, solo por su hermana por nadie más. Mostraba su lado más humano, allí. Fuera de eso era un mero agente que buscaba causar el máximo daño posible a los piratas en el menor tiempo. No perdonaba a nadie, en cambio a ella, le perdonaba hasta que le golpease en estómago. Así es él.. Para la buena o mala suerte de Yuna.
El espadachín bufó un par de veces aún observando allí como una simple estatua pero de golpe escuchó la voz de alguien. Aquella aseveración le hizo voltear a ver, era su pequeña hermana. Solo atinó a sonreír ante su primera aparición con la voz, no quiso decir nada, solo la miró a ella y luego a la figura de caramelo, al gato en especial. Sentía que se parecían, pero no era bueno decirlo. Con su mano diestra le revoloteó el pelo un poco, agachándose antes de decir algo. — Me gustan. Pero prefiero lo picante. Lo dulce… No necesito tanto dulzor en mi vida.— Acabó pero no solo eso sino que le ordenó el pelo, para que no se enfadase o algo por el estilo, no quería hacer que ella pasara un mal rato, no obstante unas personas observaron el gesto entre los dos, hermanos de sangre.
Ante las siguientes palabras este solo atinó a ponerse enfrente, poner recta su espalda y nada más que eso. Traía consigo un par de cosas para darle a ella. Yuna traía una bufanda, pero él había fabricado una para ella, era blanca, como la nieve. La sacó y se la envolvió al cuello. — Abríguese más.— Luego de eso no sonrió pero si intentó buscar algo más que había traído para ella. — Sí llevo un rato. Supongo que soy demasiado puntual y más cuando algo me interesa.— No encontró lo que quería para ella, seguro estaba metido más al fondo, la bolsa era grande y seguro pesaba un poco más. Tras esto el muchacho le tomó la muñeca para iniciar el caminar. — Bueno pongámonos a caminar. Te traje una katana nueva, de calidad meitou. Deberás investigar su nombre. — Dijo el mayor, con un poco de gracia, alzando el dedo índice. Seguro traía un nombre interesante pero ella, debería encontrar como se llamaba. La espada era hermosa y ahora tenía una propietaria.
— ¿Te gusta el chocolate caliente?— Apuntó una tienda que se veía bien interesante, en la cual podrían seguramente resguardarse del frío. El hombre se preocupaba, solo por su hermana por nadie más. Mostraba su lado más humano, allí. Fuera de eso era un mero agente que buscaba causar el máximo daño posible a los piratas en el menor tiempo. No perdonaba a nadie, en cambio a ella, le perdonaba hasta que le golpease en estómago. Así es él.. Para la buena o mala suerte de Yuna.
Guren Ichinose
Hoja de personaje
Nivel:
(26/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por Yuna Benedetto Sáb Jul 16, 2016 11:41 pm
Quiso alejarse en cuanto notó las intenciones de su hermano por revolverle el cabello, lo mismo que hacía desde hacía tiempo, algo que ella no podía recordar porque si bien no había pasado siquiera un año desde que ella lo había encontrado, no sabía con exactitud el momento en el que ambos descendientes de un Hajime lograron traspasar una barrera para llevarse tan bien como lo hacían ahora. En contra de sus propios deseos se quedó ahí, quieta sintiendo como su cabello era revuelto por la mano derecha de su mayor, exhaló profundamente a modo de rendición, como siempre hacía con él — Bueno, creo que al menos estamos de acuerdo en un punto — bromeó recordando que su comida siempre era acompañada de algún tipo de picante ya fuera que lo incluyese en la preparación o como complemento extra, era algo que Yuna nunca entendió del todo hasta que supo que eso era un gusto que quizá ambos heredaron del lado Hajime de la familia.
Observó cómo rebuscaba en esa bolsa grande que traía consigo, enarcó una ceja cuando notó que sacaba de la misma una bufanda de color blanco como la nieve que ahora mismo cubría todo y rápidamente tal cual como hizo con la bufanda retiró de su nariz y boca la bufanda blanca acomodándola de la mejor manera posible debajo de su barbilla para poder hablar y que se le entendiese mejor — No deberías gastar tu dinero en mi — aseguró en un tono que sorprendentemente no era rudo y mucho menos tosco, porque le preocupaba que su hermano mayor dejara de lado prioridades personales por complacerla con regalos que ella no entendía por qué le daba — Tenía que terminar mi ronda en las cocinas, ya sabes siempre es un caos si no hay un buen líder — se encogió de hombros y posó la vista sobre la bolsa que su hermano mayor aún sostenía — ¿Por qué has traído esa bolsa enorme? — preguntó señalándola con la mirada pero dicha respuesta fue rápidamente respondida con algo que le iluminó el rostro.
— ¿Hablas enserio? — preguntó intentando contener las ganas de querer ver en ese mismo instante la katana de la que le hablaba su hermano — ¡No puedo creerlo! — Nunca había recibido un regalo similar desde que su madre le había dado el par de katanas que ahora colgaban amarradas a su cadera. Recobró la compostura ya que a pesar de que se encontraba con Saitou, no podía simplemente volverse una niña de cinco años con un pony nuevo. Caminó a lado de su hermano quien tenía la mano sujeta a la muñeca de la morena — Claro, hace mucho que no bebo uno — posó su vista sobre el local que señalaba el mayor y en un rápido movimiento liberó su muñeca para aferrar sus dedos que comenzaban a enfriarse con los de su hermano uniendo ambas palmas para dejarle en claro que ella no era una pequeña que debía ser guiada al local de bebidas calientes.
Observó cómo rebuscaba en esa bolsa grande que traía consigo, enarcó una ceja cuando notó que sacaba de la misma una bufanda de color blanco como la nieve que ahora mismo cubría todo y rápidamente tal cual como hizo con la bufanda retiró de su nariz y boca la bufanda blanca acomodándola de la mejor manera posible debajo de su barbilla para poder hablar y que se le entendiese mejor — No deberías gastar tu dinero en mi — aseguró en un tono que sorprendentemente no era rudo y mucho menos tosco, porque le preocupaba que su hermano mayor dejara de lado prioridades personales por complacerla con regalos que ella no entendía por qué le daba — Tenía que terminar mi ronda en las cocinas, ya sabes siempre es un caos si no hay un buen líder — se encogió de hombros y posó la vista sobre la bolsa que su hermano mayor aún sostenía — ¿Por qué has traído esa bolsa enorme? — preguntó señalándola con la mirada pero dicha respuesta fue rápidamente respondida con algo que le iluminó el rostro.
— ¿Hablas enserio? — preguntó intentando contener las ganas de querer ver en ese mismo instante la katana de la que le hablaba su hermano — ¡No puedo creerlo! — Nunca había recibido un regalo similar desde que su madre le había dado el par de katanas que ahora colgaban amarradas a su cadera. Recobró la compostura ya que a pesar de que se encontraba con Saitou, no podía simplemente volverse una niña de cinco años con un pony nuevo. Caminó a lado de su hermano quien tenía la mano sujeta a la muñeca de la morena — Claro, hace mucho que no bebo uno — posó su vista sobre el local que señalaba el mayor y en un rápido movimiento liberó su muñeca para aferrar sus dedos que comenzaban a enfriarse con los de su hermano uniendo ambas palmas para dejarle en claro que ella no era una pequeña que debía ser guiada al local de bebidas calientes.
Yuna Benedetto
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Guren Ichinose Miér Jul 20, 2016 2:01 pm
Saitou siempre fue un tipo algo gélido en el tacto, alejado y que hablaba poco pero cuando estaba con su hermana, que él sabía que era media hermana pero para el mismo eso no existía para él, era su única familia, lo era todo pero no le digan a Yuna. Le encantaba el tacto que tenía con la misma, tal vez un poco brusco a inicio pero que con el tiempo se suavizaría. El espadachín no sabía como demostrar afecto por eso le revoloteaba el pelo, veía mucho esa escena de hermanos mayores con los menores. El pelo de ella era suave, eso le encantaba además verle en esa posición le causaba cierto grado de…¿ternura?
Cuando puso la bufanda en su hermana su rostro fue demasiado agradable, e incluso sonrió achinando sus orbes en el proceso, de verdad se veía alegre de verdad en su vida. Le encantaba hacer cosas de hermano mayor le hacía sentir más cerca a su pequeña aún así de todas formas sentía que necesitaba más para acercarse al perímetro de Yuna. Al escucharle el hombre de orbes violáceas solo sonrió ladeando la cabeza, y le tocó la nariz con su dedo índice con suavidad durante un periodo de tiempo demasiado corto para luego de eso pasar a responderle, con calma como ya era habitual en él.
—Eres mi hermana, debo preocuparme por ti y comprar cosas para ti. Me sobra dinero, no necesito comodidades … sólo darte lo mejor a ti, mi única familia.— Se sinceró el hombre y retomó su posición mirando a todos lados algo sorprendido. Volvió a escucharle, se le olvidaba que era una cocinera, eso le enorgullecía ya que podía hacer florecer más sentimientos que solo combatiendo con la espada. Ella no sabía lo de la bolsa por eso el joven solo miró con atención sin responder nada, no debía hacerlo ya que el tiempo lo haría con bastante normalidad, traía tantas cosas para ella que seguro quedaría algo aborrecida de tanta locura que allí se encontraba. Desde esa espada hasta pijamas, cosas básicas, hasta cremas.. de todo, queriendo tal vez acercarse más a ella sin saber como.
Ella se sorprendió por lo de la meitou, tenia la misma sangre que el joven de pelo largo, definitivamente eran hermanos. Él solo prefirió reír suavecito ya que verle así le sorprendió. Tras un poco más habló nuevamente con suavidad. —Deberías creerlo y es toda tuya.— Le dijo con suma calma, como era típico del mismo. Al ir caminando, él supo que era brusco al llevarle pero la soltura de la mano de su pequeña le llamó la atención mucho más cuando ella entrelazó los dedos con el joven, se sorprendió mirando las manos de ambos, sonrió y afianzó la tomada para caminar con ella, su sonrisa no se podía describir. —Que bueno haber acertado con lo del café… Así se más de mi pequeña hermana.— Esbozó una sonrisa amena en su andar, dejándose llevar por ella… nada más que ella podía ordenarle y llevarle así sin que él se opusiera, es el poder de las hermanas menores la verdad.
Al momento de llegar el chico miró una pequeña mesa, el local era hermoso, acomodado a la perfección con diseños bastante ceñidos a la madera y elegante. Miró de reojo a Yuna y caminó a a donde podrían estar. —Puedes pedir lo que quieras y cuanto quieras. Hace poco me pagaron… El dinero me sobra, no como a mis compañeros con pareja o con hijos.. el dinero les dura nada.— Explicó con una risa, sí.. estaba riendo mucho. Ya sabía que su hermana no era una pequeña sino una mujer hecha y derecha pero a sus ojos.. siempre será la pequeña.. tal vez .. por qué.. no le dedicó más tiempo a esa edad.. —Lamento no haber estado tan presente en tu vida.— Agachó la cabeza un poco y acarició la mano de ella con su pulgar, luego se sentó y pasó el primer regalo.. la meitou. —Tu nueva espada, espero te guste. Pensé en ti para escogerla. Me comentaron que tiene un nombre interesante, creo que va contigo.— Al instante llamó a una mesera para que les viniera a pedir la orden. Él quería comer churros hoy con un buen café para el frío pero.. sentía el calor aún de la mano de Yuna en su palma, se miró detenidamente eso.. primera vez que se sentía .. alegre de verdad.
Cuando puso la bufanda en su hermana su rostro fue demasiado agradable, e incluso sonrió achinando sus orbes en el proceso, de verdad se veía alegre de verdad en su vida. Le encantaba hacer cosas de hermano mayor le hacía sentir más cerca a su pequeña aún así de todas formas sentía que necesitaba más para acercarse al perímetro de Yuna. Al escucharle el hombre de orbes violáceas solo sonrió ladeando la cabeza, y le tocó la nariz con su dedo índice con suavidad durante un periodo de tiempo demasiado corto para luego de eso pasar a responderle, con calma como ya era habitual en él.
—Eres mi hermana, debo preocuparme por ti y comprar cosas para ti. Me sobra dinero, no necesito comodidades … sólo darte lo mejor a ti, mi única familia.— Se sinceró el hombre y retomó su posición mirando a todos lados algo sorprendido. Volvió a escucharle, se le olvidaba que era una cocinera, eso le enorgullecía ya que podía hacer florecer más sentimientos que solo combatiendo con la espada. Ella no sabía lo de la bolsa por eso el joven solo miró con atención sin responder nada, no debía hacerlo ya que el tiempo lo haría con bastante normalidad, traía tantas cosas para ella que seguro quedaría algo aborrecida de tanta locura que allí se encontraba. Desde esa espada hasta pijamas, cosas básicas, hasta cremas.. de todo, queriendo tal vez acercarse más a ella sin saber como.
Ella se sorprendió por lo de la meitou, tenia la misma sangre que el joven de pelo largo, definitivamente eran hermanos. Él solo prefirió reír suavecito ya que verle así le sorprendió. Tras un poco más habló nuevamente con suavidad. —Deberías creerlo y es toda tuya.— Le dijo con suma calma, como era típico del mismo. Al ir caminando, él supo que era brusco al llevarle pero la soltura de la mano de su pequeña le llamó la atención mucho más cuando ella entrelazó los dedos con el joven, se sorprendió mirando las manos de ambos, sonrió y afianzó la tomada para caminar con ella, su sonrisa no se podía describir. —Que bueno haber acertado con lo del café… Así se más de mi pequeña hermana.— Esbozó una sonrisa amena en su andar, dejándose llevar por ella… nada más que ella podía ordenarle y llevarle así sin que él se opusiera, es el poder de las hermanas menores la verdad.
Al momento de llegar el chico miró una pequeña mesa, el local era hermoso, acomodado a la perfección con diseños bastante ceñidos a la madera y elegante. Miró de reojo a Yuna y caminó a a donde podrían estar. —Puedes pedir lo que quieras y cuanto quieras. Hace poco me pagaron… El dinero me sobra, no como a mis compañeros con pareja o con hijos.. el dinero les dura nada.— Explicó con una risa, sí.. estaba riendo mucho. Ya sabía que su hermana no era una pequeña sino una mujer hecha y derecha pero a sus ojos.. siempre será la pequeña.. tal vez .. por qué.. no le dedicó más tiempo a esa edad.. —Lamento no haber estado tan presente en tu vida.— Agachó la cabeza un poco y acarició la mano de ella con su pulgar, luego se sentó y pasó el primer regalo.. la meitou. —Tu nueva espada, espero te guste. Pensé en ti para escogerla. Me comentaron que tiene un nombre interesante, creo que va contigo.— Al instante llamó a una mesera para que les viniera a pedir la orden. Él quería comer churros hoy con un buen café para el frío pero.. sentía el calor aún de la mano de Yuna en su palma, se miró detenidamente eso.. primera vez que se sentía .. alegre de verdad.
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