En la playa todo se encontraba en una aparente calma, desde que se detuvo la lucha de en la cubierta del barco marine todo estaba calmado. Lo único destacable era a lo lejos, unos cuatro barcos de mas o menos gran tamaño, ardiendo, eran barcos de la revolución, los refuerzos de la tripulación que estaban cazando los marines. Ahora estaban todos destruidos, pero no había ningún barco de la marina. Todo era muy extraño, hasta que los marines miraron una pequeña balsa cerca del barco. Al horizonte había una figura que caminaba hacia ellos. Cuando se noto lo bastante cerca, podía verse como una figura humana, que en su hombro llevaba otra persona. Ni se detuvo al lado del barco, simplemente siguió de largo hacia la balsa – ¡hey tu, alto ahí! – le exclaman los reclutas, pero en un momento el sujeto los mira y todos los reclutas del barco caen en ese mismo momento inconscientes, a excepción de la sirena que se encontraba también en el barco. El misterioso invitado que portaba una capa de color verde, no se podía distinguir su apariencia pero en la barcaza se encontraba la figura de la líder de aquella tripulación revolucionaria, atada y amordazada como si fuese un saco de papas.

Los demás marines no tardarían en llegar, pero mientras lo hacían, el invitado se sentó encima de una roca y comenzó a comer unos pasteles fritos. Tenia hambre y no quería desperdiciar demasiado tiempo esperando. Sus motivos para estar ahí eran desconocidos para todos los que se encontraban en la isla, y mientras comía se mantenía imperturbable, incluso con el sol inclemente que gracias a la ausencia de brisas fuertes calentaba bastante el suelo.

El camino de vuelta se le hizo mucho más largo y tortuoso que el de ida. Le dolía el brazo y aunque estaba bastante segura de que no se lo había roto, le suponía una molestia notable. Luego estaba el cansancio. Por mucho que se esforzara en ocultarlo la verdad era que le pesaba el cuerpo. No había destacado nunca por ser una persona excesivamente resistente, así que los combates largos cómo aquel la dejaban exhausta. Cuando zarparan iba a irse directamente a su sillón e iba a dormir medio día de golpe. Pobre de aquel que tratara de molestarla entonces.

El bosque espeso fue despejándose cada vez más, en una clara señal de que estaban llegando al punto de partida, el claro junto al que habían soltado anclas. En el mismo espacio en el que uno antes podía encontrar una veintena de árboles, ahora sólo había la mitad. Y así cada vez más hasta que finalmente la línea de árboles terminó, saliendo a terreno despejado. La Sargento se dio la vuelta y buscó con la mirada a su compañero, que la seguía varios pasos por detrás con algo más de dificultad para caminar. No iba a enfadarse por ello, no podía de hecho. Si no fuera porqué el propio Soldado se había emperrado en volver al barco por su propio pie, ella le hubiera ayudado a hacer el trayecto de vuelta.

Al parecer no habían sido los primeros en llegar. En ese mismo claro, justo antes del barco y una pequeña barcaza amarrada a su lado que no estaba antes, ya se encontraban la Gyojin, la soldado rubia y un extraño individuo que comía algunos pasteles con toda la tranquilidad del mundo. Toda la zona alrededor estaba cubierta por los cuerpos inconscientes de los reclutas que habían quedado vigilando el navío. Las dos marines parecían confusas por la presencia de aquel hombre. Deka también, pero de una manera distinta. Intuía de quien se trataba. Lo que le sorprendía era que alguien cómo él se mostrara a la luz del Sol con tanta facilidad. - La pregunta quien es irrelevante. - dijo la Sargento, alzando la voz y haciendo notar su presencia. - Lo que quiero saber es por qué. - la rubia era perfectamente consciente de que no podía pedirle explicaciones a un hombre cómo aquel, por eso lo había formulado cómo una petición relativamente amistosa y no cómo una orden. - Eres el tipo que ha capturado a la líder revolucionaria mientras peleábamos con ella. Los reclutas te delatan. Y ya sé que eres de los nuestros, de lo contrario Kain y yo estaríamos capturados, o muertos, también. - la rubia buscó directamente los ojos del hombre, tratando de que se cruzaran sus miradas. - Asi que lo que me gustaría saber es que hace alguien de tu calibre en un sitio cómo este. - la Sargento era directa, de eso no cabía duda y lo demostraba especialmente al no amedrentarse en situaciones cómo aquella, hablando cara a cara y de tú a tú con un individuo que podría matarla en menos de un chasquido de dedos.

El corazón le latía a mil y el entumecimiento general de su cuerpo empezaba a dejar paso a notorias punzadas de dolor al cargar demasiado peso en algunas zonas, especialmente los hombros. Sus conocimientos médicos eran inexistentes, pero pese a seguir creyendo que no se había roto nada ni similares, iba a necesitar un par de días de tranquilidad y mucho reposo para poder volver a estar al cien por cien. Consecuencias menores teniendo en cuenta el poder que la enemiga había demostrado durante el combate. Kain seguía viviendo para luchar un día más y eso era todo lo que le importaba.

El camino de vuelta se le hizo difícil debido al cansancio y el dolor. Lo que media hora antes sólo había sido un pequeño salto para sobrepasar una raíz salida de la tierra se convertía ahora en un salto de fe que requería todo su empeño y esfuerzo. Y es que lo cierto era que el bosque no le ponía las cosas nada fáciles. Era consciente de que retrasaba el paso de la Sargento, que cada cierto tiempo se detenía unos segundos para dejarle recuperar el terreno perdido, pero creía fervientemente que de esta manera suponía una carga menor que si se quedaba allí parado y esperaba que todo terminara para que vinieran en su ayuda cual damisela en apuros.

Finalmente tras un buen rato de caminata llegaron al punto de inicio de todo aquello, el llano costero junto al que había dejado el barco. Al tener la vista siempre fija en el suelo para no caer, Kain tardó más que su acompañante en darse cuenta de lo que les rodeaba. Los reclutas desplomados, los demás marines y el misterioso individuo que parecía ser el causante de todo aquello. Por un instante, de forma interna, el soldado agradeció el haber decidido venir por su propio pie. Con los reclutas inconscientes y aquel individuo allí, su rescate podría haberse alargado mucho más de lo esperado. Y la idea de pasarse varias horas sólo en una jungla probablemente infestada de enemigos no era nada agradable. Por su parte, él, a diferencia de los demás, permaneció en silencio, apoyándose sobre su espadón que había clavado levemente en el suelo.

Dolía… Y dolía bastante… Llevando su mano izquierda a su cuello acariciaba levantando suavemente su mentón en un delicado mnasaje para poder acariciarlo bien, sobarle para que aquella sensación sobre su garganta pasara, así como su brazo por la fuerza ejercida por la otra le había lastimado un poco el hombro dejó recargada su Oz mientras se sentaba en la orilla del barco viendo al frente sintiendo como la brisa simplemente se dedicaba a entrometida mover sus celestes cabellos sin permiso alguno, curiosamente en su pecho sentía una extraña presión que más que ponerla en alerta la volvía más intranquila… Simplemente incómoda se dedicó a tratar de pensar en lo que acababa de ocurrir sin poner demasiada atención.

Pero los reclutas alertaron a la joven, llevando su vista al frente sintió una extraña presencia, imponente que la hizo estremecer poniéndose de inmediato de pie, ante sus ojos veía como uno a uno los reclutas del barco se desplomaban, tomando nuevamente su arma con ambas manos se puso en guardia volviendo a maldecir por lo bajo el encontrarse sola… Mas afortunadamente no fue así… Poco a poco comenzaron a llegar todos los presentes, uno a uno… Al menos la mayoría habían regresado. Algo aliviada se quedó en silencio mas no bajó la guardia, viendo como su capitán y la joven de rubios cabellos se dedicaban a dirigirse hacia aquella persona ¿Incómodo? Bastante… Pero ¿Qué había pasado? El ambiente tenso y la poca información no sentaban para nada bien a la sirena, esperando las respuestas del intruso permaneció en total silencio.

El hombre estaba sentado tranquilamente comiendo sus pasteles, cuando sintió otras presencias cerca, la primera en aparecer se trataba de una Gyojin, rasgos físicos obvios por esa piel tan áspera y el cuerpo en su cabeza, además que esa estatura no era demasiado normal en los humanos. Cosas evidentes fuera del hecho que ningún tipo de información referente a esa tripulación marine escapaba al conocimiento del sujeto que estaba ahí – conoce tu lugar, no tienes autoridad para pedirme una identificación – la figura se levanta una vez encuentra todos los “invitados juntos” caminando hacia el grupo de mujeres y el par de hombres que se encontraban ahí – Ah, con que eres la misma rubia de hace rato, es curiosa tu “valentía” pero será mejor que controles tu lengua si no quieres que te la haga tragar – aunque le hacia cierta gracia como esa rubia tenia los huevos de hablarle de esa manera, pero había que demostrar quien es el que manda – creo que ustedes pensaron que ese grupo de cucarachas se le había escapado al Cipher Pol y por eso los habían enviado, vaya panda de ilusos – en ese momento se quita la capa mostrando su apariencia

Saca un cepillo y se arregla un poco su cabellera rubia – verán, la única razón por la que dejamos que un grupo de ineptos como ustedes se acercara tanto a esos revolucionarios, es porque un pequeño topo les dio el pitazo de que íbamos tras ellos, así que era necesaria una distracción y ahí es donde entraron, y al pensar que solo los seguía la marina llamaron refuerzos, hacia tiempo que no destruía tantos barcos, es en cierto punto relajante – se le notaba bastante el aire de superioridad, literalmente se veía a si mismo por encima de los marines que tenia en frente – les teníamos bajas expectativas, y aun así se las arreglaron para superarlas, especialmente ustedes dos – señala a la otra rubia y al que llego con ella, los que respondían a los nombres de Rensha y Seiya – dejaron que su enemigo les viese la cara de tontos, pero bueno, supongo que no se puede esperar mucho de un montón de simios – mira al resto de marines, no necesitaba ver a la que tenia a sus espaldas, ya la tenia bien ubicada – aunque el resto de ustedes hizo un trabajo asqueroso, los distrajeron el tiempo suficiente como para poder acercarme a este trozo de basura sin que se diera cuenta antes de tiempo – señala al cuerpo de la chica – tiene conexión con los revolucionarios en Goa y es miembro de una familia bastante notoria de Grand Line, así que por eso al menos puedo decir que no son unos completos inútiles – camina de nuevo a la roca y se sienta, en una pose similar a la del pensador – ¿tienen alguna pregunta niños?

El individuo era arrogante. Muy arrogante. En cierto modo le recordaba a muchos marines o agentes del Gobierno con los que había coincidido, algunos incluso en el mismo grupo en el que estaban actualmente. Pero lo cierto era que había una significativa diferencia entre todos ellos y aquel hombre. Todos los anteriores eran simples bravucones que parecían tener una fijación por abrir la bocaza más de la cuenta. Él era diferente, su arrogancia estaba respaldada por un poder que a la Sargento se le presentaba casi cómo insuperable, a años luz del nivel actual de cualquiera de los presentes. Había capturado a la revolucionaria sin que Kain ni la propia Deka pudieran siquiera ver sus movimientos. Por eso, por mucho que le gustaría poder entrar en un mano a mano verbal con él, no podía permitírselo. Al menos de momento.

Como era de esperar, no se dignó a responder a ninguna de las preguntas. No tenía la obligación ni la intención de rendir cuentas ante nadie. A los otros quizás les pareciera grosero, a la Sargento le parecía correcto. Sería lo que hubiera hecho ella en su lugar. Sin embargo, sus palabras no cesaron ahí. Con un tono altanero y mirando por encima del hombro, explicó con cierta grosería cómo de patético le había parecido el trabajo que la División Marine había hecho en Ohara. Lo cierto era que si ya de por sí debía parecérselo debido a su enorme diferencia de poder, tampoco daba la sensación de que los demás hubieran cumplido demasiado bien con su trabajo. A Kain y a Deka les habían robado su objetivo justo delante de sus narices, y allí estaba, pero los demás habían llegados con las manos vacías. Y el invitado no había pasado a recoger sus paquetes. Seguramente fuera ese el motivo que hizo que los dos cansados marines recibieran en menor parte la reprimenda del hombre misterioso, que se ensañó especialmente con Seiya y Resha. - Comprendo. - respondió, breve, ante la explicación de porqué había venido hasta el lugar. Al parecer aquella mujer era más importante de lo que parecía. - Me encantaría poder preguntarle y comentarle muchas cosas, señor. - confesó la Sargento mientras reemprendía la marcha en dirección al navío. - Pero me temo que usted tiene asuntos mucho más importantes que atender, ¿me equivoco? - finiquitó, prácticamente conociendo la respuesta que le daría el misterioso individuo, mientras sus pasos la llevaban directamente hacia el barco. Quería marcharse de esa isla. Cuanto antes.

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