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Creado por Arekk D. Zenit Miér Nov 23, 2016 5:19 am
Hacer todo a lo loco no era su estilo, no, pensar era a lo que se dedicaba. Tenía que pensar en diferentes estrategias, diferentes planes, por si uno salía mal, poder tener una estrategia a parte, una forma de escapar o simplemente una forma de adaptarse a como la situación lo amerite. Así era Arekk, un tipo que tenía que pensar las cosas dos veces para poder actuar, pues si no lo hacía, no se sentía cómodo, ni seguro. Solo había que fijarse en su pasado, todo lo que había hecho en su pasado había resultado equívoco debido a que no pensó lo suficiente. Perdió a su maestro, perdió a sus padres, a su hermano... bueno, prácticamente lo perdió todo, pero también ganó un maestro, que en paz descanse, y sobretodo, un objetivo. Los cazadores no habían sido un buen lugar donde asentarse, pues trabajar para ese gobierno que persiguió a su padre durante tanto tiempo le resultó como una traición hacia él... y por eso era que decidió abandonar esa vida, y convertirse en un hombre libre, en un verdadero guerrero... se convirtió en un Pirata, y vería al mundo arder por el simple hecho de que estaba harto de que todo saliera como el Gobierno ansía, no, era hora de un cambio, hora de quemar una institución y crear otra desde las cenizas, o quizás no, quizás simplemente estaría bien vivir en la Anarquía, pues la vida siempre había sido así desde los inicios y hasta que se crearon los sistemas de Gobierno... la anarquía es la verdadera esencia de la vida.
Pero ahora, pasemos a narrar un poco sobre las aventuras de nuestro protagonista. No hacía mucho que había esquivado a un par de cazadores de recompensas, pues hay que decirlo, el abandonar el grupo en el que se encontraba, haciendo estragos en el lugar y matando a un grupo de personas, habían provocado la ira de muchos de sus compañeros, y estos, se habían dedicado a perseguirle y a hacerle la vida imposible, pero por favor, Arekk era mucho más listo que cualquiera de aquellos ineptos que lo podían perseguir. Sabía jugar sus cartas y utilizar el mundo a su favor, y además, con la información de las islas por las que había pasado, le ayudó mucho a la hora de huir. Por ejemplo, en Flevance simplemente tuvo que esconderse en un hospital, pues después del terror que tenían algunos hacia el Plomo Ámbar, nadie buscaría en un hospital. En Lvneel... bueno, simplemente tuvo que robarle la armadura a un guardia de palacio y después huir en un barco en dirección hacia el South Blue, si, su actual localización, en el Reino de Briss.
Ahí se encontraba, sin saber que hacer o decir, intentando despertar su intelecto leyendo cierta información acerca del mismo lugar, aunque verdaderamente no había mucho que decir, más que era un simple reino independiente al Gobierno Mundial y que sus edificios eran muy parejos a los de Lvneel, aunque... esta ciudad era famosa por la música. Si, grandes músicos habían salido de este lugar, y eso era algo que siempre había llamado la atención del tipo rubio. Caminaba por las calles de Briss, con completa tranquilidad, con un libro en las manos en el que se podía leer "Guía para el Viajero: Briss". Ese libro hablaba en ciencuenta y siete páginas exactamente -con imágenes-, los lugares de interes del reino de Briss, pero claro, la información tan escueta no era de mucha ayuda para el rubio. Finalmente, encontró una plaza, un lugar donde poder descansar, él seguía leyendo, absorto en el libro, cuando notó que chocaba con algo y el libro caía sobre un charco de agua que había en el lugar. Hacía poco había caído una tormenta, y el agua aún permanecía ahí.
Arekk levantó la cabeza y soltó en un aullido de odio -¡Deberías tener más cuidado, patán!- dijo con un gesto serio e infame.
Pero ahora, pasemos a narrar un poco sobre las aventuras de nuestro protagonista. No hacía mucho que había esquivado a un par de cazadores de recompensas, pues hay que decirlo, el abandonar el grupo en el que se encontraba, haciendo estragos en el lugar y matando a un grupo de personas, habían provocado la ira de muchos de sus compañeros, y estos, se habían dedicado a perseguirle y a hacerle la vida imposible, pero por favor, Arekk era mucho más listo que cualquiera de aquellos ineptos que lo podían perseguir. Sabía jugar sus cartas y utilizar el mundo a su favor, y además, con la información de las islas por las que había pasado, le ayudó mucho a la hora de huir. Por ejemplo, en Flevance simplemente tuvo que esconderse en un hospital, pues después del terror que tenían algunos hacia el Plomo Ámbar, nadie buscaría en un hospital. En Lvneel... bueno, simplemente tuvo que robarle la armadura a un guardia de palacio y después huir en un barco en dirección hacia el South Blue, si, su actual localización, en el Reino de Briss.
Ahí se encontraba, sin saber que hacer o decir, intentando despertar su intelecto leyendo cierta información acerca del mismo lugar, aunque verdaderamente no había mucho que decir, más que era un simple reino independiente al Gobierno Mundial y que sus edificios eran muy parejos a los de Lvneel, aunque... esta ciudad era famosa por la música. Si, grandes músicos habían salido de este lugar, y eso era algo que siempre había llamado la atención del tipo rubio. Caminaba por las calles de Briss, con completa tranquilidad, con un libro en las manos en el que se podía leer "Guía para el Viajero: Briss". Ese libro hablaba en ciencuenta y siete páginas exactamente -con imágenes-, los lugares de interes del reino de Briss, pero claro, la información tan escueta no era de mucha ayuda para el rubio. Finalmente, encontró una plaza, un lugar donde poder descansar, él seguía leyendo, absorto en el libro, cuando notó que chocaba con algo y el libro caía sobre un charco de agua que había en el lugar. Hacía poco había caído una tormenta, y el agua aún permanecía ahí.
Arekk levantó la cabeza y soltó en un aullido de odio -¡Deberías tener más cuidado, patán!- dijo con un gesto serio e infame.
Arekk D. Zenit
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Haine Van Gogh. Jue Nov 24, 2016 3:49 pm
Sus parpados sobre caían sobre si hasta dificultar la vista, su cabeza gacha apenas dejaba ver el piso que sus pies pisaban, siguiendo un camino en línea recta como un sonámbulo. Sin detenerse a observar por donde iba, sin siquiera emitir un sonido que delatase la conciencia del individuo. Su cabello blanco y alborotado caía hacia delante entorpeciendo el reconocer quien era este, tampoco es que su infamia fuese tan alta como para hacerle de temer, en cambio era un sujeto desconocido en un inmenso mar del cual le faltaba mucho por aprender. Sus manos sudaban un poco dentro de aquellos guantes de pelea, mientras en su zurda sostenía vagamente su bate de madera. Las botas provocaban ahora un sonido de arrastre por cada paso… Haine no estaba presente.
En su mente se reflejaban las imágenes de su juventud, de su collar cortándole un poco el aire… Un perro anhelando aire puro, un perro con rabia contenida que no sabía cómo expresar. Replica y un batazo sería el que te haría poner en orden. Través de maltrato constante se formó, sus instintos se agudizaron, su habla se redujo un poco y sus ganas de pelear aumentaban con cada imagen que se prestaba para aumentar las llamas de su interior. La voz de su anterior dueña resonaba melódicamente en su cabeza, era una armonía que tranquilizaba envolviendo la mente del albino en un estado de extasis y dejando que los instintos dominasen su cuerpo.
Su voz difusa ¿Acaso era su voz? Entonces entendí otra cosa, pero el mensaje subliminal distorsionaba el mensaje tranquilizador que ella tenía para mí. Mi mente estaba destrozada, mi mente estaba hecha añicos y no sabía que pensar al respecto. Mis parpados de pronto se abrieron a totalidad, mis pupilas se dilataban al momento de empezar a temblar, sin poder tener la vista fija en un lugar no sabía que pensar. El pánico se apoderaba de mí, no sabía que sentir, no era yo. Mi mente estaba en paz, en ese cuarto recibiendo las caricias de mi amada dueña, dejándome mimar como buen animal. Como un perro educado.
Patán…
Mi corazón se aceleraba por segundo, la sangre quemaba mis venas y el maldito perro rabioso estaba suelto. Había un hombre, no distinguí cual fue el que lo dijo pero mis ojos se centraron en uno. Estaba a poco de mí, parecía que estaba borracho y había chocado con alguien. ¿Quién insulto a quién? ¡Espera, no lo hagas! El bate impacto con la cien del individuo, la sangre broto tan rápido atentando en ensuciar al otro sujeto cercano. Otro batazo a su pecho para hacerlo caer contra aquel puesto de fruta. – ¡Bastardo, muere! ¡Muere, muere, muere! – El rostro inexpresivo del peliblanco no mostraba placer, mostraba demencia, no mostraba personalidad pero si instinto de pelear. Constantes golpes del bate impactaban contra este individuo para luego cesar.
Su mano peinaba sus cabellos hacia atrás para ver a su rededor, sus ojos temblaban buscando algo más. ¡Haine se ha vuelto loco! Aún no lograba superar la ausencia de un amo, aún no lograba superar que era un maldito perro sin amo. Perdido en este mundo ahora era libre, pero su cuerpo clamaba una orden, clamaba el ansiado ”Matalo.” de sus fantasias… Pero su subconciente luchaba con su necesidad de pelear, su subconsciente intentaba tomar riendas de su cuerpo y mostrar que no era un lunático. El bate de madera estaba manchado en sangre ajena y el dueño de esta sangre se encontraba gimiendo de dolor en el suelo, mientras el excremento salía de su trasero. Entonces el rostro de este perro rabioso se inclinó hacia un lado, cargando aquellos ojos carmesí sobre el rubio. Dedicándole aquella expresión nula y sin emoción, pero mostrando través de la puerta de su alma, través de sus ojos las ansias de matar que tenía.
-Ella desea que alguien muera hoy.-
Fue lo único que advertí, ahora de un salto brinque hasta este, llevando aquel bate hacia el aire para buscar a golpear el cráneo del rubio sin previo aviso. Un golpe bastaría para poner a dormir a un hombre, con la suficiente fuerza en el centro de la cabeza podría dejar inconsciente y gravemente herido a cualquiera. Pero… El verdadero perro estaba atado con cadenas detrás de sus ojos, obligado a observar… - Mátalo haine, mátalos a todos. – Decía una voz ronca y sombria, terminando entre risas. La voz de su instinto. La voz del perro.
En su mente se reflejaban las imágenes de su juventud, de su collar cortándole un poco el aire… Un perro anhelando aire puro, un perro con rabia contenida que no sabía cómo expresar. Replica y un batazo sería el que te haría poner en orden. Través de maltrato constante se formó, sus instintos se agudizaron, su habla se redujo un poco y sus ganas de pelear aumentaban con cada imagen que se prestaba para aumentar las llamas de su interior. La voz de su anterior dueña resonaba melódicamente en su cabeza, era una armonía que tranquilizaba envolviendo la mente del albino en un estado de extasis y dejando que los instintos dominasen su cuerpo.
Pelea, Haine. Diviérteme.
Su voz difusa ¿Acaso era su voz? Entonces entendí otra cosa, pero el mensaje subliminal distorsionaba el mensaje tranquilizador que ella tenía para mí. Mi mente estaba destrozada, mi mente estaba hecha añicos y no sabía que pensar al respecto. Mis parpados de pronto se abrieron a totalidad, mis pupilas se dilataban al momento de empezar a temblar, sin poder tener la vista fija en un lugar no sabía que pensar. El pánico se apoderaba de mí, no sabía que sentir, no era yo. Mi mente estaba en paz, en ese cuarto recibiendo las caricias de mi amada dueña, dejándome mimar como buen animal. Como un perro educado.
Patán…
Mi corazón se aceleraba por segundo, la sangre quemaba mis venas y el maldito perro rabioso estaba suelto. Había un hombre, no distinguí cual fue el que lo dijo pero mis ojos se centraron en uno. Estaba a poco de mí, parecía que estaba borracho y había chocado con alguien. ¿Quién insulto a quién? ¡Espera, no lo hagas! El bate impacto con la cien del individuo, la sangre broto tan rápido atentando en ensuciar al otro sujeto cercano. Otro batazo a su pecho para hacerlo caer contra aquel puesto de fruta. – ¡Bastardo, muere! ¡Muere, muere, muere! – El rostro inexpresivo del peliblanco no mostraba placer, mostraba demencia, no mostraba personalidad pero si instinto de pelear. Constantes golpes del bate impactaban contra este individuo para luego cesar.
Su mano peinaba sus cabellos hacia atrás para ver a su rededor, sus ojos temblaban buscando algo más. ¡Haine se ha vuelto loco! Aún no lograba superar la ausencia de un amo, aún no lograba superar que era un maldito perro sin amo. Perdido en este mundo ahora era libre, pero su cuerpo clamaba una orden, clamaba el ansiado ”Matalo.” de sus fantasias… Pero su subconciente luchaba con su necesidad de pelear, su subconsciente intentaba tomar riendas de su cuerpo y mostrar que no era un lunático. El bate de madera estaba manchado en sangre ajena y el dueño de esta sangre se encontraba gimiendo de dolor en el suelo, mientras el excremento salía de su trasero. Entonces el rostro de este perro rabioso se inclinó hacia un lado, cargando aquellos ojos carmesí sobre el rubio. Dedicándole aquella expresión nula y sin emoción, pero mostrando través de la puerta de su alma, través de sus ojos las ansias de matar que tenía.
-Ella desea que alguien muera hoy.-
Fue lo único que advertí, ahora de un salto brinque hasta este, llevando aquel bate hacia el aire para buscar a golpear el cráneo del rubio sin previo aviso. Un golpe bastaría para poner a dormir a un hombre, con la suficiente fuerza en el centro de la cabeza podría dejar inconsciente y gravemente herido a cualquiera. Pero… El verdadero perro estaba atado con cadenas detrás de sus ojos, obligado a observar… - Mátalo haine, mátalos a todos. – Decía una voz ronca y sombria, terminando entre risas. La voz de su instinto. La voz del perro.
Haine Van Gogh.
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Arekk D. Zenit Vie Nov 25, 2016 4:25 pm
¿Cuál fue la sorpresa del rubio cuando un hombre apareció de la nada y se lanzó sobre el tipo con quién había chocado? Este ni siquiera se inmutó, pues había que decirlo, iguales a él había muchos, tantos que no sabría explicar exactamente cuantos. Pero no fue todo el hecho de que se lanzara sobre aquel tipo, no, aquel muchacho estaba armado, con un bate, que aunque Arekk era incapaz de determinar su material, parecía hacer daño... mucho daño. Cada golpe provocaba en la mente de Arekk una especie de estímulo placentero que le hacía suspirar como si su vida se fuese en ello. Un golpe, y otro, y otro, y otro, y su mente le pedía que no interfiriera en aquella situación, que lo siguiera observando, que siguiera disfrutando, y como cualquier esclavo de su propia conciencia... obedeció... simple y llanamente, obedeció y observó. Mientras, el otro muchacho parecía también disfrutar de aquello, golpeando cada vez más fuerte sobre el cráneo de aquel tipo, destrozándolo, hundiéndolo. Arekk sabía que aquel tipo iba a ser un problema si decidía centrar su atención sobre él, pero... era tan divertido.
Mientras, la gente gritaba y corría, intentando alejarse del caos producido. Algunos gritaban sobre algo de llamar a la guardia, mientras otros decían que no iban a acudir a tiempo, puesto que eran unos desagradecidos irracionales. El hecho de que la guardia de Briss fuera a tardar en llegar, o incluso a no aparecer, provocó en la mente de Arekk una genial y satisfactoria idea... quemar la isla... o al menos una pequeña parte de la misma para enviar un mensaje... para decir que los Zenit iban a volver a reinar... sí.
Centró su atención en el rostro de aquel muchacho, que a pesar de estar alejado unos buenos tres metros, pues al empujar al tipo al que golpeaba se abalanzó unos metros más allá del Arekk, se dejaba diferenciar su rostro, oh si, mostraba demencia, crueldad, malignidad, y sobretodo, unas ansias de batallas increíbles. Era justo el tipo de personas que estaba buscando el rubio, y como un perro, atacaba a la presa hasta hincar sus dientes en su gaznate, si, era perfecto, y en toda su perfección, Arekk se lo llevaría con él y lo pondría en el más alto pedestal para que le ayudara a cumplir sus objetivos.
En un instante, Arekk realizó un movimiento brusco con el brazo derecho, siendo que de la manga salió una porra de acero reforzado que agarró con gran habilidad. Esta arma era perfecta para el combate a corto alcance, y sobretodo para hacer verdadero daño al enemigo, golpeando en zonas muy complicadas y pudiendo dejar hematomas graves durante días, y esa era su baza, el daño temporal, pues con cada golpe de su arma, podría hacer que su enemigo se entumeciera y perdiera movilidad.. parecía fuerte, pero, ¿lo sería tanto como Arekk? Veloz estaba claro que era más que el rubio. Lo observó un instante, vio como buscaba otro objetivo, como deseaba alimentarse de la carne de otra victima y arrojar su sangre al amparo de los Dioses.. y entonces lo dijo, aquella frase que tanto atrajo a Arekk Ella quiere que alguien muera hoy... . Si, el rubio sintió una especie de pinchazo en el cuello al verle precipitarse, pero no era tonto, y aprovecharía cualquier situación.
Simplemente colocó entre el bate y su cráneo aquella porra de enorme resistencia, y más aún contra un bate de madera de... ¿qué podría ser? ¿Roble, Álamo, Sauce o Saúco? Ni idea, pero no iba a compararse con semejante barra capa de partir cráneos... unos golpes bien dados en esa arma de mierda y se rompería con una sencillez impresionante -¿Te ordena que mates? Hazlo... ¡Mata! ¡No te contengas!- dijo con un gesto de emoción y ansias de combatir, con un gesto que mostraba una pasión impresionante, estaba encantado de enfrentar a semejante perro, a semejante animal.
El bate golpeó directamente contra la porra, provocando un crujido de la madera y un tintineo en el metal. Arekk utilizaba su fuerza para sostener a su rival, y mediante un simple movimiento con su otro brazo, lanzó un puñetazo contra el rostro de aquel muchacho, con intención de golpear en el rostro y lanzarlo un par de metros lejos para retomar posición y poder aprender de su rival.
Mientras, la gente gritaba y corría, intentando alejarse del caos producido. Algunos gritaban sobre algo de llamar a la guardia, mientras otros decían que no iban a acudir a tiempo, puesto que eran unos desagradecidos irracionales. El hecho de que la guardia de Briss fuera a tardar en llegar, o incluso a no aparecer, provocó en la mente de Arekk una genial y satisfactoria idea... quemar la isla... o al menos una pequeña parte de la misma para enviar un mensaje... para decir que los Zenit iban a volver a reinar... sí.
Centró su atención en el rostro de aquel muchacho, que a pesar de estar alejado unos buenos tres metros, pues al empujar al tipo al que golpeaba se abalanzó unos metros más allá del Arekk, se dejaba diferenciar su rostro, oh si, mostraba demencia, crueldad, malignidad, y sobretodo, unas ansias de batallas increíbles. Era justo el tipo de personas que estaba buscando el rubio, y como un perro, atacaba a la presa hasta hincar sus dientes en su gaznate, si, era perfecto, y en toda su perfección, Arekk se lo llevaría con él y lo pondría en el más alto pedestal para que le ayudara a cumplir sus objetivos.
En un instante, Arekk realizó un movimiento brusco con el brazo derecho, siendo que de la manga salió una porra de acero reforzado que agarró con gran habilidad. Esta arma era perfecta para el combate a corto alcance, y sobretodo para hacer verdadero daño al enemigo, golpeando en zonas muy complicadas y pudiendo dejar hematomas graves durante días, y esa era su baza, el daño temporal, pues con cada golpe de su arma, podría hacer que su enemigo se entumeciera y perdiera movilidad.. parecía fuerte, pero, ¿lo sería tanto como Arekk? Veloz estaba claro que era más que el rubio. Lo observó un instante, vio como buscaba otro objetivo, como deseaba alimentarse de la carne de otra victima y arrojar su sangre al amparo de los Dioses.. y entonces lo dijo, aquella frase que tanto atrajo a Arekk Ella quiere que alguien muera hoy... . Si, el rubio sintió una especie de pinchazo en el cuello al verle precipitarse, pero no era tonto, y aprovecharía cualquier situación.
Simplemente colocó entre el bate y su cráneo aquella porra de enorme resistencia, y más aún contra un bate de madera de... ¿qué podría ser? ¿Roble, Álamo, Sauce o Saúco? Ni idea, pero no iba a compararse con semejante barra capa de partir cráneos... unos golpes bien dados en esa arma de mierda y se rompería con una sencillez impresionante -¿Te ordena que mates? Hazlo... ¡Mata! ¡No te contengas!- dijo con un gesto de emoción y ansias de combatir, con un gesto que mostraba una pasión impresionante, estaba encantado de enfrentar a semejante perro, a semejante animal.
El bate golpeó directamente contra la porra, provocando un crujido de la madera y un tintineo en el metal. Arekk utilizaba su fuerza para sostener a su rival, y mediante un simple movimiento con su otro brazo, lanzó un puñetazo contra el rostro de aquel muchacho, con intención de golpear en el rostro y lanzarlo un par de metros lejos para retomar posición y poder aprender de su rival.
Arekk D. Zenit
Hoja de personaje
Nivel:
(8/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Haine Van Gogh. Lun Nov 28, 2016 10:17 pm
La fuerza con la cual arremetía Haine contra el rubio fue tal que al chocar su bate contra el arma de su contrincante logro hacer rechinar la madera, enviando un choque de retroceso hacia las manos del mismo que hicieron rebotar prácticamente el bate sobre la porra. Entonces por un momento los ojos carmesí de este animal observaron de cerca a su presa, su rostro no mostraba emoción ni ganas de defenderse. Apretó los puños para sujetar con mayor fuerza el bate e intentar oprimir la estabilidad del otro, quería verle caer, quería verle sufrir…
Su voz sonó suave para los oídos del albino, llegando a ser un poco placentera aunque oscurecía aún más la cordura que tenía en ese momento, nublando a su razón mucho más de lo que ya estaba. Toda la atención la tenía depositada en el rostro de su rival, no logrando notar ese golpe bajo que cegó uno de sus ojos por un instante haciéndole retroceder. Algunos pasos hacia atrás hasta detenerse y sacudir la cabeza, el dolor en su cuerpo era una sensación extraña en ese momento pero le despertó de un tirón de su estado más irracional. – ¡Cállate, maldito inútil! – Gruño tales palabras con rabia, como un ladrido de advertencia. Entonces su rostro se inclinó un poco hacia delante, para fijar aquella mirada seria y decidida sobre el cuerpo del otro.
-¿Crees que te salvaras? Sigues tú, ella quiere que el siguiente seas tú. – Estas palabras fueron más serenas, como si volviese a nublarse ¿Acaso este sujeto estaría luchando contra sus ataduras? Entonces su instinto le llevo a volver a atacar, llevando su bate hacia su derecha al acercarse hasta el rubio para así intentar un golpe horizontal contra su hombro, consecutivamente se abalanzaría contra él con un rodillazo. – ¿Por qué no lo mataste? ¿Por qué diste advertencia de tu enojo en vez de expresarlo? ¡NO DUDES! – Proclamaba sus preguntas para al final gritarle cuando la distancia fuese casi nula, en caso de poder lograrlo y derribarlo buscaría a someterle sus movimientos en el suelo.
Las intenciones que tenía tal vez no eran de matarle, tal vez solo le usaba como llave para abrir el cerrojo de su propia mente. En la cual se desencadenaba una lucha interna por prevalecer, decidiéndose cual perro sería el que tendría el lujo de sobrevivir en este mundo de miseria y agonía. Y pronto demostraría que es lo que pasaba por la mente de un esclavo, que es lo que sentía un verdadero esclavo cuando por fin… Obtiene libertad.
Su voz sonó suave para los oídos del albino, llegando a ser un poco placentera aunque oscurecía aún más la cordura que tenía en ese momento, nublando a su razón mucho más de lo que ya estaba. Toda la atención la tenía depositada en el rostro de su rival, no logrando notar ese golpe bajo que cegó uno de sus ojos por un instante haciéndole retroceder. Algunos pasos hacia atrás hasta detenerse y sacudir la cabeza, el dolor en su cuerpo era una sensación extraña en ese momento pero le despertó de un tirón de su estado más irracional. – ¡Cállate, maldito inútil! – Gruño tales palabras con rabia, como un ladrido de advertencia. Entonces su rostro se inclinó un poco hacia delante, para fijar aquella mirada seria y decidida sobre el cuerpo del otro.
-¿Crees que te salvaras? Sigues tú, ella quiere que el siguiente seas tú. – Estas palabras fueron más serenas, como si volviese a nublarse ¿Acaso este sujeto estaría luchando contra sus ataduras? Entonces su instinto le llevo a volver a atacar, llevando su bate hacia su derecha al acercarse hasta el rubio para así intentar un golpe horizontal contra su hombro, consecutivamente se abalanzaría contra él con un rodillazo. – ¿Por qué no lo mataste? ¿Por qué diste advertencia de tu enojo en vez de expresarlo? ¡NO DUDES! – Proclamaba sus preguntas para al final gritarle cuando la distancia fuese casi nula, en caso de poder lograrlo y derribarlo buscaría a someterle sus movimientos en el suelo.
Las intenciones que tenía tal vez no eran de matarle, tal vez solo le usaba como llave para abrir el cerrojo de su propia mente. En la cual se desencadenaba una lucha interna por prevalecer, decidiéndose cual perro sería el que tendría el lujo de sobrevivir en este mundo de miseria y agonía. Y pronto demostraría que es lo que pasaba por la mente de un esclavo, que es lo que sentía un verdadero esclavo cuando por fin… Obtiene libertad.
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