Recuerdo del primer mensaje :

En la playa todo se encontraba en una aparente calma, desde que se detuvo la lucha de en la cubierta del barco marine todo estaba calmado. Lo único destacable era a lo lejos, unos cuatro barcos de mas o menos gran tamaño, ardiendo, eran barcos de la revolución, los refuerzos de la tripulación que estaban cazando los marines. Ahora estaban todos destruidos, pero no había ningún barco de la marina. Todo era muy extraño, hasta que los marines miraron una pequeña balsa cerca del barco. Al horizonte había una figura que caminaba hacia ellos. Cuando se noto lo bastante cerca, podía verse como una figura humana, que en su hombro llevaba otra persona. Ni se detuvo al lado del barco, simplemente siguió de largo hacia la balsa – ¡hey tu, alto ahí! – le exclaman los reclutas, pero en un momento el sujeto los mira y todos los reclutas del barco caen en ese mismo momento inconscientes, a excepción de la sirena que se encontraba también en el barco. El misterioso invitado que portaba una capa de color verde, no se podía distinguir su apariencia pero en la barcaza se encontraba la figura de la líder de aquella tripulación revolucionaria, atada y amordazada como si fuese un saco de papas.

Los demás marines no tardarían en llegar, pero mientras lo hacían, el invitado se sentó encima de una roca y comenzó a comer unos pasteles fritos. Tenia hambre y no quería desperdiciar demasiado tiempo esperando. Sus motivos para estar ahí eran desconocidos para todos los que se encontraban en la isla, y mientras comía se mantenía imperturbable, incluso con el sol inclemente que gracias a la ausencia de brisas fuertes calentaba bastante el suelo.

Kain desconocía lo que los demás le habían preguntado al extraño tipo que los observaba con aires de superioridad mientras comía pastelitos. Lo cierto era que al soldado en aquellos momentos le importaba entre poco y nada todo aquel juego de palabrería. No era su campo y, además, estaba lo suficientemente hecho polvo cómo para que cualquier cosa que no fuera de vital importancia le entrara por una oreja y le saliera por la otra. No iba a ser él quien le recriminara al nuevo su forma de hablar demasiado arrogante, no sólo por el hecho de que parecía estar muy por encima de ellos en rango y poder sino porque simplemente estaba demasiado cansado y dolorido cómo para pasarse veinte minutos de pie discutiendo inútilmente sobre motivaciones y similares.

Lo único que sacó en claro de todo ello fue lo que dijo una vez se hubo negado, con escasa educación, a responder a las preguntas de sus demás compañeros de misión. Al parecer él había sido el causante de la desaparición repentina de la rival del propio Kain y la Sargento. Resultaba que aquella mujer no era una simple revolucionaria sino algo semejante a una cabecilla que, por si no fuera poco, tenía un apellido importante. De la misma manera, les había dado en cierto modo las gracias por hacerle la tarea no demasiado complicada, mientras que sí había carecido de tacto al recriminar a los demás que no hubieran sido capaces de capturar siquiera a un revolucionario. Un resultado ciertamente lamentable, debía admitir el propio peliblanco que, al menos, tenía la conciencia tranquila sabiendo que había cumplido con su cometido. - Creo que voy a ir a tomarme un merecido descanso... - farfulló, con dificultad, una vez el hombre hubo terminado de hablar. Al parecer la Sargento tampoco tenía intención de alargar esa conversación mucho más, por lo que Kain siguió los pasos de su superiora en dirección al barco, deteniéndose también cuando esta lo hizo justo a espaldas del misterioso aliado. - Gracias por todo, que tenga un buen viaje de vuelta. - se despidió, cortés, mientras incluso adelantaba a la propia rubia y se disponía a subir al barco. Una vez allí se tumbaría en su cama y descansaría lo suficiente cómo para que los golpes no le hicieran tanto daño y tuviera fuerzas cómo para manejar el barco de vuelta a las base marine más cercana.

Aclaración:

El agente estaba acostumbrado que las personas reaccionaran de cierta manera a sus palabras, siempre había algún desubicado, pero afortunadamente los marines ahí presente parecían no ser parte de ese elenco tan común – parece que tienen mas que solo un par de neuronas – se levanta de su roca y se le acerca un poco a la humana que estaba subiendo al barco – dado que ustedes dos tuvieron un papel un poco mas notorio en todo esto, pacense por Enies Lobby y al recepcionista entréguenle esta tarjeta – le pasa una identificación de color negro, en ella tenia grabado un numero, el numero nueve de color rojo – y los dejara pasar por un área menos transitada, pero eso si, les advierto que si le comentan a alguien de esto los matare a todos ustedes y a todos con los que hablaron – ni si quiera espera a que la marine acepte o no – recuerden que “The World” siempre vigila – por instantes parecía haber una figura traslucida alrededor del agente, que desapareció súbitamente junto con la pequeña barcaza, ahora en el bolsillo de la sargento mayor se encontraba la tarjeta. No había sido mentira o alarde esa amenaza, si hubiese querido, todos los presentes en ese momento estarían muertos, tampoco le importaba realmente si la rubia aceptaba la oferta o no, como ella dijo, tenia mejores cosas que hacer.