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Creado por Shiryu D.Dragon Lun Oct 17, 2016 4:41 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El sol brillaba abrasador en un cielo totalmente libre de nubes y de todo, y apenas corría el viento a pesar de estar en alta mar. Gracias a ello el viaje estaba siendo realmente insufrible y largo. Dragón, estaba en la cubierta, apoyando la espalda sobre una pared y contemplando el basto horizonte desde la popa del barco, pensativo y nostálgico repitiendo una y otra vez las palabras que el viejo Kisuke le había dicho antes de partir. “Siento mucho dolor por todos estos años, pero estoy seguro de que pronto pagaré por mis viejos pecados… Tú solo sigue el camino de tu justicia muchacho, sigue siempre firme, siempre recto…” Nunca antes le había oído al viejo soltar mierda sensiblera de esa y mucho menos había visto en su cara antes esa mirada de culpabilidad, pero desde que perdió a su hijo Shin, el viejo había cambiado bastante. A pesar de eso, nada tenía sentido y aquello irritaba al espadachín, que apretaba la espada que el viejo le regalo antes de partir. “Esta es Kazeshini, lleva mucho tiempo ya conmigo y también fue el arma de mi padre, y de su padre antes que él… Es el legado de mi familia pero quiero que la lleves contigo…” No podía evitar irritarse, al no saber que quería decir Kisuke, pero al mismo tiempo sabía que volvería a verlo y quizás más adelante entender que querían decir sus palabras. Otro marine de figura esbelta, tez blanquecina y pelo negro pasaba por allí y le vio solo e irritado, frunciendo el ceño y apretando la vaina de su propia espada, se le quedó mirando algo extrañado por la situación y luego siguió de largo, como si no le interesase lo más mínimo. Y lo cierto es que a Dragón tampoco le gustaba mucho dar explicaciones así que se relajó y miró como el otro marine desaparecía de su vista sin hacer preguntas.
Pasaron unas horas hasta que el Espadachín divisó un ave volando en el cielo, se incorporó lentamente soltando un leve bostezo y poco después escuchó un hombre dando la voz de “tierra a la vista” Habían llegado ya a su nuevo destino, los nuevos fichajes de la base de la marina en el East Blue, ya habían llegado a Shelltown. Tras los últimos acontecimientos se habían vistos obligados a formar más tripulaciones para atrapar en alta mar a la cada vez mayor cantidad de piratas que surcaban aquellos mares. Por ello la base había quedado algo más vacía de lo normal y se vieron obligados a pedir lo que los oficiales llaman “carne fresca” un puñado de novatos deseando llegar a algo pero que iban a esa base solo para hacer los trabajos que nadie quería hacer. Ese no era el problema de Dragón, esa etapa de marine la dejo atrás hacía ya tiempo, el problema más bien seria cuanto tardaría el espadachín en enfrentarse a algún oficial, pues lo cierto es que nunca había llegado a ascender por ese motivo, seguir órdenes no era precisamente lo que mejor se le daba y así había estado andando de base en base de la marina los últimos años.
Con el barco ya en el puerto y todos los marines listos para desembarcar el único marine que no estaba listo y en su posición era nuestro querido espadachín, que había bajado a los camarotes a por su bolsa y terminó en las bodegas del barco dando un paseo, pero algo no encajaba en aquel lugar, la bodega era más pequeña de lo que debería ser, era extraño pero parecía haber una pared donde no debía, el marine se acercó a mirar la pared un poco más de cerca y descubrió en ella una pequeña ranura, lo suficientemente grande como para introducir un dedo, al hacerlo, tiró de la pared descubriendo la puerta de un doble fondo en la bodega del barco, dentro de la bodega había bastante mercancía, al menos treinta toneles, unos cuarta o cincuenta fardos y dos docenas de cajas, que fue lo que más llamó la atención de Dragón, se acercó a las cajas y con la poca luz que llegaba a esa habitación vio un extraño logotipo una extraña calabaza con dos tibias atrás, no había duda de que era una jolly Rogers.
Lo que no podía entender que hacían esas cajas escondidas en una bodega secreta, si fueran parte del botín de algún pirata o algo así, ¿por qué viajaban ocultas? Al abrir las cajas, encontró todo un arsenal de armas de fuego, si cada una de esas cajas contenía las mismas armas, en aquel barco había una gran cantidad de armas, aun así no hacía más que levantar la sospecha del marine, que volvió a dejarlo todo como estaba y regresó rápidamente a la cubierta, donde había un par de marines. -¡Eh Tú, novato! ¿Dónde te habías metido? Tú eres Shiryu D. Dragón ¿no? Eres el único que faltaba por presentarte, corre y baja, será mejor que no hagas esperar al Teniente.- Solamente afirmó con la cabeza y se dispuso a bajar del barco por la pasarela, todos estaban ya formando y el teniente estaba ya frente a ellos pero solo miraba hacia el barco, fijó su vista en Dragón, quien bajaba por la pasarela lentamente e intentando pasar desapercibido, aunque eso no fue lo que pasó. -¡TÚ NOVATO INSOLENTE! ¿CREES QUE PUEDES HACER ESPERAR A UN SUPERIOR? ¿QUÍEN DIABLOS TE CREES QUE HERES? YO TE LO DIRÉ ¡NO ERES MÁS QUE UN APESTOSO Y SUCIO SACO DE MIERDA! Y ODIO QUE LA MIERDA COMO TU ME HAGA ESPERAR, ASI QUE ESTARAS POR LO MENOS 6 MESES LIMPIANDO LETRINAS.- Quería repartir un poco de terror, y lo consiguió la mayoría de los nuevos reclutas ya se habían cagado encima, pero Dragón ya había oído discursos muy similares antes, de echo Kisuke era experto en hacer que los novatos se jodieran de miedo o se cagaran encima. Sabía que no había muchas maneras de salir de aquello y la mejor era decir lo que aquel sargento quería escuchar. –Sí, Señor.- Respondió, aunque no con demasiado fervor, cosa que gustó aún menos al teniente que se colocó cara a cara con el espadachín mirándolo fijamente a los ojos. –Vas a sufrir chaval, yo personalmente me encargare de ello…- le dijo esta vez hablando de forma mucho más tranquila y sin levantar nada la voz. Luego se dio la vuelta y se puso frente todos los reclutas para hablar. –Oíd novatos, estáis aquí para limpiar letrinas, pelar patatas y fregar pasillos hasta que alguno de ustedes demuestre que sirve para algo más, pero no os equivoquéis, ninguno de ustedes miserables gusanos llegará a nada más, porque solo sois despojos y mierda que nos mandan de las academias y bases pequeñas por que no duraríais ni un segundo en Grand line… Ahora iros directos a los barracones hoy no coméis tenéis ración de cena.- El tipo era todo un caudillo, sonreía y disfrutaba mientras veía el dolor en la cara de los más novatos. Pero su sonrisa se hizo aún más grande después de su última frase. – Podéis darle las gracias por la dieta al señor saco de mierda.- Tenía intención de ponerlos también en mi contra, y lo cierto era que desde su posición lo tenía fácil, lo que ignoraba era lo poco que le importaba aquella situación a Dragón.
El teniente se había quitado ya de en medio, y los marines comenzaron a andar hacia los barracones, algunos mi miraban y chismorreaban otros solo me miraban y el resto pasaba de todo aquello… Me puse en marcha pero apenas había echado a andar cuando una pequeña marine de pelo rosa y piel muy blanca se colocó justo delante, realmente era muy pequeña, pues superaba por muy poco la cintura del espadachín, tenía unos ojos grandes y azules muy bonitos y además era realmente guapa. -¿Dragón verdad?- preguntó con una voz dulce y fina. – Soy la sargento Alexandra, hay alguien que quiere hablar contigo, si me acompañas por favor…- Era difícil de creer que una chica así de pequeña y dulce fuera sargento pero aun así la siguió por toda la base hasta llegar a un pequeño despacho donde trabajaban vagamente tres marines, uno de ellos era grande y gordo, tanto que la silla tenia pinta de que se rompería en cualquier momento, de pelo rojo y con la cara llena de pecas, unos cascos de radio puestos y conectados a un extraño den den mushi, otro tenia gafas de culo de botella el pelo negro las paletas enormes y era extremadamente flaco, estaba haciendo una especie de retrato con carboncillo, parecía dársele bien aquello y el ultimo se limitaba a balancear su silla hacia atrás y jugar con una pelota de baseball mientras miraba toda una pared llena de carteles de se busca, anotaciones e hilos que parecían unir todo aquello de alguna manera. Tenia toda la mesa llena de informes y papeleo, tanto que apenas se le veía tras las montañas de papeles. –¡Oooooi oi! ¡¡Tú debes de ser Dragón!! Esta es la unidad de inteligencia de la marina en Shellstown.- El hombre se puso en pie dejando ver su rostro, tenía el pelo castaño entrando ya en canas y la barba del mismo color, unos ojos muy amistosos y una sonrisa de oreja a oreja. –Déjame que me presente, soy el Alferez Hawk, y estos son Kleem, Sam y Alexandra, a la que ya conoces. De ahora en adelante trabajaras aquí por orden del Capitán, pero antes de nada, déjame que te de un consejo…- Dijo acercándose y poniéndome una mano enorme y tosca sobre el hombre. –Aléjate del Teniente Silver, sé que ya os habéis hecho buenos amigos y eso, pero créeme, si le das una razón para hundirte lo hará…- El espadachín dio un pequeño paso hacia atrás e intento ser todo lo cordial que pudo.- Encantado de conocerlos pero ese teniente no me da ningún miedo y no pienso escóndeme aquí de él.- Acto seguido se giró para coger la puerta y largarse. – ¡Espera! Esto no es para que te escondas, como ya te dije fue el capitán quien te asigno a esta unidad. Al parecer ambos tenéis un amigo en común que le habló bastante bien de tu capacidad deductiva.- Dragón se frenó justo antes de agarrar el pomo de la puerta al mismo tiempo que se le hinchaba una pequeña vena en la sien y apretaba los dientes con cara de irritación. “Ese maldito viejo, ¿de verdad me ha mandado a este boquete? La próxima vez que lo vea pienso darle una paliza…” Tomo un poco de aire y volvió a darse la vuelta para dirigirse hacia Hawk. – Esta bien, trabajaré aquí pero no pienso esconderme de nadie.- El Alferez comenzó a reír de forma de una manera casi descontrolada mientras se sacudía el pecho con esas manazas de gorila que tenia y se volvía a dirigir hacia su mesa. –Vaaale, pues veras, lo cierto es que estamos en medio de varias investigaciones y necesitamos un agente de campo ya que solo tenemos a Alexandra y ella está actualmente ocupada con un caso local. Así que este será tu primer caso.- Dijo dando una palmada en la pared que tenía justo tras de él, toda repleta de carteles anotaciones e hilos que unían una cosa con otra. –Estos de aquí son los informes. Ve llévatelos al barracón y ve mañana cuando estés listo.- Me dio una torre enorme de informes. Y poco después Alexandra me despacho de la habitación.
El sol brillaba abrasador en un cielo totalmente libre de nubes y de todo, y apenas corría el viento a pesar de estar en alta mar. Gracias a ello el viaje estaba siendo realmente insufrible y largo. Dragón, estaba en la cubierta, apoyando la espalda sobre una pared y contemplando el basto horizonte desde la popa del barco, pensativo y nostálgico repitiendo una y otra vez las palabras que el viejo Kisuke le había dicho antes de partir. “Siento mucho dolor por todos estos años, pero estoy seguro de que pronto pagaré por mis viejos pecados… Tú solo sigue el camino de tu justicia muchacho, sigue siempre firme, siempre recto…” Nunca antes le había oído al viejo soltar mierda sensiblera de esa y mucho menos había visto en su cara antes esa mirada de culpabilidad, pero desde que perdió a su hijo Shin, el viejo había cambiado bastante. A pesar de eso, nada tenía sentido y aquello irritaba al espadachín, que apretaba la espada que el viejo le regalo antes de partir. “Esta es Kazeshini, lleva mucho tiempo ya conmigo y también fue el arma de mi padre, y de su padre antes que él… Es el legado de mi familia pero quiero que la lleves contigo…” No podía evitar irritarse, al no saber que quería decir Kisuke, pero al mismo tiempo sabía que volvería a verlo y quizás más adelante entender que querían decir sus palabras. Otro marine de figura esbelta, tez blanquecina y pelo negro pasaba por allí y le vio solo e irritado, frunciendo el ceño y apretando la vaina de su propia espada, se le quedó mirando algo extrañado por la situación y luego siguió de largo, como si no le interesase lo más mínimo. Y lo cierto es que a Dragón tampoco le gustaba mucho dar explicaciones así que se relajó y miró como el otro marine desaparecía de su vista sin hacer preguntas.
Pasaron unas horas hasta que el Espadachín divisó un ave volando en el cielo, se incorporó lentamente soltando un leve bostezo y poco después escuchó un hombre dando la voz de “tierra a la vista” Habían llegado ya a su nuevo destino, los nuevos fichajes de la base de la marina en el East Blue, ya habían llegado a Shelltown. Tras los últimos acontecimientos se habían vistos obligados a formar más tripulaciones para atrapar en alta mar a la cada vez mayor cantidad de piratas que surcaban aquellos mares. Por ello la base había quedado algo más vacía de lo normal y se vieron obligados a pedir lo que los oficiales llaman “carne fresca” un puñado de novatos deseando llegar a algo pero que iban a esa base solo para hacer los trabajos que nadie quería hacer. Ese no era el problema de Dragón, esa etapa de marine la dejo atrás hacía ya tiempo, el problema más bien seria cuanto tardaría el espadachín en enfrentarse a algún oficial, pues lo cierto es que nunca había llegado a ascender por ese motivo, seguir órdenes no era precisamente lo que mejor se le daba y así había estado andando de base en base de la marina los últimos años.
Con el barco ya en el puerto y todos los marines listos para desembarcar el único marine que no estaba listo y en su posición era nuestro querido espadachín, que había bajado a los camarotes a por su bolsa y terminó en las bodegas del barco dando un paseo, pero algo no encajaba en aquel lugar, la bodega era más pequeña de lo que debería ser, era extraño pero parecía haber una pared donde no debía, el marine se acercó a mirar la pared un poco más de cerca y descubrió en ella una pequeña ranura, lo suficientemente grande como para introducir un dedo, al hacerlo, tiró de la pared descubriendo la puerta de un doble fondo en la bodega del barco, dentro de la bodega había bastante mercancía, al menos treinta toneles, unos cuarta o cincuenta fardos y dos docenas de cajas, que fue lo que más llamó la atención de Dragón, se acercó a las cajas y con la poca luz que llegaba a esa habitación vio un extraño logotipo una extraña calabaza con dos tibias atrás, no había duda de que era una jolly Rogers.
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Lo que no podía entender que hacían esas cajas escondidas en una bodega secreta, si fueran parte del botín de algún pirata o algo así, ¿por qué viajaban ocultas? Al abrir las cajas, encontró todo un arsenal de armas de fuego, si cada una de esas cajas contenía las mismas armas, en aquel barco había una gran cantidad de armas, aun así no hacía más que levantar la sospecha del marine, que volvió a dejarlo todo como estaba y regresó rápidamente a la cubierta, donde había un par de marines. -¡Eh Tú, novato! ¿Dónde te habías metido? Tú eres Shiryu D. Dragón ¿no? Eres el único que faltaba por presentarte, corre y baja, será mejor que no hagas esperar al Teniente.- Solamente afirmó con la cabeza y se dispuso a bajar del barco por la pasarela, todos estaban ya formando y el teniente estaba ya frente a ellos pero solo miraba hacia el barco, fijó su vista en Dragón, quien bajaba por la pasarela lentamente e intentando pasar desapercibido, aunque eso no fue lo que pasó. -¡TÚ NOVATO INSOLENTE! ¿CREES QUE PUEDES HACER ESPERAR A UN SUPERIOR? ¿QUÍEN DIABLOS TE CREES QUE HERES? YO TE LO DIRÉ ¡NO ERES MÁS QUE UN APESTOSO Y SUCIO SACO DE MIERDA! Y ODIO QUE LA MIERDA COMO TU ME HAGA ESPERAR, ASI QUE ESTARAS POR LO MENOS 6 MESES LIMPIANDO LETRINAS.- Quería repartir un poco de terror, y lo consiguió la mayoría de los nuevos reclutas ya se habían cagado encima, pero Dragón ya había oído discursos muy similares antes, de echo Kisuke era experto en hacer que los novatos se jodieran de miedo o se cagaran encima. Sabía que no había muchas maneras de salir de aquello y la mejor era decir lo que aquel sargento quería escuchar. –Sí, Señor.- Respondió, aunque no con demasiado fervor, cosa que gustó aún menos al teniente que se colocó cara a cara con el espadachín mirándolo fijamente a los ojos. –Vas a sufrir chaval, yo personalmente me encargare de ello…- le dijo esta vez hablando de forma mucho más tranquila y sin levantar nada la voz. Luego se dio la vuelta y se puso frente todos los reclutas para hablar. –Oíd novatos, estáis aquí para limpiar letrinas, pelar patatas y fregar pasillos hasta que alguno de ustedes demuestre que sirve para algo más, pero no os equivoquéis, ninguno de ustedes miserables gusanos llegará a nada más, porque solo sois despojos y mierda que nos mandan de las academias y bases pequeñas por que no duraríais ni un segundo en Grand line… Ahora iros directos a los barracones hoy no coméis tenéis ración de cena.- El tipo era todo un caudillo, sonreía y disfrutaba mientras veía el dolor en la cara de los más novatos. Pero su sonrisa se hizo aún más grande después de su última frase. – Podéis darle las gracias por la dieta al señor saco de mierda.- Tenía intención de ponerlos también en mi contra, y lo cierto era que desde su posición lo tenía fácil, lo que ignoraba era lo poco que le importaba aquella situación a Dragón.
El teniente se había quitado ya de en medio, y los marines comenzaron a andar hacia los barracones, algunos mi miraban y chismorreaban otros solo me miraban y el resto pasaba de todo aquello… Me puse en marcha pero apenas había echado a andar cuando una pequeña marine de pelo rosa y piel muy blanca se colocó justo delante, realmente era muy pequeña, pues superaba por muy poco la cintura del espadachín, tenía unos ojos grandes y azules muy bonitos y además era realmente guapa. -¿Dragón verdad?- preguntó con una voz dulce y fina. – Soy la sargento Alexandra, hay alguien que quiere hablar contigo, si me acompañas por favor…- Era difícil de creer que una chica así de pequeña y dulce fuera sargento pero aun así la siguió por toda la base hasta llegar a un pequeño despacho donde trabajaban vagamente tres marines, uno de ellos era grande y gordo, tanto que la silla tenia pinta de que se rompería en cualquier momento, de pelo rojo y con la cara llena de pecas, unos cascos de radio puestos y conectados a un extraño den den mushi, otro tenia gafas de culo de botella el pelo negro las paletas enormes y era extremadamente flaco, estaba haciendo una especie de retrato con carboncillo, parecía dársele bien aquello y el ultimo se limitaba a balancear su silla hacia atrás y jugar con una pelota de baseball mientras miraba toda una pared llena de carteles de se busca, anotaciones e hilos que parecían unir todo aquello de alguna manera. Tenia toda la mesa llena de informes y papeleo, tanto que apenas se le veía tras las montañas de papeles. –¡Oooooi oi! ¡¡Tú debes de ser Dragón!! Esta es la unidad de inteligencia de la marina en Shellstown.- El hombre se puso en pie dejando ver su rostro, tenía el pelo castaño entrando ya en canas y la barba del mismo color, unos ojos muy amistosos y una sonrisa de oreja a oreja. –Déjame que me presente, soy el Alferez Hawk, y estos son Kleem, Sam y Alexandra, a la que ya conoces. De ahora en adelante trabajaras aquí por orden del Capitán, pero antes de nada, déjame que te de un consejo…- Dijo acercándose y poniéndome una mano enorme y tosca sobre el hombre. –Aléjate del Teniente Silver, sé que ya os habéis hecho buenos amigos y eso, pero créeme, si le das una razón para hundirte lo hará…- El espadachín dio un pequeño paso hacia atrás e intento ser todo lo cordial que pudo.- Encantado de conocerlos pero ese teniente no me da ningún miedo y no pienso escóndeme aquí de él.- Acto seguido se giró para coger la puerta y largarse. – ¡Espera! Esto no es para que te escondas, como ya te dije fue el capitán quien te asigno a esta unidad. Al parecer ambos tenéis un amigo en común que le habló bastante bien de tu capacidad deductiva.- Dragón se frenó justo antes de agarrar el pomo de la puerta al mismo tiempo que se le hinchaba una pequeña vena en la sien y apretaba los dientes con cara de irritación. “Ese maldito viejo, ¿de verdad me ha mandado a este boquete? La próxima vez que lo vea pienso darle una paliza…” Tomo un poco de aire y volvió a darse la vuelta para dirigirse hacia Hawk. – Esta bien, trabajaré aquí pero no pienso esconderme de nadie.- El Alferez comenzó a reír de forma de una manera casi descontrolada mientras se sacudía el pecho con esas manazas de gorila que tenia y se volvía a dirigir hacia su mesa. –Vaaale, pues veras, lo cierto es que estamos en medio de varias investigaciones y necesitamos un agente de campo ya que solo tenemos a Alexandra y ella está actualmente ocupada con un caso local. Así que este será tu primer caso.- Dijo dando una palmada en la pared que tenía justo tras de él, toda repleta de carteles anotaciones e hilos que unían una cosa con otra. –Estos de aquí son los informes. Ve llévatelos al barracón y ve mañana cuando estés listo.- Me dio una torre enorme de informes. Y poco después Alexandra me despacho de la habitación.
Última edición por Shiryu D.Dragon el Dom Oct 23, 2016 6:33 am, editado 3 veces
Shiryu D.Dragon
Hoja de personaje
Nivel:
(5/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
Creado por James Hook Mar Oct 25, 2016 9:51 am
Mades for the sea
Post
Esencia, tierra y sangre, una vida buena se rige por tres cosas, la esencia para vivir, con simpleza la más importante de las tres, aquella que se pierde cuando el final del camino llega y tan solo queda el abismo, perdiéndose en las islas de Grand Line; tierra, el lugar del que procedes impregna tu propia alma de aquello de lo que eres, un ente, un abismo o quizás otro ser, tan solo la tierra sabe y observará quien eres y solo ella puede juzgar; y sangre, el fervor por cada pelea la tendencia natural a alzar la espada antes que enunciar una palabra, la más animal, salvaje y tristemente lo más puro que nos queda, embarcarnos en un camino de sangre, que no es otra misión que encontrarnos a nosotros en la brutalidad en aquello que hemos olvidado y abandonado. Todo había empezado, la esencia del mundo ya no eral a misma, la tierra parecía tan alterada y la sangre tan necesaria que asustaba a los temerosos y envalentonaba a los injustos.
— ¡Reclutas, a formar! — Clamó un oficial sobre el sonido del viento y la marea. James Hook, junto al resto de soldados, formaron una fila inmediata por lo largo del puerto. Estaban ataviados con las prendas propias de la marina, con la insignia a su espalda sin más honorífico que una línea, marcándolos como simples reclutas, carne de cañón. — Hoy es vuestro primer día en la marina. — El oficial se pasea, mirando a los ojos de cada nuevo soldado, como si los retara a insultarlo. — Y no será fácil. En cuanto el enemigo llegue, ustedes formarán la primera línea de defensa. Seréis carne de cañón para que otros vivan... — Va pasando lentamente, como si no tuviera prisas por verlos sufrir. — Quizás algunos logren sobrevivir. Con un poco de suerte, incluso podrían ascender y lograr que yo termine cocinando sus desayunos. — Se detiene, mirando a los ojos de James Hook con desagrado. — Pero ahora, sólo sois muertos uniformados. Y lo más importante, sois míos. — Sonríe ladinamente y se aleja de la fila. Da una palmada y cruza los dedos, llamando la atención de los más despistados. — Hoy montaréis guardia en parejas de dos. Ocupad toda la zona portuaria. Guardaros las espaldas y cumplid con la ley, pero si hay peligro, debéis emitir la voz de alarma y esperar refuerzos. — El oficial se da la vuelta y mira el mar. En repentino silencio saca un cigarrillo y lo enciente. Entonces gira la cabeza, mira a la fila de reclutas y frunce el ceño. — ¡Largaos! —
La formación se rompió y James Hook ajustó con cierta premura sus prendas, adecuando su estrecha chaqueta a la forma ancha de sus hombros. Pronto, un soldado de menor graduación le asignó un compañero, un veterano con doce años de servicio, y demasiado tiempo fuera de la batalla. Era ancho y estaba en baja forma, pero tenía cierta experiencia en las operaciones rutinarios y guió al reclutado por las laberínticas calles del puerto, a través de borrachos y pequeños mercados improvisados. No tardó mucho en presentarse amigablemente: el señor Smith.
Fue un día sin altercados. Llegada la noche, comenzó a llover, y Smith insultó incansablemente a las nubes, como un marinero borracho. Cuando se calmó, simplemente escondió su rostro tras su húmedo sombrero de ala alta y murmuró discretamente a James Hook: — Nos desviamos. Sólo es un momento. — Promete. — Tengo un recado. —
James Hook no presentó ningún problema. Su cuerpo inhumano no sufría por el frío ni el cansancio. Simplemente asintió con la cabeza y siguió a Smith por el puerto. Pronto llegaron a su destino: un lujoso galeón, atracado en una zona discreta y alejada del cuartel de la marina.
Dos centinelas custodiaban el pueden del barco. Eran marines, dado sus uniformes. Smith se acercó a ellos y les pasó un pequeño documento, en forma de carta. El guardia tan sólo lo ojeó y asintió, autorizándoles el paso a ambos. — Ya casi terminamos. — Le murmuró Smith al entrar en la cubierta. — ¡Hombre, señor Smith! Lo estaba esperando. — Refulgue un hombre bien ataviado, caminando al encuentro de Smith con los brazos abiertos. Ambos se abrazan, ríen e intercambian algunas vanalidades. — ¿Y quién es su amigo? — Se detiene para ver por primera vez al recluta. Éste, en cambio, hace una pequeña reverencia con la cautela y elegancia de cuantos le habían enseñado. — James Hook, joven señor.— Ambos se estrecharon la mano. Aquel hombre, quizás el dueño del galeón, mantuvo una sonrisa poco sincera. — ¡Un hombre con educación! Cada vez encuentras compañeros más extraños, Smith. —
Se separaron, y las formalidades terminaron. — Pero hablemos de negocios. Será más agradable y seguro en mi despacho. — Y con esas palabras, escoltados por una pequeña escuadra de marines, descendieron por el cuerpo del barco, hacia los aposentos del capitán.
— ¡Reclutas, a formar! — Clamó un oficial sobre el sonido del viento y la marea. James Hook, junto al resto de soldados, formaron una fila inmediata por lo largo del puerto. Estaban ataviados con las prendas propias de la marina, con la insignia a su espalda sin más honorífico que una línea, marcándolos como simples reclutas, carne de cañón. — Hoy es vuestro primer día en la marina. — El oficial se pasea, mirando a los ojos de cada nuevo soldado, como si los retara a insultarlo. — Y no será fácil. En cuanto el enemigo llegue, ustedes formarán la primera línea de defensa. Seréis carne de cañón para que otros vivan... — Va pasando lentamente, como si no tuviera prisas por verlos sufrir. — Quizás algunos logren sobrevivir. Con un poco de suerte, incluso podrían ascender y lograr que yo termine cocinando sus desayunos. — Se detiene, mirando a los ojos de James Hook con desagrado. — Pero ahora, sólo sois muertos uniformados. Y lo más importante, sois míos. — Sonríe ladinamente y se aleja de la fila. Da una palmada y cruza los dedos, llamando la atención de los más despistados. — Hoy montaréis guardia en parejas de dos. Ocupad toda la zona portuaria. Guardaros las espaldas y cumplid con la ley, pero si hay peligro, debéis emitir la voz de alarma y esperar refuerzos. — El oficial se da la vuelta y mira el mar. En repentino silencio saca un cigarrillo y lo enciente. Entonces gira la cabeza, mira a la fila de reclutas y frunce el ceño. — ¡Largaos! —
La formación se rompió y James Hook ajustó con cierta premura sus prendas, adecuando su estrecha chaqueta a la forma ancha de sus hombros. Pronto, un soldado de menor graduación le asignó un compañero, un veterano con doce años de servicio, y demasiado tiempo fuera de la batalla. Era ancho y estaba en baja forma, pero tenía cierta experiencia en las operaciones rutinarios y guió al reclutado por las laberínticas calles del puerto, a través de borrachos y pequeños mercados improvisados. No tardó mucho en presentarse amigablemente: el señor Smith.
Fue un día sin altercados. Llegada la noche, comenzó a llover, y Smith insultó incansablemente a las nubes, como un marinero borracho. Cuando se calmó, simplemente escondió su rostro tras su húmedo sombrero de ala alta y murmuró discretamente a James Hook: — Nos desviamos. Sólo es un momento. — Promete. — Tengo un recado. —
James Hook no presentó ningún problema. Su cuerpo inhumano no sufría por el frío ni el cansancio. Simplemente asintió con la cabeza y siguió a Smith por el puerto. Pronto llegaron a su destino: un lujoso galeón, atracado en una zona discreta y alejada del cuartel de la marina.
Dos centinelas custodiaban el pueden del barco. Eran marines, dado sus uniformes. Smith se acercó a ellos y les pasó un pequeño documento, en forma de carta. El guardia tan sólo lo ojeó y asintió, autorizándoles el paso a ambos. — Ya casi terminamos. — Le murmuró Smith al entrar en la cubierta. — ¡Hombre, señor Smith! Lo estaba esperando. — Refulgue un hombre bien ataviado, caminando al encuentro de Smith con los brazos abiertos. Ambos se abrazan, ríen e intercambian algunas vanalidades. — ¿Y quién es su amigo? — Se detiene para ver por primera vez al recluta. Éste, en cambio, hace una pequeña reverencia con la cautela y elegancia de cuantos le habían enseñado. — James Hook, joven señor.— Ambos se estrecharon la mano. Aquel hombre, quizás el dueño del galeón, mantuvo una sonrisa poco sincera. — ¡Un hombre con educación! Cada vez encuentras compañeros más extraños, Smith. —
Se separaron, y las formalidades terminaron. — Pero hablemos de negocios. Será más agradable y seguro en mi despacho. — Y con esas palabras, escoltados por una pequeña escuadra de marines, descendieron por el cuerpo del barco, hacia los aposentos del capitán.
James Hook
Hoja de personaje
Nivel:
(2/100)
Haki:
Haki | Kenbun | Busou | Haou | Nivel |
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