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Creado por Kronos Dom Jun 19, 2016 10:50 pm
Coloqué el cigarrillo en la comisura de mis labios, mientras lo encendía con el mechero azul que había comprado horas antes. Exhalé una bocanada de humo mientras miraba alrededor. De reojo, vi la hora que era. Aun faltaban unos quince minutos antes de poder reunirnos todos. El Reino de Briss era el lugar elegido para que nos volviéramos a reunir todos otra vez, esta vez sin separarnos de nuevo... o eso esperaba. El grupo que meses atrás se había separado se volvería a reunir una vez mas para cometer fechorías y crímenes varios. Un grupo lleno de personas de dudable salud mental e inexistente moral; lo conformábamos yo, frio y distante como nadie, Revy una chica de tez oscura de las tribus Kuja, Senna una chica de apenas diez años pero con una inteligencia y carácter afilado, Angelo el genio de pelo albino y, por ultimo, el psicópata y egoísta Vegnor que quién sabe por qué logro llevarse bien con el grupo. Un grupo del cual en definitiva no iba a salir nada bueno. Personas que a pesar de tener personalidades... únicas, estaban llenas de ambición y deseo de cumplir sus metas.
En el centro de la plaza de la ciudad, al lado de una fuente, seguí esperando pacientemente a que los chicos fueran viniendo, aunque ya estaban tardando a la cita. Observé con atención mi alrededor: personas, civiles, iban de un lado para otro con bolsas de compra cumpliendo sus quehaceres diarios, una rutina de la cual posiblemente estuvieran mas que artos. Eso era lo que nos diferenciaba los piratas de otras personas, a parte de haber cometido un gran pecado tal como era el asesinato (en muchos casos) en nuestras vidas. Salíamos a perseguir nuestras metas, nuestros mas deseados sueños y dejábamos atrás todo lo que teníamos. Tiré al suelo el cigarrillo mientras exhalaba y lo pisoteaba para apagarlo. - Ya era hora. -
En el centro de la plaza de la ciudad, al lado de una fuente, seguí esperando pacientemente a que los chicos fueran viniendo, aunque ya estaban tardando a la cita. Observé con atención mi alrededor: personas, civiles, iban de un lado para otro con bolsas de compra cumpliendo sus quehaceres diarios, una rutina de la cual posiblemente estuvieran mas que artos. Eso era lo que nos diferenciaba los piratas de otras personas, a parte de haber cometido un gran pecado tal como era el asesinato (en muchos casos) en nuestras vidas. Salíamos a perseguir nuestras metas, nuestros mas deseados sueños y dejábamos atrás todo lo que teníamos. Tiré al suelo el cigarrillo mientras exhalaba y lo pisoteaba para apagarlo. - Ya era hora. -
- Condiciones:
- Bienvenidos al rol grupal, chavales. Para no aminorar la marcha del rol en general, habrá salteos cada 24H. Si, estrujaros y hacedme un post por día. Espero que lo disfrutéis y a liarla. (Id posteando los que os acepten la ficha)
Kronos
Hoja de personaje
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(2/100)
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Creado por Revy Lothbrok Lun Jun 20, 2016 7:32 am
La ciudad se bañaba en un color rojizo anaranjado, lenta pero intensamente. Los colores del atardecer iban tapando los colores del día en un cielo más o menos nublado y con el sol descendiente. Hacía tan buen tiempo, era un tiempo tirando a frío, pero a nadie le importaba, se agradecía un viento refrescante después de tanta calor. Una mujer solitaria, andando en contra corriente de todos los demás, caminaba con un objetivo fijo, mirando al suelo y con una expresión más bien neutra. Su tez se volvía de un color bronce con los rayos del sol, su pelo bailaba con la brisa marina. Sobre su cuello, enroscada a lo largo de todo su cuerpo, una víbora de seis metros y medio, y eso que aún no era adulta. Jugaba con el pelo de la mujer, se acariciaba contra su cara, sus manos… Las miradas se clavaban en ella. Pero Revy permanecía neutral ante tanta atención, ya se había acostumbrado, ¿de verdad era tan raro? Junto con sus ropajes y la serpiente, parecía que acababa de salir de la selva. Tampoco estaban muy equivocados, le gustaba pasar sus “vacaciones” en sitios hostiles. Y es que el tiempo que había pasado entre que se encontraron por última vez hasta ahora, no había sido precisamente corto, así que se las había tomado como eso, unas vacaciones.
Miró la hora, eran pasadas las siete, ya estaba a punto de llegar, y sus compañeros también. No conocía la ciudad, pero sabía donde habían quedado, y porque además, vio a Kronos a lo lejos. La víbora levantó la cabeza al divisarle también; ya se conocían. Quien diga que una serpiente no tiene sentimientos, es que nunca ha tenido una. Aceleró un poco el paso, odiaba la pausa que hay entre cuando se ven hasta que se encuentran, así que en pocos segundos llegó al lado de Kronos. Una sonrisa se vio en el rostro de la mujer, simplemente llegó hasta su lado. Se dedicó a tocarse el pelo, un poco incómoda, al lado de él. Había pasado tanto tiempo que se le hacía raro interactuar de nuevo con esa persona, y con todos los que quedaban por llegar. - Parece que hayamos viajado al pasado. - Se rió un poco por lo bajo, mientras veía como una persona más se acercaba.
Miró la hora, eran pasadas las siete, ya estaba a punto de llegar, y sus compañeros también. No conocía la ciudad, pero sabía donde habían quedado, y porque además, vio a Kronos a lo lejos. La víbora levantó la cabeza al divisarle también; ya se conocían. Quien diga que una serpiente no tiene sentimientos, es que nunca ha tenido una. Aceleró un poco el paso, odiaba la pausa que hay entre cuando se ven hasta que se encuentran, así que en pocos segundos llegó al lado de Kronos. Una sonrisa se vio en el rostro de la mujer, simplemente llegó hasta su lado. Se dedicó a tocarse el pelo, un poco incómoda, al lado de él. Había pasado tanto tiempo que se le hacía raro interactuar de nuevo con esa persona, y con todos los que quedaban por llegar. - Parece que hayamos viajado al pasado. - Se rió un poco por lo bajo, mientras veía como una persona más se acercaba.
Última edición por Revy Lothbrok el Lun Jun 20, 2016 5:23 pm, editado 2 veces
Revy Lothbrok
Hoja de personaje
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(1/100)
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Creado por Angelo Jaguerjakert Lun Jun 20, 2016 7:57 am
Un olor a sangre la cual se estaba enfriando, secando, volviendo pegajosa, se había elevado hacía ya varios minutos del suelo y cubierto las paredes de la habitación, todo olía muy fuerte y es que la sangre estaba por todas partes. Reino de Briss, en el interior de un hotel llamado “Nunca cumplas tus deudas” un nombre cuanto menos peculiar, en una de sus habitaciones, la numero cuarenta y siete, allí es donde Angelo, sentando sobre un charco de sangre gigantesco miraba un aparatito electrónico con curiosidad. Estaba abierto de piernas, relajado, sentado sobre tres cadáveres, casualmente tres mujeres rubias, eran un fetiche terrible, una enfermedad, todo lo que gustaba en extremo se tocaba con las puertas de lo prohibido y el señor Angelo era gran asiduo a abrir esas puertas. Asomando bajo la almohada que tapa la visión de debajo de la cama, dos niñas de unos dieciocho años, rubias, atadas con una cuerda y con … ¿la cara pintada? Están unidas, sus pieles parecen casi fundidas por culpa del tiempo que la sangre lleva uniéndolas. Nuestro protagonista sigue jugando con ese aparato electrónico que no sabemos qué función tiene, pero que lo que si tiene es la completa atención del hombre de pelo blanco. La sangre que desprenden los cuerpos de aquellas niñas debajo de la cama corre como un río, fluye con total naturalidad hasta chocar contra el pie de otro ser humano y también con la pared. Aquel pie era la punta del iceberg, en aquella pared, anclado de brazos y piernas un hombre adulto, con la barba más pronunciada que jamás verás, le llegaba hasta casi la entre pierna. Estaba crucificado en la pared, sin ropa alguna, las manos enganchadas a la madera por clavos al igual que sus pies y en su estomago se podía ver unos escritos forjados con las propias uñas de Angelo “No puedes, no puedes, no puedes” en un idioma muerto que probablemente pocos entenderían, pues esa lengua tan solo se hablaba en una pequeña región de Arabasta, isla situada en el Grand Line y a estas alturas ya habría desaparecido, por cómo estaban antaño.
Cansado de aquel olor asqueroso, Jaguer (abreviando su apellido) se levantó de un salto, colocando una mano en el suelo y dejando la huella manchada en el líquido carmesí. Lanzó el aparato electrónico el cual al parecer tan solo servía para ver imágenes, eran imágenes que les había hecho a los presentes cuando todavía estaban vivos y estaban bien, pues al parecer gran parte de los cadáveres eran familia. Con unos ojos entre cerrados ocultando sus brillantes y verdes orbes, el peli blanco dio un fuerte golpe al armario que había al lado, cuando la rejilla se abre, lo que se ven son más cadáveres, esta vez de dos hombres adultos, sin cabeza, sin brazos, sin piernas, tan solo tronco y como no, más sangre que ocultada allí sale a presión, manchando la camisa blanca de Angelo. Con casi toda la ropa bañada en rojo, formando un raro cruce, pues tenía ropa blanca y la sangre le había manchado hasta el pecho, siendo que del cuello para arriba y algunas zonas concretas seguían limpias. Se escucha sollozar detrás de los cuerpos mutilados atados por una cuerda en el interior del armario. Angelo con una mano aparta los cuerpos, observando a una joven y preciosa mujercita de tan solo ocho años. Tiene un bocadillo en la mano muy bien enroscado, se aferra a este con fuerza y mira con temor a los ojos del peli blanco.
Pasan varios segundos con los ojos de la niña aterrados y la cara de Angelo mostrando una sonrisa. Sin pudor el pirata le arrebata el bocata de un tirón, le da un mordisco y empieza a hablar. - ¿Esta es tu familia? Vaya, una suerte que te he encontrado.- Suspira entre bocado y bocado. - No tienes por qué tener miedo niñita, yo soy un héroe, vine para atrapar a los que le hicieron esto a tus padres, hermanos… Hermanas… Creo que también tu perrito está muerto, En fin, tú me has entendido. - Una imagen terrible asoma al lado de la ventana, la cabeza del perro colgada del cabecero de la cama. – Sigue aquí escondida hasta que venga alguien, yo seguiré en la busca de los asesinos que han pintado todo hay que decirlo este bonito cuadro, te vengaré! - Soltó con emoción cerrando de nuevo el armario con fuerza. Tomó sus pistolas y de un salto se asomó por la ventana, por supuesto, no pagaría, no le habían llevado el desayuno, ahora él era un cliente descontento y mostraba tal descontento fugándose por la ventana sin pagar. Ojeo casi de casualidad justo debajo a una mujer correr, una mujer conocida. Angelo ladeó la cabeza mientras le daba otro bocado al bocadillo, sentándose en la esquina del ventanal observando cómo se daban un abrazo sus dos conocidos. No había recordado que hoy era el día, pero oye, el destino siempre parecía ponerle en el camino correcto. Se fue descolgando de piso en piso, ayudado de su fuerza y agilidad para descender con velocidad y terminar con los pies en la tierra a tan solo diez metros de Kronos y Revy. Levantó la mano de forma simple con el bocadillo entre sus dientes. - ¡Hola! - Comentó son energía caminando hacia ellos.
Cansado de aquel olor asqueroso, Jaguer (abreviando su apellido) se levantó de un salto, colocando una mano en el suelo y dejando la huella manchada en el líquido carmesí. Lanzó el aparato electrónico el cual al parecer tan solo servía para ver imágenes, eran imágenes que les había hecho a los presentes cuando todavía estaban vivos y estaban bien, pues al parecer gran parte de los cadáveres eran familia. Con unos ojos entre cerrados ocultando sus brillantes y verdes orbes, el peli blanco dio un fuerte golpe al armario que había al lado, cuando la rejilla se abre, lo que se ven son más cadáveres, esta vez de dos hombres adultos, sin cabeza, sin brazos, sin piernas, tan solo tronco y como no, más sangre que ocultada allí sale a presión, manchando la camisa blanca de Angelo. Con casi toda la ropa bañada en rojo, formando un raro cruce, pues tenía ropa blanca y la sangre le había manchado hasta el pecho, siendo que del cuello para arriba y algunas zonas concretas seguían limpias. Se escucha sollozar detrás de los cuerpos mutilados atados por una cuerda en el interior del armario. Angelo con una mano aparta los cuerpos, observando a una joven y preciosa mujercita de tan solo ocho años. Tiene un bocadillo en la mano muy bien enroscado, se aferra a este con fuerza y mira con temor a los ojos del peli blanco.
Pasan varios segundos con los ojos de la niña aterrados y la cara de Angelo mostrando una sonrisa. Sin pudor el pirata le arrebata el bocata de un tirón, le da un mordisco y empieza a hablar. - ¿Esta es tu familia? Vaya, una suerte que te he encontrado.- Suspira entre bocado y bocado. - No tienes por qué tener miedo niñita, yo soy un héroe, vine para atrapar a los que le hicieron esto a tus padres, hermanos… Hermanas… Creo que también tu perrito está muerto, En fin, tú me has entendido. - Una imagen terrible asoma al lado de la ventana, la cabeza del perro colgada del cabecero de la cama. – Sigue aquí escondida hasta que venga alguien, yo seguiré en la busca de los asesinos que han pintado todo hay que decirlo este bonito cuadro, te vengaré! - Soltó con emoción cerrando de nuevo el armario con fuerza. Tomó sus pistolas y de un salto se asomó por la ventana, por supuesto, no pagaría, no le habían llevado el desayuno, ahora él era un cliente descontento y mostraba tal descontento fugándose por la ventana sin pagar. Ojeo casi de casualidad justo debajo a una mujer correr, una mujer conocida. Angelo ladeó la cabeza mientras le daba otro bocado al bocadillo, sentándose en la esquina del ventanal observando cómo se daban un abrazo sus dos conocidos. No había recordado que hoy era el día, pero oye, el destino siempre parecía ponerle en el camino correcto. Se fue descolgando de piso en piso, ayudado de su fuerza y agilidad para descender con velocidad y terminar con los pies en la tierra a tan solo diez metros de Kronos y Revy. Levantó la mano de forma simple con el bocadillo entre sus dientes. - ¡Hola! - Comentó son energía caminando hacia ellos.
Angelo Jaguerjakert
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Creado por Senna Neshael Lun Jun 20, 2016 2:48 pm
Hacía ya varias semanas que había llegado al Reino de Briss con tal de no llegar tarde a la reunión concertada hacía meses. Debido a que apenas tenía dinero no había podido pagarse la habitación de un hotel como le hubiera gustado, y tampoco tenía la edad mínima para comenzar a trabajar cara al público por lo que no había conseguido ni un mísero trabajo con el que rascar algunas monedas con tal de alojarse en alguna habitación con techo y cama. Sin embargo el tema edad no siempre era un inconveniente y en aquel momento le había venido demasiado bien el hecho de ser una pequeña e indefensa, aparentemente, niña. Nada más llegar a la ciudad se había hecho pasar por una niña perdida y hambrienta que supo ganarse el corazón de una entrañable anciana que le había dejado alojarse en su casa y que le había proporcionado toda la comida necesaria.
Ese día se despidió de ella con un abrazo y un beso en la mejilla, confiando en que, en algún momento de su vida, sería capaz de devolverle el favor… o no porque un anciano no tiene mucha esperanza de vida… ¡como fuera! Caminó dirección a la plaza con los brazos en cruz haciendo equilibrio sobre un pequeño muro de piedra que separaba la vía pública del jardín privado de una casa cuando vio a lo lejos un trío bastante llamativo que captaba la atención de todo aquel que pasara por allí cerca. Bajó de un salto y aceleró el paso hasta llegar a ellos y, mostrando una sonrisa casi fingida, los saludó con la mano mientras pronunciaba el nombre con el que se refería a ellos de vez en cuando pues era muy común en ella no referirse a una persona por el mismo “mote” dos veces seguidas – Pelirrojo, Canoso, Víbora – Lejos de lo que se podría pensar, aquellas tres palabras fueron dichas con mucho cariño, aunque casi parecía que solo se alegraba de ver a la serpiente que la chica llevaba colgada del cuello.
Ese día se despidió de ella con un abrazo y un beso en la mejilla, confiando en que, en algún momento de su vida, sería capaz de devolverle el favor… o no porque un anciano no tiene mucha esperanza de vida… ¡como fuera! Caminó dirección a la plaza con los brazos en cruz haciendo equilibrio sobre un pequeño muro de piedra que separaba la vía pública del jardín privado de una casa cuando vio a lo lejos un trío bastante llamativo que captaba la atención de todo aquel que pasara por allí cerca. Bajó de un salto y aceleró el paso hasta llegar a ellos y, mostrando una sonrisa casi fingida, los saludó con la mano mientras pronunciaba el nombre con el que se refería a ellos de vez en cuando pues era muy común en ella no referirse a una persona por el mismo “mote” dos veces seguidas – Pelirrojo, Canoso, Víbora – Lejos de lo que se podría pensar, aquellas tres palabras fueron dichas con mucho cariño, aunque casi parecía que solo se alegraba de ver a la serpiente que la chica llevaba colgada del cuello.
Senna Neshael
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Creado por Vegnor Dozz Lun Jun 20, 2016 4:19 pm
Varias personas caminaban de un lado a otro en aquella plaza, mientras que el moreno se abría paso entre la gente, forzando la vista de los curiosos que deslizaban sus orbes hacia un lado para observarlo fijamente. Como un espectro deambulando daba pisadas firmes al suelo, acercándose más y más hacia el centro de la plaza, donde había una fuente. Su piel clara y sus remarcadas ojeras le daban un aspecto tétrico y siniestro, como si se tratara de un cadáver que había vuelto a la vida, aunque algo así le estaba sucediendo; su resaca casi no lo deja levantarse de su cama. Con aquel fuerte dolor de cabeza Vegnor elevó su brazo derecho y tocó su frente con la palma de su mano. Sentía un taladro perforar su cráneo con cada segundo que pasaba. Una expresión de desdén y molestia se reflejaba en su rostro, mientras que sus ojos negros se clavaron como dagas en un grupo particular de personas, aquellos con quienes debía reunirse aquel día. Vestido con su típico traje formal y con el mango de una katana sobresaliendo por su hombro derecho, el pirata se acercaba aun más al grupo de personas que se encontraban a algunos metros. Con cada paso que daba, la espada enfundada en su espalda se movía ligeramente, produciendo un particular chasquido metálico, lo que llamaba aun más la atención de los que pasaban junto al moreno.
El ser acosado por las miradas mientras sufría de aquella resaca le resultaba exasperante, la rabia crecía más y más; hasta que estalló. Una mujer pelirroja que pasaba junto al pirata dio un vistazo a la particular silueta de Vegnor, y lo siguiente que notó fue que la mano de este ya estaba agarrando su cuello y apretándolo con fuerza. — ¡¿Te gusta lo que ves, preciosa?! — Vociferó, llamando la atención de unos cuantos que lograron escuchar su escandalosa expresión. La mujer aterrada soltó un grito ahogado de desesperación, pero más que un grito era un chillido, pues su garganta estaba cerrada ante la presión de los dedos que la atacaban. Vegnor con una sonrisa burlesca soltó un beso al aire y soltó su agarre para dejar correr a la mujer que se iría a toda prisa produciendo sonidos extraños y toscos al casi quedarse sin voz. Tras la pequeña escena el moreno continuó su andar y en pocos segundos se juntó con aquel grupo de personas. — Ya vine, no me hagan perder el tiempo — Dijo volviendo a tocar su frente con la mano, intentando soportar aquella resaca. Aquellos individuos no eran amigos de él, pero si colegas, había aceptado trabajar con ellos para lograr sus objetivos, después de todo; él sabe que un hombre por su cuenta no puede conquistar el océano.
El ser acosado por las miradas mientras sufría de aquella resaca le resultaba exasperante, la rabia crecía más y más; hasta que estalló. Una mujer pelirroja que pasaba junto al pirata dio un vistazo a la particular silueta de Vegnor, y lo siguiente que notó fue que la mano de este ya estaba agarrando su cuello y apretándolo con fuerza. — ¡¿Te gusta lo que ves, preciosa?! — Vociferó, llamando la atención de unos cuantos que lograron escuchar su escandalosa expresión. La mujer aterrada soltó un grito ahogado de desesperación, pero más que un grito era un chillido, pues su garganta estaba cerrada ante la presión de los dedos que la atacaban. Vegnor con una sonrisa burlesca soltó un beso al aire y soltó su agarre para dejar correr a la mujer que se iría a toda prisa produciendo sonidos extraños y toscos al casi quedarse sin voz. Tras la pequeña escena el moreno continuó su andar y en pocos segundos se juntó con aquel grupo de personas. — Ya vine, no me hagan perder el tiempo — Dijo volviendo a tocar su frente con la mano, intentando soportar aquella resaca. Aquellos individuos no eran amigos de él, pero si colegas, había aceptado trabajar con ellos para lograr sus objetivos, después de todo; él sabe que un hombre por su cuenta no puede conquistar el océano.
Vegnor Dozz
Hoja de personaje
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Creado por Angelo Jaguerjakert Lun Jun 20, 2016 4:38 pm
La diestra levantada, cubierta de sangre, cada vez que la movía salpicaba a una señora bajita con un carro de la compra que estaba sentada justo a su lado. Movió tres veces la mano y tres veces le pintó la cara con sangre de otra persona, pues ni si quiera era suya. Con la zurda metida en el bolsillo de su pantalón, donde había un pequeño agujero creado estratégicamente para poder rascarse finamente sus partes nobles sin que nadie fuera capaz de ver tal soez acto y mientras tanto su boca ocupada con el bocadillo, el cual sostuvo de un bocado. A todo esto hay que sumar que todo su cuerpo chorreaba sangre, siendo que dejó todo un rastro de donde venía. De reojo Angelo contempló como la anciana se intentaba limpiar las manchas de su cara con un trapo y hablaba susurrando, maldiciendo en general a los hombres. Era una mujer con gestos rudos, algo entrada en carnes y con claros problemas en las piernas, estaban más grandes de lo normal, inflamadas. - … - Murmuró al mirarla y analizarla. Del bolsillo en el que tenía la mano izquierda se cae un fallo de billetes, hay bastante dinero, esto sucede al tiempo que avanza hacia la Mammbita que es la que tenía más cerca. Aquel fajo lo encontró la anciana, la cual sin pensarlo dos veces lo atrapó con sus garras y lo guardó. Si había un tipo de persona que le causaba algo de ternura esas eran ese tipo de ancianas, le recordaban al único ser humano que fue bueno con él sin esperar nada a cambio. Hasta el ser más despiadado del planeta tiene una grieta en su armadura.
La mano derecha de Angelo se cuela por la espalda de Revy. Su piel está más negra que antes, pero es igual de tersa. Esta se desliza por la zona baja de su cadera y termina agarrándola por el oro lado, manchándola completamente de la sangre que lleva encima. – Son más grandes. - Comenta, depositando su zurda sobre la teta izquierda y dejando en esta su huella, literalmente, por que la había manchado. Con la guerrera es con una de las que más confianza portaba, aunque ciertamente Angelo solía crear este tipo de vínculos de confianza muy a menudo, tenía facilidad para ello. – Te han crecido los pechos, me gusta y tú sigues fumando, qué asco me das. - Y ahí terminaba la presentación ante Kronos y Revy. Sus labios se quedaron a medias al ver a lo lejos aparecer a la cría del grupo, ella merecía más el apodo de “niñ@ prodigio” que el propio peli blanco. Sin embargo con aquella joven niña tenía un amor odio particularmente intenso, esta hizo mención a su cabello de forma vil, sabía que le molestaba, pero le daba igual, de ahí la confianza queridos lectores, la confianza puede llegar a ser la mayor mierda del universo. – Enana tonta. - Escupió, lanzándole algo con la mano que había usado para manosear el pecho de Revy. Era una galleta envuelta en papel de aluminio asquerosa, estaba más que rota, caducada, olía bastante mal y su papel plateado estaba empezando a desgastarse volviéndose marrón.
La galletita impacta en la frente de la niña, lo que produce una carcajada en Angelo, quién también contempla al mismo tiempo que por el lado izquierdo de la niña parece otro individuo más, este completamente diferente a la pequeña, era Vegnor. - Y Vegui (que es como le llamaba Angelo a sus espaldas) sigue oliendo mal. - Susurró con desdén, dejando caer su trasero al suelo, donde doblaría sus rodillas para estar cómodo mientras todos iban formando un… ¿circulo? Bueno por lo menos algo similar a uno.
La mano derecha de Angelo se cuela por la espalda de Revy. Su piel está más negra que antes, pero es igual de tersa. Esta se desliza por la zona baja de su cadera y termina agarrándola por el oro lado, manchándola completamente de la sangre que lleva encima. – Son más grandes. - Comenta, depositando su zurda sobre la teta izquierda y dejando en esta su huella, literalmente, por que la había manchado. Con la guerrera es con una de las que más confianza portaba, aunque ciertamente Angelo solía crear este tipo de vínculos de confianza muy a menudo, tenía facilidad para ello. – Te han crecido los pechos, me gusta y tú sigues fumando, qué asco me das. - Y ahí terminaba la presentación ante Kronos y Revy. Sus labios se quedaron a medias al ver a lo lejos aparecer a la cría del grupo, ella merecía más el apodo de “niñ@ prodigio” que el propio peli blanco. Sin embargo con aquella joven niña tenía un amor odio particularmente intenso, esta hizo mención a su cabello de forma vil, sabía que le molestaba, pero le daba igual, de ahí la confianza queridos lectores, la confianza puede llegar a ser la mayor mierda del universo. – Enana tonta. - Escupió, lanzándole algo con la mano que había usado para manosear el pecho de Revy. Era una galleta envuelta en papel de aluminio asquerosa, estaba más que rota, caducada, olía bastante mal y su papel plateado estaba empezando a desgastarse volviéndose marrón.
La galletita impacta en la frente de la niña, lo que produce una carcajada en Angelo, quién también contempla al mismo tiempo que por el lado izquierdo de la niña parece otro individuo más, este completamente diferente a la pequeña, era Vegnor. - Y Vegui (que es como le llamaba Angelo a sus espaldas) sigue oliendo mal. - Susurró con desdén, dejando caer su trasero al suelo, donde doblaría sus rodillas para estar cómodo mientras todos iban formando un… ¿circulo? Bueno por lo menos algo similar a uno.
Angelo Jaguerjakert
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Creado por Revy Lothbrok Lun Jun 20, 2016 5:06 pm
El tiempo corría, sin pausa pero sin prisa, y con ello el cielo se iba tornando cada vez más oscuro, pasando antes por colores cálidos, ardientes. El viento cada vez era más fuerte y frío, pero la serpiente a sus hombros le daba calor. Los pensamientos, los hechos, se pasaban por la mente de Revy como una bala que levantaba polvo a su paso. Recordaba estos años alejados; recordaba la soledad, recordaba la compañía, recordaba la tristeza, la felicidad, la amistas, las peleas… ¿Qué por qué se separaron? Digamos que cada uno buscaba una cosa distinta, y que caracteres tan distintos normalmente suelen acompañarse bien, pero cuando se discute, son discusiones fuertes. Y es que ninguno de ellos son personas que se dejan intimidar, todas tienen un carácter dominante. Nunca habían formado parte de ninguna tripulación, simplemente viajaban juntos por la amistad, pero eso acabó hace cosa de unos meses. Aunque la reunión llevada a cabo hoy, tenía la intención de cambiar esto.
Durante el tiempo que se llevaron viajando juntos, todos habían conseguido ser amigos de todos. Algunos más que otros, por el ejemplo, Revy tenía una relación más estrecha con Angelo que con Kronos, pero todos por lo general se llevaban bastante bien, creando un ambiente de compañerismo. Pero en ese momento, en aquel lugar, todo era diferente. Las tensiones de no haber hablado hace tanto tiempo, y de esa manera, se apoderaban del ambiente. Sobretodo entre Revy y Kronos, que de momento estaban solos. No había manera de romper el hielo, ambos eran fríos y un poco distantes, añadiéndole a eso que hacía meses que no se hablaban. Revy empezó a rascarse las uñas, a manosearlas, era un tic que tenía cuando estaba nerviosa o no sabía bien que hacer. Pero esto no duró mucho, pues a una distancia de apenas 10 metros, un hombre aterrizó enfrente de ellos, cayendo desde un piso. Un hombre completamente de blanco, exceptuando montones de manchas de sangre que tenía en la ropa. Se acercó corriendo a ellos con un bocata en la boca y con un alegre saludo. Era Angelo. En seguida se formó una sonrisa en la cara de Revy, le había echado de menos. Y es que Angelo era un puto psicópata asesino, pero joder, se le coge cariño. Éste se colocó enfrente de los dos, y completamente lleno de sangre, se lanzó a agarrar a Revy, primero por la espalda, arrastrando esa mano hasta la cadera, por encima del culo, para luego acabar agarrando una de sus tetas. No era la primera vez que el pirata le tocaba el pecho, es más, solía hacerlo muy a menudo. Al parecer le encantaba llevar un registro del crecimiento de estas. Eso no fue lo que le molestó, sino el hecho de que la manchara de sangre. – Gracias de verdad, estaba preocupada sobre su crecimiento, sin ti no tenía a nadie que lo siguiera. – Sonrió. – Ah, por cierto. – Dijo para luego llevar su mano derecha al paquete del peliblanco, apretando con un poco de fuerza. – Mmmm… Esto sigue igual de pequeño, vaya. – Se rio un poco, siempre de forma burlesca, pues así eran sus bromas. Mientras, la víbora empezó a relamer toda la sangre que Angelo había dejado encima de la mujer, se estaba dando un festín.
A los pocos minutos, una niña muy bien vestida y con un pelo lindísimo y largo, se acercó corriendo al encuentro de los tres. Revy también llegó a cogerle cariño a esa niña, por el hecho de que no parecía una niña. Bueno, a primera vista sí, pero mentalmente es mucho más mayor que 10 años. Si no fuese así, no la soportaría; odiaba a los niños, o más bien, los niños la odiaban a ella. Creo que es un odio mutuo. El caso es que les saludó a los tres alegremente, con apodos, como ella siempre hacía. Su víbora solía saludar a la niña, le caía bien, bueno, toda persona que a Revy le cayera bien, a su serpiente también. Pero ésta estaba ocupada comiendo. Senna siempre parecía tan dulce que a Revy le daba como cosa hablar con ella o hacerle algo, siempre pensaba que la iba a cagar y le iba a caer mal. (?) Iba a decirle algo cuando Angelo la interrumpió para hacer una de sus tonterías, como tirarle una galleta que olía a kilómetros, y no especialmente de lo buena que estaba. Ésta impactó directamente contra la frente de la niña. Revy no pudo evitar aguantar una risita, llevándose una mano a la boca. Estas bromas eran también típicas entre ellos. - Se nota que te la ha estado guardando especialmente para ti todos estos años. - Bromeó, por el olor a podrido que tenía.
Aparece otra persona más, con un aspecto casi fantasmal, parecía un zombi que se dirigía directamente hacia ellos. Esas ojeras eran visibles desde una calle de distancia, al igual que su olor a alcohol y a vómito y… Bueno, unas cosas muy asquerosas. Era Vegnor, era tan común en él venir con resaca a las reuniones, que ya casi era una tradición. Él y Revy no habían llegado a formar lazos muy fuertes, pero como dije antes, todos compartían entre sí un ambiente de amistad, daba igual de quienes se tratasen. Todos eran o habían sido amigos, y Revy no consideraba "amigo" a cualquiera, pues es bastante difícil ganarse la confianza y el afecto de esta chica.
Le estaba gustando ese día. Estaban pasando un buen rato, y la reunión prometía. ¿Iban a volver a viajar juntos? ¿Iban a arreglar sus diferencias que hicieron que en un pasado esa amistad se rompiera?
Durante el tiempo que se llevaron viajando juntos, todos habían conseguido ser amigos de todos. Algunos más que otros, por el ejemplo, Revy tenía una relación más estrecha con Angelo que con Kronos, pero todos por lo general se llevaban bastante bien, creando un ambiente de compañerismo. Pero en ese momento, en aquel lugar, todo era diferente. Las tensiones de no haber hablado hace tanto tiempo, y de esa manera, se apoderaban del ambiente. Sobretodo entre Revy y Kronos, que de momento estaban solos. No había manera de romper el hielo, ambos eran fríos y un poco distantes, añadiéndole a eso que hacía meses que no se hablaban. Revy empezó a rascarse las uñas, a manosearlas, era un tic que tenía cuando estaba nerviosa o no sabía bien que hacer. Pero esto no duró mucho, pues a una distancia de apenas 10 metros, un hombre aterrizó enfrente de ellos, cayendo desde un piso. Un hombre completamente de blanco, exceptuando montones de manchas de sangre que tenía en la ropa. Se acercó corriendo a ellos con un bocata en la boca y con un alegre saludo. Era Angelo. En seguida se formó una sonrisa en la cara de Revy, le había echado de menos. Y es que Angelo era un puto psicópata asesino, pero joder, se le coge cariño. Éste se colocó enfrente de los dos, y completamente lleno de sangre, se lanzó a agarrar a Revy, primero por la espalda, arrastrando esa mano hasta la cadera, por encima del culo, para luego acabar agarrando una de sus tetas. No era la primera vez que el pirata le tocaba el pecho, es más, solía hacerlo muy a menudo. Al parecer le encantaba llevar un registro del crecimiento de estas. Eso no fue lo que le molestó, sino el hecho de que la manchara de sangre. – Gracias de verdad, estaba preocupada sobre su crecimiento, sin ti no tenía a nadie que lo siguiera. – Sonrió. – Ah, por cierto. – Dijo para luego llevar su mano derecha al paquete del peliblanco, apretando con un poco de fuerza. – Mmmm… Esto sigue igual de pequeño, vaya. – Se rio un poco, siempre de forma burlesca, pues así eran sus bromas. Mientras, la víbora empezó a relamer toda la sangre que Angelo había dejado encima de la mujer, se estaba dando un festín.
A los pocos minutos, una niña muy bien vestida y con un pelo lindísimo y largo, se acercó corriendo al encuentro de los tres. Revy también llegó a cogerle cariño a esa niña, por el hecho de que no parecía una niña. Bueno, a primera vista sí, pero mentalmente es mucho más mayor que 10 años. Si no fuese así, no la soportaría; odiaba a los niños, o más bien, los niños la odiaban a ella. Creo que es un odio mutuo. El caso es que les saludó a los tres alegremente, con apodos, como ella siempre hacía. Su víbora solía saludar a la niña, le caía bien, bueno, toda persona que a Revy le cayera bien, a su serpiente también. Pero ésta estaba ocupada comiendo. Senna siempre parecía tan dulce que a Revy le daba como cosa hablar con ella o hacerle algo, siempre pensaba que la iba a cagar y le iba a caer mal. (?) Iba a decirle algo cuando Angelo la interrumpió para hacer una de sus tonterías, como tirarle una galleta que olía a kilómetros, y no especialmente de lo buena que estaba. Ésta impactó directamente contra la frente de la niña. Revy no pudo evitar aguantar una risita, llevándose una mano a la boca. Estas bromas eran también típicas entre ellos. - Se nota que te la ha estado guardando especialmente para ti todos estos años. - Bromeó, por el olor a podrido que tenía.
Aparece otra persona más, con un aspecto casi fantasmal, parecía un zombi que se dirigía directamente hacia ellos. Esas ojeras eran visibles desde una calle de distancia, al igual que su olor a alcohol y a vómito y… Bueno, unas cosas muy asquerosas. Era Vegnor, era tan común en él venir con resaca a las reuniones, que ya casi era una tradición. Él y Revy no habían llegado a formar lazos muy fuertes, pero como dije antes, todos compartían entre sí un ambiente de amistad, daba igual de quienes se tratasen. Todos eran o habían sido amigos, y Revy no consideraba "amigo" a cualquiera, pues es bastante difícil ganarse la confianza y el afecto de esta chica.
Le estaba gustando ese día. Estaban pasando un buen rato, y la reunión prometía. ¿Iban a volver a viajar juntos? ¿Iban a arreglar sus diferencias que hicieron que en un pasado esa amistad se rompiera?
Revy Lothbrok
Hoja de personaje
Nivel:
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Creado por Senna Neshael Lun Jun 20, 2016 6:31 pm
Durante unos segundos, que probablemente pasaron más rápido de lo que la albina notó, por su mente solo pasaba una pregunta a la que nunca había sabido poner respuesta pero que, sin duda, tenía que hallarla en algún momento pues si no lo hacía era difícil seguir con aquel grupo tan peculiar. Y la cuestión radicaba en ese asunto ¿Qué había llevado a esas personas a juntarse meses atrás y qué les había llevado a volver a hacerlo ahora? No se podía decir que tenían un interés común pues cada uno había iniciado la travesía por el mar con un objetivo diferente y tampoco compartían un destino dado que la mayoría no tenían uno indicado… Lo único que podía unirlos era el hecho de que todos tenían una recompensa sobre sus cabezas, aunque fuera mínima, y eso les hacía iguales a más de doscientas personas con las que no se habían planteado reunirse. ¿Realmente habría algo llamado “destino” que les obligara, en cierto modo, a mantenerse unos con otros?
Como fuera, tras tres meses sin verse las caras ahora les tocaría soportarse de nuevo unos a otros. Aguantar los insultos que se dedicaban y ver las muestras de afecto subidas de tono que se lanzaban sobre todo dos de los presentes… ¿Acaso no notaban la presencia de una niña de apenas diez años ante ellos? Malditos piratas pervertidos y maleducados guiados por la lujuria que no habían podido mostrar en unos pocos meses… Ojalá la albina nunca creciera lo suficiente como para ser de esa forma pero, desgraciadamente, criándose con ellos como lo más parecido a un referente paterno lo más probable es que fuera incluso peor, habría que confiar en la mente de la pobre enana. Por suerte solo tuvo que contemplar la escena de lejos pues cuando ella se acercó ya no parecían una única persona.
Su saludo fue respondido con un toque de “cariño”, recibiendo el impacto de una galleta que más bien parecía un quiste sacado del interior de un perro muerto debido al olor que emanaba y el color que había adquirido. La pequeña no hizo más que llevarse las manos a la frente para tocar el punto en el que había impactado y corrió a esconderse detrás del pelirrojo para evitar que del bolsillo del canoso pudieran salir más muestras de afecto de dudoso origen. Aun manteniendo ambas manos en la frente le dirigió una mirada de fingido desprecio, a pesar de aquello le tenía cierto cariño – Maldita compresa usada – Solo llegó a articular aquellas palabras, haciendo referencia al color blanco de que de por sí lucía el muchacho ahora teñido de rojo Dios sabe por qué, antes de que una quinta persona hiciera su aparición. Al contrario que antes esta vez no dedicó ningún saludo especial más allá de levantar una de las manos, bajando por fin la otra, esto no se debía a que sintiera por el menos que por el resto, sin embargo antes era ella la que llegaba y ahora era parte del grupo que ya estaban allí, interpretaba roles diferentes.
Como fuera, tras tres meses sin verse las caras ahora les tocaría soportarse de nuevo unos a otros. Aguantar los insultos que se dedicaban y ver las muestras de afecto subidas de tono que se lanzaban sobre todo dos de los presentes… ¿Acaso no notaban la presencia de una niña de apenas diez años ante ellos? Malditos piratas pervertidos y maleducados guiados por la lujuria que no habían podido mostrar en unos pocos meses… Ojalá la albina nunca creciera lo suficiente como para ser de esa forma pero, desgraciadamente, criándose con ellos como lo más parecido a un referente paterno lo más probable es que fuera incluso peor, habría que confiar en la mente de la pobre enana. Por suerte solo tuvo que contemplar la escena de lejos pues cuando ella se acercó ya no parecían una única persona.
Su saludo fue respondido con un toque de “cariño”, recibiendo el impacto de una galleta que más bien parecía un quiste sacado del interior de un perro muerto debido al olor que emanaba y el color que había adquirido. La pequeña no hizo más que llevarse las manos a la frente para tocar el punto en el que había impactado y corrió a esconderse detrás del pelirrojo para evitar que del bolsillo del canoso pudieran salir más muestras de afecto de dudoso origen. Aun manteniendo ambas manos en la frente le dirigió una mirada de fingido desprecio, a pesar de aquello le tenía cierto cariño – Maldita compresa usada – Solo llegó a articular aquellas palabras, haciendo referencia al color blanco de que de por sí lucía el muchacho ahora teñido de rojo Dios sabe por qué, antes de que una quinta persona hiciera su aparición. Al contrario que antes esta vez no dedicó ningún saludo especial más allá de levantar una de las manos, bajando por fin la otra, esto no se debía a que sintiera por el menos que por el resto, sin embargo antes era ella la que llegaba y ahora era parte del grupo que ya estaban allí, interpretaba roles diferentes.
Senna Neshael
Hoja de personaje
Nivel:
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Creado por Kronos Lun Jun 20, 2016 9:12 pm
Todos estábamos reunidos allí de nuevo, como los viejos tiempos. Revy y Angelo seguían igual de amigos que antes. Senna incluso parecía mas inteligente y madura, a pesar de tener tan solo diez años. Entre todos se gastaban bromas, mientras que yo simplemente sonreía viéndoles bromear unos con otros. Aunque no quisiera reconocerlo, había echado de menos aquél ambiente lleno de locura y colegueo pues al fin y al cabo todos éramos amigos y habíamos establecido un vinculo de amistad unos con otros. Angelo, empapado de sangre y vestido de blanco, tiró una... galleta caducada, asquerosa y podrida a la cabeza de Senna. Reí mientras esta se escondía detrás de mi para evitar que el peliblanco le tirara mas cosas. Coloqué una mano sobre su cabeza y le revolví el pelo. - No te preocupes enana. - Musité, esbozando una sonrisa. Vegui por fin se presentó con nosotros, siendo este (como siempre) el ultimo en venir. Seguía igual de asqueroso que hacia tres meses atrás, incluso llegué a pensar que ese hombre no conocía lo que era la higiene. Esta vez olía a vomito, alcohol y sudor incluso. Suspiré. Formábamos un circulo al lado de la fuente, en la plaza central del reino. - Bien chicos, ahora que estamos todos empecemos esta reunión. -
Los miré a todos y cada uno de ellos. - Es verdad que tenemos nuestras diferencias, algunos mas que otros – Inicié, mirando a Angelo sentado cruzado de piernas en el suelo. - Pero todos, en general, buscamos lo mismo, si bien tenemos metas diferentes. Todos queremos la gloria en este mundo, la fama, que nos puedan reconocer con solo musitar nuestros nombres, el dinero, con el cual podamos comprar todo lo que deseemos. En general, todos queremos lo mismo: poder. - El bullicio de la plaza, inesperadamente, disminuyo. - Meses atrás nos separamos, cada uno fue por un lado distinto, digamos que... nos dimos un tiempo y recobramos energías. Pero aquí y hoy, estamos todos juntos de nuevo: Revy y su bonita víbora, Senna la prodigio, Angelo el caspas y por ultimo y no menos importante, Vegnor... el asqueroso. - Los fui señalando uno a uno a medida que hablaba. - Os reuní para ofreceros la idea de volver a hacernos a la mar, juntos, en pos de nuestro único deseo en común: el poder. Somos fuertes y podemos explotar nuestro potencial, juntos podremos hacer grandes proezas. -
- Nos ayudaremos entre nosotros, cada uno cuidara del otro, si bien tenemos personalidades diferentes y cada cual es mas frio que el otro, polos contrarios se atraen, ¿correcto? - Sonreí, mientras miraba por detrás de la espalda de Vegnor. - Si aceptáis que nos volvamos reunir, os garantizo poder y fama. La única regla que os propongo es que no hay reglas. No hay capitán. No hay subcapitán. No hay quien mande sobre quién. Somos libres, podemos hacer lo que queramos, salvo traicionarnos. Somos grandes, y lo sabemos. Ahora toca que el mundo lo sepa. - Debajo de mi manga saqué una cuchilla. - No quiero ser tradicional, pero dadas las circunstancias... - Me corté la palma de mi mano y la sangre goteo sobre un cuenco que había colocado incluso antes de que viniesen. - Es un juramento de sangre. Somos grandes y lo sabemos, ahora falta que el mundo lo sepa. - Me repetí.
Los miré a todos y cada uno de ellos. - Es verdad que tenemos nuestras diferencias, algunos mas que otros – Inicié, mirando a Angelo sentado cruzado de piernas en el suelo. - Pero todos, en general, buscamos lo mismo, si bien tenemos metas diferentes. Todos queremos la gloria en este mundo, la fama, que nos puedan reconocer con solo musitar nuestros nombres, el dinero, con el cual podamos comprar todo lo que deseemos. En general, todos queremos lo mismo: poder. - El bullicio de la plaza, inesperadamente, disminuyo. - Meses atrás nos separamos, cada uno fue por un lado distinto, digamos que... nos dimos un tiempo y recobramos energías. Pero aquí y hoy, estamos todos juntos de nuevo: Revy y su bonita víbora, Senna la prodigio, Angelo el caspas y por ultimo y no menos importante, Vegnor... el asqueroso. - Los fui señalando uno a uno a medida que hablaba. - Os reuní para ofreceros la idea de volver a hacernos a la mar, juntos, en pos de nuestro único deseo en común: el poder. Somos fuertes y podemos explotar nuestro potencial, juntos podremos hacer grandes proezas. -
- Nos ayudaremos entre nosotros, cada uno cuidara del otro, si bien tenemos personalidades diferentes y cada cual es mas frio que el otro, polos contrarios se atraen, ¿correcto? - Sonreí, mientras miraba por detrás de la espalda de Vegnor. - Si aceptáis que nos volvamos reunir, os garantizo poder y fama. La única regla que os propongo es que no hay reglas. No hay capitán. No hay subcapitán. No hay quien mande sobre quién. Somos libres, podemos hacer lo que queramos, salvo traicionarnos. Somos grandes, y lo sabemos. Ahora toca que el mundo lo sepa. - Debajo de mi manga saqué una cuchilla. - No quiero ser tradicional, pero dadas las circunstancias... - Me corté la palma de mi mano y la sangre goteo sobre un cuenco que había colocado incluso antes de que viniesen. - Es un juramento de sangre. Somos grandes y lo sabemos, ahora falta que el mundo lo sepa. - Me repetí.
Kronos
Hoja de personaje
Nivel:
(2/100)
Haki:
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Creado por Vegnor Dozz Lun Jun 20, 2016 11:48 pm
Al haberse reunido con aquel grupo de personas fue recibido de manera grata por algunos, mientras que otros lo recibieron con cierto desdén. Realmente no le interesaba, no era alguien que guiara sus acciones para impresionar a los demás, hacía lo que quería y decía lo que quería; Vegnor era alguien libre. – Bah. – Dijo como respuesta a las reacciones y comentarios hacia él. Realmente había pasado una mala noche vomitando y solo había dormido dos horas junto a un retrete, pero de manera extraña su traje se veía impecable. – Se ven como una mierda. – Comentó de manera satírica, esbozando una sonrisa casi maliciosa. – Especialmente tú, bola de nieve – Agregó mientras miraba con desdén a Angelo, quien se encontraba en el suelo, haciendo alusión a su apariencia física. La noche se avecinaba y el Sol se ocultaba poco a poco, dando paso a un velo oscuro que empezaba a devorar aquella plaza. Las personas pronto irían a sus hogares, dejando aquel lugar algo desolado, al punto de que solo podía escuchar sus voces. Elevó su mirada y miró a su al rededor, no parecía hacerse nada productivo, solo chistes y comentarios; él quería llegar directo al punto. – ¿Y ahora qué?¡Vamos, vamos! – Exclamó, queriendo apresurar los asuntos a tratar en aquella reunión, ya quería tirarse en una cama.
Sentía su cuerpo algo cansado, por lo que con un movimiento rápido llevó su espada enfundada al frente y la apoyó en el suelo, usando sus manos para recargar su peso sobre el mango que había quedado arriba, prácticamente estaba usando su arma como un bastón para apoyarse. Tras efímeros instantes el pelirrojo comenzó a hablar, dando inicio a la reunión. Pero Kronos no se callaba, hablaba y hablaba sin parar, el moreno se había cansado rápidamente de semejante discurso. – Si, si, rápido, venga, al punto – Decía el pirata, metiendo prisa a su compañero para que terminara aquel extraño discurso que ya no quería seguir escuchando. – Vete a la mierda – Respondió Vegnor entre dientes al escuchar la etiqueta de "asqueroso" con la que lo había designado el pelirrojo.
Una vez que el discurso finalizó el moreno soltó una bocanada de aire, suspirando casi con alivio. – Casi no terminas. – Pronunció mientras notaba como ahora se cortaba su compañero, haciendo que brotara sangre de su mano, haciendo que el pirata elevara su ceja y su expresión se tornada de desagrado. No le molestaba la sangre, pero le parecía que cortarse la mano para hacer un trato era un acto de gente extraña, aunque él no podía hablar mucho sobre lo que es extraño y lo que no. – Eres un bastardo extraño. – Dijo mirando a Kronos. – Pero ya que, lo haré para que no llores, pero no con esa cuchilla, seguro me contagias algo – Agregaría mientras desenfundaba su espada, revelando el filo plateado de la misma. Agarró con firmeza el mango mientras extendía su brazo, y de un movimiento brusco el moreno realizaría un corte en su palma con suma precisión, apenas cortando lo suficiente con la punta de su arma que ahora estaba roja, dejando que el liquido carmesí empezara a brotar de la piel blanquecina de su mano. Tras cortarse movió su brazo, metiendo la espada en la fuente, permitiendo que los chorros de agua limpiaran cualquier rastro de sangre. Sacó la espada del agua y la agitó violentamente, haciendo que las gotas de agua se deslizaran y salieran disparadas contra el suelo, dejando su arma seca nuevamente. – Si alguien necesita ayuda, que me diga, soy bueno cortando – Diría mientras dejaba caer las gotas de sangre en la cuenca.
Sentía su cuerpo algo cansado, por lo que con un movimiento rápido llevó su espada enfundada al frente y la apoyó en el suelo, usando sus manos para recargar su peso sobre el mango que había quedado arriba, prácticamente estaba usando su arma como un bastón para apoyarse. Tras efímeros instantes el pelirrojo comenzó a hablar, dando inicio a la reunión. Pero Kronos no se callaba, hablaba y hablaba sin parar, el moreno se había cansado rápidamente de semejante discurso. – Si, si, rápido, venga, al punto – Decía el pirata, metiendo prisa a su compañero para que terminara aquel extraño discurso que ya no quería seguir escuchando. – Vete a la mierda – Respondió Vegnor entre dientes al escuchar la etiqueta de "asqueroso" con la que lo había designado el pelirrojo.
Una vez que el discurso finalizó el moreno soltó una bocanada de aire, suspirando casi con alivio. – Casi no terminas. – Pronunció mientras notaba como ahora se cortaba su compañero, haciendo que brotara sangre de su mano, haciendo que el pirata elevara su ceja y su expresión se tornada de desagrado. No le molestaba la sangre, pero le parecía que cortarse la mano para hacer un trato era un acto de gente extraña, aunque él no podía hablar mucho sobre lo que es extraño y lo que no. – Eres un bastardo extraño. – Dijo mirando a Kronos. – Pero ya que, lo haré para que no llores, pero no con esa cuchilla, seguro me contagias algo – Agregaría mientras desenfundaba su espada, revelando el filo plateado de la misma. Agarró con firmeza el mango mientras extendía su brazo, y de un movimiento brusco el moreno realizaría un corte en su palma con suma precisión, apenas cortando lo suficiente con la punta de su arma que ahora estaba roja, dejando que el liquido carmesí empezara a brotar de la piel blanquecina de su mano. Tras cortarse movió su brazo, metiendo la espada en la fuente, permitiendo que los chorros de agua limpiaran cualquier rastro de sangre. Sacó la espada del agua y la agitó violentamente, haciendo que las gotas de agua se deslizaran y salieran disparadas contra el suelo, dejando su arma seca nuevamente. – Si alguien necesita ayuda, que me diga, soy bueno cortando – Diría mientras dejaba caer las gotas de sangre en la cuenca.
Vegnor Dozz
Hoja de personaje
Nivel:
(1/1)
Haki:
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