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Creado por Jonathan Wayland Sáb Dic 26, 2015 5:02 pm
Micqueot, isla del buen vino y de hermosas mujeres. Destino por excelencia de solteros, pervertidos, solteros pervertidos y cualquier tipo de ser masculino que tuviera como presa a las señoritas de aquel lugar. Irónicamente, también era el destino de muchas parejas, recién iniciadas o veteranas, que simplemente deseaban pasar unas buenas vacaciones, luna de miel, o simplemente conocer el lugar… Y entre todos ellos, un ser angelical que no encajaba en ninguno de los grupos anteriores se encontraba, absorto en sus pensamientos, observando a todos, viéndolos ir y venir entre la multitud.
Jonathan Wayland se encontraba disfrutando de una inusual tranquilidad y paz luego de haber terminado una misión sin mucha dificultad, por lo que tenía tiempo para descansar y, porque no, conocer un poco de la rumoreada isla con gran renombre por su sin fin de bebidas alcohólicas, siendo su fuerte el vino. –No sé en qué rayos estaba pensando.- Meneó su cabeza de lado a lado, en lo que su espalda se recargaba contra la espalda del asiento que ocupaba. Su brazo derecho se extendió unos escasos centímetros para tomar la copa que descansaba en la mesa frente a él. Un líquido transparente llenaba el interior de la misma. –No soy bueno con el alcohol.- Efectivamente, el muchacho de rubios cabellos se encontraba tomando agua en la isla especializada en vinos.
Posó la copa, vacía, sobre la mesa, dedicándoles prolongadas miradas a las parejitas enamoradas que pasaban por delante de la mesa que ocupaba en las afueras de un bar muy concurrido. En el fondo se preguntaba si algún podría estar así, acurrucado y abrazado junto a una mujer. –Podría empezar por superar mi problema con el sexo femenino.- Suspiró, resignado, esperando que algo o alguien alegrara su noche.
Jonathan Wayland se encontraba disfrutando de una inusual tranquilidad y paz luego de haber terminado una misión sin mucha dificultad, por lo que tenía tiempo para descansar y, porque no, conocer un poco de la rumoreada isla con gran renombre por su sin fin de bebidas alcohólicas, siendo su fuerte el vino. –No sé en qué rayos estaba pensando.- Meneó su cabeza de lado a lado, en lo que su espalda se recargaba contra la espalda del asiento que ocupaba. Su brazo derecho se extendió unos escasos centímetros para tomar la copa que descansaba en la mesa frente a él. Un líquido transparente llenaba el interior de la misma. –No soy bueno con el alcohol.- Efectivamente, el muchacho de rubios cabellos se encontraba tomando agua en la isla especializada en vinos.
Posó la copa, vacía, sobre la mesa, dedicándoles prolongadas miradas a las parejitas enamoradas que pasaban por delante de la mesa que ocupaba en las afueras de un bar muy concurrido. En el fondo se preguntaba si algún podría estar así, acurrucado y abrazado junto a una mujer. –Podría empezar por superar mi problema con el sexo femenino.- Suspiró, resignado, esperando que algo o alguien alegrara su noche.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Dom Feb 14, 2016 10:11 pm
Micqueot, un lugar de depravación y alcohol, un lugar donde los males de la humanidad se reúnen con facilidad y sus pecados se hacen presentes a la vista de todos los que mantengan la sobriedad por tiempo suficiente para ver la segunda cara de muchas personas, para suerte o desgracia de los habitantes del lugar el pacifista cuya personalidad se construía en base a la moralidad y estructura de pensamiento de decenas de malvivientes era incapaz de emborracharse para mostrar lo peor de su ser.
Por trabajo con la armada revolucionaría el autómata se veía en el deber de ir a aquel antro de corrupción humana sin poder saciar su sed de gritos, llamas y dolor en pros de "una buena causa" una misión encomendada por sus superiores, una misión en donde debería de trabajar en conjunto a un ser Skypiean de Nombre "Jonathan Wayland", un hombre de cabello rubio y altos valores morales dentro de la armada, uno de aquellos hombres que realmente creían en lo que hacían y estaban determinados a hacer un gran bien al mundo con sus actos.
Transmitir un mensaje, proteger a un miembro de la armada que está en alta estima y escoltarlo para que el susodicho cumpliera una misión durante uno de sus días de descanso, no era realmente algo que el pacifista considerara aceptable para sus capacidades, sin embargo era incapaz de oponerse a las autoridades que le ordenaron ejecutar tan sencilla tarea.
Después de una busque entre algunas tabernas y bares seguros para los miembros de la armada, finalmente una figura totalmente envuelta con grandes ropas marrones, encapuchado de forma que solo fuera posible ver aquella aparente mascara con cuernos que supuestamente cubriría el rostro de un hombre de más de dos metros de alto se acercó al muchacho rubio de ojos esmeralda para sentarse frente a él sin pedir permiso alguno.
-Buenas noches señor Wayland, espero no estar interrumpiendo su velada de aclcohol y mujeres- Dijo una voz idéntica a la de cierto miembro de la armada revolucionaria que probablemente le sonase familiar al hombre de dorada cabellera aunque no encajase para nada desde el cuerpo de donde salía, cuerpo que tomo sin permiso el vaso y reviso el contenido antes de deslizar parte del mismo sobre la máscara dejando que callera sobre sus ropajes -... sin alcohol y sin mujeres… por lo que veo esto era agua, que decepción...- El pacifista tenía en su poder un sobre con una carta que explicaría la misión al joven revolucionario, sin embargo esperaría a ver la reacción que tenía ante sus acciones antes de entregársela.
Por trabajo con la armada revolucionaría el autómata se veía en el deber de ir a aquel antro de corrupción humana sin poder saciar su sed de gritos, llamas y dolor en pros de "una buena causa" una misión encomendada por sus superiores, una misión en donde debería de trabajar en conjunto a un ser Skypiean de Nombre "Jonathan Wayland", un hombre de cabello rubio y altos valores morales dentro de la armada, uno de aquellos hombres que realmente creían en lo que hacían y estaban determinados a hacer un gran bien al mundo con sus actos.
Transmitir un mensaje, proteger a un miembro de la armada que está en alta estima y escoltarlo para que el susodicho cumpliera una misión durante uno de sus días de descanso, no era realmente algo que el pacifista considerara aceptable para sus capacidades, sin embargo era incapaz de oponerse a las autoridades que le ordenaron ejecutar tan sencilla tarea.
Después de una busque entre algunas tabernas y bares seguros para los miembros de la armada, finalmente una figura totalmente envuelta con grandes ropas marrones, encapuchado de forma que solo fuera posible ver aquella aparente mascara con cuernos que supuestamente cubriría el rostro de un hombre de más de dos metros de alto se acercó al muchacho rubio de ojos esmeralda para sentarse frente a él sin pedir permiso alguno.
-Buenas noches señor Wayland, espero no estar interrumpiendo su velada de aclcohol y mujeres- Dijo una voz idéntica a la de cierto miembro de la armada revolucionaria que probablemente le sonase familiar al hombre de dorada cabellera aunque no encajase para nada desde el cuerpo de donde salía, cuerpo que tomo sin permiso el vaso y reviso el contenido antes de deslizar parte del mismo sobre la máscara dejando que callera sobre sus ropajes -... sin alcohol y sin mujeres… por lo que veo esto era agua, que decepción...- El pacifista tenía en su poder un sobre con una carta que explicaría la misión al joven revolucionario, sin embargo esperaría a ver la reacción que tenía ante sus acciones antes de entregársela.
Última edición por TR-3.5H el Lun Feb 22, 2016 1:24 am, editado 1 vez (Razón : Error en el código de color. Recién lo veo)
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
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Creado por Jonathan Wayland Dom Feb 14, 2016 11:07 pm
Desde donde se encontraba, el Skypean admiraba a las diversas parejas que caminaban de la mano por el paraíso del alcohol. Era la primera vez que podía ver a tantos enamorados en un mismo lugar, y mejor aún, pasándola bien y sin problemas. De hecho, hasta los propios marines estaban bastante tranquilos, y muy pocos se dejaban ver por esas calles repletas. ¿Acaso era una fecha importante o siempre eran así de molestas los días en Micqueot? Como por obra de magia, sus bellos ojos esmeraldas se posaron en el diminuto calendario que se encontraba junto al vaso que descansaba sobre la mesa. Para sorpresa del rubio angelical, la fecha era 14 de Febrero, día de San Valentin, de los enamorados. ¿Cómo pudo haberse olvidado de esa fecha tan importante para muchos? ¡Oh, cierto! Él estaba soltero y tampoco sabía cómo mantener una mera conversación con una mujer. Se sentía patético…
Una figura enorme y encapuchada se sentó en la misma mesa que ocupaba el joven, tomándolo por pura sorpresa y con la guardia baja. Lo primero que llamó su atención era una máscara particular con cuerpos que cubría el rostro del extraño individuo. Era como uno de esos monstruos de los libros que solía leer cuando era pequeño, un demonio para ser más preciso. –Muy bien, sabes quién soy.- Con cierta repugnancia por la acción del sospechoso que, frente a él, hablaba con una voz… No podía ser. Tomó la copa que había usado toda la velada y la hizo a un lado con cierto rechazo. ¿Con qué necesidad había usado SU copa?
-¿Me dirás quién eres de una vez?- La usual calma de la que hacía gala el revolucionario había desaparecido. Su tono de voz era amenazante y sus ojos, generalmente amables, ahora reflejaban un cierto enojo. Para su fortuna, siempre llevaba su espada, no importa a donde fuera. En esta ocasión, su arma descansaba entre sus piernas, lo que le permitió desenfundarla por debajo de la mesa y apuntarla a una de las piernas de la misteriosa figura presente, picándole dicha pierna con la punta de su espada, para que estuviese al tanto de su presencia. –Por favor, esta no es mi fecha favorita del año, y tampoco quiero arruinarle la fiesta a todos los presentes.-
Una figura enorme y encapuchada se sentó en la misma mesa que ocupaba el joven, tomándolo por pura sorpresa y con la guardia baja. Lo primero que llamó su atención era una máscara particular con cuerpos que cubría el rostro del extraño individuo. Era como uno de esos monstruos de los libros que solía leer cuando era pequeño, un demonio para ser más preciso. –Muy bien, sabes quién soy.- Con cierta repugnancia por la acción del sospechoso que, frente a él, hablaba con una voz… No podía ser. Tomó la copa que había usado toda la velada y la hizo a un lado con cierto rechazo. ¿Con qué necesidad había usado SU copa?
-¿Me dirás quién eres de una vez?- La usual calma de la que hacía gala el revolucionario había desaparecido. Su tono de voz era amenazante y sus ojos, generalmente amables, ahora reflejaban un cierto enojo. Para su fortuna, siempre llevaba su espada, no importa a donde fuera. En esta ocasión, su arma descansaba entre sus piernas, lo que le permitió desenfundarla por debajo de la mesa y apuntarla a una de las piernas de la misteriosa figura presente, picándole dicha pierna con la punta de su espada, para que estuviese al tanto de su presencia. –Por favor, esta no es mi fecha favorita del año, y tampoco quiero arruinarle la fiesta a todos los presentes.-
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
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Creado por TR-3.5H Dom Feb 14, 2016 11:42 pm
Aquel joven con fama de bonachón entre los miembros de la armada revolucionaría parecía sentirse suficientemente amenazado por la presencia de la enorme figura enmascara y su descortés actitud como para tomar una postura un tanto ofensiva al presionar un arma contra la pierna del pacifista que contuvo sus deseos de empezar a reír a viva voz por haber logrado irritar a la angelical figura que tenía frente a su ser, seguramente sería divertido hacerle pasar un mal rato.
Sin embargo la misión era la prioridad, en aquel momento todavía no tenía suficientes méritos para solicitar un navío propio así que no podía hacer estallar a su "escoltado" en irá justo antes de hacer el trabajo, tal vez después lo hiciera, pero debía de priorizar la misión encomendada -Somos compañeros, también pertenezco a la armada- La voz emitida desde la máscara esta vez era baja, sin embargo poseía un eco de ultratumba que la hacía difícil de escuchar y parecía distante, como si en lugar de provenir desde detrás de la máscara, se originara en las profundidades de la tierra a la distancia, aunque fuera solo un efecto sonoro ya que en realidad el sonido si provenía desde el cuerpo de aquella enorme figura tan bien arropada.
-Por lo que decían y tu apariencia te imaginaba de más pulgas que las necesarias para estar a punto de hacer estallar un conflicto en un lugar como este... después de todo si fuera un enemigo no te estaría hablando después de que me amenazaras...- De entre la manga izquierda del pacifista se revelo un sobre de papel que fue depositado en la mesa por unos dedos recubiertos de metal, tal vez alguna clase de guantelete de aspecto terrorífico para ir a juego con la demoniaca mascara podría deducirse si es que se seguía pensando que aquella voz endemoniada podía provenir de un orgánico de aquel mundo.
-Pasaremos un buen rato juntos compañero, puedes llamarme como prefieras... aunque existe la posibilidad de que la carta revele mi identidad me gustaría saber de qué clase de forma llamarías a quien se encuentra ante tus ojos antes de leerla...- Pregunto con voz curiosa aquel ser de perversa e inhumana naturaleza que se encontraba sentado frente al joven de ojos esmeralda.
Sin embargo la misión era la prioridad, en aquel momento todavía no tenía suficientes méritos para solicitar un navío propio así que no podía hacer estallar a su "escoltado" en irá justo antes de hacer el trabajo, tal vez después lo hiciera, pero debía de priorizar la misión encomendada -Somos compañeros, también pertenezco a la armada- La voz emitida desde la máscara esta vez era baja, sin embargo poseía un eco de ultratumba que la hacía difícil de escuchar y parecía distante, como si en lugar de provenir desde detrás de la máscara, se originara en las profundidades de la tierra a la distancia, aunque fuera solo un efecto sonoro ya que en realidad el sonido si provenía desde el cuerpo de aquella enorme figura tan bien arropada.
-Por lo que decían y tu apariencia te imaginaba de más pulgas que las necesarias para estar a punto de hacer estallar un conflicto en un lugar como este... después de todo si fuera un enemigo no te estaría hablando después de que me amenazaras...- De entre la manga izquierda del pacifista se revelo un sobre de papel que fue depositado en la mesa por unos dedos recubiertos de metal, tal vez alguna clase de guantelete de aspecto terrorífico para ir a juego con la demoniaca mascara podría deducirse si es que se seguía pensando que aquella voz endemoniada podía provenir de un orgánico de aquel mundo.
-Pasaremos un buen rato juntos compañero, puedes llamarme como prefieras... aunque existe la posibilidad de que la carta revele mi identidad me gustaría saber de qué clase de forma llamarías a quien se encuentra ante tus ojos antes de leerla...- Pregunto con voz curiosa aquel ser de perversa e inhumana naturaleza que se encontraba sentado frente al joven de ojos esmeralda.
- Contenido de la carta:
- Se trata de un mensaje cifrado en un código que los miembros de la armada revolucionaria pueden entender.
La carta informa de que la unidad TR-3.5H un Pacifista que fue creado por la armada revolucionaría sería testeado como escolta de Jonathan Weyland mientras este recolectaba dinero de dos patrocinadores de la armada e informaba a un miembro de la misma que debería de retirarse de la ciudad por el peligro de que lo identificaran tras ciertos sucesos no especificados, estaría a cargo de Jonathan decidir que decirle hacer a TR-3.5H, pero este no se podría separarse de su lado ni dañarle directa o indirectamente.
La carta también advierte de cierto "fallo" en el funcionamiento del pacifista, siendo este una fuerte tendencia a la violencia e incineración como vías óptimas para cumplir objetivos.
Como posdata incluye la recomendación de no pedirle guardar silencio ya que la última vez que ocurrió algo así el pacifista recurrió a escribir de formas “poco favorables para el renombre de la armada” como medio de comunicación.
TR-3.5H
Hoja de personaje
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Creado por Jonathan Wayland Miér Feb 17, 2016 9:00 pm
Aquella extraña figura delante de él lograba ponerlo intranquilo, rompiendo la calma de la que siempre había hecho gala. ¿Cuál podría ser la causa de todo eso? El desconocido era un gran motivo de todo esto, pero no era el único culpable de todo eso. San Valentín, esta estúpida fecha conmemorativa del día de los enamorados, ese era la verdadera razón de su forma de actuar. Por un lado, eso aliviaba al rubio de ojos esmeralda, porque podía mantener el control frente a imponentes figuras que se aparecían de la nada. Por el otro… ¿En serio? ¿Había perdido los escrúpulos por cientos y cientos de parejas que, de la mano y dándose besitos, le refregaban su amor en la cara? Eso era bastante denigrante hasta para él.
Enfundó su espada en la funda que descansaba entre sus piernas al escuchar la respuesta a la pregunta que había hecho. Sin embargo, su preocupación no se había ido. Aquella voz de la que esta vez había hecho gala era espectral, por decir lo menos posible. Una máscara con cuernos y una voz distante y terrorífica, ¿Acaso era posible que, tal como existían los ángeles, también existieran sus opuestos? Solo había leído sobre estos en las historias que leía cuando niño, y no era muy fan de estos en aquella época.
Suspiró resignado ante el comentario sarcástico de su ¿Compañero? revolucionario. Buscaba provocarlo y no podía darle esa satisfacción, por lo que hizo caso omiso a esto, enfocando su atención en la carta que presentó ante él. En silencio, su mano derecha se estiró hasta posarse sobre el objeto, entrando en contacto involuntario con los fríos dedos metálicos de la existencia frente a él. Lo primero que se le ocurrió fue pensar en algún individuo dispuesto a llevar sus ideales físicamente, usando una armadura de demonio para intimidar a sus enemigos, o quizá por la creencia en dichas creaturas. No obstante, decidió no hacerle caso a esas alocadas ideas que se colocaban en fila para proyectarse en fila, una detrás de otra, en su cerebro.
-No existe una palabra en skypeano para definir “demonio”.- Respondió, afilado y sarcástico, mientras abría aquella carta misteriosa y le daba una leída rápida. No tardaría más que unos cuantos en cumplir su acción antes de destrozar el pedazo de papel y guardar los restos en su saco negro. –Nos vamos.- Indicó, tajante, mientras dejaba dinero en la mesa, una suma ligeramente superior a la que había gastado, pero no era algo que fuese de gran importancia.
-Primera vez que veo a un pacifista. Pensé que serían algo… Diferentes.- Con cierta prisa, el ángel daba largos pasos mientras se metía en la muchedumbre de gente para poder llegar a un callejón que se encontraba a 20 metros del bar en el que se encontraban. –Tienes, ya sabes, ¿algún registro tecnológico acerca de cómo se ven estas personas?- No importaba donde mirara, sus ojos siempre se fijaban en una o más parejas que unían sus labios en prolongados besos y, algunos más atrevidos, metían mano en zonas más sugerentes. El nervioso del joven era palpable para cuando llegó a la entrada del callejón y se recargaba contra una pared, agitado y sonrojado. –Y por favor, dime que no tendremos que pasar por ahí de nuevo.-
Enfundó su espada en la funda que descansaba entre sus piernas al escuchar la respuesta a la pregunta que había hecho. Sin embargo, su preocupación no se había ido. Aquella voz de la que esta vez había hecho gala era espectral, por decir lo menos posible. Una máscara con cuernos y una voz distante y terrorífica, ¿Acaso era posible que, tal como existían los ángeles, también existieran sus opuestos? Solo había leído sobre estos en las historias que leía cuando niño, y no era muy fan de estos en aquella época.
Suspiró resignado ante el comentario sarcástico de su ¿Compañero? revolucionario. Buscaba provocarlo y no podía darle esa satisfacción, por lo que hizo caso omiso a esto, enfocando su atención en la carta que presentó ante él. En silencio, su mano derecha se estiró hasta posarse sobre el objeto, entrando en contacto involuntario con los fríos dedos metálicos de la existencia frente a él. Lo primero que se le ocurrió fue pensar en algún individuo dispuesto a llevar sus ideales físicamente, usando una armadura de demonio para intimidar a sus enemigos, o quizá por la creencia en dichas creaturas. No obstante, decidió no hacerle caso a esas alocadas ideas que se colocaban en fila para proyectarse en fila, una detrás de otra, en su cerebro.
-No existe una palabra en skypeano para definir “demonio”.- Respondió, afilado y sarcástico, mientras abría aquella carta misteriosa y le daba una leída rápida. No tardaría más que unos cuantos en cumplir su acción antes de destrozar el pedazo de papel y guardar los restos en su saco negro. –Nos vamos.- Indicó, tajante, mientras dejaba dinero en la mesa, una suma ligeramente superior a la que había gastado, pero no era algo que fuese de gran importancia.
-Primera vez que veo a un pacifista. Pensé que serían algo… Diferentes.- Con cierta prisa, el ángel daba largos pasos mientras se metía en la muchedumbre de gente para poder llegar a un callejón que se encontraba a 20 metros del bar en el que se encontraban. –Tienes, ya sabes, ¿algún registro tecnológico acerca de cómo se ven estas personas?- No importaba donde mirara, sus ojos siempre se fijaban en una o más parejas que unían sus labios en prolongados besos y, algunos más atrevidos, metían mano en zonas más sugerentes. El nervioso del joven era palpable para cuando llegó a la entrada del callejón y se recargaba contra una pared, agitado y sonrojado. –Y por favor, dime que no tendremos que pasar por ahí de nuevo.-
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
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Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Miér Feb 17, 2016 11:28 pm
-Demonio eh... me gusta...- comento tranquilamente la voz de sepulcral mientras que la figura "enmascarada" permanecía inmóvil esperando a ver las acciones del skypeian quien tras terminar de leer y comprender las instrucciones las destruyo y dejo algunas monedas para pagar su trago, tal vez ya llevaba un par de horas tomando agua o la del lugar era bastante cara, fuera cual fuera la razón era indiferente al pacifista que había recibido una orden que obedeció tan bien como el más amaestrado de los perros.
Aparentemente el angelical humanoide tenía prisa en cumplir con la misión encomendada o le desagradaba mucho su compañero -Pacifista, irónico nombre si pensamos en la función básica de todos los que son como yo, seguramente mi apariencia original era como te imaginabas que debían ser, sin embargo preferí convertir mi cuerpo en un reflejo de mi alma...- La realidad era más algo practico, sin embargo el autómata disfrutaba la idea de ver la reacción de su compañero ante aquella innecesaria afirmación.
Pronto llego una interrogante dada por el que era escoltado por la gran figura cubierta -Tengo la dirección e identidad detallada de cada uno de los objetivos...corrección, individuos.- En un momento el pacifista describió detalladamente a las personas con quienes debían contactar, un hombre, una mujer y un perro que respondería al comando "Revolución Pochi" trayendo la llave del sótano de la casa donde lo encontrarían.
Durante el viaje momentáneo del equipo el pacifista buscaba potenciales peligros para su protegido con uno de sus ojos mientras que el otro gravaba con el morbo propio de un asesino, siempre dirigiendo parte de su atención al nerviosismo del escoltado de forma directa, evidentemente en ningún momento dejo de tenerlo bajo vigilia, lo tenía muy cerca, aquella hermosa cabellera dorada que caiga cual resplandor del sol en la más oscura de las noches, aquellos ojos esmeralda tan atrapantes que condenarían a perderse a la incauta que los viera por demasiado tiempo, su porte elegante incluso en aquel incomodo momento antes de apoyarse en la pared del callejón viéndose muy genial ante la vista de cualquier chica.
La voz de una niña, no una adolescente, dulce e inocente pero ya en edad de caer en las pasiones del amor era emitida desde el autómata que de algún lugar había sacado una caja musical metálica con forma de corazón rosado mientras la figura de más de dos metros de altura permanecía en la misma postura que tendría una puberta declarándose y entrando sus sentimientos materializados en un juguete como aquel corazón roza abierto. -Jonathan~Sempai, la carta al igual que esta misión eran una farsa, ahora que estamos a solas puedo decirle la verdad, lo vi una vez y quede perdidamente enamorada de usted, por favor acepte mi regalo de san Valentín, por favor sempai tome mi corazón y acepte mis sentimientos de amor verdadero por usted- Desde dentro del corazón salía una hermosa melodía mientras que revelaba un mecanismo muy simple con el cual una pareja de muñecos bailaban, un hombrecillo rubio junto a una muchacha de pelo marrón rojizo, realmente parecía haber tomado un gran esfuerzo al fabricante lograr aquella caja musical, más que apropiada para aquellas fechas.
Tras una muy larga pausa la voz dulce, pura e inocente anteriormente emitida fue reemplazada nuevamente por el atroz sonido de una carcajada de inframundo que parecía retumbar en las paredes, anqué realmente era solo un efecto sonoro nadie que estuviera a más de 5 o 6 metros lo escucharía. -De hecho uno de los objetivos estará en una bodega escondido y la otra patrocinadora tiene un lugar donde facilitan compañía femenina, así que quizás puedas dejar de estar tan solo durante estas fechas compañero, no veo que tengan una fábrica de fusiles así que yo si estaré solo jajaja…- El pacifista volvió a reír aunque en un tono menos lúgubre esta vez, antes de hacer un gesto con sus manos, como si hubiera recordado algo o tenido una gran idea. -ah, por cierto, cuidado con el corazón, es una bomba, si le das cuerda 3 veces explota...perdón 2 veces que ya le había dado una antes de usarlo.-
Aparentemente el angelical humanoide tenía prisa en cumplir con la misión encomendada o le desagradaba mucho su compañero -Pacifista, irónico nombre si pensamos en la función básica de todos los que son como yo, seguramente mi apariencia original era como te imaginabas que debían ser, sin embargo preferí convertir mi cuerpo en un reflejo de mi alma...- La realidad era más algo practico, sin embargo el autómata disfrutaba la idea de ver la reacción de su compañero ante aquella innecesaria afirmación.
Pronto llego una interrogante dada por el que era escoltado por la gran figura cubierta -Tengo la dirección e identidad detallada de cada uno de los objetivos...corrección, individuos.- En un momento el pacifista describió detalladamente a las personas con quienes debían contactar, un hombre, una mujer y un perro que respondería al comando "Revolución Pochi" trayendo la llave del sótano de la casa donde lo encontrarían.
Durante el viaje momentáneo del equipo el pacifista buscaba potenciales peligros para su protegido con uno de sus ojos mientras que el otro gravaba con el morbo propio de un asesino, siempre dirigiendo parte de su atención al nerviosismo del escoltado de forma directa, evidentemente en ningún momento dejo de tenerlo bajo vigilia, lo tenía muy cerca, aquella hermosa cabellera dorada que caiga cual resplandor del sol en la más oscura de las noches, aquellos ojos esmeralda tan atrapantes que condenarían a perderse a la incauta que los viera por demasiado tiempo, su porte elegante incluso en aquel incomodo momento antes de apoyarse en la pared del callejón viéndose muy genial ante la vista de cualquier chica.
- Ost y melodía de la caja musical:
La voz de una niña, no una adolescente, dulce e inocente pero ya en edad de caer en las pasiones del amor era emitida desde el autómata que de algún lugar había sacado una caja musical metálica con forma de corazón rosado mientras la figura de más de dos metros de altura permanecía en la misma postura que tendría una puberta declarándose y entrando sus sentimientos materializados en un juguete como aquel corazón roza abierto. -Jonathan~Sempai, la carta al igual que esta misión eran una farsa, ahora que estamos a solas puedo decirle la verdad, lo vi una vez y quede perdidamente enamorada de usted, por favor acepte mi regalo de san Valentín, por favor sempai tome mi corazón y acepte mis sentimientos de amor verdadero por usted- Desde dentro del corazón salía una hermosa melodía mientras que revelaba un mecanismo muy simple con el cual una pareja de muñecos bailaban, un hombrecillo rubio junto a una muchacha de pelo marrón rojizo, realmente parecía haber tomado un gran esfuerzo al fabricante lograr aquella caja musical, más que apropiada para aquellas fechas.
Tras una muy larga pausa la voz dulce, pura e inocente anteriormente emitida fue reemplazada nuevamente por el atroz sonido de una carcajada de inframundo que parecía retumbar en las paredes, anqué realmente era solo un efecto sonoro nadie que estuviera a más de 5 o 6 metros lo escucharía. -De hecho uno de los objetivos estará en una bodega escondido y la otra patrocinadora tiene un lugar donde facilitan compañía femenina, así que quizás puedas dejar de estar tan solo durante estas fechas compañero, no veo que tengan una fábrica de fusiles así que yo si estaré solo jajaja…- El pacifista volvió a reír aunque en un tono menos lúgubre esta vez, antes de hacer un gesto con sus manos, como si hubiera recordado algo o tenido una gran idea. -ah, por cierto, cuidado con el corazón, es una bomba, si le das cuerda 3 veces explota...perdón 2 veces que ya le había dado una antes de usarlo.-
TR-3.5H
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por Jonathan Wayland Vie Feb 19, 2016 1:37 pm
El trato de su nuevo compañero era extraño, llegando al punto de ser incómodo y hasta intimidante. Jonathan no era de esas personas que juzgaban a un libro por su portada pero, en esas circunstancias, la portada era lo único que tenía como para conocerlo bien. De por sí, la forma de hablar con la que hacía gala el ser electrónico, e ignorando el hecho de los cambios en su tono de voz, le hacían pensar que no renegaba de su condición de máquina, sin embargo también parecía abrazar cierto grado de humanidad, aquella de la que el propio ángel trataba de hacer a un lado: Si lo que TR había dicho era cierto, lo único que se podía esperar del revolucionario sería violencia a diestra y siniestra, muertes por cantidades industriales… ¿En qué rayos pensaban sus superiores al tener semejante existencia en sus filas con permiso para correr a sus anchas? Algo le incomodaba enormemente, y no era solo la apariencia del pacifista y sus miradas prácticamente violadoras hacía su persona.
Contra las paredes de ese callejón, el rubio logró recomponerse, únicamente para verse sorprendido por el acto que se hacía presente frente a sus ojos. La voz con la que hacía uso el ser mecánico, la postura que había tomado y el objeto que se encontraba en sus manos, siendo fuente del sonido agradable que inundaba aquel silencio lugar, todo eso era tan tierno… Y a la vez tan tenebroso. Los orbes verdes del joven se dirigieron de derecha a izquierda y viceversa, mientras su espalda se apegaba más a la pared que se alzaba detrás de él. Su respiración se agitaba al mismo tiempo que gotas de sudor se resbalaban desde su cabello, cayendo lentamente por sus mejillas, hasta perderse debajo de su mentón, siendo su destino más probable el suelo. Durante el tiempo que la caja sonaba, ninguna palabra salía de los gélidos labios del rubio, pues no sabía que decir. Deseaba que un rayo lo atravesara en ese mismo momento…
Sin embargo, el rayo nunca llegó y el silencio que dominaba la atmosfera fue cortado por el revolucionario que, con cierto tono burlón, continuo informando al skypean de la información que portaba. –Hubiese estado bueno que empezaras con esa información.- Comentó desviando la mirada, mientras sentía como el alma volvía literalmente a su cuerpo. Tomó de la caja musical y, luego de escuchar las convenientes indicaciones del autómata, la guardó dentro de uno de los bolsillos de su saco negro. –Si seguimos por este callejón llegaremos a las bodegas, y dudo que la patrocinadora se encuentre en lugar que pueda ser encontrado desde la calle principal.- Suspirando con cierta resignación, retomó camino a paso largo, asumiendo que era seguido por su nuevo e involuntario compañero. –Por cierto, ninguna palabra de esto, a nadie.- No le dirigió la mirada, tanto por vergüenza como por enojo. Contaba los segundos que faltaban para que pudieran terminar la misión y así poder tomar rumbos distintos.
Contra las paredes de ese callejón, el rubio logró recomponerse, únicamente para verse sorprendido por el acto que se hacía presente frente a sus ojos. La voz con la que hacía uso el ser mecánico, la postura que había tomado y el objeto que se encontraba en sus manos, siendo fuente del sonido agradable que inundaba aquel silencio lugar, todo eso era tan tierno… Y a la vez tan tenebroso. Los orbes verdes del joven se dirigieron de derecha a izquierda y viceversa, mientras su espalda se apegaba más a la pared que se alzaba detrás de él. Su respiración se agitaba al mismo tiempo que gotas de sudor se resbalaban desde su cabello, cayendo lentamente por sus mejillas, hasta perderse debajo de su mentón, siendo su destino más probable el suelo. Durante el tiempo que la caja sonaba, ninguna palabra salía de los gélidos labios del rubio, pues no sabía que decir. Deseaba que un rayo lo atravesara en ese mismo momento…
Sin embargo, el rayo nunca llegó y el silencio que dominaba la atmosfera fue cortado por el revolucionario que, con cierto tono burlón, continuo informando al skypean de la información que portaba. –Hubiese estado bueno que empezaras con esa información.- Comentó desviando la mirada, mientras sentía como el alma volvía literalmente a su cuerpo. Tomó de la caja musical y, luego de escuchar las convenientes indicaciones del autómata, la guardó dentro de uno de los bolsillos de su saco negro. –Si seguimos por este callejón llegaremos a las bodegas, y dudo que la patrocinadora se encuentre en lugar que pueda ser encontrado desde la calle principal.- Suspirando con cierta resignación, retomó camino a paso largo, asumiendo que era seguido por su nuevo e involuntario compañero. –Por cierto, ninguna palabra de esto, a nadie.- No le dirigió la mirada, tanto por vergüenza como por enojo. Contaba los segundos que faltaban para que pudieran terminar la misión y así poder tomar rumbos distintos.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Lun Feb 22, 2016 1:22 am
Que placentero que era estar en presencia de aquel revolucionario de rubios cabellos, realmente causaba gran satisfacción para la cruel "alma" del pacifista que su compañero de misión fuera tan humano, tan real, tan hermoso y sobre todo tan divertido, aquellas cualidades hacían que quiera adoptar como una mascota o alguna clase de juguete en lugar de solo destruirle arrancando partes de su cuerpo.
Y la reacción ante la declaración de amor dada por el pacifista no era más que la cereza sobre el pastel en cierta forma, aquello causaba gran goze al pacifista, incluso no se arrepentía de haber entregado una de sus bombas en aquel individuo tan humano y divertido.
El sudor de sus rostro, las dilatación de las pupilas, el ritmo de su respiración, la aceleración de los latidos del corazón, su forma de tragar saliva ante aquella bizarra escena salida de las retorcidas perturbadoras acciones producidas por el demoniaco ser que le acompañaba en aquel callejón en aquella noche de los enamorados, fecha idonea para realizar aquella clase de bromas y travesuras.
-Senpai no tiene que preocuparse que le cuente a nadie de lo que ocurra aquí si usted no lo desea, y tengo que admitir que poder estar con usted a solas toda esta noche es una experiencia maravillosa, poder ver sus ojos tan de cerca, su cabello, incluso como las gotas recorren el contorno de ese hermoso rostro suyo.- Nuevamente estaba utilizando aquel tono de voz con el que se había declarado con anterioridad mientras el skypean caminaba por delante suyo guardando la caja musical que había sido entregada.
-Muchas gracias por aceptar ese regalo junto a mis sentimientos Jonathan~sempai. Y si, es como usted dice, es poco probable que lleguemos donde la patrocinadora desde la calle principal... yo le seguiré sin dudarlo, pero por favor trate de no mirar mucho a otras chicas en mi presencia o voy a ponerme celosa-
Aquella femenina voz no encajaba para nada ni con el historial de violencia ni con las actitudes utilizadas regularmente por el pacifista, sin embargo dado que entre las personas sacrificadas para crear los patrones de conducta y pensamiento del engendro allí presente, era normal que alguna mujer suficientemente perturbada hubiera terminado formando parte del pacifista, aunque normalmente no tuviera oportunidades de divertirse mientras manifestaba aquella faceta.
Y la reacción ante la declaración de amor dada por el pacifista no era más que la cereza sobre el pastel en cierta forma, aquello causaba gran goze al pacifista, incluso no se arrepentía de haber entregado una de sus bombas en aquel individuo tan humano y divertido.
El sudor de sus rostro, las dilatación de las pupilas, el ritmo de su respiración, la aceleración de los latidos del corazón, su forma de tragar saliva ante aquella bizarra escena salida de las retorcidas perturbadoras acciones producidas por el demoniaco ser que le acompañaba en aquel callejón en aquella noche de los enamorados, fecha idonea para realizar aquella clase de bromas y travesuras.
-Senpai no tiene que preocuparse que le cuente a nadie de lo que ocurra aquí si usted no lo desea, y tengo que admitir que poder estar con usted a solas toda esta noche es una experiencia maravillosa, poder ver sus ojos tan de cerca, su cabello, incluso como las gotas recorren el contorno de ese hermoso rostro suyo.- Nuevamente estaba utilizando aquel tono de voz con el que se había declarado con anterioridad mientras el skypean caminaba por delante suyo guardando la caja musical que había sido entregada.
-Muchas gracias por aceptar ese regalo junto a mis sentimientos Jonathan~sempai. Y si, es como usted dice, es poco probable que lleguemos donde la patrocinadora desde la calle principal... yo le seguiré sin dudarlo, pero por favor trate de no mirar mucho a otras chicas en mi presencia o voy a ponerme celosa-
Aquella femenina voz no encajaba para nada ni con el historial de violencia ni con las actitudes utilizadas regularmente por el pacifista, sin embargo dado que entre las personas sacrificadas para crear los patrones de conducta y pensamiento del engendro allí presente, era normal que alguna mujer suficientemente perturbada hubiera terminado formando parte del pacifista, aunque normalmente no tuviera oportunidades de divertirse mientras manifestaba aquella faceta.
TR-3.5H
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(25/100)
Haki:
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Creado por Jonathan Wayland Mar Mar 01, 2016 6:30 pm
Caminaba, en silencio, dando largos pasos y buscando mantener cierta distancia entre su cuerpo y el de la existencia mecánica que lo seguía como si fuese su sombra. Para Jonathan, esa debía ser una de las peores noches de su vida, tanto por el hecho de su particular e indeseada compañía, como por la estúpida fecha que alguien había puesto como día de los enamorados. Era como si el karma existiera, y se regocijara del padecimiento del ser angelical y su pequeño complejo de inferioridad y timidez frente al sexo femenino. Si tanto deseaban mandarlo a una misión en esa fecha en particular, ¿Tanto les costaba enviar a una real? No debía ser necesariamente humana, podía ser de cualquier especie: una Skypean como él, una sirena, incluso una gigante. Pero no, justamente decidieron mandarle lo menos humano y femenino posible. Ciertamente aumentaría su complejo.
Aquella voz femenina volvió a resonar, esta vez a espaldas del rubio. Su piel se erizó de nuevo, sus manos comenzaron a temblar y su respiración se volvió a agitar. De no ser por la escena que había vivido momentos antes, hasta podría caer que era una joven, poco menor que él, y estaba expresando sin pudor sus sentimientos por el muchacho. Para su usual fortuna, esa no era la situación. –S-Sólo enfócate en la misión, ¿Puede ser?- Trató de disimular su estado de ánimo y emocional, en lo que normalizaba su respiración de alguna forma milagrosa.
-Llegamos.- Con alegría aceleró el paso hasta llegar a una puerta negra sin ventanas. Por uno de los símbolos grabados convenientemente alrededor de la entrada que usaban los revolucionarios para marcar puntos de encuentro, podía asumir que ese era un lugar seguro. –Muy bien, yo me puedo encargar de esto, ve a buscar la bodega.- Casi en tono de victoria, se preparaba para entrar al lugar que sería su salvación. Logró posar su mano derecha sobre el picaporte de la puerta cuando cayó en la situación en la que estaba: Estaba por entrar en un lugar lleno de presencias femeninas, con quienes apenas podía hablar.
-Pensándolo mejor.- Se dio la vuelta para darle paso al pacifista que tanto repugnaba. Le dolía tener que depender de esa máquina asesina para poder completar su misión. –Tú sabes quienes son, podrás encontrar al objetivo y hacer las cosas de forma más… Eficiente.- Mierda, mierda y más mierda. Eso era lo único que pensaba el joven mientras giraba el picaporte de la puerta y la abría, para dejar que su compañero entrara primero y acabara con eso lo más rápido posible.
Aquella voz femenina volvió a resonar, esta vez a espaldas del rubio. Su piel se erizó de nuevo, sus manos comenzaron a temblar y su respiración se volvió a agitar. De no ser por la escena que había vivido momentos antes, hasta podría caer que era una joven, poco menor que él, y estaba expresando sin pudor sus sentimientos por el muchacho. Para su usual fortuna, esa no era la situación. –S-Sólo enfócate en la misión, ¿Puede ser?- Trató de disimular su estado de ánimo y emocional, en lo que normalizaba su respiración de alguna forma milagrosa.
-Llegamos.- Con alegría aceleró el paso hasta llegar a una puerta negra sin ventanas. Por uno de los símbolos grabados convenientemente alrededor de la entrada que usaban los revolucionarios para marcar puntos de encuentro, podía asumir que ese era un lugar seguro. –Muy bien, yo me puedo encargar de esto, ve a buscar la bodega.- Casi en tono de victoria, se preparaba para entrar al lugar que sería su salvación. Logró posar su mano derecha sobre el picaporte de la puerta cuando cayó en la situación en la que estaba: Estaba por entrar en un lugar lleno de presencias femeninas, con quienes apenas podía hablar.
-Pensándolo mejor.- Se dio la vuelta para darle paso al pacifista que tanto repugnaba. Le dolía tener que depender de esa máquina asesina para poder completar su misión. –Tú sabes quienes son, podrás encontrar al objetivo y hacer las cosas de forma más… Eficiente.- Mierda, mierda y más mierda. Eso era lo único que pensaba el joven mientras giraba el picaporte de la puerta y la abría, para dejar que su compañero entrara primero y acabara con eso lo más rápido posible.
Jonathan Wayland
Hoja de personaje
Nivel:
(25/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel | 2 |
Creado por TR-3.5H Vie Mar 04, 2016 3:02 am
Oh, si aún estuvieran con vida seguramente la mayoría de los asesinos que conformaban al pacifista revolucionario estarían de acuerdo en que había que meter dentro del antro al muchachito rubio que se suponía que debía ser escoltado, lo cual además tiene cierto sentido siendo que un guardaespaldas sin nadie a quien proteger difícilmente pueda efectuar de forma eficiente su trabajo, así que una vez que la puerta estuvo ampliamente abierta como para que el pacifista pudiera pasar tomo de la mano a su compañero para jalarlo al interior.
-Gracias por la caballerosidad senpai, pero no se separe mucho de mi, tengo que protegerlo y nunca sabemos cuándo puede haber una enemiga infiltrada, así que manténgase cerca mío, muy cerca.- El tono dulce y femenino que utilizaba en aquel momento era bajo, solo el debería de "escucharla" hablar, con cuidado se cerrar la puerta para que su compañero no escapara el revolucionario intencionalmente elevo un poco la temperatura de su caldera interna para hacerle sudar de forma más evidente aún, tal vez hasta empezaría a asustarse.
Una hermosa señorita de piel clara y cabello color castaño se acercó para atender a "los clientes" pero se vio rápidamente sorprendida por un gesto de mano y la voz de un hombre que con total amabilidad se adelantaba a los ofrecimientos que pudieran darles -Tenemos asuntos que atender con la señora de este lugar, no se preocupe por nosotros.- El pacifista avanzo con la seguridad propia de un hombre que ha estado en el lugar un millar de veces, girando solo sus ojos para que el sistema de reconocimiento facial pudiera identificar a la persona que estaban buscando en caso de que se encontrara en la planta baja, una vez llegados a una puerta donde había un hombre corpulento esperando el pacifista volvió a hablar.
-Así como las flores requieren de agua los artistas necesitan de la libertad.- Una clave un tanto extraña, pero que el guarda reconoció después de hacer un poco de memoria dejo pasar al los revolucionarias con clara desconfianza en su rostro.
Al entrar daba a un cuarto similar a una oficina con dos escaleras bastante amplias, unas que bajaban y otras que subían, en el lugar se encontraba un hombre de aspecto cansado que al ver la máscara del revolucionario se sobresaltó un poco, tras repetir la frase anterior el hombre señalo las escaleras que bajaban. -Probablemente no quiera encontrarse directamente con nosotros senpai, así que tal vez nos haga perder el tiempo con alguien más.- Susurro el pacifista mientras bajaba y entraba en uno de los cuartos que había en el sótano.
Tras un momento a solas una mujer de piel bronceada, cabellera azabache y ojos esmeralda se adentró al cuarto portando un amplio vestido. -Oh, no esperaba poder conocerla señorita, asumimos que enviaría a alguien más para proteger su identidad.- La mujer sonrió ante lo que podría hasta haberse considerado un insulto dependiendo de quién y cómo lo dijera, tal vez lo dejo pasar por el cortes tono utilizado, de entre sus ropas saco varias bolsas pequeñas y un fajo de billetes frente a los revolucionarios. -Entiendo que por protocolos no puede dejar que nos vean marcharnos particularmente rápido, así que tomaremos aquí tal vez treinta minutos de tiempo en esta habitación, no hace falta que envié a nadie, estamos trabajando y sería una pena distraer a sus señoritas con personas que no podrán disfrutar de su compañía en estos momentos.- antes de marcharse sin mediar palabra alguna a causa de las interferencias del pacifista que la había dejado sin mayor dialogo que un gesto de su mano.
El informe decía que era una mujer de pocas palabras, pero el pacifista esperaba que al menos se hubiera presentado por más de que la interrumpiera dos veces, tomo nota mental de que a ella la haría sufrir más de lo normal si tenía oportunidad de hacerlo.
Aunque le agradecía dejarle a su juguete nuevo a solas por algo de tiempo -Ahora estaremos a solas por algún tiempo Senpai, espero que no le moleste que no dejara entrar a otras chicas tampoco se le ocurra intentar escapar, recuerde que si se va de repente podría poner en peligro a la señorita y eso sería malo- el tono de voz adolescentico realmente no parecía encajar para nada con el ser de demoniaco aspecto que lo emitía, a pesar de que los gestos de sus manos y lenguaje corporal también coincidieran con la actitud que acompañaba esa dulce voz.
-Gracias por la caballerosidad senpai, pero no se separe mucho de mi, tengo que protegerlo y nunca sabemos cuándo puede haber una enemiga infiltrada, así que manténgase cerca mío, muy cerca.- El tono dulce y femenino que utilizaba en aquel momento era bajo, solo el debería de "escucharla" hablar, con cuidado se cerrar la puerta para que su compañero no escapara el revolucionario intencionalmente elevo un poco la temperatura de su caldera interna para hacerle sudar de forma más evidente aún, tal vez hasta empezaría a asustarse.
Una hermosa señorita de piel clara y cabello color castaño se acercó para atender a "los clientes" pero se vio rápidamente sorprendida por un gesto de mano y la voz de un hombre que con total amabilidad se adelantaba a los ofrecimientos que pudieran darles -Tenemos asuntos que atender con la señora de este lugar, no se preocupe por nosotros.- El pacifista avanzo con la seguridad propia de un hombre que ha estado en el lugar un millar de veces, girando solo sus ojos para que el sistema de reconocimiento facial pudiera identificar a la persona que estaban buscando en caso de que se encontrara en la planta baja, una vez llegados a una puerta donde había un hombre corpulento esperando el pacifista volvió a hablar.
-Así como las flores requieren de agua los artistas necesitan de la libertad.- Una clave un tanto extraña, pero que el guarda reconoció después de hacer un poco de memoria dejo pasar al los revolucionarias con clara desconfianza en su rostro.
Al entrar daba a un cuarto similar a una oficina con dos escaleras bastante amplias, unas que bajaban y otras que subían, en el lugar se encontraba un hombre de aspecto cansado que al ver la máscara del revolucionario se sobresaltó un poco, tras repetir la frase anterior el hombre señalo las escaleras que bajaban. -Probablemente no quiera encontrarse directamente con nosotros senpai, así que tal vez nos haga perder el tiempo con alguien más.- Susurro el pacifista mientras bajaba y entraba en uno de los cuartos que había en el sótano.
Tras un momento a solas una mujer de piel bronceada, cabellera azabache y ojos esmeralda se adentró al cuarto portando un amplio vestido. -Oh, no esperaba poder conocerla señorita, asumimos que enviaría a alguien más para proteger su identidad.- La mujer sonrió ante lo que podría hasta haberse considerado un insulto dependiendo de quién y cómo lo dijera, tal vez lo dejo pasar por el cortes tono utilizado, de entre sus ropas saco varias bolsas pequeñas y un fajo de billetes frente a los revolucionarios. -Entiendo que por protocolos no puede dejar que nos vean marcharnos particularmente rápido, así que tomaremos aquí tal vez treinta minutos de tiempo en esta habitación, no hace falta que envié a nadie, estamos trabajando y sería una pena distraer a sus señoritas con personas que no podrán disfrutar de su compañía en estos momentos.- antes de marcharse sin mediar palabra alguna a causa de las interferencias del pacifista que la había dejado sin mayor dialogo que un gesto de su mano.
El informe decía que era una mujer de pocas palabras, pero el pacifista esperaba que al menos se hubiera presentado por más de que la interrumpiera dos veces, tomo nota mental de que a ella la haría sufrir más de lo normal si tenía oportunidad de hacerlo.
Aunque le agradecía dejarle a su juguete nuevo a solas por algo de tiempo -Ahora estaremos a solas por algún tiempo Senpai, espero que no le moleste que no dejara entrar a otras chicas tampoco se le ocurra intentar escapar, recuerde que si se va de repente podría poner en peligro a la señorita y eso sería malo- el tono de voz adolescentico realmente no parecía encajar para nada con el ser de demoniaco aspecto que lo emitía, a pesar de que los gestos de sus manos y lenguaje corporal también coincidieran con la actitud que acompañaba esa dulce voz.
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