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Creado por Hanzo Mar Oct 11, 2016 10:40 pm
Tenía mucho que agradecer a la familia Vongola, por haberme adoptado y darme las herramientas suficientes, para poder acabar con el sufrimiento de este mundo o al menos tratar de hacerlo.
Uno de los integrantes de la familia, me había encontrado haciendo frente a un grupo de bandidos de una pequeña isla. Me encontraba en aprietos, y fue él quien me ayudo a que pudiera vencer a los sujetos que me estaban acosando y buscando cobrar la recompensa que la Organización de criminales había puesto por mi captura. Al parecer tenía demasiada información sobre ellos, como para dejar que me marchara tranquilamente.
Aun así, conocí a esta persona que me ayudaba y protegía. Lo hacia como si yo fuera alguien muy especial para el, pero yo solamente lo veia como un favor, que probablemente tuviera que devolver en poco tiempo, o al menos eso era lo que pensaba.
Luego de eso, me encontré viviendo en una casa con algunas personas que al poco tiempo, comence a considerar mis hermanos. Hijos legítimos de la familia Vongola, pero igual me sentía a gusto con ellos.
Yo era el mayor de los ... jóvenes de ese lugar. Realmente me gustaba ser el mayor, tenia algunas responsabilidades, además de promesas que debía cumplir y favores que pagar.
Pasé de ser una maquina que asesinaba y robaba, a ser una maquina que peleaba por los ideales de sus padres adoptivos. Al poco tiempo, sus ideales pasaron a ser míos y era algo que si podía aceptar.
Me encontraba en un pequeño barco; navegando por el North Blue, junto a uno de mis medios hermanos, para ser preciso con el más chico de todos. Aunque era como un hermano para mi, no me gustaba viajar mucho tiempo con Bakugou, ya que para su edad aun era muy infantil; es impaciente, orgulloso, desobediente y jamás se queda quieto. Pero siendo uno de los herederos de la Familia Vongola, debía protegerlo para que pudiera seguir con los ideales de su familia.
Cada vez que veía a Bakugou, me imaginaba a mi mismo, si hubiera nacido en ese lugar y con esa familia y esperaba que con el tiempo, dejara de ser tan.. tan él y fuera un poco más humilde o aunque sea un poco más.... tranquilo.
Estaba en la proa del barco divisando el inmenso mar y lo oscuro que podía ser a esa hora. Aun era de noche, cuando pude divisar la isla Swallow y su gran estructura terrestre parecidas a un ave. El barcos se movía lento y seguro; el capitán del barco sabia como pasar desapercibido en medio de la noche. Todos llamábamos a ese hombre como el Caballero de la Cebolla, por diferentes motivos.
El barco llego rápida y silenciosamente a las orillas de esa inmensa isla. Junto con Bakugou, debíamos encontrar con otra familia de revolucionarios, para brindar información sobre nuestras acciones y el rol que jugariamos con respectos a determinadas guerras, que se llevaban a cabo entre países.
Me desplace rápidamente por el barco, dirigiéndome hacia donde se encontraba mi medio hermano. Una vez frente a su puerta, golpe la puerta con algo de fuerza, esperando que él estuviera listo para partir.
Al no ver respuesta alguna volví a golpear la puerta, esperando al menos un insulto o algo que me dijera que estaba despierto o al menos vivo.
Uno de los integrantes de la familia, me había encontrado haciendo frente a un grupo de bandidos de una pequeña isla. Me encontraba en aprietos, y fue él quien me ayudo a que pudiera vencer a los sujetos que me estaban acosando y buscando cobrar la recompensa que la Organización de criminales había puesto por mi captura. Al parecer tenía demasiada información sobre ellos, como para dejar que me marchara tranquilamente.
Aun así, conocí a esta persona que me ayudaba y protegía. Lo hacia como si yo fuera alguien muy especial para el, pero yo solamente lo veia como un favor, que probablemente tuviera que devolver en poco tiempo, o al menos eso era lo que pensaba.
Luego de eso, me encontré viviendo en una casa con algunas personas que al poco tiempo, comence a considerar mis hermanos. Hijos legítimos de la familia Vongola, pero igual me sentía a gusto con ellos.
Yo era el mayor de los ... jóvenes de ese lugar. Realmente me gustaba ser el mayor, tenia algunas responsabilidades, además de promesas que debía cumplir y favores que pagar.
Pasé de ser una maquina que asesinaba y robaba, a ser una maquina que peleaba por los ideales de sus padres adoptivos. Al poco tiempo, sus ideales pasaron a ser míos y era algo que si podía aceptar.
Me encontraba en un pequeño barco; navegando por el North Blue, junto a uno de mis medios hermanos, para ser preciso con el más chico de todos. Aunque era como un hermano para mi, no me gustaba viajar mucho tiempo con Bakugou, ya que para su edad aun era muy infantil; es impaciente, orgulloso, desobediente y jamás se queda quieto. Pero siendo uno de los herederos de la Familia Vongola, debía protegerlo para que pudiera seguir con los ideales de su familia.
Cada vez que veía a Bakugou, me imaginaba a mi mismo, si hubiera nacido en ese lugar y con esa familia y esperaba que con el tiempo, dejara de ser tan.. tan él y fuera un poco más humilde o aunque sea un poco más.... tranquilo.
Estaba en la proa del barco divisando el inmenso mar y lo oscuro que podía ser a esa hora. Aun era de noche, cuando pude divisar la isla Swallow y su gran estructura terrestre parecidas a un ave. El barcos se movía lento y seguro; el capitán del barco sabia como pasar desapercibido en medio de la noche. Todos llamábamos a ese hombre como el Caballero de la Cebolla, por diferentes motivos.
El barco llego rápida y silenciosamente a las orillas de esa inmensa isla. Junto con Bakugou, debíamos encontrar con otra familia de revolucionarios, para brindar información sobre nuestras acciones y el rol que jugariamos con respectos a determinadas guerras, que se llevaban a cabo entre países.
Me desplace rápidamente por el barco, dirigiéndome hacia donde se encontraba mi medio hermano. Una vez frente a su puerta, golpe la puerta con algo de fuerza, esperando que él estuviera listo para partir.
Al no ver respuesta alguna volví a golpear la puerta, esperando al menos un insulto o algo que me dijera que estaba despierto o al menos vivo.
Hanzo
Hoja de personaje
Nivel:
(1/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Bakugou Miér Oct 12, 2016 10:22 am
Bakugou no estaba contento, para variar. Imposible que lo estuviera cuando las pocas misiones a las que le enviaban sin su padre o su abuelo no eran más que simples viajes para entregar una carta dirigida a alguien con mayor autoridad que él. Cero acción. Él quería hacer ver al resto de la revolución y de su familia que, aunque fuera el más joven, era perfectamente capaz de enfrentarse a quien fuera y salir victorioso. Sólo necesitaba que le dieran la oportunidad de demostrarlo y así callarles la boca a todos y que admitieran que era algo más que un chico de los recados.
Y como no estaba contento, necesitaba descargar su ira contra algo que no fuera el barco en el que viajaba, tampoco quería irse a pique. De modo que se encontraba en la sala donde normalmente se colgaba la carne del techo, pero él había aprovechado una de las argollas del mismo para colgar su saco de arena y comenzar a darle puñetazos y patadas a mansalva. En sus manos, a falta de sus útiles habituales, tenía unas mancuernas de cinco kilos para desarrollar sus músculos a la vez que su técnica. El pobre saco de boxeo acabó completamente destrozado, así como dos piezas de carne que había usado del mismo modo y las pesas ahora rodaban por la estancia vacía, sin ninguna sujeción. No era la manera más óptima de entrenar, pero allí no tenía las herramientas que poseía en casa, así que tenía que improvisar con lo que tuviera a mano.
Una buena ducha fue reconfortante, llevándose tanto el sudor como los restos de frustración que todavía restaban tras aquel entrenamiento. Lástima que no durara mucho calmado, porque de camino a su camarote, vio a su “hermano” llamando a la puerta, y eso le recordó por qué estaba en ese barco y qué había ido a hacer, trayendo de vuelta la ira. – Chatarra. Será mejor que no rompas mi puerta o tendremos problemas. – Aquel pedazo de metal no pertenecía como tal a su familia, pero su padre había decidido adoptarlo y tratarlo como si fuera su propio hijo, así que ahora eran hermanos. Y lo peor de todo, era él el que estaba al mando en aquella misión. – Hazte a un lado. ¿O acaso tienes tanta prisa que ni puedo vestirme? – Tenía que entrar en su camarote a por su ropa, pues ahora mismo sólo llevaba una toalla a la cintura. Consecuencias de no acordarse de llevar ropa a la ducha. Y por eso tardó cinco minutos dentro preparándose para salir, pues era obvio que el barco ahora estaba parado y habían llegado a su destino. – Hala, ya estoy. Acabemos con esto cuanto antes. – Dijo nada más salir por la puerta de su camarote.
Y como no estaba contento, necesitaba descargar su ira contra algo que no fuera el barco en el que viajaba, tampoco quería irse a pique. De modo que se encontraba en la sala donde normalmente se colgaba la carne del techo, pero él había aprovechado una de las argollas del mismo para colgar su saco de arena y comenzar a darle puñetazos y patadas a mansalva. En sus manos, a falta de sus útiles habituales, tenía unas mancuernas de cinco kilos para desarrollar sus músculos a la vez que su técnica. El pobre saco de boxeo acabó completamente destrozado, así como dos piezas de carne que había usado del mismo modo y las pesas ahora rodaban por la estancia vacía, sin ninguna sujeción. No era la manera más óptima de entrenar, pero allí no tenía las herramientas que poseía en casa, así que tenía que improvisar con lo que tuviera a mano.
Una buena ducha fue reconfortante, llevándose tanto el sudor como los restos de frustración que todavía restaban tras aquel entrenamiento. Lástima que no durara mucho calmado, porque de camino a su camarote, vio a su “hermano” llamando a la puerta, y eso le recordó por qué estaba en ese barco y qué había ido a hacer, trayendo de vuelta la ira. – Chatarra. Será mejor que no rompas mi puerta o tendremos problemas. – Aquel pedazo de metal no pertenecía como tal a su familia, pero su padre había decidido adoptarlo y tratarlo como si fuera su propio hijo, así que ahora eran hermanos. Y lo peor de todo, era él el que estaba al mando en aquella misión. – Hazte a un lado. ¿O acaso tienes tanta prisa que ni puedo vestirme? – Tenía que entrar en su camarote a por su ropa, pues ahora mismo sólo llevaba una toalla a la cintura. Consecuencias de no acordarse de llevar ropa a la ducha. Y por eso tardó cinco minutos dentro preparándose para salir, pues era obvio que el barco ahora estaba parado y habían llegado a su destino. – Hala, ya estoy. Acabemos con esto cuanto antes. – Dijo nada más salir por la puerta de su camarote.
Bakugou
Hoja de personaje
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Creado por Hanzo Jue Oct 13, 2016 10:06 am
La espera para que Bakugou se dignara a contestarme se hizo eterna. Estaba a punto de tomar el picaporte y entrar a la fuerza a esa habitación, cuando desde mis espalda pude escuche la dulce y melodiosa voz de mi medio hermano "llamándome".
Me gire lentamente y vi, que se encontraba en paños menores. Aunque quisiera estar sorprendido por ello, me era imposible, primero porque no tenía rostro para demostrarlo y segundo, ya nada me sorprendía de este chiquillo.
"Aun está despierto a estas horas" pensé mientras, me corría hacia un lado para que Bakugou pasara. Antes de que entrara a la habitación, le hable - Deberías dormir y recomponer tus fuerzas y sobre todo durante la noche- dije de una manera afectiva hacia él. Sabía que siempre estaba entrenando o haciendo distintas cosas para ganar la aprobación de su padre y que lo mandaran a él como líder de alguna misión, pero aunque lo hiciera, sus impulsos de adolecentes, hacia que su padre viera que no estaba capacitado para ello y al parecer eso no le agradaba demasiado.
Al parecer mi presencia en ese barco y que yo liderara esta misión, no le gustaba mucho a Bakugou, pero por orden directa de su padre, debía obedecerme, pero generalmente no lo hacia pero tampoco le decía nada y dejaba que hiciera lo que quisiera, pero por alguna razón eso siempre traía problemas.
Espere que Bakugou saliera de su habitación, así emprendíamos el viaje hacia la base de esa otra familia de revolucionarios.
Tan rápido como salió, partimos hacia esa base. Bajamos del barco y nos subimos a un pequeño bote de remos, que nos acercaría hacia la playa.
Mientras esperábamos que el bote llega hacia la playa, tome un pequeño bolso que tenia a mis pies y saque una carta del mismo; esta estaba hecha a puño y letra de el padre de Bakugou. La mire detenidamente y se la estire a Bakugou - Esta es la carta que tu padre me entrego para la cabecilla de esta familia. Esta familia tiene una regla bastante extraña, pero al estar en su isla la debo acatar. Solo los descendiente directos de nuestra... de tu familia pueden ver y hablar con los cabecillas de otras familias. Por favor compórtate- le dije mientras lo miraba fijamente.
Esperé que me respondiera algo y tomara la carta.
Una vez en la playa, comenzamos a caminar por la misma, bordeando el inmenso mar. La estructura que tenia la isla era muy llamativa, pero eso no interesaba esta vez, no estábamos en ese lugar para vacacionar.
Debía escoltar a Bakugou para que pudiera entregar la carta, sin problema alguno. El camino para llegar hasta su base era bastante largo. Para ser exacto la base se encontraba al pie de la montaña que parecía un ave y desde la playa había una gran distancia; debíamos caminar toda la noche para poder llegar a horario a la reunión.
Faltaban un par de horas para que el sol saliera, por lo que si o si debíamos apurarnos.
Di grandes zancadas con mis piernas dejando atrás al pequeño Bakugou. Gire para verlo - Oye apúrate, no querrás llegar tarde a tu primer encuentro importante - le dije con un tono de voz amistoso y esperando que me gritara o me llamara por mi sobrenombre. Realmente nunca me enfadaba con él, simplemente me parecía divertido molestarlo.
Me gire lentamente y vi, que se encontraba en paños menores. Aunque quisiera estar sorprendido por ello, me era imposible, primero porque no tenía rostro para demostrarlo y segundo, ya nada me sorprendía de este chiquillo.
"Aun está despierto a estas horas" pensé mientras, me corría hacia un lado para que Bakugou pasara. Antes de que entrara a la habitación, le hable - Deberías dormir y recomponer tus fuerzas y sobre todo durante la noche- dije de una manera afectiva hacia él. Sabía que siempre estaba entrenando o haciendo distintas cosas para ganar la aprobación de su padre y que lo mandaran a él como líder de alguna misión, pero aunque lo hiciera, sus impulsos de adolecentes, hacia que su padre viera que no estaba capacitado para ello y al parecer eso no le agradaba demasiado.
Al parecer mi presencia en ese barco y que yo liderara esta misión, no le gustaba mucho a Bakugou, pero por orden directa de su padre, debía obedecerme, pero generalmente no lo hacia pero tampoco le decía nada y dejaba que hiciera lo que quisiera, pero por alguna razón eso siempre traía problemas.
Espere que Bakugou saliera de su habitación, así emprendíamos el viaje hacia la base de esa otra familia de revolucionarios.
Tan rápido como salió, partimos hacia esa base. Bajamos del barco y nos subimos a un pequeño bote de remos, que nos acercaría hacia la playa.
Mientras esperábamos que el bote llega hacia la playa, tome un pequeño bolso que tenia a mis pies y saque una carta del mismo; esta estaba hecha a puño y letra de el padre de Bakugou. La mire detenidamente y se la estire a Bakugou - Esta es la carta que tu padre me entrego para la cabecilla de esta familia. Esta familia tiene una regla bastante extraña, pero al estar en su isla la debo acatar. Solo los descendiente directos de nuestra... de tu familia pueden ver y hablar con los cabecillas de otras familias. Por favor compórtate- le dije mientras lo miraba fijamente.
Esperé que me respondiera algo y tomara la carta.
Una vez en la playa, comenzamos a caminar por la misma, bordeando el inmenso mar. La estructura que tenia la isla era muy llamativa, pero eso no interesaba esta vez, no estábamos en ese lugar para vacacionar.
Debía escoltar a Bakugou para que pudiera entregar la carta, sin problema alguno. El camino para llegar hasta su base era bastante largo. Para ser exacto la base se encontraba al pie de la montaña que parecía un ave y desde la playa había una gran distancia; debíamos caminar toda la noche para poder llegar a horario a la reunión.
Faltaban un par de horas para que el sol saliera, por lo que si o si debíamos apurarnos.
Di grandes zancadas con mis piernas dejando atrás al pequeño Bakugou. Gire para verlo - Oye apúrate, no querrás llegar tarde a tu primer encuentro importante - le dije con un tono de voz amistoso y esperando que me gritara o me llamara por mi sobrenombre. Realmente nunca me enfadaba con él, simplemente me parecía divertido molestarlo.
Hanzo
Hoja de personaje
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Creado por Bakugou Jue Oct 13, 2016 4:23 pm
Ya estaba la chatarra con sus discursos sobre lo que debería hacer y lo que no. Podía esforzarse todo lo que quisiera, el rubio continuaría haciendo lo que quisiera hacer, no sería él el que controlase su vida. Ni siquiera le permitía a su propio padre, hasta cierto punto, decirle lo que tenía que hacer, mucho menos a un hermano adoptivo, por muy líder de la misión que fuera. Y es que mandar en la misión no implicaba que pudiera ordenarle acerca de cómo vivir su vida. – No me marees la cabeza. – Fue la única contestación que le dio antes de encerrarse en el camarote para vestirse.
Mientras estaban en el bote no tenía mucho más que hacer que pensar acerca de que aquel pedazo de metal que hacía unos pocos años sólo que había llegado a su familia, liderara las misiones en las que iban sin apoyo de los más viejos. Es decir, pensado con detenimiento, el tipo había sido lo suficientemente inútil como para perder su cuerpo una vez, si no podía ni siquiera cuidar de sí mismo, ¿cómo iba a llevar a cabo con éxito una misión peligrosa? De vez en cuando le lanzaba una mirada de reojo, como preguntándose si podría sentir dolor o no si le daba un puñetazo en la cabeza. El resto del tiempo tenía un codo apoyado en la baranda y a su vez, la barbilla apoyada en la misma mano, con pose de aburrido. Claro que, Bakugou podía ser irrespetuoso, impaciente, irascible e incluso peligroso, pero por el momento no se le había ocurrido agredir a nadie de su familia más allá de las simples rencillas y desavenencias típicas, por mucho que le cabreara la situación.
Y parecía ser que por fin a él le tocaba un poco de responsabilidad en aquello, aunque sólo fuera llevar una estúpida carta y hablar con unos estúpidos camaradas de la revolución. Todo parecía orquestado por su padre para enfadarle todavía más. ¿Comportarse? Lo haría a su manera, desde luego que sí. – Lo que tú digas, hojalata. – Respondió antes de coger el pedazo de papel y meterlo en un bolsillo, despreocupado.
¿Y es que el barco no podía haberlos dejado más cerca de la casa de aquellos idiotas? Es decir, sólo caminaban por la costa, por lo que no quedaba muy metida en tierra, así que lo ideal hubiera sido que el barco se acercara hasta el punto acordado. Y claro, la chatarra que no se podía cansar al no tener músculos que mover para caminar, podía soportar un buen ritmo el tiempo que hiciera falta, pero él era todavía completamente humano. – ¡Cállate! Esto tiene de importante lo mismo que tu cuerpo de humano. Yo debería estar ganando guerras y conquistando territorios para la Revolución, no haciendo de chico de los recados. – No tenía reparos en soltar lo que pensaba aunque no fuera lo más correcto.
Y finalmente llegaron a la casa, donde les recibieron con cautela tras darles el santo y seña, el cual Bakugou recitó muy desganado. Básicamente estampó con algo de fuerza la carta arrugada contra el pecho del que mandaba allí en cuanto apareció frente a él. El papel, en esencia, avisaba a los allí residentes de que Swallow se encontraba bajo la mira de la marina, sometida a una fuerte investigación y sería cuestión de tiempo que dieran con ellos. – No hay más remedio. Tenemos que empaquetar y escapar de aquí. – Dijo el patriarca de aquella familia, lo cual provocó que la vena de la sien de Bakugou se hinchara hasta límites insospechados. - ¿Pero qué clase de cobardes sois? Lo que hay que hacer es dar una tunda a esos marines, no huir con el rabo entre las piernas como perros asustados. – Prácticamente gritaba, fuera de sí, sin creerse que aquellos fueran compañeros de la misma causa.
Mientras estaban en el bote no tenía mucho más que hacer que pensar acerca de que aquel pedazo de metal que hacía unos pocos años sólo que había llegado a su familia, liderara las misiones en las que iban sin apoyo de los más viejos. Es decir, pensado con detenimiento, el tipo había sido lo suficientemente inútil como para perder su cuerpo una vez, si no podía ni siquiera cuidar de sí mismo, ¿cómo iba a llevar a cabo con éxito una misión peligrosa? De vez en cuando le lanzaba una mirada de reojo, como preguntándose si podría sentir dolor o no si le daba un puñetazo en la cabeza. El resto del tiempo tenía un codo apoyado en la baranda y a su vez, la barbilla apoyada en la misma mano, con pose de aburrido. Claro que, Bakugou podía ser irrespetuoso, impaciente, irascible e incluso peligroso, pero por el momento no se le había ocurrido agredir a nadie de su familia más allá de las simples rencillas y desavenencias típicas, por mucho que le cabreara la situación.
Y parecía ser que por fin a él le tocaba un poco de responsabilidad en aquello, aunque sólo fuera llevar una estúpida carta y hablar con unos estúpidos camaradas de la revolución. Todo parecía orquestado por su padre para enfadarle todavía más. ¿Comportarse? Lo haría a su manera, desde luego que sí. – Lo que tú digas, hojalata. – Respondió antes de coger el pedazo de papel y meterlo en un bolsillo, despreocupado.
¿Y es que el barco no podía haberlos dejado más cerca de la casa de aquellos idiotas? Es decir, sólo caminaban por la costa, por lo que no quedaba muy metida en tierra, así que lo ideal hubiera sido que el barco se acercara hasta el punto acordado. Y claro, la chatarra que no se podía cansar al no tener músculos que mover para caminar, podía soportar un buen ritmo el tiempo que hiciera falta, pero él era todavía completamente humano. – ¡Cállate! Esto tiene de importante lo mismo que tu cuerpo de humano. Yo debería estar ganando guerras y conquistando territorios para la Revolución, no haciendo de chico de los recados. – No tenía reparos en soltar lo que pensaba aunque no fuera lo más correcto.
Y finalmente llegaron a la casa, donde les recibieron con cautela tras darles el santo y seña, el cual Bakugou recitó muy desganado. Básicamente estampó con algo de fuerza la carta arrugada contra el pecho del que mandaba allí en cuanto apareció frente a él. El papel, en esencia, avisaba a los allí residentes de que Swallow se encontraba bajo la mira de la marina, sometida a una fuerte investigación y sería cuestión de tiempo que dieran con ellos. – No hay más remedio. Tenemos que empaquetar y escapar de aquí. – Dijo el patriarca de aquella familia, lo cual provocó que la vena de la sien de Bakugou se hinchara hasta límites insospechados. - ¿Pero qué clase de cobardes sois? Lo que hay que hacer es dar una tunda a esos marines, no huir con el rabo entre las piernas como perros asustados. – Prácticamente gritaba, fuera de sí, sin creerse que aquellos fueran compañeros de la misma causa.
Bakugou
Hoja de personaje
Nivel:
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Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Hanzo Sáb Oct 15, 2016 9:38 am
Las respuestas de Bakugou nunca eran agradables, pero que se podía esperar de un niño malcriado como él. Su padre me lo había dicho y remarcado un montón de veces antes de que yo decidera tomar el liderazgo de esta misión.
Aunque sabía que no tenía la capacidad de tomar algo importante, decidí que el entregaría la carta y hablaría con el líder de esa familia. Realmente no importaba demasiado, esta familia era una de las vasallas de la Familia Vongola, por lo que le debían el respeto a todos, incluso a Bakugou. Pero aun así, este era el momento para que Bakugou, demostrara ser un verdadero Vongola.
La caminata hacia la casa de esta familia, no resulto demasiado bien, Bakugou comenzó a quejarse y refunfuñar nuevamente pero al menos me divertía en el camino. -¿Ganando guerras, conquistando territorios para la revolución? Una vez que termines esta misión, puede ser que tu padre vea algo en ti y te envié a hacer esas cosas, pero por ahora solo preocúpate para que esa carta llegue sana y salva y sea entregada en manos del líder de esta familia- le dije algo malhumorado, por su gran prepotencia.
Seguimos caminando, sin decir ninguna palabra. Antes de que llegáramos a esa gran casa me di vuelta rápidamente - Te lo vuelvo a repetir, compórtate- le dije en un tono brusco y frio, antes de tocar la puerta.
Bakugou se paro frente a la puerta y golpeo la misma algunas veces y comenzó a recitar las claves que algunos revolucionarios teníamos para asegurarnos que no éramos impostores. Una vez terminado, la puerta se abrió y una voz desde de adentro - Bienvenidos Amo Hanzo y amo Bakugou- dijo un hombre muy bien trajeado y con mirada imponente.
"¿Amo? ¿Qué clases de empleado le dice amo a alguien?" pensé mientras pasaba a la enorme casa sin decir ninguna palabra.
Una vez adentro, una voz resonó en esa casa - Bakugou, Hanzo bienvenido a nuestra humilde morada- dijo un hombre que bajaba tranquilamente unas grandes escaleras.
El hombre era alto, algo anciano pero fuerte, llevaba puesto una bata de color bordó, cerrada en su cintura y con la inicial del apellido Mallister bordado en el costado superior izquierdo. Bajo la bata llevaba unos pantalones de color azul con rayas y en sus pies llevaba una pantuflas de color bordó.
El hombre se nos acerco con una gran sonrisa y nos dio la mano a cada uno en forma de saludo y de respeto a la Casa Vongola, pero pude ver su mirada acusadora, como si no le agradara que yo estuviera en su casa.
- Hey escla... sirviente idiota, tráele a Hanzo algo para sentarse mientras paso a mi estudio con el hijo legitimo de nuestro Señor Vongola- dijo el hombre dirigiéndose al hombre que nos había abierto la puerta. Una vez dicho la orden el hombre estiro su brazo y señalo hacia una gran puerta - Pasamos Señor Bakugou-
Sus palabras fueron hirientes, pero realmente no me interesaba en lo mas mínimo, sabia que era y quien era.
"¿Esclavo? Eso fue lo que estaba por decir. ¿Que clase de revolucionarios tienen un esclavo?" pensé, algo no estaba oliendo demasiado bien.
Bakugou se adelanto y le estampo contra el pecho al líder de la Familia Mallister la carta que había escrito su padre. El hombre miro a Bakugou con un gran desprecio pero al final tuvo que sonreír. El hombre tomó a Bakugou por sus hombros y comenzó a llevarlo a empujones a la habitación.
Mallister abrió la puerta y detrás de ella pude observar a varios hombres armados, parados a la espera de Mallister.
La puerta se cerro y rápidamente me desplace hacia la puerta y me quede escoltando la puerta. Si escuchaba algún revuelo no me importaba entrar a la fuerza.
Tenía apoyado sobre la pared mi espada y mi pie derecho. Mis brazos se encontraban cruzados a la espera que salieran o que tuviera que entrar.
La voz de Bakugou resonó a través de las paredes, aunque no entendí bien lo que estaba diciendo.
Seguí tranquilo en la puerta, cuando un grupo de hombres armados con pistolas y katanas entraron a la casa. Estaban algo sucios y al verme sonrieron. El mayordomo hablo con ellos, pero gracias a la distancia no pude escucharlo. Una vez que la boca del mayordomo dejo de moverse, los hombres giraron sobre su talón y siguieron al mayordomo que lo estaba guiando hacia mí. Sin mirarme entraron por la puerta.
-Amigos míos, bienvenido tomen lo que quieran para comer y beber- pude reconocer la voz del líder de la familia Mallister
Levanté la vista y espere que la puerta se cerrara - ¿Quiénes son ellos?- le pregunte al mayordomo.
El hombre puso una cara angustiada en su rostro - Piratas- dijo sin perder mucho el tiempo. - Señor tome a su hermano y váyase inmediatamente- al decir ello, se alejó y desaprecio entre las paredes.
Realmente no entendía que estaba pasando, pero sabía que esto no terminaría demasiado bien. Me prepare para lo peor, pero ahora me preocupaba Bakugou.
Aunque sabía que no tenía la capacidad de tomar algo importante, decidí que el entregaría la carta y hablaría con el líder de esa familia. Realmente no importaba demasiado, esta familia era una de las vasallas de la Familia Vongola, por lo que le debían el respeto a todos, incluso a Bakugou. Pero aun así, este era el momento para que Bakugou, demostrara ser un verdadero Vongola.
La caminata hacia la casa de esta familia, no resulto demasiado bien, Bakugou comenzó a quejarse y refunfuñar nuevamente pero al menos me divertía en el camino. -¿Ganando guerras, conquistando territorios para la revolución? Una vez que termines esta misión, puede ser que tu padre vea algo en ti y te envié a hacer esas cosas, pero por ahora solo preocúpate para que esa carta llegue sana y salva y sea entregada en manos del líder de esta familia- le dije algo malhumorado, por su gran prepotencia.
Seguimos caminando, sin decir ninguna palabra. Antes de que llegáramos a esa gran casa me di vuelta rápidamente - Te lo vuelvo a repetir, compórtate- le dije en un tono brusco y frio, antes de tocar la puerta.
Bakugou se paro frente a la puerta y golpeo la misma algunas veces y comenzó a recitar las claves que algunos revolucionarios teníamos para asegurarnos que no éramos impostores. Una vez terminado, la puerta se abrió y una voz desde de adentro - Bienvenidos Amo Hanzo y amo Bakugou- dijo un hombre muy bien trajeado y con mirada imponente.
"¿Amo? ¿Qué clases de empleado le dice amo a alguien?" pensé mientras pasaba a la enorme casa sin decir ninguna palabra.
Una vez adentro, una voz resonó en esa casa - Bakugou, Hanzo bienvenido a nuestra humilde morada- dijo un hombre que bajaba tranquilamente unas grandes escaleras.
El hombre era alto, algo anciano pero fuerte, llevaba puesto una bata de color bordó, cerrada en su cintura y con la inicial del apellido Mallister bordado en el costado superior izquierdo. Bajo la bata llevaba unos pantalones de color azul con rayas y en sus pies llevaba una pantuflas de color bordó.
El hombre se nos acerco con una gran sonrisa y nos dio la mano a cada uno en forma de saludo y de respeto a la Casa Vongola, pero pude ver su mirada acusadora, como si no le agradara que yo estuviera en su casa.
- Hey escla... sirviente idiota, tráele a Hanzo algo para sentarse mientras paso a mi estudio con el hijo legitimo de nuestro Señor Vongola- dijo el hombre dirigiéndose al hombre que nos había abierto la puerta. Una vez dicho la orden el hombre estiro su brazo y señalo hacia una gran puerta - Pasamos Señor Bakugou-
Sus palabras fueron hirientes, pero realmente no me interesaba en lo mas mínimo, sabia que era y quien era.
"¿Esclavo? Eso fue lo que estaba por decir. ¿Que clase de revolucionarios tienen un esclavo?" pensé, algo no estaba oliendo demasiado bien.
Bakugou se adelanto y le estampo contra el pecho al líder de la Familia Mallister la carta que había escrito su padre. El hombre miro a Bakugou con un gran desprecio pero al final tuvo que sonreír. El hombre tomó a Bakugou por sus hombros y comenzó a llevarlo a empujones a la habitación.
Mallister abrió la puerta y detrás de ella pude observar a varios hombres armados, parados a la espera de Mallister.
La puerta se cerro y rápidamente me desplace hacia la puerta y me quede escoltando la puerta. Si escuchaba algún revuelo no me importaba entrar a la fuerza.
Tenía apoyado sobre la pared mi espada y mi pie derecho. Mis brazos se encontraban cruzados a la espera que salieran o que tuviera que entrar.
La voz de Bakugou resonó a través de las paredes, aunque no entendí bien lo que estaba diciendo.
Seguí tranquilo en la puerta, cuando un grupo de hombres armados con pistolas y katanas entraron a la casa. Estaban algo sucios y al verme sonrieron. El mayordomo hablo con ellos, pero gracias a la distancia no pude escucharlo. Una vez que la boca del mayordomo dejo de moverse, los hombres giraron sobre su talón y siguieron al mayordomo que lo estaba guiando hacia mí. Sin mirarme entraron por la puerta.
-Amigos míos, bienvenido tomen lo que quieran para comer y beber- pude reconocer la voz del líder de la familia Mallister
Levanté la vista y espere que la puerta se cerrara - ¿Quiénes son ellos?- le pregunte al mayordomo.
El hombre puso una cara angustiada en su rostro - Piratas- dijo sin perder mucho el tiempo. - Señor tome a su hermano y váyase inmediatamente- al decir ello, se alejó y desaprecio entre las paredes.
Realmente no entendía que estaba pasando, pero sabía que esto no terminaría demasiado bien. Me prepare para lo peor, pero ahora me preocupaba Bakugou.
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Creado por Bakugou Sáb Oct 15, 2016 1:41 pm
Comportarse. Vaya una palabra estúpida. Realmente no significaba nada más que actuar acorde a una manera bien vista socialmente. Bakugou no era del tipo de gente que hacía eso, él era directo como una bala, tanto en sus intenciones como en sus palabras. Si alguien le molestaba, le gritaba, si alguien le agredía, atacaba con todo… Esa era su forma de vivir, en parte resentido consigo mismo por causar la muerte de su madre, en parte queriendo demostrar que valía para más cosas que para ser mensajero. Pero esos dos sentimientos no suelen comulgar entre sí y acabaron forjando el carácter que ya todos conocen en el joven rubio. Deseoso de conflictos tanto para probar a todos su fuerza como para liberar a través de los puños la frustración que sentía.
Y una misión pacífica como aquella no le ayudaba para nada a descargar esas tensiones. Maldita sea, en el barco ni siquiera había una buena moza con la que olvidar todo por una noche. El resultado, un Bakugou más explosivo de lo habitual, incapaz de mantener las formas por un minuto, lo cual acabó en los gritos y “consejos” que lanzó al patriarca de la familia Mallister. Obviamente, y aunque seguro que esa hubiera sido su decisión final de todas formas, su criterio estaba nublado por sus ganas de combatir. Que le dijeran que acababa de posicionarse en un lugar que probablemente sufriría un ataque por parte de la marina, tanto le enfurecía como le alegraba. Al fin y al cabo, los marines eran sus sacos de boxeo preferidos, pero también pensar que su padre le había enviado a una misión donde estaría en peligro de ataque sin siquiera informarle de ello…
Por si eso fuera poco, su reunión “privada” con aquel hombre se vio interrumpida por una serie de personas que no le tenían ninguna buena pinta a Bakugou. Es más, los reconoció enseguida. No los conocía, pero sí que sabía para quién trabajaban. La banda pirata de Aohige, famosos ya por querer conquistar tierras afiliadas a la Revolución. Los tatuajes los delataban. Si al menos iban a tenderle una emboscada, podían haber enviado a gente más lista. – Puede que los marines sean un problema con el que hay que lidiar, pero me parece que por el momento tengo algunos asuntos aquí dentro… - Dijo mientras se ponía a la espalda del sillón que estaba ocupando segundos atrás, vigilando a los cuatro intrusos de la estancia. Dos con pistolas y dos con katanas, sumados al aparentemente desarmado líder de los Mallister. Y sin previo aviso, agarró el sillón por el respaldo y lo lanzó con todas sus fuerzas contra los dos que tenían pistolas, arrojándolos contra la puerta, la cual se abrió y los dejó salir con el sillón encima. – ¡LA TRAICIÓN SE PAGA CARA, MALLISTER!
Y una misión pacífica como aquella no le ayudaba para nada a descargar esas tensiones. Maldita sea, en el barco ni siquiera había una buena moza con la que olvidar todo por una noche. El resultado, un Bakugou más explosivo de lo habitual, incapaz de mantener las formas por un minuto, lo cual acabó en los gritos y “consejos” que lanzó al patriarca de la familia Mallister. Obviamente, y aunque seguro que esa hubiera sido su decisión final de todas formas, su criterio estaba nublado por sus ganas de combatir. Que le dijeran que acababa de posicionarse en un lugar que probablemente sufriría un ataque por parte de la marina, tanto le enfurecía como le alegraba. Al fin y al cabo, los marines eran sus sacos de boxeo preferidos, pero también pensar que su padre le había enviado a una misión donde estaría en peligro de ataque sin siquiera informarle de ello…
Por si eso fuera poco, su reunión “privada” con aquel hombre se vio interrumpida por una serie de personas que no le tenían ninguna buena pinta a Bakugou. Es más, los reconoció enseguida. No los conocía, pero sí que sabía para quién trabajaban. La banda pirata de Aohige, famosos ya por querer conquistar tierras afiliadas a la Revolución. Los tatuajes los delataban. Si al menos iban a tenderle una emboscada, podían haber enviado a gente más lista. – Puede que los marines sean un problema con el que hay que lidiar, pero me parece que por el momento tengo algunos asuntos aquí dentro… - Dijo mientras se ponía a la espalda del sillón que estaba ocupando segundos atrás, vigilando a los cuatro intrusos de la estancia. Dos con pistolas y dos con katanas, sumados al aparentemente desarmado líder de los Mallister. Y sin previo aviso, agarró el sillón por el respaldo y lo lanzó con todas sus fuerzas contra los dos que tenían pistolas, arrojándolos contra la puerta, la cual se abrió y los dejó salir con el sillón encima. – ¡LA TRAICIÓN SE PAGA CARA, MALLISTER!
Bakugou
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Creado por Hanzo Sáb Oct 15, 2016 8:09 pm
La espera fuera de la habitación fue muy larga. No sabía que estaba sucediendo dentro, y con los últimos hombres que entraron y con lo que el mayordomo me dijo, mi sospechas aumentaron exponencialmente.
Me pare frente a la puerta y me prepare para entrar en acción, al primer ruido que se generara dentro de la habitación. Si Bakugou resultaba herido o en el peor de los caso muerto, no me lo perdonaría nunca, al igual que mi padre adoptivo tampoco me lo perdonaría.
Tan rápido como los piratas entraron, un gran grito y luego un gran estruendo provino desde dentro de la habitación. La puerta se abrió rápidamente y 2 piratas cayeron al suelo, al igual que un sillón. Al ver a los piratas tendidos en el suelo, me apresure a entrar. Salte el sillón y coloque mi mano izquierda sobre la empuñadura del Tanto que tenía en mi cintura. Sin mediar ninguna palabra, me pare a pocos metros de la puerta. Gire mi cabeza y pude ver Bakugou con cara de enojado, los piratas con muescas furiosas y la manos entre sus ropajes y el Señor Mallister, con el seño fruncido y con una gran expresión de enojo en su rostro.
Al ver que Bakugou no estaba en peligro, saque la mano de la empuñadura - ¿Que fue eso?- pregunte fríamente al líder de la Familia Mallister y señalando el sillón en el suelo y a los piratas que se trataban de levantar, apoyándose en las pares o en lo que encontraran.
- Soy Tywin Mallister y no tolerare esta falta de respeto en mi casa. Hanzo te ordeno que tomes a tu hermano y te lo lleves lejos y si puedes enciérrenlo en un calabozo para que aprenda a respetar- dijo el hombre tan enojado, que las venas de la frente comenzaban a marcarse.
Miró a Bakugou - Tu no eres un verdadero Vongola- dijo el hombre y se retiro de la habitación, haciéndole señas a los piratas restantes para que salieran con él. El hombre aun enojado, corrió con gran fuerza el sillón y lo coloco en un costado de la habitación, antes de salir de la misma.
Lo miré algo decepcionado y moví la cabeza de un lado hacia el otro, para que mi decepción se notara. Una vez que el Señor Mallister se había ido, junto a los piratas restantes, mire a Bakugou - Te dije que te comportaras. Tu padre sabrá lo que has hecho y recibirás el castigo que mereces- Le dije, mientras me colocaba frente a él y lo miraba con mis ojos cibernéticos. Sabía que su padre lo castigaría, pero conociéndolo, no lo aceptara y no lo cumplirá.
- ¿Qué demonios ha pasado aquí dentro?- le dije, pero antes de que pudiera escuchar sus insultos o su silencio, un sonido de disparo se escuchó en la sala, donde había estado anteriormente. Gire mi cabeza rápidamente, pero la puerta se encontraba cerrada.
Le hice una señal a Bakugou que se quedara quieto mientras yo avanzaba hacia la puerta, lentamente y sin hace ningún ruido. Uno nuevos disparos se escucharon por toda la casa.
Tomé el picaporte y abrí la puerta lentamente. Apenas la había abierto unos centímetros, cuando pude observar a los hombres de Mallister, tendidos en el suelo en un charco de sangre.
No sabía lo que estaba sucediendo, pero sabía que la vida de Bakugou estaba corriendo peligro, pero la Familia Mallister era un de las casa vasallas de la Familia Vongola y no podíamos irnos sin poder ayudarlos.
Me aleje de la puerta y me acerque a mi medio hermano - Bakugou, lo que veras afuera puede ser que no sea de tu agrado, pero ahora podrás usar las habilidades que siempre has estado entrenando- dije. Continúe hablando - Esta es tu oportunidad para poder patear algunos traseros de piratas. Ocúpate de los hombres con las katanas, yo me encargo de los tiradores. Andando- dije de manera cálida y con algo de gracia.
Estábamos pegados a la puerta y mire nuevamente a Bakugou - Confío en que no te pasara nada- Dije algo sobre protector, como si realmente fuera el hermano mayor de él.
- Encontrar vivo y mantener vivo a Mallister es nuestra misión- Una vez dicho eso, abrí la puerta y pudimos apreciar los cadáveres de algunos hombres.
Algunos disparos se escucharon en el segundo piso, mientras que en la cocina se escuchaban voces pidiendo piedad. Le hice una seña a Bakugou para que se dirigiera a la cocina, mientras yo enfrentaba a los piratas de la segunda planta.
Solamente me quedaba confiar que él no saldría herido ni muerto.
Me pare frente a la puerta y me prepare para entrar en acción, al primer ruido que se generara dentro de la habitación. Si Bakugou resultaba herido o en el peor de los caso muerto, no me lo perdonaría nunca, al igual que mi padre adoptivo tampoco me lo perdonaría.
Tan rápido como los piratas entraron, un gran grito y luego un gran estruendo provino desde dentro de la habitación. La puerta se abrió rápidamente y 2 piratas cayeron al suelo, al igual que un sillón. Al ver a los piratas tendidos en el suelo, me apresure a entrar. Salte el sillón y coloque mi mano izquierda sobre la empuñadura del Tanto que tenía en mi cintura. Sin mediar ninguna palabra, me pare a pocos metros de la puerta. Gire mi cabeza y pude ver Bakugou con cara de enojado, los piratas con muescas furiosas y la manos entre sus ropajes y el Señor Mallister, con el seño fruncido y con una gran expresión de enojo en su rostro.
Al ver que Bakugou no estaba en peligro, saque la mano de la empuñadura - ¿Que fue eso?- pregunte fríamente al líder de la Familia Mallister y señalando el sillón en el suelo y a los piratas que se trataban de levantar, apoyándose en las pares o en lo que encontraran.
- Soy Tywin Mallister y no tolerare esta falta de respeto en mi casa. Hanzo te ordeno que tomes a tu hermano y te lo lleves lejos y si puedes enciérrenlo en un calabozo para que aprenda a respetar- dijo el hombre tan enojado, que las venas de la frente comenzaban a marcarse.
Miró a Bakugou - Tu no eres un verdadero Vongola- dijo el hombre y se retiro de la habitación, haciéndole señas a los piratas restantes para que salieran con él. El hombre aun enojado, corrió con gran fuerza el sillón y lo coloco en un costado de la habitación, antes de salir de la misma.
Lo miré algo decepcionado y moví la cabeza de un lado hacia el otro, para que mi decepción se notara. Una vez que el Señor Mallister se había ido, junto a los piratas restantes, mire a Bakugou - Te dije que te comportaras. Tu padre sabrá lo que has hecho y recibirás el castigo que mereces- Le dije, mientras me colocaba frente a él y lo miraba con mis ojos cibernéticos. Sabía que su padre lo castigaría, pero conociéndolo, no lo aceptara y no lo cumplirá.
- ¿Qué demonios ha pasado aquí dentro?- le dije, pero antes de que pudiera escuchar sus insultos o su silencio, un sonido de disparo se escuchó en la sala, donde había estado anteriormente. Gire mi cabeza rápidamente, pero la puerta se encontraba cerrada.
Le hice una señal a Bakugou que se quedara quieto mientras yo avanzaba hacia la puerta, lentamente y sin hace ningún ruido. Uno nuevos disparos se escucharon por toda la casa.
Tomé el picaporte y abrí la puerta lentamente. Apenas la había abierto unos centímetros, cuando pude observar a los hombres de Mallister, tendidos en el suelo en un charco de sangre.
No sabía lo que estaba sucediendo, pero sabía que la vida de Bakugou estaba corriendo peligro, pero la Familia Mallister era un de las casa vasallas de la Familia Vongola y no podíamos irnos sin poder ayudarlos.
Me aleje de la puerta y me acerque a mi medio hermano - Bakugou, lo que veras afuera puede ser que no sea de tu agrado, pero ahora podrás usar las habilidades que siempre has estado entrenando- dije. Continúe hablando - Esta es tu oportunidad para poder patear algunos traseros de piratas. Ocúpate de los hombres con las katanas, yo me encargo de los tiradores. Andando- dije de manera cálida y con algo de gracia.
Estábamos pegados a la puerta y mire nuevamente a Bakugou - Confío en que no te pasara nada- Dije algo sobre protector, como si realmente fuera el hermano mayor de él.
- Encontrar vivo y mantener vivo a Mallister es nuestra misión- Una vez dicho eso, abrí la puerta y pudimos apreciar los cadáveres de algunos hombres.
Algunos disparos se escucharon en el segundo piso, mientras que en la cocina se escuchaban voces pidiendo piedad. Le hice una seña a Bakugou para que se dirigiera a la cocina, mientras yo enfrentaba a los piratas de la segunda planta.
Solamente me quedaba confiar que él no saldría herido ni muerto.
Hanzo
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Creado por Bakugou Dom Oct 16, 2016 12:26 pm
Había ido a alertar de un peligro a unos traidores que querían deshacerse de ellos. Desde luego su padre sí que tenía ojo para las amistades… La parte buena de todo eso era que podría desahogarse por fin, repartir unos buenos puñetazos y romper unas cuantas costillas. Algo para lo que Bakugou sí que era bueno, pelear. Y es que hasta el momento sólo había combatido junto al resto de la familia, como si lo vigilaran para que no se hiciera daño, quedándose atrás en cuanto a enemigos derrotados. Pero esa vez era distinto, sólo estaban Hanzo y él, si se esmeraba podía acabar con muchos más que el pedazo de hojalata.
- ¡No voy a aceptar consejos sobre el respeto de parte de un puto traidor, Mallister! – Si no le atacaba y le reventaba a golpes, era simplemente porque Hanzo estaba allí y sabía que le detendría. Para eso era mejor ahorrar energías. Lo que no se podía creer es que el mismo que le había acompañado hasta allí le dijera que sería castigado por lo que había hecho. - ¿Pero de qué cojones hablas? ¡¿ESE PUTO MALLISTER ES UN TRAIDOR Y TÚ QUIERES QUE ME QUEDE SENTADO, PEDAZO DE CHATARRA ESTROPEADA?! – Su grito se escuchó por toda la casa. No se podía creer que le dijera semejante estupidez. Si saltaba a la vista que aquellos piratas no eran de los que se aliarían con la Revolución, sino más bien al contrario, querían sus territorios porque serían más fáciles de conquistar que los del Gobierno.
Los disparos ni siquiera le sorprendieron. ¿A quién con dos dedos de frente se le ocurre aliarse con los piratas de Aohige? Les estaba bien merecido, por imbéciles. – Escúchame bien, retrasado mental. Si me topo con el cabrón ese de Mallister, lo que haré será estrujar su cabeza contra las paredes que le han dado cobijo estos años hasta que reviente y sólo quede un montón de sangre y sesos salpicados por trozos de hueso. ¿Queda claro? ¿Es que te fallan esas retinas metálicas? SON LOS PUTOS PIRATAS DE AOHIGE, LOS QUE NOS QUIEREN ROBAR NUESTROS TERRITORIOS DESPIERTA. – Justo al acabar su frase le dio un golpe con el antebrazo en el abdomen, paralelo al suelo. Sabía que no le haría ni el más mínimo daño, mucho menos con la poca fuerza que aplicó. Sólo era un pequeño “espabila” a su manera. Luego salió disparado hacia la cocina, donde se topó con tres piratas que trataban de arrancar las ropas a una sirvienta para aprovecharse de ella. No tardó ni un segundo en lanzarse contra ellos, acertando un puñetazo en el lumbar de uno de ellos. – ¡SHINEEEE! - Su fuerza sumada a la carrerilla logró que se doblase y se desmayase del dolor. Lástima, no había logrado romperle la columna vertebral. Todavía le faltaba mucho por entrenar.
- ¡No voy a aceptar consejos sobre el respeto de parte de un puto traidor, Mallister! – Si no le atacaba y le reventaba a golpes, era simplemente porque Hanzo estaba allí y sabía que le detendría. Para eso era mejor ahorrar energías. Lo que no se podía creer es que el mismo que le había acompañado hasta allí le dijera que sería castigado por lo que había hecho. - ¿Pero de qué cojones hablas? ¡¿ESE PUTO MALLISTER ES UN TRAIDOR Y TÚ QUIERES QUE ME QUEDE SENTADO, PEDAZO DE CHATARRA ESTROPEADA?! – Su grito se escuchó por toda la casa. No se podía creer que le dijera semejante estupidez. Si saltaba a la vista que aquellos piratas no eran de los que se aliarían con la Revolución, sino más bien al contrario, querían sus territorios porque serían más fáciles de conquistar que los del Gobierno.
Los disparos ni siquiera le sorprendieron. ¿A quién con dos dedos de frente se le ocurre aliarse con los piratas de Aohige? Les estaba bien merecido, por imbéciles. – Escúchame bien, retrasado mental. Si me topo con el cabrón ese de Mallister, lo que haré será estrujar su cabeza contra las paredes que le han dado cobijo estos años hasta que reviente y sólo quede un montón de sangre y sesos salpicados por trozos de hueso. ¿Queda claro? ¿Es que te fallan esas retinas metálicas? SON LOS PUTOS PIRATAS DE AOHIGE, LOS QUE NOS QUIEREN ROBAR NUESTROS TERRITORIOS DESPIERTA. – Justo al acabar su frase le dio un golpe con el antebrazo en el abdomen, paralelo al suelo. Sabía que no le haría ni el más mínimo daño, mucho menos con la poca fuerza que aplicó. Sólo era un pequeño “espabila” a su manera. Luego salió disparado hacia la cocina, donde se topó con tres piratas que trataban de arrancar las ropas a una sirvienta para aprovecharse de ella. No tardó ni un segundo en lanzarse contra ellos, acertando un puñetazo en el lumbar de uno de ellos. – ¡SHINEEEE! - Su fuerza sumada a la carrerilla logró que se doblase y se desmayase del dolor. Lástima, no había logrado romperle la columna vertebral. Todavía le faltaba mucho por entrenar.
Bakugou
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Creado por Hanzo Dom Oct 16, 2016 9:08 pm
La habitación ese encontraba a nuestra espalda. Los hombres de Mallister se encontraban en el suelo. " Al parecer han estado trabajado por un buen tiempo con estos piratas" pensé mientras recordaba el nombre de la banda de piratas que Bakugou había mencionado. [color=#0066ff]"Aohige, ese era el nombre" Mi sistema comenzó a mostrarme distintos papeles que contenían información, sobre islas aliadas a los revolucionarios o donde se encontraban las bases de las distintos clanes, atacadas por este grupo codicioso de piratas.
Mi sistema asocio a los hombres que había visto con anterioridad con información detalla sobre los ataques, pero al parecer los hombres que habían entrado eran nuevos, o no habían participado en estos ataques.
Una vez que termine de analizar la información, que para mi suerte solamente demore un par de segundos, mire a mi medio hermano y hable sobre nuestra nueva misión. Aunque era algo arriesgada, era la situación ideal para que Bakugou se luciera, pero esperaba que no se sobrepasara.
Luego de decirle cual era nuestra misión; Bakugou se exalto un poco y comenzó a hablar, algo que era típico de él cuando estaba enfadado con alguien o creía que lo que haría sería lo correcto.
Lo escuche atentamente; un vez que terminó de hablar, me dio un golpe con su antebrazo en mi abdomen; al parecer quería darme un escarmiento. Fue algo divertido de ver.
Gire sobre mi talón izquierdo apuntando mi cuerpo hacia las escaleras y antes de que los 2 partiéramos hacia nuestras futuras batallas hablé - Recuerda esto, Mallister no es un debilucho cualquiera, por eso es vasallo de nuestro padre y líder de una Familia. No lo olvides- dije antes de salir caminando tranquilamente hacia las escaleras.
Las pisadas apresuradas de Bakugou, me dijeron que ya había desaparecido del lugar. En mi cabeza di un suspiro, pero realmente no podía hacerlo, gracias a mi cuerpo metálico.
Una vez llegue a las escaleras, comencé a subirlas lentamente y sin hacer ningún ruido, realmente no quería y no debía alertar a los piratas que se encontraban arriba.
Mientras observaba detenidamente el final de las escaleras, lleve mi mano izquierda hacia el tanto que tenía en la parte trasera de mi cintura; sabia que con el tiempo que tendría antes de que me atacaran, no podría sacar mi katana a tiempo. Aunque sabía que con mi cuerpo no me harían suficiente daño, no me gustaba demorarme en asesinar.
Aunque los años habían pasado junto a la Familia Vongola, mis entrenamientos me habían hecho de alguien, para que asesinara, sin que mis oponentes pudieran tocar sus armas.
Antes de llegar al final de las escaleras, escuche unas risas y algunos pasos que provenían del pasillo que daba hacia mi izquierda. Me coloque pegado a la pared y escuche.
"Son 2 y se acercan lentamente" dije, luego de estar escuchando por algunos segundos. Mire hacia al suelo, cuando vi unas sombras moverse por la misma. Para mi suerte, había un lámpara prendida al final del corto pasillo que revelaba las sombras de los hombres que se acercaban.
Espere que los hombres se acercaran y desenfunde mi katana lentamente y sin hacer ruido alguno. Una vez que los tenía cerca, salí de mi escondite y antes de que los hombres pudieran sorprenderse, lleve la punta de mi katana hacia la garganta del hombre que se encontraba a mi derecha. Una vez que la punta entro, rápidamente moví la katana hacia derecha cortando el cuello del hombre y haciendo que se liberara la cuchilla.
Mientras que el cuerpo del hombre caía y hacia un sonido sordo; el otro hombre al verme trato de sacar su katana, pero solamente pudo tomar su mango; con mi mano izquierda saque rápidamente mi Tanto y la hoja perforo la sien del hombre.
Una vez que los ojos del mismo se apagaron, hice algo de fuerza y retire el tanto de su cabeza. Su cuerpo cayó al suelo pesado, como si tratara de una bolsa de papa.
Mis dos armas se encontraban apuntando hacia el suelo, ensangrentadas y goteando sangre. Luego de ese espectáculo, seguí caminando buscando a los piratas, como si esa masacre jamás hubiera sucedido.
Mi sistema asocio a los hombres que había visto con anterioridad con información detalla sobre los ataques, pero al parecer los hombres que habían entrado eran nuevos, o no habían participado en estos ataques.
Una vez que termine de analizar la información, que para mi suerte solamente demore un par de segundos, mire a mi medio hermano y hable sobre nuestra nueva misión. Aunque era algo arriesgada, era la situación ideal para que Bakugou se luciera, pero esperaba que no se sobrepasara.
Luego de decirle cual era nuestra misión; Bakugou se exalto un poco y comenzó a hablar, algo que era típico de él cuando estaba enfadado con alguien o creía que lo que haría sería lo correcto.
Lo escuche atentamente; un vez que terminó de hablar, me dio un golpe con su antebrazo en mi abdomen; al parecer quería darme un escarmiento. Fue algo divertido de ver.
Gire sobre mi talón izquierdo apuntando mi cuerpo hacia las escaleras y antes de que los 2 partiéramos hacia nuestras futuras batallas hablé - Recuerda esto, Mallister no es un debilucho cualquiera, por eso es vasallo de nuestro padre y líder de una Familia. No lo olvides- dije antes de salir caminando tranquilamente hacia las escaleras.
Las pisadas apresuradas de Bakugou, me dijeron que ya había desaparecido del lugar. En mi cabeza di un suspiro, pero realmente no podía hacerlo, gracias a mi cuerpo metálico.
Una vez llegue a las escaleras, comencé a subirlas lentamente y sin hacer ningún ruido, realmente no quería y no debía alertar a los piratas que se encontraban arriba.
Mientras observaba detenidamente el final de las escaleras, lleve mi mano izquierda hacia el tanto que tenía en la parte trasera de mi cintura; sabia que con el tiempo que tendría antes de que me atacaran, no podría sacar mi katana a tiempo. Aunque sabía que con mi cuerpo no me harían suficiente daño, no me gustaba demorarme en asesinar.
Aunque los años habían pasado junto a la Familia Vongola, mis entrenamientos me habían hecho de alguien, para que asesinara, sin que mis oponentes pudieran tocar sus armas.
Antes de llegar al final de las escaleras, escuche unas risas y algunos pasos que provenían del pasillo que daba hacia mi izquierda. Me coloque pegado a la pared y escuche.
"Son 2 y se acercan lentamente" dije, luego de estar escuchando por algunos segundos. Mire hacia al suelo, cuando vi unas sombras moverse por la misma. Para mi suerte, había un lámpara prendida al final del corto pasillo que revelaba las sombras de los hombres que se acercaban.
Espere que los hombres se acercaran y desenfunde mi katana lentamente y sin hacer ruido alguno. Una vez que los tenía cerca, salí de mi escondite y antes de que los hombres pudieran sorprenderse, lleve la punta de mi katana hacia la garganta del hombre que se encontraba a mi derecha. Una vez que la punta entro, rápidamente moví la katana hacia derecha cortando el cuello del hombre y haciendo que se liberara la cuchilla.
Mientras que el cuerpo del hombre caía y hacia un sonido sordo; el otro hombre al verme trato de sacar su katana, pero solamente pudo tomar su mango; con mi mano izquierda saque rápidamente mi Tanto y la hoja perforo la sien del hombre.
Una vez que los ojos del mismo se apagaron, hice algo de fuerza y retire el tanto de su cabeza. Su cuerpo cayó al suelo pesado, como si tratara de una bolsa de papa.
Mis dos armas se encontraban apuntando hacia el suelo, ensangrentadas y goteando sangre. Luego de ese espectáculo, seguí caminando buscando a los piratas, como si esa masacre jamás hubiera sucedido.
Hanzo
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Creado por Bakugou Lun Oct 17, 2016 7:15 am
Por fin se presentaba la oportunidad que tanto había esperado, esa en la que demostraría que sus capacidades de combate eran más que suficientes para pelear por la causa de la Revolución. Tenerle a él como chico de los recados era como usar una escopeta a modo de sacacorchos. ¿Cumplía con su cometido? Sí. Pero era un completo desperdicio de fuerza y potencia. Ahora era como esa escopeta cuando entraban unos bandidos en la casa que habitaba, por fin sería usado para algo que se le daba bien. Casi costaba creer que algo tan simple como una pelea, un choque de puños y armas, pudiera hacer tan “feliz”, por decirlo de alguna manera, a un joven de dieciséis años. Pero Bakugou no era un adolescente normal, pues había perdido todos los últimos años de su infancia y todos los que llevaba de adolescencia entrenando. Al principio era para liberarse de la frustración que sentía por haber causado la muerte de su madre en su nacimiento, pero con el tiempo fue convirtiéndose también en un medio para demostrar que no sólo podía traer desgracias y destrucción, sino también colaborar con la causa. Lo cual no dejaba de ser irónico, dado el temperamento que desarrolló y que traía muchas veces más mal que bien a sus allegados.
El idiota de cabeza metálica parecía haberse dado cuenta por fin de que aquellos piratas no eran nada beneficiosos para ellos, sino más bien lo contrario. Lo cual indicaba que Mallister era un traidor, y como tal debían apresarlo cuanto antes junto al resto de su familia o acabar con ellos para que no pudieran vender secretos del ejército. Y menos mal que había entrado en razón, porque sino implicaría que era un completo cabeza hueca incapaz de reconocer siquiera a sus propios enemigos. ¿Cómo podría alguien así pertenecer a la familia Vongola? Sí, en el fondo se alegraba de su cambio de actitud, pues, y aunque la poca sangre que tenía no fuera la misma que la suya, a sus ojos se había ganado en varias ocasiones el derecho de apellidarse Vongola.
Y ahora en la cocina estaban cinco personas. Él mismo, por supuesto, dos piratas en pie, uno tumbado y desmayado del golpe que le había propinado Bakugou, y una sirvienta que trataba de mantener los jirones de su traje cubriendo su cuerpo, especialmente el busto era la zona de tela más dañada. El joven Vongola no pudo evitar echar un par de miradas de reojo a la doncella, siendo que sus ojos eran atraídos por la situación en que se encontraba. Pero no era momento para eso, tenía enemigos delante. No sólo estaban atacando una casa franca del Ejército Revolucionario, sino que pertenecían a la banda pirata de Aohige, enemigo proclamado de ellos. Además, estaban intentando agredir y violar a una muchacha. Para coronar, la guinda del pastel es que la chica ni siquiera debía llegar a la mayoría de edad. No es que Bakugou fuera un defensor acérrimo de las mujeres ni que se tratara de todo un caballero que jamás golpearía a una, pero desde luego le ponía enfermo el trato que daban a gente inocente y que no podía defenderse. - Vuestra mera existencia me cabrea demasiado como para expresarlo de alguna forma que no sea una somanta de palos. - Les dijo mientras estallaba sus dedos uno por uno.
Y de nuevo comenzó la acción. Ya repuestos de la primera impresión que les ocasionó la aparición del rubio en escena, desenfundaron sus armas y las bajaron contra la cabeza de Bakugou. Éste no perdió ni un segundo y alzó sus puños para interponerlos en el trayecto de sendas katanas, deteniéndolas con un metálico sonido proveniente del choque con sus puños americanos. Propinó un cabezazo en la nariz al de la izquierda y así pudo liberar una mano que usó para golpear en el cuello al otro. Entonces, libre de la amenaza de los filos, de una patada en la barbilla despachó al que tenía la nariz rota, cayendo cuan largo era en el suelo junto a un pedazo de carne que era su propia lengua. El muy idiota había abierto la boca y al darle la patada se la mordió, seccionándola de forma irremediable. - Sólo quedas tú. ¿Crees que podrás conmigo?
El idiota de cabeza metálica parecía haberse dado cuenta por fin de que aquellos piratas no eran nada beneficiosos para ellos, sino más bien lo contrario. Lo cual indicaba que Mallister era un traidor, y como tal debían apresarlo cuanto antes junto al resto de su familia o acabar con ellos para que no pudieran vender secretos del ejército. Y menos mal que había entrado en razón, porque sino implicaría que era un completo cabeza hueca incapaz de reconocer siquiera a sus propios enemigos. ¿Cómo podría alguien así pertenecer a la familia Vongola? Sí, en el fondo se alegraba de su cambio de actitud, pues, y aunque la poca sangre que tenía no fuera la misma que la suya, a sus ojos se había ganado en varias ocasiones el derecho de apellidarse Vongola.
Y ahora en la cocina estaban cinco personas. Él mismo, por supuesto, dos piratas en pie, uno tumbado y desmayado del golpe que le había propinado Bakugou, y una sirvienta que trataba de mantener los jirones de su traje cubriendo su cuerpo, especialmente el busto era la zona de tela más dañada. El joven Vongola no pudo evitar echar un par de miradas de reojo a la doncella, siendo que sus ojos eran atraídos por la situación en que se encontraba. Pero no era momento para eso, tenía enemigos delante. No sólo estaban atacando una casa franca del Ejército Revolucionario, sino que pertenecían a la banda pirata de Aohige, enemigo proclamado de ellos. Además, estaban intentando agredir y violar a una muchacha. Para coronar, la guinda del pastel es que la chica ni siquiera debía llegar a la mayoría de edad. No es que Bakugou fuera un defensor acérrimo de las mujeres ni que se tratara de todo un caballero que jamás golpearía a una, pero desde luego le ponía enfermo el trato que daban a gente inocente y que no podía defenderse. - Vuestra mera existencia me cabrea demasiado como para expresarlo de alguna forma que no sea una somanta de palos. - Les dijo mientras estallaba sus dedos uno por uno.
Y de nuevo comenzó la acción. Ya repuestos de la primera impresión que les ocasionó la aparición del rubio en escena, desenfundaron sus armas y las bajaron contra la cabeza de Bakugou. Éste no perdió ni un segundo y alzó sus puños para interponerlos en el trayecto de sendas katanas, deteniéndolas con un metálico sonido proveniente del choque con sus puños americanos. Propinó un cabezazo en la nariz al de la izquierda y así pudo liberar una mano que usó para golpear en el cuello al otro. Entonces, libre de la amenaza de los filos, de una patada en la barbilla despachó al que tenía la nariz rota, cayendo cuan largo era en el suelo junto a un pedazo de carne que era su propia lengua. El muy idiota había abierto la boca y al darle la patada se la mordió, seccionándola de forma irremediable. - Sólo quedas tú. ¿Crees que podrás conmigo?
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